Después del banquete Black Diamond se disponía a levantarse, pero la delgada y pálida mano de Licorice lo detuvo.

- No puedes irte sin tu regalo, mi pequeño -Sonrió con dulzura el nigromante.

- Pero si ya me diste mi regalo -señaló sobre su cabeza a la coronita que yacía sobre su pelo.

- Este regalo es más... especial -Sonrió mostrando sus dientes separados- este te ayudará a convertirte en emperador -Susurró al oído del más pequeño.

Black Diamond estaba a punto de preguntar que era pero se percato de que Dark Enchantress se había levantado de su asiento y se le acercaba, regia e imponente, con una caja larga en manos. Cuando llegó frente a él lo miró a los ojos, algo que ninguna otra persona se había atrevido a hacer, pues toda galleta común bajaba la cabeza ante sus orbes amarillentas, ella no, ella le sostuvo la mirada un largo minuto, como si estuviera retandolo. Al cabo de un rato y viendo que ninguno se rendiría ella le entregó la caja, diciéndole que usará ese obsequio con el respeto que se merecía.

El cumplañero abrió la caja...

- ¿Un paraguas? ¿De qué manera se supone que use esto para volverme emperador? -Lo tomó entre sus manos para observarlo mejor cuando sintió como un extraño chispazo al contacto, era como si su propia esencia fuera al objeto y de vuelta- ¡Ah! -lo soltó asustado.

- Eso, niño, no es un paraguas, es un catalizador mágico. -Lo recogió del suelo y se lo volvió a entregar- Lo que sentiste fue porque esta hecho específicamente para ti.

Volvió a tomar el objeto entre sus manos, solo que esta vez dejó que esa extraña sensación fluyera por un rato, y después de un minuto ya no sentía nada, era como si el catalizador fuera una extensión de su cuerpo. Lo apoyó en el suelo a modo de bastón y alzó la cabeza, se sentía imponente

- Creo que estoy listo -Murmuro mientras caminaba hacia la puerta, se detuvo un momento, como si recordara algo. Fue corriendo hacia los brazos de su creador y con un abrazo se despidió.

Abrió la puerta y dio un paso, a pesar de que había salido a los alrededores del castillo más de una vez está era la primera que iba en solitario, inspiró y pudo jurar que el aire era distinto, las aves parecían cantar distinto y el bosque... Le daba miedo, por un segundo pensó en volver.
"¡Un emperador no le teme a un montón de árboles y arbustos!" Se dijo sacudiendo la cabeza.

Había caminado por unos minutos y algo había cambiado, el bosque se había callado, las sombras se le acercaban y algo acechaba entre las ramas. Escucho el crujido que hacen las hojas al ser movidas con fuerza, y giró, tembloroso, con su paraguas en mano y mirando a todos lados. Nada. Un susurro entre las copas de los árboles, volvió a voltearse, ahora más molesto que asustado. Nada. Se hizo un silencio horrible, Black Diamond miró hacia arriba, una sombra que no pertenecía al bosque caía sobre él.

- ¿Quién eres, intruso? ¿Porqué estas aquí? - Con su poca visión pudo distinguir que el que le hablaba estaba encapuchado y le apuntaba con ¿una resortera?.

- Yo soy Black Diamond Cookie, desconocía que este bosque tuviera dueño, y lamento haber entrado en su propiedad. -Hablo un tanto agitado, tratando de levantarse- ¿Quién es usted? -Se sacudió la ropa, disgustado por la suciedad que arruinó su perfecta vestimenta.

- Mi nombre es Heatwave Cookie, lamento haberlo molestado -Habló con molestia y pateó la tierra, como si lo hubieran regañado. Cuando notó la coronita plateada en el suelo solltó un "Hmm" algo prolongado.- ¿Que hace alguien de la realeza por aquí? -Levantó la corona y la limpio con parte de la bufanda-capucha que llevaba- Este lugar es peligroso -Le tendió la, ahora limpia, corona mientras lo miraba atentamente, nunca había visto nada similar a esa galleta y le causaba curiosidad.

- Oh, no soy de la realeza, al menos no todavía -dijo lo último en un susurro, mientras colocaba la corona sobre su cabeza.- e iba en dirección al reino, ¿me podría decir, por favor, por donde es? Me temo que estoy algo perdido.

-Eh... -Pareció pensar un rato en que contestarle hasta que asintió una vez y lo tomó de la mano, dirigiendolo por el bosque a paso firme.

Black Diamond se sentía un tanto incómodo, no por el hecho de que prácticamente lo estaban arrastrando si no porque creía que era de mala educación no decir nada a alguien que probablemente vería a menudo, por lo que trato de iniciar una conversación.

- Y... ¿Vives en el reino? -Dijo de forma tímida.

- Uh, podría decirse que algo así -Empezó a ir un poco más despacio, adaptándose al ritmo del más pequeño.

- ¡Oh! Entonces ¿podrías ayudarme a adaptarme un poco? A decir verdad nunca estuve rodeado de muchas personas y desconozco las costumbres de ahí. -Bajó la cabeza, algo avergonzado por su ignorancia.

- Esto... quizás podría darte algún que otro consejo pero como no suelo entrar al reino no sé demasiado sobre sus costumbres.

- ¿Pero no vivías en el reino?

- En realidad no del todo, solo vivo en las afueras, este es mi hogar -Soltó su mano por un segundo y extendió sus brazos para mostrar a lo que se refería- vivo en el bosque, y el bosque rodea al reino.

- ¡Wow! Como en mis libros -Sus ojos brillaron ante la idea de que alguien pudiera vivir de y en la naturaleza- Y ¿sabes sobre plantas y esas cosas?

-Yo, eh y-yo ¿sí? -Empezó a tartamudear, un poco abrumado por la emoción que demostraba el de negro.

-¿Me puedes enseñar? Por favor.

-Supongo que sí -se encogió de hombros y se resigno a que el resto del viaje sería así.

Pasaron unos 10 minutos hablando de todo tipo de cosas hasta llegar al límite del reino, un tiempo justo para formar una pequeña amistad. Despidiéndose con la mano Black Diamond entró al reino, feliz por haber hecho su primer amigo fuera del castillo.

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Hola, si, paso un tiempo, pero tuve problemas típicos de escribir en celular y en la aplicación de notas... se me borro el original y no había forma de recuperarlo jaja xd y después de eso me dio un bajón de inspiración tremendo, peeeeeero! Ahora ya estoy bien, y con ganas de escribir más hehehe. Esperen una espera no tan larga para el próximo