14. Sonrisa brillante
🎶Banda sonora: Anyone — Justin Bieber🎶 (Creo que esta es la canción que Changbin le dedicará a Felix para siempre)
Viernes 19 de febrero
—¿Estás bien con esto? —preguntó Changbin acercándose al chico semidesnudo que estaba en el cuarto de baño terminando de secarse el pelo.
—Sí, de verdad que estoy bien —contestó Felix, apagando el aparato.
La espalda del polluelo estaba ante él con su trasero dentro de unos boxer apretados de color negro. Su entrepierna despertó de nuevo. Dios santo, necesitaba calmarse. Acababa de estar dentro de él hacía menos de una hora, era imposible que volviese a tener ganas.
Su dedo índice se aventuró a acariciar la nuca y bajar despacio por la columna. Contempló maravillado como la piel se erizaba y la espalda se curvaba hacia arriba, como un gato buscando caricias.
Escuchó el jadeo de Felix cuando el dedo llegó al elástico del calzoncillo y Changbin miró al espejo. El pecoso se mordió el labio inferior, encontrándose en el reflejo sobre el lavabo. El dedo de Changbin continuó su viaje lento por encima de la tela pasando por la grieta entre sus nalgas redondas y firmes.
Quería volver a hundirse en aquel lugar ardiente. Quería volver a tenerlo saltando sobre su eje. Quería volver a sentir el semen espeso sobre su vientre.
Se colocó detrás de él y besó su hombro. Felix apartó la cabeza a un lado para darle espacio y él llevó los labios a su cuello, su nuca, detrás de su oreja. Su cuerpo, vestido con un pantalón color negro y una camisa blanca aún sin abotonar, se pegó al de su amante. Saboreó la carne de gallina y escuchó las inhalaciones que hacían eco en el baño.
El culo prieto se movió inconscientemente contra la entrepierna de Changbin mientras sus manos recorrían el vientre plano y subían lentamente hasta sus pezones rosados. Levantó los ojos al cristal para beber de la imagen de Felix llevando solo la ropa interior delante de él.
—Para...—gimió el chico, pero sus manos agarraron las muñecas de Changbin para moverlas hacia abajo, donde el bulto en los bóxer empezaba a ser visible. Acarició el borde de la ropa interior—. Llegaremos tarde...
Era cierto, iban a llegar tarde si continuaba, pero había algo tan endemoniadamente sensual en ver a Felix desnudo mientras él iba vestido que su pene ya estaba duro en sus pantalones.
—Binnie, basta... Tenemos que irnos...
Dejó un beso más en el cuello y acarició los costados del hombre suavemente antes de apartarse. Tuvo que hacer acopio de toda su fuerza de voluntad para sacar sus palmas del torso cálido de Felix y volver a la habitación.
—Vístete, por favor —rogó viendo cómo se agachaba para recoger algo del mueble bajo el lavabo.
—¿Qué? —le preguntó enderezandose y saliendo del baño.
Vio en esos ojos negros el brillo travieso y su pene reaccionó. Dios santo, si Felix no se vestía de una vez iba a acabar arrancándole la ropa interior y haciéndole el amor en el suelo de la habitación.
El chico se cruzó de brazos dándole la espalda, con la curva de su cadera marcada. Las líneas de su cuerpo dibujaban una silueta perfecta en contraste a toda la ropa oscura del armario. Estiró uno de sus brazos y tocó los trajes que pertenecían a Changbin con la punta de los dedos.
—Binnie, deja de mirarme así —dijo el chico sin girarse. Gimió mortificado y sintió su cara caliente por el rubor.
—Te espero abajo, no puedo quedarme aquí y no mirarte así, Felix —confesó levantándose y saliendo de la habitación apresurado.
Se abotonó la camisa mientras bajaba al salón, y la metió dentro de sus pantalones antes de sentarse en uno de los sofás mientras miraba las noticias en el teléfono hasta que el chico carraspeó, anunciando su presencia.
Se giró hacia él y lo miró con una sonrisa. Demonios, estaba guapo todo de negro. Llevaba el pelo hacia los lados, apartado de su frente y pudo distinguir un poco de brillo rosa en sus labios. Quiso morderlos al instante.
—¿Voy bien así? —preguntó un poco tímido.
—Estás increíble —contestó sinceramente
—Te lo dije arriba, deja de mirarme como si fuera comestible o no saldremos nunca de aquí —exclamó el polluelo caminando hacia la puerta.
Lo siguió, sonrojado. En el coche, volvió a sentirse inquieto, no se trataba de Felix, sino del silencio del chico mientras miraba por la ventana.
—¿Estás seguro de que estás de acuerdo con ir a casa de Soobin?
—Sí... Es solo que me siento mal... Yo estoy aquí, viviendo esta vida y tal vez Minho está sufriendo en algún sitio, esperándome...
—Hay un equipo buscándolo en Japón y otro aquí. Lo encontraremos, Felix. Te lo prometo.
—Lo sé, sé que lo haremos —Sonrió un poco—, pero aún me siento como un traidor por ir a comer a la mesa de ese hombre. Además, no sé si voy adecuadamente vestido para la ocasión. Hace tanto tiempo que no me pongo algo como esto...
—Sabes que puedes comprar todo lo que quieras, te di la tarjeta. Podemos ir a algún sitio la próxima vez, en vez de que tengas que pedirlo por internet, tal vez mañana, ¿qué te parece?
—Changbin, sabes que no voy a usar tu tarjeta... —se quejó incómodo.
—Hazlo, te la di, compra todo lo que quieras.
—Tengo dinero. No voy a comprarme nada que no pueda costear yo mismo. Y no voy a continuar esta discusión. No voy a aprovecharme de ti.
—Demonios, Felix, aprovéchate de mí cuanto quieras —soltó de pronto y vio la cara de sorpresa del polluelo junto a él—. Quiero que seas feliz y sé que amas la ropa. Yo tengo siete trajes exactamente iguales que utilizo para todo. Los renuevo una vez al año y eso es todo lo que compro... De verdad que necesito que tú mismo...
—Ya basta con eso, todavía no me siento cómodo con este arreglo... Llevo toda la semana dándole vueltas al asunto, no puedo estar viviendo en tu casa...
—Nuestra casa —interrumpió rotundamente.
—Lo que sea, Binnie, pero necesito hacer algo más que esperarte y hacer la cena. Dios santo, solo sé cocinar cuatro mierdas, ¡se me acaban las recetas! Tengo que buscar un trabajo.
Changbin sintió el terror atenazándole el estómago. No quería que Felix saliera de casa sin él. Park Dongyoon tenía una sombra demasiado larga que todavía estaba tratando de quitarse de encima. Hasta que no le condenasen, su polluelo era un objetivo.
—Cuando termine todo con Park Dongyoon te ayudaré a que busques trabajo donde sea, pero, por favor, ahora no. No puedo dejarte ir tranquilo si ese hijo de puta no está condenado para siempre... —Le oyó resoplar dándose por vencido mientras entraban en la calle donde estaba la casa de Soobin—. Hemos llegado.
El chico se tensó dando un respingo en el asiento del copiloto y miró la fachada de la casa mientras la verja exterior se abría lentamente. Condujo por el camino empedrado hasta dejar el coche junto al de Jisung. Había otro coche fuera del garaje.
—¿Estás listo? —preguntó al silencioso hombre mientras le agarraba la mano reconfortando.
—¿Cómo debo presentarme? ¿Qué hago si me pregunta de qué nos conocemos? ¿Qué pasa si Jisung le contó todo? ¿Qué tal si no le gusto? ¿Qué tengo que decir si me pregunta cuál es mi relación contigo?
—Bokkie, cálmate —pidió mientras agarraba las mejillas suaves de Felix entre sus manos—. Eres Lee Felix, nos conocemos de la universidad, has estado fuera del país unos años, le vas a encantar y eres mi novio. Si Jisung le contó todo a Soobin, él no dirá ni una palabra, es la persona más gentil que conozco, nunca hará nada por hacerte sentir incómodo. —Dejó un suave beso sobre los labios rosados que hacían un puchero y le vio asentir.
Salieron del coche y Changbin esperó a que estuviera a su lado para agarrar su mano y acompañarle escaleras arriba. Respiró hondo y escuchó a Felix hacer lo mismo. Tocó en la puerta y sonrió hacia la madera, con el pecho galopando.
Él también estaba malditamente nervioso. Había más gente allí de la que esperaba, así que sus manos empezaron a sudar pensando en cómo el polluelo le saltaría sobre la yugular en cuanto se diese cuenta de que había dicho una mentira piadosa.
Viernes 19 de febrero
Felix apretó sus dedos en la mano de Changbin, estaba nervioso como un colegial. Sentía el sudor frío cayendo por su sien y su columna. Tenía las piernas como gelatina y el corazón le iba a doscientos millones de kilómetros por hora.
Estuvo a punto de decirle que se marcharan, pero la puerta se abrió ante ellos y la sonrisa más cálida que había visto en su vida lo deslumbró. Los dientes blancos, los labios rosados y los hoyuelos lo dejaron sin habla. Joder, sí que era guapo.
Era guapo, altísimo y tan malditamente brillante que creyó que se quedaría ciego ante él. Se pegó al cuerpo de Changbin moviéndose detrás de él inconscientemente, buscando su refugio. La mano que lo agarraba dio un pequeño apretón y escuchó la voz desconocida, grave pero llena de una dulzura que no esperaba.
—Hola, Changbin hyung. Tú debes ser Felix, tenía muchísimas ganas de conocerte. —El hombre de ojos tiernos hizo una reverencia y él lo imitó todavía un poco descolocado.
—Sí, mi nombre es Felix, Choi Soobin-ssi.
—Llámame Soobin, esto no es una junta de accionistas —bromeó el chico haciendo ruborizar a Felix.
Felix rió un poco tapándose la boca y vio al gran oso haciéndolo también y dándole una palmada suave al chico en el hombro. Soobin los hizo entrar, se quitaron los zapatos y les dio un par de zapatillas a cada uno. La casa era algo más grande que la de Changbin y tenía estancias separadas. Les condujo hasta un salón en el que entraron sin soltarse.
Jisung estaba en un sofá con otra persona, ambos se levantaron. Al otro lado del salón, en un sillón orejero, otro chico se puso de pie. Felix se congeló aferrándose a la mano de Seo Changbin como si pudiera hacerle desaparecer.
No podía ser cierto, su pasado no podía estar golpeándole con la mano abierta nada más entrar a esa casa. Ese tipo estaba allí, de pie, con la mandíbula apretada. Llevaba un pantalón de pinzas marrón y una camisa azul. Se sintió automáticamente demasiado arreglado e incómodo. El aire se llenó de una energía extraña.
—Hola, chicos —saludó Jisung con una reverencia y todos lo imitaron.
—Chan hyung, Seungmin, este es Felix —le presentó Soobin, con esa sonrisa radiante sin dejar su cara.
—Un placer —dijo el hombre más maduro de la sala.
—Él es Bang Chan-ssi, el abogado del que te hablé —añadió Changbin y él solo asintió—. El otro es Seungmin, el mejor amigo de Soobin.
—Puedes llamarme Chan hyung, no hay necesidad de ser tan formal como Seo Changbin-ssi —dijo el hombre con una sonrisa peligrosa.
Notó el leve tirón en la mano que agarraba Changbin y lo miró. Su oso estaba perforando el cerebro del abogado con los ojos y le pareció divertido que se atreviera a poner una cara así a alguien.
—Mi nombre es Felix, es un placer conocerlos a todos —murmuró.
—¿Sabes qué, Seungmin? Felix también es del team "Semantic error", un maldito idiota como tú que no sabe apreciar un verdadero BL —bromeó Jisung de repente. Changbin, Soobin y él se rieron, pero Seungmin levantó una ceja.
—Por supuesto que sí, siempre hemos tenido los mismos gustos. —La perra pasivo-agresiva que recordaba estaba allí de nuevo.
Se asustó, se asustó tanto que agarró con las dos manos la de Changbin enganchándose a él con fuerza. Por supuesto que conocía a Seungmin, le conocía del mismo sitio que conocía todas las cosas malas de su vida. Y ahora estaba aterrorizado de que pudiese contarle a Soobin de dónde venía, las cosas que había hecho.
Tenía miedo de que el novio de ese amigo que quería recuperar supiera la verdad sobre él y lo despreciara. Se sentía profundamente inseguro en aquel salón.
—¿Os conocéis? —preguntó Soobin desconcertado.
—Tenemos un amigo en común —contestó Seungmin con esa cara de resting bitch que siempre ponía—. Nos conocemos desde hace años. Pero hace mucho que no nos vemos.
Felix se sonrojó y quiso esconderse tras Changbin. El hombre se soltó de sus manos y estuvo a punto de echarse a llorar por el abandono, sin embargo le pasó una mano por los hombros y lo atrajo contra él, consolándolo.
—Qué agradable casualidad —comentó Seo—. Seungmin, Felix es mi novio.
—¿Desde cuándo? —preguntó.
—¿Cómo es eso de tu incumbencia? —interrumpió Jisung airado.
El corazón le latía con tanta fuerza que sentía un dolor agudo en el esternón. No esperaba, por nada del mundo, que alguien como Seungmin tuviera algo que ver con Soobin.
El novio de Jisung parecía un chico dulce, adinerado, agradable y muy guapo. Se le veía tranquilo y amable, nada que ver con ese estúpido con la camisa azul que ahora apretaba las manos en puños. Seungmin había sido un gilipollas con 18 años y, aparentemente, lo seguía siendo.
Se conocían de las discotecas que ambos frecuentaban y que eran propiedad de la organización. Más particularmente de aquellas que I.N regentaba. Se habían acostado prácticamente con los mismos tíos, habían tenido peleas por hombres de lo más variopintos en su juventud.
La animadversión traspasaba todos los límites de esa "rivalidad" y había descubierto que Seungmin había esparcido rumores desagradables sobre él entre amigos que tenían en común. Por suerte para él, Felix había sido capaz de parar a Minho cuando amenazó con golpearlo hasta hacerlo llorar.
Y ahora estaba allí, en el salón de la mansión del heredero de la fortuna Choi asegurando con la boca llena que era el mejor amigo de Soobin. ¿Qué clase de persona es Soobin para tener un mejor amigo como este imbécil?
—Solo preguntaba, tengo curiosidad —contestó Seungmin mirando a Han—. ¿No puedo hacerlo? ¿Acaso es un secreto?
—No, pero tampoco es asunto tuyo —añadió Jisung encogiéndose de hombros y andando hacia Changbin y Felix—. Podéis ir a la reunión. Estaremos en el patio, cuando te calmes puedes venir a pedirle disculpas a mi amigo.
¿Qué? ¿Qué mierdas acaba de pasar? Jisung lo tomó de la mano y lo arrastró fuera de los brazos de Seo. Lo llevó hasta una puerta lateral y salió con él a la terraza trasera techada que daba a un precioso jardín lleno de rosales.
—¿Quién es el amigo en común? —preguntó Jisung en voz baja soltándole.
—Es I.N. Nos conocemos desde que tengo 18. Dios... no me acordaba de él, siempre nos hemos llevado horrorosamente mal. Joder... No me esperaba encontrármelo aquí, no sé qué coño está haciendo aquí...
—Es amigo de Soobin desde que eran pequeños, su padre dirige un hotel de los Choi. ¿Crees que... que forma parte de la organización?
—No lo creo. Al menos no formaba parte de ella cuando yo estaba aquí. Era solo un imbécil al que le gustaba follar y drogarse. Era amigo de I.N por eso, no porque tuvieran nada en común, es posible incluso que llegaran a acostarse. Pero no formaba parte de la organización...
—Eso espero, Felix... Eso espero.
—No sabe que Minho y yo somos hermanos, supongo que se intuía que teníamos una relación cercana... Y también sabe que trabajaba para ellos... Es posible que... que le cuente a Soobin —explicó en voz baja, mirando al suelo.
Jisung caminó despacio por las baldosas grises de la terraza trasera, aunque hacía frío, la noche era agradable. Han se sentó en un sillón de jardín a unos metros de donde había dejado a Felix. Lo siguió y eligió un asiento cercano para dejarse caer en él.
—Soobin sabe quién eres —contestó Jisung. Felix lo miró con un nudo de nervios en la garganta—. Sabe la mayor parte de las cosas que pasaron, no todo, hay cosas que son solo nuestras, de los tres. Pero, a grandes rasgos es consciente de lo que pasó y de lo que he decidido hacer.
—Y... ¿aún así me ha invitado a venir? —preguntó mirándole sorprendido. La risa amarga de Jisung le puso la piel de gallina.
—Tengo la certeza de que si tu hermano estuviese aquí Soobin también lo habría invitado a su mesa, incluso si le contase toda la verdad. Y habría sonreído con esa cara de conejito tierno que tiene.
—Joder... Changbin me dijo que era una persona gentil, pero pensé que sería más por desconocimiento...
—No es así, Soobin es amable incluso con las personas que no merecen amabilidad. Como el imbécil de Seungmin. Así que no dudo de que acogería bajo su protección a los hermanos Lee si se lo pidiese. Incluso sabiendo todo lo que son capaces de hacer.
—Jisung...
—No intento hacerte sentir culpable otra vez, no quiero otro numerito. Solo quiero que conozcas a Soobin, que le des la oportunidad que se merece. Ese hombre que te abrió la puerta me hace feliz, así que no le hagas ni un desaire, Felix.
—Lo intentaré, de verdad... Parece... parece realmente un tipo que vale la pena... No como los imbéciles con los que acabábamos cuando estábamos en la universidad —bromeó y Jisung se rió.
—Soobin tiene todo lo que necesito. Es guapo, amable, inteligente, compartimos gustos, es bueno en la cama y está fuera del armario; un win-win.
—Y además sí que parece un conejito tierno —Felix sonrió a su amigo y le agarró de la mano—. Te prometo que voy a hacer todo lo posible por agradarle...
—Sé que quizá te sientas desleal con tu hermano... Pero no me importa. Soobin es mi presente, y él es mi pasado. Se acabó, ¿lo entiendes? —Felix asintió, pero en realidad no entendía por qué le daba todas esas explicaciones—. A mí ya no me gustan los gatos —concluyó apartando su mano de la de Felix y mirando a los rosales al fondo.
***
2/4
En esta maldita historia no paran las sorpresas. ¡Seungmin y Fefi se conocen!
Me había equivocado en las fechas, gracias Lou por avisarme
¡Nos vemos en el infierno!
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