42. La subasta - parte II
Carum, 2019
Isla
Abrí la aplicación, tomando aire profundamente y con las manos temblorosas, y con cinco segundos para que la apuesta terminara, di click al botón para apostar por él.
Un par de segundos después, apareció una especie de fuego artificial en mi pantalla. Así de simple, y con bastante dinero que no tenía, había ganado la cita.
Ups.
Nadie lo sabrá.
Levanté la mirada, y el resto del grupo me miraba atentamente.
—¿Ganaste? —preguntó Gastón. Me encogí de hombros y rodó los ojos.
—Estás loca, Isla.
Me fijé en Mia que tenía la cara roja.
—¿Te pasa algo? —Gustavo la miró con el ceño fruncido. Y ella abrió la boca para hablar pero nada salió.
—Creo que ha ganado la cita contigo —soltó Aarón, sin ningún criterio.
—¡Aarón! —exclamó ella, y yo le golpeé el brazo. Gustavo soltó una carcajada y se giró hacia la pantalla.
"Ahora es el turno de nosotros"
"Tendrán quince minutos para ofrecer y ganar"
Mi foto apareció en la pantalla y quise hundirme en la tierra.
—¿Sabes que nadie apostará por ti, verdad? —dijo, Gustavo. Me miró con una sonrisa de oreja a oreja, demostrando total satisfacción.
—¿Por qué dice eso? —Mia preguntó apenas.
Resoplé.
—Porque todos sospechan que tenemos algo o tuvimos algo, y no se atreverían a hacerlo enojar —respondí, fingiendo una sonrisa—. Así que quien se atreva a apostar por mí, estaría dando un salto al vacío o a su propia muerte. —Le golpeé el brazo a Gustavo—. Eres un idiota, te has encargado de eso —gruñí. Gustavo me sacó la lengua.
—No estoy nada de arrepentido —comentó, estirando los pies sobre el pasto y apoyándose en sus manos. La camiseta se le subió un poco, dejando entrever los tatuajes de su abdomen.
—Lo sé.
Soltó una carcajada y se revolvió el cabello con sus dedos.
—Deberías ser modelo —solté, y lo señalé con el dedo. Sonrió coquetamente.
—¿Así estarías conmigo? Porque si es así, dejo todos los negocios y me pongo de inmediato en el mundo del modelaje. Me lo han ofrecido.
—¡Hey! —Gastón lo golpeó en el hombro, y ambos comenzaron a reírse.
—Era broma hermanito, tú lo sabes —dijo, cerrándole un ojo.
—¿Tú lo sabes? —repliqué. No sabía en qué momento los dos se hicieron tan cómplices.
Y comenzó la apuesta, así que nos giramos en dirección a la pantalla gigante.
Bajo las fotos de las demás chicas, los montos comenzaron a subir sin parar. Fran iba a la delantera, pero nada para mí. Gustavo se incorporó y se sentó junto a mí.
—Tú sabes que eres la chica más guapa de esta escuela, por lejos.
Meneé la cabeza.
No me importaba que el resto de los chicos no apostara nada por mí, más que un pequeño y casi mínimo daño a mi ego. Pero un número cero, significaba que Gaspar no apostaba, ni Gustavo ni tampoco quien se suponía que era mi novio.
Sin embargo, a los dos minutos mi nombre pasó de cero apuesta, a un número demasiado alto para ser real, a pesar de que el resto de las chicas seguía subiendo, veía imposible que en el tiempo que quedaban aumentaran tanto como yo.
Miré de reojo a Gustavo. Tenía su celular en la mano.
—¿Fuiste tú? —Se rio sin mirarme, y se rascó el cuello lentamente.
—Es que me molestaba ver ese cero allí, lo siento no lo pude evitar.
Resoplé y lancé un bufido en su dirección.
Hasta allí todo iba bien, sin embargo, la aplicación hizo que el celular vibrara en nuestras manos. Y no era nada menos que: los resultados finales. Anunciando quienes habían ganado las subastas. Sin revisar, miré sorprendida a Gabriel.
—¿No eran anónimas? —pregunté, con un hilo de voz. Fran hizo un sonido de impresión, se levantó y salió corriendo. La cara de Gabriel se desfiguró poco a poco como si le hubiese costado entender lo sucedido—. ¡Gabriel!
—Yo... sí, se suponía que sí...pero lo tenía así con los resultados en la primera versión, luego lo quité. —Se agarró la cabeza, y su respiración se agitó—. No sé qué sucedió.
—Gabriel, calma —murmuró Gustavo, fue un error.
Aarón comenzó a toser escandalosamente, mientras se agarraba el pecho. Me paré rápidamente a ayudarlo, pero también quería correr hacia Gabriel que ya perdía el color de lo acelerado que se encontraba. Y de repente comprendí. Aarón agitó su mano, dando a entender que estaba bien. Cogí mi celular y avancé por los nombres.
Ganadoras citas con chicos:
Gustavo Fonseca: Mia Segel / Cita en un café.
Gastón Fonseca: Francia Alonso / Cita escogida por propuestas.
Gaspar Fonseca: Isla Ferrer / cita escogida por propuestas.
Aarón Clarke: Gabriel Fonseca / Cita Bar
Oh dios mío.
Lo primero que atiné a hacer fue desviarme y correr hacia Gabriel. Lo conocía, y sabía lo que le podía suceder. Lo cogí de un brazo y lo hice caminar conmigo. Con una seña le dije al resto que no nos siguiera, no quería dar más atención a la necesaria.
—Estoy bien —murmuró, tosiendo—. Pero necesito salir de aquí. Me falta el aire.
—Sí, salgamos —murmuré. Sentí que avanzábamos en una alfombra roja, todos dándose vuelta para observar a Gabriel. O eso pensé, hasta que una chica me tocó el hombro y me miró con cara de lástima.
—Lo siento que tu mejor amiga sea una basura. —Me palmeó el hombro, y sin entender mucho seguí avanzando.
—Fran apostó por Gastón —explicó Gabriel, mientras trataba de coger más aire. Lo había pasado por alto. Y aún no había visto quienes se quedaron con nuestras citas—. ¿Nos sentamos por allá?
Asentí con la cabeza, y caminamos hacia una banca cercana. Cogí mi celular nuevamente.
Y revisé quienes habían ganado nuestras citas.
Ganadores citas con chicas:
Mia Seguel: Charles Watson / Cita escogida por propuestas
Isla Ferrer: Gastón Fonseca / Cita bar
Francia Alonso: Gaspar Fonseca / Cita café
Esperen... ¿qué?
Detengan todo.
¿Gaspar ganó la cita con Francia?
De repente era a mí a quien le faltaba el aire.
—Isla, vuelve. ¿Estás bien?
—Va a hacerlo, saldrá con Fran.
—¿Y de qué te preocupas? Francia es tu amiga nunca haría nada con Gaspar que a ti te incomodara.
Meneé la cabeza. Sabía muy bien que Fran no haría algo así, pero no pensé que mi corazón podría estar más roto. De repente imaginé a Gerardo también había hablado con Gaspar, diciéndole que para quedarse tenía que salir con Fran, y él aceptándolo.
Oh mierda.
Apagué el teléfono y miré a Gabriel. Él lucía peor que yo.
—¿Qué haré? —Suspiró de tal forma que pensé que se iba a derrumbar sobre la banca. Lo acerqué a mí y lo abracé.
—Te gusta mucho.
—Sí.
—Entonces, quiérelo. Él te quiere.
—¿Y qué dirán los demás?
—¿Y eso por qué te importa? Si vivimos preocupados de lo que dice el resto sobre nosotros nos perderíamos de experiencias o personas solo por miedo. Es tu vida Gabriel, no dejes que los demás te digan cómo debes vivirla.
—Tengo miedo —susurró. Tiritó bajo mis brazos, y lo abracé más fuerte. Sentí que tenía a un niño pequeño junto a mí. Nos encontrábamos tras un árbol, así que nadie podía vernos, y hablando bajito nadie nos oiría—. No quería que fuera así, que todos se enteraran de esta forma, es vergonzoso.
—¿Por qué vergonzoso? Te gusta alguien y te la jugaste por esa persona, ¿no sabes que ni la mitad de los que están acá no se atreven a eso? Todos pusieron de sus dineros para tener una cita con alguien que encuentran inalcanzables, pero no lo harían por quien realmente quieren.
—Ohhh, mi padre me va a matar —sollozó—, ¿me acompañas?
—¿Dónde quieres ir? Te acompaño a donde sea —Gabriel entrelazó sus dedos con los míos y con la otra mano tocó mi cara—. Eres increíble, lamento...lamento que Gaspar haya querido la cita con Fran.
Tragué saliva.
—No te preocupes, quizás entendí mal las señales.
Meneó la cabeza.
—No, todas sus señales apuntan a ti, debe ser otra cosa. —Me encogí de hombros, no tenía ganas de pensar en eso—. ¿Me acompañas a casa? Hablaré con mi padre.
Lo miré con los ojos muy abiertos.
—¿Quieres que yo esté allí? Gabriel...yo...
—Por favor, ¿me esperas afuera? No te lo pediría si no fuese importante...
Comenzamos a caminar hacia su coche y decidí encender el teléfono para decirle a Fran que me iba, sin embargo, el primer mensaje que recibí fue un link de una publicación en Instagram, burlándose de Gastón porque su novia había querido una cita con su propio hermano.
Claro, se veía horrible si no sabías toda la historia.
Oh, ¿en qué momento todo se mezcló tanto?
—Puedo esperar. —Gabriel me dio una palmadita en el brazo. Y sin pensarlo, me giré para correr en busca de Gastón. Lo encontré cerca de un stand de papas fritas. Solo, mirando su celular. Aislado de la gente que se reía y se burlaba a su alrededor.
Me sentí horrible. Comencé a caminar lentamente hacia él, escuchando lo que decían a nuestro alrededor.
"Si la perdona es un imbécil", "Es un idiota, con su propio hermano", "...y no se dio cuenta"
"¿Frente a sus ojos?", "¿Y oyeron que también con Gustavo?", "¿Cómo le puede hacer algo así a él?"
Me paré frente a él, y él se quedó con la mirada perdida mirando mis zapatos, sin atreverse a levantar la vista. Comencé a hablar:
—Terminarás conmigo aquí. Frente a todos. Dirás que soy lo peor que te ha sucedido, que no te importo y que nadie debería estar conmigo —dije, con toda la seguridad que mi voz me lo permitió—. Dirás que no merezco a nadie y que nunca más me mirarás. Que soy pésima novia. —Mis últimas palabras salieron tan temblorosas que temí romper en llanto.
Gastón levantó la vista, y me sonrió de una forma tan encantadora que tuve que luchar para no abrazarlo.
—No me pidas algo así, porque yo nunca haría eso —respondió, despegándose de la pared en la que se encontraba. Se giró y comenzó a caminar, alejándose de mí.
—No lo sigas, Mawi. Déjalo solo. —Me giré lentamente. Gaspar me observaba, pero en su cara no había ninguna expresión de satisfacción o arrogancia como lo esperé—. Esto tenía que suceder de alguna forma.
—¿Qué exactamente, Gaspar? ¿Hacerle algo así frente a toda la escuela?
—No, ya tenían que terminar. —Dio un paso hacia mí, pero yo retrocedí. No iba a continuar el espectáculo para el resto. Alzó las manos—. Nuestro amor es como tener un fuego artificial. Si no lo dejamos libre, va a explotar entre nuestras manos.
—Me parece que eso acaba de pasar —gruñí, debatiéndome en si salir corriendo hacia Gastón. ¿Me odiaba? No podía soportar su odio, o su indiferencia. Solo pensar algo así me apretaba el pecho. Clavé mis ojos en los de Gaspar—, ¿qué quieres?
—¿Qué quieres tú?
A ti, abrazándome y diciéndome que todo estará bien.
—Ya...ya te lo dije. Yo no...
—Sé que papá habló contigo y que amenazó con expulsarme de Carum. —Cerré la boca de golpe, y mi labio superior comenzó a tiritar. Cerré los ojos ardiendo por las lágrimas amenazando por salir—. Quise la cita con Fran para que mi papá piense que lo estoy intentando, pero apenas la gané me arrepentí. Yo no quiero estar contigo a escondidas, o que el resto crea que me guste tu mejor amiga. No, yo quiero coger tu mano y besarte aquí frente a todos.
Me llevé las manos a la boca y respiré hondo. Meneé la cabeza. Las cosas no podían ser así.
—¿De qué hablas? Todo es un caos —respondí, con el corazón en la mano de la emoción.
—Sí, nuestro alrededor, yo, y tú. ¿Y qué?
—¿Y quieres que tu papá te envíe lejos?
—No, no lo quiero —respondió, cruzándose de brazos pero como si no le importase—. Aunque si me tengo que ir para estar algunos días contigo, entonces no me importa.
Se me escapó una risa de lo descabellada que era su idea.
—¿Estás dispuesto a estar unos días juntos y que luego te envíen lejos?
—Estoy dispuesto a muchas cosas, Mawi. Y eso lo estoy recién descubriendo.
Mi cuerpo quería correr a abrazarlo, mi mente decía que tenía que ir a ayudar a Gabriel, y mi corazón repetía que le estaba haciendo daño a Gastón.
Mis pies pegados al piso solo me hacían sentir peor, porque finalmente no estaba resolviendo absolutamente nada.
—Pero yo no sé si estoy dispuesta a que tú te vayas —dije, por fin—. Prefiero tenerte cerca sin poder acercarme, a no verte nunca más.
Me giré y salí corriendo en dirección a la salida, con las lágrimas saliendo. A unos metros del coche de Gabriel, me pillé a Gastón discutiendo con Gustavo. Llegué apenas respirando y tuve que poner mis manos sobre mis rodillas para coger aire.
—Gastón, lo siento. Yo no quería que fuera...
—Déjalo, Isla —replicó Gustavo, más serio que nunca. Su frialdad hizo que diera un respingo. Él nunca me había hablado así. ¿Por qué sentía que estaba perdiendo a mis amigos por algo tan idiota como una maldita subasta?
Di un paso hacia Gastón. Él se giró y comenzó a alejarse a paso rápido por entre los árboles que rodeaban la escuela y conectaban con el bosque. Tuve que correr para alcanzar sus pasos rápidos, hasta que lo cogí del brazo.
—Perdóname Gastón, no lo pensé. Que la escuela hablara de ti...yo...
Soltó una carcajada.
—¿Tú crees que me importa lo que digan de mí? Isla, han hablado de mí siempre.
Arrugué la frente, y temí preguntarle qué era lo que sucedía entonces. ¿Me iba a decir lo que yo estaba pensando?
—No entiendo.
—Yo tampoco —soltó, y pateó la tierra haciendo que una piedra volara lejos—. Yo tampoco entiendo, no sé. Por un momento sentí que te perdía, no sé por qué. Estoy confundido. —Se agarró el cabello entre sus dedos y se quedó mirando el cielo que se veía entre las copas de los árboles.
Tragué saliva.
—¿Crees que sientes algo por mí? —pregunté, con la voz temblorosa. Bajó la vista, con su mirada cargada de confusión. Se encogió de hombros lentamente.
—¿No lo sé?
—¿No lo sabes?
Dio un paso firme hacia mí, Me encogí en el lugar.
—Veré si lo puedo averiguar de una vez por todas —dijo, avanzando hacia mí y estampando un beso en mis labios.
____
Esperen, ¿qué?
Espero que les haya gustadooooooo (y si es así que voten jiji)
#Team Gastón
#Team Gaspar
#Team Gustavo
Cariños!!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top