Capítulo 2.-Novia extranjera.

Capítulo 2.-Novia extranjera.

El chef Hanta le enviaba un reporte diario de cada una de las actividades designadas que el idiota de Denki tenía. Era casi una bitácora de control, la hora de llegada del bastardo, las veces que se equivocaba y quienes visitaban su cocina. Todo con el afán de saber si su primo tenía futuro en la industria o debía dejar de gastar tanto dinero en su educación. Porque sí, él era quien pagaba la universidad y la manutención del chico, sus padres se habían hecho los ausentes en demasiadas cosas.

Mitsuki y Masaru jamás tuvieron el valor de confesarle lo abandonado que fue, casi como si los Kaminari hubiesen esperado el momento idóneo para huir lejos de la carga que significaba su hijo. Él tampoco lo supo hasta mucho después, creció con Denki teniendo la misma idea que él. Algún día volverían porque estaban lejos para darle lo mejor.

¿Cómo se enteró? Sencillo, era un crío cuando escuchó sin querer la discusión que su anciana madre tuvo con su hermana, y la forma en la que la mujer básicamente le gritó que no quería saber nada de su primo fue suficientemente tajante como para romper el corazón de alguien de su edad.

Afortunadamente Kaminari nunca se enteró de esa forma, aunque con el paso de los años fue entendiéndolo sin necesidad de palabras. Era un imbécil retrasado pero a veces se le daban los dotes de inteligencia y a sus 12 años comprendió que no fue un hijo deseado. Sin embargo realmente no le afecto demasiado, en parte porque los Bakugou lo hicieron sentir amado durante toda su vida y porque la filosofía de Katsuki era contagiosa. Algo así como "ellos se lo pierden".

Por eso Mitsuki le dio una vida digna de príncipe, con todos los caprichos cumplidos y las mejores escuelas. Ahora que su madre ya no era de este mundo, el rubio mayor adoptó todas esas responsabilidades con el decoro que Mitsuki le hubiese pedido hacerlo. Kaminari Denki jamás debía saber hasta qué grado los Bakugou le habían tomado como su hijo.

Y por supuesto, Katsuki negaría hasta la muerte el complejo de hermano que tenía por él.

Terminó de leer el informe de Sero Hanta y dio un suspiro de tranquilidad al notar que, dentro de todas las cagadas que Denki hacía, al menos sí era de utilidad. Jamás le iba a dar las cosas fáciles, su madre era una obsesionada con complacerle, pero Katsuki era inflexible, le educaría lo suficientemente bien para que aprendiera a ganarse la vida. Nada servido en bandeja de plata.

Se detuvo en los pasillos de su piso en donde trabajaban todos sus empleados administrativos, desde la contadora hasta aquel que hacía la limpieza le tenían un respeto que rozaba el miedo, pero el rubio gruñón nunca había sido grosero con ninguno. Parte de tener a Camie como socia era el hecho de que ella mediaba las situaciones que su carácter de mierda propiciaba.

Pero a veces ella era jodidamente insoportable.

—¡Bakugou-kun! ¡Bakugou-kun! ¡Bakugou!

—¡Cierra la boca!—vociferó tentado a lanzarle el celular en donde revisaba el correo de Sero Hanta—. ¿Por qué tanto puto escándalo?

La chica se encogió en su sitio esperando un regaño más fuerte y sorprendiéndose al ver que no fue así. Les esperaba un nuevo día, una búsqueda de clientes y también junta con los asesores financieros que Bakugou había contratado para que apoyaran con los números de su empresa. Había mucho trabajo por hacer y como siempre, no había tiempo que perder. Pero en esas últimas semanas, su socio estaba sumamente distraído y menos gruñón que de costumbre, así que sólo podía adjudicarlo a que había conocido a alguien.

Y quería todos los detalles.

—Sólo quería recordarte que tenemos junta con los asesores en una hora—hizo una sonrisa satisfecha al ver la mueca de autodesprecio que Katsuki realizó y corroboró—. ¿Lo olvidaste?

—Cállate, no lo olvidé.

Ella se permitió mirarle con condescendencia y él le mostró el dedo de en medio ante el infarto de las señoras de limpieza que deambulaban por ahí. Continuaron caminando y discutiendo los planes del día hasta llegar a la recepción, donde la mujer encargada de dar la primera impresión a quienes llegaban a "Rose Velvet", detuvo al par de socios en cuanto los vio llegar.

—Señor Bakugou—habló la recepcionista y el mencionado la miró sin recordar su nombre.

Era una mujer sumamente pacífica y tranquila, con un jodido cabello verde que llegaba casi a los tobillos, el cual en esa ocasión llevaba atado en una coleta que le hacía lucir como una monja o una hermana de la caridad. Aunque él dejó de lado eso y se concentró en el hecho de su puto cabello verde, como el de Pecas.

Después de la boda de Hagakure y el soso de Ojiro, no supo nada del nerd nuevamente y fue lo suficientemente estúpido como para olvidar pedirle su número. No era como si lo quisiera, en verdad no era eso, o por lo menos así se justificaba, lo cierto era que, una vez que terminó todo el relajo del evento, le investigó lo suficiente para corroborar que Deku sí era quien decía ser. Un modelo de Stars Blue hijo de la pareja del momento, Inko Midoriya y Yagi Toshinori. Se dio un zape por no haber reconocido a la emperatriz del ramo hotelero en aquella ocasión que planeó su boda con la bastarda cara redonda, pero en su defensa podría decir que la mujer era casi como su hijo, no lucía como lo que era.

Complejo de nerd, se dijo en su mente y así lo justificó todo.

La voz de su recepcionista insistiendo en darle un recado lo trajo de vuelta a la realidad y con fastidio, pero sin ser grosero, le indicó que continuara.

—¿Qué sucede?

—Hay un nuevo cliente en su despacho esperando por usted.

Katsuki miró su reloj recordando su importante junta y maldijo por lo bajo ante lo inoportuno que era ese tipo.

—¿Ahorita? ¿Acaso tiene cita?

—No, mencionó que era un conocido suyo y que en cuanto lo viera sabría la urgencia de planear su boda.

Tanto egocentrismo le enfermó, él era un hombre ocupado por una mierda, que llegara alguien diciendo tener derecho a interrumpirle le hizo rabiar. Camie giró los ojos ante la reacción de Katsuki y miró la agenda una vez más para corroborar si les daba tiempo atender a ese cliente tan molesto. El hombre pareció leer su mente, porque al instante comenzó a dar órdenes como si ya estuviesen en una boda, con desesperación e ira.

—Adelántate con los asesores y diles que esperen por mí, yo iré a patearle el culo a esa persona tan presuntuosa.

—De acuerdo—asintió la rubia con una sonrisa tranquila, sin darle importancia a la violencia con la que Bakugou estaba por tratar a un futuro cliente.

La recepcionista hizo una reverencia agradecida con su jefe y volvió a su lugar para continuar sus labores. Katsuki caminó hacia su oficina maldiciendo sin parar y con los insultos en la punta de la lengua. Mismos que ni siquiera conocieron la luz cuando entró y se dio cuenta con qué clase de idiota estaba tratando.

De cabellos rizados y verdes, con una ropa mucho peor que la de sus trajes de boda, sus gigantes ojos verdes abiertos en señal de entusiasmo y de la mano de una rubia que no parecía japonesa, Bakugou reconoció por completo a la fuente de su despiste en las últimas semanas.

—¡Katsuki-san!—exclamó lleno de dicha Pecas.

Sí, el estúpido Pecas. Izuku Midoriya.

Bakugou ensanchó los ojos y casi por inercia realizó una llamada a su socia, quien al contestar, sólo recibió una indicación.

—Cancela la junta, voy para largo.

Y colgó sin dar explicaciones mientras tomaba asiento en su propia silla y miraba sin parar al nerd que no venía solo. La rubia extranjera sonreía como si no entendiera nada a su alrededor y probablemente así era, pues trató de repetir su nombre sin lograrlo por completo. Deku sonrió enternecido con los intentos de la mujer y casi al instante volvió a mirar al imponente hombre de negocios, listo para recibir su ira.

—Siento mucho irrumpir así en tu trabajo, pero como te podrás dar cuenta, esto es una emergencia.

Katsuki cruzó sus brazos sin entender aún nada y fue sumamente directo.

—¿Qué haces aquí Deku?

Lejos de intimidarse con el tono de voz frio y casi sepulcral que le dedicaron, Izuku sonrió con más ganas levantando su mano entrelazada con la rubia de ojos azules.

—Naturalmente estoy aquí para pedirte que planees mi boda—le sonrió a la mujer y después volvió a mirar a Katsuki—. Ella es Melissa, viene de Australia y su japonés todavía no es muy bueno, pero nos entendemos lo suficiente como para querer casarnos.

Decir que su japonés no era bueno era una completa mamada, la joven en verdad no hablaba nada de su idioma, por lo que sólo miraba a los alrededores, sintiéndose sumamente perdida al parecer. Aquello era algo bueno si se analizaba, porque Bakugou estaba a punto de soltar un compendio de insultos que habrían infartado hasta a su santurrona recepcionista.

—Vete a la mierda, mi negocio es algo serio, no una agencia para casos perdidos como tú.

—Pero Katsuki-san...

Azotó las manos en su escritorio y hasta Melissa brincó asustada con la actitud del planeador de bodas. No era necesario saber su idioma para entender que estaba cabreado hasta la muerte. Y era en serio, Katsuki estaba más que furioso. ¿Quién se creía el jodido Deku para venir a burlarse de su trabajo? Era una bazofia que de un día para otro, el nerd quisiera casarse con una completa extraña que seguramente había conocido en su trabajo. Ni siquiera hablaban el mismo puto idioma. ¿En qué mierda estaba pensando al jugar así y más con su empresa? Estuvo a punto de levantarse y golpearlo en esa bonita cara llena de pecas.

—¡He dicho que no! ¿Es que estás tan desesperado por joder con alguien que vas a casarte con la primera desconocida que se te cruce? ¡Mierda, si tantas ganas tienes de follar, vete a un putero y se acabó! ¡No organizaré una boda para ti sólo por tu calentura, maldito urgido!

Por primera vez en el poco tiempo que llevaba de conocerle, Izuku se enfadó de verdad. Era un blando que nunca se defendía y permitía que le hicieran bajezas, pero si había algo que el chico no soportaba era que le faltaran el respeto a una dama, era parte de la educación que Inko Midoriya le había dado toda su vida. A una mujer se le respeta hasta en las palabras y lejos de notar las insinuaciones de Bakugou ante su soltería, que hablara así de sus intenciones de casarse con Melissa-san, le hizo enfurecer como nunca en su vida.

Tanto, que el coraje se le subió a la cabeza y se atrevió a algo que ningún empleado del Rose Velvet se hubiese animado a hacer. Se levantó de su asiento y tomando desprevenido al rubio, le planto un fuerte puñetazo en la nariz. Bakugou cayó en su asiento ante el golpe y se quedó quieto ante la agresión. Estaban hablando del retraído de Deku... ¿Verdad? ¿Desde cuándo era tan agresivo por una mujer?

Así debió madrearse al que le robó la novia.

—¡Discúlpate ahora mismo con Melissa-san! ¡Esa no es forma de expresarse de una joven! ¡Yo te admiro Katsuki-san, pero si te vas a portar como un cretino con ella, entonces me largo!

El chico respiraba con dificultad al haberse exaltado de esa forma, él no era así, pero no pudo evitarlo, le molestaba tanto cuando ofendían a otra persona y más si era una chica. Katsuki comprendiendo que se pasó de la raya con sus palabras, se acercó al nerd para tranquilizarlo, pues lejos de cabrearse más por el golpe, le sorprendió muchísimo que tuviese esa voluntad para defender a los demás. Ojalá así te defendieras tú mismo, pensó descuidadamente mientras le ayudaba a tomar asiento.

—Ya, ya, serénate, lo siento, tienes razón, me pasé con tu novia. No lo volveré hacer, así que relaja el arbusto nerd.

Izuku entrecerró los ojos pero no pudo evitar comenzar a reír ante la mala broma de Katsuki.

—Creí que ya habíamos dejado atrás el tema de las plantas—dio otra risita sin poderse detener y sintiéndose más calmado.

Y avergonzado por su osadía.

—Una pequeña broma al mes no nos hace daño, Deku.

Hizo un gesto de suficiencia y sin poderse frenar, Izuku volvió a sonreír perdonando al instante a Katsuki-san y olvidándose por completo de su novia, a la cual tenía al lado y seguía sin entender nada. Para ella, simplemente el planeador era un agresivo y su novio también lo era, fin de la discusión.

Sin embargo, la sonrisa del pecoso se desvaneció cuando de la nariz de Katsuki comenzó a salir un hilillo de sangre. Alarmado y apenado por haberle provocado semejante daño, se levantó lleno de ímpetu pidiendo un botiquín de primeros auxilios. Melissa no comprendió mucho, pero con señas, Izuku le explicó lo que necesitaba y ella obedeció saliendo de la oficina a toda prisa.

Bakugou puso los ojos en blanco, no era para tanto, pero si el nerd quería sentirse culpable, que lo hiciera, él disfrutaba la atención.

—Perdóname Katsuki-san, en serio, Dios santo... ¿En qué estaba pensando?

—Defendías a tu novia de un cretino, tú lo dijiste—se burló el otro colocando sus manos detrás de su cabeza mientras se sentaba en la silla que anteriormente había ocupado la chica.

El menor bajó la mirada aún más abochornado con lo que había dicho, su intención nunca fue molestar a Katsuki, lo dijo mientras estaba gritando lleno de coraje, le admiraba muchísimo, le agradaba en verdad, pero fue más fuerte que él.

—También perdóname por eso—se tronó los dedos recordando todo lo que le habían dicho y recapitulando cuestionó—. ¿De verdad no quieres planear mi boda? Si es así lo entenderé, lo prometo, tampoco quiero incomodarte.

En realidad sí era una molestia. Tenía montañas de trabajo, ya había cancelado su junta con personas importantes y no tenía por qué ponerse a planear bodas a lo loco. Pero al parecer era un imbécil blando sin remedio, porque lejos de mandar a la mierda a Deku, más bien lo obligó a levantar la mirada de manera un poco tosca, pero siendo directo. Como siempre.

—Haré tu estúpida boda, pero en serio, si es un juego tuyo, te mataré lenta y dolorosamente.

Los ojos de Izuku brillaron y sin importarle nada, ni el peligro inminente o el hecho de estar comprometido con una bonita rubia extranjera, abrazó a Bakugou con sumo agradecimiento.

—Sabía que no me fallarías, por eso me agradas tanto Katsuki-san. Gracias.

Él odiaba la invasión a su espacio personal, pero por alguna razón que no comprendía, no se sintió incómodo con el abrazo del idiota de Deku, al contrario, contra todo pronóstico, correspondió el mismo, bromeando para hacer menos íntimo el momento.

—No te creas tanto, voy a cobrarte un porcentaje extra por mis servicios, estoy en temporada alta.

Izuku sonrió con ganas comprendiendo que no bromeaba y estaba bien, iba a pagar lo que Katsuki-san quisiera siempre y cuando lo tuviese ahí, en el día más importante de su vida.

Era todo lo que anhelaba.

****

Las series estadounidenses generalmente están cargadas de drama, putería y zorrismo, así lo definía la crítica de las redes sociales. Sin embargo, ellos promocionaban un estilo de serie más parecido a los doramas coreanos. Se llamaba "Reality love" y como se mencionaba en el título, la serie iba de un grupo de jóvenes encerrados en una casona donde enfrentaban diferentes tipos de retos y se enamoraban en el proceso. Él no protagonizaba semejante historia, pero sí era del elenco principal, por lo que se lanzó a promocionar la serie en una gira por el mundo que le había llevado aproximadamente dos años.

La buena noticia, era momento de regresar a su país para grabar la segunda temporada.

—¿Qué tanto escribes?—preguntó una joven de cabellos rosados y ojos negros mientras se colgaba de sus hombros.

El mencionado no levantó la mirada hasta terminar de escribir y para cuando se sintió más o menos satisfecho de lo tenía en el mensaje de texto, se lo mostró a su compañera con una sonrisa.

—¿Qué dices? ¿Sueno muy ansioso por volver?

Ella entrecerró los ojos y como toda una experta en el tema, leyó el contenido del mensaje.

"Hola!!!! :D ¿Cómo estás? Sé que ha pasado un tiempo, pero estoy por volver a Japón y me gustaría verte. ¿Crees que se pueda? (°_°) / ¡Por favor di que sí!".

—¿Quieres la verdad? Independientemente de tu desesperación por querer regresar, pareces más un urgido por verle. ¿Quién es? ¿Tu novia?

Kirishima Eijirou frunció la boca ante semejante respuesta, no quería verse de esa manera frente a él, así que creyó oportuno comenzar a borrar los emoticones y modificar el texto. Sin embargo, reaccionó muy tarde, pues su amiga, al no recibir respuesta a su curiosidad, decidió presionar la tecla de enviar en su lugar.

Al hombre le dio un infarto y casi la ahorca ahí mismo si no se tratase de su compañera de rodaje.

—¡Mina! ¡Dios Santo! ¡Por qué hiciste eso!—se cubrió la cara con ambas manos mientras la chica le quitaba el celular husmeando.

—Soy tu mejor amiga, merezco saber quién es la "zorra" que me ha robado a mi "prometido", aún si solo es un papel en la serie—explicó haciendo comillas en el aire, en un modo de demostrar que no hablaba en serio.

No protestó contra la invasión a su privacidad porque en verdad estaba avergonzado. ¿Qué iba a pensar Kaminari de él al enviar semejante mensaje? Quería morirse y de paso matar a Mina por meterlo en esa situación tan poco varonil.

Sí, era un hombre de 26 años, un adulto responsable supuestamente, un actor de series y comerciales que, gracias a unos cuantos papeles secundarios, había ganado cierta popularidad. Y ahora, con "Reality Love" estaba tocando las mieles del éxito en su carrera. Pero todo eso no importaba en lo absoluto, pues aún siendo tan extraordinario y todo un soltero codiciado por las mujeres, él estaba perdida y absolutamente enamorado de una persona.

Un jovencito 8 años menor.

—Kirishima... dime algo y sé sumamente sincero—cuestionó Mina Ashido después de indagar sin parar en su celular y mirarle con seriedad.

Él tragó con dificultad, esperando que Mina no hubiese descubierto sus gustos y los reprobara. No era una persona temerosa de gritar su amor por un hombre, el problema radicaba en lo perjudicial que podría ser para sus compañeros que todo el éxito de la serie fuese eclipsado por su sexualidad.

—Te escucho.

Ella enarcó una ceja siendo sumamente franca.

—¿Cuánto tiempo llevas ocultándome que tienes un novio tan lindo? Te voy a matar con que lo niegues.

Le costó un poco asimilar que las palabras de reproche fuesen en ese tono divertido y hasta con chanza que la actriz protagonista de la serie le estaba dedicando. Parpadeó un poco confundido y antes de poder reaccionar, su celular vibró con el mensaje de respuesta.

Mina dio un brinquito emocionada y evitando que Kirishima leyera su mensaje en privacidad, se adelantó a leerlo imitando una voz masculina que no le salió para nada.

"Kiri-san!!!! 😉 😊 Qué emoción!!! Me agrada saber de ti!!! El Katsubro nunca me contesta cuando le pregunto por ti, de no ser por tus mensajes seguramente te habría perdido la pista. ¡Te esperaré con ansias! ¡Claro que podemos vernos!"

Iba a matar a Mina si seguía apenándole así, pero sin darle importancia a su anhelo de chisme, su cuerpo sólo pudo concentrarse en la felicidad que le provocaron sus palabras. Lo esperaría con ansias y eso le tenía flotando en una nube. O al menos lo más que podía, recordando con pesar la razón por la que se mensajeaba de forma "secreta" con Kaminari.

Su mejor amigo Bakugou Katsuki, el primo de éste.

Bakugou era un hombre de carácter rudo, un desgraciado que no se tentaba el corazón con nadie y siempre castigaba a todo aquel que trataba de ponerle obstáculos. Se conocían desde la secundaria y desde entonces eran los mejores amigos. Pero la mayor crisis que su amistad tuvo que soportar fue cuando conoció a Kaminari Denki, su lindo de primo que, en aquella época tenía 13 años.

Fue verlo y enamorarse a primera vista, a pesar de ser menor de edad y alguien prohibido, pues en cuanto el chico desapareció de su vista, Bakugou fue muy claro arrinconándolo en la pared con el puño atentando contra su rostro. "Mantente lejos de él, pervertido de mierda". Y la amenaza era aterradora, pero él no le temía a la muerte, no mientras pudiese ser por lo menos, amigo del chico que tanto amaba.

Porque lo entendía, lejos de hacer caso al complejo de hermano que su amigo padecía, sabía que Kaminari jamás lo iba a ver de esa forma. Era un niño y seguramente para él no era más que un hombre que le complacía en los caprichos y le compraba cosas. Nunca se iba a atrever a cruzar la línea a su lado por muchos deseos que tuviese de hacerlo y estaba bien, podía soportarlo, aún si era duro. Katsuki organizaba bodas y él estaba preparado mentalmente para el día en que planeara la de Denki con alguna joven de su edad.

Sí, se moriría el día en que eso ocurriera, pero no tenía otra opción.

—Dame ese teléfono, voy a contestar.

Se lo arrebató de forma brusca y ella hizo un puchero sin dejar de mirar lo que escribía, tachándolo de reprimido y cursi. Una vez que envió el mensaje, se dedicó a explicarle el por qué era imposible que Kaminari Denki fuese algún día su novio, pero en lugar de compadecerse, Mina simplemente lo animó a dejar las reglas y arriesgarse por una vez en su vida.

Él la ignoró y justo entonces fueron llamados para culminar la sesión fotográfica que estaban haciendo. Kirishima evadió el tema desde entonces y Mina no estuvo satisfecha, pues para ella no tenía sentido que si su amigo estaba enamorado, no pudiese ser correspondido. Él era un cielo, nadie en el mundo sería capaz de rechazarle. ¿O sí?

Muy bien, es hora de tomar esto en mis manos, se prometió la actriz con una astuta sonrisa. Kirishima jamás se hubiese imaginado que la intromisión de su amiga cambiaría lo que tantos años le había costado asimilar.

Pero una decisión es más que suficiente para cambiar el futuro... ¿No?

****

Cuando lo vio supo que le daría un infarto.

Y no bromeaba, incluso comenzaba a dolerle el brazo ante la idea de ver a semejante novio, modelo de Stars Blue e hijo de Inko Midoriya portando un traje azul brillante y demasiado llamativo, un azul eléctrico que no le quedaba para nada, esas horribles botas rojas del infierno que, juraba por Dios, quemaría un día de estos y su cabello hecho un desastre, además de la corbata mal ceñida al cuello.

¿Por qué ese tipo tenía cero conocimientos de la moda? ¿De verdad no era a propósito? Coincidía con su padrastro, todo era un truco para no llamar la atención, pues tanto esta boda como la de Cara Redonda fue sumamente secreta. Al principio no lo comprendió pero no le dio importancia, ahora sabía que, de haberse hecho público, la carrera de Deku y la imagen de Stars Blue habría sido arruinada por la fuga de la primera novia.

Pero ahora no era el momento para pensar en esa traicionera, aún si el nerd había comentado sin parar una y otra vez que él ya la había perdonado, para Katsuki era una historia completamente diferente. Jamás le iba a otorgar el perdón, por él podía largarse a la mierda y refundirse en un pozo.

Odio a esa zorra, me hizo planear la mejor boda del siglo y la despreció por amor... estúpido amor.

—¡Mírate nada más! ¡Luces espantoso!—gritó el rubio al futuro novio sin importarle que su madre estuviese a un lado haciendo lo posible por acomodar su cabello.

Inko se alarmó ante los gritos sin comprender por qué su hijo había vuelto a contratar al gruñón Planeador de Eventos. Sí, era el príncipe de las bodas y no negaba que su talento era glorioso, pero a veces se preguntaba si valía la pena soportar a un rabioso hombre con tal de tener la boda de tus sueños.

Se asomó desde la ventana de la habitación del lugar y suspiró. Sí, lo valía. La boda en esta ocasión se llevaría a cabo en una pequeña capilla que estaba decorada de forma tradicional, el color elegido fue azul, el favorito de la novia, incluso las flores eran de esos colores, los llamados jacintos que pululaban alrededor. Bakugou tuvo la delicadeza de elegir dichas flores para dotar a la ceremonia de un toque cándido, pues el significado de éstas era "cariño y gozo en el corazón", cosa que esperaba tuviesen los novios.

—Vamos Kacchan, no estoy tan mal—replicó el novio con una sonrisa para calmar a la fiera y a su madre.

La vena en la frente del mencionado explotó de forma literal e Inko fingió no darse cuenta tomando el peine para acomodar los rebeldes mechones de su muchacho. Y así sobrevivir a la inminente explosión que se avecinaba.

—¡No me llames así por la mierda! ¡Jamás te di permiso de usar semejante basura!

—No es basura, Melissa-chan te llama así y a mí me pareció lindo—se excusó Deku haciendo muecas ante los tirones de su madre.

Katsuki gruñó tentado a destruir toda la decoración y maldijo por lo bajo a Melissa y su pésima pronunciación de japonés. Debido a que nunca pudo decir su nombre correctamente en ese tiempo que pasó planeando su boda, la rubia optó por llamarle por lo único que pudo pronunciar. "Kacchan" era una mierda de apodo y lo peor fue que Deku quedó fascinado con éste, así que comenzó a llamarlo de esa forma aún en contra de su voluntad.

Con el paso de las semanas se acostumbró debía decir, aunque nunca admitiría que le había cogido cariño al sobrenombre.

—Señora Midoriya, hágase a un lado, voy a matar a su hijo.

Los ojos de Inko se ensancharon con pavor y por instinto se colocó frente a Izuku en un afán de protegerlo, pero fue demasiado tarde, Katsuki la hizo a un lado sin usar fuerza o brusquedad alguna y le arrebató el peine dispuesto a usarlo como arma.

Pero Izuku, suicida como siempre, le dio por su lado colocando sus manos en sus hombros.

—Deja de asustar a mi madre y mejor ayúdanos, parece que no tendré un buen peinado por más que lo intentemos. Hasta tu maquillista se rindió conmigo.

El planeador de bodas apretó los puños y en un modo de descargar su ira, apretó con saña las mejillas del novio.

—Aoyama es paciente, pero también es diva, que lo hayas hartado significa que tú eres el del problema maldito nerd cabeza de arcón navideño.

Izuku frunció el ceño ante sus mejillas pellizcadas y los apodos de plantas que se suponía que iba a dejar de usar, por lo que en método de defensa dio un cabezazo ligero en la frente del mayor.

Y así comenzaron las juguetonas agresiones físicas con tirones de cabello, sacudidas y apodos mal elaborados. La mujer dueña del imperio hotelero al principio los miró con preocupación, pero después dio un suspiro resignado. Si no conociera lo suficiente a su hijo y al casamentero hasta podría jurar que ellos eran los que estaban a punto de casarse.

A su manera, claro estaba, pues se portaban peor que novios maldosos.

—Hay que darnos prisa, no tarda en llegar la novia y no quiero que los encuentre así—declaró Inko de forma inflexible y ambos no tardaron en obedecerla.

Katsuki refunfuñó un poco acomodándose la ropa ante el divertido altercado, el nerd lo sacaba de sus casillas pero era sumamente relajante llevarse de esa forma, además, no se hacían daño de verdad, todo era como un juego.

Un coqueteo.

—Está bien, tu madre tiene razón—indicó con las manos a Izuku que tomara asiento—. Yo me encargo de tu masa de pelo sin forma.

Con el peine que originalmente tenía planeado para matarle, comenzó a cepillar los enredados rizos de Deku, disfrutando con placer cómo se quejaba ante los tirones. Algunos eran intencionados, otros no. Inko se pudo relajar con semejante vista y a la vez dio un par de risitas. Su hijo no era así con nadie, siempre era tímido y amable hasta la muerte con las personas, el hijo de Mitsuki sacaba lados de su niño que nunca creyó que poseía.

Pero le hacía feliz verle sonreír, bromear y hasta burlarse del príncipe de las bodas.

Un suave toque en la puerta interrumpió el ambiente creado en esa habitación e Inko se ofreció a abrir la puerta para que Bakugou no se detuviera en su tarea de domar los rebeldes cabellos de Izuku. Sin embargo, al atender el llamado, la mujer se quedó muy confundida y un hueco se instaló en su pecho, temiendo lo peor.

Melissa estaba en la entrada del cuarto, no portaba su vestido de novia, el cual fue elegido por Katsuki, al ser la novia sumamente sosa y con un mal gusto casi tan malo como el de su novio. El que estuviese ahí con un gesto entre asustado y avergonzado, fue una muy mala señal. Una señal que Katsuki notó a pesar de estar dentro peinando al futuro esposo de la extranjera.

El cual también sintió su presencia.

—¿Qué haces aquí Mellisa-san?—cuestionó Deku en su idioma alejándose de Bakugou al momento.

Ella dio un suspiro y pidió un momento para hablar a solas. A regañadientes y con toda la mala vibra existente en el mundo, Inko y Katsuki salieron de la habitación. El rubio ya podía ver el futuro sin necesidad de escuchar lo que la rubia tenía por decir. Había sido una completa locura que se casaran conociéndose tan poco, pero el maldito Deku quiso acelerar la puta boda y ahí tenían las consecuencias.

Su madre hundida en sus propios pensamientos sólo pensaba en que no quería volver a ver a su hijo deprimido por culpa de una mujer. Ochaco había sido como una hija, pero le costaba mucho trabajo perdonar el acto de cobardía que cometió contra Izuku. Sí, tanto ella como su madre se equivocaron al comprometerlos desde tan jóvenes, pero ellas no eran unas tiranas que iban a obligarlos a casarse. Si ella no se sentía de esa forma, sólo debió decirlo.

No huir, no lastimar de esa forma a su hijo.

—Bakugou-san, en verdad lamento mucho todo esto. Creí que en esta ocasión mi hijo sería feliz y sólo hemos logrado hacerle perder su tiempo.

Katsuki frunció el ceño ligeramente enfadado ante el hecho de que Inko hubiese dado por sentado que Melissa también dejaría botado al nerd. Quería matar a alguien y no sabía contra quien dejar ir toda esa rabia que le provocaban los hechos. Minutos atrás el bastardo Deku sonreía como si fuese un ángel que trasmite luz y felicidad. Ahora el maldito iba a pasarse toda la tarde con esa patética mueca que pretendía hacer pasar como sonrisa.

Si pudiera, era capaz de obligar a la jodida novia a casarse con tal de recuperar esos momentos felices del nerd.

—Deje de disculparse, ustedes son endemoniadamente iguales. Lo primero que deben asimilar es que un "matrimonio" no es sinónimo de felicidad—bufó cruzando sus brazos e incrementando su mal humor.

Sí, era trabajo desperdiciado y se sentía como una mierda cobrar por la desdicha de un idiota con mala suerte que era más bueno que una hermana de la caridad.

—No es el hecho de casarse—corrigió Inko con una sonrisa más tranquila, pero sin dejar de lucir preocupada por su retoño—. Es la idea de encontrar a ese alguien especial con el que compartes tu vida.

—Tener pareja no lo es todo—replicó empezando a cabrearse en verdad con esas ideas de novela romántica para adolescentes.

Por eso Deku era tan enclenque, su madre tenía toda la culpa de su asquerosa bondad.

—No lo ves así porque aún no te enamoras Bakugou-kun, pero el día que lo hagas, comprenderás mi perspectiva—sus ojos brillaron de forma maternal, recordando que Mitsuki había traído al mundo a este joven temperamental pero sumamente correcto y comprensivo—. Estoy segura de que la persona que elijas será muy afortunada y tendrá la bendición de Mitsuki-san desde donde quiera que esté.

Bakugou hizo una puya con el dulce comentario y lo desestimó haciendo una apuesta.

—El día que usted me vea esperando como idiota en el altar, le daré permiso de darme una muy buena bofetada. ¿Es un trato?

Ella sonrió segura de que ese día estaba más próximo de lo que el dueño de Rose Velvet pensaba.

—Tenemos un trato Bakugou-kun.

La puerta de la habitación se abrió y tanto Melissa como Izuku salieron de la misma con una sonrisa, una bonita sonrisa que denotaba la bella amistad que siempre les uniría. En esta ocasión, el joven de los ojos esmeralda no lucía triste o apagado, quizá porque Melissa fue sumamente sincera antes de devolverle el anillo de compromiso y disculparse sin parar por no estar lista para un compromiso así.

Él supo entenderla, así como tampoco tuvo intenciones de reprocharle el que esperara el día de la boda para hacerlo, pues la noche antes todavía lucía con todas las ganas de casarse. Fue sentir el momento venírsele encima cuando comprendió el gran paso que estaba por dar y no era su hora. Sus palabras fueron "Mereces a una persona dispuesta a darte todo el día de tu boda". Así que acordaron ser amigos e Izuku le deseó buena suerte en su viaje de regreso a Australia.

Cuando Melissa se despidió de Inko y Bakugou simultáneamente, Izuku se mordió los labios pensando que quizá lo suyo no eran los matrimonios y debía dejar de intentarlo. Aunque claro, el pensamiento desapareció al momento, pues él nunca se rendía y estaba dispuesto a todo por tener al amor de su vida.

Motivo por el que, una vez solos, el novio de ropa espantosa, pecas en el rostro y rizos aún alborotados en su cabeza, sonrió con más brillo de lo usual mientras preguntaba.

—¿Y bien? ¿Nos vamos a la fiesta? No podemos desaprovechar el trabajo de Kacchan.

Inko se dio un zape y Bakugou simplemente le miró con rabia antes de relajarse y soltarle un pequeño golpe en la frente con sus dedos.

—Si así lo quieres, vayamos a tu estúpida fiesta.

Y así se lanzaron los tres a celebrar de nueva cuenta la "desafortunada" soltería de Deku.

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Algo me dice que Kacchan va a perder su apuesta contra Inko jajaja

Ok no.

Deku tiene un harem, tan solo se dan una idea de cuántas novias le va a traer a Kacchan antes de elegirlo... pobre hombre... jajaja

¿Quién me adivine quién será la próxima le daré un premio? Aún no sé qué premio, pero acepto sugerencias :D

Sin más me despido, espero que haya sido de su agrado y nos vemos el próximo sábado ;)

Los amo!!! Besos!!!

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