Capitulo 6
Las mujeres somos seres divinos. Ciertamente existen malas mujeres, unas perras con problemas existenciales para ser más exactos, pero hoy, no hablaremos de esa clase de mujeres, hablaremos de mujeres encantadoras, como yo, por ejemplo.
Toda mi vida, desde que deje de usar pañales he estado con mujeres que aman su cuerpo, que se aman así mismas. Por supuesto que de tal palo tal astilla, como dicen por ahí. Mi madre... no fue perfecta, pero si algo me enseño es que no hay mejor como amarse a sí misma, como idolatrar tu cuerpo. Gracias a sus consejos indirectos aprendí a valorarme cada vez, me ponía frente al espejo y me decía todas las palabras bonitas que conocía, me repetía cuan perfecta soy. Insisto, fue gracias a mi madre. Esa mujer vanidosa que cuidada su piel como si fuese lo más importante del mundo ¿por qué lo menciono ahora? Bueno, la verdad, es que hasta en el periodo existen ciertos cuidados que debemos tener.
Cuando nuestra "tía" nos visita, la verdad es que es mejor que nadie moleste. Somos unas fieras en fechas así. Yo, por ejemplo, estoy a nada de golpear a Rosa.
Mi entrecejo esta fruncido involuntariamente, Sí, mis expresiones no pueden mentir.
Masajeo sutilmente mis sienes, encontrando la paz interior de mi ser- Descuida, lo arreglare. - el sartén sobre la estufa, claramente está siendo destruido. Toma un vaso de vidrio, lo llena con agua y lo tira sobre el sartén. Saben qué, al carajo la paz mental.
-Sal de mi cocina. Ahora. - sentencio observándola amenazadoramente, esta asiente con lentitud y sale de inmediato. Axel esta recargado sobre el marco de la puerta, observándonos con diversión, pone todo su ser para no explotar en carcajadas.
-Esa tonta-digo entre diente, arreglando su desastre. Los labios tibios de Axel besan mis mejillas.
-Cariño, deja eso-toma mis manos y las pone alrededor de su cuello. Su sonrisa es tan encantadora, si tan solo mi "tia" no estuviera aquí. -Solo salgamos a cenar, ¿qué es lo que desea mi encantadora esposa? - toma un mechón rebelde de mi cabello y lo pone detrás de mi oreja tiernamente.
Suspiro- solo quiero estar en mi cama, tomando un té caliente. -hago un mohín y esté solo se dedica a enarcar las cejas- y espero que mi amado esposo masaje mi espalda con aceite de coco y compre mucho chocolate para mí.
-Olvídalo, el chocolate solo hará que te salgan granos.
- ¿Estás diciendo que me dejaras de querer si tengo granos?
-No...-intenta defenderse
-Ah, entonces ¿una persona con un grano en la frente es fea? -tartamudea y cierra los ojos intentando mantener su estado mental saludable- ¿acaso nunca has tenido un grano?
-No.
-Pues yo sí, mira lo que mi tía me hizo -le muestro mi barbilla y señalo con mi dedo el punto rojo sobre mi piel- ¿Ahora soy fea? -sí, estoy siendo bastante molesta.
-Bien, cariño. Iré a comprarte tu amado chocolate. -acepta finalmente
Beso su mejilla en agradecimiento y sonrió dulcemente- Eres tan amable. -comienzo a caminar hacía mi habitación, no sin antes recibir una nalgada en el trasero. Giro mi rostro en su dirección, como la exorcista que soy justo ahora y le envió un beso.
Elijo una calceta al azar, nuevamente entro en la cocina, busco el arroz, lo meto en el horno un par de minutos y lo meto en la calceta. Regreso a mi amada cama y me tiro sobre esta sumiéndome en un estado de relajación con la calceta puesta sobre la parte baja de mi abdomen.
Axel
Salgo del supermercado con la bolsa llena de chocolates para Chloe, esperando haber hecho una buena elección. Saco las llaves de mi auto dispuesto a entrar en él.
-No imagine encontrarte aquí- esa voz... giro con lentitud mi rostro, maldiciendo para mis adentros por la persona frente a mí. No digo palabra alguna, dejo que el silenció hable por mí. -La vida está tratándote muy bien ¿he? - me da una sonrisa forzada- mejor de lo que me ha tratado a mí. ¿Te parece justo? Maldito. -dice con odio esas palabras. Entiendo a la perfección, pues el odio es mutuo.
- ¿Qué es lo que quieres, Conor? - pregunto sin bajar la guardia. -Me entere de que intentaste agredir a Rosa, en público. -Sonreí, sacando la peor parte de mí.
-sí, y también amenacé a tu mujer- era su turno de sonreír -Es una mujer interesante y claro, también es hermosa. No esperaba menos de ti, viejo amigo.
Tome del cuello de su camiseta y tire de él hasta estar a escasos centímetros de su rostro -Mantente alejado de ella, de lo contrario, te haré revolcarte en el suelo de dolor, igual que tu amado padre. - Solté su camiseta y lo empujé, abriéndome paso hacía mi auto.
-Espero que Jorge este bien-dijo antes de que arrancará- cuídalo mucho, sería una lástima que la muerte de tú madre haya sido en vano.
La sangre me hervía, deseaba bajar del maldito auto y moler su rostro a golpes. Respire tan hondo como pude y busque la paciencia necesaria en mi ser. Arranque el auto y puedo asegurar que pise los dedos de sus pies.
¿Cuál había sido mi error? Meterme con unos malditos mafiosos para salvar la insignificante vida de mi hermano menor.
Estacione el auto frente a mi casa y baje enseguida para entrar en ella.
Escuche el sonido de la tetera, pensando en que era Chloe preparándose un té. En su lugar encontré a Rosa, preparando un té. - ¿Qué haces?
-Aparentemente un té es lo único que se hacer dentro de la cocina. Sé que Chloe está en esas fechas difíciles, quiero consentirla un poco.
-Gracias. Rosa, tenemos que hablar. -levantó la mirada para ponerme total atención. - Conor no nos dejara ir tan fácilmente esta vez, inconscientemente te involucre en esta mierda, pero, no quiero involucrar a mi mujer en esto. - mis palabras no tuvieron ningún filtro y claramente, la herí. -De verdad lo siento. - Dije con toda la honestidad que podía reunir en ese momento. -Encontrare la manera de dejarte fuera de esto y...
-¡No puedes dejarme fuera!- azoto la taza sobre la barra -estoy metida hasta el fondo ¿no lo ves? Fui yo quien metió a su padre en la cárcel, él no solo te culpa a ti de su muerte, sino que también me culpa a mí. -lagrimas resbalaban por sus mejillas, pero no podía consolarla, no como ella quería. Salió a paso rápido dejándome a solas con toda la culpa sobre mis hombros.
Tomé el té entre las manos y camine hacía mi habitación. Chloe ya estaba dormida, sosteniendo una compresa improvisada entre las manos.
- ¿Por qué tardaste tanto? - dijo con los ojos a medio abrir.
Me encogí de hombros y tomé el aceite de coco para comenzar a masajear sus pies.-Vuelve a dormir, cariño.
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