23. Algunos secretos en el aire.

Carum, 2019

Isla

Levanté la cabeza en cámara lenta. Todo el frío que se cernía sobre Carum se instaló en la mirada de Gaspar. Solo la mesa nos separaba, sin embargo, me sentí más lejos que nunca. Negué con la cabeza, como si tuviese que darle explicaciones. Y él puso una expresión de desagrado antes de apartar su mirada de mí. Se giró hacia Fran.

Puta madre.

Nadie le decía Tavo a Gustavo, y claramente era algo demasiado intimo como para inventar una excusa. No se la creería nadie. Aunque Gaspar no tenía cómo saber con seguridad que se trataba de su hermano.

Gustavo: Lo haré, Isla. Ven ahora. Te doy dos minutos.

Dios, ilumíname con paciencia, por favor.

Me cogí el puente de la nariz. Ahora era yo quien estaba a punto de lanzar la mesa lejos. Y me puse de pie. De todas formas necesitaba aire.

Con la excusa de ir al baño, caminé furiosa hacia el jardín. ¿Cómo le había enviado ese mensaje a Gaspar?

Soy una idiota.

Me encontré a Gustavo en el patio, y caminé hacia el dando zancadas -sin saber qué iba a hacer exactamente cuando llegase junto a él- pero hervía de enojo. Hasta que se giró, y pestañeó rápidamente.

-Como me vuelvas a amenazar... -comencé a decir.

-¿Qué? ¿Qué harás? -dijo, acercándose. Me detuve en seco-. ¿Te enojaste conmigo, Isli? -preguntó. Noté su tono burlesco.

-No me gusta que me amenaces -gruñí-. No tengo por qué seguir tu juego.

-No puedo -dijo, alzando los brazos-. Mierda Isla, me lo pones difícil. Te dije que iba a tratar de ser mejor pero apareces tú y tengo ganas de...

-Este no es momento -murmuré, entre dientes, y con un hormigueo en el estómago-. ¡Además me equivoqué y le envié un mensaje a Gaspar!

-¿Y qué me importa? Yo te quiero -confesó, refregándose la cara con la mano.

Los efectos de Gustavo comenzaban a aparecer, y me vi luchando para no correr a abrazarlo.

-¿Entonces cuando es el momento? Porque te he dejado en paz dos semanas. Y...-Tomó aire, y agregó-: y ha sido una mierda.

-Y luego vienes y me amenazas.

Asintió.

-Y luego vengo, y de esa forma te digo que no quiero tenerte cerca si no te tengo. Prefiero que te vayas lejos. ¿Lo ves? Así es como he cambiado, aunque -dijo, alzando una mano-, tengo un plan.

Hasta me pareció adorable que pensara que sentir algo así, era cambiar.

-¿Cuál?

-Intentaré ser tu amigo, y así verás que soy diferente, que por ti puedo cambiar la posición de las estrellas si así lo quieres. -Se llevó una mano al bolsillo, sacó un cigarrillo, y a medio camino de encenderlo, agregó-: O si quieres puedo destruirlas, eso se me daría mejor.

Me esforcé en vano por no reírme, y él lo hizo conmigo.

Tuve ganas de decirle que no podía ser su amiga, que mi corazón seguía dañado por su culpa, que recordaba lo que me había hecho llorar; y que tenía miedo de caer en él, de perderme, de enamorarme otra vez. Sabía que él podía hacerlo, tenía esa capacidad sobre mí, y aunque lo evitara, y aunque mi corazón quisiese intensamente a Gaspar, presentía que gran parte de Gustavo y nuestra historia seguía allí, aguardando en un lugar oculto de mí. Pero me quedé callada, no quería una guerra, quería paz. Y quizás en uno de los millones futuros posibles, quizás había uno en que Gustavo era mi amigo y no era un completo idiota obsesivo.

-¿Amigos? -dije, sonriendo-, ¿estás dispuesto a ser mi amigo? A mí...eso me encantaría.

-Sí, me importas tú. No quiero... no quiero molestarte -confesó, bajando la mirada. Se me partió el corazón al verlo vulnerable, porque sabía que le costaba a niveles superiores, e incluso -hasta ese instante- pensé que imposibles para él.

Gastón apareció en el patio, y pasó su brazo por mi espalda.

-Paula los está esperando, ya vienen los postres -dijo, animadamente. Le sonreí, sabía que esa era su parte favorita, y la mía también. Lo rodeé por la cintura, ante la mirada atenta de Gustavo.

-Y hay brownie -murmuré.

-Yo voy en un rato, me fumaré un cigarrillo -dijo Gustavo, como si le costase hablar. Me cerró un ojo-. Me portaré bien.

-Gracias -susurré, sorprendida de no lanzarse sobre Gastón por tocarme.

¡Ay!, si Gustavo hablaba en serio recién comenzaba a ver los frutos de mi relación falsa con Gastón. Un nudito se me formó en el corazón, al girarme y dejarlo allí. ¡Qué difícil alejarse otra vez!, sentía que cada vez que hablaba con Gustavo me transportaba a la vez que lo dejé en L.A.

Sentí mis ojos vidriosos, y al parecer Gastón presintió lo que pasaba porque en el pasillo cuando íbamos solos, me apretó cariñosamente el brazo.

-¿Estás bien?

-Está funcionando -susurré-. O eso creo.

-Me alegro -dijo, desordenándome el cabello-. Lo siento, es que estás muy bonita.

Me salió una carcajada, y lo empujé cariñosamente. Hace días que no estábamos completamente solos, y no había tenido tiempo de conversar sobre mis sentimientos.

-Gastón... -Sentí el impulso de contarte lo que sentía por Gaspar. Finalmente éramos amigos, ¿y él debía entender o no?

-Debería haber comido menos en la cena -gruñó interrumpiéndome, justo cuando la mesa cubierta con canapés apareció frente a nosotros-. ¿Qué cosa?

Sacudí la cabeza.

-Te lo diré más tarde.

Gustavo llegó al rato. Y el resto de la velada se dio tranquila...hasta que la persona que se había mantenido más en silencio, hablo:

-Estoy feliz de su relación -comenzó a decir Gabriel de forma que todos escucháramos-. Desde que los vi juntos sabía que terminarían en algo. Son bastante parecidos. -Me miró, y sonrió-. Y ahora eres como una hermana para nosotros, te cuidaremos, Isla. -Me sorprendí de sus palabras falsas. Aunque por supuesto eso no fue todo, continuó-: Así como después de la fiesta en el bosque, donde Gaspar te trajo a la casa y se quedó aquí contigo porque no te sentías bien -agregó, con una sonrisa perfecta. Varios quedamos con el tenedor a medio camino a la boca. Dejé de respirar, y vi venir un huracán hacia mí-. O como Gustavo se ha encargado de que nadie siquiera se atreva a mirarte mal en la escuela, si hasta pareciera que se conocían de antes.

Oh, maldito renacuajo te voy a sacar esos dientes perfectos.

Me imaginé subiéndome a la mesa y avanzando entre platos y copas hasta llegar a él.

-Gracias, son...son muy buenos conmigo -tartamudee. Fue todo lo que pude decir. De reojo vi el puño de Gustavo sobre su regazo, y golpeé con mis dedos la mesa, delicadamente. Varias veces en L.A, ocupé eso para tranquilizarlo cuando había más gente. Llevaba su atención a mí, para que enfocase su energía en otra cosa. Y él siempre, se relajaba y besaba mi mejilla. Esta vez estiró su mano por debajo de la mesa y me dio un toquecito en la pierna.

-Que lindas palabras. -Gerardo le palmeó la espada a Gabriel-. Bienvenida a la familia Isla, a todos ustedes. -Se corrigió mirando a Fran y a sus padres.

Gabriel dio un sorbo a su vino e interrumpió a Gerardo que iba a seguir hablando.

-Oye Gustavo, ¿tienes un tatuaje de color? ¿Qué es? -preguntó.

-Un mapa -respondió, secamente.

Por favor, que se abra la tierra y me trague.

Un poco más en esta cena y se terminará revelando que he besado a tres de los hermanos.

Gaspar tenía esa mirada de alguien que está sospechando cosas.

-Ah, pero parece...-comenzó a decir Gabriel.

-Aquí tengo fotos de la cascada -interrumpió Gastón. Y mostró una foto de los dos sonrientes y abrazados. La habíamos sacado especialmente para la cena.

-Ohhhh que bonitos -dijo Paula, sin embargo, nos distrajimos porque sonó una silla correrse y arrastrarse por la madera del suelo.

-Yo me debo ir. -Gaspar se encontraba de pie junto a la mesa, ninguna expresión cruzaba por su cara-. La cena ha estado muy rica, pero debo ir a ayudar a Ian, hoy es su cumpleaños.

La aspereza de sus palabras me indicó que había algo más. ¿Se enojó por lo de Gustavo? ¿la foto con Gastón? ¿ninguna de las anteriores?

Gaspar estaba de perfil. Su trasero se marcaba a la perfección con sus jeans oscuros. Cogió su chaqueta de mezclilla de la mesa y se la echó al hombro.

-¿No te querrás a probar los postres? Francia hizo varios -dijo el señor Alonso. Si yo ya me encontraba hundida en la silla, Francia pareció que se escondió debajo de la vergüenza.

-Seguro están muy buenos, ¿me llevas uno a la escuela? -le preguntó, sonriente. Se sacudió el cabello-. O bueno... tendremos una fiesta en la casa de un amigo, ¿quieres venir?

No podía con esa escena.

Todo mi cuerpo se tensó al ver a quien me gustaba, invitando a una fiesta a mi mejor amiga. Mi respiración se volvió pesada de un momento a otro, mi corazón ya era un desastre en confusión y paranoia. ¿Cómo iba a conquistar a Gaspar? Bajé la mirada y entendí completamente la respuesta de Fran. No tenía opción, literalmente la invitó a salir frente a ambas familias.

-Ehhh, está bien... Iré con Isla.

Tragué saliva. Él se encogió de hombros como si le diese lo mismo.

Y me sentí como un bicho miserable en el mundo. Y yo no era estúpida, ¿Gaspar se había puesto celoso? ¿lo hizo a propósito?

De repente, me di cuenta de que Gaston me estaba ignorando.

Ya se había enterado que mi parte del trato de no meterme con Gaspar se fue a la mierda, luego de que Gabriel dijera que me fui con él a la casa.

No escojas a Gaspar por sobre mí.

Rayos.

-No es... -comencé a decir, inclinándome hacia él.

-No importa -respondió, secamente-. Hablemos en otro momento.

Resoplé, tampoco le iba a reprochar su actuar frente a todos, aunque ganas de golpearlo no me faltaron. ¿Qué se creía? ¿me estaba juzgando?

Tenía unas ganas horrorosas de levantarme de esa mesa e irme a encerrar a la habitación. Era demasiado drama para una sola persona, y yo no era la protagonista de una novela.

-Así que te vino a dejar -susurró Gustavo entre dientes. Al parecer se estuvo mordiendo la lengua para no decir nada, sin éxito. Con el dedo se separó el cuello de la camisa, como si necesitase aire-. Eso no quedará así como así.

-¿Qué pasó con la conversación de antes? Compórtate.

Gruñó por lo bajo, y le dio una palmada a la mesa que solo yo noté.

-Está bien, amiga. -Suspiró-. Perdón por no notar que te sentías mal en esa fiesta, así me doy cuenta de que he actuado mal, después de todo, eres una de las personas más importante para mí.

No quería mirarlo, suficiente tenía con sus palabras, olor, y su calor junto a mí.

-¿Tú realmente crees que podemos ser amigos? -pregunté, en un susurro. No sé por qué lo dije, pero me arrepentí de inmediato.

-¿Por qué no? ¿por que te he hecho gritar mi nombre mientras te follo?

Ahogué un grito de sorpresa, a la vez que Gastón se giraba con la expresión de haber escuchado perfectamente. Para variar, el trozo de pastel se fue por el lado equivocado y empecé a toser.

¿Cómo podía ser tan deslenguado? Escogió el peor momento para ser así.

-¿Isla, estás bien? -preguntó Gustavo. Me tocó la espalda y me dio unas palmaditas.

-Sí, sí gracias -respondí, bebiéndome el vaso de agua de Gastón por completo.

La cena terminó media hora más tarde aunque solo quedaban Gerardo, Olivia y Gastón. Gabriel y Gustavo se habían ido juntos cuando Olivia comenzó a contar sobre su infancia en algún país de Europa.

-¿Vamos al patio? -pregunté a Gastón. Él asintió y me siguió.

-Así que yo te buscaba por el bosque y tú estabas con mi hermano aquí -dijo, alzando una ceja.

-Así que hay una fiesta a la que no me invitas -repliqué, y al no escuchar nada de su parte, agregué-: Me desmayé. Me asusté en el bosque, corrí a tu casa y me desmayé. Gaspar me encontró y me trajo.

Se encogió de hombros, le iba a sacar un mechón de cabello que caía en su ojo y detuvo mi mano en el aire.

-No hagas eso -dijo, esbozando una pequeña sonrisa-. Que a falta de contacto, me puedo confundir -rio. Alcé las manos, como si me estuviese rindiendo-. Y no quiero que eso suceda. ¿Vas a la fiesta? Perdón, se me fue decirte. -Se rascó la nuca-. Le puedes decir a tus amigos -se apresuró en decir.

De repente se me vino el recuerdo de Fran hablando de Gastón. ¿Y si actuaba de cupido? ¿lo hacía porque sentía que harían bonita pareja o para separar a Gaspar de ella? Asentí, y nos quedamos mirando, parecía que cada uno tenía algo que decir en la punta de la lengua. Me adelanté, simplemente porque existía una posibilidad de que él se estuviese confundiendo.

-Lo besé -confesé, con un hilo de voz.

Me miró dolido, aunque no sorprendido.

-¿Gaspar?

-Sí...

-El te hará sufrir Isla, no lo hagas. Sigue mi consejo, como amigo tuyo y hermano de él. No lo hagas, yo lo conozco. -Asentí, creyendo en sus palabras-. Y yo no podría seguir siendo tu amigo y ver como te destruye.

-No...¿no estarás exagerando? -pregunté, con un hilo de voz.

Negó con la cabeza.

-Yo no me quedaría a ver cómo te derrumba y quedarme de espectador a tu lado. Sería como que empezaras a drogarte, lo siento... pero no sé. Me importas mucho, nunca me había sentido tan cómodo con una chica.

Sus palabras se me hicieron demasiado fuertes. Justo los padres de Gastón se asomaron al patio para despedirse, él decidió irse con ellos

-Gastón -dije, en voz baja-. Déjame equivocarme, no me separes de ti. Y los ojos se me llenaron de lágrimas-. Suspiró, y me abrazó. No supe si lo hizo porque lo sentía o porque sus padres estaban allí. Antes de que se separara susurré en su oído-: Cookie. Eres mi favorito de todos los Fonseca del mundo, no lo olvides. Y no escogería a ninguno por sobre ti.

Y así era, no lo dudaba. Escucharlo decir que se iba a alejar de mí, dejó un vacío inmediato. No, en poco tiempo se había convertido en mi mejor amigo, mi cómplice y compañero de aventuras. No lo quería perder, pero también quería acercarme a Gaspar, incluso si eso era una equivocación.

___

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top