♥Acto XIII:"Nido"
—¿Qué es ése libro, Stolas?
Me quedé mirando con cierto interés un libro grande de forro oscuro con algunos detalles rojizos. Apenas llevaba un par de semanas trabajando como tú asistente personal.
Tú me miraste como si intentarás analizar mis intenciones respecto a algo que en ése momento, todavía no entendía. Parecías serio por unos segundos, hasta que luego sonríes con cierta arrogancia.
—El libro de Salomón. Esté lugar debe quedar en secreto. — dijiste mientras lo metías en aquella caja fuerte donde también logré divisar barras de oro y una que otra reliquia familiar. No alcancé a mirar el código que ingresaste pero aquella caja fuerte no sólo necesitaba un código parar abrirse, también tu huella digital.
A veces se me olvida que me darán mucho dinero por tu cabeza. Pero ver aquella caja fuerte también sería el triple de lo que me podrían dar.
X
No llevábamos muchos meses conviviendo. Tú eras mi jefe al cuál debía asesinar y si es posible, también encontrar y deshacerme de tu testamento. Todas las copias que sean posibles. Pero él más importante sin duda es el original.
Si embargo, en estos pocos meses nos hemos vuelto más... Íntimos.
Y mientras me hacía grandes debates contra mi mismo sobre que hacer, si arruinar nuestra cercanía y matarte o aceptar estos malditos sentimientos hacía ti. No sé de verdad porque me gustas tanto.
Si ambos fuésemos mucho más jóvenes, lo primero sería ser novios antes que nada. Pero los dos somos lo suficientemente maduros para tomar la relación demasiado en serio, en especial yo que cuento con treinta y tres años de edad. Aún faltan algunos pocos meses más para cumplir años.
Ambos nos habíamos hablado para tener una de esas veladas románticas en tu jardín a lado de tu fuente. Aprovechando que habías terminado por fin alguna inversión en la cuál yo te ayude debido a mí conocimiento de administración y del que todo fuese legal.
Esa noche me encontraba especialmente nervioso, no era para menos. Había comprado apenas antier un juego de sortijas. Y de lo que realmente yo temía es que no sean suficiente para ti. Después de todo, a pesar de que me costaron mis sueldo trabajando para ti estos meses, sentí que no era suficiente.
Me gustas bastante, sí. Quizás incluso me atreva a admitir que te quiero y nunca admitiré exactamente el porqué. Pero no sé si te amé lo suficiente para hacer lo que te pregunté.
—Stolas....
—¿Si, Blitzy?
Mi plan fue que si me rechazas, podría asesinarte de una vez por todas. La tristeza y rencor, la herida en mi orgullo que me has de provocar con el rechazó sería suficiente para poder matarte a más tardar mañana. Había calculado fríamente cada cosa. Cómo matarte, y dónde deja tu cuerpo. Escapar con mi hija lo más pronto posible antes de que alguien más se diera cuenta de tu asesinato. Tenía del plan a hasta la z.
Había sido muy divertido convivir contigo.
—Tu... — me arrodille enfrente de ti y tu me miraste curioso y confundido. No entiendo porque me ponía tan nervioso y las mejillas me ardían a más poder. Incluso sentí que mi voz saldría algo temblorosa.— ¿T-Te gustaría casarte conmigo? Ser compañeros de vida y... Esas cosas. — murmuré un poco ésto último. Sacando de inmediato de mi habitual saco oscuro en uno de sus bolsillos delanteros, una sortija.
El anillo de compromiso que consigue es de un oro rosa de 10 kt con un zafiro azul.
No tenía dinero para una cajita así que no me quedó de otra que sujetarla de la punta de mi dedo gordo e índice, con mi mano izquierda y alzando mi mirada. Ya de por sí estando de pie eres altísimo ahora yo de rodillas es algo humillante.
Soy mucho de salirme de los estereotipos y por obvias razones no me gustan ciertas cosas que sólo se le acreditan a los Alphas. Cómo ser ellos quienes tengan que pedir la mano del Omega primero y de dicha forma.
Sin embargo quedé realmente sorprendido por lo que hiciste y dijiste. Primeramente se notó tu gran sorpresa en tu rostro, incluso pasaron minutos en un largo silencio donde incluso me empecé a inquietar debido a tu tardanza. Tú aroma también me fue confuso.
Me dolían mis rodillas. Entonces tú me hiciste que me parará y pensé que me ibas a rechazar silenciosamente. Hasta que fue tu turno de arrodillarte. Tu rostro me llegó hasta el cuello y me sentí alto. Sólo un poco. Entonces me diste un fuerte y protector abrazo estando de rodillas.
—¿Stolas?— pregunté confundido, te separaste un poco por unos segundos.
Tomaste mi anillo y no dudaste en ponértelo en el dedo correspondiente. Aturdido seguí observando te, sacaste una cajita de tercio pelo roja que contiene un anillo diferente al mío. Y no sólo por lo costoso que se ve. Lo cuál me dejó bastante impactado y más por las teorías que comencé a formular.
Mi vida ha estado llena de sorpresas, pero no precisamente alegres. Y tú sorpresa, fue la más impactante, sorprendente y bonita que he recibido.
—¿Me harías el honor de también ser mi esposo, mi lindo Blitzy?
Y a comparación de ti, yo tenía ganas de llorar, joder. Y no sólo de felicidad, sorpresa o ironía por qué tú también pensabas proponerme matrimonio. Si no porque me sentía mal de haber querido matarte y pensar que me ibas a rechazar.
Mis ojitos me picaron, mi orgullo es más fuerte sin duda. Pero en cuestión de segundos una o dos lágrimas salieron silenciosamente. Por desgracia el lugar no estaba oscuro, si no alumbrado por unas lámparas que rodean el escenario y eso significó que me habías visto de esa forma que nadie más vio.
—¿Qué pasa Blitzy?
—Es que yo... Yo sí quiero ser tu esposo. — dije mientras tú limpiaste mis dos miserables lágrimas. Realmente me avergüence por ello. No quería desmoronarme o algo por el estilo. — Pensé que me ibas a rechazar mi propuesta.
Soltas te una pequeña carcajada, como si hubiese dicho alguna ocurrencia.
—Para no desperdiciar las sortijas, yo llevaré la que tú me diste y tú la que yo te doy. — sin preguntarme, tomaste mi mano y pasaste el anillo por mi dedo anular.
—Me parece bien.
Había olvidado cuáles habían sido mis planes para esa velada.
X
Recapitulando un poco el tiempo en el que están sucediendo los hechos ya que el mismo Blitzo necesita orientarse; sacó una agenda que Stolas le regaló hace tiempo pero había tenido guardada desde entonces y nunca la uso. Con un bolígrafo oscuro que su esposo tiene, nuevo y carísimo (hasta un bolígrafo llega a costar más de diez dólares), empezó a anotar las fechas una vez las investigó con anterioridad.
El cumpleaños de Stolas al parecer es el 31 de octubre. Día en el que también despertó del coma que estuvo por todo un mes —lo que significa que a finales de septiembre es que sucedió el accidente y quedó en tal estado—, y tres días después ya había sido dado de alta por las influencias del mismo Alpha y fue llevado a la mansión Owl que sigue creyendo que tiene pinta de ser un castillo. Al siguiente día que fue 4 de noviembre es que discutió con él y se dieron un tiempo. Dos semanas después (18 de noviembre) hubo la reconciliación. Y otros tres días también (21), más el día en que salieron en grupo, compró las pruebas de embarazo y dos mascotas.
Ahora la fecha del calendario de su celular muestra ser 13 de diciembre.
Si, luego de aquella salida grupal transcurrieron tres semanas exactas. Por lo que ya llega más de un mes viviendo en la mansión desde que salió del hospital y se instaló en aquel lugar.
Últimamente miraba su bonita sortija que lucía espectacular en su dedito, la forma del diamante le gustó tanto y ahora más al poder recordar cómo fueron los hechos realmente, Stolas no le mintió en que él fue el primero en proponerle matrimonio (aunque si tuvo intenciones oscuras) y poco después el Alpha. Sin pensarlo ya le estaba entregando más confianza al más alto. Sin embargo, no es aquello lo cuál lo tiene tan pensativo e incluso hasta estresado.
—Las pruebas pueden esperar, decías. — sé quejó en voz alta haciendo todo tipo de muecas molestas y graciosas.—
No pasará nada malo. Decías. Maldita sea. — soltó un gritó fuerte y mirando con una desesperación confusa y crisis existencial aquéllas pruebas de embarazo que había estado posponiendo por varios días.
Las tres eran de diferentes marcas, una salió negativa y las otras dos positivas. De estas dos, una ya le decía su fecha aproximada en qué ya llevaba gestando al pequeño ser que sé está creando en su interior.
Se miró en el espejo del baño, tenía su camisa desabotonada y miraba atento su plano pecho. No podría creerse todavía que en realidad estuviese en aquel estado que muestran las pruebas.
Tan centrando estaba en sus pensamientos, maldiciones que no escuchó cuando su hija entró al cuarto y lo andaba llamando.
Por lo menos Stolas había salido apenas terminaron el desayuno, no sabía exactamente a qué más que eran cosas del trabajo. Y todavía seguía en marcha el plan de liquidar aquéllas personas hipócritas que rentaron contra la vida de sus seres queridos.
Pero apenas sepa sobre su condición, duda demasiado que tan siquiera le permita participar en el atentado.
—¿Qué pasa, papá? ¿Todo bien, todo correcto?— preguntó la Alpha de largos cabellos despejando la vista de su iPhone X (que modestia) y mirando con un deje de preocupación a su papá.
Ella había venido para decirle que se reuna con los demás y así terminar de ver algunas cosas para el asesinato (exterminio) de aquellas personas que le provocaron el accidente. Además de decirle que por fin cortaron toda conexión con aquel hombre que les había ofrecido mucho dinero por el libro de Stolas.
—Sólo aplace la noticia. Agh. — ahora ya no sabía si sentía arqueadas por su estado o sólo por el mal humor.
Loona alzó una ceja bastante intrigada.
—¿Por qué ese humor?
—¿Tú qué crees?— le sonrió con sarcasmo. Su hija entonces se acercó para olfatear lo y sin mirar las pruebas de embarazo que están en el lavado, se guió más por el olor.
Blitzo se dejó olfatear sin mucho problema, su pequeña adolescente (aunque sea más alta que él mismo le seguirá diciendo así) olía su cuello y pecho en busca de algo más que su perfume o aroma natural.
Y entonces lo encontró.
—Wow, alguien va a tener estrías. — agregó sonriente y burlona. A pesar de que ya había sospechado demasiado de esa posibilidad desde hace semanas, todavía faltaban las pruebas definitivas.
—¡No es justo!— se cruzó de brazos bastante indignado. Todavía seguía confuso por toda esa situación que no sabe manejar.
—¿Por qué? ¿Qué no a tu edad es muy normal tener un cachorro?— viró los ojos sin comprender porque Blitzo le tiene pavor o miedo a quedar embarazado.
—No estoy preparado para tener un bebé.
—Nadie lo está. — suspiró y volteó hacia las pruebas de embarazo.
—Stolas literalmente ya pasó por esto.— agregó recordando con tristeza la historia de la esposa e hija de Stolas.
—Hablando de Stolas, ¿Cuándo se lo dirás? En poco tiempo se dará cuenta por tu olor. — recordó, Blitzo puso los ojos en blanco.— En poco tiempo tu olor se hará mucho más notable. Y dudo demasiado que él no se de cuenta. — agregó incrédula.
—¡ Ya lo sé! Pero... No sé que hacer.
—¿Cuánto tiempo es qué llevas?
—Según esto aproximadamente tres semanas. — mostró la prueba de embarazo que le decía el tiempo. Loona miró un poco asqueada, recordando por dónde paso eso.
—¿Y concuerda la fecha?
—Bueno, sí.— respondió, aclaró su garganta.— Fue cuando nos reconciliamos luego de dos semanas de que se haya enterado de que iba a matarlo.
—Dos semanas peleado con papá Stolas, y tres semanas de conciliación. Interesante.
—Más de un mes sin recuperar toda mi memoria. Pensé que sería más rápido debido a que sólo es Amnesia retrógrada. — suspiró harto.
—No deberías ver esto como algo malo.
—No creo que sea algo malo, a final de cuentas estuve consiente de las cosas que hice con él. Pero... Solo tengo miedo. — admitió bajando su mirada.
—Ven. — le tomó de su muñeca y le dedicó una sonrisa para calmarlo.— Yo creo que Stolas se pondrá muy feliz.
—¿Tú crees?— preguntó incrédulo siguiéndola hasta el despacho.
Stolas le había conseguido su propio despacho para que hiciera sus reuniones, con una larga mesa y pizarrón incluído.
X
Stolas venía con más o menos un mal humor. Después de todo había llegado a su hogar hasta las once de la noche. Por lo general sus trabajos siempre los hacia desde su oficina o en alguna parte de su morada, y las pocas veces que debía salir de está al Gobierno vecino solo era por algunas horas y llegaba siempre antes de las ocho.
Fue difícil tratar con aquellos sujetos que lo contrataron para asesinarlo y atentaron contra la vida de su esposo. Debía fingir un poco más no saber de sus intenciones. E incluso escuchar sus más sentidos pésames.
Sí, tuvo que decirles que su esposo entró en una coma y apenas hace unos días falleció. Sólo así para que no lo atacarán. Pero muy pronto se va a deshacer de todos ellos. Y no sólo porque Blitzo y sus amigos eran asesinos profesionales. Si no porque también tenía otros contactos y conexiones para esos casos.
—Supongo que cobraré el favor que me debe Lucifer. — sonrió con cínismo.
Sin embargo, debía darles algo de créditos a esos viejos corruptos. Sin ellos, jamás hubiese conocido a su querido Boss, a su juguetón y orgulloso Blitzy, al Omega de sus futuros cachorros. Apostaría que tendrían los ángeles más lindos de todos los reinos.
Por eso cuando llegó aquella noche del 13, lo único que quería era llegar a su cama y dormir. No tenía ganas de comer (había comprado comida China durante el camino de regreso). Sólo quería hundirse no sólo en su gran cama y sábanas de seda, si no también en el aroma embriagador de su pareja. Sólo pedía eso.
Al llegar a su habitación y quitarse con rapidez sus botas y ropa para quedarse sólo en bóxer (demasiado cansado para tan siquiera ponerse su pijama), prendió por unos segundos la lámpara y ver por lo menos el rostro durmiente de su Blitzy.
Y vaya sorpresa que se tomó cuando vio que esté no sólo estaba profundamente dormido, si no que también descansaba en alguna clase de nido improvisado hecho de sus prendas. El Omega abrazaba alguna camisa suya con su fuerte aroma, y se rodeó con algunas otras prendas e incluso tomó su abrigo que parece de la realeza. Grande y con una textura muy suave.
Nunca lo había visto tomar dicha conducta que debe admitir le pareció extraña a primer instante, pero poco después se acordó de algún artículo que leyó hace bastante tiempo que los Omegas suelen tomar esa conducta cuando su Alpha no está presente por algún tiempo. Pero era en algún tipo de Omega en específico que no logra recordar.
Cómo su difunta esposa era Alpha al igual que él, nunca tomó dicho comportamiento.
Sin más que pensar, se acostó a su lado intentando no romper su pequeño nido el cuál Blitzo estaba más que cómodo durmiendo en él.
Stolas tenía tanto sueño que se durmió de inmediato. Sin embargo, aquel diferente más sútil aroma que desprendió Blitzo aquella noche no pasó totalmente desapercibido por él.
Palabras: 2,613
Fecha de publicación: jueves 27 de febrero del 2020
Escritor: JaquiiAleWorld
Au: Omegaverse-Humans
Historia: "Essencia"
Fandom: Helluva Boss
Nota del escritor:
¡Juro que no pensaba publicar hoy!
Pero si lo tenía terminado, sólo me puse a editarlo y lo terminé justo a tiempo.
Esté capítulo me salió ni tan largo ni tan corto. Aunque neta que quiero hacerlos más cortos pero no me salen xd.
Ufff, Blitzo ahora ya sabe que sí está embarazado (iba a poner una escena más de Moxxie y Millie también llevando el embarazo pero se me pasó, xd, juro que en el próximo capítulo si lo escribiré aprovechando que Blitzo igual les dará la noticia)
Ahora cuando Stolas se enteré. Ufffffa
En fin, nos vemos la próxima!
Se me había olvidado y tuve que volver actualizar, estos son los anillos.
El de Stolas (que le compró Blitzo)
Y el de Blitzo que le compró Stolas
Ahora sí, chaíto!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top