12. Florecer

🎶Banda sonora: Shalow (Emotional piano version)- Tommee Profitt, Fleurie🎶

Soobin llamó a la puerta. Su primo llevaba una sonrisa en la cara que desapareció cuando encontró a Minho en el espacio que se abrió.

Joder, el chico no podía evitar actuar como un gilipollas cuando estaba cerca de él. Soobin siempre era un poco idiota cuando Jisung estaba cerca, pero lo que le pasaba con Minho no tenía nombre.

Taehyun no podía culparlo del todo, Minho daba miedo la mayoría del tiempo.

—Minho hyung —saludó el veterinario empujando a Soobin a un lado—. Déjanos entrar, queremos ver a la novia.

—¡Vete a la mierda, Seungmin! —gritó el rubio desde dentro. Minho se apartó de la puerta y les dejó pasar. Soobin hizo una reverencia sin mirarlo—. Soy el novio, no la novia.

—¿Vas a llevar velo? —insistió Seungmin con una risita.

—¿Quieres que me baje los pantalones y te demuestre que no soy una mujer, Seungmin? —preguntó el chico saliendo del baño. Taehyun se quedó sin respiración por un segundo.

Estaba totalmente imponente. El traje negro Louis Vuitton le quedaba como un guante. Llevaba el pelo hacia atrás, perfectamente peinado con un estilo desenfadado que lo hacía parecer recién salido de una sesión de fotos.

—Que pena que seas tan imbécil, si no, te diría lo guapo que estás —ironizó Seungmin con una risa.

—Lo sé, estoy increíble. —Dio una vuelta sobre sí mismo con los brazos abiertos y se fijó en cómo los ojos de su hermano se suavizaron y una sonrisa aparecía en su cara.

Soobin se acercó al novio sin perder de vista a Minho y le atrajo en un abrazo apretado contra su pecho: —Estás guapísimo, Felix...

—Gracias, Soobin. Y gracias por todo esto, el hotel es increíble. Y todo está genial, y la suite es absolutamente perfecta —El más bajo se apretó contra su primo con un suspiro—. Es el mejor regalo.

—Es lo menos que podíamos hacer por vosotros... Pero no sé si era necesario el detector de metales... —bromeó.

—Por supuesto que sí —contestó Minho fríamente y su hermano lo miró con el ceño fruncido—. La seguridad no era suficiente.

—¿Un detector de metales? ¿Estás loco o qué, hyung?

—He hecho lo que tenía que hacer, Felix.

—¿Qué más? ¿Comprobaste los antecedentes de los camareros? —gruñó Felix y Taehyun vio como la cara del felino se contraía—. No te creo. ¿En serio lo hiciste? Dios, Minho hyung —suspiró apretándose el puente de la nariz.

—Felix, deja al chico sombrío y cuéntame qué tienes pensado para esta noche. ¿Te has comprado ropa interior sexy? ¿Llevas un liguero? —preguntó Seungmin de pronto suavizando automáticamente el ambiente.

—¡Seungmin! Dios santo, ¿no puedes calmarte? —Soobin le dio un toque en el brazo.

—Minho hyung, ¿por qué no nos dejas un ratito? Vamos a hablar de cosas cochinas —dijo el veterinario con una enorme sonrisa. Minho negó con la cabeza.

—¿Dónde está Han? —preguntó Taehyun.

—Está con Binnie. Hyung, vete un rato con ellos, déjame con los chicos.

—Felix...

Hyungiiiiie... Busca a Changbin, seguro que Jisung le está metiendo basura en la cabeza y acaba arrepintiéndose. No querrás que tu hermano acabe plantado en el altar, ¿verdad?

—Sí, eso es muy del estilo de Han, joderle la vida a todo el mundo con su humor de mierda —comentó Seungmin encogiéndose de hombros.

—Seungmin, deja de decir idioteces. Jisung ama a Felix, nunca haría algo así —replicó enfadado Soobin.

—¿No vas a dejar de defenderlo nunca?

—No cuando eres injusto con él. Y este no es el momento de hablar de esto.

Taehyun se sintió incómodo y miró a los hermanos Lee, que parecían aún más disgustados que él. Podía imaginarlo. Voldemort tenía que estar a punto de saltar.

—Voy a marcharme. No abras la puerta a nadie hasta que vuelva —dijo Minho antes de girarse directamente a Soobin—. Por favor, no dejes que se maten. Y no dejes que entre o salga nadie de la habitación hasta que vuelva —El chico asintió un poco descolocado. Antes de salir, miró directamente a Taehyun—. No quiero enterarme de que has hecho ningún comentario fuera de lugar. Mi amenaza sigue en pie.

Ni siquiera dio un portazo cuando cerró y el sonido suave dolió como una bofetada. Taehyun no quería antagonizar al hombre, no quería convertirlo en su enemigo ni que desconfiara de él. Se llevó la mano al esternón y apretó un poco. No le gustaba tener a ese tipo en contra porque podría tirar abajo todo lo que había conseguido.

—¿A qué viene toda esta mierda de la seguridad? —preguntó sentándose en un sofá, tratando de olvidar la mirada asesina de Lee Minho.

Hyung tiene manía persecutoria. Y es la primera vez que va a aparecer en un evento así, con prensa y todo eso.

—Lo he visto antes en eventos —comentó encogiéndose de hombros.

—Nunca a posta. Todas las fotos de hyung que hay en internet son robadas. Él no posa, y hoy va a tener que hacerlo porque es el padrino. Creo que piensa que nos van a pegar un tiro a todos como en Kill Bill.

Seungmin se echó a reír ruidosamente y cambió de tema preguntando por el traje. Taehyun observó la forma en la que Soobin fruncía el ceño ante esa mentira que había dicho Felix. Estaba seguro de que, a pesar de que era mortalmente protector, Minho no montaría el despliegue de seguridad que había en ese hotel si no hubiera una amenaza real.

Entonces, ¿estaban los futuros esposos amenazados? Probablemente. De hecho, no dudaba que ese pasado del que nadie quería hablar tuviese mucho que ver en toda esa locura del detector de metales a la entrada del hotel.

—Estáis muy guapos, incluso tú, idiota —comentó Felix agarrando la mano a Seungmin. El veterinario le dio una sonrisa pícara y abrió los brazos ante él—. Quién nos lo iba a decir... Parece que han pasado cien años desde entonces.

—Joder, podrían haber pasado cien más y seguirías siendo una pequeña alimaña. ¿No piensas envejecer nunca? ¿Vas a quedarte con la carita de niño bueno que los tiene a todos engañados? —bromeó y Felix contuvo un puchero—. Estoy feliz por ti, aunque me hayas quitado a Changbin. Estoy muy feliz por ti —añadió Kim abrazándolo con fuerza.

—Gracias por darnos otra oportunidad —susurró el novio.

—Gracias a ti por... bueno... ya sabes.

—Siempre voy a cubrirte la espalda.

Taehyun miró a Soobin y se dio cuenta de que el chico tampoco sabía de qué demonios estaban hablando. El momento confuso le dio un nuevo prisma. ¿Qué secretos eran tan graves como para ocultárselos a Soobin? Con una sonrisa, Taehyun se levantó y sirvió cuatro copas de champán. Al final, ese traje azul que su primo le había prestado iba a ser más útil de lo que pensaba.

Minho suspiró comprobando con el jefe de seguridad los protocolos por décima vez. Sabía que estaba exagerando. No necesitaban diez personas armadas alrededor del salón donde cenarían y tampoco otras veinte fuera del hotel. Mierda, ni siquiera le había hablado a ninguno de ellos de los tres agentes que había infiltrado como camareros.

Sentía que se le estaba yendo la cabeza, pero no podía hacer otra cosa que obsesionarse con la posibilidad de que alguien hiciera daño a esas personas. No quería que nadie, nunca, se acercara a Jisung, Changbin y Felix. Eran su familia, eran todo por lo que Minho vivía ahora.

Comprobó que todo el mundo estuviera comunicado y le pidió un reporte cada media hora al jefe. El hombre asintió y se marchó. Lo bueno de que aquel espacio perteneciera a sonrisa radiante Choi Soobin era que había podido controlar incluso las cámaras de seguridad. Lo malo era la cara que Jisung ponía cuando veía sonreír al chico.

Sabía que no debía sentirse inseguro. Sabía que Han quería estar con él, que lo había elegido a él. Y estaba tan profundamente agradecido por eso que no tendría suficientes vidas para pagarlo. Pero no podía evitar la ligera mordida de celos cuando los chicos hablaban de todas esas cosas que él no entendía.

Soobin era listo, era encantador, tenía esos modales de la alta sociedad y la sonrisa brillante. Además de ser guapo y sólido. Minho, por contra, era un imbécil que había contratado a una treintena personas para protegerlos de un mal que él mismo había traído.

Él solo tenía sus cicatrices, las manos con las que le gustaba cuidar el jardín de la casa de Jisung y un montón de problemas para seguir el ritmo a los demás

Llamó a la puerta donde Changbin y Jisung se preparaban. Dijo su nombre en voz alta y escuchó el seguro abrirse. Entró directamente y miró, con el corazón desbocado, al hombre que había hecho de él una persona mejor.

Jisung mostró su sonrisa gingival y sus redondas mejillas parecieron más mullidas. Tenía los labios rosados y jugosos y le creyó que había estado toda su vida esperando para verlo así. El pantalón de traje era negro, igual que la camisa. La americana era roja, de satén. Llevaba tres botones desabrochados en el pecho y una cadena plateada con un pequeño candado colgando.

—¿No te gusta? —preguntó llevándose la copa de champán a la boca y dando un sorbo. Vio como su nuez de adán se movió mientras tragaba y rezó, dando las gracias a sus ancestros por ser el único que besaba esa piel.

—Estás peligrosamente guapo, príncipe —contestó en voz baja, sin poder moverse del sitio.

Jisung dejó la copa junto a la cubitera y se acercó a él. Dejó un beso suave sobre sus labios y Minho los lamió recuperando el sabor del gloss. Las manos del hombre subieron por su pecho hasta el cuello de su camisa y abrió algunos botones.

—¿Qué haces? —murmuró.

—Me gusta cuando llevas la camisa abierta. —La simple respuesta lo hizo sonreír.

Una de las manos de Jisung se enganchó a su nuca y tiró de él hasta que sus labios se tocaron, sin llegar a besarlo. Minho tragó saliva y no pudo evitar ceñir la estrecha cintura contra su cuerpo. Joder, el efecto que tenía en él aún no se había mitigado.

El olor de su perfume lo rodeó y cerró los ojos un segundo para tratar de concentrarse en algo más que en el hombre que ahora estaba entre sus brazos. Era imposible, daba igual cuánto lo intentase. La habitación podía estar llena de gente y sus ojos solo estarían sobre él.

—Estás peligrosamente guapo, gato callejero, tan guapo que me casaría contigo —susurró contra sus labios y Minho lo besó con vehemencia.

Daba igual que despertase a su lado todas las mañanas. Daba igual pasar con él cada segundo. Han siempre hacía que todo a su alrededor desapareciera. Jisung olía como el sol y sabía como la ambrosía más dulce.

Sus lenguas se enredaron rápidamente, con las manos de Minho metiéndose bajo la chaqueta y sacando el faldón de la camisa negra de dónde estaba enganchado. Necesitaba llegar a su piel. Sus dedos acariciaron la parte baja de la espalda de Jisung y le estrechó aún más contra él. Sus pechos estaban el uno contra el otro mientras le saqueaba la boca. Necesitaba grabar a fuego en su cabeza el sabor de Jisung, igual que se grabarían a fuego sus palabras.

Nunca había soñado con algo así: con tener al hombre más guapo del país, al soltero más deseado, al rey del mundo. Y era suyo, era tan suyo como esos labios que besaba

Lo apoyó contra la puerta. Jisung gimió, separándose de su boca. Minho apretó su bulto contra la entrepierna enfundada del pantalón de diseñador.

—¿Te casarás conmigo? —susurró enterrando la cara en la curva de su cuello y restregando la nariz en el lugar exacto donde se ponía el perfume—. Dime, príncipe, ¿vas a ser mío?

—¿No lo soy ya? —contestó en un jadeo cuando Minho subió sus piernas para que las enredase en su cintura.

—Tú lo dijiste, dijiste que te casarías conmigo —insistió mordiendo el lóbulo de su oreja.

—Depende de cómo de guapo estés cuando me lo pidas. —Minho se apartó de él con una sonrisa y picoteó sus labios rosados.

—¿Quieres casarte conmigo, Han Jisung? —preguntó y el chico se echó a reír dándole un golpecito en el hombro—. ¿Suficientemente guapo como para que digas que sí?

—Pregúntame otra vez al final de la noche. Y déjame bajar, a Changbin le está dando una crisis y no quiere salir del baño.

—¡¿Qué?! No estará pensando en echarse atrás ahora, ¿no? —gruñó bajando al chico al suelo.

—Cálmate, tigre. Changbin no se va a arrepentir de nada, pero no le gusta estar en el foco, ya lo sabes.

Jisung le dio un beso en el cuello y caminó hasta la puerta en la pared de la izquierda. Llamó con fuerza con los nudillos tres veces antes de que el hombre al otro lado respondiese.

—Changbin, hermano, tienes que salir, Minho está aquí.

Aparentemente, la presencia de Minho en la habitación era suficiente para disuadir a Seo de cualquiera que fuese su intención. El chico salió del baño como un puto modelo de pasarela. El traje era completamente blanco y llevaba un pequeño ramillete de flores azules en el bolsillo de la chaqueta.

Con su tamaño, a Minho le pareció que había escogido bien el color. El blanco le hacía ver extrañamente angelical y suavizaba esa apariencia de abusón que tenía. Se colocó los gemelos tímidamente y se pasó las manos por el pelo antes de atreverse a levantar la cabeza.

Minho le sonrió. Mierda, en ese momento, con esa cara de miedo, solo Yongbok podía superar lo adorable que parecía. Jisung arregló el ramillete de su solapa y puso ambas manos sobre su pecho con una sonrisa.

—Estás muy guapo, Changbin. Y vas a brillar hoy.

—No quiero brillar... No quiero hacer esto...

—¿No quieres casarte? —le preguntó Minho, sirviéndose una copa de champán.

—No quiero hacerlo delante de toda esa gente. Y de esos fotógrafos. Quiero que nos vayamos los cuatro a Taiwán y casarme allí, solo nosotros —contestó el chico sentándose en una silla con los hombros caídos.

—Hermano, debiste pensarlo antes de decirle a Felix que querías gritarle al mundo lo vuestro. No puedes dejarlo ahora con todo esto. —Jisung dio un trago y se sentó en el sofá al lado de la silla que ocupaba el chico.

—Ya lo sé, pero no me gusta esto, no me gusta tener tanta gente alrededor y... Dios estoy asustado. ¿Y si pasa algo? ¿Y si alguien sale dañado?

Minho dejó la copa en la mesita y se acuclilló delante de Changbin. Le agarró de las manos con fuerza y el chico se sobresaltó por el contacto. Ellos no hacían eso, no tenían ese tipo de cercanía, no eran como el resto.

Minho y Seo no eran particularmente cariñosos. Las únicas dos personas que suavizaban al gran oso eran Felix y Jisung. Y, por ironías del destino, también eran las únicas que lo suavizaban a él.

Pero en ese momento en el que se le hacía cuesta arriba la única cosa que sabía que quería, Minho entendió que Changbin necesitaba un poco más. Los dedos del chico se cerraron sobre sus manos con fuerza.

—Incluso si quisieras cancelarlo todo ahora mismo, Yongbok lo entendería. Y yo también. Eso es todo lo que tiene que importarte, Changbin. Si quieres ir a Taiwán cogeremos un avión esta misma noche, los cuatro solos —Jisung protestó a su lado—. Pero no van a hacerle daño a nadie. Tú cuidaste de mi felicidad y yo voy a cuidar de la tuya. Voy a cuidar de todos nosotros. Y destruiré a cualquiera que quiera hacerte daño, ¿lo entiendes?

—No quiero ir a Taiwán —dijo en un susurro.

—Lo sé. Sé cómo te sientes. Pero te lo juro por lo más sagrado que vas a ser el novio más feliz y guapo de Corea, con permiso de Yongbok... ¡No tienes ni idea de lo guapo que está! —El chico se sonrojó y sonrió—. Pero, de verdad, Changbin. Si quieres que nos vayamos, nos iremos. Tú decides, hermano.

Sintió la mano de Jisung sobre su nuca acariciándolo, mientras las de Changbin se aferraban a las suyas como si nunca quisiera soltarlo. ¿Cuánto tiempo llevaba sintiéndose así de asustado?

—¿Qué quieres hacer, Changbin?

—Yo... yo quiero casarme con Lixie, Quokka —contestó ruborizado—. Quiero casarme con Felix hoy.

—Está bien, cariño, entonces te acompañaremos, ¿de acuerdo? —añadió Jisung inclinándose para darle un beso en la sien al chico. Minho sonrió con sus pulgares moviéndose suavemente en los nudillos del otro.

—Una vez me dijiste que no quemara tu casa y yo ya había colocado las cargas en los cimientos —susurró—. Quiero que sepas que nunca tendré suficiente para devolverte el favor que me hiciste. El que nos hiciste a todos. Tú nos salvaste, Changbin. Tú cambiaste nuestro karma. Voy a estar agradecido cada día de mi vida. Por el amor que le has dado a mi hermano, por cuidar de Jisung, por decirme aquello aquel día. Por enseñarnos a todos a perdonar. Gracias, Changbin, eres un gran hombre y no podría estar más orgulloso de que mi hermano pase el resto de su vida a tu lado.

—Joder, Minho —sollozó Jisung levantándose y entrando al baño.

Se levantó del suelo y soltó las manos del hombre con una sonrisa. El chico lo siguió con los ojos. Se giró para coger la copa de nuevo y sintió los brazos del oso a su alrededor. Minho le devolvió el abrazo y sintió la respiración entrecortada de su cuñado.

—Gracias por volver y por todo lo que has hecho por Felix. Te agradezco todos los años que dejaste de vivir para que él pudiera hacerlo. Eres un hombre honorable, Minho hyung, eres capaz, eres bueno. Nunca pienses que no eres suficiente. Yo también estoy orgulloso de que estés con Jisung. Estoy orgulloso de que seas mi familia ahora. Nunca sentiré menos que eso. Nunca jamás estaré menos que agradecido porque sacrificaras tu felicidad para que Felix tuviera un futuro.

Minho se mordió el labio inferior tratando de aguantar el llanto mientras Jisung lo miraba con un puchero desde la puerta del baño.

No llores, príncipe. ¿No estás feliz? Mira donde estuvimos y mira donde estamos. Seo Changbin me está dando un abrazo, tu hermano dijo que soy su familia. Cásate conmigo, príncipe. Déjame ser también tu familia.

Changbin lo soltó y se dieron un último apretón antes de separarse del todo. Jisung se acercó titubeante, dudando de lo que debería hacer y Seo extendió un brazo. Se abrazaron con los sollozos del príncipe apagados contra el papel higiénico con el que había salido del baño.

—Voy a buscar a Felix, es posible que él y Seungmin se hayan matado el uno al otro —bromeó.

—¿Los dejaste solos? —preguntó Changbin preocupado.

—No, Soobin estaba allí, dejé al delegado de clase a cargo de los niños —respondió y percibió la contracción de la mandíbula de Jisung. Se acercó y lo besó en los labios—. Nos vemos en unos minutos.

Salió de allí con el corazón cantando en su pecho.

Cuando llegó a la habitación de su hermano y les encontró riendo, pensó que algo dentro de Yongbok había florecido desde que volvió a Seúl. Aunque su hermano siempre había sido colorido, los cuatro años que estuvieron huyendo apagaron un poco el brillo de sus ojos negros.

En ese instante, sentado entre Seungmin, Soobin y Taehyun, le pareció que resplandecía más que ninguno, a pesar de que era el único que llevaba un traje negro. Yongbok lo miró y sonrió grande.

Dios mío, Ari nuna, espero que estés viendo esto allá dónde estés. Espero que mamá lo esté viendo también. De corazón espero que puedas disfrutar de ese fulgor como lo estoy disfrutando yo. Incluso espero que I.N hyung esté presenciándolo también. Ari, si puedes oírme, dale las gracias porque Felix ha vuelto a florecer. Y su sonrisa me está haciendo florecer a mí también.

Repentinamente entendió: si Jisung era el único verano que había conocido Minho, Changbin era como el otoño, con sus colores rojizos y marrones, con el viento fresco de las tardes y las hojas cubriendo el suelo. Y, por supuesto, los colores de las flores de Felix siempre serían su primavera.  

***

1/3

Navegantes, Minho, evidentemente, es el invierno.

¡Nos vemos en el infierno!

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