31. La luna, un poema y otras cosas en el bolsillo
Carum, 2019
Isla
-Isla, nunca había visto a Gerardo Fonseca tan dispuesto a los negocios. La relación que tienes con su hijo...¿Gastón? Sí, él...quiero decir que estoy feliz por ustedes. Los invitaré a cenar la próxima semana, Gerardo me ha confesado que la única razón de por qué ha dejado a su hijo tener novia es porque tú eres parte de nuestra familia. -Lanzó una mirada sospechosa a Fran-. Sinceramente, hija...Gaspar es un excelente partido.
Isla, en esto te metiste sola.
-Julián, por favor. En esos temas no nos debemos involucrar. Isla, cariño, espero que no te sientas presionada por nada. Aunque admito -agregó, doblando la servilleta entre sus dedos y evitando mirarme-, que se ven fenomenal juntos.
-Papá...mamá...
-Fran, el domingo debes ir a cuidar a Gonzalo. Es solo por un par de horas. Tienen una cena de negocios, pero no quieren que el pequeño los interrumpa.
Fran tomó aire antes de responder entre dientes.
-Está bien, Isla me acompañará.
Me permití tener la primera expresión facial de la cena, y me giré con los ojos entrecerrados.
-No lo creo, de hecho, Isla está invitada a esa cena -comentó el señor Fonseca.
Me atoré con la sopa y casi la devuelvo al plato.
-A mí no me han dicho nada...
-Oh, no te preocupes, lo harán pronto. Gerardo me dijo que quería darle un toque femenino a la cena, ya que Olivia se encuentra de viaje.
Dios, ¿en qué me he metido?
-¿Y ninguno de ellos se puede quedar a cuidar a su hermano? -preguntó Fran con la voz apenas saliendo. La idea de estar sola en esa casa la aterraba enormemente. Si yo era miedosa, Fran me superaba por mucho. El pueblo y el bosque oscuro todavía la desesperaban. Además la casa de ellos estaba llena de ventanales. Era el escenario perfecto de las películas de terror. Julián carraspeó nervioso y le lanzó una mirada a Paula. Lo que saldría de su boca no me gustaría para nada.
-Gaspar te ayudará -soltó finalmente.
Fran dejó el tenedor en la mesa, y miró a su mamá. Mi amiga nunca se enojaba y siempre trataba de complacer a sus padres, pero allí, tan solo por la expresión de su cara, yo casi huyo por mi vida.
-Él y yo nunca vamos a estar juntos, no tenemos absolutamente nada en común. -Se levantó de la mesa de golpe, haciendo sonar la silla raspando la baldosa-. ¡Quiero que se detengan con esta estupidez! A mí...-El pecho le subía y bajaba de la misma forma que me sucedía cuando Gaspar se me acercaba mucho. Temí que le diera una ataque-, a mí me gusta otra persona.
-Si no es un Fonseca, no lo acepto.
-¡Julián! -La madre de Fran lo quedó mirando con el ceño fruncido-. ¡No digas cosas así!
-Es mi palabra final. Cuando entre a la universidad podrá hacer lo que quiera...¿Será Gustavo? No me gustan muchos sus tatuajes pero él ya trabaja con Gerardo, de hecho, dentro de algunos meses se irá a Nueva York a continuar con sus estudios y a avanzar en las relaciones con los socios de Gerardo de esa zona.
¿Nueva York? ¿Gustavo se va?
Fran se giró sin decir nada y salió corriendo escaleras arriba.
-Iré a verla -murmuré, y sin esperar respuesta salí tras ella. Cada día se hacía un poco más difícil salir de mi relación falsa y lanzarme a los brazos del chico que yo quería. Difícil es poco, ya era imposible.
Por un momento se me pasó la imagen en mi mente, de la cara que pondrían todos si yo rompiera con uno, me fuera con el que quieren que esté con Fran, y se enteraran que fui novia de Gustavo.
Ufff. Diosito, ayuda.
Prometo ser una niña buena.
***
Gasparín: Me dijeron que ya hay fecha para la feria de la escuela. Así que ya se aproxima la famosa subasta, donde ganarás la cita con el chico más guapo de Carum. Esto es solo un recuerdo amistoso para que no vayas a olvidarlo.
Me llevé el celular a la cara como una adolescente. No era extraño que con Gaspar nos enviáramos mensajes a veces, aunque todo lo que me mandaba era más para molestarme que para otra cosa. A veces me ignoraba y otras veces me hablaba como si nada.
Un día existía y me saludaba con una sonrisa. Otros días alzaba una ceja en mi dirección y era toda la interacción que tenía con él.
Mi corazón ya se encontraba cansado de su existencia. Cada vez que aparecía en mi rango de visión, comenzaba a acelerarse como si estuviese a punto de lanzarme de un puente en bungee, y ya no tenía control. Era como si cada vez que veía su cara, sus ojos, y sus labios...recordara los besos con sabor a prohibido que nos habíamos dado, y bueno... eso llevaba inevitablemente a recordar la última vez que estuvimos juntos, y como yo salí corriendo.
No dudaba que Gaspar estaba tratando de jugar conmigo, se divertía y a pesar de que yo lo sabía, no podía controlar el efecto que tenía sobre mí.
Isla: Tendremos una cita en un basurero.
Gasparín: Donde sea, será... interesante. Espero que Gastón no nos siga o se pondrá celoso ;)
Isla: ¿De ti? Imposible.
Gasparín: ¡Ja! Imposible. Mawi, ¿estás en tu habitación? Acércate a la ventana.
Eran las once de la noche y ya tenía las luces apagadas. Me levanté con el corazón a mil por hora, pensando qué iba a hacer si veía a Gaspar. ¿Le iba a abrir? ¿o tirar un zapato y hacer que se fuera?
Pero para qué les voy a mentir, si esa perfección andante aparecía por alguna razón bajo mi ventana, era capaz de hacer una escalera con las sábanas y subirlo. Si fuese Rapunzel tampoco dudaría en lanzarle mi cabellera.
Me acerqué a la ventana, sin embargo, no había nadie allí y puse la mayor cara de decepción.
¿Qué esperabas del hermano de tu novio?
Sí, Gaspar jugaba, sin embargo, no había intentado acercarse realmente a mí desde que me hizo escoger entre él y Gastón.
Y yo...escogí al hermano en un intento de mantener la mente fría enfocada en los objetivos, aunque con eso mandé a mi corazón al infierno.
Isla: ¿Qué se supone que tengo que ver?
Gaspar: Espero que no te hayas llevado una decepción al darte cuenta que no era yo. Estoy en la ventana de mi habitación, ¿Viste la luna? Está increíble...me pareció que si está así, se pierde un poco de vida al no admirarla al menos unos segundos.
Era un cielo increíble y mirarlo al mismo tiempo que él me generó un escalofrío, casi como si estuviésemos juntos. Aunque inevitablemente cuando alguien nombraba las estrellas me recordaba a Gustavo y nuestras infinitas citas de observarlas durante horas.
Recordé una frase del principito, porque ya era costumbre enviarnos frases de libros de vez en cuando.
Isla: Me pregunto si las estrellas se iluminan con el fin de que algún día, cada uno pueda encontrar la suya.
Se demoró en contestar. Me quedé sentada en el alféizar de la ventana, abrazando mis piernas con mis brazos. Hacía frío, deseé que él de alguna forma llegara y me abrazara.
Gasparín: ¿Ya has encontrado la tuya? A veces me da miedo escoger una y que no sea para mí.
¿Es este Gaspar Fonseca? ¿El chico idiota y frio?
Isla: ¿Qué le quedará al resto de los mortales. Si tú... que podrías tener la estrella que quisieras te pones a dudar?
Gasparín: ¿La que quiera? ¿Y no va a salir corriendo dejándome con las bragas en la mano?
Me tapé la cara, como si me estuviese diciendo eso frente a frente.
Isla: ¿Nunca vamos a poder olvidar eso?
Gasparín: No. Y menos que después las tuvo Gabriel por un segundo.
Solté una carcajada. De las cosas más vergonzosas que me habían sucedido en mi vida, el chico que me gustaba presenció la más terrible.
Isla: Adiós.
Gasparín: Lo hermoso del desierto es que en cualquier parte esconde un pozo.
Me quedé unos momentos analizando el mensaje. ¿Qué quieres decir, Gaspar?
-Ay, Gaspar me vas a matar -murmuré, caminando hacia mi cama.
***
-¿Entonces las citas ya están definidas? -preguntó Sofía con evidente estado de excitación. No paraba de mover las manos sobre la mesa-. Ya revisé la aplicación y está perfecta. Las apuestas son anónimas lo que hará que no se sientan cohibidos.
Asentí con la cabeza.
-Habrá tres tipos de cita, y una de ellas saldrá al azar una vez que la subasta esté completa. Nosotros nos encargaremos de organizar y armarlas, la idea es que todo salga a la perfección.
-Wow, esa idea me gusta. ¿Qué citas tienen pensadas? -Sofía se mordió el labio. ¿Tenía ella pensado intentar ganar una?
-La primera es en el bar de los padres de Mia. El más popular de Carum -comencé a decir-. Tendrán una mesa especial...
-A mis padres les ha encantado la idea que tuvimos para juntar dinero -interrumpió Mia. Eso de que nosotros tengamos que juntar dinero lo encuentran una excelente idea, tanto que el hecho de que sea a través de subastar cita no les importó. Van a dejar pasar a la zona VIP y tendrán una atención de primera. -Mia alzó las cejas-. Una zona oscura con música a alto volumen, y yo me encargaré de que haya un poco de alcohol. Será asombroso.
-Oh, dios. Eso está perfecto -comentó Sofía, como si le estuviésemos dado la mejor noticia del día, ¿y las otras? -quiso saber, dando un pequeño saltito de emoción.
-La otra es una cita durante el día en un café. También en una zona apartada. Cafés, té y pasteles incluidos. Perfecto para conocerse en un ambiente más tranquilo. Y la tercera opción... -Yo no me encontraba muy a favor de la otra opción, pero Mia, Fran y Aarón se entusiasmaron tanto con la idea que por votación tuvimos que dejarla.
-¿Cuál es la tercera opción?
-Es una cita... que será escogida por los demás estudiantes.
Arrugó el entrecejo.
-¿Cómo es eso? -Sofía dejó de mover los dedos sobre la mesa y se inclinó como si así fuese a entender mejor.
-Supongamos que la cita de Fran la gano yo -comenzó a decir Aarón, lanzándole un beso a Fran-. Y por azar la aplicación dirá que nos corresponde la tercera opción. Entonces la cita de Fran será escogida por los demás estudiantes. Eso quiere decir que habrá un día para enviar propuestas -donde por supuesto, habrá que pagar para proponer una-, y luego una semana en la que el resto votaremos por las mejores. La que gane será la que se hará.
-Y allí podría salir cualquier cosa...
Asentí, cogiéndome el puente de la nariz. Con la suerte que tenía, probablemente me iba a tocar a mí.
-¿Habrá alguna forma de que el resto de los estudiantes sepa quienes han ganado las citas o si las citas se hicieron efectivamente?
-Solo si así lo acuerdan los dos. Si uno no quiere, entonces no se revelará la identidad de quien gane en la subasta, aunque sinceramente este pueblo es tan pequeño que sabremos todos de todas formas -rio Fran.
Oh, no había tenido en cuenta eso.
-Instagram no perdonará -agregó Aarón-, pero bueno...intentaremos que no se sepa si así no lo quieren.
Sofía se pellizcó el labio con la mirada perdida en la mesa. Luego se encogió de hombros.
-Supongo que esa parte no la podamos manejar a menos que tengan una cita en un búnker -Se levantó de su asiento y se colgó la mochila en un hombro-. Maravilloso. La feria será el próximo viernes, las apuestas para las citas se abrirán a las seis de la tarde y se cerrarán a las diez de la noche de ese mismo día. Espero que esa aplicación no colapse. -Sofía cogió su celular y alzó las cejas al ver la pantalla-. Ahora subiré los proyectos que se presentarán en la feria. Esperemos las reacciones con lo de las citas. -Nos cerró el ojo antes de girarse y caminar hacia la salida del comedor, tecleando desesperadamente en su celular.
Cinco minutos después, el sonido de una notificación general se hizo escuchar en el comedor. Había rumores de que algo grande se venía así que estaban todos atentos. Al principio hubo caras de disgusto cuando se enteraron que no habría fiesta, sino una feria, sin embargo, no pasó mucho hasta que se produjo un alboroto en el comedor.
Abrí la notificación, y la frase: Subasta de citas brillaba. Un poco más abajo se encontraban todos los participantes. En total éramos catorce: siete chicos y siete chicas. Los nombres de Gastón, Gaspar y Gustavo Fonseca se hallaban de los primeros.
Ninguno de ellos asomó la nariz por el comedor, yo ya les había advertido a cada uno que se iba a publicar lo de las citas. De pronto Aarón hizo una mueca. La mesa en la que estábamos nosotros la rodearon un montón de chicas desesperadas tratando de saber si era verdad o no.
-¿Cómo lo lograron?
-¿Es verdad?
-¿Gastón no es tu novio?
-¿Gustavo no te odia?
-¿Cómo es posible?
-Ay, dios. Todo es verdad. El próximo viernes podrán ganar una cita con estos chicos y -Mia resopló-. Y nosotras también. Les recomiendo hacerse un usuario de inmediato. Podríamos cobrar por hacer usuario -murmuró Mia por lo bajo.
Una chica se llevó la mano al pecho.
-¿Me están diciendo que tengo la oportunidad de tener una cita con Gaspar Fonseca? -Corrió la silla que se encontraba junto a mí, y abrió los ojos enormes y desesperados, esperando a que alguno respondiera.
No.
-Sí -gruñí. Fran me dio un toque con el pie por debajo de la mesa-. Y será una cita asombrosa si es que te la ganas -continué, con una sonrisa falsa.
-No sé por qué te ilusionas tanto Bea, probablemente la gane Romi, ya se lo está tirando.
¿Ahora hay una Romi?
La chica a mi lado bufó.
-No lo creo, pero bueno ya sabes... es lo que hace Gaspar. Solo hay que ser lo bastante afortunada.
-Y después andarás llorando como el resto de las chicas. Vania todavía cree tiene una oportunidad con él.
Ya no podía más de esa conversación, así que me levanté del asiento y me encaminé a la siguiente clase. Fuera del comedor, alguien me cogió del brazo y me arrastró a un salón cercano. Tan propio de él, que sin mirarlo ya sabía quien era.
Gustavo me dio la espalda mientras avanzaba al centro del salón, y se peinó su cabello negro con los dedos. Al parecer estaba haciendo más ejercicio que antes porque la camiseta le apretaba en la espalda.
-¿Ya te arrepentiste? -pregunté, en un susurro.
Se giró, y se sentó en una de las mesas.
-No, aunque quiero asegurarme si con esto estoy perdonado de todo lo que he hecho. -Se encogió de hombros-, porque sabes que esto lo hago por ti. Y además -agregó, mordiéndose el labio-. No te he molestado.
-Estás totalmente perdonado Tavo, y gracias por...
-No, no me agradezcas por favor -continuó, llevándose una mano temblorosa al puente de la nariz-. Porque siento que no puedo más.
¿Temblores? ¿Drogas?
-¿Lo hiciste hoy? -pregunté, acercándome. Ese chico me preocupaba más que nadie, lo quería y de alguna forma me sentía responsable de lo que le sucedía.
-Sí, y es extraño porque tú huiste de mí precisamente por las drogas. -La palabra drogas me dio escalofríos. Se bajó de un salto de la mesa y caminó hacia mí-. Y ahora lo he vuelto a hacer, y creo que estoy haciendo lo mismo que tú.
-¿A qué te refieres?
-A hacer cosas para alejarte. Así que cambié de opinión.
-¿No harás lo de la cita?
-Sí, eso lo haré porque te di mi palabra -dijo, sonriendo y pasando la lengua por sobre su labio-, pero ganaré la cita contigo. No te dejaré ir, Isla Ferrer. Te perdí, acepté ser tu amigo, y como amigo te confieso que no te dejaré ir. Que sé que dentro de tu corazón aún me quieres, aunque sea un poquitito.
Lo que faltaba.
Oh dios, si llegaba a los oídos del señor Alonso o de Gerardo Fonseca que yo había ganado la cita con Gaspar, o Gustavo ganado la cita conmigo... iba a quedar un desastre.
-Gustavo...yo...no...tú -balbuceé como idiota. ¡Ay! Si la vida seguía enviándome ese tipo de desafíos me iba a volver loca. Me observó con sus ojos clavados en mí y se llevó la mano al cuello, rozando con sus dedos sus tatuajes de la misma forma que yo lo hice muchas veces. Podía pasar horas recostada en su pecho trazando con las yemas de mis dedos sus tatuajes, por todo su cuerpo.
-Sí, yo sí. Mira Isla, ha pasado más de un año y ¿qué quieres que haga? Estoy loco por ti. Y te daré otra prueba de amor -soltó riendo. De su bolsillo sacó dos bolsas pequeñas. Una con un polvo blanco y la otra con pastillas-. Es lo último que tengo, te lo juro. Toma -dijo, en una de las ideas más locas que había tenido. Abrió mi mano y puso la droga en la palma.
-¿Estás loco? -dije, tirándolas al suelo-, Dios, Gustavo. Estas ideas se te ocurren a ti no más, ¿cómo me entregas drogas en la escuela? -pregunté, en voz baja. Las recogí y las guardé en mi bolsillo.
Hizo un puchero, y se rascó la nuca.
-Creo que no lo pensé bien. Y toma -dijo, extendiendo un papel-. Te escribí algo.
-Oh. -Fue lo único que salió de mi boca. Hace mucho que no leía un poema escrito por él. Cogí el papel y sonreí.
-Cuando seas famoso por tus escritos, esto valdrá una fortuna.
-Si me hago famoso no necesitarás una fortuna, me tendrás a mí y con eso será suficiente. Y a choclito.
Solté una carcajada.
-¿Quién es choclito?
-Nuestro futuro perro. -Se escuchó ajetreo en el pasillo-. Ok, me iré a clases.
-Gustavo, ¿qué hago con esto? -dije, señalando mi bolsillo. Sentía que la droga me pesaba, y que casi que estaba gritando que allí las tenía.
-Bótalas. -Me dio un beso en la frente, y avanzó rápido hacia la puerta. Cogió el pomo, y sin mirarme dijo-: ¡Y yo ganaré esa cita contigo!
Salí para continuar mi camino hacia el salón de clases. Mi celular vibró. Tenía un nuevo correo electrónico. Me detuve en la mitad del pasillo al leer quien me lo enviaba: Karina White. Lo abrí con los dedos temblorosos.
Isla, no sabes lo increíble y extraño es recibir un correo de tu parte. La próxima semana estaré en Hamil viendo un tema de la propiedad de mis padres, ¿te parece si nos reunimos? Estaré durante sábado y domingo. Me comentas que día podrías tú reunirte y yo voy a organizar mi agenda según lo que me digas.
No puedo aguantar para verte
Gracias,
Karina White.
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Holaaaaaa, espero que lo hayan disfrutado!! Si les gustó no olviden darle click a la estrellista
#Los papás de Fran felices por la relación
#Gaspar presionando para que gane esa cita
#Gustavo siendo Gustavo
Muackkkkkk
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