Capítulo 7 *¿Sentir Algo?

Mientras que el par de locos le enseñaba a nadar al pequeño hyoga, camus y shoko disfrutaban de un gran día de relajación.

Ambos yendo de compras, darle atención a su piel y cabello, y terminando su recorrido en el Spa del hotel.

Hace mucho que no me concentia. Esos eran los pensamientos del peli agua, disfrutando de los masajes en su nuca, brazos y sienes.

Suspiraba de satisfacción por la deliciosa sensación, tanta era la relajación que se estaba quedando dormido, tanto tiempo trabajando y siendo padre soltero le era muy difícil relajarse.

Tanta era su satisfacción que no escuchaba cuando la chica lo llamaba, de no ser hasta mencionar a milo.

-- milo cumple años en una semana y no tengo idea de que regalarle.

Mientras disfrutaba del masaje, respondió automáticamente, sin la necesidad de hacer memoria por saber los gustos de milo.

-- nunca una corbata, tiene cientos de ellas y jamás las usa. -- la chica agradeció y el mayor continuó para ayudarla. -- le gusta los escorpiones como mascota, ama el anime de los guerreros del zodiaco, tiene una gran colección de ellos, su favorito es el de acuario. Ama las manzanas, más las rojas. -- a cada palabra la chica sentía tratando de no olvidarse de nada. -- así que si quieres darle eso, compra las más rojas y jugosas, pero percata de que sean de buena calidad, ponerlas en una canasta y decorarlas con un moño morado...

-- sabes mucho de él. - interrumpio shoko, admirada del gran conocimiento de camus a milo.

-- si... Realmente lo conozco desde hace siglos.

Las palabras de shoko lo hicieron perderse en un vago recuerdo; cuando conoció por primera vez a su "amigo"

Fueron como unos diez o doce años, el recuerdo del tiempo era vago, pero si recordaba cuando se vieron por primera vez.

Ya recién se había graduado y buscaba trabajo, le habían sugerido la clínica de un tal Dr. Antares. Llevaba sus documentos y esperaba para ser recibido y entrevistado, pero no contaba con lo que se llegó a topar.

Al ser llamado y ver por primera vez al chico, un pequeño sentimiento había crecido al ver tan bello y perfecto hombre, pero el sentimiento se fue a la basura al momento de entablar su entrevista.

¿Cuál es su nombre, mi bella dama?

El muy idiota lo había confundido con una mujer, y por si fuera poco, se había atrevido a coqueterle, aun después de que le dijo que era hombre.

Entre bromas y varias preguntas milo al final había decidido contratarlo, no solo era una persona bien preparada y con gran reconocimiento en su hoja de vida, sino que una chispa había crecido en el moreno, veía una hermosa amistad con aquel apuesto pelirrojo. Aun así le dejo en claro que era heterosexual y que no intentaría algo con él sin su consentimiento.

Y camus le tenía un gran aprecio a milo, a él le contaba sus más íntimos secretos, él le apoyó al saber su orientación y ser un doncel, no lo juzgo por sus preferencias, estuvo a su lado en el nacimiento de sus hijos. También fue su apoyo cuando el idiota de sigfired le engaño, apoyándolo y siendo su pilar cuando se divorció.

Pero ahora que lo pensaba... ¿Realmente era admiración lo que sentía por milo? ¿O era algo más?

Lo descubrirá en poco tiempo.










-- ¿Cómo cuantas galletas nos queda?

-- como unas cuarenta.

El tiempo habia pasado y los adultos seguían ayudando al pequeño rubio a nadar.

El pequeño ponía de su parte, más porque una personita en particular lo observaba curioso. Él quería lucirse ante él.

-- ¿qué dices, doce metros por cuarenta galletas? Hey...

Al no obtener su atención milo e isaac desviaron su mirada a la dirección que miraba el menor.

Vieron a un pequeño peli verde de cuclillas en la orilla de la piscina, cerca de Surt, observando con una sonrisa al rubio. Milo Sonrió coqueto de lado al observar a los menores de nuevo.

-- creeme que si logras completar esos doce metros, ese niño caerá rendido a tus pies.

-- ¿tú crees? - hablo embobado el rubio, sin dejar de ver al otro.

-- ¡eres muy chico para esas cosas!

Isaac era el único que no daba crédito a lo que veía, a su hermanito le gustaba ese mocoso, aunque a él también le pareció un poco tierno, pero ahora esa sería una buena excusa para que hyoga aprenda a nadar de una buena vez.

-- ese niño no te volteara a ver si no logras nadar esos doce metros.

Como si volviera en si, el pequeño hyoga regresó a su objetivo principal. -- hagamos ésto.

Isaac y milo quedaron boquiabiertos al ver que el menor se sacaba los flotadores de sus brazos, y Surt no desaprovechó para molestarlo.

-- ¡oh, no puede ser! ¡Este joven se quitó los flotis! ¡Y todo por este hermoso conejito! ¡Todo sea por conquistar a un amor prohibido!

El mencionado sonrío con sus lechosa mejillas rojas. Y esa fue la cereza para que hyoga se lanzara al agua para llegar a los pies del pequeño.

Justo en ese momento camus y shoko llegaron cuando el niño nadaba a medio camino, el mayor se asustó al ver a su pequeño sin sus protectores, y dificultando su andar por el esfuerzo. Aun así acompaño a los otros dándole ánimos a seguir.

Hyoga al fin logro llegar a la orilla, justo frente aquel tierno niño que le devolvió la sonrisa. Camus, algo extrañado por la escena, sonrío orgulloso y choco los cinco con su hijo.

-- ¡ése es mi hijo! - milo igual de emocionado, gritó cargando al hermano mayor. El menor gritaba emocionado su victoria. -- ¡eso es campeón!

La alegría y amor con la que milo gritaba conmovió a shoko y camus, ambos sonriendo y suspirando, maravillados.

El peli agua, por primera vez, tenía una mirada llena de amor por él...

-- ¡¿Qué están mirando?!

... Aunque claro que la paz sería poca.

-- ash... ¡saori!

-- Ayyyyy no...

Por puro reflejo isaac escapó sunergiendose en el agua, y hyoga llevándose las galletas y al pequeño peli verde.

-- deblin... -- Camus se puso nervioso al mencionar su nombre, pues se supone que él se llamaba así, con miedo a que ambas descubran su mentira. -- tú querías sorprenderme.

-- ¿tú crees? Ohhh. Te asustas muy rápido. - la pelilila sonreía pícara al ver a su amigo nervioso. -- señal de menopausia.

-- ¿deblin?

Al oír la pregunta de la menor, camus fingió demencia, como si no su había dado cuenta de que seguía allí.

-- shoko, escucha ella es Saori deblin, estuve en la universidad con ella. -- milo, igual de desesperado, le señalaba a Surt para que interviniera y no se regara su plan. -- mucho gusto, hola shoko. ¿Ella es tu hija?.

-- oh, no, no, no, no, no. Realmente soy la novia.

-- ¿la novia de quien?

Y antes de que shoko hablara, el pelirrojo se había interpuesto ente el trío, alzando su mano en dirección a saori.

-- ¡¿Qué tal?! Hola. Me llamo tríches Karótou, eres muy hermosa.

-- tengo esposo, gracias. ¿Donde esta milo?

Camus señaló a su esposo y saori la saludo dando pequeños saltitos emocionada, aunque no era lo mismo para los presentes.

-- ¿Saben una cosa? - inicio la pelirosa curiosa, llamando la atención de saori. -- nunca había conocido a una persona que se llamara deblim en mi vida, y ahora llegas tú, y tu nombre es deblin y...

-- ¡¡Al agua pato!!

Antes de que la pobre terminará su oración, surt, en un momento de desesperación, empujó a la chica a la piscina, desconcertando a los dos mayores.

Divertido se arrojó al agua también, hundiendo a shoko al fondo de la piscina, obviamente ahogandola. Milo igual estaba incrédulo viendo a su primo haciendo una estupidez, por la vergüenza se sumerigio también, yendo al lugar donde estaban los cuatro niños, un pequeño peli azul se les había sumado.

Sin importarle la situación de shoko, saori siguió por lo que había llegado ahí.

-- En fin, tenemos tiempo libre hoy y me estaba preguntando si tú y milo quieren ir a cenar hoy: Oseana's a las 7.00 -- Camus negó su propuesta, de fondo la pobre chica intentando salir del agua, pero Surt se lo impedía. --¿están peleados?

-- ¿peleados? No. Estamos encantados si. Amm esta bien, esta noche, perfecto...

-- perfecto, gracias. Te veo en la noche.

Y como toda una diva, se retiró para ir con su esposo. Camus se frotó la cara frustrado.

-- no puede ser. ¡Karóto dejala respirar!

Como buen perrito fiel, el pelirrojo soltó a la pobre shoko, que de milagro seguía aún viva. Le reprochó por haber intentado ahogarla y que había sido muy brusco.

Surt se hacia el desentendido y reía por le expresión de la chica.












Puede que en el transcurso del día milo diría que fue el mejor, pero ahora lo maldecia.

El pobre lloraba internamente, era su primera noche con shoko a solas, y quería poseer nuevamente aquel pequeño cuerpo, pero su desgracia se vio cuando camus le contó de la cena que tendrian con saga y saori. Con amenazas y extorsiones, ambos lograron convencer a Surt para que se llevara a shoko lejos del hotel, más bien solo camus, pero la cosa ahora era que se encontraba en una mesa, de un lujoso restaurante, y con la amienemiga de su esposo.

Y ya estaba irritado e incomodo, o mejor dicho ambos estaban irritados e incómodos.

No soportaban los caprichos de saori y lo empalagosos que podían llegar a ser.

Aagh, para ellos era demasiado, o como dicen muchos ahora, era demasiado cringe aquello.

Sus palabras, expresiones, Todo.

Aunque ellos no eran los únicos que sufrían. Surt se había llevado a shoko a un lugar, demasiado lejos, y del que no sería muy del gusto de la chica, a comparación de los otros restaurantes, este era menos lujoso, lleno de gallinas, obejas, cabras y cualquier otro animal, pero lo que sí era seguro, que tenían una exquisita comida.

-- ¿Encerio vamos a cenar aquí?

-- ¡Oh, si! Los del hotel dicen que es especial y que esta demasiado lejos.

Ambos bajaron del auto. -- ¡oye! Quiero ése auto. Te doy dos gallinas por él.

Surt son divertido al escuchar al hombre interesado en su automóvil.

-- oohhh ¿dos gallinas? Que generoso amigo, no te espantes. Solo vengo a cenar y éste auto vale como diez mil gallinas.












La tortura para camus y milo no tenía fin, era como si el tiempo pasara demasiado lento. Pero el lado positivo era que se divertían bromeando en doble sentido, como siempre lo han hecho y que solo ellos conocían bien al otro, divirtiéndose cuando la otra pareja hacía de las suyas.

¡Era horroroso y divertido a la vez!

Como decía hyoga, demasiada miel, pero esta vez era peor que miel. No aguantaban lo empalagoso qué llegaban a ser saori y saga.

-- cada que uno se va nos decimos cosas lindas. Lo que adoramos el uno del otro.

Ambos salieron de su sorpresa por aquellas palabras. Ver a saga y saori decirse cosas antes de que el peliazul se retirara por un momento, los había dejado confundidos.

-- ¡deberían intentarlo!

-- si, claro. Lo intentaré luego. -- respondió sarcástico el francés, y como saori sabía que él era algo competitivo decidió provocarlo.

-- no todos pueden hacerlo.

-- lo haré ahora.

Milo asintio, por alguna extraña razón nervioso, él igual sabía lo competitivo que podía llegar a ser su amigo, no pensó que aceptaría aquello.

Saori aplaudió emocionada. -- se tienen que ver a los ojos y decirse lo que más aman del otro.

-- ¿entonces tengo que verlo a los ojos para esto?

La pareja estaba nerviosa, no querían hacerlo pero tanto era el orgullo de camus que no se doblegaria.

Como dije, no quieren porque ambos se estaban confundiendo, durante ese viaje a hawai ambos tenían sentimientos encontrados. Un sentimiento que jurarían estaba enterrado en el fondo de sus corazones, lo malo era que intentaba salir, y tenían miedo de aceptarlo.

Con nervios, ambos se vieron directamente a los ojos, perdiéndose por un breve momento en ellos. Ambos observando las finas facciones del contrario.

-- empiecen.

El grito entusiasta de saori los hizo reaccionar. Y con un leve sonrojo camus fue el primero en iniciar. Viendo de nuevo la sonrisa del moreno, al final sonrío igual.

-- adoro tu sentido del humor.

-- ¿si?

-- siempre. -- Saori miraba maravillada la sonrisa en sus rostros, ambos hombres disfrutaban aquello. -- adoro tus anécdotas.

-- algunas son largas pero con buen final.

-- adoro el que seas un pilar en mi vida. -- milo sonrío confundido por aquello, aun así, se siguió perdiendo en los grandes ojos rojos. -- adoro que en el fondo de ti exista un gran corazón. Y que esté lleno de ternura, y humildad.

Cada palabra ocacionaba unas grandes Sensaciones en el pecho de milo, trataba de no debilitarse ante el hombre frente a él. Camus igual sonrío al ver su nerviosismo.

-- creo que eres una linda persona y en realidad amo pasar el tiempo contigo.

Las mejillas de milo se tiñeron en un ligero rosa por las palabras. Si camus seguía así él iba a perder.

-- creo que me basta con eso ¿si? Termino luego.

-- milooo. -- hablo divertida saori al ver el intento de escapatoria del moreno.

-- ¿qué. Aun no acaba?

Suspirando para que con eso se fuera su nerviosismo, trató de no perderse en los ojos del contrario, de nuevo.

-- lo que adoro es que arreglaras la maraña que tenías por cabello.

Bromeó tratando de aligerar el ambiente. Logrando que camus sonriera igual.

-- ¿pero sabes que adoro más? Que siempre haces de todo por la demás gente y no esperas nada a cambio. Es más, cuando te agradezco no lo sé ¿me escuchas o no?

Camus rio al confesar que no siempre escuchaba sus agradecimientos. Milo igual sonrió al verlo.

-- eres la persona que jamás he mentido en mi vida, te lo juro. Creo en ti que en cualquier otra persona en el mundo, sabes cada secreto de mi vida. -- su mirada se había intensificando, sin darse cuenta de que se acercaba poco a poco al rostro ajeno. Camus le regalo una sonrisa al ver sus mejillas rojas. -- y tu sonrisa me fascina... De verdad es algo mágico. Cuando estoy en el quirofano lo único que digo es; resiste, en veinte minutos más veré esa sonrisa hermosa... Eso es lo que alegra mi día realmente.

La mirada intensa de milo le hizo calentar las majillas. Perdimos, fue el pensamiento de ambos. Cayeron en sus redes, poco a poco se les hacía más claro aquel sentimiento.

Sus rostros demasiado cerca, sus mejillas rojas y con grandes sentimientos creciendo en el fondo de sus pechos.

Un mínimo movimiento y ambos terminarian la poca distancia de no ser por...

-- yo fui la mejor sonrisa en la universidad ¿verdad, camus?

Su interrupción los separó. Aun así ambos tenían algo en mente, tenían que hablar sobre lo que sucedió, éso o fingir que nada pasó.

Pero ambos sabían que aquel sentimiento estaba naciendo nuevamente.

Se estaban enamorando.

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