5. Verdad absoluta
🎶Banda sonora: Willow - Taylor Swift🎶 (Es una de mis canciones favoritas de la Taylor)
Viernes 18 de diciembre
Entró por el camino de cemento de la mansión y aparcó el Mercedes junto al del dueño. Se bajó del vehículo y arregló su abrigo fijándose en el reflejo que devolvía la carrocería negra brillante.
Escuchó la puerta principal abrirse y los pasos apresurados de su novio bajando los escalones para encontrarle allí, en el exterior. Parecía tan emocionado acercándose que Jisung no pudo evitar pensar que se veía como un gran cachorro de Golden Retriever ansioso por la vuelta de su amo.
Soobin era un adulto en todos los sentidos de la palabra. Era responsable, gestionaba su vida eficientemente, vivía en su propia casa y, definitivamente, en la cama era más maduro que muchos de sus anteriores amantes. Pero aún así siempre pensaba que se veía joven y vivo, mucho más joven y vivo que él.
—Hola... —saludó con una sonrisa, parándose cerca pero no lo suficiente como para tocarse. Era consciente de que Jisung evitaba las muestras de afecto públicas y el jardín delantero de la mansión Choi era un lugar "público".
—Hola —imitó el tono dando un paso más y tocando su antebrazo con la mano.
—¿Vamos dentro?
Han asintió y miró al suelo sonrojándose un poco. Subieron los escalones para entrar con sus hombros rozándose. Se quitó los zapatos y su abrigo en la entrada y, en cuanto la puerta se cerró, Soobin lo agarró por la cintura pegándolo a su cuerpo.
Así, desde tan cerca, Jisung era capaz de ver mejor los hoyuelos de sus mejillas; y cómo sus pupilas recorrían sus facciones despacio, con esa emoción intensa que lo abrumaba muchas veces.
La mano del hombre subió hasta su cuello y lo atrajo hasta que sus labios se tocaron. Sabía a la menta de la pasta de dientes y su boca se sintió como una refrescante marea en un día caluroso cuando se cerró sobre la de Jisung. Se besaron durante mucho rato, moviéndose lentamente hasta que la espalda de Han estaba contra la puerta.
—Hola... —susurró Soobin contra sus labios cuando se separó buscando aire.
—Hola —respondió en el mismo tono, abrazándolo para pegar la cara a su cuello.
Los brazos lo rodearon y sintió las manos calientes a través de la sudadera negra que llevababa. Se quedaron así unos minutos, con Soobin respirando pesadamente mientras Jisung solo trataba de ordenar en su mente todo lo que quería decirle.
Necesitaba ser sincero con él, se lo debía. Le debía a ese chico adorable una décima parte de todo lo que él le estaba dando. No podía decirle que le quería, porque no era cierto, por triste que sonara. Así que quería agradecer su atención con la verdad absoluta... es decir, toda la verdad que fuese capaz de contarle.
—¿Podemos ir a la cama? —murmuró Jisung respirando una última vez el olor del perfume del chico antes de separarse para mirarlo a los ojos. Vio la sorpresa pintada en las cejas anchas y la sonrisa traviesa—. Por favor, vamos.
Tiró de su mano y él, obedientemente, lo siguió.
La parte malvada y cínica de sí mismo se reía de la situación, de lo estúpo que era ese chico a su alrededor. Era consciente de que una palabra suya bastaría para que Soobin cayese de rodillas. El lado cruel de su corazón, el que todavía desconfiaba de sus atenciones, estaba siempre alerta, preparado para doblegarlo hasta hacerlo pedazos. Por suerte para ambos, ese trozo de Jisung era pequeño y estaba encerrado lejos.
Llegaron a la habitación y no esperó ni un segundo antes de quitarse la camisa por la cabeza sin desabrochar los botones, sus pantalones cayeron al suelo inmediatamente después. La mirada encendida de su amante lo recorrió antes de imitarlo.
Estaban desnudos, el uno frente al otro y Jisung casi se echa a llorar cuando sintió los brazos de nuevo a su alrededor. Apoyó la cabeza en el pecho fuerte y dejó que lo sostuviera.
—¿La reunión con Chan hyung fue bien? —cuestionó suavemente, enredando sus dedos en el pelo de la parte trasera de su cabeza.
—¿Chan hyung?
—Bang Chan, el abogado...
—Ah, sí... sí. Fue bien, a Changbin le gustó mucho.
—¿A ti no?
—Hmm... Es un hombre un poco intenso. —No quería decirle que le hacía estremecer con solo estar a su alrededor, que su presencia le ponía los vellos de punta.
Soobin dejó un beso suave en su pómulo antes de moverlos a ambos hasta la cama. Se tumbaron sobre el edredón y Jisung apoyó la mejilla en el pectoral pálido, restregándose y aspirando el olor del desodorante y la loción corporal lujosa.
—¿Estás bien, yeobo*? —En ese lugar, dentro del dormitorio de Choi Soobin, era el único sitio del mundo en el que permitía que le llamase yeobo. Era el único lugar en el que se sentía suficientemente cómodo para que utilizase ese mote cariñoso con él.
*N/A: Yeobo significa querido, cariño, amor.
—Hay algo que quiero contarte, es algo sobre el caso —El hombre acarició su brazo de arriba abajo, sin decir nada más, solo esperando—. Changbin es inocente. Era... Era mi padre quien estaba metido en cosas turbias —soltó sin anestesia y notó el cuerpo sobre el que estaba apoyado tensarse ligeramente.
Los dedos que recorrían sus bíceps se frenaron en un punto y el corazón que latía bajo su oreja se aceleró un poco. La otra mano de Soobin se acercó a él para abrazarlo estrechamente, sosteniéndolo en ese extraño viaje que ahora había iniciado.
—No tienes que contarme nada si no te sientes cómodo —dijo después de aclararse la garganta.
—Ya, ya lo sé. Pero quiero que sepas. Te debo la verdad.
—No me debes nada, Jisung. Tomaré lo que quieras darme, pero no tienes ninguna deuda conmigo. —Maldita sea, ese hombre era un puto tesoro de valor incalculable y ahora sentía su traquea atorada con el malestar que siempre llegaba cuando pensaba en todo lo que había pasado tanto tiempo atrás.
—Hace cuatro años y medio me secuestraron —Escuchó la inhalación sorprendida de Soobin y sintió los dedos del chico apretarse sobre su piel—. Bueno, en realidad pasaron un montón de cosas más. Pero sí, me secuestraron, por culpa de mi padre que estaba metido en negocios extraños con la mafia.
—Dios santo... —gruñó el otro.
—Yo acababa de empezar a trabajar en Han Bank, apenas estaba haciendo mis prácticas. Changbin llevaba un tiempo trabajando allí, pero no participaba de esas actividades. Era mi padre el que estaba blanqueando dinero, no él —Una de las manos cálidas de su amante estaba en su hombro mientras la otra le acarició la mejilla que no tenía apoyada contra el pecho—. Han Jihyeon traicionó a Park Dongyoon de alguna manera que todavía no comprendo y yo acabé en un zulo bajo tierra en algún bosque cerca de Chiaksan. La policía encontró una cabaña quemada que pertenecía a la organización en algún lugar del parque. Changbin y yo creemos que es donde me retuvieron.
—¿La policía te liberó?
—No... fueron otras personas... Personas que pertenecían a la organización. —No, joder, no quería hablar de esa parte en concreto. No quería tener que hablar sobre ellos porque todavía no estaba preparado para abrir esa caja de pandora de sus recuerdos.
—¿Te hicieron daño?
—Nadie abusó de mí si es lo que estás preguntando —Sintió el suspiro de alivio que salió del pecho del chico—. Me retuvieron durante más de 60 horas bajo tierra. No había ventanas y olía horrible. Recuerdo que tenía muchísima hambre y que estuve sin ponerme zapatos todo ese tiempo, solo con unos calcetines blancos de invierno que acabaron de color marrón —explicó suavemente, mientras las caricias de Soobin calmaban su corazón desbocado por los recuerdos.
—¿Tuviste miedo, yeobo? —la voz era un murmullo suave en su oreja.
El cuerpo masculino se giró para apretarlo más contra él. Sus piernas se enredaron en una maraña sobre la colcha en la que estaban. A Jisung no le importó el calor que emitía el conejito, pegó su frente al punto en el que se unían las clavículas de Soobin y sintió el beso suave en la parte superior de su cabeza.
—No puedes imaginar cuanto. Y no por mí, en ese momento me daba igual que me matasen... Pero estaba preocupado por Changbin y... —tragó saliva tratando de deshacerse de la sensación de sequedad en su garganta.
No quería nombrarlos, no quería nombrarlo a él. No quería permitirle entrar a ese lugar en el que estaba. No quería que el gato callejero arañase las cortinas de Soobin. Su cerebro atrofiado seguía creyendo que si decía su nombre en voz alta, si se atrevía a decirlo una sola vez, él volvería.
—Yo no sabía nada entonces —continuó—, ni siquiera sabía que existía la mafia, Park Dongyoon era solo un empresario y los criminales solo estaban en las películas y las noticias . El caso es... El caso es que ese hombre fue el que me secuestró, para presionar a mi padre porque estaba haciendo algo para joderlo... Y yo estaba tan asustado de que le hubiesen hecho daño a alguna de las personas que quería...
—¿Estabas asustado por tus padres?
—No —susurró, tan bajito que casi no pudo escucharse a sí mismo. Se sintió instantáneamente avergonzado, como siempre que pensaba en eso—. Mi padre sabía lo que hacía... Era el bienestar de mis amigos lo que me tenía más preocupado.
—¿Changbin y... alguien más? —Jisung trató de discernir si había algo extraño en su voz, pero no lo encontró, solo era curiosidad, curiosidad lógica y sana por conocer más sobre su pasado.
—Tenía un amigo al que quería mucho, muchísimo. Y bueno... otra persona...
—Está bien, siento haber preguntado...
—Entiendo que tengas curiosidad... Pero, santo infierno... Tendría que ser capaz de hablar de ellos después de todo este tiempo y todavía me duele...
—Ellos... esas personas de las que hablas... ¿Están bien?
—No lo sé, no les he vuelto a ver desde que me liberaron de la cabaña donde estaba y me llevaron con Changbin —confesó con los ojos cerrados fuertemente.
—Ah...
—Pertenecían a la organización. Esas personas trabajaban para Dongyoon y ni Changbin ni yo lo supimos hasta que fue demasiado tarde —su voz salía entrecortada contra la piel del pecho de Soobin y percibió las caricias calmantes que le daba en la espalda—. Era mi amigo, era mi sidekick; Changbin, él y yo éramos un trío rarísimo, pero funcionamos bien. Nada era real, sin embargo. Trabajaba para la organización desde el principio. Y yo estuve preocupado por él, pensando en su bienestar y en el de... su hermano... mientras estaba en aquel lugar. Lo sabían todo de mí, Soobin, de nosotros. Los dos tenían monitorizada la vida de Changbin y la mía... Fue más doloroso saber eso que los golpes que me dieron en aquel zulo... Fue más doloroso saber que llevaban años engañándome que descubrir que mi padre había sido asesinado.
—¿Ellos... mataron a Han Jihyeon? ¿Estaba tan metido en la organización?
—Mucho más de lo que podrías imaginar, Soobin. Mi madre logró cubrir la mayoría de sus fechorías de la opinión pública y lo ocultó del mundo. Pero mi padre murió asesinado por los hombres de Dongyoon el día que lo detuvieron porque hizo algo para ganárselo... En el fondo se lo merecía... Y ellos... ellos me engañaron durante muchísimo tiempo... Y cuando llegó el día indicado me entregaron a su jefe como si llevasen a un cerdo al matadero...
Jisung sabía que estaba balbuceando, que estaba soltando frases inconexas, que no estaba dándole una visión racional de todo lo que había pasado. Pero, joder, era imposible permanecer tranquilo cuando esa avalancha de confesiones llegaba a su boca. Era inevitable decirle todo lo que pasaba por su cerebro sin filtrarlo previamente.
—Joder... Joder, yeobo —Su tono era inestable y notó como se apretaba contra su coronilla.
Podía entender como de confuso podía ser todo ahora mismo para él, casi tan confuso como el tremendo ciclón que se levantaba en su interior.
—Ellos... esas personas, los que me traicionaron, eran mi mejor amigo y mi... yo... él me rompió el corazón —se atragantó con las palabras y carraspeó para aclarar su dicción—. Ellos me abandonaron en aquel sitio, Felix y Minho me dejaron en aquella habitación vacía. —No pudo decir nada más.
Era la primera vez en todo ese tiempo que decía en voz alta su nombre. Y pronunciar aquellas sílabas inundó su mente de recuerdos vívidos de cómo se sentía el cuerpo del gato callejero contra el suyo, tan distinto al de Soobin. Imágenes de cómo se veía con sus ojos agudos y la sonrisa peligrosa, acechante.
De pronto comparó los besos calmados y frescos de Choi con la explosión de lava ardiente que sentía cada vez que besaba a Lee Minho. Y no pudo evitar pensar en los orgasmos sucios y descarnados, en como la polla de aquel hombre lo taladraba hasta la inconsciencia. Cayó en la cuenta que en estos cinco meses, nunca se había corrido con su novio como lo hacía con Minho. Mierda, qué injusto estaba siendo, qué injustas eran las putas emociones.
Las nubes de tormenta se cerraron en su cabeza y el viento gélido soplaba desde dentro de los muros que Soobin no había podido erosionar aún. Con su corazón latiendo descontrolado, Jisung sintió las lágrimas escapándose de sus ojos.
Volvió a aparecer en su interior el agujero negro que tenía la silueta de Minho, amenazando con arrasar, casi cinco años después, todo lo que Jisung había construido. Todo lo que Soobin había hecho florecer.
—Haré todo lo posible para ayudarte... No permitiremos que culpen a Changbin por algo que otras personas hicieron... No voy a dejarte solo... —susurró su amante agarrándolo por las mejillas para mirarlo a los ojos.
Las lágrimas se escurrían por su sien y los pulgares calientes las secaron con un cuidado infinito. Soobin siempre lo trataba como si de verdad valiese la pena, como si no tuviese un humor de mierda todo el tiempo, como si no fuese la persona más desagradable del mundo con todos a su alrededor.
—Antes tenía sentido del humor —le confesó mirándolo a los ojos, necesitando que entendiese que él, en realidad, no quería ser como era—. Antes era una mierda díscola con mucho sentido del humor y encanto. No era así, no era como soy ahora. Si te hubiese conocido antes te hubiese gustado... Era más parecido a tu amigo Seungmin...
—Me gustas tú, yeobo. Te quiero a ti, no a Seungmin, no al antiguo Jisung. Incluso aunque seas demasiado duro a veces y parezcas de piedra, eres tú el hombre del que me he enamorado...
Jisung se quedó callado, tratando de procesar la declaración de amor que, tal vez, llegaba en el maldito peor momento. Los últimos seis meses junto a Soobin habían sido buenos, habían sido muy buenos, pero joder, no podía corresponderlo. No podía hacerlo y tampoco podía mentir, así que lo miró a los ojos, tratando de encontrar las palabras para no romperle el corazón.
Esos ojos redondos, con esa ligera caída hacia abajo que lo hacían ver tierno y suave. Esos ojos que no se parecían en nada a los del hombre que le había hecho daño tantos años atrás. Los ojos que, en ese momento, le estaban diciendo que lo protegería por encima de todas las cosas. Los ojos que, a pesar de todo, seguían siendo insuficientes.
—Gra- ... Gracias, Soobin...
—Gracias a ti por confiar en mí, yeobo. Y no espero una respuesta, no he dicho lo que he dicho para que tú me contestes. Solo quiero que entiendas lo que significas para mí, independientemente de todo lo que haya pasado o vaya a pasar.
—¿Puedo... quedarme a dormir? —preguntó avergonzado y el chico asintió con la mirada brillante antes de besarlo otra vez suavemente.
Nunca había dormido con él, pero, de pronto, le pareció que era la mejor forma de pasar la noche. El calor constante de ese cuerpo desnudo que le envolvía parecía el lugar más adecuado del maldito universo para curar su tristeza.
Acarició la espalda ancha y perfecta, con la piel brillante, sin cicatrices ni golpes, solo la extensión pálida de terciopelo bajo sus dedos. Le sintió estremecerse cuando sus dedos acariciaron la columna vertebral con suavidad.
Quería corresponder, quería enamorarse de él. Pero no podía. No podía porque la última vez que había dicho "te quiero" a alguien, ese alguien había pisoteado tan fuerte su corazón que ahora era un órgano necrótico y helado detrás de un montón de murallas de roca gris.
Soobin no se merecía que no le correspondiera. Ese conejito gigante se merecía a alguien que abriese todas las puertas de su casa para él. Alguien que estuviese completo, que no fuese una persona a medias.
Sin embargo, ahora mismo, lo único que podía salvar a Jisung eran los bíceps que lo envolvían apartándolo del mundo. Y lo besó sintiéndose culpable, miserable y egoísta, pero también profundamente afortunado.
Jisung suspiró contra su boca, agradecido por poder tenerlo a su lado en ese momento. Temía que si volvía a casa esta noche, acabase borracho y llorando en el suelo del estudio. Y tampoco quería acabar masturbándose pensando en el gato callejero, como había hecho innumerables veces.
Pero, sobre todo, necesitaba a Soobin porque era lo único que parecía contener la onda gravitacional del agujero negro en su interior. Necesitaba que esos besos lentos y frescos, como la marea en calma, fuesen suficientes para evitar que la larga sombra de Lee Minho oscureciese de nuevo su futuro.
***
1/3
La historia de Soobin y Jisung es preciosa, jodidamente triste, pero bueno, así es todo el fic aunque tenga final feliz PARA TODOS los buenos.
Por fin dijo sus nombres, ¿creen que los invocará como si fueran espíritus?
¡Nos vemos en el infierno!
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