♣Acto I: "Amnesia"
El cielo está nublado, las nubes grises desprenden varias gotas de agua que caen hasta las tierras. Le gusta el ambiente allá afuera. No adentro, en una gran camioneta negra con los vidrios polarizados. Una camioneta Teramont color gris por fuera. Bastante lujosa y grande por dentro. Para transportar a toda una familia de unos siete u ocho integrantes.
El silencio reina en el vehículo. Teme decir algo que lo ponga en riesgo. De vez en cuando, durante el viaje mira de reojo a su acompañante. Quién maneja la camioneta en un incesante silencio que no es incómodo, tan sólo tenso. Al menos para él.
¿Estoy en una misión? Se cuestiona, al no recordar nada. Sabe que aparentemente está casado con un Alpha, dueño de una Isla —para su sorpresa— donde se encuentra ahora, Niue se llama, un raro nombre, no había escuchado de ella en realidad ni sabe en qué parte del mundo queda exactamente. Se caso hace con él poco días antes de su accidente. Lo cuál le parece sospechoso.
Tiene miedo de preguntarle si sabe algo sobre su hija, porque si está en una misión debió haberle dicho que no tiene una hija llamada Loona, Alpha de cabellos largos platinados. Que viste como una gótica y amante del metal juntos. Con quizás, un toque satánico de por medio.
Stolas, como recuerda que se llama, no le ha dicho nada más desde que entraron a la camioneta para llevarlo hasta su casa con él. Se vio muy contento y emocionado cuando despertó, como si realmente lo amase y hubiese estado preocupado por él, como si no estuviese conectado con su sospechoso accidente.
En sus años trabajando secretamente para el Gobierno, ha aprendido a no confiar en nadie. Sin embargo tiene una gran excepción con «su familia».
El hospital estaba, valga la redundancia a unos kilómetros de dónde vive. Y en cierta forma, debe pertenecerle al ser su Isla. De la cuál cuando tenga tiempo se tomará la libertad de investigar más de ella.
No sabe exactamente como actuar, su "esposo" sabe de su estado de perdida de memoria temporal. Pero aún así teme decir o comentar algo que ponga a su grupo o verdadero trabajo en riesgo. Cada vez que intenta recordar, le da un fuerte dolor de cabeza o sencillamente no consigue nada.
Su aburrimiento terminó por fin, algo brillo en su cerebro como una gran idea.
Interactuar con él no ha de ser tan difícil. Se dijo así mismo en vos bajita. Dudaba que el hombre a su lado le haya escuchado.
—Disculpa. — está vez, tomó la forma de alguien tímido pero amable. Respetuoso. No sabe bien que actitud tomó con él antes de "casarse", así que fue lo mejor que se le ocurrió. El mayor lo miró brevemente en señal de que lo escucha y puede continuar.— ¿Tienes mi celular?
—Se perdió en tu accidente hace semanas. — respondió calmadamente. El Omega se maldijo en su mente. Tenía la esperanza de tener respuestas ahí y poder contactar con su equipo de trabajo para conseguir respuestas o por lo menos, estar mejor orientado. Se relamio los labios nervioso.— Descuida, puedo comprarte otro, si es lo que te preocupa, amor.— agregó dulcemente.
Blitzo sentía arcadas por el apodo amoroso del hombre. Pero lo oculto perfectamente con una mueca agradecida y perfecta. Se rasco su cuello, le picaba un poco. Pero solo fue algo breve.
En ese momento no se percató de cierto y significativo detalle.
Bajó la mirada, jugo un poco con su sortija en su dedo anular. La mira incrédulo, pero debía admitir que tenía buen gusto. Brillante y con valor. Cuando se salga de sospechas, tal vez le dé un mejor uso. Podría jurar que ése anillo valdría miles de dólares.
El aroma de ambos se encerrada en el espacio de la camioneta. Blitzo se aventuró a oler más del aroma protector del Alpha, por curiosidad, no porque en realidad le guste, intentó convencerse.
Chocolate con algo más. Como una fogata al aire libre. Puede resultar bastante acogedor, hasta cálido el aroma del otro.
Comenzó a inquietarse. Ya llevaba veinte minutos sentado en la camioneta, ¿Por que vive tan lejos?¿En qué parte de la isla vive, en el centro? Al ser dueño de una Isla, esté tipo ha de tener mucho dinero, lo cuál le sorprende que él maneje la camioneta y no algún chófer o algo así. O quizás los millonarios sean sus padres, no lo sabe. El Alpha se ve como de su edad, quizás un poco más joven o más grande que él en cuánto años. Es tan difícil detectarlo.
—¿Cuánto tiempo llevamos de casado?— Preguntó fingiendo interés.
—Aproximadamente cinco semanas, incluyendo el tiempo que pasaste en coma.
—Oh.
—Llegamos. — avisó suspirando contento.
Blitzo tan sólo asintió. Supo que subieron a una parte alta de la tierra. Vivía cerca de las montañas y la parte más boscosa de la isla. Debe ser un terreno grande y privado de todo el lugar.
Se abrió una gran reja después de que Stolas hiciera una llamada de autorización a los guardias de adentro. Blitzo pensó que era demasiada seguridad, aunque volviendo a recordar que debe estar en una posición alta, quizás sea normal.
Condujo dos minutos más, hasta que salieron del vehículo después de que se estacionara enfrente de la gran casa de dos plantas.
Blitzo salió sin más, y entonces casi le da un ataque al mirar la tan "humilde" casa de su esposo.
—No me jodas.— murmuró con gran sorpresa, impactado mirando su supuesto hogar. Su nuevo hogar. Donde debe ser la compañía de ese sujeto que desprende un aura egocéntrica a la vez que intimidante. — ¿Vives aquí?— le preguntó al contrario quien se puso a su lado, después de indicarle a alguien más del servicio que estacionara la camioneta en su lugar.
—Vivimos aquí, querido.— le sonrió estirando su brazo hasta llegar a su cintura, apretando un poco.
Blitzo trago duro; ese hombre debe ser hijo de alguien de la realeza o algún inversionista de la marca Apple. Incluso podía jurar que es un presumido. Solo por como vive. Cerca de la gran casa de dos pisos, estaba el jardín y otras casas más pequeñas y no se veían tan lujosas. También podía visualizar a lo lejos algún indicio de una piscina. Quizás esté detrás de la casa.
—Esto no es una casa, es un maldito castillo. Esto es un castillo como en Disneylandia. — comentó, poco después se arrepintió por su vulgaridad en su lenguaje, con cierto temor.
No sabía aún que clase de actitud tomó con Stolas, y haberse expresado de esa forma podría delatarlo.
—No has cambiado, a pesar de no recordar, dijiste justo eso la primera vez que te tragué aquí.— dijo entre pequeñas risas. Enternecido.
Blitzo abrió más sus ojos sorprendido por la respuesta del más alto. Realmente no creía que fuese "abierto" con él.
Aprovechando rápidamente la cercanía, admiro de más cerca los rasgos del Alpha. Mandíbula fuerte, nariz de forma celestial y se nota que fue reciente que se rasuro su barbilla. Cejas gruesas y pestañas poco notorias. Hombros anchos, espalda esbelta y torso marcado a través de su camisa. Cintura estrecha y largas piernas por lo que puede notar, por algo es varios centímetros más alto que él. El iris de sus ojos son de color miel tirando al anarajando con un toque leve rojizo. Le recordaba al bonito atardecer que pocas veces ha podido apreciar en sus días libres, junto a su hija.
O también, a los ojos de un búho. Uno de esos animales que siempre le han llamado la atención por su singularidad.
—¿Estás mejor?— preguntó con su profunda voz, entonces reaccionó. Casi estremeció por la profundidad del tono.
Se había quedado embobado con el Alpha, admirando demasiado su rostro facial. El hombre posee cabellos negros azulados, desordenados más no porque estén despeinados, en realidad ese parece su look. También poseía una clase de sombrero de copa oscuro, adorando con un listón rojo y un par de plumas de alguna pájaro exótico, ha de adivinar. Aunque también tenía un estampado dorado en el sombrero para simular una corona.
—Si, solo sigo desorientado. — contestó luego de meditarlo, sentir el fuerte agarre del mayor en su cintura le pone nervioso.
El dueño fue tan amable de darle un tur por casi todo el inmenso lugar, o por lo menos lo que es la sala, comedor, cocina, su oficina y la alcoba real. Para que se orientará mejor, incluso comprobó su teoría que del otro lado de la casa había una alberca con vista al atardecer, al estar encima de la montaña podía ver desde abajo también las partes boscosas y más de lejos otras residencias.
En parte agradece poder ver casi todo el lugar. Contaba el personal y no eran tantos como espero. Abundaba más los de seguridad que los sirvientes. Sólo pudo contar un jardinero, dos mucamas y tres cocineros. Todos Betas hasta ahora.
Si le preguntan cuál es su mayor deseo, sería el poder salir, ir con su verdadera familia y no estar con ese hombre. De seguro ellos sabrán lo que pasó. Porque está ahí y porque está casado con alguien tan millonario que tiene complejo de la realiza. Como un príncipe. No se acuerda de que trabaja.
—¿Tienes hambre?— preguntó. Nunca le soltó de la cintura, incluso a veces inhalaba su aroma. Sentir la respiración caliente de Stolas sobre su cuello, le hace sentir un cosquilleo extraño. Fuerte, tanto que le desespera no poder comprenderlo.
—De echo sí.— admitió, podía comer todo un banquete entero. Carne y verdura, cereales o pescado. Lo que sea, ¡Pero tiene mucha hambre! La comida del hospital no es buena.
Cuándo despertó se quedó internado unos días más hasta que lo dieron de alta. Y la comida del Hospital no era tan mala, pero era poca. Siempre le daban más fruta que nada. Y jugo de naranja o manzana. Nada de azúcar.
—Perfecto, arregle una banquete para ti.— comentó con emoción.
El Omega no pensó que sería tan literal. Enserio, había deseado un banquete pero no creyó que Stolas realmente le fuera a servir un banquete entero. Le comenzaba a dar miedo ese hombre, ¿Había leído su mente?
—¿Un banquete?— repitió para saber si no escuchó mal.
El mayor lo guió a donde debe suponer, es el comedor. Por fin se había separado un poco de él. Pero ahora tomaba su brazo. Veía las decoraciones en los pasillos, que son largos y poco estrechos. Había pinturas colgando, floreros y relojes de todo tipo.
De manecilla, de arena, uno con forma de pájaro, de madera, el famoso "cucú".
—Supuse que podrías tener tanta hambre y comer diversas cosas. Siempre me sorprendes con lo que comes. — explicó riendo un poco.—Además yo igual comeré, Blitzy. — dijo con obviedad, más su apodo lo uso con cierto tono cariñoso.
"Otra vez ese estúpido apodo." Pensó incómodo, pero supo disimular con una leve sonrisa. Debía acostumbrarse, cuando todos fueran a dormirse, o por lo menos su "esposo", buscaría información.
No negó sentirse muy importante cuando los del servicio igual lo trataban con respeto. Deseándoles "buenas noches, señores".
Lo cuál le llevo a preguntarse cuál es la edad de Stolas.
¿Sería muy grosero o atrevido preguntarle?
—Entonces me parece bien.— respondió Boss.
Cuando Stolas duerma o mientras se baña, idearia un plan para salir de ahí sin que el otro se de cuenta. O por lo menos para contactar con su equipo.
—Oh, ¿Prefieres primero bañarte o comer?
—Comer.
—Bien. —chasqueo sus dedos al recordar algo.— Ah, casi se me olvida. Nuestra hija regreso de su trabajo en el otro país.
"¿¡Nuestra qué mierda!?"
Preocupado, no cree que hayan tenido una hija en el poco tiempo de casados. A menos que Stolas lo haya preñado antes y no lo recuerde.
No, así no. Dijo que venia de su trabajo, así que en definitiva debe ser mayor. Suspiró aliviado al pensar que no lo embarazó ni nada por el estilo.
—¿Así? ¿Dónde está?— Preguntó volviendo a fingir interés y emoción. Quizás Stolas tuvo una hija con alguien más, se separaron pero se quedó a vivir con él y ahora es su "hija".
Llegaron al comedor, donde en las esquinas de la gran habitación había un guardaespaldas. También estaban dos personas que vestían como chefs con sus pinches*. A lo mejor se quedaban para saber si fue del gusto de ellos y si se les ofrecía algo más.
"Tiene sentido." Pensó Blitzo.
Hasta ver quién es la chica sentada en una de las tantas sillas devorando el delicioso banquete servido, olía tan bien que no le importaba quedarse dormido entre esas delicias, pechuga roja, salsa, puré de papa y tomate, también hay filetes y ensaladas.
Mierda, se le iba a ser agua la boca.
—Creo que se nos adelantó un poco en la comida.— comentó Stolas acercándolo más al lugar.
Blitzo se permitió soltar del agarre y fue corriendo —lo poco que había de distancia— hacia ella.
—¿¡Estás vivo!? Pensé que habías muerto.— exclamó la Alpha auforica, atragatando se con el pedazo de chuleta que comía. Tomó un vaso de jugo de uva para bajar la carne.
Blitzo la abrazó lo más fuerte que podía, aliviado y feliz.
—Creo que es su forma de decir que te extraño.— comentó Stolas para tomar asiento junto a ambos.
—Loona. — soltó con más alegría, su no tan pequeña niña estaba ahí, vivía con él. Lo cuál le hacía pensar que estar casado con Stolas no es ninguna fachada, y eso le asusta. El pensar que se casó con un hombre como él por algo tan cursi como el amor.
De acuerdo, sin duda no sé esperaba que su hija adolescente formará parte de eso. Por lo que quiere decir que Stolas debe saber de más de él. Pero, ¿Hasta que punto?
Aún hay varios cabos sueltos que resolver. Blitzo esperaba que su Amnesia no fuese permanente.
Palabras: 2,320.
Escritor: JaquiiAleWorld
Fecha de publicación: sábado 28 diciembre del 2019.
Au: Omegaverse- Human's
Historia: "Essencia"
Fandom: Helluva Boss
Nota del escritor:
¡Feliz día de los Inocentes!
Iba a publicar hasta el 31, pero por ser esté día quice hacerlo ahre. Me imaginé a Blitzo siendo este su día ahre.
Me salió más largo el capítulo de lo que quería. Ahre.
Por si no lo saben, pinches* son los ayudantes de los cocineros. Ahre.
La Isla donde está Stolas, donde es dueño si existe. Más adelante si explicará más sobre este lugar y el trabajo de él. Y obviamente lo que le pasó a Blitzo.
¿Qué les parece? uwu
Hasta la próxima mis querubines.
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