2. Primos
🎶Banda sonora: The trauma and the pleasure - Cameron Sanderson🎶
[Ocho meses después]
Kang Taehyun se abanicaba con una revista mientras esperaba en la parte exterior del aeropuerto Internacional de Incheon. Mierda puta, la elección de ropa no era la más adecuada para Seúl, probablemente para ningún punto del país en esa época del año. ¿Pero quién demonios podría culparlo? Llevaba sin pisar Corea más de cinco años, bastante tenía con no haber olvidado por completo el alfabeto. No es que no supiera hablarlo, es que era incapaz de escribirlo apropiadamente. Irónicamente, ahora se ganaba la vida escribiendo: en inglés, por supuesto.
Taehyun había tenido a bien marcharse del país con 18 años para estudiar en Escocia, donde había conseguido trabajo justo después de graduarse. Al principio había vuelto para visitar a la familia de vez en cuando, los últimos años ni siquiera se había molestado.
Su madre se había mudado a Escocia por petición de Taehyun y su padre seguía en Estados Unidos, como había estado toda su vida. Visitar al resto de personas que quedaron allí se veía como un gasto inútil de dinero y de tiempo. Excepto en ese momento, en el que el calor asfixiante de le golpeaba con violencia.
Escuchó el claxon y miró hacia atrás. El Mercedes negro con cristales tintados se acercó hasta él y vio como la luna se bajaba. Se agachó y vio la sonrisa de hoyuelos de su primo en el asiento del conductor. Respiró profundamente cuando le hizo una reverencia. Taehyun no hacía reverencias a nadie más que a su madre. Ni siquiera utilizaba esas maneras con los pocos coreanos que había conocido en Escocia.
El chico se bajó del coche y Taehyun se sorprendió con su altura y la envergadura de sus hombros. Le recordaba más bien flacucho y de repente se encontró con un gran hombre. Bueno, Taehyun, hace más de ocho años que no le ves, obviamente habrá cambiado.
—¡Hola, hyung! —exclamó el chico felizmente, dándole un golpe en el hombro que le desequilibró. Le agarró al instante y puso otra de sus sonrisas para disculparse—. Bienvenido a casa.
—Gracias —murmuró, un poco descolocado por el entusiasmo. Su primo metió su equipaje en el maletero con una sola mano.
Se subieron al coche en silencio y Taehyun suspiró sonoramente cuando sintió el frescor del aire acondicionado. Miró hacia la carretera mientras su primo empezaba a maniobrar para salir del terrible tráfico del aeropuerto.
—¿Cómo fue el viaje, hyung? —preguntó el chico poniendo la radio a un volumen bajo con las noticias del día.
—Cansado como la mierda. El vuelo ha sido larguísimo y el paso de inmigración un infierno. Sin contar el calor que hace, Jesucristo, no recordaba que hiciese tanto calor en esta época del año...
—Bueno, está siendo un año muy caluroso —bromeó el chico—. Espero que hayas traído ropa un poco más fresca en esas maletas.
—Dudo que tenga algo que se adapte a este clima, si te soy sincero...
—Puedes usar lo que quieras en casa, creo que te puede valer mi ropa.
—Me gustaría no molestarte más de lo necesario, bastante es que me hayas dejado quedarme en tu casa.
—No digas tonterías. Ya te dije que vivo solo en una casa grande. Seungmin viene a quedarse a menudo, a pesar de que tiene la suya propia.
—Ah, sí... Seungmin. ¿Qué tal está? ¿Cómo le está yendo su vida de nuevo millonario? —El chico rio con fuerza y Taehyun se fijó en que su sonrisa no había cambiado, seguía siendo enorme y llamativa. Absolutamente radiante.
—Creo que se hubiera quedado en la ruina en dos meses si no se dejase asesorar —bromeó.
—Así que al señor Kim le gusta gastar —comentó reflexivo—. ¿En qué le gusta gastar? ¿Cómo podría fundirse todos esos millones en tan poco tiempo?
—¿Estás empezando con el reportaje nada más bajar del avión, hyung? —preguntó levantando una ceja. Taehyun se rio.
—Perdona, es deformación profesional —se excusó.
—Todavía no entiendo muy bien por qué te ofrecieron este trabajo... ¿Qué tiene que ver Seungmin con Escocia? O con Europa, en cualquier caso.
—Es una revista estadounidense la que me ha contactado. Quieren un monográfico del joven Kim Seungmin y su meteórico ascenso a la hi-so coreana. Me contactaron porque saben que soy coreano, porque saben que estoy emparentado contigo y, principalmente, porque mi padre les habló de mí —mintió vilmente.
—¿Y qué tiene Seungmin que no tenga cualquier otro?
—Es guapo, es rico, es veterinario y ha creado una red de atención para mascotas de personas con bajos ingresos. Dona un montón de pasta a la caridad. Y todos los esnobs estadounidenses tienen un ojo encima de ese tipo de historias de bondad y superación. El chico que vino de la nada y ahora lucha por cambiar los derechos de los animales en Corea. Obviamente, es jugoso. Sin contar con toda la mierda de ser una celebridad en redes sociales. Sus fiestas épicas tampoco pasan desapercibidas. —Su primo negó con la cabeza riendo.
—Bueno, supongo que tiene sentido. Y también entiendo que sea Seungmin y no cualquiera de los demás.
—¿Los demás? —preguntó interesado, dispuesto a anotar mentalmente cada maldita palabra que saliera por la boca del chico.
—Sí, ya sabes, Changbin hyung, Felix... Jisung...
—¿Quién es esa gente? —preguntó con fingida confusión y su primo sonrió.
—No has dejado de ser un cínico... No es que crea que la historia de Seungmin no deba ser contada, es solo que me sorprende. Seo Changbin dirige uno de los bancos más importantes del país y tiene ese background de sus orígenes... Nunca hables de eso delante de Jisung si llegas a conocerle.
—¿Qué pasa con eso?
—Ya sabes, Changbin hyung era algo así como el guardaespaldas de Jisung. De cuna humilde y eso. No es que importe, adoro al hombre, es una de las personas más increíbles que conozco y lo lleva todo con la cabeza alta. Sin embargo, Han puede llegar a ser muy beligerante cuando se trata de él. Así que procura no hacer ningún comentario si lo conoces.
—Bien, entonces hay que ahorrar los comentarios sobre el origen humilde del chico porque el señorito Han se ofende. Se ve como un gran tipo, ese imbécil... —comentó.
—Jisung no es así, Taehyun hyung. Es bastante encantador la mayor parte del tiempo. Pero tiene mucho carácter y no deja pasar ni una pulgada a nadie. Lo ha tenido difícil.
—No me jodas, Soobin, ¿qué difícil lo va a tener? Es un niño rico. Difícil lo tienen las personas que no saben cuándo será su próxima comida —gruñó molesto.
Odiaba esa mierda. Taehyun y Soobin eran primos porque sus madres eran hermanas, él no llevaba el apellido Choi y no había vivido como Soobin.
Era más como Seungmin que trabajaba al mismo tiempo que estudiaba. Taehyun no tuvo que hacerlo porque samchon Taeyang había pagado por su estancia en Escocia como una especie de obra de caridad para su cuñada. Él estaba agradecido, pero no dejaba de incomodarle.
Su madre había trabajado como una loca para criarlo, enviarlo a buenas escuelas y conseguir hacer de él una persona de provecho. Eso era una dificultad, no lo que el chaebol Han había vivido.
—Yo también lo soy. No menosprecies el sufrimiento de los demás, hyung. No tienes ni idea de lo que han pasado.
—Bueno, cuéntamelo.
—No me corresponde. —Vio cómo apretaba la mandíbula y se sintió culpable.
Soobin era una buena persona. Cuando le llamó un mes atrás, el chico ofreció su casa automáticamente. Le dijo que podía quedarse todo el tiempo que quisiese y, que si no se sentía cómodo, podría quedarse en uno de los hoteles sin ningún costo. Taehyun prefirió estar cerca de él porque significaba estar cerca de Seungmin.
Y la única razón por la que estaban atravesando el tráfico ahora mismo era Seungmin.
—Discúlpame, Soobin. No quería decir lo que he dicho, a veces me pierde la boca, ya sabes —dijo suavemente—. Parece que llevas bien la ruptura...
—¿Eso sí lo sabes? —preguntó su primo mientras entraban con el coche en una zona lujosa de la ciudad.
—Eomma me lo contó. Samchon e imo* parecían muy decepcionados entonces...
*Imo es tía materna. Samchon es tío.
—Bueno, el tiempo lo cura todo —contestó encogiéndose de hombros.
—¿Tanto como para que le defiendas?
—Nunca he tenido razones para no hacerlo. Changbin y yo nos vemos a menudo y Jisung es el dueño del conglomerado, así que inevitablemente tenemos que trabajar juntos.
—¿Por qué terminaron? —Taehyun sentía genuina curiosidad por esa historia en particular, independientemente del artículo sobre Seungmin que le había traído a Corea.
—No estábamos en el mismo punto —Fue escueto con su respuesta—. Hemos llegado —añadió.
Taehyun miró por el parabrisas a la preciosa mansión moderna donde estaban entrando. Mientras bajaba su equipaje, pensó en que su primo, a pesar de haber nacido con una cuchara de plata en la boca, era un chico educado, amable y de algún modo, un poco mártir. Nunca guardó rencor, ni ante las peores ofensas, pero tampoco tenía sentido de la autoprotección. Y sin embargo, hablar de Han lo había hecho tensarse.
Subieron las escaleras hasta la entrada y Soobin abrió con un código que repitió en voz alta. Taehyun se acordaría porque tenía buena memoria. Lo llevó hasta la habitación que ocuparía y se dio cuenta de que era más grande que el primer piso donde había vivido en Escocia.
—Te dejo descansar, darte una ducha o lo que quieras. Siéntete libre, estás en tu casa. Seungmin ya sabe que estás aquí, así que es probable que venga en un rato a hablar contigo cuando salga del hospital.
—Gracias otra vez, Soobin.
—No hay de qué, hyung. Procura no publicar cosas feas de mis amigos y estaremos en paz —contestó con una sonrisa saliendo de la habitación.
Lo que estaba buscando estaba escondido, tan profundamente oculto que no podía encontrar ninguna versión oficial. Las relaciones de Kim eran el verdadero quid de la cuestión. ¿De dónde había salido todo ese dinero? ¿De dónde coño había salido ese hospital? ¿Por qué era dueño de todas las cosas que poseía?
Soobin estuvo a punto de golpearse a sí mismo cuando cerró la puerta de la habitación y caminó hacia la suya. Se sentó en la cama y sus manos acariciaron las sábanas grises.
No le importaba tener que compartir espacios con Jisung, pero no le gustaba hablar de su relación. Los meses que pasaron juntos eran un tabú para él, igual que lo era cómo se había sentido realmente el día que entró a aquella casa y se encontró con los restos del huracán.
Todavía no había sido capaz de hacer frente al hecho de que cerró los ojos ante la realidad porque tuvo la esperanza de que Han lo quisiera. Dios, incluso Seungmin lo había sabido el día que le conoció. Y Soobin se había cerrado en banda y había atado la venda de sus ojos tan fuerte que cayó por un precipicio cuando entró a aquel despacho y vio los restos obvios del sexo por todas partes.
Fue jodido. Dolió. Soobin lloró. Nunca había desnudado a Jisung en ninguna parte que no fuera la habitación, las suyas o las de los hoteles. Y luego estaba ese tema de la ducha y cómo cerraba el seguro por dentro de la puerta como si temiese que Choi Soobin irrumpiese en su intimidad.
Tal vez ese era el problema, que nunca fue capaz de llegar realmente dentro de Jisung. Se quedó a las puertas de una vida que le hubiera gustado vivir.
Respiró hondo y se frotó la cara con la mano.
Sabía que tenía que pasar página y se había descargado una aplicación móvil que había usado dos veces. La primera porque sus amigos insistieron hasta la saciedad. La segunda fue en la misma habitación en la que estaba ahora sentado una tarde de debilidad.
Cuando llegó la octava proposición explícita con una foto de una polla que él no había pedido, decidió que esa mierda no estaba hecha para él. Soobin era otro tipo de hombre. Del tipo que prefería conocer a alguien en un bar de ambiente y compartir una buena conversación.
—¡Soobin! —oyó la voz de Seungmin de fondo y sonrió.
Kim era como una explosión. Hasta los días en los que estaba más triste ese idiota le sacaba una sonrisa. El chico llamó dos veces a la puerta y con una pose dramática: —Ha llegado el que esperabas, tesoro.
—Qué imbécil eres —se echó a reír y se levantó cogiéndolo de los mofletes. Seungmin lo empujó apartando sus manos de sus mejillas suaves y blandas.
—¿Ya está aquí mi biógrafo? ¿Estoy lo suficientemente guapo para él? Lo he visto en redes sociales y parece el tipo de chico que me gustaría conocer —le guiñó un ojo y entró a la habitación, dejándose caer en el sillón orejero marrón de la esquina.
—Es mi primo, Seungmin. Además, ya le conoces.
—Sí, bueno, pero hace como mil años que no nos vemos. Quiero causar una buena impresión.
—Seungmin, no lo hagas.
—¿Que no haga qué?
—Liarte con él. O, no sé, contarle algo que no debes. Taehyun hyung es muy persistente. Y jodidamente hábil para sacar información —gruñó y se tumbó en la cama.
—¿Te ha hecho confesar tus pecados más ocultos? —ironizó el chico.
—Ha estado a punto... Joder, me ha preguntado un millón de cosas y no sé como diablos he acabado hablando de Jisung.
—¿Otra vez Han? —interrumpió enfadado.
—Sí, bueno, lo que sea —Soobin se estremeció porque sí, otra vez Han. Trató de ocultar lo difícil que se le hacía todo cuando Jisung entraba en la ecuación—. Ha preguntado mucho por la razón por la que eres rico.
—¿No le contaste lo de la herencia?
—No. Cuéntaselo tú. Yo no voy a andar diciendo mentiras.
—¿Vamos a empezar de nuevo con esta retahíla, Soobin?
—Seungmin, te conozco desde siempre y jamás había oído hablar de ese tío tuyo de Busan.
—Yo tampoco. ¡Te lo dije! Yo tampoco le conocía, pero el hombre murió sin hijos y aparecí en su testamento.
—Sí, qué conveniente —gruñó.
No se creía ni una maldita palabra de nada de lo que le había dicho, pero había dejado de discutir con él sobre eso hacía un par de meses. Era inútil.
No era imbécil, sabía que había muchos más secretos entre ellos de los que existieron en el pasado. Amaba a Seungmin con todas sus fuerzas y por eso le dolía que el chico no confiase lo suficiente en él como para contarle la verdad.
En sus intentos por llegar al fondo del asunto, había tenido momentos de debilidad en los que había sido abierto sobre sus sentimientos con Seokjin, pero el hombre estaba tan desconectado como él, tampoco se veían tanto. Una sola vez había tratado el tema con Changbin y su respuesta fue tan hermética como la de Seungmin.
Miró a su amigo, que toqueteaba su teléfono móvil. Se preguntó qué demonios era tan peligroso o tan vergonzoso como para que no se lo contara.
—Seungmin, ¿confías en mí?
—¿Qué pregunta es esa? Eres la persona en la que más confío del mundo.
—Entonces, ¿por qué todo el mundo sabe cosas que yo no sé sobre ti? —murmuró ladeando la cabeza. Kim apretó la boca en una línea.
—Eso no es verdad.
—Sabes que lo es. Solo te digo que dejes de mentirme. Lo que sea que escondes lo sabe Minho hyung, lo sabe Changbin hyung, lo sabe Felix e incluso lo sabe Jisung. Todos lo saben menos yo. Y es doloroso sentirse así de excluido —confesó en un susurro tumbándose sobre su estómago y agarrando una almohada—. A cada segundo que pasa me siento más fuera de esto. Más fuera de vuestra vida.
—Soobin, tesoro... —Seungmin gateó por la cama y se tumbó delante de él echándole el pelo hacia atrás con los dedos—. Nadie te está echando fuera. Todo el mundo te adora, incluso el imbécil de Han lo hace.
—Eso no cambia el hecho de que ellos sepan tus secretos y yo no. No cambia el hecho de que tienes más intimidad con Minho hyung de la que tienes conmigo. Confías más en él que en mí. —Hasta ese momento, Soobin no había sido consciente de que, en realidad, el problema era que Minho había tomado su puesto en todas partes.
Primero, en la vida de Changbin hyung, porque eran familia y era inevitable que estuviesen cerca. Por supuesto, en la cama de Jisung, porque poco podía hacer para luchar contra una historia como esa. Y, por último, junto a Seungmin. Soobin era un don nadie en la vida de todas esas personas, el idiota al que permitían pulular cerca.
—Soobin, no tienes que sentirte así, eres mi mejor amigo. Nos conocemos desde siempre...
—No lo estás arreglando —interrumpió—. ¿Qué demonios tiene él que no tenga yo? ¿Qué es lo que hace que Minho hyung sea más digno de tu verdad que yo?
—Tesoro...
—Seungmin, por favor, si vas a volver a mentirme mejor no digas nada. Prefiero que no digas ni una palabra. —Apretó la cara con frustración contra la almohada y sintió los dedos suaves de Seungmin peinándolo.
—No voy a volver a engañarte, ¿de acuerdo? —habló tras un rato. Soobin levantó la cabeza y los ojos grandes y expresivos del chico se clavaron en los suyos—. Pero no puedo hablarte de esto. Espero poder hacerlo algún día, pero no puedo hacerlo ahora. ¿Lo entiendes?
Soobin asintió pero por dentro no mejoró. Esas palabras apaciguadoras lo hacían sentir peor. Él no era un niño pequeño, no era idiota. Y había empezado a cansarse de que todo el mundo considerase que merecía un trato diferente.
Odiaba cómo Seungmin había estado en su casa, encerrado en la habitación, durante una semana sin decirle qué demonios estaba pasando, antes de que vendiera todo en Hoengseong y se mudara a Seúl para empezar de nuevo.
Todavía no sabía qué era lo que había terminado para tener que volver a comenzar.
Pero, por supuesto, ninguna de esas cosas era una razón para que todos pensasen que debían mantenerlo al margen. Odiaba la sensación ajena de entrar en una habitación y que la gente se callara.
Llamaron a la puerta y ambos levantaron la cabeza. Seungmin dio paso.
—Hola, Kim Seungmin —saludó su primo desde la puerta.
Llevaba una camiseta sin mangas y un pantalón corto de deporte. Estaba descalzo y tenía el pelo mojado de la ducha. Soobin miró a Seungmin y fue consciente de la mirada apreciativa de su amigo, como si su primo fuera un espécimen perfecto para su programa de cría.
—Cómo has cambiado, Taehyun hyung —contestó el chico con una batida de pestañas.
—Espero que para bien —dijo sacudiendo su pelo y encogiéndose de hombros.
—Por supuesto que para bien. ¿Cuánto hace que no nos vemos? ¿Nueve años?
—Hmm... Aún no habías terminado la secundaria, así que calculo que unos diez. Te ves bien, muy bien. —Soobin se sintió violentado por el coqueteo y se levantó de la cama rápidamente.
—Ya basta, ambos. No se folla en casa de Choi Soobin, ¿de acuerdo? Conseguid una habitación lejos de aquí —gruñó saliendo y bajando las escaleras.
Les oyó reír y seguirle. Soobin pensó que tal vez su primo iba a patearle aún más lejos de Seungmin. Que tal vez se quedaría completamente solo ahora que él había llegado. No le gustó la idea. Entró a la cocina y agarró una galleta recién hecha de la encimera.
Los dos entraron tras él, charlando entre ellos animadamente. Suspiró y Seungmin le dio una mirada tierna acercándose a donde estaba sentado. Le apartó el flequillo de la cara y le sonrió.
—Sabes que la cosa más bonita del mundo es tu sonrisa, ¿verdad, tesoro? —Soobin se sonrojó y le devolvió el gesto inevitablemente—. Ahí está. ¿Lo ves, hyung? ¿Has visto una sonrisa más bonita alguna vez en tu vida? Seguro que no —Taehyun se acercó a la nevera cogiendo una botella de agua. Seungmin se agachó junto a su oreja—. Te prometo que te lo contaré. No voy a dejarte fuera nunca.
—Esperaré —contestó.
—Gracias, eres la persona más genial del universo y te amo —Seungmin le besó la mejilla y Taehyun les miró fijamente.
—¿Por qué nunca habéis tenido nada?
—Ew —gesticularon los dos a la vez—. Somos como hermanos, sería una aberración.
Los tres se rieron con fuerza. Seungmin se sentó a su lado y enlazó sus dedos en su mano. Un poco del dolor se mitigó. Pero aún así, el monstruo oscuro seguía golpeando las paredes de su cabeza: ¿No tenía nada más que ofrecer que una sonrisa radiante? ¿Podía quedarse en la puerta de las vidas de los demás como un perro perdido?
Carta número 126:
«Hola, gordito,
Hoy es tu décimo cumpleaños. Seguro que ya pareces todo un hombre. Me gustaría estar allí contigo y verte soplar las velas de la tarta de cumpleaños que yo prepararía para ti.
Pero no puede ser.
Ojalá pudiera coger todos los regalos que he pensado en comprar y aparecer en la puerta de sorpresa. Dejarte abrir todos los paquetes, verte feliz. ¿Qué clase de juguetes prefieres? ¿Te gustan las figuras de acción? ¿Tal vez eres más de coches? ¿Un robot? Te lo compraré todo, uno de cada y jugaré contigo hasta que sea la hora de irse a dormir.
A veces pienso en tu sonrisa que apretaba tus mejillas. Y en tus hoyuelos taaaan imperceptibles. Seguro que ahora odias que te llame gordito. Pero no puedo dejar de hacerlo.
¿Te estás preguntando cuándo podremos vernos? Porque yo tampoco lo sé. Y pienso en ti cada día, cada tarde, cada noche. Siempre pienso en ti. ¿Eres feliz? ¿Piensas en mí? ¿Te hablan de mí? Por supuesto que no, tengo la certeza de que nadie te habla de mí.
Te deseo toda la felicidad del mundo en tu cumpleaños. Quiero que rías mucho, que vivas una vida plena. Te envío mis bendiciones, aunque no te lleguen, para que crezcas y tu mayor virtud sea la justicia. La que no ha tenido el destino con nosotros.
Te quiero, gordito»
***
Esta es la recta final de la historia, así que hay muchos personajes nuevos y algunos misterios. Como verán, Soobin y Seungmin serán mucho más protagonistas (aunque seguirán estando nuestros reyes Minsung y Changlix)
De nuevo, sé que las edades están un poco trastocadas, pero necesito que se imaginen que Terry es mayor que Soobin jajajajajja.
También hay algún que otro misterio, navegantes.
¿Quién creen que escribe las cartas? ¿A quién se las envía? *Inserten teorías aquí*
¡Nos vemos en el infierno!
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