35. Vasijas rotas
Banda sonora: Half of a lover - Nikkita
Jueves 20 de mayo.
Eunji calculó que llevaba más de una hora en la furgoneta sin ventanas en la que estaba siendo trasladada a la nueva prisión donde iba a residir a la espera de juicio. Una agente con uniforme estaba sentada a su lado con la cara cubierta.
Miró sus manos esposadas con las uñas estropeadas que tenía sobre su regazo. No sabía cómo había llegado ahí. Nunca había pensado en acabar en la cárcel. Lo cierto es que tenía a una gran cantidad de funcionarios, políticos y agentes de la ley de su parte y aún así seguía vistiendo ese desagradable uniforme presidiario.
Seo Changbin estaría disfrutando de una fortuna que no le correspondía, como había hecho toda su vida. Ese chico no merecía el lugar donde había acabado. Ese muerto de hambre no debería estar dirigiendo el banco más poderoso de Corea del Sur.
Esa silla en la planta 30 le correspondía a ella por derecho y ahora el huérfano silencioso tenía a sus pies también a la opinión pública. La prensa hablaba de él como si fuera una suerte de mártir, un "triunfador hecho a sí mismo".
Él, el heredero Choi y su propio hijo salieron unos días atrás para dar una rueda de prensa que se retransmitió en directo en todo el país. Y, por supuesto, los guardas de la celda en la que había estado pusieron la televisión a todo volumen en el pasillo.
Seo tuvo la indecencia de tratarla de loca, de insinuar que había perdido el juicio y que esperaba que se arrepintiera de sus acciones y mejorase en el futuro. ¡Como si no hubiese estado en sus cinco sentidos! ¡Como si fuera algún tipo de enferma!
Eunji no había enloquecido. Tal vez se había excedido con lo que hizo en el despacho de su mansión, pero lo que esos niños imbéciles habían hecho era mucho peor.
Cuando fue a casa del chico lo hizo con la seguridad de que se rendiría sin tener que utilizar el arma. No es que no quisiera matarlo, era más bien que no quería ensuciarse las manos. Ella pagaba para que otros hicieran ese tipo de cosas.
Era capaz de escuchar el zumbido del exterior levemente, pero no había dentro de la carrocería nada más que su propia respiración y la de esa mujer junto a ella. No sabía cuánto más iba a durar el viaje ni cuál era la ruta que seguían. Solo sabía que habían declarado que su caso era de alto riesgo de fuga y que un par de coches de policía la escoltaban.
Frenaron de pronto y la chica se giró hacia ella por primera vez desde que habían entrado al vehículo.
—Han Eunji, alguien quiere hablar con usted —dijo y ella la miró frunciendo el ceño, entre asustada y enfadada.
Dos segundos después abrió la puerta trasera y salió. Alguien entró al furgón y distinguió el uniforme de la cárcel. Su corazón se aceleró violentamente y su estómago se encogió. Park Dongyoon se sentó en el asiento frente a ella con una enorme sonrisa.
—Vaya, parece que la que se va al infierno es usted —Eunji apretó los dientes y se enderezó en el asiento recuperando la compostura—. ¿No tiene nada que decirme?
—¿Qué quiere que le diga? ¿Dónde demonios estamos?
—Está usted en el módulo masculino de la cárcel de alta seguridad a la que la trasladan. Que resulta ser en el agujero en el que llevo enterrado 5 años. Ahora cuénteme, por ejemplo, ¿por qué demonios trató de disparar a Seo Changbin? O tal vez, ¿por qué demonios no consiguió derribarlo?
—Tuve una interrupción inesperada. Lee Minho estaba en la casa también —Dongyoon levantó las cejas interesado.
—Así que ese pusilánime es quien ha testificado contra mí... —el joven se rió negando con la cabeza—. Debí encargarme de él desde el principio. Resultó que el imbécil sacó agallas de algún sitio.
—Tiene que deshacerse de él y de Seo Changbin.
—¿No funcionó su plan para manejar al pequeño Han? —Eunji se mordió el interior de la mejilla apretando las manos esposadas en sus rodillas.
—Me deshice de Lim Namsik. Expuse a Seo Changbin ante el consejo y usted prometió que iba a encargarse de él y no lo hizo.
—Han Eunji, es su avaricia la que la empujó, no mi palabra. Yo no la obligué a hacer el ridículo delante de los accionistas de Han Corp. ¿Cree de verdad que me importa con quién se acueste ese chiquillo? No debió jugar esa carta, debió centrar la atención en su inexperiencia por encima de todo.
—Mi hijo no atendía a razones, Dongyoon, no me escucha —espetó molesta.
—Y, ¿pensó que sacar a Changbin del armario iba a funcionar contra su hijo maricón? La creía más inteligente, Han Eunji, no en vano ha sobrevivido exitosamente todos estos años... Puede que su tiempo haya terminado. Realmente creo que sí ha perdido el juicio —comentó casualmente echando la espalda hacia atrás y cruzando las piernas con elegancia.
—¿No lo entiendes, Dongyoon? ¿No entiendes que si yo caigo lo perdemos todo? ¿Crees que Jisung permitirá que un centavo de Han caiga en las manos de los Park? —preguntó desesperada—. ¿Acaso no ves que mi hijo no va a hacer nada por mí, por nosotros?
—Keuneomeoni —la interrumpió con una sonrisa—, dijiste que podríamos presionar a Han Jihyeon si utilizábamos a Jisung y, en medio del camino, decidiste que querías deshacerte de tu marido. Es tu culpa lo que está pasando. Sabes que no hay que perder nunca los nervios y aún así te plantaste en casa de Seo Changbin con una pistola. Estás sola, se acabó. —El hombre se levantó e hizo una reverencia ante su atónita mirada. No podía creer que la estuviera dejando atrás ahora, no podía creerlo.
—Testificaré contra ti para reducir mi pena —amenazó.
—Hazlo. Tú saldrás igual de mal parada. Tienes las manos tan manchadas de sangre como yo.
—Lo traeré de vuelta —añadió abrumada por la posibilidad de pasar el resto de su vida entre rejas. Dongyoon frenó con la mano sobre la puerta de salida. Se giró hacia ella muy despacio con las cejas fruncidas y los ojos negros clavándose en su cerebro.
—No lo harás. No me vuelvas a amenazar nunca o te mataré. Y las torturas que le hicieron a Sik te parecerán un juego de niños, Keuneomeoni.
—Si no salgo de la cárcel en tres meses lo llamaré para que vuelva. Le diré que el trono está vacío. Y piénsate bien eso de matarme, si desaparezco, él vuelve.
—Han Eunji...
—No tengo nada más que decir, Dongyoon. Si en tres meses no estoy fuera, volverá. —Ocultó el temblor de sus manos en su regazo y miró al frente, alejando la vista del hombre.
Todavía no sabía cómo no se le había quebrado la voz. No entendía por qué se lo había contado. Su respaldo era ese, llamar a la peor pesadilla de Park Dongyoon y traerlo de nuevo a Seúl.
Tenía el pasaporte y los papeles falsos preparados, tenía todos los documentos en regla y todo guardado en una caja de seguridad que solo ese hombre podría abrir con su huella dactilar. Si Eunji moría, sabía que tenía que volver. Si Eunji desaparecía, sabía que tenía que volver. Si Eunji le llamaba, tendría que volver. Y ese era el único chaleco antibalas que podía usar contra la ira de Dongyoon.
Viernes 21 de mayo
Llamaron al timbre y Minho levantó la cabeza de la página de Cumbres Borrascosas que estaba leyendo. Felix se acercó a la puerta y pulsó el intercomunicador con el ceño fruncido.
—¿Quién es? —preguntó a su hermano.
—Es el abogado de Changbin, Bang Chan. Pero no sé qué hace aquí, no me había dicho que iba a venir —contestó el chico.
Sonaron unos golpes suaves en la puerta y Minho se levantó del sofá acercándose a la entrada. Sus alarmas internas sonaron con fuerza y apartó a Felix del recibidor, empujándolo hacia las escaleras antes de abrir él mismo.
No desconfiaba de Bang Chan particularmente, pero en las circunstancias actuales cualquier persona podía ser el enemigo. Changbin estaba en el piso superior en el despacho que había creado en una de las habitaciones libres. De vez en cuando trabajaba desde allí y Felix y Minho hacían vida en la parte inferior de la casa tratando de ser silenciosos y bajar sus discusiones al mínimo. Por ahora, lo estaban consiguiendo.
Miró a la entrada y Chan estaba de pie, con sus hoyuelos, un traje gris y una gabardina marrón encima. Aunque no había llovido, las nubes empezaban a amenazar en el cielo.
—¿Has venido a ver a Changbin? —cuestionó levantando la ceja, sin dejarle pasar todavía.
—Hola para ti también —ironizó el hombre—. He venido a verte a ti.
—¿Bang Chan-ssi? —La voz del dueño de la casa sonó detrás de él y Minho giró la cabeza para mirarle.
—Seo Changbin-ssi, me alegro de verle. A ti también, Felix, te veo muy bien —dijo con una sonrisa haciendo una reverencia.
—¿Qué hace aquí? —Minho no se perdió el tono duro de Changbin y como se acercó al rubio y puso una mano en su espalda. Se confundió aún más cuando su hermano arrugó la frente.
—He venido para hablar con Lee Minho.
—¿Qué? ¿Por qué? —cuestionó Changbin.
—Soy su abogado.
Las dos personas que estaban dentro de la casa, lo miraron atónito. Minho resopló y se agarró el puente de la nariz. No había hablado sobre Bang Chan con ellos, de hecho, se había dejado demasiadas cosas en el tintero con los dos chicos.
—Es quien nos llevó hasta la fiscalía. A mí y a I.N —confesó apartándose de la puerta para que el hombre se quitara los zapatos y el abrigo.
—¿Por eso se acercó a nosotros? —preguntó Changbin tirando del cuerpo de Felix hacia atrás—. ¿Por Yang Jeongin?
—Usted se acercó a mí, Seo Changbin-ssi. Usted fue el que me contrató y el primero que contactó conmigo. De hecho, ni siquiera sabía que estábais relacionados hasta que vi al adorable Felix en casa de Soobin —contestó moviendo la mano, como restándole importancia. Mientras las cejas de Changbin bajaban y sus ojos se convertían en dos rendijas agresivas.
—Respeta la casa —gruñó Minho. El abogado soltó una risita traviesa y le puso la mano en el hombro.
—Está bien, solo era una broma. Seo Changbin-ssi solo pierde la compostura cuando se trata de él y es divertido verle así... —contó entrando en la estancia en calcetines—. Pero no miento cuando digo que no me acerqué a ustedes con ninguna intención. I.N me habló de Han y de todo lo que pasó hace cinco años, pero no tenía razones para indagar más allá. Simplemente fue una casualidad que conocieran a Soobin y me llamaran.
—Bien —contestó Changbin, pero no parecía muy convencido. Agarró la muñeca de Felix dentro de su mano y tiró de él escaleras arriba—. Les dejamos para que hablen.
Chan volvió a reírse mientras Felix murmuraba una maldición y trataba de zafarse imposiblemente del agarre del oso. Ambos escucharon el momento en el que cerraron la puerta en el piso superior y Minho no quiso pensar en lo que ese hombre estaría haciendo con su hermano. O en lo que su hermano estaría haciéndole a ese hombre.
—¿Ha pasado algo más? —preguntó Minho dirigiéndose a la cocina. Rellenó de café molido la cafetera y la encendió.
—Hoy han trasladado a I.N —Se giró para mirarlo—. Ahora toca esperar... Puede tardar unos meses aún en salir su condena, pero cómo ha firmado la confesión se da por hecho que es culpable.
—¿Puedo ir a verle?
—No, Minho, no vas a ir a verle.
—¿Por qué, hyung? —La tetera hizo ruido y se giró para servir dos tazas. El hombre no contestó mientras él maniobraba en la cocina sacando el azúcar, la leche y un par de cucharas que dejó sobre la isla.
—I.N me ha pedido que te de esto. —Chan sacó un sobre del bolsillo interior de la chaqueta de traje y lo puso junto a las tazas que Minho había colocado allí.
Sus ojos se quedaron fijos en aquel papel blanco abultado. ¿Qué coño era tan importante como para mandar a Bang Chan a casa de Changbin?
—¿Está bien? ¿I.N está bien? —levantó los ojos y se encontró con la cara grave del hombre.
—Sabes que esto es complicado... Ya conoces a I.N, él es... Bueno, él es una persona particular. Le ha ido bien hasta ahora, pero no sé cómo va a estar en la prisión. Ese lugar es horrible, la vida allí es dura. Ese sitio es como el infierno.
—Entonces le irá bien —contestó Minho con una sonrisa pequeña, dando un sorbo de café. Vio la cara desconcertada de Chan—. I.N lleva toda la vida viviendo en el infierno. Y le ha ido bien siendo el príncipe del inframundo. Seguramente acabe siéndolo en la prisión.
El abogado bebió de su taza sin decir nada. Miró el sobre que seguía allí y después a Minho de nuevo: —¿Puedo preguntarte algo que no tiene nada que ver con todo esto?
—Claro.
—¿Sabes cómo está Seungmin? —Minho le miró arrugando la frente—. Estoy preocupado por él... Por lo de I.N, ya sabes... Él lo trajo a la reunión y parecía afectado, sé que son cercanos, pero no sé hasta qué punto.
—Si estás tratando de saber si se acostaban no voy a poder contestarte. No sé qué tipo de relación tenían y tampoco es asunto mío. O tuyo —respondió dejando la taza vacía dentro del fregadero.
Escuchó el tintineo de la porcelana a su espalda y el susurro de la ropa moviéndose. Cuando se dio la vuelta Chan estaba de pie abrochando los dos botones de su chaqueta gris.
—Me marcho.
—Gracias por venir a traerme la carta, hyung.
—Te avisaré cuando vaya a ir a verle, puedo llevarle tu respuesta —Minho asintió y le vio salir de la casa.
Cogió el papel sobre la encimera y subió las escaleras. Se encerró en la habitación que habían preparado para él y se sentó en la cama, abrió el sobre con las manos temblando. Solo había dos hojas de papel dentro y la letra clara de I.N llenaba todo el espacio.
"Creo que esta es la primera vez que escribo una carta. Y supongo que no sé qué coño tengo que decirte. Ni siquiera sé por qué estoy con este puto bolígrafo en la mano...
Al final todo ha resultado diferente a como lo planeamos. En realidad no creo que nada de lo que nos haya pasado en la vida haya sido tal y como lo planeamos. Por ejemplo, yo no planeé ir al gimnasio aquel día que el entrenador nos hizo enfrentarnos la primera vez.
Ese día tendría que haber estado estudiando para un examen que no quería hacer, pero me escapé. Cuando llegué a casa esa noche mi hermano me dio una paliza de muerte. Por eso no pude volver en una semana.
Aquella primera pelea fue fácil, caíste con un par de golpes y sé que te acuerdas. Tú eras súper delgado y se notaba que estabas allí solo para encontrar un sitio. Siempre has estado buscando tu sitio. Y yo siempre he estado forzando un sitio que no era mío. Por eso fue fácil derribarte y hacerme un hueco.
¿Sabes lo que más me gusta de ti y también lo que más odio? Que eres silencioso como un muerto. En ese entonces, con 14 años, solo me parecías un niño raro. Cuando empezaste a perseguirme en el gimnasio, a esperarme a la misma hora siempre, me asusté un poco. Con los años aprendí a apreciar eso de ti. Nunca hablabas de más, nunca decías nada fuera de lugar, nunca tuve que preocuparme de que contases nada, nunca me dejabas atrás.
Confié ciegamente en ti, más de lo que he confiado en nadie. Y siempre fuiste fiel. Hasta que llegó la ardillita."
Minho apretó el papel entre sus manos y se dejó caer hacia atrás con las lágrimas arremolinándose en sus ojos. Apretó el puente de su nariz con un suspiro pesado y volvió a abrir la hoja ante él.
"Me gustaría decir que te odio por haberme hecho eso, por haber escogido a la ardillita por encima de mí, pero no puedo hacerlo. Con los años he acabado entendiéndote. Yo también traicionaría a todo el mundo para salvarte a ti, y a él...
Lo volví a ver, pero supongo que lo sabes. Seguramente ese hijo de puta te habrá ido a ver al hospital con su mierda de disfraz como si fuera Arsene Lupin. A mí también ha venido a verme. Aunque solo hablamos un rato por las noches a través de la puerta, me visita.
Echo de menos dormir con Seungmin. Y estoy preocupado por él. ¿Crees que podrías cuidarlo por mí? ¿Crees que podrías tratar de acercarte a él? El chico parece fuerte y despreocupado, como si nada pudiera con él. Parece frívolo e idiota, pero en realidad es un niño llorón y sensible.
Y es jodidamente vulnerable. Sobre todo cuando se trata de Bang Chan. Tengo una especie de presentimiento de que, si Chan abriese los ojos, serían perfectos el uno para el otro. Mientras tanto, no permitas que lo rompa. ¿Lo harías, Minho?
Hazlo, te lo pido por favor. Cuida de Kim Seungmin. Él me salvó la vida tantas veces... Y me gusta pensar que te salvó a ti también de estar escondido toda la vida dándonos asilo en su casa. Cuida del desgraciado, no le dejes caer...
Pienso en cómo hemos acabado así. Antes lo hacía cuando estaba un poco triste, ahora aquí, en esta habitación tan solitaria y pequeña, pienso en ello todo el tiempo. Yo te quité la posibilidad de un futuro normal. Te arrastré y te obligué a permanecer a mi lado porque me daba miedo quedarme solo.
Tú estabas buscando un sitio y yo forcé ese hueco a mi lado. Lo siento por eso. Siento que estos años hayan sido un viaje por el infierno. Si pudiese volver atrás, te echaría del gimnasio, apartaría a Lee Ari de la organización y a Yongbok de mi hermano.
Te prometo, Minho, que si tuviese la posibilidad de volver atrás en el tiempo os hubiera dado el dinero suficiente para iros lejos de Seúl y empezar de nuevo. Nadie se merece esa vida. Nadie se merece no tener un futuro. Por eso estoy tratando de dártelo ahora. A ti y a Felix, no puedo hacer nada más por tu hermana...
Vive una vida buena. Ven a verme algún día, cuando las cosas estén calmadas. Adopta unos cuantos gatos, se te dan bien los animales. Ten un par de hijos también, creo que serías un buen padre. Si hubiese tenido la oportunidad de tener un hijo, seguramente serías su tío favorito."
Minho se rió y sorbió por la nariz con las lágrimas cayendo por sus sienes. Se sentó con la espalda contra la cabecera y le dio la vuelta al papel para continuar leyendo.
"¿Te acuerdas de la primera vez que fuimos al parque de atracciones? ¿Cuántos años tenía Felix? ¿13? ¿14? Joder, vomitaste toda la comida cuando bajaste de la montaña rusa y tu hermano y yo acabamos subiéndonos a todo solos. Fue uno de los días más divertidos que recuerdo de mi último año. Luego hubo muchos otros en la universidad. Las fiestas, las chicas que te perseguían y tú rechazabas, la bebida, lo idiotas que éramos.
Ahora que tengo tiempo para pensar, he pensado en la primera vez que viste a un chico salir de mi habitación. Nunca he visto a alguien más sorprendido que tú ese día. Esa tarde me contaste como un susurro que te gustaban los hombres, como si fuera algún tipo de vergüenza. ¡Qué gilipollas!
Nunca hubo vergüenza en nada que tú hicieses, Lee Minho. Nunca hiciste nada más que ser una buena persona que cayó en un muy mal lugar.
¿Sabes lo que es el Kintsugi? Es el arte japonés de reparar los objetos rotos con laca urushi y polvo de oro.
Pienso en ti como una de esas vasijas rotas. Y en Jisung como ese polvo de oro que va a reconstruirte.
Díselo, Lee Minho, dile que te ayude a arreglar lo que está roto. En el Kintsugi hay cinco pasos: el accidente, el armado, la espera, la reparación y la revelación. Me gusta creer que, a pesar de que fui el que rompió la vasija, ensamblé las piezas del armado al traerte aquí. Quiero creer que la espera ha terminado y que ahora mi encierro ayudará a la reparación. Solo espero ser testigo del revelado. Necesito tener la esperanza de que ahora tienes un futuro.
Acabo de releer la carta y me he dado cuenta de que llevo dos páginas divagando como un imbécil. Y de que ver a ese chico demasiado guapo me ha hecho un poco cursi. Te contaré un secreto: él es la primera persona de la que he estado enamorado. Cuando maté al policía supe que él iba a destruirnos.
Al final he acabado con mis huesos en la cárcel, ese hijo de puta con sus disfraces de agente secreto y tú con tu brillante futuro al lado de la ardillita. Disfruta de la vida por mí, pero no lo hagas como yo lo hubiese hecho. Hazlo como cuando me curabas las heridas, como cuando me escuchabas hablar; delicado, tierno, estúpidamente silencioso. Pero hazlo. No dejes que el tiempo se te escurra entre los dedos.
Has encontrado tu sitio, así que deja de buscarlo. Deja que Jisung sea el urashi que repare tus piezas rotas. Y deja que yo pueda verlo.
Te quiero, Lee Minho, aunque nunca te lo haya dicho. Eres la única persona sobre la faz de la tierra que merece mi respeto. Tú y Seungmin sois los únicos seres humanos a los que considero mi familia. Tú, Seungmin y el hijo de puta demasiado guapo sois los únicos que viviréis en mi corazón disfuncional para siempre. Así que cuida de ellos, sé que puedes hacerlo.
Cuida de Felix y Changbin, no te alejes. Cuida que el imbécil de Chan no se meta en ningún lío extraño, es un puto imán para los problemas. Cuida de la ardillita, ayúdalo a sanar, deja que te ayude a sanar. Cuida de ti, amigo. Recuerda que tienes que vivir por mí. Sigue creando lazos, sigue queriendo a las personas como las quieres.
Tu amigo al que la cárcel ha vuelto un cursi,
I.N"
Apretó con fuerza el papel contra su pecho y lloró a lágrima viva. Con los sollozos escapándose de su garganta. Sintió que estaba más cerca de él de lo que había estado nunca. Que esos años habían sido una mentira. Ahora quería sostenerlo contra él como sostenía las hojas que tenían sus letras escritas. Quería salvarle como él les había salvado. Aunque no lo mereciera.
—Cuidaré de ellos —dijo en un susurro mirando de nuevo las palabras—. Cuidaré de todos ellos.
Por más fácil que hubiese sido odiar a I.N en lugar de quererlo, no podía evitar pensar que, si de verdad tenía un futuro, iba a tener que agradecérselo.
Tumbado en la cama, llorando con el papel hecho una bola contra el pecho, entendió que por más solo que se hubiese sentido siempre, por dura que hubiese sido su vida, siempre iba a quedarle eso. El amor disfuncional de un montón de huérfanos que se encontraron en medio de una guerra a campo abierto.
***
6/6
Esta carta siempre me desgarra un poco el corazón, de verdad estaba muy triste cuando escribí esta historia.
Nos quedamos aquí, navegantes.
¡Nos vemos en el infierno! (Y prometo subir los tres capítulos que quedan la próxima semana)
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