Capítulo único
—Está detrás..., siempre está detrás. No..., aléjate. ¡Aléjate de mí!
21 de abril del 2011
—¿Cuándo fue que comenzó todo esto?
—Fue hace unas semanas. Me iba bien en el trabajo, no tenía problemas de ningún tipo hasta que comencé a tener dificultades para dormir.
El hombre escuchaba con atención; asentía en tanto bajaba la cabeza para redactar algunos detalles en su pequeña libreta. Sus ojos castaños escrutaron al muchacho frente a él; las ojeras delataban la falta de sueño; el cansancio era evidente en su mirada apagada.
A pesar de todas las cosas que había oído hasta ahora, las cuales se acercaban más a un relato de terror que a verdaderas vivencias, ese hombre no aparentaba tener algún tipo de desorden psicológico. Estaba terriblemente perturbado, podía verlo en sus expresiones; en las manos que se masajeaban nerviosas.
—¿Qué pasó después?
—Comencé a estar cada vez más disperso, en mi trabajo me llamaban la atención varias veces al día y mis amigos, incluso mi familia lo notó. Era como si todo el tiempo estuviera pasando algo por alto. Me sentía inquieto, sobreexcitado, quizás.
—¿Consumes algún tipo de droga o bebes alcohol?
—No, jamás he consumido drogas y hace un buen tiempo que no bebo nada.
—Continúa.
—Hace una semana salí antes de trabajar. Llevaba varios días sin poder dormir, así que decidí que lo mejor sería tomar una cena rápida y tratar de descansar. Esa noche, luego de dar varias vueltas en la cama logré quedarme dormido, pero cerca de las tres de la mañana escuché un grito que me hizo saltar de la cama.
-¿Y de dónde crees que provenía?
—No lo sé... —Hizo una pausa, fijando la vista en algún punto sobre el suelo, como si tratara de encontrar una respuesta para aquella pregunta—. Solo sé que luego de eso, comencé a escuchar voces dentro de mi cabeza y no conseguía hacer que se callaran.
El doctor hizo un resumen en la libreta antes de finalizar la primera cita, no sin antes darle algunas recomendaciones que fueron acompañadas de alguna que otra palabra de aliento.
. . .
28 de abril del 2011
—Las voces siguen estando ahí, están por toda la casa. Me dicen cosas, cosas que no entiendo. Es un murmullo continuo que parece seguirme a donde quiera que vaya. Me estoy volviendo loco, doctor...
—No estás loco, Michael. Intentemos con alguna medicación que te ayude a dormir y disminuya la ansiedad. ¿Estás dispuesto a seguir mis instrucciones?
—Claro que sí, lo que sea para terminar con esto.
. . .
5 de mayo del 2011
—¡Doctor, doctor! Hay algo caminando por todo mi cuerpo, están debajo de mi piel, ya intenté quitármelas ¡pero no puedo hacerlo! Se escurren por todo mi cuerpo.
—Michael, cálmate, por favor. ¿Has estado tomando las pastillas que te dí?, ¿desde hace cuánto estás sintiendo esto?
—Está hablando demasiado rápido... —Sacudió la cabeza, tratando de concentrarse en el hombre que se encontraba de pie junto a él, revisando su pulso. Las voces en su cabeza no le permitían comprender con claridad lo que el doctor le estaba preguntando. A su alrededor, las baldosas de aquella sala parecían hacerse más grandes y más pequeñas, y la camilla en la que estaba acostado parecía sacudirse violentamente bajo su cuerpo, como si hubiera cobrado vida. Veía la boca del doctor moverse en palabras que para él estaban en otro idioma, simplemente no podía enfocarse en lo que estaba sucediendo.
—Michael, ¡Michael! —la voz del hombre sobresalió entre el murmullo, regresándolo a su centro.
—Él le tiene miedo, doctor. Me deja en paz cuando estoy con usted.
—¿Quién?
. . .
19 de mayo del 2011
—Michael..., estos episodios se han venido repitiendo demasiadas veces. Temo por tu seguridad. Te has hecho daño intentando quitarte los gusanos que sientes dentro de tu piel. ¿Has considerado internarte en un centro psiquiátrico?, quizás los médicos pueden mantener controladas tus alucinaciones y mejorar tu calidad de vida.
—¡No son alucinaciones! están ahí, de verdad están ahí. Hay algo..., un ser que se aparece durante la noche y me habla, ¡yo puedo verlo!
—¿Puedes comprender qué te dice?
—Solo a veces. Me dice que debo matarlos...
—¿A quiénes?
—A mis amigos, a mi familia, a usted. Debo matarlos a todos porque no me creen y piensan que estoy loco. No me deja tomarme mis pastillas.
—¿Has dejado de tomarlas?
—¡Él me obliga!
—¿Con qué te hiciste esas heridas, Michael?, parecen profundas... ¿Te ha visto un médico?
—No lo sé, no lo recuerdo.
. . .
26 de mayo del 2011
Ha pasado un mes desde la primera consulta. El paciente Michael Bruce ha estado empeorando conforme pasaba el tiempo. No es constante con sus medicaciones y sus alucinaciones han ido en aumento. Hemos tenido que internarlo en un centro psiquiátrico contra su voluntad, debido a que comenzó a autoflagelarse. Pone en riesgo su vida y la de terceros.
Dejó la pequeña grabadora sobre la mesa de su escritorio, junto al expediente del muchacho. Había estado discutiendo con muchos colegas sobre el caso particular de Bruce, pero al final, todos coincidían en lo mismo: esquizofrenia paranoide.
El teléfono de la oficina comenzó a sonar una y otra vez, al levantar el tubo, la voz de una de las enfermeras sonaba asustada, nerviosa.
—¡Doctor!, su paciente, Michael Bruce. ¡Le ha arrancado la garganta a una de las enfermeras con los dientes y dice que alguien le ordenó hacerlo!, por favor venga enseguida, ¡está fuera de...!
—¿Hola? ¡Enfermera! Dios mío...
corrió por los interminables pasillos blancos del hospital, llegando hasta el pabellón seis, donde el muchacho estaba internado. La puerta de la habitación estaba abierta, las manchas de sangre sobre el suelo y las paredes le daban el aspecto de una película de terror. Siguió las huellas de sangre, caminando en cámara lenta por el estrecho pasillo. Comenzó a escuchar un murmullo proveniente de otra habitación, seguido de un sonido gutural y luego, una voz suave que parecía estar hablando en otro idioma.
—¿Michael? —llamó en un hilo de voz, caminando despacio hasta la habitación de donde provenían los ruidos- Michael, soy yo, el doctor Richards. ¿Estás bien?
Se asomó al cuarto, y el paisaje terrorífico le heló la sangre. Michael se encontraba en cuclillas, con la cara y las manos ensangrentadas. Un sin fin de heridas en sus brazos y piernas dejaban al descubierto su carne, donde un montón de gusanos se escurrían hacia los cadáveres de las dos enfermeras. En un rincón, una criatura extraña se acurrucaba mientras murmuraba. Se asemejaba a un perro que había sido quemado con aceite hirviendo, pero su rostro tenía forma humana.
—Doctor... —Michael levantó la vista, mirando al médico con su típica expresión intranquila- yo no lo hice, fue él...
El doctor se cubrió la boca con ambas manos al sentir su estómago revolverse por el olor fétido que desprendía aquella criatura. Apoyó la mano sobre la pared cuando las arcadas comenzaron a ahogarlo. Entonces, el animal se incorporó, mirando con una expresión divertida la cara de espanto que se dibujó en el rostro del médico.
—¡Son alucinaciones, Michael! —se burló con su voz chillona—, tú hiciste que se volviera loco, ¡tú hiciste que se volviera loco! —repetía una y otra vez.
El hombre entreabrió la boca, tratando de conseguir algo de oxígeno. El animal se acercó a Michael, poniéndose a la altura de su oído para comenzar nuevamente con aquel perturbador murmullo que por momentos parecía que le haría estallar el cerebro. Michael comenzó a negar con la cabeza, cubriéndose los oídos al tiempo que apretaba con fuerza sus ojos. Entonces, el murmullo se transformó en un chillido, un sonido similar al de las uñas rascando una pizarra.
—¡Mátalo, Michael! ¡Mátalo!
—¡NO!
—¡MÁTALO!
. . .
—Nos encontramos junto al hospital Clifford, sobre la mañana de hoy, las autoridades, que recibieron un llamado desde el hospital, confirman que dentro del pabellón seis, se llevó a cabo una masacre por parte de un paciente que logró burlar la seguridad del lugar. Los cuerpos del doctor Luis Richards junto a dos enfermeras que todavía no han logrado ser reconocidas, fueron hallados sin vida dentro de la habitación. Los forenses indican que los tres cuerpos presentaban múltiples heridas, al parecer, realizadas con un objeto corto punzante. El causante de este terrible acto, está prófugo, la justicia ya se ha puesto manos a la obra en su búsqueda, debido a que este hombre, fue diagnosticado con esquizofrenia, y es peligroso para la sociedad.
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