18. El egoísta joven maestro
🎶Banda sonora: Changes -Hayd🎶
Jisung no estaba de humor. No había conseguido dormir bien. Después del encontronazo con Changbin, solo había querido llamar a Minho y acurrucarse entre sus brazos. En cambio, estaba saliendo de la ducha tras una noche de insomnio de mierda.
Se puso el pantalón del traje y una camisa blanca perfectamente planchada y se dirigió a la cocina decidido a tomar un buen desayuno. Allí le esperaba una sorpresa: Felix estaba sentado en la mesa con un café delante y un par de tostadas en un plato. Jisung se desconcertó por unos segundos, «¿en qué momento vino a casa?».
—¿Qué haces aquí tan temprano? —preguntó, sin moverse del marco de la puerta. El polluelo se ruborizó un poco antes de contestar.
—Desayunar.
—Eso puedo verlo, lo que estoy preguntando es qué haces aquí. ¿Llevas mucho aquí? ¿Por qué demonios no llamaste?
—Eh... bueno... es posible que lleve muuucho aquí...
—Deja las tonterías, Felix, son las 6:30 de la mañana y no he tomado ni un café —interrumpió, irritado. Se acercó a la encimera. «Gracias, universo», gimió cuando vio que la cafetera estaba caliente y llena. Se sirvió una taza y se sentó frente al chico, que aún no contestaba—. ¿Y bien? ¿A qué hora te levantaste para llegar aquí tan temprano?
—Dormí aquí —murmuró sin levantar la cabeza.
Jisung lo miró fijamente. Su boca se abrió enorme y sus ojos casi se salen de las órbitas. Dejó la taza en la mesa y se echó hacia atrás en la silla, completamente horrorizado. ¿Felix había dormido en casa? ¿Por qué no lo había avisado? ¿Por qué demonios se ponía tímido sobre eso? ¿Por qué coño no lo miraba a la cara?
—Jisung, cálmate, se te van a salir los ojos de las cuencas. Si vas a hiperventilar avísame para coger una bolsa.
—¿Que me calme? ¡¿QUE ME CALME?! —¿Cómo diablos iba a calmarse? —. Explícame qué haces en mi puta cocina a las 6:30 de la mañana diciéndome que has dormido aquí cuando no te abrí la puerta —exigió.
—Bueno, no eres el único que vive aquí...
Jisung sintió que su alma abandonaba su cuerpo. Felix seguía moviendo la cuchara en la taza de café y el tintineo acrecentaba la ansiedad en su pecho. «Otra vez no», Jisung no podía gestionar ahora mismo esa mierda.
—Oh, cielos. ¡No puede ser! —exclamó—. No me lo creo, no puedes haberlo hecho. ¡¿Te has follado a Changbin?! —En el fondo no quería que su voz estuviera tan llena de horror, sobre todo cuando vio la cara herida del chico frente a él, pero no podía evitarlo. Era tan bizarro que no podía ni siquiera imaginarlo—. ¡¿Qué coño le has hecho, Felix?!
El chico frunció el ceño con un monumental cabreo deformando su expresión normalmente inocente. Sabía que no estaba siendo justo, otra vez, pero Felix era una perra; una a la que Jisung amaba, pero una perra, al fin y al cabo.
Changbin, al contrario, era tan inocente y noble que seguramente hubiese accedido a cualquier cosa que el más pequeño dijese. De hecho, creía que cualquiera podría convencer a Changbin de hacer cualquier cosa siempre que lo considerase un superior.
—Esta conversación se acaba aquí —dijo Felix, levantándose indignado.
—No, no se acaba aquí. ¿Qué coño le has hecho a Changbin? ¿De verdad tenías que follártelo a él? Es mi mejor amigo, Felix, es mi hermano.
—¿Que qué coño le he hecho? —interrumpió girándose, mirándolo desde el fregadero, donde había dejado la vajilla que estaba utilizando. Jisung se dio cuenta de que llevaba la misma ropa que ayer y fue una confirmación desagradable de lo que sabía que había pasado—. ¿Acaso estás insinuando que he hecho algo en contra de su voluntad? Deja de ser tan puto egocéntrico. Esto no se trata de ti. Y por supuesto no he hecho nada en contra de la voluntad de Changbin hyung.
—Él es demasiado inocente. Y te odia. Y tú eres...—Jisung estaba a punto de gritar de rabia.
—Espero que lo que vayas a decir no sea nada ofensivo —La voz de Changbin interrumpió desde el marco de la puerta de la cocina y Jisung vio la cara de su amigo. Su enfado pareció aumentar su tamaño y, de repente, pensó que Seo era un enorme oso pardo que lo desgarraría en pedazos si se movía un centímetro.
Por primera vez en su vida entendió por qué la gente temía a Changbin. Nunca se había sentido más que cómodo a su alrededor, algunas veces irritado por su eterna vigilancia, pero Seo Changbin nunca lo había asustado. «Para todo hay una primera vez».
—Me voy a casa, tengo que cambiarme de ropa antes de ir a trabajar —dijo Felix y atravesó la estancia para salir por la puerta que el cuerpo de Changbin bloqueaba.
—¿Quieres que te lleve? Puedo volver a buscarlo antes de que tengamos que ir al trabajo —preguntó el otro cuando Felix estaba cerca, muy cerca, de él.
—No, no, tenéis que hablar. Necesitáis hablar —La mano pequeña de Felix fue al brazo de Changbin y la expresión se suavizó con una sonrisa—. Hice café. Nos vemos más tarde.
—Nos vemos después —contestó el más alto.
Jisung fue testigo de un intercambio silencioso después de eso, uno extraño al que no estaba acostumbrado y que le puso los pelos de punta. Changbin se apartó de la puerta para dejar salir al chico; la mano más grande fue a la cintura del polluelo y lo siguió hasta que estuvo fuera de su alcance, con esa sonrisa boba en la cara.
Cuando volvió a mirar a Jisung, se encendió en sus pupilas una ira de la que nunca había sido receptor y que le heló un poquito la sangre. Ninguno de los dos dijo nada por un rato. Él intentaba no sentirse engañado, traicionado y excluido de nuevo. ¿Cuándo mierdas había ocurrido esto? ¿Cuándo se habían acercado tanto sus dos mejores amigos como para hacerse café el uno al otro?
Seo Changbin se puso un café bien cargado y cogió un plátano del frutero y algunas uvas de la nevera. Se sentó donde había estado Felix y volvió a dirigir su vista a él. Parecía más sereno ahora.
—Quiero hablar contigo de lo que pasó ayer —empezó el chico, dando un mordisco al plátano.
—¿De cómo Felix te convenció para follar? —Tiempo después, cuando Jisung pensara en esa conversación que estaban teniendo, se daría cuenta de que había sido un auténtico gilipollas, pero en ese momento no podía controlar su boca.
—No. Vamos a hablar de Keunabeoji-nim. Y tú vas a dejar de decir esas cosas sobre Felix.
—¿Te forzó?
—¡Arg! —gimió, frustrado, pasándose las manos por la cara—. Deja de decir estupideces, Jisung. No me forzó, no me manipuló, no le hizo falta convencerme de nada porque estaba más que dispuesto a hacer lo que hice. Así que deja de hablar así de él.
Jisung pensaba que ya nada podría sorprenderle más esa mañana, pero claramente se equivocaba. Changbin defendiendo el honor de Felix como un caballero era algo que nadie hubiese imaginado que pasaría nunca. Era como ver a un marciano, ese extraterrestre que estaba sentado en la cocina no era Seo Changbin, no era el gorila carcelero.
—¿Qué coño te ha hecho esa perra?
—¡Basta! —Golpeó la mesa con la mano y la vajilla encima tintineó—. Es suficiente, Jisung. No voy a permitir que hables así de él. Es la última vez que te lo digo, no hizo nada más que complacerme, joder —Respiró hondo, como tratando de ordenar sus pensamientos y su tono era un poco más suave después de eso—. ¿Podemos hablar de una vez de tu padre y lo que pasó entre nosotros ayer?
—No. No quiero hablar contigo. Estoy cabreado a muerte. Has dejado que te enrede. Me has mentido otra vez, me has mantenido al margen.
—¿Qué? —La cara confusa y enfadada de Changbin asustaba un poco, pero Jisung se sentía tan mal que no quería olvidar esa maldita discusión.
—No paras de hacer cosas a mis espaldas y yo casi no puedo salir sin carabina.
—¿Qué querías? ¿Qué te pidiese permiso para... eso?
—Follar. Se dice "follar". No me vengas con mierda puritana cuando te has follado a la mayor perra que conozco.
Changbin se levantó tan rápido que la silla cayó hacia atrás con un ruido sordo. Se cernió sobre la mesa con las manos apoyadas en la superficie, con el ceño fruncido y la mandíbula apretada. Joder, era la primera vez en quince años que Seo Changbin utilizaba su físico para amedrentarlo, y, maldita sea, estaba funcionando.
—Haz el favor de cerrar la boca. Si no quieres que te trate como un joven maestro deja de portarte como uno. Deja de insultar a Felix, no vuelvas a decir nada como eso, jamás—Mierda, pensó Jisung encogiéndose un poco en su sitio, el tono era tan mortal que pensó que podría golpearle—. Ya basta de ser un niño mimado.
»Lo que sea que haya entre Felix y yo no es asunto tuyo. Él es tu amigo y yo también, ambos somos adultos, no vuelvas a tratar de insinuar que él ha hecho algo malo o que yo soy tan estúpido como para dejarme manipular por él para tener sexo. Ten un poco de respeto, no menosprecies mi puta inteligencia, Jisung.
El jarro de agua fría figurado que le tiró en ese momento le dejó temblando. No podía moverse. Esos músculos cubiertos con ropa negra estaban tan tensos que podía ver los tendones en su cuello. «¿Qué coño estoy haciendo?», se reprendió a sí mismo, pero todavía era incapaz de decir nada.
Changbin nunca le había dicho nada como eso. Nunca había sido tan valiente como para decirle todas esas cosas directamente, en ese tono y utilizando su superioridad física para intimidarlo. En quince años Changbin no había hecho más que sugerencias o prohibiciones que recordaban más a un padre que a un amigo. Seo Changbin jamás había sido capaz de echarle su propia mierda a la cara. Y aquí estaba otra primera vez.
—Yo... —murmuró, tratando de encontrar las palabras—, no quería decir eso... No quería menospreciarte, pero...
—Piensa bien lo que vas a decir antes de hablar —lo cortó. Recogió la silla que había caído al suelo y volvió a sentarse antes de llevarse un par de uvas a la boca y masticar como si quisiera triturar un bloque de granito.
—Lo siento... —se disculpó tímidamente, arrepentido y medio asustado por su reacción—. No pretendía subestimarte, Changbin, pero tú eres... bueno, eras virgen. Y Felix es... —La mirada asesina que le dio, con la ceja levantada, le hizo tragar saliva—... Muy experimentado... Él tiene mucha experiencia.
— Y, ¿por qué es eso un problema? Cualquiera consideraría la experiencia una buena razón para estar con alguien de esa manera.
La respuesta le dejó traspuesto, porque tenía razón. Es decir, Jisung valoraba enormemente que un hombre supiera lo que hacía, pero no para Changbin. Él se merecía que lo quisieran, que lo abrazaran, se merecía que cuidasen de él como él cuidaba de todo el mundo. Y Felix no parecía el más indicado para eso. Tenía un miedo atroz a que su amigo se enamorase del pequeño ciclón y todo acabase mal. Estaba asustado de que a Changbin le hicieran daño.
—Podría... joder, podría hacerte daño y no quiero. Y no quiero que las cosas se pongan raras entre nosotros... No quiero que el trío se vaya a la mierda y dejemos de pasar tiempo juntos por esto...
—¿Qué hay de Minho? —Se sorprendió con la pregunta—. Ahora él pasa tiempo aquí, en esta casa. Y tú sales con él a menudo, almorzáis juntos cada vez que tienes oportunidad. Felix y yo no te hemos reclamado nada por eso, sin embargo, este "trío" lleva un tiempo sin ser lo de siempre.
—¿Por eso lo has hecho? ¿Porque crees que os he dejado de lado por Minho hyung?
—No, Jisung, lo he hecho porque de verdad me gusta Felix —confesó con un suspiro sonoro, terminando las cuatro uvas en su plato—. Me gusta desde hace mucho, más de lo que he sido realmente consciente. Anoche... después de nuestra discusión me sentí... mal —titubeaba al hablar, como si le costase decir lo que tenía en su cabeza—. Me sentí tan miserable cuando me dijiste todas aquellas cosas... Siempre me duele, ¿sabes? Siempre es doloroso cuando estallas contra mí, pero nunca he dicho nada.
La energía pareció bajar unos julios en la cocina. Seo Changbin era otra vez el oso de peluche gigante y no el grizzli quebrantahuesos que había parecido. Jisung lo miró ladeando la cabeza, tratando de recordar la cantidad de veces que había sido un auténtico cabrón con él. Eran demasiadas.
—No sabía... No tenía ni idea que te tomabas tan en serio esas cosas... Sabes que al final siempre nos arreglamos, que las cosas acaban por volver a su cauce.
—Solo porque yo te pido disculpas. Todas las veces.
«Maldita sea, tiene razón». Jisung nunca se había responsabilizado de las cosas crueles que le decía cuando estaba enfadado. Era él quien siempre se arrastraba ante su joven maestro y se flagelaba por cualquiera que fuese la razón de su discusión.
—He sido una mierda de amigo —Descubrió de repente—. Lo siento muchísimo, Changbin, por todo. Dios, lo siento tantísimo —Se atrevió a estirar la mano por encima de la mesa y la otra, más grande, la recibió. La cara de Changbin tenía una sonrisa bonita, aunque triste—. He sido un horrible hermano.
—Está bien, Jisung. Que te hayas dado cuenta es suficiente. Yo también he tenido mi parte de culpa todas esas veces.
—Siento también lo que dije ayer... Sé que no quieres estar en la posición que estás, sé que mi padre te obliga a vigilarme —continuó Jisung, conteniendo las ganas de llorar—. Te quiero, te quiero muchísimo. Siento haber dicho eso, no creo que seas mi carcelero, eres mi hermano. Y siento... siento toda esta reacción de mierda con Felix... Estoy verdaderamente preocupado por ti, Changbin, no quiero que te hagan daño. No quiero que el polluelo te rompa el corazón.
—Déjame cometer mis propios errores. Solo espérame a un lado del camino por si la caída duele demasiado y no puedo levantarme.
Jisung sintió que su corazón iba a romperse. Las lágrimas suaves bajaron por sus mejillas y su labio inferior tembló. Era tan injusto que hubiese sido tan mala persona con el único ser humano que le quería de forma genuina. Y era tan triste que Changbin estuviese preparado para el desastre...
—Por supuesto que sí —afirmó, sin lugar a duda. A partir de ese momento, Jisung iba a estar a un lado del camino y trataría de ayudarle a avanzar cada paso. No volvería a dejarle solo.
Cruzaron las miradas durante unos segundos y se sonrieron el uno al otro con conocimiento. Una nueva puerta abrió y Jisung la cruzó.
—Hablemos de Keunabeoji-nim ahora, por favor. No quiero seguir manteniéndote en las sombras —dijo de pronto, dando un apretón suave en la mano de Jisung.
—Está bien —murmuró.
—Bien... Primero necesito que estés preparado para lo que voy a contarte —El chico bajó la mirada, incómodo—, esto no es fácil para mí. Y te pido, por favor, que trates de entender por qué he hecho las cosas que he hecho... Y por qué las ha hecho tu padre.
—Espera... Ahora me estás asustando, Changbin.
—Es... no sé cómo empezar con todo esto... ¿Recuerdas lo que nos dijo Keunabeoji-nim cuando nos mudamos a este apartamento? — Jisung asintió—. Bien, ese problema es en realidad más grave de lo que pensó al principio. Alguien va detrás de tu padre y de ti. Alguien peligroso.
—¿Quién?
—Park Dongyoon —anunció. Jisung sintió que el suelo se abría bajo sus pies. Santa mierda, había estado a punto de ir con ese hombre a cenar el día anterior—. Ese hombre es muy peligroso, Jisung. Del tipo de peligroso que puede partirte las piernas con una tubería.
—Joder, Changbin... —No podía respirar—. Joder...
No podía decir otra cosa. No podía moverse ni ser funcional ahora mismo. Changbin continuó: —Keunabeoji-nim ha hecho... cosas malas, Jisung...
—¿Cosas malas? ¿Qué quieres decir?
—Está envuelto con ese hombre, realmente es un cliente del banco.
—¿Quieres decir que mi padre ha hecho cosas ilegales?
Changbin no contestó. Estaba solo sentado allí, mirando el fondo del vaso de café, con un aura tan apesadumbrada que fue como una confirmación. Su padre estaba haciendo cosas ilegales, cosas que le habían metido en problemas a él, a Jisung e incluso a Changbin.
El chico siempre tuvo una relación tirante con su progenitor, pero esto superaba con creces cualquiera de las peleas estúpidas que había tenido con él. Esto estaba por encima de toda redención.
Jisung se levantó y caminó hasta Changbin. Se agachó y lo abrazó con tanta fuerza que pensó que le haría daño. El chico más grande se levantó de la silla y correspondió el gesto. La cabeza de Jisung cayó en su cuello y más lágrimas se derramaron sin darse cuenta.
—Quokka, las cosas pueden ponerse muy feas. Por eso insisto tanto en estar a tu lado, por eso soy tu carcelero.
—¿Cuánto tiempo... lleva padre haciendo esto? — preguntó entre hipidos, con su cara en el hombro de Changbin cubierta de lágrimas.
—No lo sé... Creo que muchos años. Apenas me enteré hace unos meses, pero eso no es lo peor...
—Mierda, ¿hay algo peor que mi padre siendo un malversador?
—Sí. Tu padre ha estado haciendo cosas para... fastidiar a Park Dongyoon. Y ahora él lo sabe y Keunabeoji-nim cree que irán a por ti. Por eso tengo que protegerte.
Lloró más fuerte y Changbin lo apretó contra él, acariciando suavemente la cabeza para tranquilizarlo. ¿Cómo coño se atrevía su padre a poner en peligro a su familia? ¿Cómo mierdas se atrevía a obligar a ese hombre que le consolaba a exponerse de esa manera?
Han Jihyeon había perdido la cabeza. Su humanidad se había ido por el caño. No tenía derecho a pedirle a Changbin que lo protegiese, era su hermano, su familia. Su padre había convertido su vida en una maldita película de mafia solo para ganar más dinero. Jisung estaba enfadado, decepcionado y, sobre todo, avergonzado.
—No permitiré que te pongas en riesgo para protegerme, Changbin—susurró contra su camisa, agarrando la tela en un puño—. Si te pasa algo por culpa de mi padre nunca voy a perdonárselo. Nunca voy a perdonártelo a ti tampoco.
—Quokka...
—No, Changbin. Tienes absolutamente prohibido hacer cualquier cosa que te ponga en peligro. Prométemelo. Júrame que no lo harás —Jisung lo miró, apartándose un poco de él, agarrando con sus manos el cuello de su camisa negra.
—No... no lo haré.
Fue la peor mentira que Changbin dijo nunca. Y Jisung no la creyó ni por un segundo.
***
2/3
Buenasnochesnavegantes
Uno de contexto. ¿Qué opinan de Binnie defendiendo a Fefi?
¡Nos vemos en el infierno!
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