16. Un juego y varios besos


Carum, 2019

Isla

Gaspar se quedó unos instantes procesando mis palabras. Chasqueó la lengua.

—Bueno, yo me iba a una fiesta a beber alcohol —señaló su mochila, y la sacudió. El vidrio chocando hizo eco en mi habitación—. No me voy a quedar acá encerrado haciendo nada.

—¿Qué dignifica eso?

Extendió lentamente una sonrisa, y sus ojos emitieron un destello penetrante.

—Que eres la primera afortunada de una noche bebiendo con Gaspar Fonseca. Felicitaciones. Ponte cómoda. Se me cayó una botella en la fiesta, pero tendremos suficiente.

Entrecerré los ojos.

—Oh... no... no.

—¿Qué prefieres? Tengo cerveza, vino, tequila y un chocolate.

Gaspar Fonseca atrapado en mi habitación.

—Cerveza —respondí, como si me estuviese costando trabajo aceptar las circunstancias, sin embargo, no les voy a mentir, llamitas de fuego comenzaron a encenderse por todo mi cuerpo. Y admito que la idea de extinguirlas desapareció tan rápido de mi mente que dejó de ser una opción—. Y el chocolate.

Se sacó la chaqueta de jeans que llevaba puesta, y quedó con una camiseta negra que marcaba su cuerpo trabajado.

Ay, ¿por qué a mí?

—Ok. —Se sentó en la alfombra en el centro de la habitación—. Quizás es el momento de conocer a la primera novia Fonseca, ¿jugamos a algo? —preguntó, con una mirada más malvada de la que acostumbraba llevar.

Oh, juegos más alcohol nunca llevaban a algo bueno. Debería ser una regla de vida: no jugar a nada cuando se esté bebiendo alcohol, menos con el hermano de tu puesto novio. Y menos...si el involucrado te gusta. Aleja el alcohol.

Terminarás exponiéndote. Y la dignidad se reducirá un porcentaje con cada sorbo. Hasta que desaparezca cuando te hayas exhibido sin tapujos.

Gaspar esperaba mi respuesta, con esa típica expresión de él, como si me estuviese diciendo que yo no me atrevería.

¿Jugamos a algo?

Me senté frente a él, y acomodó la botella entre nosotros dos. Revisé mi celular, una excusa para dejar de mirarlo.

Gastón: ¿Qué novia se va así como así? Fran me hizo recorrer el bosque una hora con ella lloriqueando atrás.

Isla: Tuve un problema, perdooncitooo, ¿me pasas a buscar en la mañana?

Gastón: Está bien, pero prepara desayuno para los dos. Buenas noches.

Gastón: Y por si no quedó claro estoy enojado contigo :)

Suspiré, algo estresada. Gaspar también revisaba su celular.

Di un respingo al escuchar las carcajadas desde el piso inferior.

¿Qué haré con este chico en mi habitación?

¿No podía ser alguien que no me tenga al borde de lanzarme a él?

—¿A qué quieres jugar? —pregunté, mientras sentía como la camiseta se me pegaba a la espalda por el sudor. De pronto hacía mucho calor, aunque estaba consciente de que no hacía calor realmente. Si no que era yo, nada más que yo. Me saqué la sudadera.

—¿Nunca nunca? —preguntó, tratando de aparentar inocencia, sin embargo, dada mi experiencia con chicos como él, no había nada de inocencia en su ser...o cuerpo...o mente.

—No, verdad o penitencia.

Alzó las cejas, y una sonrisa coqueta apareció.

—Perfecto, empieza tú —dijo, abriendo la botella. Mi mirada se perdió en sus dedos alargados.

—¿Verdad o penitencia? —pregunté, sabiendo lo que él contestaría.

—Penitencia.

Esbocé una sonrisa.

—Ok, tendrás que ayudarme en la fiesta de bienvenida para recaudar dinero. —Se quedó quieto con un vaso rojo a medio sacar de su mochila y sus ojos clavados en los míos. Supongo que esperaba que le dijese que era un broma, pero no di paso atrás.

—¿Qué quieres que haga? —Esas palabras salieron con tanta frialdad, que la temperatura de mi cuerpo bajó brutalmente.

—Subastaré una cita contigo —expliqué, con obviedad.

—¿Estás loca?

—Gastón también lo hará.

Meneó la cabeza, y bebió unos cuantos sorbos. Quizás tratando de tragar mi propuesta.

—No lo haré.

—Así que así juegas. A la primera cosa que no te gusta sales corriendo como un niño de diez años. —Suspiré.

Entrecerró los ojos, llenos de furia. Se sirvió más en el vaso y bebió. En ningún momento sus ojos dejaron de escudriñarme.

Nunca deambules en ojos azules.

Exhaló, enfadado. Podía casi sentir lo agria que fue mi propuesta para él. ¿Se esperaba que una chica común y corriente se atreviera a ofrecerlo para alguien más? Estaba segura de que Gaspar se consideraba inalcanzable, y con lo que yo le proponía, no solo lo bajaba brutalmente a la realidad, sino que lo dejaba expuesto para una cita con cualquier chica.

—Lo haré —respondió finalmente. Fue más un gruñido que cualquier cosa, pero era suficiente para mí.

A mis amigos ya les había comentado sobre la cita con Gastón. Nos emocionamos buscando más chicos dispuestos a ser parte. Sin embargo, luego de algunos días nos dimos cuenta que ninguno quería aceptar así como así. Y que solo lo harían a cambio de tareas, pruebas, tutorías, cubrir jornadas de trabajo, e incluso alguien pidió una cita con Fran. No habíamos aceptado ninguna pero conforme se acercaba la fecha, estábamos considerando unas cuantas.

Y cuando dijera que nuestro equipo tenía a Gaspar y Gastón Fonseca, quizás además me ayudase a que la gente no me mirara extraño. Desde que Gustavo me había hablado en medio de la cafetería, la gente me evitaba de formas absurdas. No es que a mí me importaba lo que dijera el resto o las miradas cuando yo pasaba, pero la idea de que todo fue ocasionado por Gustavo me revolvía el estómago.

Le sonreí a Gaspar. Pero aunque él respondió que lo iba a hacer, no sé por qué sentí que yo no estaba ganando.

—Verdad o penitencia —preguntó, rápidamente. Tenía mucho que perder si escogía verdad, y un poco arrepentida de haber tirado toda mis cartas en el primer juego, respondí:

—Penitencia.

—Tú ganarás esa cita —soltó, con esa sonrisa engreída y triunfal. Comenzó a reírse y casi me la pegó a mí. Movió las cejas arriba y abajo. Oh, se estaba divirtiendo conmigo y mi corazón se agitó en mi pecho.

—No tengo dinero —repliqué, cogiendo el vaso. ¿Por qué quería que yo la ganara?

—Yo te lo pasaré —dijo como si nada.

—¿Acaso te da miedo salir con una chica desconocida?

Se lamió el labio inferior mientras esbozaba una sonrisa.

—No, solo quiero verte apostando para ganarte la cita. —Se recostó en el piso, apoyado de su antebrazo. Ahí entendí su plan maléfico.

—Mas bien quieres que todos lo vean, incluyendo Gastón.

—Eso son efectos colaterales. Aunque sí, eso será entretenido de ver.

—¿Y tú sabes que las apuestas serán anónimas? Las haremos...online. —Fue lo primero que se me ocurrió.

—Primero —comenzó a decir mientras hacía rodar los ojos—, no tienes idea de como hacer una subasta online; y segundo, tranquila que me encargaré que todo el mundo se entere cómo luchaste por ganarte una cita con el hermano de tu novio.

Abrí la boca sorprendida de su mente retorcida, me dejó sin palabras.

—Eres un idiota.

—Sí, como digas. Entonces todo listo. Te toca, Mawi.

Tomé una respiración más profunda de lo normal. Solo para calmar las ganas de ahorcarlo.

—¿Verdad o penitencia? —pregunté, casi gruñendo. Bebí unos cuantos sorbos más.

—Verdad —soltó inesperadamente. Nunca pensé que él diría eso. Sacó un trozo de chocolate y me lo entregó.

—¿Qué era esa habitación donde te vi? Esa que está fuera de tu casa.

—Mi habitación.

—¿Por qué no duermes dentro de la casa?

—¿Y quién dijo que no lo hacía?

—¿Por qué eres tan idiota para responder?

—¿Y por qué eres tan curiosa? ¿Verdad o penitencia, Mawi?

—Penitencia —respondí. No le iba a dar la opción de sacarme alguna verdad, y por su cara, supe que se decepcionó de mi respuesta. Bebió de su vaso, tomándose su tiempo para hablar.

—Te voy a dar dos opciones: dos shots de tequila o no ir nunca más a mi casa.

—Así no se juega.

—Entonces tu penitencia es...

—¡Beberé los shots de tequila! Aunque con eso cualquiera diría que me quieres embriagar.

—Si quieres bebo yo también.

—Acepto —dije, echando el tequila en la tapa de la botella. Uno. Dos. Él hizo lo mismo, y de repente aunque yo no lo hubiese creído posible, me sentí más atraída a él. Tenía ganas de tocarlo.

Isla, ¿cómo puedes?

Es un idiota, creído, orgulloso....

Dios, es tan sexy.

Es el alcohol.

—Te toca.

—¿Verdad o penitencia? —pregunté.

—Verdad.

—¿Te has enamorado alguna vez?

¿Por qué preguntas cosas tan comprometedoras?

—No —dijo, apenas terminé de hablar.

—¿Nunca?

—Nunca, ¿por qué quieres saber? ¿Tienes curiosidad de si me puedo enamorar de ti?

Me atoré. Me llevé la mano al pecho, y allí fue cuando noté que las cosas habían comenzado a girar a mi alrededor.

—¿Qué? yo...yo. No me gustas.

—Yo...yo —me imitó riéndose—. Tienes la cara roja, no sé si es por el alcohol o por mí.

Le lancé un cojín que tenía cerca. Y eso hizo que el contenido del vaso se derramase encima de él. Un vaso completo sobre su camisa y pantalón. Me tapé la boca ante su cara de espanto y sorpresa.

—Oh. —Fue todo lo que pude decir. Y me sentí culpable así que me acerqué rápidamente para secarlo con mi sudadera. Tomé el borde de su camisa y sujetó repentinamente mis muñecas. Me detuvo en el acto. Me miraba de una forma diferente, confundido, como si estuviese buscando alguna explicación en su mente.

—Detente —ordenó.

—Perdón —dije, señalando su camisa con la mirada. En ese momento entendí mi imprudencia. Todo había sido un error. Primero, estaba casi arriba de él, sentada sobre sus muslos; segundo, al levantar su camisa para secarla produjo como consecuencia que casi lo desnudé de un tirón; y tercero, el alcohol. El maldito —o bendito— alcohol. Corriendo por nuestra sangre. Todas mis sensaciones se intensificaron de un instante a otro.

Nos quedamos mirando, con nuestras respiraciones aceleradas. Su aliento a alcohol hizo que el vientre me hormigueara, y desde donde me tenía sujeta las muñecas, hilos de excitación se extendían hacia el resto de mis extremidades. En mi mente no podía parar de repetir que estaba arriba de Gaspar. Imágenes de las que no estoy muy orgullosa se agolparon en mi mente, no ayudando en absoluto.

Intenté débilmente zafarme de su agarre, pero él no me soltó. Sus ojos azules me absorbían lentamente.

Ay, yo ya había caído en ojos así. Igualitos.

Me acordé de una película. Y me imaginé a Gaspar diciendo: soy inevitable.

Rayos.

Isla, tu cuerpo te ha traicionado.

La cercanía entre nosotros se me hizo insoportable, sin embargo, no entendía su actitud. ¿Estaba molesto? ¿confundido? ¿excitado? ¿qué?

Me acercó más hacia él, hasta que nuestras caras quedaron tan cerca que si me adelantaba un centímetro nos podríamos haber besado.

—Estás demasiado cerca de alguien que no te gusta —susurró, con su aliento acariciando mis labios.

—No te creas mucho —respondí—. Esto no tiene nada que ver con gustar.

—Ah, ¿no? —Sus ojos se deslizaron hacia mi boca.

—No, yo... yo simplemente quería ayudar para que te secaras.

El calor entre nosotros se incrementó, y noté que su respiración se aceleró igual que la mía. Inesperadamente me soltó, sin embargo, yo seguía arriba de él. Mi entrepierna vibrando y palpitando de la misma forma que mi corazón. No voy a decir que nunca había sentido algo así, pero sí puedo admitir que hacía bastante tiempo que no lo hacía. Y el tiempo me había pasado la cuenta.

Además, yo tenía algo con desaprovechar las oportunidades.

La vida es demasiado corta como para no hacer lo que queremos o sentimos. Demasiado corta para dejar ir las oportunidades. Y bueno, en ese momento quería darle un beso. Y sabía que él quería hacer lo mismo, aunque él lo negara. Su cuerpo me decía que sí quería.

Se sorprenderán cuando les diga que él no fue quien se lanzó a mis labios con una pasión desbordante.

No. Fui yo.

Cogí su cuello con mis dos manos y lo acerqué a mí con fuerza, a la vez que me lanzaba a esos labios. La fuerza con la que me acerqué, provocó que luego de que nuestros labios se tocaran, él perdiese el equilibrio, quedando recostado sobre la alfombra, con mi cara a poca distancia de la de él. En esa posición me pareció que la escena se transformaba en una mucho más atrevida de lo que se suponía que iba a ser. Mi trasero descansaba justo sobre su entrepierna, y notaba perfectamente lo que mi audacia había provocado en él.

Ay, es que así no era como pasaba en mis libros. Siempre era al revés. En mi mente siempre esa escena fue de otra forma. Yo era a la que acorralaban contra la alfombra. No yo...dominando toda la situación.

—¿Qué haces? —preguntó, con toda la frialdad de su alma y contra todo pronóstico. En ninguna de mis escenas mentales, él me cuestionaba mis actos. Y me di cuenta lo perturbada que estaba mi mente, porque en todos mis posibles escenarios —una vez que me lancé a darle un beso— él respondía con la misma intensidad.

Así que quedé en blanco. Se me hizo atractiva la idea de tirarme por la ventana. Así de simple.

Porque...¿cuál era la otra opción? Los demás seguían abajo riendo y conversando, y nosotros seguíamos atrapados en mi habitación.

En vez de recoger mi dignidad y salir de arriba de él, fui por la botella. Pero él cogió mi mano a medio camino y me atrajo hacia él, a la vez que se sentaba. Estampó sus labios furiosos contra los míos. Tenía la mano alrededor de mi cuello, haciendo presión para que yo no me separara de su boca. Su lengua entró enseguida.

Sentí un hormigueo por todo mi cuerpo, la intensidad de su beso era bencina para las llamas que tenía dentro, y esa vibración que sentía en mi entrepierna se agudizó cuando sus manos comenzaron a deslizarse por mi espalda hasta llegar a mi trasero.

Me acomodó en sus piernas, de forma que quedé a horcajadas sobre él, y sentí su erección fuerte contra mis bragas.

Sus manos jugueteando por mis piernas; y sus besos húmedos, envolviendo su lengua con la mía, me tenían descontrolada. La intensidad y el deseo de sus labios superaban a cualquiera que hubiese dado hasta ese entonces. Sus dedos se deslizaban cerca del borde inferior de mi camiseta, tocando y apretando mi piel descubierta.

De repente, en la habitación lo único que se oía era el sonido de nuestros besos húmedos y nuestras respiraciones agitadas e inconstantes.

Sin que me diese cuenta, me giró de forma que yo quedé abajo y él quedó encima de mí. Se enderezó, y se lamió los labios mientras miraba mi cuerpo. Se sacó la camiseta y la lanzó lejos. Ese era un espectáculo digno de ver. Todo estaba yendo demasiado rápido y no me importaba, lo queríamos, lo deseábamos.

Gaspar no solo tenía la cara más perfecta, o el estilo más atractivo. Si no que su cuerpo...su abdomen se marcaba no de forma exagerada, sino en su punto exacto para volverme loca, y seguí con la mirada una gota de sudor que bajó por su abdomen. Sus brazos descubiertos se veían más grandes de lo que pensé que eran.

Estampó sus manos con fuerza a los costados de mi pecho, y quedamos con nuestras narices rozando. Mordí su labio inferior. Quería todo de él.

Me tenía al borde del colapso. Su intensidad, pasión y deseo desbordaban. Y el chico malo me estaba sacando la camiseta.

Sin embargo, de repente recordé algo que hasta ese momento había olvidado por completo: que Gastón me pidió que no estuviese con Gaspar. Y allí estaba yo: con Gaspar sin camiseta arriba mío.

Como si todos mis pecados se estuviese uniendo en el mismo instante. Sentí un golpe en la ventana, que hizo que pusiera mis manos sobre el pecho de Gaspar para alejar sus besos.

Otro golpe en la ventana, más fuerte que él anterior. Con una mano lo saqué de encima de mí. Porque tenía serias sospechas de quien podía ser. Y no se iba a cansar hasta que yo apareciese. Me levanté de golpe y corrí para mirar: Gustavo me observaba desde abajo.

Tenía en su mano pequeñas piedras. Levantó una, indicándome que estaba dispuestos a lanzarlas. Me señaló su celular. Me giré hacia Gaspar quien estaba recostado en el piso sacando un trozo de chocolate con el torso descubierto. Fui a buscar mi celular y volví a la ventana.

Gustavo: Isli te quiero ver.

Isla: Tus padres están en el salón, vete.

Gustavo: No me interesa, déjame subir.

Isla: Vete.

Gustavo: Capaz que vuelva más tarde.

Cuando desapareció de todo radar, Gaspar carraspeó.

—Así que hay alguien que te viene a ver a estas horas, me pregunto quien será.

—No te importa.

—No, pero algo me dice que no es Gastón. Y él es tu novio.

—Y él es tu hermano. Esto no debería haber sucedido.

—Bueno, pero tú me besaste —dijo, sin ningún pudor.

—Fue...fue el alcohol.

—¿Segura? Porque parecía que fuese algo que estabas esperando. —Su cara de burla era para darle una cachetada. Me mordí el labio inferior al ver como se ponía la camiseta. Me giré nerviosa—. No sé por qué insistes en que te gusta Gastón si está claro que no.

—Eso no es verdad.

—No me gusta la gente inconsecuente —respondió, con dureza.

—Aja, muy consecuente decir que no te gusto y después...—dejé la frase incompleta.

Se sacudió el cabello.

—¿Qué? Hemos bebido y te tiras arriba de mí, ¿qué esperas? —preguntó, acomodándose el pantalón, ante mi atenta mirada—. Porque así no funciona. Esto...es solo esto.

Una puñalada a mi corazón maltratado.

Había pasado por malas experiencias en mi vida amorosa, y junto a los consejos de mi madre, mi corazón había permanecido cerrado y frío, sin embargo, no era tan así. No sé por qué Gaspar Fonseca me gustaba. Así, sin tener mayores explicaciones.

Ufff, como me hubiese gustado tener una conversación seria con mi corazón, y explicarle todos los motivos de por qué no tenía que acelerarse con él. Pero el muy testarudo ni lo pensó, y antes de darme cuenta ya se encontraba palpitando con desesperación cada vez que esos ojos azules entraban en mi campo de visión.

Así que sí, dolió.

—Esto es solo esto —repetí.

—Así que no lo hagas de nuevo —agregó. Apoyó su cabeza en la pared y cerró los ojos—. Mi hermano es tu novio, y yo no soy mucho de controlarme. Soy un idiota pero no tanto.

Suspiré, imitando su posición. Me enojaba su actitud, como si solo yo tuviera la culpa.

—Tranquilo, no lo haré de nuevo.

—Y admite que lo hiciste porque quisiste no le eches la culpa al alcohol.

—Tampoco te vi alejándote —respondí, hirviendo de rabia.

—Ya te dije que yo no soy de controlarme. Aunque me gusta eso de echarle la culpa al alcohol, quizás me den ganas de quedarme encerrado de nuevo acá contigo y otra botella.

Resoplé. Justo escuchamos un coche partir.

—Se han ido. —Estiré mi mano para indicarle que saliera—. Adiós.

Caminó hasta la puerta, cogió mi barbilla y me obligó a mirarlo.

—La próxima vez que me beses no me detendré aunque esté cayendo un meteorito fuera de la habitación —advirtió, con expresión intimidante—. Nos vemos, Mawi. —Me quedé sin aire, y aprovechó eso para salir caminando tranquilamente.

Mierda.

Me quedé con la frente en la puerta, esperando a que desapareciese de mi campo de visión. Comencé a cerrar la puerta con cuidado, analizando los daños ocasionados luego del huracán Gaspar, pero no pude porque un pie la detuvo.

Francia con cara de querer matarme.

—Tuve que huir de Gabriel —murmuré. La expresión de Fran pasó a la preocupación. Abrí para que pasara. Señaló las botellas en el piso.

—¿Gastón?

Negué con la cabeza.

—No.

—¿Gustavo?

Oh, ¿Isla en qué te has convertido?

Fran arrugó la frente.

—¿Gabriel?

—Noooo.

—Gaspar —dijo, como si estuviese confirmando sus sospechas—. Pensé que no seguías con ese plan para enamorarlo y después romperle el corazón.

—No lo hago —respondí, yendo a abrazarla. Me rodeó con sus brazos—. ¿Qué hago? Soy una estúpida.

—Hay cariño, serías la primera persona del mundo que no cayese ante el encanto de un chico guapo —agregó, acariciando mi cabello—. ¿Han tirado?

—Casi.

—Ufff, con todo el riesgo que has corrido y por nada. Al menos se lo viste.

Negué con la cabeza, y ella me dio un ligero golpe en la cabeza.

—¡Auch! ¿por qué...?

—Dime que al menos besaste a ese ángel oscuro.

—Sí.

—Te felicito. Lo que es yo, me estoy volviendo igual que este pueblo de mierda: solitaria y aburrida. Me está absorbiendo.

Reí, y le agarré un cachete de la cara.

—¿Y Aarón? —pregunté. No me había contado, pero yo notaba un brillo especial cuando lo veía.

Bufó y levantó las manos. El señor Alonso abrió la puerta en ese momento. No alcancé a decir nada antes de que mi amiga soltara la frase que le valió un fin de semana de castigo.

—Estoy tan cerca de acostarme con él, como tú de desenredar tu mente.

Me llevé la mano a la cara.

—Francia Alonso —bramó su padre.

Antes de cerrar los ojos, recibí un mensaje.

Gasparín: No sé si el sabor que tengo es de tus besos o del chocolate... o de ambos. Buenas noches, Mawi.

________

Helloooo, aquí la cosa se puso un poco más intensa jiji ¿Les gustó el capítulo?

¿Qué les gustaría que sucediera en el siguiente?

#BesosconGaspar

#Gustavoenlaventana

Beibis síganme en mi Instagram (valesminombre)

y si has llegado hasta aquí y aun no me sigues en wattpad...es el momento :D

Los quierooooo muchito <3

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top