1. La fiesta en las afueras

🎶Banda sonora:  Warm - Charlie XCX y HAIM 🎶

La música retumbaba aún estando a más de un kilómetro de donde era la fiesta. Jisung sintió el hormigueo familiar de anticipación en su tripa. Sabía que cuando saliese del coche, podría pasar cualquier cosa. Felix dio unos gritos emocionados mientras rebotaba en el asiento trasero del Mercedes.

—Dios mío, qué ganas tengo de llegar, acelera, joder —exigió al conductor.

Seo Changbin solo apretó las manos en el volante y le dio una mirada rápida a través del espejo retrovisor. Jisung sonrió: él también estaba emocionado. Las fiestas en discotecas privadas eran absolutamente increíbles, lo sabía bien porque era casi un asiduo. Pero esta era diferente.

Felix, el polluelo que botaba, había conseguido pases VIP para una fiesta exclusiva. Estuvo a punto de decir que no: su mejor amigo Changbin odiaba estas salidas, pero siempre les seguía a todas las que iban. Una parte de Jisung agradecía al chico su cariño y protección, pero otra odiaba lo absolutamente aguafiestas que era.

Ese era, como decía Felix, su último fin de semana como universitarios; el lunes empezarían su pasantía en la empresa del señor Han, el padre de Jisung.

—Joder, conduces como un octogenario, ¿por qué tienes que ir a 20 kilómetros por hora? —gimió el polluelo echándose hacia atrás en el asiento.

—Déjalo, Felix, estamos cerca—reprendió Jisung, más por lealtad a su amigo que por otra cosa.

Él también estaba muy nervioso. Aparentemente, algún tipo de celebridad organizaba la fiesta. Había reservado una discoteca exclusiva a las afueras solo para este evento. Y estaban prohibidos los teléfonos móviles, lo cual daba a Jisung un margen de maniobra mucho mayor del que estaba acostumbrado.

Los smartphones le habían jodido un poco la vida. Él era Han Jisung, el único hijo de su padre, y estaba siempre en el punto de mira. Su pobre madre había tenido que lidiar con muchos escándalos.

El primero fue su salida del armario forzosa a los 16 años. Alguien publicó en Twitter un par de fotos suyas subido al regazo de un tipo y aquello fue la comidilla en todos los círculos sociales. Y también fue Trending Topic.

Pero una fiesta de esas características era algo nuevo para Jisung. Una fiesta en la que podía hacer lo que le diera la gana. Dios, pensaba beberse hasta el agua de los floreros. Solo esperaba que Changbin le soltase un poco la correa sin perderlo de vista.

Seo Changbin le dio un toque en el hombro suavemente: —Hemos llegado, Quokka.

—No me llames así aquí, Changbin —no odiaba el apodo, pero no era el momento—. Y no te portes como si fueras mi carcelero hoy, por favor.

—No te portes como si tuvieses que estar en la cárcel, Jisung —contestó el chico saliendo del coche.

Jisung salió y vio cómo la gente se arremolinaba en la puerta de entrada de un edificio grande. Los pies casi le hacen correr hasta allí para entrar. Felix se colgó de su brazo con un gemido adorable.

—Nos portaremos bien, Changbin hyung, te lo prometo. —El pequeño pollito guiñó el ojo al hombre y Jisung pudo ver cómo Changbin tragó saliva con fuerza y se lamió los labios.

—No me fío de ninguno, así que mantendré un ojo sobre vosotros —contestó él.

Jisung caminó hasta la puerta con sus pases VIP en la mano, colgado de su brazo derecho estaba un excitado Felix que sonreía sin parar. Giró la cabeza suavemente y pudo ver la figura ancha de Changbin tras ellos, como una sombra ineludible.

Nada más pasar la puerta, entraron a una antesala donde varios empleados vestidos como en un cabaré atendían a los recién llegados. Las luces bajas y la decoración sumergieron a Jisung en una especie de trance.

La segunda puerta que se encontró le cruzó directo al paraíso. La música golpeaba tan fuerte que sentía su caja torácica vibrar con cada beat. Las luces se movían rápido, con colores azules y rojos, había mucha gente por todas partes, bailando, bebiendo, sentados a los lados de la pista en las mesas. De pronto se sintió ansioso y devoró con la mirada todo lo que alcanzaba a enfocar. Hombres y mujeres restregando sus cuerpos por todas partes. Sexo. Todo se trataba de eso, de follar públicamente sin hacerlo del todo. Y Jisung estaba deseando meterse en medio de esa maraña sudorosa de piel que llenaba la pista.

Les condujeron hasta una mesa en la esquina y dos camareras trajeron un par de cubiteras con champán y tres copas. Felix descorchó la primera y llenó dos copas, le miró con una sonrisa perversa de medio lado. Brindaron.

—¡Por el final de nuestra vida universitaria! —gritó para hacerse oír por encima de la música ensordecedora.

—¡Por el principio de nuestra vida adulta! —contestó Jisung, optimista.

Changbin solo los miró, sosteniendo su botella de agua. Jisung nunca había visto a Seo Changbin beber ni una sola copa. Ni siquiera vino en las cenas formales, nada. Changbin era absolutamente abstemio. Por desgracia, no podía decir lo mismo de sí mismo o de Felix.

Bebieron la primera botella de champán como si hubiesen estado perdidos en el desierto. Sedientos y anhelantes de la sensación de despreocupación que venía cuando el alcohol subía a sus cabezas. Felix abrió la segunda ante la mirada oscura de Changbin y bebió un trago directamente de ella. Se la pasó a Jisung, quien lo imitó sin pensarlo.

—Vamos a bailar, polluelo —pidió Jisung en el oído de Felix.

Este asintió y tiró de su mano para arrastrarlo al otro lado de la pista. Sabía que Changbin no se acercaría; igual que no bebía, tampoco bailaba. No es que fuera un tío aburrido, era simplemente muy tranquilo. En realidad, en entornos más relajados, tenía un sentido del humor ácido y un cerebro rápido. Además, era cariñoso y cuidadoso: un perfecto caballero.

Jisung y él habían sido amigos desde que eran pequeños porque el padre del chico trabajaba para su padre y, cuando murió, el Sr. Han había acogido a Seo Changbin bajo su ala como una mamá gallina. O más bien como un lobo alfa con necesidad de seguidores fieles. Su padre siempre estaba dispuesto a premiar el comportamiento ejemplar y la sumisión. Y Changbin tenía mucho de ambos.

Con su enorme espalda, sus ojos pequeños y su cara hosca, daba miedo a primera vista. Pero la realidad es que era como una masita dulce la mayoría del tiempo. Otras veces era solo como un padre estricto. No le gustaba salir y odiaba los círculos en los que se movían Felix y Jisung, pero les seguía a todas partes solo para sentarse a observar desde lejos. Tal y como hacía ahora mismo.

Su pequeño amigo le dio una copa que no sabía de dónde había salido y trajo a Jisung de vuelta de sus pensamientos. Bebió con avidez y se movieron al ritmo de la música mientras el alcohol empezaba a hacer efecto y adormecer sus sentidos. Le gustaba la sensación de descontrol que venía con el alcohol y esta vez estaba llegando rápido.

Felix se balanceaba suavemente contra él y contra todos los que estaban a su alrededor. El chico era hermoso y tenía ese tipo de cara inocente que encantaba a todo el mundo. Menos a Seo Changbin, él parecía odiarlo con todas sus fuerzas la mayoría del tiempo, pero toleraba su presencia porque sabía que era importante para Jisung.

Felix llegó a su vida más de dos años atrás, transferido desde una universidad del extranjero. Había estado viviendo los últimos años con sus padres en Australia, pero echaba de menos Corea, así que volvió para terminar sus estudios en Seúl.

El chico parecía un ángel cuando lo mirabas por primera vez y también había confundido a Jisung. Después de un par de semanas de compartir clases y comidas en la facultad de Administración de Empresas, se lo encontró en una de las fiestas a las que arrastraba a Seo Changbin. Y allí se dio cuenta de que tenía más en común con el polluelo de lo que había imaginado.

Era el perfecto sidekick, su cómplice, su secuaz. Después de aquel encuentro fortuito, su dúo pasó a ser un trío. Seo Changbin, Lee Felix y Han Jisung parecían inseparables hasta que el primero terminó su licenciatura y se fue para trabajar en la empresa del señor Han. Jisung había disfrutado enormemente de su año "lejos" de Changbin, aunque nunca lo diría en voz alta.

Era consciente de que Felix había tenido algún tipo de crush con él cuando se conocieron, pero Jisung no le correspondía y el muchacho solo se rindió. Nunca lo hizo incómodo o algo así. Por eso ahora podían estar bailando tan pegados, con la mano libre de Jisung recorriendo la cintura del chico mientras se frotaban, sin temor a que ninguno confundiera las cosas.

Su copa volvía a estar vacía y la agitó delante de la cara de Felix. El pequeño tiró de él con una sonrisa traviesa para sacarle del centro de la pista. Se dirigió a la barra, que estaba justo al otro lado de la gran sala donde había dejado a Changbin custodiando dos botellas vacías de champán y una de agua.

Al pasar por las mesas que rodeaban la pista, Jisung echó un vistazo superficial. O eso pretendía. Por su visión periférica pasó algo que llamó su atención de forma poderosa. Tuvo que girar la cabeza por segunda vez porque no estaba seguro de si era verdad. Allí, sentado con otros dos hombres, estaba el cabrón más caliente que había visto en su maldita vida.

El tirón en el brazo le hizo seguir andando, pero buscó la mesa de nuevo tratando de darle un tercer vistazo a aquel dios vestido de negro. Solo alcanzaba a ver su nuca y parte de su perfil. El desconocido se llevó un vaso ancho a la boca y dio un ligero trago. Jisung se arrepintió de haberse movido hasta la barra porque quería ver la nuez del hombre moverse al tragar el líquido. De hecho, quería verle tragar algunas otras cosas.

—¿Jisung? —Su amigo le sacudió el hombro sacándolo de la ensoñación y dándole una copa de algún cóctel colorido.

Jisung tuvo que dar un trago porque sentía su garganta repentinamente seca. El líquido dulzón pasó suave y pareció recuperar el habla: —He encontrado una presa, Felix.

—¿Quién? ¿Dónde? Zorra, podrías avisarme de que estabas con el radar encendido—contestó el chico cerca de su oído, riéndose después.

—Allí —Señaló la mesa con un movimiento de su barbilla—. La mesa con los tres tipos, quiero al moreno del traje negro, es mío así que no se te ocurra ni siquiera mirarle.

Felix se quedó callado por unos segundos, Jisung imaginó que estaba buscando a su objetivo, pero no se molestó en comprobarlo, estaba demasiado ocupado imaginando ese cuello lleno de sus besos. Otro tirón en su brazo, esta vez en dirección a la pista de nuevo.

El polluelo lo dirigió a la maraña de gente y Jisung se sintió ligeramente decepcionado cuando perdió de vista a su objeto de deseo. Cuando Felix lo giró sobre sí mismo, Jisung le miró con las cejas fruncidas tratando de entender por qué le había alejado del tipo. Estuvo a punto de preguntar, pero el chico se acercó a su oído.

—Está justo enfrente de ti, levanta los ojos para que lo veas —le dijo, y Jisung lo hizo.

Ah, joder, debería ser ilegal ser tan caliente, pensó. El tipo hablaba despreocupadamente con sus dos acompañantes, con una pierna cruzada sobre la otra y su brazo sobre el respaldo del asiento. Jisung no paraba de imaginar situaciones comprometidas sobre ese regazo, de hecho, no podía apartar su mirada de él mientras dejaba que su cuerpo se moviese al ritmo de la música.

—Muévete como una stripper, Jisung, es el maldito momento —gritó Felix mientras subía una mano por su torso y desabrochaba dos de los botones del cuello de su camisa blanca.

Le hizo caso, balanceando sus caderas sensualmente sin dejar de mirar a la mesa donde los tres hombres estaban sentados. El aliento se le atoró en la garganta cuando el dios vestido de negro levantó la cabeza y lo miró directamente. Sí, joder, sí, gimió mentalmente.

Cuando conectó sus ojos con los del hombre sentado a dos metros de él, le lanzó una media sonrisa, tratando de controlar su respiración agitada. Dio un trago a su bebida y se lamió los labios sin dejar de mirarlo. El desconocido tampoco apartó la vista. La mano de Felix subió por su pecho hasta su cuello mientras se mecían el uno contra el otro. Sintió los dedos del chico agarrarle suavemente y ladeó la cabeza, el hombre vestido con traje negro se lamió los labios y tensó su postura.

Bien, al menos tengo una oportunidad, no es todo lo hetero que parece ser, se dijo a sí mismo. Aunque sentía los cuerpos rozarse contra él, su cabeza se desconectó de las sensaciones exteriores. Las luces rojas iluminaban pobremente el espacio que le separaba del hombre al que quería montar esa noche. Lo vio acercar su oreja a lo que uno de sus acompañantes decía, pero siguió mirándole a él y solo a él. Jisung era consciente ahora mismo de que lo estaba desnudando con los ojos.

El hombre se levantó de la mesa y se acercó decidido. El corazón de Jisung tronó en su pecho, la anticipación y los nervios se arremolinaron en la boca de su estómago. Apretó su copa en la mano de su amigo y desvió la mirada del tipo que caminaba hacia él solo el tiempo suficiente para apartar a Felix de su cuerpo y darle el vaso a medio beber. Algo aturdido, el chico asintió cuando vio por el rabillo del ojo cómo el muchacho del traje negro se había parado a dos pasos de ellos.

El polluelo hizo mutis por el foro de forma discreta después de sonreír y guiñar un ojo. Jisung y el desconocido se quedaron solos. Bueno, bien, todo lo solos que podían estar en medio de la pista de baile de una fiesta. La multitud, a empujones, los acercó y los 50 centímetros que les separaban desaparecieron. Jisung se sintió perdido cuando una de las manos grandes del hombre se pegó a su espalda y apretó sus cuerpos más juntos. Entonces pudo verlo de cerca.

La piel del hombre era blanca sin una maldita marca de acné. Sus ojos oscuros y casi felinos, parecían estar buscando algo dentro de los suyos. Jisung no sabía qué era lo que ese chico pretendía encontrar dentro de él. Pero estaba seguro de que lo iba a dejar buscarlo.

El beat de la música les hizo moverse. Jisung recuperó el control sobre sus extremidades y pasó sus manos por los brazos cubiertos con el traje negro, la cara del chico se acercó mucho a la suya y vio como lamía sus labios. Joder, el hombre tenía unos labios bonitos, aunque su boca era pequeña, esos labios rosados y brillantes prometían adaptarse muy bien a las formas de su cuerpo.

Justo cuando su cerebro enviaba señales desesperadas de excitación, el tipo se acercó más y metió una de sus rodillas entre las de Jisung. Con el ritmo de la música retumbando en sus oídos y su corazón como una tropilla de caballos desbocados, Jisung fue incapaz de hacer nada más que moverse contra ese cuerpo duro, subiendo una de sus manos a la nuca del chico mientras se restregaban el uno contra el otro.

La mano que estaba en su espalda bajó hasta su nalga derecha para agarrar e intensificar el roce que el muslo estaba dándole a la entrepierna de Jisung. Por supuesto, ya estaba duro como una puta roca. En cualquier caso, teniendo en cuenta cómo iba la imaginación del joven Han en ese momento, el tipo podría haberle dado un beso en el dorso de la mano y él estaría igual de cachondo.

Ahogó un gemido a duras penas y echó la cabeza hacia atrás cerrando los ojos. Necesitaba una toma de tierra antes de explotar en mil pedazos en medio de una pista de baile. Aunque no había teléfonos móviles en esa fiesta, tampoco quería correrse en sus pantalones Tom Ford.

Sintió los dedos largos y ligeramente ásperos del tipo acariciar un lado de su cuello mientras que el pulgar se movía sobre su nuez de adán. En el otro lado de su cuello percibió el aliento caliente del hombre y entonces sí que gimió. El desconocido ejercía una ligera presión con sus dedos para que Jisung no fuese capaz de bajar la cabeza y apartarle de lo que parecía que era su objetivo.

Los labios húmedos del hombre se posaron sobre la zona donde el pulso del chico latía. Sus caderas se sacudieron de forma inconsciente contra el muslo ajeno. Con su otra mano, el hombre del traje negro siguió su movimiento apremiándolo a ir más cerca de él, si es que eso hubiese sido posible.

Entre los dos quedaba el espacio exacto de los átomos que nunca llegan a tocarse. Todo lo demás, cualquier brisa de aire, cualquier posible ángulo: estaba lleno. La boca del hombre siguió torturando el cuello de Jisung mientras él enredaba sus dedos en el pelo, apretándole más fuerte contra él, gimiendo y restregándose, buscando una salida a la presión que le atenazaba el vientre.

—Vámonos de aquí —dijo la voz del tipo en su oído, y Jisung solo asintió porque no había nada en el mundo que quisiera más en ese momento que estar cabalgando sobre el regazo de aquél desconocido.

Le agarró de la mano y salieron de la pista, no sabía dónde lo estaba llevando, pero al llegar a una puerta el hombre tocó y mientras esperaba a que abrieran, lo pegó contra la pared con fuerza. Su pierna volvió a meterse entre las de Jisung y su boca volvió a mordisquearle el cuello. Un sonido vulgar salió de los labios del joven maestro Han Jisung cuando la mano del hombre agarró su erección por encima de su pantalón. El chico creyó que de verdad arruinaría sus Tom Ford si seguía haciendo eso.

Un tirón fuerte les hizo separarse y Jisung abrió los ojos mirando a todas partes aturdido. Frente a él, el hombre que acababa de estar en su cuello miraba con cara de pocos amigos al armario que tenía como guardaespaldas no contratado. Seo Changbin los separó y tuvo la decencia de inclinar la cabeza levemente pidiéndole disculpas. Jisung percibió las chispas del desagradable enfrentamiento que se avecinaba y se puso entre los dos con una mano en el pecho de cada uno.

— Basta, Changbin —dijo mirando al que fruncía el ceño.

—¿A dónde coño se supone que ibas con un desconocido? —pronunció por fin su amigo.

—¿Qué te importa? Te pedí que no te comportaras como un carcelero —gritó Jisung empujándolo y dejando a su espalda al dios de traje negro que quería follarse desesperadamente.

—Y yo te dije que no te comportaras como si tuvieses que estar en la cárcel. Y este hombre huele a problemas a kilómetros de distancia —dijo lo último en voz baja, para que solo Jisung le escuchara—. Problemas del tipo feo, Quokka.

—Bueno, si me disculpan, no tengo intención de entrar en medio de ninguna pelea de enamorados. —La voz fuerte del chico sonó detrás de Jisung y se giró rápidamente.

—No es nada de eso, somos solo amigos —explicó, aunque nadie había pedido esa aclaración.

—Sí, vale —Había risa en la voz del hombre—. Igualmente, me marcho. Ha sido un placer.

Guiñó un ojo y se marchó. La vista de Jisung volvió sobre Changbin y estuvo a punto de partirle la cara. De verdad estaba cansado de esa actitud.

—¿Estás contento?

—Jisung, estabas a punto de irte con ese tipo a Dios sabe dónde, no podía permitirme perderte de vista.

—Se acabó, Changbin, estoy harto de tus mierdas de padre sobreprotector. Nos vamos a casa y a partir de mañana como vuelva a ver tu culo a mi alrededor te voy a poner una puta orden de alejamiento. Y ni siquiera mi padre podrá impedirlo

—¿Qué estás diciendo, Quokka?

—¡Deja de llamarme así de una vez! —gritó Jisung, dando un paso atrás para alejarse de él—. Voy a avisar a Felix de que nos vamos, tal vez quiera quedarse.

No hizo falta buscar mucho más, el chico estaba cerca, observando la escena tan estúpida que Seo Changbin y Jisung acababan de protagonizar. Se acercó al polluelo y le dijo que se marchaban, el chico hizo un puchero adorable en sus labios.

—Puedes quedarte, disfruta por mí —Se acercó al oído de su amigo—. Busca al tipo y dale mi ID de Kakao.

Felix sonrió y asintió. Jisung salió de la que iba a ser la fiesta de su vida con la cabeza echando humo, se subió a la parte trasera del Mercedes y un sombrío Changbin condujo todo el camino hasta casa en completo silencio. 

***

¡Empieza la acción, navegantes!

Escribí esta historia hace mucho tiempo, la tengo completamente adaptada y durará lo que tarde en subirla. Así que será poco.

¿Qué opinan de Changbincito carcelero?

¡Nos vemos en el infierno!  

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