two.
Habían pasado dos años. JiMin tenía ahora 16 años –próximamente 17–, mientras que TaeHyung tenía 15 años.
Durante esos últimos años JiMin y TaeHyung tenían conversaciones frecuentemente. Eran conocidos, rozando la palabra amigos, pero ambos tenían limitaciones para llegar a serlo. Tae por el miedo de NamJoon y los amigos de JiMin lo querían solo para ellos.
—JiMin hyung —saludó TaeHyung mientras se sentaba a su lado. Ambos estaban en el salón de baile, Park se la pasaba todos los últimos recreos allí para comer en paz, siendo observado por sus alucinaciones.
—TaeTae —saludó el castaño mientras le sonreía un poco. Se acercaba el cumpleaños de JiMin así como también se acercaba el aniversario del establecimiento, en donde los alumnos podían dejar cartas a otras personas en sus casilleros. TaeHyung todos los años tenía como mínimo diez cartas mientras que por otro lado JiMin nunca había recibido ninguna.
Un gato anaranjado se hizo presente en el lugar y se sentó en silencio al lado de JiMin, observando a TaeHyung.
—Hola, Chimmy —Tae saludó al felino mientras se acercaba para poder acariciarlo.
—Cuando menos te lo esperes robará tu almuerzo —JiMin rió para luego llevar los palillos a sus labios, comiendo de su propio almuerzo.
Generalmente TaeHyung y JiMin hablaban en el último receso, compartían tiempo juntos hasta que NamJoon los descubría o JiMin lo dejaba solo mintiéndole que debía ir al baño y luego nunca regresaba.
Mátalo, JiMin.
—¿Y cómo ha estado, Hyung? —TaeHyung ahora tenía en sus manos su sándwich cuidando de que el felino no se lo robara.
Mal, has estado malo, empeorando.
—Bien... —sus manos temblaron un poco y sin verlo venir dejó caer sus palillos al suelo. Estaba nervioso de nuevo y no quería alterarse.
—¿Está allí? —Tae preguntó y JiMin solo se limitó a bajar su mirada mientras limpiaba el piso del lugar con un pañuelo—. Hyung... —murmuró buscando llamar su atención. Chimmy estaba mirando directamente hacia una pared sin moverse, no sabía qué estaba pasando, pero sabía que el ambiente estaba demasiado tenso.
Voltéate, anda.
JiMin negó con su cabeza mientras tomaba sus cosas y las guardaba en su bolso pequeño.
—No me gusta aquí, ¿nos vamos a otro lado? —Park mantenía la calma, o eso intentaba. Sabía que sus amigos estaban celosos de TaeHyung.
Ambos se levantaron y salieron de aquel lugar. Tae observaba el rostro de JiMin con curiosidad y con algo más en su mirada. Algo que incluso a él lo confundía muchísimo, era un sentimiento algo íntimo del cual no tenía ni idea el nombre. Los dos últimos años se había dado cuenta de aquel sentimientos extraño que no podía descifrar y dejó cartas en el casillero de JiMin en anónimo, pero Park no las había leído porque no se molestaba en abrir el casillero sabiendo que no encontraría nada ahí, o eso pensaba. Porque las cartas de TaeHyung seguían inmóviles esperando a ser leídas.
—¿No nos sigue? —se atrevió a preguntar el menor.
El castaño negó con su cabeza mientras se volteaba. Generalmente cuando estaba con Tae aparecían sus amigos para observarlos a ambos desde lejos y el único que era atormentado era JiMin, ya que TaeHyung no podía verlos, para su suerte.
—¿Esta tarde quieres acompañarme a casa, TaeTae? —Park se atrevió a preguntar mientras sonreía suavemente, volteandose a ver el rostro de aquel chico con tiernas facciones. Grande fue su sorpresa al notar que este estaba mirándolo y al parecer desde hace un buen tiempo atrás, pero solo se limitó a mantener su expresión normal mientras que las mejillas de Kim tomaban color por la sorpresa y vergüenza.
—Claro... —musitó en voz bajita.
No lo abras, no encontrarás nada, JiMin.
Park estaba con las llaves de su casillero en sus manos. Picaban un poco por la curiosidad e ilusión, pero sabía que si lo abría había una gran posibilidad de encontrar solo polvo y quizá hasta telas de araña con una disecada en el centro.
Suspiró mientras inflaba una de sus mejillas, volteando a ver a su ilusión.
—Quizá... Solo lo hago para echar un vistazo. Nada más que eso —se alzó de hombros mientras que ahora echaba llaves a su candado y finalmente lo quitaba. Abrió la puerta con cuidado y sus ojos obtuvieron un brillo inusual cuando dos sobres de color rosa se hacían ver en el lugar.
Wow, ni él se lo esperaba.
Miró a ambos lados desconfiado y cuando no vió a nadie las tomó en sus manos para después cerrar nuevamente el casillero. Había creído que quizá era una broma, solo hablaba con Felix y TaeHyung, pero Felix estaba aún en Australia y TaeHyung no parecía ser el tipo de persona que escribía cartas, si no que las recibía.
Es una broma, de seguro.
—Ya cállate, ¿quieres? —Park suspiró frustrado para después acomodar su bolso en su espalda y comenzar a caminar en dirección al salón de TaeHyung. Debía pasar a buscarlo para que ambos fueran a su casa y pasaran tiempo juntos. Se le hacía a ambos estar en presencia del otro, era cómodo.
—¡Hyung! —Tae salió de su salón totalmente animado para después abrazar al castaño, quien estaba recién llegando a buscarlo—. ¿Nos vamos?
JiMin asintió con su cabeza en silencio y no pudo evitar soltar una pequeña risa cuando TaeHyung lo tomaba del brazo. Chimmy no tardó mucho en llegar al lado de ambos y el gato solo siguió a sus cuatro patas a ambos mientras volteaba varias veces, viendo detrás de sí. Las ilusiones de JiMin los seguían a ambos y sabía que aquello no era bueno, debía avisarle a su dueño lo que estaba pasando.
—¿Tienes hambre? Mamá no llegará hasta tarde. Trabaja mucho para poder comprar mis pastillas —avisó JiMin—. Pero ambos podemos cocinar algo... No creo que la casa se incendie si hacemos cereal con leche.
TaeHyung rió mientras mantenía su mano pegada al brazo de JiMin. No se quería soltar porque cuando salía con su amigo, NamJoon, siempre se perdía entre la multitud de gente y terminaba siendo aplastado por las grandes masas de personas.
—No tengo mucha hambre, pero podemos ver que comemos luego.
—Luego —un susurro se hizo presente en el oído de JiMin y este solo sonrió simulando que todo estaba bien.
Las pastillas de JiMin se habían acabado en la mañana y su madre llegaría hasta tarde de trabajar, ir a comprar las pastillas para su hijo y luego llegar a descansar a casa.
—Una larga tarde, ¿No, mejor amigo?
Park se apegó a TaeHyung . Sabía que junto a él estaba a salvo, ¿no? Al menos así se sentía.
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