♠Acto VII:"Sollozos de Furia"
La voz su buen amigo Moxxie lo distrajo lo suficiente para volver a la realidad. Dejando ese ardor en su cuello que comenzaba a molestarlo de sobre manera. Pero el aroma de toda su familia reunida, su apoyo y ánimo de alguna forma increíble lo calmaba de sobre manera. Haciendo que, casi olvide por completo el ardor de su marca. Para así poder concentrarse mejor en la plática de todos ellos.
—No se exactamente que salió mal. Ya que la bomba no explotó como debió ser, sólo causo que el coche perdiera el control. — retomó el albino.— Se desviará.— agregó cruzándose de brazos y haciendo una mueca pensativa. Millie lo abrazó mientras acariciaba su cabeza para tranquilizarlo. El estrés no le hacía bien.
—¿Ustedes saben porque me case con Stolas? Loona me dijo que asistieron a la boda.— les preguntó. Millie estaba apunto de responder pero el mismo Omega le interrumpió.— Y no me salgan con la chingadera de que me enamoré. — añadió haciendo una mueca de molestia en sus labios, y Millie se quedó callada por unos segundos.
—Porque estabas enamorado, ¿No?— dijo Moxxie, y obviamente la respuesta no le gustó a Blitzo. —Tendría sentido porque no quisiste darle explicación alguna a los tipos que nos contrataron. Ya no querías asesinar a Stolas porque te enamoraste de él. — continuó el Beta. —Tu dijiste que era lo mejor para nuestro futuro.
Blitzo abrió la boca para decir algo, después la cerró cuando su mente proceso por segunda vez las palabras del albino.
—No me lo puedo creer.— frotó su frente algo desesperado.
—En realidad ni nosotros lo tenemos en claro. Eso es algo que sólo el Blitzo de hace meses sabe exactamente el motivo por el que se casó con Stolas. — agregó Millie mirando comprensiva a su jefe.
—Bien, pasemos a la siguiente noticia. La noticia problemática.
—Bien, sean breves. En cualquier momento Stolas puede salir. — suspiró Blitzo, repentinamente se sentía cansando. Lo cuál es extraño ya que había dormido mucho la noche pasada. A pesar de que le costó debido a la angustia y paranoia que el Alpha le causó durante la hora del baño. No es su culpa estar alerta para que no salga violado.
—Un Detective te estuvo investigando.— dijo seriamente Moxxie, causando conmoción en Blitzo. No sé esperaba para nada eso. Sólo se quedó callado esperando a que continuará.— Bueno, no se cuántas semanas llevaba haciéndolo. Pero nos agarró desprevenidos. ¿Cómo se llamaba cariño?— se dirigió a su mujer.
—¿Adán? ¿Abel? ¿Carlos?— se mordió su labio inferior intentando que todas sus neuronas se acordarán del nombre del sujeto de aspecto misterioso. — ¿Caín?
—El caso es que creo que de alguna forma descubrió tu pasado oscuro. Ya sabes...
—¿Y por qué no lo mataron?— arqueó su ceja intrigado. Intentando no enojarse mucho.
—Estuvimos cerca de hacerlo. Pero lo subestimamos. Al final si huyó. Mejor dicho, desapareció. No sabemos que buscaba ése tipo, si igual trabajaba para el Gobierno y ahora nos quieren exponer. — explicó. — Pero te investigaba especialmente a ti, no a nosotros.
—Eso si que es un gran problema.— apretó los puños debajo de la mesa.
—Pero si sabemos cómo es. Ósea, su rostro. Es un Beta como de cuarenta y cinco años.— agregó Millie para aligerar el ambiente y que Blitzo no explotará. —Ahora sigue la noticia bonita. — soltó con mucho más ánimo.
Blitzo dejó pasar unos segundos en silencio para prepararse para la siguiente noticia.
—¿Cuál es?
—Bueno pues... — unió las manos con su prometido y miraron sonrientes a Loona y Blitzo, quienes solo arquearon sus cejas curiosos. —¡Estoy embarazada!
—¿¡Qué que!?— escupieron ambos, abriendo los ojos en grande. Incluso Loona que había estado estos últimos minutos viendo fijamente la pantalla de su celular.
El más sorprendido e impactado es el Omega de cabellera negra. Había quedado expectante. No es que no se lo esperara, tan sólo que pensó que no era momento para que alguien de su familia ya estuviese en cinta o dejará en cinta a su pareja. Sabía que los jóvenes se amaban mucho, había confianza y cariño entre ambos que se desbordaba por todo el ambiente. Pero para dar el gran siguente paso como es tener un bebé, eso sí que lo dejó impactado.
—¿Blitzo?
—¿Qué?— dijo apenas, parpadeando varias veces. Aún veía felicidad en ambos, pero estaban impacientes por esperar alguna respuesta suya. — ¿Cuánto tiempo llevas?— miró fijamente a la mujer, la seguía viendo plana.
—Llevo dos meses.
—Eso si que... No me lo esperaba. — se aclaró la garganta. Después formo una sonrisa en sus labios.—Bien, felicidades. Y me gustaría celebrar más con ustedes pero... ¿Cuál es la última noticia?— soltó impaciente.
Nunca se esperó que ellos ya estuviesen esperando un bebé y él a sus treinta y tres años sólo es un soltero con una hija.
Y entonces recordó que ya no es un soltero. Necesitaba pedirle fotos de su boda a Stolas para ver si salió guapo en todas ellas.
Ambos Betas se dieron un piquito para seguir con la charla.
—Bueno. Si quieres irte lejos de aquí, lejos de esos políticos (los del gobierno), de Stolas... — comenzó a decir Millie.
—Necesitaríamos mucho dinero y nuevas identidades. — acompletó el Omega, con obviedad.
—Exacto. — concordó Moxxie.— Y conocemos a alguien que estaría dispuesto a hacernos un favor enorme como darnos millones de euros y reubicarnos.— sonrió ladino. — Así es, no dólares, Euros.
—¿A cambió de que?— preguntó curioso ante la oferta. Ansioso.
—Sabias que... — hizo una pausa dramática. Haciéndose el interesante, Blitzo entrecerró sus ojos esperando a que continuará.— ¿Tu esposo tiene un libro muy, pero muy importante?— cuestionó, el azabache lo miró incrédulo. Stolas seguramente tiene un montón de libros importantes. Debería ser más específico. —Un libro grande que nuestro comprador estaría dispuesto a pagar lo que sea para tenerlo en sus manos. — agregó dejando sorprendido al Omega.
—. . . ¿Un libro dices?— mencionó después de un corto silencio insólito.
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Él sabía que lo había arruinado. Convirtió su relación con la Omega de cabellos rubios en algo tóxico y super posesivo. Y cuando ella lo terminó hace apenas unos pares de meses y el padre de la chica rompió toda relación con él y su familia, es que supo que debía ganarse nuevamente su confianza y un poder. Y de alguna forma, que la Omega regresará con él. Aunque sea extorsionando la.
No pasaron muchas semanas cuando se enteró que su ex comenzó a salir con otra persona. Una Alpha.
—Oh, cuando Lucifer se enteré lo que tendré pronto en mis manos. — rió para si mismo. Sabía que el hombre más importante, temido, rico y poderoso del bajo mundo y de la realeza tenía ese libro, se volvería loco.
Sabía de la extraña relación comercial y social que mantiene la familia Magne con el Alpha Owl. Y que hace varios años se lo entregaron. Lo que no sabía si fue de forma amistosa o comercial. Tampoco tenía entendido del todo porque al grandísimo Lucifer le tiene un gran cariño e importancia a un libro relacionado con la magia oscura y los seres del Infierno. El gran Stolas sabe lo que tiene bajo su mando, por eso lo ha de tener escondido y protegido. Ni en su sombra puede confiar. Por eso se le complicó planear una forma de obtener el libro, sabiendo que no iba a aceptar negociar con él.
Entonces se enteró que se casó. Y él a comparación del propio Stolas, había reconocido al Omega con el que salía en las fotos de hace varios días. Ya le había mandado otros trabajos en el pasado.
—Charlie. — susurró su nombre. Mirando una fotografía donde salía con ella a la playa cuando todavía eran pareja. — Pronto estaremos juntos de nuevo, amor.
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—Suena demasiado bien eso que dices... Del libro. ¿Donde podría tenerlo alguien como Stolas?— preguntó Blitzo.
Esta vez, se encontraban en un mini picnic debajo del gran árbol de manzano. Mandó a pedir unos aperitivos y un mantel para ponerlo en el césped. También mando a los sirvientes que los dejaran solos con sus invitados y no se quedarán parados esperando alguna orden suya.
—Quizás en alguna caja fuerte. O en alguna parte de su biblioteca personal. Bien oculto. — dijo Moxxie comiendo un pedazo de pay de queso y fresas. — Dioses, sabe delicioso.
—¿Tienes alguna idea, Blitzo?— preguntó está vez Millie tomando un sorbo de su jugo de uva.
Ya había pasado toda una hora desde que llegaron y la verdad habían estado al pendiente por si el verdadero dueño se aparecía y empezaba a preguntar por su presencia.
Pero Stolas no aparecía. Blitzo no evitaba preocuparse un poco. Sentirse inquieto. Su marca (mordida) seguía ardiendo, pero había disminuido un poco. Pero no dejaba de ser molestosa entre ratos.
—No. . . La verdad no. Apenas llevo un día aquí. Casi veinticuatro horas.
—Quizás el otro Blitzo si lo recuerde, Mmm...— se recostó en el roble del árbol la azabache, pensativa.
—Bueno... Antes de seguir. Blitzo, ¿Estás seguro que quieres huir con el Libro de Stolas? Suponiendo que se lo robamos antes de que se de cuenta.— dijo Moxxie.
—Si. El Gobierno me quiere muerto. Y no puedo decirle a Stolas que me proteja porque el Gobierno me quiso matar, ya que me preguntará porque me quisieron matar. Ósea, tendría que decirle que soy un asesino. Que llevo toda una década asesinando personas para ganarme la vida. Y qué él fue... fue mi objetivo.— bajo la cabeza. Para empeorar las cosas, todavía no recordaba más cosas de estos últimos meses.— Lo que eso me lleva a mi siguiente pregunta. ¿Porque el Gobierno no me chantajeó o delató con el propio Stolas?
— No le convenía. — contestó rápidamente Moxxie. —Si te delataban directamente con él, también ellos saldrían perjudicados porque te contrataron para asesinar le. Y tú mismo podrías revelar que ellos te contrataron después de todo.
—Ahora que no lo consiguieron... ¿Qué harán?
—Hasta donde averiguamos, aún no han hecho algún movimiento. Creyeron que moriste. No sabían que estabas en coma. Y si lo descubren, será cuestión de tiempo. — añadió la Beta con seriedad.
—Mi mejor opción sería robar ése libro, dárselo a ese tipo que dicen y nos vamos lejos para hacer una nueva vida. ¿No? — se recostó de igual manera en el roble, apenas terminó de merendar su pastel de chocolate con capuchino.
—¿Y cómo obtendremos el libro?— preguntó está vez Loona imitando la acción de su padre.
Hubo un breve silencio, donde todos miraron a Blitzo. Esté lo notó.
—... ¿Qué me miran?— frunció el ceño, entonces se hizo la idea rápidamente.—
Ay, no. Ni crean que seré encantador con él para conseguirlo.— bufó irritado.
—Puede funcionar, mami.— le dijo divertida su hija. Blitzo chasqueo su lengua.
—Mierda.
Stolas seguía sin salir de su oficina. Por un momento pensó que había salido a otro lado pero, le hubiese avisado en todo caso.
El Alpha ya llevaba casi tres horas sin aparecerse. Y Blitzo sentía una repentina y profunda ansiedad por no estar en brazos de Stolas, lo cuál le preocupaba y extrañaba.
Solo han pasado unas horas. No es el fin del mundo Blitzo. Se dijo así mismo. No podía creerse que en serio quisiera verle aunque sea la cara al hombre, sus grandes ojos color miel con ligero tono carmín, sus gruesas cejas y barbilla cortada. Claro que no quería enterrarse en su pecho para embriagarse de su aroma protector y fuerte de Alpha, recibir sus agradables mimos y besos en todo su rostro.
Mierda. Sacudió su cabeza sorprendido de si mismo. Él no debería pensar esas cosas. Culpa del todo a su naturaleza Omega, por querer estar con el Alpha que le mordió.
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No podía no sentirse tenso, inquieto y nervioso. Y no, no era precisamente por el plan que habían ingeniado con su equipo, con su familia hace unos breves momentos. Si no por ese ardor en su cuello, que si bien ha disminuido considerablemente, ahora le picaba e irritaba la piel. Cómo cuando te haces un tatuaje.
La joven pareja fueron hacia el cuarto de Loona a quedarse mientras que él decidió ir a la oficina del otro anfitrión, apenas Jacobo le avisó que Stolas podría haber terminado apenas su reunión con una última persona. Que no tenía pinta de ser un abogado, pero posiblemente si un negociador. A pesar de no verse como alguien con dinero. El sujeto tan sólo se veía diferente a los otros.
Ahora las cosas estaban más confusas respecto a compartir lo que Stolas podía estar sintiendo. Y cuando por fin le avisaron que su "esposo" podría estar desacupado y disponible para él, es cuando las cosas se pusieron más tensas.
La oficina de Stolas parecía como si hubiera pasado un tornado. Papeles por todas partes. Muebles de cabeza, libros tirados e incluso algunas cosas rotas que temía cortarse.
—Pero que demonios... ¿Qué pasó aquí?— preguntó elevando un poco la voz, viendo a todos lados desconcertado.
Stolas estaba de espaldas, mirando hacia la ventana que estaba media abierta. Tenía los puños cerrados y el aroma de él le golpeó tan duro apenas entró a la habitación. El aroma era tan agrió y espantoso. Casi le causa arcadas. Y no pasó demasiado para que el más alto lo mirara por fin.
Oh no... Parece como si... Cómo si le fuese a dar un arrebato. O quizás ya le dio, uno de enojo o furia. Espera, ¿Acabo de acordarme de algo de vital importancia? ¡Por fin! Poco a poco Blitzo. Eres genial, pero ahora debes concentrarte en otra cosa. Cómo lo mirada tan extraña e inusual que te está dedicando ese Alpha que dice ser tu esposo. Se dijo entre sus pensamientos, cambiando varias veces su expresión conforme a cada cosa que pasaba por su mente.
Cuando Stolas se le acercó a paso apresurado retumbando la zuela de sus zapatos con el piso, por un instante creyó que le iba a pegar o gritar. Le dio una sensación extraña que le volvió a provocar arcadas. Y el picor de su cuello aún no disminuyó, incluso se intensificó. Tal vez porque ahora, están demasiado cerca. Pero por Dios, Blitzo estaba casi seguro que no sólo el aroma, también la mirada dura y retorcida del Alpha le indicaba que estaba más que molesto.
Cerró la puerta detrás sí.
—Omega,— nombró usando su voz de Alpha, lo cuál le aturdió e hizo flaquear por un instante. El Alpha lo tomó de los hombros, sólo los presionó un poco. Aún no lo lastimaba. Y para su sorpresa, lo olfateo, su nariz en su cuello respirando tan profundo su aroma.— ¿Por qué hueles a un huerto de naranjas? ¿Tanto tiempo me tarde y estuviste esperando en mi huerto de frutas junto a las naranjas y mandarinas?— cuestionó alejándose un poco. Pero seguía mirándolo de forma intimidante que, apenas el más bajo pudo formular una respuesta.
—Claro que no. Es el olor de mis amigos. Mis invitados, vinieron de visita.— respondí casi hipnotizado por los ojos de Stolas. Se dio una bofetada mental para dejar de estar embobado.— Se me olvidó avisarte porque bueno... Sufro Amnesia. Es un tema muy delicado, ¿Sabes? — dijo con cierto toque irónico. Prosiguió encogido de hombros.—En fin, ¿Por qué esté lugar está tan. . . Desalineado?
— ¿Tus invitados son Betas?
—Si, ex compañeros de la Facultad. Son una joven pareja comprometida. — respondió para que su pareja no se pusiera ni un poco celosa. Pero si notó cierto descontento en él. Decidió omitir que están esperando un bebé. —¿Estás bien?
—No. No estoy bien. Pero eso que importa. — lo soltó con brusquedad, dando vueltas por el lugar. Mirando cualquier otro lado menos a él.
Blitzo frunció el ceño y decidió no quedarse con la duda. Sí el es su esposo tiene el derecho de saber las cosas. Además que, aunque no estaba seguro, Stolas parecía haber llorado de la frustración. No estaba seguro.
—¡Dime qué demonios te pasa!— exclamó llamando la atención del Alpha.— Tu aroma apesta a enojo, agrio y aceite. Y también. . .También duele, ¿Sabes? Esta maldita marca duele cuando te sientes así de. . .— dijo señalando con cierto fastidio y dolor la marca en su cuello.— Decepcionado y...
—Traicionado. — le interrumpió.—
Efectivamente.
El Omega se quedó con los ojos en blanco, guardó silencio por unos segundos a la vez que Stolas lo miró con un sentimiento que no podía entender o definir.
—. . . Soy tu esposo, y exigo saber que me digas que demonios te pasa. No aguantaré tus caprichos.— soltó sin miedo. Le había cabreado que hace unos segundos Stolas hubiese utilizado su voz de Alpha. Pero él no le tenía ni una pizca de miedo.
O eso cree.
—¿Mis caprichos dices? — su voz ronca se volvió ofensiva y hasta hizo un gesto agresivo en su rostro.— ¿Y desde cuándo admites en voz alta ser mí esposo?
—No estoy de humor para estás cosas, Stolas. Me he enterado de algunas otras cosas tanto buenas como malas de algo privado. Y me es difícil procesar toda la información en mi delicado estado. — explicó.
—Oh, no eres el único, querido. — le sonrió, aunque parecía más bien una sonrisa forzada.
—Sólo quiero... Hablar contigo. No entiendo que te pasa. — agregó intentando no perder la paciencia con el contrario. De verdad que no comprendía porque Stolas se comporta grosero y a la defensiva con él.
—¿¡Quieres saber que me pasa!? PUES BIEN. — alzó su voz, ya no cabía duda alguna en Blitzo que definitivamente Stolas estaba hecho una furia. Si bien, apenas llevaba un día de conocerse (o eso recuerda), pero en ese poco y por lo que le ha hablado su hija de él, Stolas no es alguien que se enojé con regularidad. Y menos con su Omega. Por eso no evitó dar un brinquito hacia atrás cuando el mayor alzó su voz y su rostro se tornó rojo. — Me enteré que eres una puta. Que me has estado engañado. Que jugaste conmigo y lo único que buscas de mí es mi cabeza. Oh pero claro, tú no lo recuerdas... ¿Quién te crees que eres?— le escupió en la cara, el contrario estaba más que sorprendido. Pero no perdió la compostura. Debía solucionar toda esa mierda ahora, él sólo o se iba a meter en graves problemas. Más de los que ya está. Luego averiguaría como se enteró el Alpha.
—No sé que o quién te dijo esas cosas malas de mí. Pero te pido que no pierdas los estribos por esto sin saber si realmente es cierto. — suspiró buscando las palabras correctas para convencer al Alpha, o por lo menos calmarlo. — Se que no he sido un santo en mi vida, pero eso que te dijeron no es del todo cierto. Si me dejas explicarte, — fue callado cuando la gran y caliente mano del Alpha rodeó su cuello. No lo estaba ahorcando, solo lo sujetaba con una fuerza moderada que le hizo callarse de inmediato y comenzó a sentirse nervioso.
Stolas se acercó e inclinó para quedar frente a frente. Su nariz chocó con la respingona de Blitzo quién percibió un gruñido por parte del más alto, se preguntó que tramaba haciendo todo eso. Su delgado cuello cabía perfectamente en la mano de Stolas quién lo miraba con intensidad. Analizándolo quizás, para saber si mentía.
—S-Stolas. . .— balbuceó, luego aclaró su garganta. Tener la mano de Stolas en su cuello, como acariciando esté en alguna clase de advertencia le ponía aún más tenso. — Basta, estás muy molesto, no te salgas de control. Pelear no solucionará nada. — le aconsejó. Al principio creyó que podría controlarlo poniéndose igual de molesto e irritable que él. Pero ya vio que no.
La paciencia, cordura y/o temperamento de Stolas estaban en una delgada línea, apunto de quebrantarse todavía más. Mierda, Blitzo quería saber si enserio estaba molesto porque descubrió su doble vida e iba acabar con él y también quien demonios se lo dijo.
Un detective te estaba investigando. Recordó y entonces unió los hilos para encajar las cosas.
—¿Solucionar? ¿Qué mierda pasa contigo? ¿No recuerdas la basura que eres?— aflojó por fin el agarre de su cuello, lo cuál no fue de tan alivio para Blitzo cuando Stolas lo arrinconó contra un mueble, provocando que esté se cayera de sentado encima de él y el más alto no le permitiera ponerse de pie o escaparse. Stolas parecía de todo en ese momento menos tranquilo y contento.— ¿Has pensado alguna vez porque nunca ningún Alpha se ha fijado en ti? ¿Por qué no tienes familia?— su aroma se volvió tan pesado que a Blitzo le dolía mantener sus ojos abiertos.
Y entonces, fue cuando algo se quebró dentro de Blitzo. Sus ojos se hicieron agua. Su mente no se quedó en blanco, pero sí se trababa y no le dejaban pensar bien las cosas.
—Tengo a Loona y. . .— ahogó un gemido de dolor al final. Jamás se había sentido como una basura, incluso cuando llegaba a recibir insultos como un Omega feo o inútil, nunca les tomó importancia. Si se molestaba, les daba una buena golpiza aquel que se atreviera a lastimarlo. A él o a su hija. Aunque ella supiera defenderse.
Pero que Stolas se lo dijera, por alguna razón le duele. Por alguna razón las palabras se ahogan en su garganta impidiéndole responder, incluso estaba apunto de moquear y su nariz se ponía roja. Sintiendo un ardor, señal de que podía estar cerca de llorar. Y Blitzo lo que menos quería en ese momento era llorar. Porque se vería débil y tonto llorar enfrente de un Alpha que ahora, ya sabe su secreto. Que lo tiene arrinconado y desconoce sus intenciones.
—¿Vas a llorar? Al parecer la pequeña perra tiene sentimientos. — lo tomó del mentón alzando su mirada. — ¿Crees sentirte mal? ¿Y cómo crees que me siento yo, eh?— apretó sus mejillas, lastimando lo.
—¡Ya basta!— intentó zafarse de su agarre. Apretando sus ojos intentando que no lo viera.
—Solo te estoy diciendo tus verdades. ¿Acaso te duele?— le preguntó. Hace poco le gustó encarar al Omega, de escupirle casi todo. Pero ahora que lo sintió temblar y su aroma también cambió, es cuando se preocupó.
Cuando se enteró hace varios minutos de lo que Blitzo le ocultaba, realmente quiso creer que todo era falso. Pero las malditas pruebas y demás cosas no le permitieron ser ciego por más tiempo. Él no era un tonto. Y estaba tan enojado que quería matar a alguien. Quería hacer sufrir a alguien, desquitarse.
Pero ver a Blitzo, literalmente llorando, sollozando por primera vez desde que lo conoció es algo que nunca se esperó. De hecho, sus sueños habían sido que sí Blitzo alguna vez lloraba sería de felicidad. Se imaginaba un escenario donde ambos se enteraban que iban a ser papás. A su Omega rellenito, rebozando de felicidad y abrazándolo, mientras celebraban la dicha de tener a su primer bebé. De ellos dos. Pero la realidad ahora es totalmente diferente. Porque Blitzo no está esperando un bebé y no está llorando de felicidad.
Blitzo está aterrado. Nunca lo había visto así. Con emociones negativas mezcladas. Amargura, ansiedad, nerviosismo, terror e inseguridad. Probablemente el más bajito creía que le iba a golpear o seguir diciendo cosas horribles. El pequeño azabache se estaba derrumbando por sus palabras.
Y él sólo se quedaba quieto y en silencio, pensando que decir.
Las palabras lastiman. Lo sabía, claro que sí. Y aunque seguía en cierto modo enojado, decepcionado y traicionado por todo lo que acaba de descubrir, su Alpha le gruñía lo idiota que está siendo al manejar la situación de esa manera.
Ver a Blitzo llorando, realmente está llorando e hipando le encogió su corazón. Y le hizo meditar seriamente su siguiente decisión.
La marca que los unía dolía tanto. Pero Stolas no quería deshacerse de ella. Sabiendo que sería algo muy difícil de conseguir, quizás hasta imposible. Ambos podrían sufrir más. Y lo único que quería es a su Omega. Quién se cubría su carita toda roja y empapada de abundantes lágrimas, si seguía llorando por más tiempo le iba a doler la cabeza.
Y entonces, Stolas sólo lo abrazó. Cómo buscando protegerlo y a la vez tranquilizarlo. Porque le gustase o no, odiaba ver a su Omega llorando por su culpa. Lo que siempre quiso fue no hacerle daño.
Los dos nos estamos haciendo daño.
Y aún así, él quería que siguieran juntos. Duele a quien le duela.
Palabras: 4,060
Fecha de publicación: viernes 14 de febrero del 2020
Escritor: JaquiiAleWorld
Au: Omegaverse-Humans
Fandom: Helluva Boss
Historia: "Essencia"
Nota del escritor:
Este capitulo me salió muy largo. Incluso se alargó más en la edición.
Estaba planeado que se publicará hasta mañana, pero como lo tenía listo desde el martes en la noche pues aquí se los traigo.
Se puso intenso el Stolas, y eso que iba a decirle más groserías a Blitzo pero decidí eliminar eso. ¿Qué pasará ahora?
Lo sabremos en el próximo capítulo.
Ah, y CREO que en el Acto IX (09) habrá hard/gay.
Nos vemos hasta la próxima~
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