30. Primera vez

Se supone que iban a usar ese primer día para aprovechar el lugar donde se estaban hospedando, disfrutar de la comida del restaurante y admirar el bello paisaje, pero apenas salen de la cama parece que su mente finalmente cae en cuenta, totalmente, de que tiene todo a su favor para que finalmente sus manos puedan ir más allá de lo que siempre ha tocado. Hay pura y verdadera emoción cuando brinca de la cama para cargar a Drew en brazos y lanzarlo hacia la cama, escucha una queja, pero nole importa cuando se pone encima de él, cual depredador que ha estado mirando demasiado a su presa y ahora finalmente tiene la oportunidad de saltarle encima para comérselo.

Ambos se miraron fijamente durante varios minutos, pero ninguno de los dos es capaz de decir algo y el primer en escapar de la lucha de miradas es el de cabello verde, asegurándose de abrir los brazos como una invitación del momento que retrasaron durante la noche.

Steven sonríe con un poco de nervios, sin creerse aunque ese momento es real, a pesar de que sus manos se adentran por debajo de la pijama y acaricia la piel tibia del vientre, el cual se contrae apenas y sus dedos se pasen por con cuidado, casi el mismo miedo que el menor mantiene, porque aunque no es la primera vez se emocionan, si es ese primer momento donde no hay razón por la cual detenerse, pueden continuar sin preocuparse por nada más, seguir adelante para finalmente satisfacer ese deseo carnal que normalmente se mantiene en la insatisfacción.

Por alguna razón hay nervios cuando la parte superior de la ropa desaparecer, hay besos lentos a cada segundo, se distraen mutuamente mientras sus manos toman la confianza suficiente para acariciar el cuerpo ajeno, conscientes de que su vergüenza no detiene a la libido que sienten.

Están, literalmente, a la mitad de todo cuando tienen que separarse, no pueden evitar reírse ante la realización de que no tienen nada a la mano y aunque la emoción por seguir les hace intentar abrazarse el uno al otro, pensando que pueden continuar sin importar nada, al final terminan cediendo en los de encontrar condones y lubricante, aprovechando la oportunidad para desvestirse por completo.

—Siempre nos tiene que salir algo de por medio cualquier primera vez, ¿no? —después de un largo silencio, es lo primero que se le ocurre decir mientras vuelve a la cama, acomodándose en medio de la misma para mayor comodidad.

—Bueno, ya sabes cómo son nuestras primeras veces de algo. —los nervios llegan de nuevo conforme ve a Steven acomodándose frente a él, la confianza que tenía hace un momento se desvanece por completo, a pesar de que su cuerpo y rostro sigue caliente.

—¿Estas listo? Podemos detenernos si no te sientes seguro. —deja las cosas que consiguió a un lado, tocando una de las rodillas de su esposo, esta no sería la primera vez que se quedaría con las ganas de hacerlo, pero lo prefería antes de forzar algo.

—Está bien, hemos esperado mucho por esto ¿no? —es verdad que está nervioso y su sonrisa lo demuestra, pero confía por completo en la persona con la cual se ha casado, así que se acomoda de nuevo, con su espalda recargándose en los cojines y colchón mientras abre las piernas.

No hay más conversación entre ellos, cuando solo necesitan mirarse para confirmar que todo puede seguir avanzando, realizando todo con el cuidado adecuado para no herirse mutuamente, no importa lo que dure la preparación o la posible sobreestimulación al ser la primera vez que el cuerpo más joven pasa por algo así, Steven se asegura en que la situación sea idónea antes de poder acomodarse correctamente entre las piernas de Drew para finalmente sentirse completo.

Cada uno recita su propio mantra, diciendo el nombre del otro entre gemidos y jadeos, mientras la mañana avanza y se aferran al cuerpo contrario, mientras disfrutan del placer y la realización de que al fin están unidos, en todos los sentidos posibles.

Ese día no salen, simplemente aprovechan el servicio a la habitación todo lo posible.

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