44. Final

🎶Banda sonora: Better - Baasik y Black Gryph0n🎶

🎶I know you can't be found and the sky is falling down. But when the sun comes out It's gonna get better🎶


EL AQUELARRE QUE SALVÓ SEÚL

Por Kang Taehyun

En los últimos meses la prensa internacional se ha hecho eco de las detenciones de decenas de altos cargos públicos y millonarios de Corea del Sur acusados de un sinfín de actos criminales que van desde el robo y la extorsión hasta la trata de blancas y el asesinato. Las portadas han sido un catálogo detallado de caras conocidas para los coreanos con apellidos demasiado similares para los occidentales. Han caído abogados, trabajadores del Estado, empresarios y hasta maestros de escuela. Un auténtico sangrado para la hi-so del país que ha terminado con las cárceles llenas de chaeboles condenados.

Con permiso del lector, ocuparé un rato de su tiempo contándole la hazaña entre épica y salvaje de un grupo de niños que se llamaron a sí mismos "El Aquelarre". Pero no se trata de una historia de brujería, esoterismo y folclore, sino de las proezas de unos muchachos ricos de Seúl que pelearon contra la mayor mafia de la historia de Corea.

Probablemente usted levantará una ceja escéptico cuando sepa que el líder indiscutible de ese Aquelarre apenas llega a los 30 y dirige uno de los conglomerados más poderosos del país. Y sin embargo, es una verdad tan real como que la familia del muchacho formó parte activa de esa red que logró desarticular. Sí, ha leído bien. El joven maestro Han Jisung nació en el seno de una familia adinerada y relacionada directamente con la mafia que lideraban los Park. De hecho, la madre de Han Jisung, Han Eunji, fallecida en una prisión de Corea casi dos años atrás, fue una Park.

Puede que esté pensando que "de tal palo tal astilla", porque un servidor también lo pensó. Pero déjeme asegurarle que si hay una excepción para esa regla, ese es Han Jisung.

El joven maestro fue retenido por Park Dongyoon durante 60 horas en un zulo bajo tierra en un parque natural. Y mientras se pudría en aquel sótano, se llevaba a cabo la mayor redada antidrogas de la historia del país. En aquel entonces se incautaron 30 toneladas de cocaína pura y acabaron en la cárcel un centenar de personas, incluído el propio Park Dongyoon.

Pero no fueron las autoridades quienes salvaron al joven Han, sino un par de muchachos de los bajos fondos que arriesgaron su vida por él. Y esos pobres miserables tuvieron que vivir los cuatro años siguientes huyendo de la alargada sombra de los Park. Han Jisung perdió a su padre a manos de la mafia aquella noche en un ajuste de cuentas. Y podría haberle costado la vida a él. Pero no fue así.

El chico se recompuso y junto a su fiel escudero, Seo Changbin, reconstruyeron el imperio de Han Corp.

Si el lector ha visto la prensa coreana alguna vez, sabrá quien es Seo, pero para aquellos que todavía lo ignoren, contaré que ese hombre es, quizá, la persona de la que más mentiras se han dicho en los tabloides del país. La primera sorpresa que se lleva uno al conocerlo es que nada de lo que se dice de él era real. Mis compatriotas crearon una imagen de él que está muy lejos de la verdad. El C.E.O. de Han Bank es un hombre tranquilo, de voz calmada y sonrisa fácil, quizá un poco torpe con las muestras de afecto y las convenciones sociales y algo serio.

Seo y Han, que se conocen de la infancia, juntaron fuerzas y se convirtieron en un binomio ineludible para los círculos empresariales del país. Durante cuatro años relativamente tranquilos, los dos niños más ricos de Corea reflotaron una compañía que se había visto salpicada por las actividades ilícitas del patriarca Han. Los mismos cuatro años que otros dos chicos menos afortunados se mantuvieron ocultos, huyendo continuamente para ver amanecer un día más.

HIJOS DE LA DESGRACIA

Si el lector ha llegado hasta aquí, ahora que conoce a Han y Seo, seguramente querrá saber qué pasó justo después de esos cuatro años de trabajo incansable. Y probablemente también esté pensando que quizás, simplemente, vivieron felices y comieron perdices. Pero esta historia no es un cuento de hadas, aunque tenga héroes, algún villano y un montón de moralejas.

Cuando todo parecía ir bien para el hidalgo y su escudero, el infame Park Dongyoon buscó a las Moiras que tejían los hilos de la justicia en Seúl. A punto de celebrarse el juicio contra el cabecilla de los Park, tras cuatro años entre rejas, los testigos, las pruebas y las acusaciones empezaron a desaparecer. Y que conste que este no se trata de un artículo para hablar de corrupción, porque ya lo han hecho muchos de mis compañeros de profesión. Por contra, quisiera hablarles de cómo la vida de Han y Seo cambió para siempre aquel año.

En aquel entonces el joven maestro era Trending Topic día sí y día también porque mantenía una relación con otro guapo, rico y encantador heredero de Seúl: Choi Soobin. El chico de la sonrisa dorada, la crème de la crème de la hi-so y un referente público del colectivo LGTBI+.

La percepción occidental de la homosexualidad es bastante distinta a la que se tiene en Corea. No es fácil salir del armario cuando se es una figura pública. Es realmente admirable que gente como Han Jisung y Choi Soobin hayan sido capaces de capear las peores caras del conservadurismo coreano. Hasta en la intimidad de las Juntas Directivas se enfrentaban al rechazo, a la crítica y a los juicios.

Pero eso no importa, lo importante es cómo el porte regio de Han y el encanto natural de Choi Soobin hicieron que la prensa les adorara. El director de la cadena hotelera consiguió lo que parecía inalcanzable: el corazón del joven maestro soltero más codiciado del país.

Pero el tapiz del destino parecía particularmente ensañado con el caballero Han y su compañero Seo. Nunca llegó a filtrarse a la prensa el motivo, pero algo grave pasó en aquel reino para que contrataran a un abogado recién llegado de Estados Unidos especializado en casos de alto perfil. Tan alto como el de las cabezas visibles de Han Corp.

También fue entonces cuando uno de los dos muchachos de los bajos fondos volvió: Lee Felix. El pequeño al que la prensa del país llama "duendecillo", "pollito" y una retahíla cursi de apodos es realmente un hombre tan valiente que se arriesgó a acabar en una zanja o en una celda para salvar a su hermano mayor. El mismo pequeño chico de ojos grandes y mejillas pecosas del que Seo Changbin es esclavo, sirviente y marido fiel.

Volviendo al abogado, probablemente el lector y este periodista vivamos el resto de nuestra vida sin saber por qué Bang Chan se convirtió en el asesor legal de Han Corp. Pero la realidad es que sus vidas estaban unidas mucho antes de que cualquiera de ellos naciera.

Si no está familiarizado con los apellidos célebres de Seúl probablemente se esté volviendo loco ahora mismo. Déjeme aclararle algo: Bang, el abogado, tiene un extenso árbol genealógico de juristas y hombres de leyes. Y ahora prácticamente toda su familia tiene una parcela de por vida en el sistema penitenciario de Corea.

Es inevitable pensar en la analogía entre Bang Chan y el propio Han Jisung, nacidos con una cuchara de plata y herederos de esas terribles estirpes que son los Bang y los Han. Sin embargo, ese par es, en realidad, parte de un triunvirato a los que me tomé la libertad de llamar "Los hijos de la desgracia".

Y no, ese tercer "hijo de la desgracia" no es Park Dongyoon, sino el hombre que lo asesinó, el segundo de los vástagos de Park Dongson, el hermano pequeño: Yang Jeongin, el rey del infierno.

LÁZARO

Yang Jeongin vivió toda su corta vida a la sombra de un hermano triunfador, bajo el yugo de una familia violenta. Mamó desde la cuna las conductas nocivas que condicionarían su existencia. Fue un extorsionador, un asesino y un matón implacable y brutal con sus subalternos y víctimas, según cuentan los testigos. La misma noche que murió Han Jihyeon, el padre del joven Han Jisung, Yang Jeongin desapareció fingiendo su propia muerte convenientemente ocultada con un incendio. No sin antes dar el último golpe de gracia a la familia que le despreció y del que hablaré próximamente en este mismo artículo. Pero primero, ¿dónde fue Yang Jeongin?

El rey del infierno estuvo en paradero desconocido durante los mismos cuatro años que Han reflotó la compañía. Los mismos que Lee Felix y su hermano se pasaron huyendo. Y el rey del infierno mostró sus hoyuelos de nuevo al mundo a diez días del juicio en el que su hermano se libraría de la cárcel.

Ese movimiento estuvo motivado por un asunto que golpeó a la sociedad coreana: Han Eunji, la viuda más famosa del país, disparó dos veces sobre un muchacho desconocido en casa de Seo Changbin, el escudero de su hijo Han.

Podría decir que nunca se supo quién era el muchacho, pero, por suerte para el lector, un servidor pudo ver incluso la cicatriz que quedó en el vientre del hombre. Lee Minho no es otro que el hermano mayor de Felix, el cuñado de Seo y, lo más importante: el hombre que, de verdad, tiene en sus manos el corazón de Han Jisung. Y, me atrevería a decir, que es el único capaz de contener, por periodos cortos de tiempo, el carácter del joven maestro.

Por azares de la vida, Lee Minho era el mismo hombre que testificaría contra Park Dongyoon. Y, también por azares de la vida, una tarde, Han Jisung encontró pruebas de que su madre formaba parte de la mafia y que había participado al menos en la muerte de un ser humano. La misma tarde en la que Eunji se presentó en casa de Seo y le apuntó con una semiautomática. La misma tarde que el kamikaze con complejo de héroe que es Lee Minho se colocó en la trayectoria de esas balas.

El hombre sobrevivió, pero esos tiros hicieron a Yang Jeongin salir de su escondite. Como una suerte de Lázaro, se levantó de entre los muertos y anduvo hasta la Fiscalía de Seúl para decir en voz alta y clara su nombre y apellidos. Y todo lo que confesó quedó grabado para la posteridad.

Este periodista recuerda haber leído mucho sobre el caso entonces, porque Yang Jeongin, que era en sí mismo el estereotipo del villano consumado, se convirtió en salvador, el absoluto antihéroe. Ese hombre que tenía unos marcados hoyuelos en sus mejillas, se entregó para salvar a toda Corea. Y acabó colgándose en el comedor de una prisión un par de días después de matar a Park Dongyoon en una pelea en la lavandería.

EL AQUELARRE

Después de conocer a todos esos muchachos quizá el lector se pregunte si hay algo más. Déjeme que le responda: por supuesto que lo hay.

Esta última parte de la historia es el momento en el que el Aquelarre decide autodenominarse Aquelarre y, aunque pasaron cosas antes, empieza en el instante en el que este periodista se baja de un avión en su Seúl natal.

Ese día conocí (de nuevo) al joven Kim Seungmin, el mejor amigo del heredero de los hoteles Choi, que profesaba una animadversión manifiesta por Han Jisung. Desearía que usted pudiese pasar una hora con Kim, sería suficiente para enamorarse de él y caer a sus pies.

El veterinario rural heredó una fortuna de un familiar y montó un hospital para animales y una red de atención para mascotas para personas de bajos recursos. Es guapo, chispeante, divertido y tiene una risa fácil y contagiosa. Seungmin, es como una explosión de fuegos artificiales.

Kim Seungmin, Choi Soobin, Seo Changbin, Lee Felix e incluso la extraña pareja de Lee Minho y Han Jisung acogieron a quien escribe con los brazos abiertos y le dejaron formar parte de su vida diaria.

Fui testigo de cómo el consejero delegado de Tea Continental, Choi Yeonjun, conquistaba el corazón de Choi Soobin y le curaba de las heridas que dejó atrás Han Jisung. Asistí invitado a la boda no-boda (porque, cómo ya sabe, Corea del Sur no está al día en derechos del colectivo LGTBIQ+) de Seo Changbin y Lee Felix. Incluso recibí un puñetazo —merecido— del abogado Bang. Y muchos otros, también merecidos, de Lee Minho.

Pero la sombra de los Park es alargada y, a pesar de todos los esfuerzos y las vidas que se perdieron, aquella mafia volvió a atacar: Kim Seungmin y Choi Soobin desaparecieron de la faz de la Tierra. Fueron brutalmente torturados durante cinco días por un sicario con la intención de buscar un disco duro que, aparentemente, contenía información que inculpaba a una gran cantidad de gente.

Cinco días en los que los muchachos lloraron en soledad, atados, pasando frío y miedo, con sed y hambre. Salieron de allí con muchas heridas, algunas desaparecieron poco después de ser liberados, otras tardaron más, como la prótesis de rodilla que acompañará a Choi Soobin para toda la vida. Y después están las más profundas, las que no se curarán jamás.

Cuando les sacaron del cuarto de calderas de la mansión deshabitada de Han Eunji, algo de ellos se quedó allí. Algo de cada uno de los chicos del Aquelarre se quedó allí. Algo de un servidor se quedó allí.

Sin embargo, esta historia de sufrimiento tiene un final feliz que empieza con Bang entrando como un suicida en aquel sótano con una pistola que no sabía usar. Apenas veinte minutos después, Seo era amenazado de muerte en el salón de su casa, aunque esta vez fue el sicario quien empuñaba el cuchillo que le hizo un corte en el cuello.

Es posible que al lector no le suene como un final feliz, pero lo fue. Esa tarde el hombre que amenazaba al escudero de Han Jisung fue abatido. No pasaron ni 48 horas antes de que un disco duro lleno de información comprometida llegara a las dependencias de la Fiscalía llevado por el joven maestro Han.

24 horas después Park Dongson y Bang Sooman, las dos cabezas pensantes de la organización mafiosa más peligrosa de Corea del Sur, entraban en la cárcel sin posibilidad de fianza. 10 días después, Kim salía del hospital con un parche en el ojo. Seis semanas después, Choi Soobin salió del mismo recinto médico con un bastón después de estar en coma inducido, haber perdido una rodilla y casi morir de sepsis.

El golpe de gracia de Yang Jeongin llegó después de muerto, en forma de muchos terabytes de información. Los hijos de la desgracia se convirtieron en héroes. El Aquelarre salvó a Corea.

OJALÁ

Esta gran historia merece algunas adaptaciones cinematográficas y, al menos, una trilogía escrita para hacerle justicia. Este artículo se antoja escaso teniendo en cuenta la cantidad de cosas que se han quedado en el tintero. La vida de estos muchachos salvajes que se enfrentaron con uñas y dientes al diablo para proteger lo que ellos llamaban familia, merece mucho más tiempo y espacio.

De hecho, este artículo es, en realidad, la última opción que tengo para pedir perdón a esos hombres y mujeres por haberme equivocado tan profundamente entonces. Es el grito desesperado de mi corazón culpable y la única forma que conozco de hacerlo es tratar de acercar un poco de lo que son y lo que fueron a todo el que quiera leer.

Y desearía de verdad que el lector pudiera pasar una tarde en la piscina de Seo Changbin y Lee Felix y sentirse acogido como si perteneciera allí; que escuchase a Bang hablando sobre algo que le apasione, como su gato o el Derecho; que fuesen capaces de presenciar una de las tormentas que se producen cuando Lee Minho y Han Jisung se demuestran afecto de esa forma tan particular que es solo de ellos.

Me gustaría que conociera a un montón de gente que no he podido presentar, como la que una vez fue mi familia. Desearía que el lector viese alguna vez a la generación más joven de los Choi, los tres niños que tienen la energía de un tornado. Ojalá pudieran ver la acidez del humor de la mediana de los Choi y sufrir sus bromas; escuchar la comprensión en la voz de la primogénita y que le defienda de la maldad de su hermana; aprender de la sabiduría de la matriarca Choi, y escucharla tararear mientras cocina; o ser abrazado y llamado "hijo" por el cabeza de familia, Choi Taeyang.

Y, sobre todo, ojalá pudieran ver cómo brilla la sonrisa de Choi Soobin, cuando él sonríe es como si saliese el sol en la habitación. Ojalá pudieran ver la explosión de colores que es Kim Seungmin y escuchar su risa grave y escandalosa que calienta hasta el corazón más frío.

Ojalá sus luces nunca se vuelvan a apagar. Ojalá.

Primera nota de la autora: Pronto subiré los especiales, probablemente mañana.

Segunda nota de la autora:

Hasta aquí llegó nuestro viaje loco que empezó en 2021 en una conversación de madrugada con mi hermana, DaraSwan a la que se añadió un tiempo después Erbaifo.

Este fue el primer fanfic que escribí en mi vida, la primera vez que me atreví a terminar una historia que había empezado. El barco zarpó con un montón de ilusión de un puerto desconocido y hemos ido haciendo paradas en las que se han subido ustedes, navegantes. Lo he dicho muchas veces, pero creo que nunca será suficiente: Gracias.

Gracias a mi manada, Dara y Fran, por seguirme en todas las locuras, por sacarme del pozo cuando tenía bloqueos, por animarme, por corregirme, por hacerme crecer, por crecer conmigo. Muchas gracias por ser ambos mi verano.

La adaptación ha costado, se me hizo larga a veces, quise mandarlo todo al diablo, pero me quedé, yo que sé, me encanta obsesionarme con cosas como estas.

Este capítulo es la forma más justa de terminar esta locura de novela turca coreana que nos montamos. Yo soy periodista "en la vida real", aunque no ejerzo, y creo que un poco de mí también se quedó aquí, con este artículo que escribe Taehyun, pero que escribí yo. 

Muchas, muchísimas gracias por estar, leer, llorar, reír y odiarme o amarme. 

¡Nos vemos en el infierno!

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