♥Acto XVII:"Soledad y Girasoles"

Blitzo no podía estar mucho tiempo enojado con Stolas, porque por más que le jodiera su orgullo, su Omega (él) extraña el calor corporal del Alpha así como su aroma y el contacto con su piel. Y es todavía peor estando embarazado, gestando a su bebé.

Cuando abre los ojos aquella mañana después de la visita del día anterior donde se reencontró con un amigo del pasado, lo primero que ve es a su adorada hija durmiendo boca arriba y abierta de manos. Ella duerme con el cabello suelto y en los días fríos usa calcetines largos hasta sus rodillas como lo es en esa mañana. Aunque no sé siente tanto debido a las grandes colchas que proporciona las camas y algo de calor del mismo hogar.

Blitzo rueda un poco, hasta estar demasiado cerca de su hija y la abraza para sentirse más seguro y querido. Incluso puede que protegido en esa comodidad que desprende su hija mayor. La cuál por suerte tiene el sueño algo pesado y su cálido abrazo no la despierta, porque de no haber sido así seguramente ella quién sabe que habría hecho. No suele ser muy afectiva con los abrazos. El Omega recuerda que en los últimos días ha salido mucho por el resto de la Isla a ser quien sabe qué exactamente. Sabe que ella escribe y sube historias en Internet y agarra inspiración allá afuera —no evita preocuparse, aunque según Stolas la seguridad de la Isla es muy buena—.

Su momento de comodidad no duró mucho pues fue levantado no sólo por el hambre y un antojo de chocolates, también porque empieza a sentir náuseas a pesar de que no vomitó. Sólo era esa horrible sensación que lo lleva a levantarse casi en vano.

Por lo que apenas llega la hora del desayuno simpatiza nuevamente con Stolas, aún así le da una advertencia a todos de que dejarán esas bromas de mal gusto.

Su mañana parecía ser una más del montón a la que Blitzo comenzaba a acostumbrarse, se sentía más cómodo y alegre al tener no sólo a su hija cerca (aunque ella haga sus salidas por el lugar con el dinero que seguramente le da el mismo Stolas), si no también a sus queridos amigos casi hermanos Millie y Moxxie. Se siente tan feliz y está empezando a aceptar a Stolas como parte de su vida. A vivir con su marca— la cuál dejó de darle demasiada importancia o querer discutir algo de lo que todavía no se acuerda—,  y con su cachorro dentro.

Ése día iba a ser algo diferente a las demás. No cabe duda. Mientras que Millie se quedaba descansando en la sala o bien su habitación (cuarto de invitados) que le ofreció y compartía con su pareja la cuál ya trabaja oficialmente para Stolas, Moxxie tenía el deber de seguir a todos lados a dónde Stolas fuera con un guardaespaldas extra que está de sobra decir su nombre porque no será importante para el resto de la trama. 

—Blitzo, quiero que me acompañes a un compromiso que tengo. Nunca he faltado. — dijo Stolas apenas se vistió para la ocasión. Blitzo pensó que iba muy formal, así que creyó que podría tratarse de una junta de negocios. Aunque si lo piensa bien, nunca ha visto a Stolas con ropa más casual o informal.

Sin contar la hora de dormir donde descansa con una pijama o a veces desnudo, fuera de eso no conoce un vestuario fuera de la realeza o elegancia que siempre quiere desprender el Alpha.

—Claro. ¿A qué hora será?— dijo encogido de hombros sin tanto interés.

Blitzo quería aprovechar que su embarazo todavía no se notaba, incluso necesitabas estar demasiado cerca de él y olerlo con todas tus fuerzas para percibir aquel sútil aroma que desprende para indicar que está en dicho estado. Quería hacer muchas cosas antes de que su pansota se le noté.

—Debemos salir de aquí antes del medio día.— fue lo único que respondió para dejar que él se vistiera. Le aconsejó también que fuese algo adecuado a la ocasión, algo formal.

Blitzo quiso saber cuál era la ocasión, pero Stolas no se lo dijo de momento.
 

X

Su plan no había marchado como lo esperó, nunca creyó que su oferta iba a ser declinada.

Sin mencionar que había recibido una invitación por parte de los Magne de asistir a la boda de su ex, Charlotte. No podía creer todavía que de verdad la Omega ya se vaya a casar con alguien más que no fuese él... Se le hacía difícil resignarse a perderla, más por orgullo que por amor en realidad.

¿Da igual ahora? No podía hacer demasiado de todas formas, no tenía con que jugar o tirar su siguiente carta. A sus veinticinco años es un hombre guapo, joven, trabajador y codiciado por varias Omegas y Betas femeninas. Ya sea por su atractivo o misma posición social y económica.

Hace un par de semanas se había enterado de que uno de los cercanos de Lucifer, Stolas Owl se había casado otra vez. Lo cuál le resulta extraño el hecho de no haber recibido alguna invitación de la boda y así conocer a la pareja del mismo Stolas. No tenía ni idea de con quién se había enlazado. Había conocido a su primera mujer ya fallecida, pero nunca pensó que se volviera a casar luego de tres años. Aunque puede entenderlo, la soledad es tan amarga y vacía. Aunque algunos digan preferirla, lo cierto es que a nadie le gustaría estar solo siempre.

Aquel día llegaba de visita a la Isla privada del Alpha mencionado hace rato, no sabría si sería bienvenido al ser una Isla privada donde necesitas la autorización de aquel que la gobierna ya que no ha convivido con aquel sujeto directamente.

Pero al ser alguien casi tan influyente, millonario y con conexiones no le fue difícil ingresar sin problema alguno y residir en el único Hotel que tiene ahí que es para gente de su nivel socio-económico. Además mencionó que es un amigo de Stolas, lo cuál es más o menos mentira.

Su plan ahora había sido acercarse a la Mansión Owl para saludar y conocer a la pareja del dueño, con suerte podría ser amistad con él y en algún futuro quitarle el Libro que tanto quiere.

Sin embargo, sus planes fueron cambiados ante un aroma dominante pero excesivamente agradable a su gusto. Algo que jamás intentó o llegó a cautivar, casi tanto como la misma Charlotte en su tiempo. Le gustó aquella combinación de aromas: moras, roble y cacao. Le parecía en cierto punto salvaje. Quizás hasta rudo la forma en cómo sus feromonas se van exparciendo a su alrededor.

—Disculpa, soy nuevo en la Isla. Y me gustaría que me guiarás a ver a un conocido que reside aquí. ¿Podrías ayudarme, si no tengo el incoveniente de molestarte?— preguntó con total amabilidad y sonriendo encantador.

La chica de aspecto tentador, delgada figura con dominantes curvas y pecho en alto, lo miró seria por unos segundos para después quitarse algo de sus orejas, al parecer tenía puestos unos auriculares inalámbricos y poco se mostraba interesada en él lo cuál le pareció un poco gracioso o hasta curioso.

—¿Qué dijiste?— preguntó con su tono de nulo interés pero algo arrogante.

—Mi nombre es Harold Von Eldritch.— se presentó en medio de una pequeña risa, estirando su mano para que la contraria la estrechara, algo dudosa lo hizo.— Me preguntaba si podrías guiarme hasta la mansión del señor Stolas Owl.  Soy un conocido suyo con el que me gustaría hablar. ¿Podrías guiarme? Si no estás ocupada, claro. — volvió a decir pero con más lentitud para que la chica le entendiera. Si bien Harold no sabía exactamente dónde queda la mansión pero se da una clara idea, podría pedir un taxi con facilidad. Pero tampoco iba a desaprovechar la oportunidad de estar más cerca de la chica.

La Alpha de cabellos largos hasta los muslos pareció pensarlo por unos momentos, miró de reojo su móvil y al final decidió ayudarlo.

—Esta bien. No es necesario tanta formalidad. — dijo encogida de hombros poniéndose se pie.

Harold se puso a su costado, es más alto que ella pero ambos desprendían dicha aura dominante y sobresaliente que hacían a varias personas a su alrededor voltear a verlos como si fuese la gran sensación. Debía admitir que le gusta esa misma sensación de sentirse tan sobresaliente.

—Disculpe, no me ha dicho su nombre señorita.— pidió con amabilidad Harold.

La Alpha hizo una ligera mueca en sus labios, inspeccionó sus ropas pues Harold no parecía alguien humilde. Sin mencionar su aroma natural de Alpha que desprende. Tan atrayente pero sabe que él hombre es de aquellos que fingen amabilidad al principio para luego descubrir sus oscuros secretos. Gracias a su padre sabe cómo no caer en sus engaños.

—Loona. Sólo dígame Loona.

X

—¿Flores?— preguntó Blitzo al ver cómo el coche (camioneta) se detenía en una pequeña florería casi vacía.

Habían varios arreglos de esos que ponen en los altares de muertos o mandar hacer para alguna ocasión especial, como una boda o funeral, es lo que el Omega pensó y miró con curiosidad como Stolas miraba atentamente cada uno de ellos con paciencia.

—Escoge el arreglo que más te guste.— le indicó el más alto regalándole una sonrisa sin ninguna mala intención, solo fue tenue y suave.

Blitzo asintió inspeccionando cada arreglo que veía, sin entender para quienes podrían ser. Porque duda mucho que sean para él mismo. Stolas es lo suficientemente romántico como para conseguir flores sin que él las tenga que escoger en ese mismo momento. A Stolas le gusta ser sorpresivo y el mejor.

Si Stolas quería regalarle unas flores a él, no le daría un arreglo. Le daría toda la bendita florería.

—Me gustan los girasoles  con las rosas rojas. — dijo tomando un pequeño arreglo donde destacan más estás dos flores. Las flores están incrustadas en una esponja verde que guarda agua como para varios días, dentro de un pequeño florero de cerámica.

A Blitzo le traían buenas vibras y le encantan mucho los girasoles, no sabe exactamente porque pero desde que es niño le han traído curiosidad hasta el punto de gustarles tanto.

Stolas escogió uno un poco más grande que él suyo, con jazmines y rosas blancas. Blitzo se acercó a él y espero para que el Alpha pagará a la encargada del lugar, le dieran su cambio y se marcharán para regresar a la camioneta.

Blitzo le parecía gracioso que Moxxie llevará su escopeta y usaba unos lentes oscuros para parecerse a los "hombres de negro", recordaba cuando la usaba sin permiso en el pasado o cuándo se le regaló en alguno de sus cumpleaños.

—¿Me dirás ya a dónde vamos?— preguntó apenas entraron y ayudando a Stolas con el otro arreglo de mayor tamaño y peso. Casi cubriendo gran parte de su rostro. Le inquieta no saber a dónde van, le llena de intriga e inseguridad.

—Quiero que sea una pequeña sorpresa. Además no estamos lejos. — respondió en calma, está no había chófer, él conducía.

Efectivamente, en cinco minutos ya habían llegado a su destino y Blitzo bajó del auto emocionado, sin mencionar que le pareció divertido como Moxxie hacia su trabajo. A veces parecía algo paranoico pero prefería no molestarlo tanto en ese sentido y como apuntaba casi con cualquier cosa con su escopeta, casi mata a una ardilla o a una anciana a lo lejos que iba por el pan. A Stolas por otra parte parecía no molestarle. Quería seguridad sin duda.

Blitzo paró en secó al darse cuenta en qué lugar bajaron, no siendo los únicos ahí pero tampoco habían demasiadas personas.

—Esto es...

—Un cementerio, si. — dijo para ayudarlo con el arreglo de las jazmines y rosas blancas que es el que más pesa. —Pero ellas tienen su espacio privado.

Blitzo al principio lo miró confundido, prefirió guardar silencio y meditar las palabras que Stolas le dijo.

Se adentraron más al lugar, el cielo que antes parecía despejado ahora está nublado y hace mucho fresco. En especial tomando en cuenta que están en temporada de invierno aunque todavía no nieva.

Fue viendo en silencio las tumbas que había alrededor, algunas siendo visitadas por sus familiares y otras tantas ya olvidadas. Blitzo pocas veces ha ido a esos lugares que le parecen sombríos por las películas que ha visto.

Caminaron como por al menos seis minutos, Blitzo no entendía porque tanta tardanza. Estaba empezando aburrirse y desesperarse pero supo manejarlo.

Chocó con la espalda del más alto al estar distraído cuando esté se detuvo tan bruscamente que Blitzo no se dio cuenta hasta chocar con él, recibiendo una disculpa por parte del mayor. Entonces notó que los demás se habían quedado en la entrada.

—Aquí estamos.

A diferencia de las otras tumbas, estás en especial estaban alejadas de las demás sin mencionar la forma original de crear sus tumbas demostrando como Stolas las quiso venerar u honrar aún fallecidas. Algo simbólico y bonito con un ángel guardián cuidándolas.

Stolas se inclinó para tomar las flores ya marchitas de hace tiempo y tirarlas en el bote de basura más cercano. Luego le indicó con la mirada que dejará el pequeño arreglo que tenía en sus manos cerca de las tumbas a la vez que él hacía lo mismo con el que tenía.

Extrañamente, a Blitzo no se le hacía indiferente el lugar, es más, sentía como si ya lo hubiese visto o visitado antes por más imposible que sonará.

Antes...

X

“—¿Qué haces aquí?

Tu mirada me hizo sentir no bienvenido. Sólo te quice seguir por curiosidad más que nada, todavía planeaba la manera de como asesinarte. Mi trabajo debería ser seguir arreglando el jardín o "cuidar" tu mansión. Pero en cambio, aquí estoy de metiche. Si no fuera porque tus guardaespaldas me reconocieron, lo más probable es que me hubiesen alejado de manera violenta.

—Sólo quería acompañarlo. Lamento haberlo seguido sin su permiso, no sabía que usted venía... Hasta aquí. — respondí un poco nervioso. Aunque estaba sorprendido porque jamás pasó por mi cabeza que el gran Stolas viniese a visitar las tumbas de su esposa e hija. Por más normal que fuese la situación, a mí me parecía casi irreal. A veces se me pasaba ese dato importante de que eres viudo y fuiste padre.

Un silencio sepulcral llenó el ambiente. Realmente me empezó a incomodar y no sabía que hacer. Incluso más cuando tú empezaste a tardar demasiado para mi gusto pero tampoco quería dejarte solo. Sentía que sería una falta de respeto cuando ya te estoy haciendo compañía en primer lugar. Aunque quizás en ese entonces, no te importaba mi presencia. Sólo era un empelado más del montón que apenas has intercambiado una que otra palabra.

—Las girasoles son muy bonitas... Hum... — dije intentando iniciar alguna conversación. Aunque tampoco mentía, el detalle me parecía muy bonito y excesivamente caro.

Después de un largisímo rato que duro quizás quince o veinte minutos, por fin despejaste tu mirada de la tumba de ellas. Tu expresión carecía de emoción, o tal ves eso querías reflejar. Porque yo supe que por dentro te morías de una ilimitada tristeza e ira. Quizás querías llorar, quizás siempre al estar aquí alejado de los demás sabiendo que nadie te iba a interrumpir aprovechas para echarte a llorar. Mientras decías algunas palabras en tu mente. Pero está vez la primera opción no lo hacías al estar cerca de ti.

—No necesitas hacer esto. — comentaste luego de darte la vuelta para alejarte apenas terminaste tu... ¿Rezo? No se que hacías exactamente ahí. Pensé que querías estar solo, pero me quedé contigo en un momento tan personal.

—¿Hacer qué?— caminé detrás de ti, solo un par de pasos. A lo lejos se veían tus guardaespaldas y chófer.

Te detuviste y yo choqué contra tu espalda al andar distraído. Sin embargo ninguno de los dos se disculpo, yo me lastime un poco la nariz.

—Acercarte a mí por lástima o fingir sentir empatía. — giraste sobre tus talones y me miraste de manera que me hacía sentir inferior.

Y fue ahí cuando supe que debía decir algo para convencerte de que podías confiar en mí. Necesitaba engañarte. Era lo único que podía pensar en aquel entonces.

—No hago esto por lástima. — me señalé a mi mismo y luego puse mi mano en mi cintura.—Sólo que no pensé que de verdad usted se sintiera tan solo... Siempre parece alejar a los demás de usted para no formar algún vínculo emocional fuerte. Pensaba que a usted le gustaba la soledad.

—¿A quién le gusta estar solo?— tus palabras fueron llenas de dolor con una pizca de enojo. Suspirando con pesadez, continuas.— Sólo evitó volver a sufrir alguna clase de abandono. Las personas que he conocido y tratan de acercarse a mí siempre es por dobles intenciones. Es difícil que una persona como yo que lo tiene "todo", pueda confiar en otras que buscan lo que yo tengo, me refiero a lo material.

Podía entenderte, quizás aquéllas personas te buscan por tu dinero o estatus. Es muy difícil encontrar a una pareja, o a veces solo a un amigo. Y para tu desgracia, yo soy de esas personas que buscan una doble intención. Y es tu cabeza fuera de tu cuerpo.

Pero, cuando hiciste comillas en el "todo", ¿Te referías a qué en realidad no lo tienes todo?

—¿Y por qué no lo tiene todo?¿Qué lo es que le falta?— pregunté insistente y lleno de intriga.

—Aquello que seguramente, tu tienes. — tu sonrisa fue forzada, quizás incluso maniática. — Una familia, Blitzo. Dime, ¿Qué es lo que a ti te falta?

—Nada. No me falta nada porque se que tengo las cosas que más me importa. No soy rico ni soy pobre. Y es cierto, tengo una familia que tuve que dejar por este trabajo y las oportunidades que me ofrece. — te respondí sin duda alguna. Porque no mentía. Mi familia son ellos, mis mejores amigos y mi hija adoptiva. Son lo único que necesito y me prometí jamás perderlos.

No como la primera familia que alguna tuve de sangre...

—¿Y no te sientes a veces solo, Omega?— preguntaste menos frío. Pude notar como suavizaste tus facciones en la cara y tus hombros ya no estaban tensos.

—No. Porque de cualquier manera, se que nunca estaré solo. Ya no más. — sonreí con cierta nostalgia. Estaba feliz, porque a diferencia de ti, podía no tener tanto dinero pero, tenía una familia unida. Algo disfuncional a veces, pero eso la hacia perfecta para mí.

Te me quedaste mirando por varios segundos, incluso me atrevía a decir un poco embobado.

Tomé aire y fui hacia la tumba de ellas, me arrodille e hice una pose juntando mis manos.

—¿Qué haces?— preguntaste entre curioso y extrañado. Quizás me veías perturbado. Podía entenderlo.

—Les estoy prometiendo que nunca, jamás, lo dejaré solo. Porque desde ahora, lo voy a cuidar. — contesté después de unos segundos, me puse de pie y sacudí mis rodillas. Me dirigí a ti con el pecho en alto sonriendo con presunción. Rasqué el puente de mi nariz viendo como meditas lo que te dije. 

—¿Cuidarme? ¿Un pequeño Omega va a cuidar a un gran Alpha?— dijiste curioso y como si te causará algo de gracia.

—¿Eres sordo o qué?— dejaste de hacer una expresión graciosa para hacerte el ofendido, yo seguí sonriendo con diversión. —Puf, podré ser pequeño pero soy fuerte y ágil. Debe sentirse honrado de tener mi protección.— exclamé sintiéndome grande, claro que sí.

Caminamos hacia la salida, pero antes de acercarnos más, te pregunté:

—Tu esposa...¿Cómo supiste que era la indicada?— quise saber. Yo nunca supe o lo que es estar con la persona "correcta". Nunca sentí verdaderas mariposas.

—Nunca lo fue. — respondiste sin pensarlo dos veces, sonó casi distante.

Puse los ojos en blanco, sorprendido y confundido.

—¿Cómo?

—Ella era de esas que quería casarse conmigo por el estatus y dinero. Su familia es de mucho dinero, sólo querían un título de la realeza. Nuestro matrimonio fue arreglado. — me explicaste. Suponía entonces que tampoco confiaste lo suficiente en tu esposa entonces.

—¿No te importó?

—No la amé, pero tampoco me desagradaba. Nos llevábamos bien, a la única que si quise mucho fue a nuestra hija. Mi pequeña Octavia. — hiciste una breve pausa. Tú aroma cambió a uno más melancólico. Podía compartir contigo ese sentimiento de amor y cariño hacía un hijo. No lo negaré, me gustó cuando te pusiste en ése modo paternal. Aunque estabas tan triste que quise abrazarte, tal vez.Dime, ¿Cuáles son tus flores favoritas?

No se si fue por cambiar de tema, me dio igual pero me gustaba que me tuvieras confianza para contarme estás cosas.


—Admito que tengo una larga lista, desde flor de loto hasta las cempasúchil. Pero, diría que la flor que más, más me encanta son los girasoles. — dije volviendo a mi habitual sonrisa, retomamos el camino hasta llegar a los guardaespaldas y así hasta subir al coche.

Una vez a dentro, nos sentamos juntos.

—¿Por qué?

Tarde varios segundos en entender la pregunta.

—Porque buscan el sol. — respondí, mi respuesta habrá parecido sencilla pero tiene mucha profundidad.

—Creo que ya encontré al mío.

—¿En serio?— volteé a verte curioso. No entendí bien a qué te referías.

Ya no te veía como un Alpha arrogante, distante, creído, narcista y frívolo como pensé. Ahora entendía que te sentías solo, pero no iba a compadecerme. Tenía un solo trabajo. Eras mi objetivo y ya.

—Y espero que esté no me dejé, no de nuevo.

X

—¿Qué dijeron?— preguntó Harold mirando paciente a la más joven, quién había preguntado a los guardias de la reja sobre Stolas.

Loona no pensaba a decir que es su padre, no por el momento. Quería investigar un poco más al Alpha de oscuros cabellos.

—No llevan quince minutos desde que salieron a quien sabe dónde. Y dudo que regresen pronto. Si los conozco...— murmuró ésto último sólo para ella.

—Es una verdadera pena, pero al menos se dónde queda el lugar ahora. Gracias por guiarme hasta aquí, a la próxima podré venir solo sin perderme. — sonrió altanero.

—Supongo que de nada.— dijo encogida se hombros. Si entraba ahora mismo a la mansión obvio levantaría sospechas.

—Aunque me gustaría frecuentar más contigo, Loona.

—Se que mi pregunta no debe ofenderle porque se ve joven, ¿Cuántos años tiene?

—Veinticinco. ¿Y tú?

—A un par de semanas de ser legal si te preocupa. ¿Pará que quieres hablar con el señor Owl?— se mordió la lengua para no decirle papá.

Los dos regresaron por el sendero donde vinieron, donde un auto los esperaba.

—Asuntos de comercio y platicar un poco de otras cosas. No tuve la fortuna de conocer a su pareja. Me preguntó cómo será...

—Un Omega orgulloso, despistado, engreído pero que sin duda alguna quiere a su familia.— mencionó como si nada subiendo al asiento copiloto. 

—¿Cómo sabes todo eso?

—Soy de aquí, es fácil saber estás cosas. — respondió evitando sonar nerviosa.

—¿Me acompañaría a ver el resto de la Isla? Cómo las plazas, el cine...— mencionó tomando el volante.

—Si tu pagas, no tengo problema.  — le regaló una sonrisa. Llevaba rato con ganas de comer pizza. Y no le sentaba bien gastarse el dinero que su papá le dio.

X


Había pasado por lo menos veinte minutos en aquel silencio; más a diferencia de la última vez era un silencio cómodo. Dónde le daba a Stolas su espacio para estar tranquilo mirando las tumbas enfrente suyo. El Omega intentaba demostrarle que ahí estaba para él por cualquier cosa, lo demuestra con su aroma sereno, ni tan fuerte pero perceptible para el mayor.

—Alpha. — murmuró llamando la atención del mencionado, quién no demostró la sorpresa que sentía al ser llamado así.

La última vez que Blitzo le dijo de esa manera fue en su luna de miel, durante su celo.

Lo abrazó por debajo de sus brazos, Blitzo se acurrucó en su pecho. Podía oler la melancolía del más alto, rozando a la tristeza.

—¿Hum? ¿Has Reconocido el lugar?— preguntó y el más bajito asintió. Aspirando su aroma protector y varonil.—... Ya veo, entonces sabes la promesa que hiciste conmigo. — le acarició sus cabellos en medio de una sonrisa.

Stolas ya no tendría problemas con llorar, lo solía hacer para desahogarse de alguna forma por no hacerlo durante varios meses. Sólo lloraba enfrente de ellas, porque sólo ellas tienen el honor de verlo en un estado tan débil emocionalmente. Pero estaba con su Omega ahora.

Blitzo le había hecho esa promesa de nunca dejarlo solo, pero en ese tiempo le estaba mintiendo. No evitaba sentirse mal, hipócrita. Porque en ese entonces no sentía mucho por él, aunque ahora fuese diferente.

—Dime, en ése entonces, ¿A qué te referías con que  encontraste tu sol? Y que esperabas que no te dejará solo, otra vez. — alzó su cabeza para quedar atrapado en la mirada de su Alpha.

—¿No sabes?— Blitzo negó, Stolas prosiguió.— Bueno... Ha pesar de las cosas que han pasado estas semanas, lo que descubrí de ti, a veces tengo miedo de que hagas algo peor que matarme.

—¿Algo peor?— expresó confundido. No sabía que había algo mucho peor que saber que la persona que tanto quieres en realidad te ha engañado, queriendo acabar contigo.

—Que me abandones. Yo ya no quiero estar solo... — le beso su frente, expresando sus miedos a la única persona en qué confía. La ventaja de ser altísimo según Stolas, es poder besarlo en su frente sea o no desprevenido.
El escenario parecía el mismo de hace varios meses; ellos dos solos en esa parte del cementerio alejado de las demás tumbas, con sus guardaespaldas en la entrada de esté a varios metros de ellos.  La única diferencia es que ahora comparten algo mucho más fuerte que los une, no sólo es un lazo de Alpha y Omega, sólo es algo que no se puede expresar en palabras tan sencillas.

Algo inmarcesible, que jamás se va a marchitar.

—Y menos sabiendo que me vas a dar un hijo. Una ves tuve un sol, y la perdí. — puso los cabellos que sobre salían de su cabeza detrás de su oreja. — No quiero que pase lo mismo, supongo que eres difícil de asesinar así que por algo te elegí a ti. No se que hiciste que me enamoraste. — se arrodilló un poco para poder abrazarlo mejor, restregando su mejilla con la del contrario.

—Si nos vamos a poner cursi, yo no sé decir cosas románticas.— hizo un puchero en sus labios.— Pero... No eres tan malo, después de todo. Me siento casi recuperado de mis recuerdos, y no importa que más llegué a mi cabeza, creo que no podría odiarte. ¿Sabes porqué?

—¿Por qué soy el padre de tu bebé?

—Porque te quiero. Y eso es algo que nadie nunca ha logrado de la forma en la que tú hiciste. Incluso sin recuerdos, o sin la mayoría de ellos, supiste volverme a enamorarme. O eso creo. — desvío la mirada avergonzado. Sus mejillas estaban ardiendo, el Alpha lo sabía al tenerlas pegadas con las de él.

—¿Por qué eres tan lindo?— le beso el puente de su nariz. Se puso de pie, poniéndose a su lado y sujetando le de la cintura.

A Blitzo nadie le había dicho lo lindo que es. Bueno, ¿Millie cuenta? Y aunque así fuera, que Stolas le dijera así lo hacía sentir tan especial.

—Porque hice algo que jamás en mi perra vida creí que haría.— respondió risueño.

—¿Qué cosa?— preguntó curioso, esperando que Blitzo dijera algo engreído.

—Entregarte mi corazón, así como tú me diste el tuyo. — está vez no ocultó su mirada avergonzada, le sonrió con todo y sonrojo brillando sobre el escenario nublado de fondo.


Ahora es Stolas quién sentía sus mejillas arder, y su corazón latiendo de nuevo por él. Por un Omega al que siempre estuvo a sus órdenes y jamás permitiría que se lo quitarán de su lado.

Stolas ya no se siente solo, porque Blitzo se encargó de llenarlo con su amor (a su manera) y cada día hacerlos más divertidos. Y tal como recordaba, él es como un girasol. Qué siempre busca la manera de hacerlo estremecer y guiarlo a un nuevo día, a un mañana.

Todas las mañanas con su Blitzy, son únicas e inolvidables. Radiantes.

—¿Ahora quién es él sonrojado?— se burló Blitzo, como si él no estuviera igual o peor.

Palabras: 4,750
Escritor: JaquiiAleWorld
Fecha de publicación: domingo 08 de marzo del 2020
Fandom: Helluva Boss
Au: Omegaverse-Humans
Historia: "Essencia"
Nota del escritor:

Apenas ha pasado una semana que iniciamos el mes de marzo y ya he publicado tres capítulos de está Historia.
Esté capítulo me salió mucho más largo, perdón (? Ganándole al capítulo 7 (acto VII) titulado Sollozos de Furia que duró 4060 palabras, esté le ganó por mucho más.

En fin; espero que les haya gustado, pronto subiré dibujos de la pareja que una seguidora/amiga/hija me ha hecho.

Por si no les quedó claro los recuerdos de Blitzo están en segunda persona y se los dedica a Stolas :v

Eliminé una escena donde Stolas lloraba en el cementerio, y como ven sólo se hace mención de que quería llorar pero estaba Blitzo (ésto en los recuerdos de él)

Ahora respecto a Harold fue algo que no estaba tan planeado, osea si iba a salir más adelante haciendo desmadre pero lo agregué mucho antes e interactuando con Loona.

Ahora en la tarde (cuando sea ya de día y no madrugada) publicaré tal vez Polvo de Ángel, sería el último capítulo pero no el final, no todavía hasta que salga el epílogo.

Creo que ésto es todo, se me traba el celular cuando escribo capítulos así de largos. Hasta la próxima!

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top