sixteen.
Al otro día ambos despertaron bastante tranquilos, pero ninguno de los dos quería levantarse de la cama de Tae. JiMin estaba demasiado cómodo incluso para mover un solo dedo y TaeHyung estaba casi quedándose dormido nuevamente. La alarma sonó nuevamente por desgracia de ambos y los ánimos del menor finalmente aparecieron junto con sus energías de otro mundo.
—Hyung, es tarde —Kim dijo y se acercó al mayor para besar repetidas veces sus labios, dejando pequeños piquitos en estos para intentar levantarlo.
Park soltó un quejido, dando a entender que no quería ni siquiera moverse para dar a entender lo indignado que estaba porque Tae estaba intentando comprarlo con besitos. Y no era enfado por ello, sino enfado con él mismo porque estaba dejando que TaeHyung intentara comprarlo con algo tan sagrado como lo eran sus labios.
—Hyung~, amor... —y ese apodo fue lo suficientemente dulce para que JiMin abriera sus ojos con recelo, lanzándole una mirada algo amenazante a Kim.
Pero TaeHyung no le tiene miedo a la muerte.
—Lindo —murmura y sonríe con diversión al notar como su mayor se volteaba para no tener contacto visual con él. Noto como los brazos de este abrazaban una de sus almohadas y nunca sintió tanto odio hacia una en su vida—. ¿Por qué la abrazas a ella y no a mí? —inquiere haciendo un puchero, sentándose finalmente al lado de JiMin.
—Porque ella no quiere levantarme —Park se aguantaba soltar una risa ante la situación y cuando se volteó notó que TaeHyung tenía un tierno pucherito plantado en sus labios. Suspiró y se sentó finalmente en la cama, atreviéndose a robar un pequeño beso de los labios de su menor.
Tae sonrió satisfecho de haber visto al mayor sentado en la cama y tomó su mano para poder tironearlo hasta afuera del cálido colchón.
Fue una larga mañana de JiMin reclamando por haber sido levantado. Este tomó sus pastillas por sugerencia de TaeHyung y cuando estuvieron vestidos ambos con ropa normal estuvieron una larga tarde comiendo comida chatarra. Sabía que a la madre de JiMin no le gustaba que su hijo se alimentara de aquella comida, pero le daba gracia como Park todos los días comía esa clase de alimentos aunque sea una bolsita de papitas fritas. Ella no se enteraba de nada debido a su jornada laboral, así que tenía que estar diciéndole y recordándole a su -ahora- novio que a su madre no le gustaría verlo comer aquello.
Las horas pasaron con suma tranquilidad, ambos amaban la manera tan cómoda en la que se sentían cuando estaban junto al adverso, tan diario, porque Tae amaba ver a JiMin en todas sus fases diarias así como JiMin adoraba ver a Tae prácticamente todo el día. Nunca iba a dejar de repetirse que Kim TaeHyung en su manera más pura era como ver a un ángel caído del cielo, a veces recordaba a sus amigos -los cuales no había visto en semanas gracias a su TaeTae- decirle que no se merecía a Tae, pero cada vez que recordaba los labios del menor unidos a los suyos se sentía distinto, como si los sentimientos de su novio se transmitieran en un simple tacto tan simple, pero significativo a la vez, las energías del menor alejaban cada inseguridad que se asomara en su cabeza y lo hacían sentir como lo más grande, como si necesitara ver la sonrisa de su amado toda la eternidad y solo con eso se sentiría bien todo el tiempo. Sabía que estaba mal depender de una persona, pero cada vez que sentía su mano unida junto a la de TaeHyung ese hecho no le importaba, porque él dependía de Kim y no le importaba decirlo, dependía de sentir su presencia, oír su voz, el tacto de sus labios, observar su sonrisa y ver los brillos de sus ojos.
Sus ojos eran sin dudas unos soles que no le dolía mirar, por eso es que Kim TaeHyung es la persona más especial de la galaxia.
En efecto ambos salieron un rato a tomar el aire fresco. JiMin pudo ver a lo lejos varias luces de colores, Tae notó como las pupilas de su Hyung eran iluminadas por varios puntos luminosos y decidió llevarlo a ver que era lo que estaba mirando.
Sus pasos se dirigieron a un centro de juegos mecánicos, los cuales estaban por toda el área del lugar. Era lindo a los ojos de TaeHyung, pero lamentablemente aterrador a los ojos de JiMin, quizá era mejor solo observar de lejos aquellos destellos coloridos y no acercarse demasiado.
—Mire —habló Kim, sonriente ante una rueda de la fortuna que era decorada con bastantes luces brillantes y llamativas—. ¿Nos subimos?
Park hizo de sus labios una línea y su corazón latió con fuerza. En ese momento se odió por temerle a las alturas, porque los ojitos de TaeHyung parecían insistentes cual cachorro buscando el consentimiento de su humano. Asintió levemente con su cabeza y a cambio recibió un formidable abrazo de parte del menor.
Pagaron los boletos y fueron hasta la corta fila. JiMin sintió que tal vez podía tranquilizar su corazón y subirse tranquilamente con Tae, pero esa idea se fue de su cabeza en cuanto fue su turno de subirse a aquel juego.
Kim se subió primero y le extendió su mano a JiMin, quien la aceptó inseguro y se sentó justo en frente suya. Cuando la compuerta fue cerrada el juego se movió, haciendo que ellos subieran un poco para dar paso al otro carrito hecho de madera y metal y que otros clientes se subieran al atractivo entretenido. El movimento brusco del juego hizo que Park buscara con sus manos las manos de Tae y cuando las encontró sin dudarlo un poco las tomó, presionando estas un poco.
—¿JiMinie? —Kim le miró extrañado al notar su mirada asustada—. ¿Todo bien?
—Todo bien, está bien —JiMin sonrió, pero a los ojos de TaeHyung esa sonrisa fue más como lo que pareció ser una mueca.
—¿Miedo a las alturas?
El castaño asintió suavemente con su cabeza y TaeHyung sonrió. Al menos sabía uno de los miedos de JiMin que intentaría corregir por todo del mundo, el médico le había mencionado que sus miedos debían ser combatidos para que las alucinaciones fueran cesando poco a poco, así que daría lo que fuera para calmar los miedos de su Hyung.
Aunque en realidad él también sentía miedo, no iba a dejar que el mayor se viera afectado nuevamente por su enfermedad, estaba sanando muy paulatinamente y no quería que el esfuerzo suyo o lo de los médicos se viera echado a perder por otro fuerte trauma más a la memoria de JiMin.
—Las alturas no son malas, no cuando está acompañado —Kim sonrió, y JiMin se dio cuenta nuevamente que los dientes de Tae eran lo más hermoso que alguna vez pudo haber visto en su vida—. Es decir, yo también les temo un poco. Pero estando junto a ti, JiMinie, me siento bien —se acercó justo después de sentir como aquel juego comenzaba a girar poco a poco y se atrevió a dejar un casto beso sobre la punta de la nariz del mayor.
Park se sintió intranquilo y tranquilo a la vez. Pocas veces le sucedía, y es que no podía parar de estar nervioso por lo alto que podían llegar a estar pero las palabras de TaeHyung realmente ayudaban en sus momentos de crisis de pánico.
Los minutos pasaron y finalmente fue el momento de la parejita en quedar a lo más alto. JiMin solo miraba hacia sus pies juntos con los de TaeHyung, no quería levantar su mirada, pero Kim tomó sus mejillas y le obligó a mirarlo justo a sus ojos.
—Mire, la vista es linda, Hyung —el menor habló, buscando llamar la atención del mayor positivamente a su situación.
El castaño sintió sus manos sudar en frío cuando despegó su mirada un poco de Tae, pero sus brazos rodear su cuerpo le hicieron a su corazón calmar sus latidos y suspiró, dejando ir su cobardía para poder mirar en dirección a la ciudad.
Mil y un destellos se veían a lo lejos, y si bien sintió miedo el tiempo que se dedicó a mirar la ciudad sintió más tranquilidad al sentir el cuerpo de su pequeño unido al suyo. La vista le recordaba a los lindos ojos de TaeHyung, pero las luces y destellos artificiales de la ciudad estaban un escalón más abajo de los destellos naturales de los ojos de su TaeTae, porque TaeHyung era especial.
Park hizo que el menor se separara levemente de su cuerpo y algo más confiado que antes posó sus manos sobre las suaves y abultadas mejillas del menor, sintiendo la piel de este algo tibia y notó el rubor en sus mejillas y nariz que se asomaba tímidamente por estas. Sonrió suavemente y se acercó a los labios de Tae, uniendo sus labios en otro beso bastante profundo.
Sus labios rozaban, se unían, se separaban, haciendo pequeños sonidos a cada movimiento que compartían. JiMin tenía el control de aquel beso, pero ambos podían sentir los sentimientos que compartían a través de aquellos tan suaves toques.
Y otra vez más, JiMin pensó que TaeHyung era sin dudas un ángel caído del cielo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top