22. Cásate conmigo
🎶Banda sonora: Carry me home - Sod Ven🎶 (Es uno de mis cantantes favoritos y no tiene mucha fama, denle amor)
Viernes 26 de marzo
Changbin suspiró agarrando el volante. Jisung iba en el asiento del pasajero con una sonrisa enorme y Bang Chan se había sentado detrás.
—Bueno, pasamos por tu casa a recoger a Felix y vamos a cenar a mi casa. Tenemos mucho que celebrar.
—No sé si me apetece, Jisung...
—No seas aguafiestas, Changbin. Es tu cumpleaños y picapleitos Bang ha conseguido establecer una línea de defensa sólida gracias a todas esas cosas que encontró. —Se sentía profundamente incómodo engañándolo, pero había tenido que hacerlo. No podía decirle al hombre de dónde había sacado las pruebas que su abogado estaba utilizando; así que habían acordado a sus espaldas que Bang Chan diría que las había encontrado por sí mismo.
—Vamos, Seo Changbin-ssi, tienes que celebrarlo —dijo el abogado desde el asiento trasero.
—Mándale un mensaje a Felix y dile que estamos a punto de llegar —pidió Seo, mirando de reojo a Jisung. Él asintió y cogió el teléfono móvil como si hubiese ganado la lotería.
Condujo concentrado por un rato. Todavía estaba un poco desconcertado por la invitación a su casa. Han era tremendamente celoso de su intimidad y su espacio.
—¿Por qué vamos a tu casa, Jisung? —preguntó.
—Porque siempre pasamos nuestros cumpleaños los dos solos. Es hora de hacerlo en compañía. Me apetece que lo celebremos en mi casa.
Entraron en la urbanización saludando con la mano al guardia de seguridad y Changbin les dirigió hasta su casa. Dejó el coche en la puerta del garaje y se movió incómodo en el asiento.
—Hmm... Puede que Felix no haya terminado de prepararse... ¿Os apetece entrar? —preguntó, más por cortesía que por que tuviera ganas realmente.
Ambos asintieron. Suspiró y salió del coche, los otros dos le siguieron. Pulsó las teclas de su cerradura electrónica y empujó la puerta para encontrarse con la oscuridad de su casa.
—¡Sorpresa! —exclamó un coro de voces a su alrededor.
Se encendieron un montón de guirnaldas de luces que iluminaron la estancia. La mesa de comedor que nunca usaban tenía seis servicios colocados y un precioso centro de flores que, definitivamente, no había estado ahí esa mañana cuando salió de casa.
En la pared colgaba un cartel hecho con banderines en el que habían escrito "HBD, CHANGBIN". Podía oler el aroma de la comida en el aire y había un montón de regalos sobre el sofá más grande del salón.
Felix estaba de pie en frente de la puerta de entrada, con sus ojos brillando intensamente hacia él y una maldita sonrisa que le paró el corazón. Dejó caer el maletín y recorrió el espacio sin quitarse los zapatos hasta que se estrelló contra él.
Su novio abrió los brazos justo antes de que llegara a él y se colgó de su cintura de un salto mientras Changbin enterraba la cabeza en su cuello. Respiró sobre esa piel suave conteniendo las lágrimas.
En toda su vida, nadie había hecho algo como esto por él. Changbin no tenía muchos amigos, nunca los había tenido, tampoco solía tener buena relación con Felix en el pasado y, por su naturaleza más bien tímida, prefería no ser el centro de atención. Por eso sus cumpleaños solían consistir en una cena con Jisung y un maratón de películas antiguas.
Pero ahora, en medio de ese salón con esas personas que no se molestó ni en mirar, estaba convencido de que era el hombre más afortunado del mundo.
—Feliz cumpleaños, Binnie —susurró Felix en su oído—, ¿te gusta la sorpresa?
—Gracias, Lix, te quiero —contestó con la boca sobre el cuello de su amante.
Maldición, amaba tanto a ese chico que no le importaba estar casi llorando en su hombro mientras él se aferraba como un koala a su cuerpo. Lo único en lo que había podido pensar en todo el día era en él, así que se sintió correcto agarrarle de la nuca y pegarse a su boca.
Besó sus labios tragándose el jadeo sorprendido del pecoso. Sus bocas se conectaron como si estuviesen hechas para estar juntas. Las mariposas revoloteaban en su estómago, felices de volver a sentir a Felix contra él, felices de volver a casa.
Profundizó el beso con su lengua entrando en la cavidad húmeda de Felix. La mano que tenía en la nuca bajó por su espalda y le agarró de un muslo, apretando entre sus dedos la carne que poco a poco, durante esas semanas a su lado, había empezado a llenarse otra vez .
Alguien carraspeó y de repente recordó que había más gente en su casa. Se apartó aturdido de su novio con los labios rosados y brillantes.
—Bájame, Binnie... —susurró Felix, con sus mejillas sonrojándose. Él obedeció, poniendo de pie al chico ante él. Se giró arrepintiéndose automáticamente. Volvió a abrazar a Felix y escondió su cara ruborizada en la coronilla del chico.
—Bueno, podéis subir a la habitación mientras nosotros cenamos —ironizó Jisung y alguien se echó a reír.
Changbin gruñó mortificado cuando Felix lo empujó. Lo tomó de la mano y lo arrastró hasta el centro del salón. Levantó los ojos y vio las sonrisas cómplices de esas personas a las que la vida había unido.
—Gra... Gracias, chicos —dijo apretando la mano del polluelo.
De repente, cuatro pares de brazos lo rodearon por turnos. Se encontró a sí mismo con su espalda siendo suavemente golpeada por muchas manos, con un montón de risas conocidas y buenos deseos.
Miró de reojo a Felix, que estaba llevando la comida a la mesa eficientemente. Sus ojos se conectaron y volvió a verlos brillar. Changbin pensaba que no podía estar más enamorado de él, pero se equivocaba.
—Distinguidos caballeros, la cena está lista —dijo con una inclinación dramática, como si fuera el mayordomo de una mansión victoriana.
Se acercó a él y pellizcó la mejilla entre sus dedos. Felix hizo un puchero y luego sonrió de nuevo. Se sentó frente a él, sin parar de mirar cómo se desenvolvía con tanta soltura entre el resto de personas que había allí.
Maldición, había echado mucho de menos a este Felix. A este chico que no temía hacer bromas sobre ninguna de las personas de la mesa. Otra vez creyó que era el hombre más afortunado sobre la faz de la Tierra. A pesar de todos los peligros que planeaban sobre su cabeza, la risa del polluelo seguía siendo el regalo más hermoso que nunca había recibido.
—Yo nunca he tenido una mascota —dijo Felix mirando a Seungmin.
—Yo tengo a Dori, pero no es que sea particularmente cariñosa...
—Bueno, excepto con el chico sombrío, ¿no? —comentó Soobin con una sonrisa traviesa.
—Basta, Soobin —contestó ceñudo. Changbin volvió a mirar la sonrisa del conejito.
—¿Quién es el chico sombrío? —preguntó Jisung apoyando los codos en la mesa y dándole una mirada de sospecha al veterinario.
—Oh, el nuevo interés de Seungmin. Está pensando en contratarlo como asistente en la clínica. Dice que se le dan muy bien los animales.
—¡Cállate, idiota! Él no me interesa —gruñó Seungmin tirándole la servilleta.
—¡Se pone tímido! Al parecer tiene un crush. Es extraño porque Seungmin odia estar alrededor de la gente triste. Y es lo primero que me dijo del chico sombrío, que lo llama así porque parece que siempre está triste.
—Mierda, Soobin, si vas a contar mis intimidades al menos cuéntalas bien —se quejó el chico —. El crush es uno y el chico sombrío es otro.
—¡Qué casanova, Kim Seungmin! —bromeó Jisung—. Cuéntanos más sobre todas esas conquistas.
—Vete a la mierda, Han. No voy a alimentar tu corazón de vieja chismosa —se quejó, bajando la cabeza al plato.
Jisung y Felix se rieron ruidosamente, como lo habían hecho en el pasado. De repente volvió a ese momento en el que ellos eran solo tres y lo arrastraban al infierno cada vez que se juntaban.
Dios santo, cuánto había llovido desde entonces. Cuántas veces había temido esa risa histérica que los dos compartían. Y sin embargo, ahora mismo, no podría haber estado más feliz en ningún lugar del mundo. Esa mesa que nunca usaban estaba ahora llena de gente a la que apreciaba. Incluso el extraño abogado que estaba en el extremo le parecía un buen tipo.
Changbin se reclinó en la silla con una sonrisa complacida. Por el rabillo del ojo vio como Seungmin se tensaba a su lado y echó un vistazo discreto. La mano de Bang Chan estaba sobre el muslo del chico y percibió la presión que los dedos estaban ejerciendo en los músculos del otro. Levantó los ojos a la cara de Kim.
—Ayúdame a recoger la mesa, Seungmin —dijo en voz alta y el chico asintió con una mirada extraña.
Recogieron la mesa insistiendo en que el resto se quedase hablando. Escuchó a Soobin contar alguna anécdota sobre su erizo. La risa de Jisung seguía retumbando en la sala.
—¿Seungmin, estás bien? —preguntó en voz baja cuando ambos estaban en la cocina cargando el lavavajillas.
—Sí...
—He visto lo que ha hecho Bang Chan. Si no te sientes cómodo puedes cambiarme el sitio.
Los ojos del chico se abrieron como a punto de salirse de sus órbitas y lo vio enrojecer por completo. Changbin estaba perdido, no entendía qué estaba pasando, pero no le había gustado el agarre del abogado sobre su pierna.
—Está bien, hyung, gracias. Puedo manejarlo... Pero... No digas nada, por favor...
—Parece que guardamos muchos secretos últimamente —comentó tratando de hacerle sonreír —. Necesito que te lleves un USB hoy, ¿vale?.
—Uhum —asintió el chico.
Cerró el lavavajillas y lo encendió. Sacó de la alacena cinco copas y una hielera. La rellenó en el frigorífico y lo puso todo sobre una bandeja que le entregó. Changbin puso una mano en su hombro tratando de animarle.
—Puedes contarme lo que sea... O a Soobin.
—Oh, no, Soobin no puede saber nada de esto... No le comentes nada, por favor.
—¿Qué cosa no puede saber Soobin? —preguntó en voz baja Felix.
Ambos se giraron sobresaltados, como si hubiesen estado haciendo algo malo y las cejas fruncidas en la frente del polluelo le dieron a Changbin una imagen aproximada de la discusión que iban a tener en menos de cinco minutos.
—Nada que te importe —contestó el bocazas, llevando la bandeja a la mesa donde su amigo monopolizaba la conversación.
—¿Qué está pasando, Binnie? —preguntó Felix desconfiado.
Sintió que sus manos sudaban de repente. Estaba nervioso, agobiado y asustado por lo que fuera que estaba pensando el chico ante él en ese momento. Le agarró de la mano y lo atrajo hasta sus brazos, sintiendo la ligera reticencia del otro.
—Seungmin tiene algo con Bang Chan. No sé qué es, pero tienen algo —dijo y Felix pareció destensarse un poco.
—¿Estás seguro?
Changbin acarició la mejilla suave y llevó el pelo detrás de la oreja. Su pulgar se movió suavemente sobre el pómulo aterciopelado del hombre mientras le miraba con esa carita adorable arrugada con enfado.
—No frunzas el ceño, te saldrán arrugas —susurró acercándose peligrosamente a su boca—. Estoy totalmente seguro de que eres la única persona en el mundo para la que he tenido ojos. Eres el único hombre al que he amado y el único que voy a amar por el resto de mi vida. —Vio la sonrisita tímida tirar de la comisura de su boca.
—Más te vale que sea verdad, gorila, o tendrás un problema conmigo —contestó fingiendo enfado.
—No me amenaces, pequeña alimaña. —Pegó su boca al cuello caliente y succionó la piel con fuerza.
Felix soltó un gritito y se revolvió para soltarse. Los dedos de Changbin pincharon sus costados y el chico se echó a reír por las cosquillas tratando de apartarlo. No lo dejó ir, lo pegó a su cuerpo con fuerza hasta que los brazos del chico rodearon su cuello.
Se miraron unos segundos, con el rubio tratando de recuperar el aliento y lo besó con fuerza, demostrándole que lo que había dicho era verdad. Sus labios se encontraron y se movieron juntos mientras las manos de Felix se enredaban en su pelo y él agarraba con fuerza las nalgas tersas del chico.
—Bueno, ¿queréis que nos vayamos? Estáis hormonales como adolescentes —gritó Jisung desde la mesa. Se separaron con una sonrisa secreta y Changbin sintió su entrepierna empezando a despertar—. Parece que no pueden quitarse las manos de encima, maldita sea.
—¡Deja de lloriquear, perra! Soobin, haz el favor de llevarlo al baño y empotrarlo contra el lavabo para que se calme —exclamó Felix con frustración.
El maldito lugar se quedó de repente tan en silencio que, si hubiese pasado un mosquito, se hubiese escuchado como un caza del ejército. El polluelo abrió mucho los ojos y se llevó la mano a la boca dándose cuenta de lo que había dicho. Miró a Changbin buscando su ayuda y él solo pudo apretar su otra mano, incapaz de protegerlo de las miradas de sorpresa que llegaban del comedor.
Pero no hubo ningún estallido violento. Sólo las carcajadas de Han llenando el silencio.
Miró hacia la mesa y Jisung se agarraba el estómago con fuerza mientras Soobin también reía, más tímidamente. Bang Chan y Seungmin estaban rectos, mirando hacia los chicos como si les hubiera salido otra cabeza.
—Quizá con dos copas más acepte esa invitación para mancillar tu baño, perra —dijo en voz alta.
—Entonces seré tu camarero esta noche —ofreció Felix envalentonado, caminando hacia la mesa para coger una de las copas vacías y llenarla de whisky—. En el mueble hay condones y lubricante
—Vengo preparado, pero gracias por el ofrecimiento —replicó Quokka, mientras acercaba su propia copa para brindar con el polluelo.
—Por supuesto, zorra precavida...
—...vale por dos —terminó Jisung con una carcajada.
Changbin miró a Soobin, que mantenía la boca entreabierta por la sorpresa y miraba a su novio como si fuese una aparición. Bang Chan se reía abiertamente mientras Seungmin mantenía el ceño fruncido, confuso ante esa conversación que era, para ellos, tan extraña.
El whisky se terminó rápido y su novio se levantó y trajo cinco vasos de chupito y una botella negra que parecía de un boticario antiguo. Sirvió los pequeños vasos con aquel mejunje oscuro y sonrió dedicándole a Changbin la mirada pícara que tenía cuando planeaba alguna maldad. Changbin no pudo evitar reírse mientras daba un trago de su botella de agua.
—Brindemos por los viejos tiempos —dijo Jisung mirando al polluelo y casi se echa a llorar.
—Y por los nuevos —contestó Felix.
Su novio salió a la terraza y conectó un pequeño altavoz inalámbrico a su teléfono móvil mientras Seungmin servía el cuarto vaso de Jägermeister. Bang Chan lo declinó, pero el resto bebió de un trago el líquido negro mientras la música sonaba alta y la pequeña fiesta se desplazaba al exterior de la casa.
Changbin vio a Felix moverse al ritmo de la música en el jardín iluminado solo por las guirnaldas del interior de la casa. Sus caderas se balanceaban de forma hipnótica mientras él lo miraba, sentado en una silla de terraza junto al calefactor. Seungmin se sentó a su lado y Soobin se apoyó en el brazo del sillón pasándole una mano por los hombros.
Jisung apareció en su campo de visión y se pegó a la espalda de Felix encontrando el ritmo para moverse juntos. Bailaban con la misma cadencia sensual, ambos con los ojos cerrados, cantando lo que quiera que estuviese diciendo esa canción mientras las manos de Jisung se colocaban en la cintura del rubio.
—Ah... Vaya... —La voz confusa de Soobin lo sacó del trance. Tenía los ojos abiertos de par en par, igual que Seungmin.
—A esto me refería cuando te dije que se tocaban todo el tiempo —dijo Changbin regresando la vista a la escena frente a él.
Felix se dio la vuelta en los brazos de Jisung y siguieron moviéndose acompasados. Quokka desabrochó dos botones de la camisa de Felix y él hizo lo propio con la contraria. Changbin no sabía si debía separarlos ahora mismo, antes de que se desnudaran por completo delante de toda esa gente.
—¿Alguien más se está poniendo incómodamente cachondo con este show? —preguntó Seungmin y escuchó a Soobin reírse en alto mientras le daba un golpe en el hombro a su amigo.
—Ese es mi chico, ni lo mires, Seungmin —contestó entre risas.
—Joder... ¿Esto es así siempre? —insistió mirando a Changbin.
—Lo era antes. —Se encogió de hombros apretando la botella entre sus manos cuando Han agarró del pelo a Felix para pegar sus frentes juntas.
—¿Van a besarse? —escuchó al abogado con voz interesada y recordó que ese hombre seguía ahí, mirando como su novio y su mejor amigo bailaban demasiado sensualmente.
—¡Ey! ¡Quokka! —exclamó por encima de la música. Jisung separó la cabeza de Felix sin dejar de moverse y lo miró—. ¿Qué tal si bajamos un poco la velocidad y no convertimos esto en algo para mayores de 18?
—¡Aguafiestas! —gritó Felix dándose la vuelta y pegando su culo de nuevo contra la cadera de Jisung.
Las manos de Han bajaron por el pecho del polluelo y se metieron dentro de la camisa blanca que llevaba puesta. Changbin casi colapsa cuando Jisung le quitó la chaqueta un segundo después y se quitó la suya también. Se enderezó en el asiento preparado para agarrar a Felix.
Jisung susurró algo en el oído del otro y ambos sonrieron. Y se desató la locura.
Se quitaron los pantalones tan rápido que fue incapaz de reaccionar. De pronto, el culo de Felix enfundado en un bóxer apretado Calvin Klein de color blanco estaba ante él. Jisung tiró de su mano mientras el chico trataba de quitarse la camisa y saltaron a la piscina con un jadeo de sorpresa del resto de los presentes.
Cuando emergieron, Soobin ya estaba en el borde agachado y Changbin había aplastado la botella de agua que tenía en la mano. Seungmin y Bang Chan se reían junto a él, sin moverse de sus asientos.
—Jisung, ¿qué estás haciendo? —preguntó Soobin con una risa contenida.
—Ven a nadar, tokki —contestó aquel chico semidesnudo acercándose a su novio.
—No, gracias, hace frío.
—¡Está climatizada! —exclamó felizmente el rubio.
—Deberías salir, Jisung... Tendrás que irte a casa con los calzoncillos mojados.
—Mejor me voy sin ellos, ¿qué te parece?
Changbin se sonrojó tanto como lo hizo el muchacho que estaba en cuclillas en el borde de la piscina. Felix se rió y volvió su vista a él. La camisa blanca estaba pegada a su piel y deseó esconder esa visión sensual de las miradas apreciativas de sus invitados. Particularmente de la sonrisa lobuna de Bang Chan, que observaba la piscina como si estuviese viendo un buffet.
—¡No! —gritó Soobin antes de caer al agua por un tirón de Jisung. El chico salió a la superficie con su traje a medida empapado y, joder, todo el mundo tuvo que reírse. Parecía un animalito mojado con el pelo cayendo sobre su frente y la ropa pegada a su cuerpo.
Jisung tironeó de su chaqueta y se la sacó, lanzándola tan cerca de Chanbing que le salpicó los pies. Lo siguiente que sacó fueron sus pantalones mientras Soobin se removía tratando de evitar que Han le desnudara.
—Ayúdame aquí, polluelo —pidió Quokka y el chico agarró las manos de Soobin con fuerza mientras él reía.
—¡No es justo! ¡Son dos contra uno! —gritó el cachorro—. ¡Changbin hyung, ayúdame, tu novio intenta atacarme!
—Changbin no se atreverá a meterse en la piscina —contestó Jisung con una sonrisa de suficiencia que fue como un empujón en su espalda.
Se levantó, sacó la chaqueta del traje y se lanzó de cabeza, buceó para enganchar la cintura de Felix y tirar de él hasta levantarlo sobre su hombro. El chico gritó entre risas y Changbin no pudo evitar darle una nalgada en ese culo de melocotón que se meneaba con la ropa interior pegada y transparentando la silueta de sus perfectos globos.
—¡Gracias, hyung! —gritó Soobin mientras lograba maniobrar con el cuerpo de Jisung para agarrarlo contra su pecho.
—No es justo, estás ejerciendo un claro abuso sobre tu novio porque no tiene tantos músculos. Tú, estúpido, ven ahora mismo y lucha de nuestro lado —gritó Han, señalando a Seungmin—. De hecho, mejor si venís los dos, el picapleitos seguramente será más fuerte que tú.
—No pienso entrar en esa piscina, gilipollas —contestó Seungmin desde la silla muy serio.
Changbin los miró un segundo y sonrió cuando percibió a Chan quitándose la chaqueta justo detrás de él antes de que lo cogiese en volandas y corriese saltando al agua. Seungmin gritó desesperado y trató de apartarse del abogado en cuanto emergió.
Felix reía como un loco, aún sobre su hombro. Lo bajó y él se enganchó a su cadera. Agarró la corbata que llevaba puesta y se la quitó. Empezó a desabrochar su camisa blanca y Changbin le agarró las manos y le dio la vuelta. El chico meneó el culo contra su entrepierna y estuvo a punto de gemir.
—¡Están abusando de mí otra vez! —exclamó sin dejar de ondear las nalgas contra el bulto en el pantalón húmedo de Changbin.
—Tú estás abusando de mí, Felix —contestó.
—¡Seungmin, picapleitos, a por Changbin! —ordenó Jisung nadando hacia ellos con una sonrisa tan malditamente grande que se le veían las encías.
—Ni hablar —dijo Seungmin—. Yo estoy en el equipo ChangbinSoobin.
Jisung se giró para mirar a su novio ladeando la cabeza: —¿Sería ChangbinSoobin o SoobinChangbin?
—Claramente ChangbinSoobin, estoy de acuerdo con Seungmin, sin que sirva de precedente —respondió Felix con un asentimiento de cabeza.
—Pero Soobin es mucho más alto que Changbin —se quejó Jisung con un puchero.
—¿Y qué? Soobin es más alto que todo el mundo —respondió Seungmin.
—¿Alguien me explica la diferencia? —pidió Bang Chan un poco tímidamente desde su posición.
—El primer nombre es el activo, el segundo es el pasivo —explicó Seungmin con una sonrisa traviesa.
—Entonces, claramente ChangbinSoobin —opinó el abogado. Las carcajadas sonaron en el jardín mientras Soobin se sonrojaba un poco.
El chico salió del agua con la camisa azul chorreando por todas partes y se acercó a la mesita en la que, por suerte, todos habían dejado los teléfonos móviles. Cogió el suyo y les llamó para que se acercaran al borde de la piscina.
Changbin pensó negarse a la foto como siempre, pero quería recordar este momento. Quería acordarse de la primera vez que se había lanzado a una piscina completamente vestido, la primera vez que esas seis personas habían reído hasta las lágrimas. La primera vez que Changbin, Felix y Jisung volvieron a ser ellos mismos después de tanto tiempo.
—Vamos chicos, más juntos —pidió Soobin alejando el teléfono de su cara para que todos entraran en el plano. Jisung se subió sobre la espalda de Changbin mientras él tenía en sus brazos a Felix. Bang Chan pasó un brazo por los hombros de Seungmin. Todos sonrieron, aunque el veterinario pareció incómodo de nuevo—. Ahora una haciendo una cara graciosa.
Changbin frunció el ceño confundido. Bang Chan y Seungmin enseñaron la lengua a la cámara y Jisung se bajó de encima de él para nadar hasta el mejor amigo de su novio y subirse a sus hombros. Soobin se echó a reír y no pudo evitar inmortalizar la cara de enfado de Seungmin cuando sintió el peso de Quokka sobre su espalda.
Los brazos de Felix le rodearon el cuello y volvió a envolverse a su alrededor como un koala. Le miró con esos preciosos ojos negros que brillaban y le besó en la mejilla.
—Te amo, Binnie —susurró.
—Lee Felix, cásate conmigo.
***
2/3
LES DIJE QUE ERA SOFT, NAVEGANTESSSSSSSS
El siguiente no es tan soft y el 24 es, quizá, mi capítulo favorito de la historia, pero no lo subiré hoy.
¡Nos vemos en el infierno!
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