22. Un mensaje equivocado.
Carum, 2019
Isla
Y llegó el día de la tan esperada cena entre los Alonso y los Fonsecas. Se tuvo que retrasar algunas semanas por la apretada agenda que tenían. Sin embargo -a pesar de que casi me hice la enferma para no tener que participar- no me pude escapar.
No había tenido nada de contacto con Gaspar, más que verlo en clases; evitaba a Gustavo lo más que podía en la escuela; Gabriel parecía tan metido en sus exámenes que no tenía tiempo para mí, y no supe si había sido él o no lo del corte de luz. Así que solo pasé tiempo con Gastón creando planes de cómo averiguar más sobre nuestros padres, y saliendo para todas partes como si fuésemos novios de verdad. Aunque la mayoría del tiempo lo hacíamos con Francia, Aarón y Mia.
Varias veces giré mi celular en la mano, pensando en enviarle un mensaje a Gaspar pero no me atreví. Él era extraño y no acababa de descifrarlo y probablemente nunca lo hiciese. Pensé que luego de nuestras horas conversando el día que fue a hacer la tarea conmigo las cosas entre nosotros cambiarían, sin embargo, él seguía siendo el mimo idiota indiferente, con esa actitud de: soy demasiado para el resto o incapaz de sentir algo.
-¿Desde cuando te pones tan tímida con los chicos? La isla de Los Ángeles ya le habría respondido varias historias de Instagram, comentado un par de fotos, y enviado mensajes. -Fran me tocó la cabeza-. ¿Tienes fiebre o te gusta mucho?
-Parece que me gusta mucho -confesé, con un nudito en el corazón. No era fácil reconocer algo así para alguien que se había propuesto no volverse a enamorar.
-Y aquí estás tú, perdiendo todo el tiempo del mundo. Ay cariño, ¿en qué momento pasaste de le voy a romper el corazón a babeo por él?
Me encogí de hombros, sintiéndome el ser más desdichado del planeta.
-No sé. Wattpad tiene la culpa. Pedí el chico guapo e interesante, y llegó. Pero no quiere nada conmigo. Los escritores de mi historia se equivocaron.
Soltó una carcajada.
-Yo creo que ya tuviste tu historia de novela cliché. Con nada más ni nada menos que su hermano. No le pidas más a la vida.
-¿Y a dios? -Miré al cielo-. Diosito dame otra oportunidad con un Fonseca, con Gaspar, ¿ya?
Recibí un golpe en la cabeza.
-Si yo fuera tú, en vez de a Gaspar miraría a Gastón.
-¿Gastón?
-¿Por qué no? Es la mejor versión de ellos. Guapo, entretenido, simpático, no tiene esa actitud de yo domino el mundo de sus hermanos, es interesante...¿por qué me miras así?
-Francia Alonso, ¿te gusta mi novio falso?
-¿Qué? -dijo, con más estupefacción de la necesaria.
-¿Te gusta Gastón?
Negó con la cabeza.
-Solo dije que era el mejor de ellos, pero no me gusta.
-Ay, no me lo dirías ni aunque te tuviera las bragas por las rodillas.
-Isla, ¡Por favor! -Loreta, se llevó los dedos al puente de la nariz. Nos metimos tanto en la conversación que no nos dimos cuenta que Loreta se encontraba ordenando un estante en la cocina. Tomó tres respiraciones y se rezó un ave maría antes de continuar-: ¿cómo es eso que has dicho?
-¿Qué sucede? -El señor Alonso, entró seguido de Paula. Sentí mis mejillas sonrojándose.
Ay Loreta, no lo digas.
No lo digas.
No lo digas.
-Dijo algo no digno de una señorita.
-Loreta, ¡Todos decimos groserías cuando no creen que nos escuchan! -Paula se rio. Miró al padre de Fran, ¿vamos?
-Groserías ni que nada, vulgaridades -continuó ella. Muchas gracias, vieja metiche-. Y unas semanas atrás la vi salir en la noche cuando el resto dormía.
Ok, no te pases.
De repente, todos me observaban.
Paula después de pensarlo un segundo, se acercó.
-Isla, nosotros estamos a cargo de ti. No nos meteremos en tus asuntos personales con tu novio, por supuesto. Pero no puedo permitir que salgas de noche sin que yo lo sepa. ¿Y si te sucede algo? A mí...este pueblo no me gusta mucho -Paula me miraba seria-. Tu madre me mataría. Y una de las reglas de esta casa, cariño, es no salir durante la noche, por favor.
Asentí, sintiéndome un poco mal. Ella me había dicho eso desde el principio.
-Lo siento, no se volverá a repetir.
Y al parecer las palabras suaves de Paula no agradaron en nada a Loreta, que tuvo que agregar algo más.
-Y yo no creo que haya sido para ver a su novio precisamente.
No soy agresiva, pero admito que tuve que hacer un esfuerzo sobrenatural para no lanzarle una manzana por la cabeza.
El señor Alonso pasó por varios estados según su expresión. Al principio pareció no entender, después me miró asustado, y después yo creo que unió los hilos de lo que significaría que yo engañase a Gastón porque se desfiguró.
-¡Es mentira! -Me defendí-. Estaba con Gastón.
-Pero que no se repita -dijo Paula. El padre de Fran se calmó al ver la reacción tranquila de su esposa-. Hoy es la cena, no lo olviden -recordó antes de salir.
Preparándome para la cena me llegó un mensaje.
Gaspar: Solo con el corazón se puede ver; lo esencial es invisible a los ojos.
¿Y me hablas como si nada luego de semanas?
Aarón: Mis beibis, hoy tenemos fiesta.
Mia: ¿Dónde? Voy.
Fran: No podemos tenemos una cena con mis padres y los Fonseca :( (¿Y es domingo?)
Mia: ¿Puedo ir a espiar por la ventana?
Fran: Sí, ¿qué culo quieres ver? Así te digo por cuál ventana asomarte.
Mia: Cualquiera (menos Gastón obvio jeje)
Aarón: ¿aló? ¿Estoy aquí? Además tengo entendido que ellos van.
Fran: ¿Cómo?
Aarón: Sí... es en la casa del mejor amigo de Gaspar, Ian.
Isla: Creí que no tenía amigos...
Fran: Ok, vamos.
Fruncí el ceño porque no estábamos invitadas y un poco porque Gastón no me dijo nada sobre ninguna fiesta.
¿Estás loca?
¿Recuerdas que no eres su novia de verdad?
***
-¡No! ¡por supuesto que no! Ya está la mesa preparada -dijo Paula. Desde la puerta abierta de mi habitación escuché a personas entrando a la casa. Mis pesadillas. Tragué saliva e inspiré nerviosa. No sabía por qué me sentía así, era difícil achacar a solo uno de ellos que mi piel estuviese erizada, y que ya casi no me quedasen uñas en las manos.
Un desastre.
-¿A quien quieres matar de un infarto? -preguntó Fran, entrando a la habitación. Su cabello castaño se encontraba amarrado en una hermosa trenza, llevaba un vestido apretado color azul que le quedaba maravilloso. Le sonreí-. No, en serio. Cada curva de tu cuerpo se marca, sobre todo tu trasero. -Alzó las cejas, y se cruzó de brazos-. El que quieras caerá rendido, ¿quieres que te maquille los ojos? Creo que un cat eye te vendría perfecto.
-¿Tú crees? -Sentía que mi vestido negro ya era bastante llamativo para una cena, sin embargo, lo de la fiesta lo llevaba dando vueltas bastante rato... porque allí iba a estar Gaspar.
Y yo no era la chica que se quedaba esperando a que el hombre se decidiera -o a menos de eso intenté convencerme- así que iría por él. Fran, como siempre, leyó mis pensamientos.
-Gaspar no podrá resistirse a ti cariño. Imposible. Si me gustaran las mujeres, serías mi primera opción, ¿lo sabes?
-Yo escogería a Mia -repliqué.
-¡Hey!
-Es broma -dije abrazándola. Tomó un lápiz de ojos de mi escritorio, y lo alzó entre nosotras. Con un hormigueo en el estómago la dejé que me maquillara los ojos.
Mientras bajábamos las escaleras sentí que estaba a punto de vomitar de puro nervios.
¿Cómo me metí en todo esto?
Esa pregunta era una constante en mi vida.
A las primeras personas que vi fue a Gerardo y a Olivia -que por cierto se veía como una mujer muy seria y correcta, pero con una sonrisa amigable- y me negué a mirar a sus hijos a su lado, así que sin hacer contacto visual fui a saludarlos educadamente. Gerardo me observó sorprendido.
-Isla -dijo, entrecerrando a los ojos. Pensé que quizás él estaba viendo a mi mamá en mí.
Alguien carraspeó a su lado, era Gastón observándome, algo nervioso. Lo entendía. Sus padres por fin aceptaban una relación de uno de sus hijos. La noche debía salir perfecta porque
le preocupaba lo qué sucedería si se dieran cuenta que todo era una farsa. Y le asustaba perder el apoyo conseguido para ser más libre y estudiar lo que él soñaba.
Gastón iba con jeans tipo jogger y una camisa gris, con los primeros botones desabrochados. Demasiado guapo, y por un segundo deseé que él me gustara. No sé por qué tuve ese pensamiento en ese momento. Quizás era la presión de lo que sucedía, o quizás... pensaba que todo sería más fácil si fuésemos reales.
Estuve a punto de saludarlo con un beso en la mejilla, sin embargo, a medio camino recordé que era mi novio. Y estaba muy consciente de que los demás nos observaban atentamente. Así que me apoyé en la punta de los pies para darle un beso pequeño en los labios, aunque él me agarró la cara y me dio un beso corto y fuerte. Y me separó. Sus labios eran suaves, y a pesar de que ninguno de los dos abrió la boca, sentí que me dejó un sabor a menta bastante agradable.
-Hola, Cookie -dijo, poniendo un mechón de cabello tras mi oreja. Mis mejillas se colorearon y presentí que más tarde me iba a molestar por eso. Lo iba a abrazar cuando alguien interrumpió el romanticismo.
-Vaya mierda -gruñó Gustavo, poniendo énfasis en la palabra mierda. Habló con tanta aspereza y odio que hizo que todos cerraran la boca de golpe y se giraran hacia él.
Si pasaba una hormiga, la podríamos haber escuchado a la perfección.
-¿Perdón? -Gerardo se giró en su dirección, impactado, y avergonzado.
Continué mi camino hacia los brazos de Gastón, buscando en mi cerebro algo que decir: una palabra, frase, pero nada. Vacío. Si no hubiese abrazado a Gastón, me habría hecho una bolita en el piso.
-Nada, que nos han adelantado una tarea -explicó Gabriel mientras miraba su teléfono.
-Sí, recién me entero -murmuró Gustavo. Tenía claro que a él tampoco le convenía avergonzar a su padre o hacerlo enojar.
Gerardo aceptó su respuesta un poco reticente, no sé si se percató que Gabriel y Gustavo no iban en el mismo curso. De reojo vi que Gabriel le palmeó la espalda a Gustavo, y le comenzó a hablar de algo de computadores. Los demás reanudaron sus conversaciones.
Y yo me pregunté qué tanto sabía Gabriel de Gustavo y yo.
Avancé para saludar al siguiente Fonseca, Gaspar. Envuelto en una nube de su perfume delicioso. Hizo que mi corazón se acelerara de inmediato. Sus ojos celestes impactando sobre los míos fue suficiente para que tuviese que tomar aire abruptamente. Pero eso no se comparó cuando vi que en su camiseta blanca tenía un bolsillo azul. Y en él había un dibujo: el principito y su rosa.
Se me fue todo el aire y por un segundo me quedé congelada.
-El principito -dije, señalando el dibujo. Levanté la mirada, y parecía que él reprimía una sonrisa en su intento de ser serio. Sus ojos brillaban.
-Lo he estado leyendo últimamente -respondió, secamente. Le sonreí.
-Yo también -murmuré, sintiendo ganas de lanzarme a sus brazos y besarlo, así como ya lo habíamos hecho.
-Hola -Gustavo se acercó. Tuve que hacer un esfuerzo para no golpearlo por lo de antes, y también -por su cara- me di cuenta que no le gustó para nada mi complicidad con Gaspar. Estaba vestido con una camisa blanca a través de la que se traslucían sus tatuajes. Gaspar se separó de nosotros y fue a saludar a Fran.
-Lo hiciste a propósito -murmuré mientras me acercaba a su mejilla-. Es tu hermano.
-¿Que qué hice a propósito? -preguntó, en voz alta. Todos se giraron para enfocarse en mí y mi respuesta. Y él se rio juguetonamente-. Sí -susurró para que nadie escuchara.
Le di una palmadita en el pecho.
-¡Siempre me molestas! -reí falsamente.
Pensé seriamente en no saludar a Gabriel, pero alguien se podía dar cuenta, cuando me acerqué, él me abrazó como si fuésemos amigos.
Idiota.
Caminamos al comedor, y no sé cómo quedé sentada entre Gastón y Gustavo. Gaspar se sentó frente a mí, lo que me estresó porque me puso nerviosa durante toda la cena, con su mirada que a veces sentía sobre mí.
¿Cómo se come?
¿Cómo se bebe agua sin tragar sonoramente?
¿Estoy haciendo mucho ruido al masticar?
-Isla, deberían ir a la cascada que está cerca. Es perfecta para pasar una tarde -dijo, Olivia. Le sonreí.
-Sí, fuimos el sábado -dijo Gastón, omitiendo el pequeño detalle de que estuvimos con Fran, Aarón y Mia. Y yo no lo comenté tampoco. Gustavo se iba a enojar mucho con la historia, y además -lo admito-, quería saber si eso generaba algo en Gaspar-. Estuvimos allí toda la tarde, ¿cierto? Aunque a Isla se le quedó el bañador.
-El agua era transparente -agregué, sin embargo, no terminé allí como debería haberlo hecho-. Y me caí al agua con toda mi ropa apenas llegamos, me subí a una pierda y me resbalé -reí, recordando claramente el momento. Fran había llegado a llorar de la risa, sobre todo porque yo dije repetidas veces en el camino que no me iba a meter al agua porque no hacia tanto calor como para eso.
-Después me mandó a poner toda su ropa en una piedra alta para que se secara rápido -gruñó Gastón, fingiendo enojo.
-¿Y qué hiciste? -preguntó Gerardo, inocentemente. Me quedé callada porque lo que había hecho era ponerme una camiseta que Gastón llevaba en el coche que me llegó hasta los muslos. Sin nada abajo.
-Se puso mi camiseta -comentó él, encogiéndose de hombros.
Demasiada información, Gastón.
Gustavo golpeó la mesa, hastiado. Di un sobresalto y se me cayó el tenedor de la mano. Se puso de pie, haciendo tambalear la silla. Lanzó una mirada de odio, y exhaló fuertemente, conteniendo las ganas de dar vuelta la mesa.
-Disculpen, iré a fumar -comentó, con una sonrisa evidentemente fingida-. Perdón es que he tenido un problema -dijo, señalando su celular.
-Te acompaño -Gabriel hizo el ademán de levantarse.
-No -gruñó, antes de girarse e irse. Y Gabriel no intentó ir. Lo entendí, cuando Gustavo se enojaba más valía no estar cerca.
Se instaló el silencio por unos segundos. Gustavo, como siempre, rompiendo toda la paz. Las cosas no podían ser tranquilas cuando él se hallaba en un lugar, era una bomba que en cualquier momento y por cualquier cosa podía estallar. Tenías que andar con cuidado.
Ay, si...ya lo sabía yo.
Pero como la mayoría lo conocía, su cambio de humor y su rabieta repentina, no extrañó a ninguno más que a los padres de Fran que disimularon bastante bien. Así que rápido la conversación se animó de nuevo.
Mi celular se iluminó sobre la mesa.
Gustavo: ¿Me estás jodiendo? ¿por qué no cuentan que tuvieron sexo toda la tarde mejor?
Solté un bufido.
Isla: ¿Por qué no dejas de hacer show y vuelves a la mesa?
Gustavo: No puedo, no puedo dejar de mirarte. Mierda, esto es difícil. ¿Puedes venir?
Isla: No, no puedo.
Gustavo: O mañana mismo hablo con tu madre, y de alguna forma haré que te devuelvas a Los Ángeles.
Gaspar: Que grosera estar con tu teléfono durante la cena.
Isla: Tavo...Vete a la mierda, ¿qué te pasa? ¿por qué no maduras de una vez? Déjame tranquila.
Presioné enviar tan fuerte que el celular se tambaleó en mi mano. Y leí el mensaje que estaba sobre el mío, no era el de Gustavo.
Mierda.
Mierda.
Mierda.
Se lo había enviado a Gaspar.
____
Me retiro lentamente...
¡Espero que les haya gustado!
Muuuuchos cariños <3
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