Capítulo 16.-Tocando fondo.
Capítulo 16.- Tocando fondo.
Salieron a dar una vuelta por las plazas comerciales más concurridas de la ciudad, todo con el afán de entretenerse un poco. Claro, a Kirishima Eijirou lo asediaron sin parar las fangirls que lo reconocieron de inmediato. Kaminari estaba enfadado con tanta atención a su novio y siempre trataba de hacerse notar con toda esa hormonada femenina. Sí, él también se volvería loco con semejante hombre a su lado, aún no se explicaba cómo no moría cada vez que se tomaban de las manos o se besaban.
O con los intentos de sexo.
No habían cruzado esa línea aún, simplemente no lo habían hecho, a pesar de toquetearse en más de una ocasión. Para ellos las cosas tenían su momento y creían que si no se daba ahora, no había prisa. Mientras estuviesen juntos en todo momento, podía esperar, después de todo se amaban e iban a pasar el resto de sus vidas el uno con el otro.
Recordar las épocas de su adolescencia en las que Kirishima se decidió a ser actor y le contó su sueño, siempre le llenaba. Prácticamente habían estado unidos en casi todos los momentos importantes de su vida. Cuando Kirishima y su Katsubro se graduaron él asistió junto a una orgullosa Mitsuki y un exageradamente conmovido Masaru. Le abrazó lleno de júbilo y Kirishima le aferró como si la vida fuese un premio. Desde entonces se amaban, a pesar de no saberlo y quizá esa conexión era la que los había llevado a disfrutar los logros del otro.
Kirishima asistiendo a múltiples audiciones, Kaminari estudiando duro para pasar la preparatoria. Incluso cuando le dieron el papel en "Reality Love", celebró con él a pesar del gran viaje que implicó pertenecer a dicha producción. Estuvieron lejos en sus etapas de estudio para la Universidad, pero el pelirrojo siempre le apoyaba por videollamada o mensaje.
Nada los separó, ni siquiera las tretas de su Katsubro.
Cuando fueron libres de las fans del actor, ambos consideraron que ya era tiempo de volver a casa. Llevaba varias semanas quedándose en el departamento de Kirishima por muchas razones. La principal se debía a su afán de estar a su lado a todo momento, la segunda y no por ello menos importante, temía que su primo le buscara por no presentarse a las residencias y él no quería verle. Era un irresponsable resentido, pero no lo podía evitar, amaba a su Kiri-san y en verdad se sentía decepcionado por lo que Katsuki le había hecho.
Probablemente era Kirishima quien debía estar más enfadado, pero su novio era un cielo de persona y no mostraba señal alguna de molestia, todo lo contrario, el asunto le tenía un poco abatido y dudoso de su talento. La segunda temporada de "Reality Love" estaba por comenzar sus grabaciones y no sabía si asistir o no, no se consideraba digno de la serie que tanta fama le había traído. ¿Y cómo? Todo había sido una farsa pagada por el Katsubro.
Esos pensamientos fatalistas eran los responsables de que Kaminari no pudiese perdonar a su primo y casi hermano tan fácilmente.
—Quita ese ceño fruncido, hace que te veas demasiado adorable y muera por besarte—declaró Kirishima mientras subían las escaleras del edificio donde vivía.
Ante semejante provocación, Kaminari sonrió perversamente antes enlazar sus manos detrás del cuello de su novio y pararse de puntitas muy cerca de su rostro.
—No mueras por hacerlo, sólo bésame.
¿Y quién le diría que no a semejante criatura? Solo un idiota y él creía con fervor que no era uno, así que recuperando su buen ánimo, acortó la distancia y besó a su tierno novio de 18 años en las escaleras de un edificio de departamentos.
Si se veía de manera externa, era un cuadro bastante curioso y llamativo. Un actor de 26 años, con facciones y cuerpo más maduros sosteniendo con ganas a un jovenzuelo que a leguas se veía como recién iniciado en el mundo adulto. El contraste se notaba, pero no era tanto, ellos lo sabían, eran conscientes de las múltiples barreras que podrían llegar a separarles, pero habían decidido que no permitirían a nadie atentar contra lo que sentían.
Se amaban, nada era más poderoso que eso. Ni siquiera su diferencia de edad.
Se separaron pero no por completo, juntando sus frentes para mirarse a los ojos de forma íntima, era un hábito que les gustaba por ser lo suficientemente poderoso para ambos. Mirarse sin parar por minutos enteros, como si con sus ojos pudiesen atravesar sus almas y entrelazarse para toda la eternidad.
—Muero de hambre—suspiró sin romper la mágica conexión y el universitario sonrió robándole un rápido beso.
—Te cocinaré algo delicioso, se me ha ocurrido mientras veníamos en el taxi.
Sonrieron al mismo tiempo y dejaron de mirarse para terminar de subir las escaleras tomados de la mano, listos para sumergirse aún más en su burbuja de amor.
Pero en cuanto llegaron a su piso, específicamente a la puerta de entrada, lo que miraron les detuvo en seco, pues se trataba de la persona que menos hubiesen creído que verían. Al menos no ahí.
Cruzado de brazos, con un gesto seco y mordaz como era su costumbre, vistiendo su traje sastre en señal de que recién salía de su trabajo, recargado en la pared y sin intención alguna de irse, Bakugou Katsuki lucía como todo un verdugo listo para completar su trabajo. Instintivamente Kirishima apretó la mano de Kaminari y éste, recordando lo enojado que estaba con su Katsubro, entrecerró los ojos adquiriendo una pose a la defensiva. Si estaba ahí para decir más cosas hirientes, no se lo permitiría, primero lo encerraban.
Katsuki, consciente de la forma en que se tomaban de las manos y la manera en la que cada uno buscaba defender al otro, únicamente giró los ojos con hastío. Estaba ahí con un solo objetivo y no se marcharía hasta completarlo.
—Maldición, relájense ambos, estoy aquí para hablar, sólo eso.
Automáticamente Kirishima se tranquilizó, temía más enfrentamientos con su amigo, pues sí, a pesar de todo, lo consideraba su amigo, el mejor y más importante de todos. Sin embargo, Denki no se dio ese lujo, él conocía demasiado bien a su primo y sabía que hacer las cosas de manera calmada no era su estilo, pero cuando lo utilizaba, era de temer.
No bajaría la guardia.
—Kiri-san no quiere hablar, será mejor que te vayas.
—Denki—señaló con cierta sorpresa el mayor, no era necesario que se alterara tanto con Katsuki—. Está bien, me toca solucionarlo a mí.
Las palabras de Kirishima eran ciertas, no le correspondía estar tan molesto con él, pero su instinto de sobreprotección hacia la persona que amaba era mayor. Mitsuki-san siempre le decía cosas de ese tipo: "Si amas a alguien, defiéndelo con uñas y dientes de cualquiera".
—El "pelos de mierda" tiene razón—replicó Bakugou de forma directa y cruda—. Deja que los adultos nos hagamos cargo.
Aquello le hizo enojar más, Katsuki no tenía derecho de menospreciarle de esa forma.
—¡Yo también soy un adulto!
—Entonces pórtate como uno—contratacó el rubio mayor de manera crítica—. "Kiri-san" puede hablar perfectamente sin que te entrometas.
Estuvo tentado a responder de manera agresiva, pero era darle la razón, por lo que no le quedó otra opción que obedecer, no sin antes echarle una mirada de reojo a Kirishima, quien asintió. Sin dejar de hacer un mohín de rabia y maldiciendo en su interior, Kaminari entró al departamento y cerró la puerta detrás de sí para dejarles hablar.
Una vez que estuvieron seguros de que el chico estaba dentro y no husmeaba como sospechaban que lo haría, Eijirou dio un gran suspiro listo para lo que se le avecinaba. Independientemente de lo que Katsuki le había hecho, él también falló al mentirle a su bro, rompiendo su juramento hecho a los 21.
Prometió no meterse con Denki y al final tiró la promesa a la borda.
—¿De qué quieres hablar?
Bakugou encogió los hombros de manera indiferente antes de decirlo como si nada.
—Aunque no lo creas, estoy aquí para disculparme, no debí decirte tales cosas. No sucedió de esa forma, es verdad que yo pagué, pero no soy responsable del gran papel que te dieron y de lo mucho que funcionó tu trabajo—torció el gesto en una clara señal de que no estaba acostumbrado a ser el primero en pedir perdón—. Ya me conoces, soy un cabrón que la caga todo el tiempo y suelto mierda cuando estoy cabreado. Pero te tiene que quedar claro, tú eres extraordinariamente talentoso bastardo puerco espín, ahí yo no tuve nada que ver.
Sin poderlo evitar Kirishima sonrió ante aquello, era demasiado para su cerebro. Su Katsubro nunca se disculpaba con nadie, él siempre alegaba tener la razón y nunca daba su brazo a torcer. ¿Qué estaba pasándole? ¿Era hora de pedir un deseo? ¿Estaba soñando acaso?
—¿Qué es esto? ¿Desde cuando el gran Bakugou Katsuki pide perdón por algo?
—Vete a la mierda—le mostró el dedo de en medio y las risas de Kirishima aumentaron—. Tómalo o déjalo antes de que me arrepienta y te mate por haberle puesto las manos encima a mi Denki.
Las risas concluyeron casi al instante, definitivamente debía portarse como un hombre, tomar responsabilidad por su osadía al enamorar al hermanito de su Katsubro aún si este le había dicho que no. Temía por su vida todavía, pero no sería nada varonil huir de los problemas que uno mismo provocaba.
—Sobre eso... yo... Katsubro... sé que estuvo mal traicionar tu confianza y entiendo que no te agrade vernos juntos, pero yo tengo las mejores intenciones con él—hizo una reverencia para darle un toque más formal a su discurso—. Estoy enamorado de Denki, voy a hacerlo feliz y de verdad me gustaría contar con tu aprobación. Pero si a pesar de todo tú decides negármela, entonces no tendré otra opción, eres mi hermano del alma, mi mejor amigo, pero Denki es el amor de mi vida y pelearé contra quien sea por él.
Apretó sus puños y cerró los ojos esperando el estallido de Bakugou ante su atrevimiento. Se suponía que estaba arrepentido de haber hecho las cosas mal desde el inicio, pero tampoco por ese sentimiento renunciaría al ser que amaba. Le hizo muchas promesas como para romperlas así de la nada, eso no era de hombres.
Estaba listo para una sarta de insultos y golpes a su persona, pero todo lo que recibió fue un zape en la cabeza que le obligó a levantarse de su pose para intentar entender por qué Bakugou había hecho eso. Las sorpresas no se detenían sin embargo, porque en lugar de ver su rostro lleno de furia como en aquella ocasión de la boda de Midoriya, todo lo que el rubio mostraba era cierta exasperación.
—De verdad que eres imbécil. No me cansaré de decirlo. Sé perfectamente que amas a ese tarado intento de chef. ¿Acaso crees que no me di cuenta de la cara de becerro drogado que pusiste cuando se conocieron? Por algo te amenacé maldita sea, jodido depravado de mierda, Denki tenía trece años, era un puto niño—desvió la mirada con incomodidad por lo que estaba a punto de decir, pero si ya estaban exponiéndose de esa forma, debía ir con todo—. A mis ojos aún lo es. Es mi pequeño Denki, idiota como siempre, pero con esos ojos llenos de asombro y adulación hacia mí.
Antes de que Kirishima pudiese cubrir su boca por la risa enternecida que las palabras de Bakugou le generaron, la puerta del departamento se abrió con ímpetu y un lloroso Kaminari Denki salió del sitio directo al cuello del gruñón planeador de bodas.
—¡Yo también te quiero Katsubro!—lloriqueó el universitario colgado de su primo y berreando como crío de 10 años—. ¡Perdóname por ser tan grosero! ¡Lo siento de verdad! ¡Te quiero tanto Katsubro, eres mi ídolo hoy y siempre!
La escena no era enternecedora como parecería, más bien era en cierto modo cómica. Un malhumorado hombre de negocios tratando de quitarse de encima a un jovenzuelo lacrimógeno que no conocía la prudencia y la vergüenza en partes iguales.
—¡Maldición Denki! ¡Cierra la boca! ¡Aléjate o te cortaré en pedazos con tu set de cuchillos para cocina! ¡Déjame en paz!
Pero ni las amenazas sin sentido o los tirones de su cabello eran suficientes para frenar a Kaminari, quien en verdad se había sentido conmovido por lo que su primo, su hermano, dijo de él, de la forma en que lo veía a pesar de los años y de lo mucho que significaban sus palabras. Él también adoraba a Katsuki y lo que más anhelaba era poder estar con el hombre que amaba contando con la aprobación de su hermano mayor.
El joven actor, sumándose al ridículo de tal escena, simplemente completó el abrazo contra Bakugou y así se volvieron un trío de imbéciles que se reconciliaban de la forma más patética posible jamás inventada.
—¡Katsubro! ¡Yo también te quiero! ¡Lo siento!
A Katsuki le dio un edema cerebral con ese par de bastardos que estaban hechos el uno para el otro. ¿Cómo fue posible que hubiese planeado separarlos? Bien lo dicen por ahí, los imbéciles se buscan entre sí, Dios los hace y ellos se juntan.
—Ya, ya, es suficiente. Está bien, acepto su grotesca relación, párenle a la cursilería y a sus repugnantes mocos.
Sus palabras eran duras como siempre, pero a ese par de enamorados le supo a gloria, lo que provocó que se aferraran más a él. A Bakugou ya le daba igual, eran incorregibles, no había modo de cambiarlos y estaba consciente de lo mucho que le costaría ver a Denki con Kirishima siendo más que "conocidos", pero era inevitable a final de cuentas.
El amor es el amor y éste siempre sale a la luz.
****
Para su boda con Izuku Midoriya, el amable hombre de colores varios que le había consolado en un mal día, Himiko escogió un hermoso vestido color amarillo con zapatillas rojas de muy bajo tacón. Su rubio cabello no estaba peinado, más bien iba suelto, como si con ello pudiese demostrar su libertad. No invitó a nadie de su salón porque todas sus compañeras eran odiosas y siempre le molestaban por sus gustos raros.
Excepto a Jin, por supuesto, él era lo más cercano a un mejor amigo, siempre le compraba lo que quería, le regalaba cosas bonitas y la acompañaba en toda clase de aventuras que ella quisiera hacer. Era obvio que lo invitaría a su boda, pero el sumamente conflictuado Jin Bubaigawara estaba molesto por primera vez y aquello era sumamente extraño.
Dando de vueltas alrededor del bonito salón que tenía una temática de granja rústica, Himiko trató de comprender el enfado de su amigo y de paso animarse. El planeador de bodas era muy molesto y siempre estaba encima de Zuku-chun, como si fuese su novio. Sí, sabía perfectamente que su prometido babeaba por el tipo, pero eso no significaba que ella fuese invisible.
La que se iba a casar con él era ella. ¿O no?
—¿Qué es lo que te tiene de mal humor?
Jin, cruzando los brazos con el ceño fruncido y arrugando su perfectamente planchada camisa, hizo un berrinche propio de un adolescente de 14 años.
—No puedo creer que te vayas a casar con un anciano.
—Zuku-chun no es un anciano, es un buen chico—hizo una mirada traviesa y le indicó a Jin que se acercara—. Te voy a contar un secreto, pero no se lo digas a nadie.
Él asintió y ella comenzó a susurrar cosas sin sentido en su oído. A cada palabra el muchacho se sorprendía a más no poder y para cuando Himiko terminó, él no pudo más que estar en shock.
—¡No lo puedo creer! ¡Eso es asombroso Himi-chan! ¡Me empieza a agradar ese tal Zuku-chun!
Ella sonrió satisfecha y con un gesto de superioridad que no tenía cuando estaba en su salón de clases con las molestas de sus compañeras.
—Ahora que ya lo sabes... ¿Qué te parece si asaltamos la mesa de dulces?
Él asintió cómplice a sus perversas intenciones, las cuales quedaron menguadas cuando Bakugou notó perfectamente sus intenciones y los detuvo a ambos con un golpe en la cabeza con sus nudillos.
—¡Nada de asaltar la puta mesa de dulces!—el planeador no podía creer que a pesar de ser una boda no del todo real, la escuincla quisiera arruinar su perfecto evento.
Sí, él le ponía empeño a todo lo que hacía, incluso si no estaba en sus planes casar a Deku con la menor de edad, se había encargado de hacer a la brevedad posible una boda de ensueño para la adolescente. Quien la había amado por lo perfecta que era, lo podía asegurar ya que no era la única encantada.
Deku parecía chiquillo de 15 años exclamando cumplidos y tomando fotos como un idiota mientras Himiko y su amigo eran regañados por un exagerado Kacchan que no conocía el concepto de diversión.
—Oh vamos, sólo serán unos cuantos dulces.
—Por tu mierda de cerebro que no, feto subdesarrollado, la mesa de dulces se apertura después del mediodía.
Haciendo un puchero junto a un resignado Jin, los jovencitos desistieron de su plan perverso y ambos escaparon por los pasillos del gran salón. A Bakugou le iba a dar algo, entre organizar una boda de improviso y soportar a Deku con su fanatismo a sus decoraciones, su paciencia empezaba a conocer los límites.
Y no era para menos, Izuku estaba que deliraba de la emoción. Cada día se sorprendía más del trabajo de Kacchan. En esta ocasión el color temático de la boda era amarillo. Girasoles amarillos por doquier, decoraciones con globos de papel y cajas de madera en lugar de asientos, para asemejar el estilo de un granero.
Boda campestre en todo su esplendor.
—¡Tú tienes toda mi admiración Kacchan! ¡Eres increíble! ¡Maravilloso! ¡Lleno de talento! ¡Un genio! ¡El rey de las bodas sin dudarlo! ¡Eres tan asombroso que estoy seguro de que harías feliz a cualquier mujer! ¡Tu futura esposa será tan afortunada!
La boca de Deku no paraba de adularlo y su ser egocéntrico estaba satisfecho con ello, pero su ser enamorado del nerd no lo consideraba suficiente, pues cada cumplido era un recordatorio claro de que ese idiota jamás le correspondería como él deseaba.
—Cierra la puta boca y mejor explícame... ¿Qué mierda de traje traes puesto?
El mencionado dejó de tomar fotografías y mientras guardaba su cámara, se colocó las gafas con lente oscuro y armazón amarillo. Adoptó una pose cargada de seguridad mientras explicaba que su flamante traje amarillo, con un suéter verde debajo del saco, la corbata amarilla con puntos color pantano y las botas rojas combinando perfectamente con el sombrero del mismo color, eran un diseño exclusivo que se había inventado para su "boda" con Himiko.
Cabe mencionar que hizo comillas en el aire cuando dijo boda, tratando de sacarle un poco de información a su casamentero. Él quería conocer su plan para evitar que se casara con la jovencita, pero cada vez que preguntaba, el rubio lo ignoraba cruelmente alegando que lo arruinaría al saberlo.
Por supuesto, con su discurso todo lo que logró fue que Bakugou se mareara por completo y maldijera la imaginación de su polilla andante.
—Tu ropa es ridícula.
—Dime algo nuevo Kacchan—replicó el futuro novio cruzando los brazos y observando el entorno, la luz del sol empezaba a entrar en el salón de una forma llamativa.
—¿Me estás retando cabrón?—el reclamo de Katsuki estaba lleno de cólera, era capaz de ir al departamento de Deku e incendiar todo su armario para evitar que siguiera vistiendo ropa así.
Pensándolo bien, no era una mala idea.
Izuku, ajeno a los pensamientos pirómanos de Bakugou y a la posible aniquilación total de su guardarropa, hizo un cuadro imaginario con sus manos y volviendo a la tierra, chasqueó los dedos con la nueva idea que se había cruzado en su mente.
—¡Kacchan! ¡Quédate donde estás! ¡No te muevas! ¡La luz es perfecta!
El mencionado comenzó a refunfuñar alegando que él no era nadie para decirle qué hacer y valiéndole un sorbete sus gritos histéricos, Izuku sacó nuevamente su cámara listo para enfocar a su casamentero, quien con las flores y el fondo de madera del salón, parecía sacado de una novela romántica para adolescentes.
Algo así como un príncipe.
—¿Y bien? ¿Ya me puedo mover?—trató de protestar un poco cohibido con tal atención por parte de Deku. Bakugou simplemente hizo una mueca mientras gruñía discretamente.
El grano de mostaza sonrió de forma soñadora mientras negaba y volvía a sacar más fotografías. Por un momento se creyó Yaoyorozu Momo, fotografiando a un galante modelo de ropa elegante, pues a diferencia suya, Kacchan vestía un sobrio traje color negro con detalles en vino, corbata del mismo tono y zapatos perfectamente lustrados. Todo lo que un planeador de bodas debía ser.
—Simplemente eres único, los detalles en tu decoración y el sol cayendo de esa forma lucen perfectos en ti—dio un último clic en la cámara antes de suspirar dejándose llevar—. Realmente le tengo mucha envidia a tu futura esposa.
—¿Qué dices?—cuestionó el otro sin haber podido escuchar claramente lo que el piojoso había murmurado.
Éste, aliviado en parte por ello, simplemente negó sin darle importancia y procedió a mostrar la fotografía recién tomada. Poco a poco ganaba más confianza en su sueño y la siguiente parte de su cumplimiento, además de aprender técnicas de fotografía con Rei Todoroki, era crear un álbum para presentárselo a la mujer y esperar su crítica. Si le iba bien, incluso cabía la posibilidad de que empezara a mostrar su trabajo a alguien más.
Anhelaba eso con demasiadas ganas.
—¿Cómo ves la fotografía? Podría ser un buen poster promocional del Rose Velvet. ¿Te gusta? A mí me encanta Kacchan.
A mí me encantas tú nerd de mierda, pensó contrariado ante el hecho de que cada cosa que Deku hacía le envolvía más en ese amor no correspondido que no tenía rumbo alguno. ¿Para qué seguirse enamorando de él si era lógico que algún día lo terminaría casando con alguien más?
—No está mal, quizá sí la utilice.
Al escuchar aquello, Izuku ensanchó su sonrisa colgándose del brazo de su planeador de bodas. Estar tan juntos empezaba a volverse un poco natural para ambos, el pecoso lo veía como una forma de demostrar su afecto por Kacchan y el otro consideraba lo más cercano que tendría a la reciprocidad con respecto a su enamoramiento con él.
Sin embargo, la bella atmósfera entre ambos fue interrumpida de una forma que nadie jamás esperó. Ciertamente no había muchos invitados aún, pues la boda todavía no daba inicio, además de que la novia no había traído a nadie más que a su mejor amigo del colegio. Por tal razón, a pesar de ser pocos los espectadores, sí causó un gran revuelo que un grupo de hombres vestidos como oficiales entraran de forma impetuosa en el gran salón.
Katsuki ni se inmutó y Deku no comprendió absolutamente nada hasta que fue demasiado tarde.
—¿Izuku Midoriya?—preguntó uno de los oficiales y el mencionado asintió sin soltarse del brazo de su Kacchan.
—¿Sí? ¿En qué les puedo apoyar?
Antes de que alguien pudiese hacer algo, detrás de los oficiales se apareció un alto y delgado hombre de cabellos azules señalando al futuro novio y llevando del brazo a la joven Himiko Toga, a quien acunaba de manera sobreprotectora y tampoco entendía lo que estaba pasando, eso sí, siendo consciente del grave problema en el que estaba metida, pues su hermanastro, Tenko Shimura, estaba ahí sabiendo absolutamente todo.
—¡Desgraciado! ¡Criminal! ¡Corruptor de menores!
Los pocos testigos de la boda, el juez que recién llegaba, Jin y hasta Camie junto a los empleados de Bakugou, hicieron una exclamación ante las acusaciones del recién llegado. A punto del colapso, Izuku entendió lo que sucedía y trató de defenderse sin mucho éxito.
—Esto no es lo que parece... en serio... yo no... es solo...
Sus palabras fueron interrumpidas cuando los oficiales lo tomaron en custodia, separándolo por completo de Kacchan, quien simplemente se dedicó a observar sin hacer absolutamente nada. ¿Por qué? Esto se le había salido de control desde hacía mucho tiempo, pero ahora sí cruzó la línea. ¿De verdad iban a condenarlo sin darle alguna oportunidad?
—Quedas arrestado por el delito de violación de menores en tercer grado, todo lo que digas será usado en tu contra, por lo que te recomiendo un buen abogado para que te ayude—declaró el oficial mientras le colocaba las esposas.
Oficialmente tenía ganas de llorar, ahora sí que se había ganado todos sus males. Era un idiota tomando pésimas decisiones, pero el día que conoció a Toga había sido sin duda su peor error en la vida. Trató de mirar a Kacchan para saber si éste le ayudaría, pero todo lo que recibió fue literalmente su espalda, pues el rubio se giró para no verle y aquello le conmocionó más que cualquier cosa en el mundo. Si le ignoraba, sólo significaba una cosa, Kacchan de verdad lo creía tan horrible como para ser culpable y abandonarle cuando más lo necesitaba.
Y no había cosa que doliera más.
****
La historia en realidad era más sencilla. Tenko Shimura, hermano adoptivo de Himiko y su tutor legal, de algún modo desconocido se había enterado de la futura boda y el "supuesto" embarazo de la adolescente. Como cualquier hermano mayor sobreprotector y exagerado, al ser un estudiante de arte dramático, había reaccionado de la forma más aparatosa posible, denunciando al joven que pervertía a su hermanita y causando la mayor humillación en su vida para el joven modelo.
Quien por supuesto, ahora se encontraba en una celda provisional lamentando todas sus malas ideas. Su madre de seguro iba a estar muy preocupada, Momo se enfadaría con él por ser tan estúpido y Kacchan... Dios... Kacchan ya no quería saber nada de él. Después de semejante escándalo era obvio que el planeador de bodas estuviese harto de él y sus múltiples bodas fallidas.
Había echado por la borda todos los meses de arduo trabajo del Rose Velvet y sus empleados, pues lo recién simplemente le traería mala fama al Servicio de Banquetes. Ya podía imaginarse los diarios con la asquerosa noticia de que el príncipe de las bodas era cómplice de un corruptor de menores y lo peor era que, en realidad sí tenía que ver al creer que podían salir de esto de forma airosa.
Pero Kacchan no tenía la necesidad de estarle ayudando con sus tonterías. Era suficiente la bondad que había recibido de su parte, él siempre estaba lleno de trabajo y aun así lo aplazaba para complacerle. No había hombre más dulce que él, definitivamente no lo merecía como planeador de bodas.
Y mucho menos como amigo.
—No creo poder soportar que me odie, pero me lo tengo bien merecido.
Miró la ventana de su celda que daba a la luz de la luna, si las cuentas no le fallaban, llevaba por lo menos encerrado unas 7 horas, ni siquiera había comido a pesar de que le habían dado la opción de hacerlo. No tenía hambre, la decepción consigo mismo era mayor y llenaba por completo su estómago.
Delirando ante el encierro y la tristeza de perder a Kacchan, comenzó a imaginar como sería su vida en prisión, esperaba no encontrarse con gente tan mala y evitar que le hicieran daño. Había escuchado cosas horribles de las cárceles, desde violaciones hasta gente mutilada. Él no se creía capaz de sobrevivir en un ambiente así y menos cuando era inocente.
Sin embargo, sus fatalistas pensamientos fueron bloqueados cuando gritaron su nombre mientras abrían la sala de celdas y un guardia entraba para abrir su propia cerradura.
—¿Qué sucede oficial? ¿Me llevarán a una cárcel nueva? Dios... ¿Tan pronto? Pero juro que yo no hice nada malo con Himiko-chan... únicamente quería que dejara de llorar y que ya no se sintiera tan sola... Dios... eso suena horrible... pero en verdad yo...
—Silencio—le interrumpió el oficial dejándolo en libertad con todo y la confusión del pecoso—. Retiraron los cargos en tu contra, todo fue un malentendido, pero ahora quedas absuelto de cualquier acusación. Puedes irte.
Sin poderlo creer, Izuku sonrió y abrazó con ganas al oficial para agradecerle por todo lo que había hecho por él en esas horas que fue un "criminal". El hombre poco acostumbrado a tanta efusividad simplemente se quedó quieto hasta que el chico estuvo satisfecho de dar tanta gratitud.
Celebrando su libertad, salió corriendo del recinto dispuesto a buscar a Kacchan para rogar su perdón por semejante alboroto, pero no fue necesario, pues en la sala de espera, se encontraba su verdadero salvador y héroe.
—Hasta que al fin sales, maldita flor de manzanilla.
Sin importarle para nada el terrible apodo, Deku se lanzó a los brazos de su casamentero, quien lo recibió con una sonrisa burlona mientras acariciaba sus cabellos.
—Dios Kacchan... pensé que me odiabas... no dijiste nada... me ignoraste... ¿Qué sucedió?
Dando más carcajadas y revelando su culpabilidad, Katsuki continuó enredando sus dedos en los rizos rebeldes de su cabeza de escoba desgastada.
—Fue la única manera de remediarlo nerd, esa loca era capaz de todo con tal de casarse contigo a pesar de saber lo imposible que era, así que no tuve más opción que acusarte con su hermano mayor—dio un ligero tirón a sus cabellos ante la creciente indignación del menor—. Siento que haya terminado así. Pero ve el lado bueno, Himiko no volverá a molestarte.
—¡Me metiste en prisión Kacchan! ¡Vi mi vida pasar frente a mis ojos!—dramatizó el modelo sin alejarse para nada del abrazo del rubio.
Quien encogió los hombros sin darle importancia. Sabía perfectamente que cuando la situación la superara, Toga cantaría la verdad y su nerd no pasaría tanto tiempo encerrado. Además, era una pequeña venganza por todas las bodas frustradas que llevaba hasta la fecha. Debía decirlo sin sentirse del todo culpable, pero fue demasiado divertido ver al nerd ser llevado como un criminal abusador, incluso tuvo que darle la espalda para que no viera como trataba de contener las risas.
—Daños colaterales Deku, debiste ver tu cara, no tuvo precio.
Enfadado pero agradecido con el hecho de que todo era parte de su plan y no había perdido a su planeador de bodas, Izuku simplemente entornó los ojos antes de darle un pequeño puñetazo en el hombro a Katsuki.
—Eres horrible de verdad.
Las risas de Bakugou aumentaron, pero ambos celebraron que al fin se había terminado, uno en brazos del otro, sin ser conscientes por completo de lo bien que lucían juntos.
—En fin, eres un hombre libre ahora y esto no dañara tu expediente o imagen, ya me encargué de ello con unos cuantos cheques—hizo una pose de suficiencia que los obligó a separarse pero no por completo.
Alegre de que las cosas habían vuelto a la normalidad, Izuku no se cohibió más y aunque dejó de abrazar a Kacchan, sí conservó el tacto en sus manos, entrelazándolas al instante. La acción, por supuesto, tomó desprevenido a Bakugou, pero no dudó en hacer lo mismo. A ojos externos, parecían un par de amantes que había logrado salir inmunes a un gran problema.
Así dejaron la estación de policías, con una propuesta de cena por parte de Bakugou y una sonrisa de completa felicidad cortesía del nerd. Consciente a pesar de todo, de que ya había sido suficiente, mientras caminaban rumbo al estacionamiento donde Katsuki había dejado su auto, Izuku tomó una decisión que definiría su vida de ahora en adelante.
—Kacchan... yo... dejaré esto de las bodas—dio un gran suspiro y continuó ante el asombro del otro—. Se acabó, no buscaré más una esposa, toqué fondo con este relajo de Toga y su hermanastro, por lo que he comprendido que esto del amor no es para mí.
Y Bakugou pudo haberle alentado, pudo también menguar sus deseos. Decirle al nerd que el amor estaba donde menos creía, apoyar su idea de que no debía seguir buscando a una mujer que lo hiciera feliz y quizá, con mucha más malicia, manipularle para que se interesara en gente de su mismo sexo. Pero él también había tocado fondo, no por Toga, no por el relajo con todas las bodas fallidas, si no por el simple hecho de saber perfectamente que, a pesar de mendigar amor por cualquier sitio, Deku no se enamoraría de él.
No ahora, ni nunca.
—Sí... creo que pienso lo mismo... tampoco es para mí...
Y entonces miró al cielo admirando la luna llena, con Deku clavando los gigantes ojos en su persona, como si quisiera decirle algo, como si no tuviese el valor.
Y quizá... así era...
&&&&
Dile Deku!!!! Dile maldición!!!!
Nah, mejor no.
El siguiente capítulo es el crucial en toda esta historia, ahí se definirá si odian a Deku, a Kacchan, a mí (principalmente a mí, seguramente a mí). La mayoría ya tiene en mente de que va todo, pero no me importa, yo estoy muy emocionada, estamos entrando a la etapa semifinal del fic (le cuelgan varios capítulos aún) y son los que más he deseado escribir desde que se me ocurrió esto.
En fin, ya no digo más, espero que el capítulo de hoy les haya agradado y muchas gracias por todo el apoyo, como siempre, los adoro!!!
Besos!!! <3
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