Capítulo 15.-Novia adolescente.
Capítulo 15.- Novia adolescente.
Habían sido unas semanas muy ajetreadas entre eventos salidos de la nada, clases de fotografía con el nerd y llamadas sin respuesta para Kirishima. Sin embargo, dentro de todo el drama y las ocupaciones, podía considerar el tiempo como algo fructífero. Revisaba balances con Camie y su asesor financiero, pues estaban cerca de fin de año y era hora de conocer sus ganancias, pérdidas y la estimación de presupuesto para el siguiente periodo.
Pudo respirar un poco más aliviado, pues su economía no disminuía, al contrario, gracias a la exagerada y para nada necesaria publicidad de Deku, su trabajo había llegado a varios sitios y clientes, volviendo a Rose Velvet mucho más popular de lo que ya era cuando su madre vivía. Vaya contraste, pensó de forma irónica. En su primer año rescatando del escombro al negocio de la vieja bruja, casi perdieron más de la mitad de lo invertido, estuvo a punto de darse un tiro ante la inminente ruina que se le avecinaba, pero fue paciente, Camie afirmó quedarse a su lado hasta el final y gracias a todo ese apoyo, su servicio de banquetes floreció mejor de lo que jamás habría imaginado.
La prueba estaba en lo redituable que era ahora.
Su junta terminó y después de intercambiar unas cuantas palabras con el hombre, planear las inversiones del siguiente año y considerar un plan de publicidad para seguir creciendo como empresa, Katsuki salió de su sala de juntas con el celular en mano y muchos pendientes en puerta que ahora sí, nada ni nadie se atrevería a interrumpir.
O eso creía, pues en cuanto entró a su propia oficina, tomó asiento en la silla giratoria y comenzó a trabajar en su computadora, su teléfono comenzó a vibrar con insistencia. Negó refunfuñando e ignorando el aparato, era un hombre de negocios ocupado, no había forma de que una estúpida llamada le distrajera de sus actividades.
Tecleó un poco para preparar el plan de trabajo destinado a un evento de cumpleaños para una mujer mayor que tenía una descendencia gigante cuando su celular volvió a sonar, como si el remitente no tuviese una vida. Dijo unas cuantas leperadas y canceló la llamada sin ver de quien se trataba.
Después de una media hora trabajando en paz como si no conociera distracción alguna y hasta de buen humor por lo mismo, todo se fue al infierno con su teléfono sonando por tercera vez y harto de semejante acosador, ni siquiera se fijó quien llamaba y contestó con su particular y florido vocabulario.
—¡Deja de estarme jodiendo por una mierda!
—¿Kacchan?—respondió la otra persona con voz temblorosa ante el coraje de su casamentero.
Bakugou suspiró pensando al instante que le iba a dar un dolor de cabeza. Era como si el nerd activara todos sus sentidos y enfermedades en partes iguales.
—¿Deku? ¿Y ahora qué?—gruñó imaginando lo peor—. No me vengas con la mamada de que tienes una nueva novia porque te mato.
Izuku sonrió de forma temblorosa por primera vez asustado y contrariado, pero no por la amenaza de Kacchan. Sonaba horrible de su parte, pero a pesar de que el hombre se presentaba agresivo y dispuesto a cumplir lo que decía, él sabía dentro de su corazón que jamás le lastimaría. Era quizá, de las pocas personas que consideraba a Kacchan como alguien dulce, pues a pesar de todos sus gritos, groserías e histerias, era la única persona con la que se sentía a gusto.
Y el único para él en todos los aspectos.
—No es algo así como tal, pero digamos que estoy metido en un pequeño problema...
Para el rubio esas palabras no sonaban tranquilizadoras. ¿Por qué Deku siempre terminaba en ridículos que superaban sus límites? Parecía un maniquí de moda ochentera, pero el ser plantado 6 veces por una mujer distinta ya se le hacía excesivo.
—¿Qué clase de problema?
El modelo dudó con nerviosismo genuino y aquello a Katsuki ya no le pareció tan divertido. ¿Y si de verdad estaba en líos muy peligrosos? Si su nerd le necesitaba, él estaría ahí para él, pero si se trataba de una tontería le iba a retorcer su cuello hasta que su linda cara de pecas se volviera morada.
—¿Nos podemos ver?
Giró los ojos y aceptó. Preparó mentalmente un paquete de pastillas para el dolor de cabeza, una bazuca por si era necesario asesinar a alguien y un cheque en blanco para cualquier ocasión. Tal vez estaba dejándose llevar por su instinto protector y dados los antecedentes con Kaminari y Kirishima, probablemente lo mejor era controlarse.
—De acuerdo, llenaré algunos formatos y te veré en una hora en el café de siempre. Si no llegas te perseguiré y mataré lentamente.
—Como digas Kacchan.
Sonriendo con ganas, Izuku estuvo de acuerdo y colgaron la llamada tardando en despedirse, pues el chico estepa se negaba a dejarlo tener la última palabra y a Bakugou le enfermaba que el nerd no se callara. 15 minutos después daban la imagen de una pareja jugando en el teléfono el clásico "cuelga tú" pero versión Katsuki Bakugou, con palabrotas y risas burlonas.
El juego llegó a su fin y el príncipe de las bodas pudo concentrarse en su trabajo para poder estar a tiempo en su cita con el nerd. Sin embargo, no habían pasado ni cinco minutos cuando el celular volvió a sonar y la bilis le explotó al rubio. Deku se estaba pasando con su jueguito y lo mataría a golpes en cuanto lo viera.
Pero la vida de Izuku no estaba en peligro, pues Katsuki contestó y fue directo.
—Cuelga tú por una puta mierda follaje viviente.
—Katsuki, no tendrías que contestar de esa forma, hace meses que no hablamos—se quejó dramáticamente el hombre al otro lado de la línea y al mencionado le dio un derrame final.
Pues no era Deku al teléfono, pero sí alguien que se le parecía demasiado. Un hombre mucho mayor que él, con temperamento amable y sereno, hecho pedazos por la muerte de su esposa y viajando por el mundo para poder sobrellevarlo. Sí, tenía en el teléfono a nada más y nada menos que el flamante Masaru Bakugou.
Su padre.
—¿Qué demonios? Tú nunca llamas. ¿Dónde jodidas andas ahora viejo de mierda?
—Por ahora estoy en Florida, sus paradisiacas playas son como un bálsamo para el corazón—nuevamente Masaru hizo un sonido extraño y Katsuki ya se imaginaba lo que seguía—. Pero ni la belleza exquisita de este mar me sana el nudo interior que llevo en mi ser desde que mi Diosa alada partió dejándome en agonía...
Bakugou azotó su frente en el escritorio, le enfermaba hasta la muerte la forma tan teatral con la que su padre se expresaba. ¿De él había sacado lo marica? Era probable, aún si sonaba a un estereotipo de mal gusto, debía admitir con pesar que el 90% de las cursiladas gay que Deku provocaba en sus pensamientos estaban basadas en los discursos exagerados y llenos de metáforas del viudo de Mitsuki Bakugou.
Se daría un tiro, era oficial.
—Cállate ya y ve al grano. ¿A qué debo tu llamada?
—Cierto, cierto, primero los negocios—carraspeó y por una breve fracción de segundos le pareció un adulto. Muy breve en realidad—. En realidad Katsuki, tengo ciertos planes y me gustaría saber si te interesan. Ha pasado ya más de un año desde la muerte de tu madre, he vivido mi duelo y me desentendí de todo lo demás, obviamente me disculpo por ello. Muy bien, la apatía ha terminado, quiero liberarte de la carga que has tenido todo este tiempo y apoyarte en el negocio.
—¿A qué te refieres?
Le parecía extraña la línea de los pensamientos de su padre. Él en ningún momento se quejó de haberse quedado con el Rose Velvet y todo lo contrario, entendía la tristeza de su progenitor y consideraba necesario su tiempo a solas para poder sanar. No había reproche alguno. ¿Por qué pensaba necesaria una disculpa?
—Sencillo, considero que es tiempo de expandirnos al extranjero, ya estoy gestionando un par de inversionistas para iniciar una sucursal aquí en donde vivías antes. Los Ángeles era tu hogar antes de que yo cambiara tu vida y aunque estoy maravillado con el éxito que has logrado, estoy seguro de que extrañas tu antigua rutina. ¿Qué dices? ¿Suena descabellado?
Por primera vez en mucho tiempo Katsuki pudo pensar más allá de su Servicio de Banquetes. Ciertamente su vida era ahí, en Los Ángeles, tenía un departamento perfectamente equipado que había tenido que abandonar, un puesto muy bueno en la bolsa de valores, amistades que compartían su modo de pensar y hasta una empleada doméstica que seguramente ahora hacía fiestas clandestinas en su propiedad.
Todo lo dejó, una vez que Mitsuki murió, se olvidó por completo de la vida que tenía antes de regresar a su país natal. Ahora el viejo le planteaba una posibilidad y a pesar de tener al nerd a su lado, muchos más amigos que allá y un ambiente acogedor, la propuesta era tentadora.
Demasiado.
—Dame la oportunidad de pensarlo, te doy una respuesta la próxima semana.
Y sin permitirle decir algo más, colgó, completamente pasmado ante lo que se le avecinaba. ¿Qué decisión tomar? ¿Se quedaba? ¿Para qué? ¿Se marchaba? ¿A dónde volvía? Deku estaba ahí con su sonrisa llena de hoyuelos y sus novias infinitas. ¿Realmente valía la pena seguir quedándose? Era algo que debía pensar con detenimiento y no decir a la ligera.
El tiempo se le acababa.
****
Era un poco raro tener a conocidos de Bakugou en su restaurante. En realidad no podía comprender por qué razón el primo de su enemigo, el mejor amigo y la novia del actor visitaban diariamente el Sakura's Bottom como si fuese su casa. Incluso Kaminari Denki hacía sus tareas en el establecimiento o inventaba recetas con Inasa cuando lo llegaba a encontrar en la cocina.
Había aprendido unas cuantas cosas con la presencia de esa triada de locos proveniente del mundo de Katsuki. La primera, Mina Ashido tenía sus asuntos con el chef Hanta y era plenamente correspondida, pues la chica parloteaba sin parar sobre lo adorable que el empleado de Bakugou podía llegar a ser.
Lo segundo y obvio tras el primer descubrimiento, Kirishima Eijirou y la actriz no eran pareja, después de husmear un poco pudo descubrir que fingirse prometidos era un plan para ocultar a la verdadera pareja ahí. El gustar de alguien de tu mismo sexo era moda al parecer, pero no estaba en contra de ello, al contrario, muy a su pesar, Shoto debía admitir que le tenía cierta envidia a ese par de enamorados.
Kirishima y Kaminari destilaba cursilería a todo lo que daba. Eran acaramelados hasta la muerte, todo el tiempo tomados de la mano hasta para algo tan simple como el comer, uno en brazos del otro cuando el menor hacía sus deberes y besándose a la menor oportunidad. Incluso con Mina Ashido dando brinquitos y gritos peor que una fangirl de boy band adolescente.
No sabía realmente si ella estaba más emocionada o los propios novios, pero de que ese par era inseparable, lo era. Y aquello levantaba su desazón cuando se miraba en su propio espejo y le rodeaba la tensión, los ojos apagados de Inasa y sus propias dudas. Kaminari y Kirishima eran felices juntos, parecían tallados a mano para no separarse y él por un momento quiso algo así con Inasa.
Recuperar aquellos tiempos del pasado, donde hacían todo al mismo tiempo, casi fusionados en sus actos. Pero también entendía que no era justo para él, Inasa merecía una respuesta digna a sus sentimientos, merecía que la persona de la cual estuviese enamorado correspondiera con la misma devoción. ¿Yo puedo ser esa persona? ¿Realmente siento eso por él? ¿Cómo será ser envuelto en esos grandes brazos? ¿Podré besarle como lo hice antes sin sentir incomodidad?
Tuvo ganas de arrancarse los cabellos con sus pensamientos más enredados que un laberinto y volvió a mirar a sus peculiares clientes, recordando su tercer y más importante descubrimiento.
Kaminari Denki era un diamante en bruto en la cocina.
No tenía duda alguna con ello, el chico poseía un talento nato para tal labor, era demasiado joven y sumamente creativo a la hora de improvisar platillos. Cuando Inasa lo dejaba utilizar sus instrumentos y le instaba a dejar volar su imaginación, el chico hacía maravillas con cosas simples, dejando embobado no solo a su propio chef, si no al resto de empleados e incluso a unos cuantos clientes.
No había sido intencional, claro estaba, pero en una de sus tantas metidas a la cocina, sus platillos terminaron siendo servidos en el menú principal. La gente amó su comida, aunque sí notó el cambio ante las elaboradas creaciones de Inasa, pero no fue una reacción negativa. Sakura's Bottom poco a poco se recuperaba del sabotaje de Seiji y el robo de las recetas, asunto que Inasa había declarado tener en sus manos, por lo que no pudo involucrarse. Lo cierto era que con la comida del estudiante de gastronomía, habían dado un pequeño gran paso. Kaminari tenía potencial y en el futuro, cuando se graduara, alguien sin duda mataría por tenerle en su restaurante.
Katsuki tenía que trabajar duro para recuperar la confianza de su primo si deseaba ser el dueño de semejante joya en proceso. El colarse en conversaciones ajenas era lo suyo y gracias a tal habilidad también estaba al tanto de la cagada de su rival de banquetes. No le sorprendía realmente, Bakugou solía recurrir a las puyas y la agresión cuando se sentía furioso y traicionado, por lo mismo podía darse cuenta de que el príncipe de las bodas no hablaba tan en serio.
Además, conocía el trabajo de Kirishima, así que fuese planeado o no, el chico realmente se había ganado todo lo que tenía.
Contempló a Inasa entrar a la cocina desde la puerta trasera y consideró alejarse para que no lo viera y molestara su presencia. Le agobiaba no saber el cómo comportase con él a su lado, trabajaban juntos y vivían juntos, la convivencia nunca había sido tan difícil, incluso cuando estaban peleados era más sencillo que ahora.
Sin embargo, estaba por huir hacia la calle, tal vez para tomar un poco de aire fresco cuando el motivo de sus confusos pensamientos se plantó frente a él, de forma decidida, como si llevara ensayando por días lo que estaba por hacer.
Y quizá así era.
—¿Podemos hablar?
Todoroki asintió y condujo a Inasa fuera del restaurante, una corta caminata por los alrededores no le haría daño a nadie. Ambos desaparecieron del establecimiento y una vez solos pero completamente rodeados de desconocidos, comenzaron a hablar.
—¿Y bien? ¿Qué sucede?—preguntó con demasiado nerviosismo el pintor.
No había modo de hacerse el desentendido, él sabía lo que ocurría, pero tampoco tenía el valor de ser tan franco. Aunque a Shoto se le olvidaba que Inasa sí podía serlo y cuando menos se lo esperaba.
—En realidad he pensado algunas cosas—sonrió de forma sencilla y a Todoroki le dolió no verlo deslumbrar como siempre ocurría—. Estoy trabajando para solucionar lo de las recetas y de paso darle su merecido a ese traidor de Seiji. Realmente fui estúpido, si en lugar de huir de mis sentimientos por ti, hubiese sido honesto, no tendríamos este problema.
Por inercia, el más bajo negó mientras tomaba sus manos entre las propias, dispuesto a contradecir lo que Inasa decía con completa convicción.
—No es tu culpa, sólo confiaste en él porque lo creías tu amigo. No tienes por qué cargar con todo solo, recuerda que me tienes a mí.
La reacción de Inasa le conmocionó más de lo que podía admitir. Normalmente éste correspondía sus actos, apretando de más sus manos o abrazándole. Pero en esta ocasión, hizo todo lo contrario, desvió la mirada y retiró su agarre del otro de forma brusca, como si su tacto le hiriera en lo más profundo.
—No hagas eso, por favor Shoto, no lo hagas. He decidido que no te incomodaré con este amor, pero no me lo dificultes así. Tenme piedad, sé que somos amigos y sé que no es tu intención, pero sólo me confundes más.
Bajando la mirada y sintiéndose más dolido con las palabras del más alto, a Todoroki no le quedó más remedio que asentir.
—Perdóname, es sólo un hábito.
—Eso no lo mejora, sólo recalca mi punto—replicó suspirando mientras masajeaba su frente. Lo decidió en cuanto se supo rechazado, no rompería su amistad con Shoto, pero sí debía aprender a ser exactamente eso: su amigo. Era hora de dar el primer paso—. Escucha, se me hacía un poco precipitado, pero creo que es lo correcto.
No le gustaba la forma en que Inasa sonaba, casi podía saborear una despedida y se negaba a permitirlo.
—¿Qué quieres decir? ¿Renunciarás? ¿Vas a dejarme?
Le dolió el tono de voz de Shoto, le dolió que incluso queriendo hacer las cosas bien, sólo le lastimara. Aunque en realidad una parte de sí mismo comprendía que ambos se estaban haciendo daño, uno queriendo alejarse y el otro aferrado a una amistad que había enraizado demasiado en amor no correspondido.
Porque no podemos detener la plaga del amor una vez que entra en nuestros corazones. Avanza, prolifera y contamina. Y cuando no tiene futuro, lo mejor es cortar de tajo la mala hierba.
—Aún estoy considerándolo, no creo ético y profesional el renunciar a mi trabajo sólo porque te amo y no puedes corresponderme. No es culpa tuya ni del restaurante. Pero creo que puedo empezar por algo—respiró con ganas y lo soltó—. Creo que es correcto empezar a separarnos, así que me mudaré del departamento.
Debió esperarse una conclusión así, pero incluso sabiéndolo no estaba preparado para afrontarlo. Nuevamente le quitaban todo lo que él era y estaba acostumbrado. ¿Ahora qué hacía? ¿Cómo lo detenía? Aún más importante... ¿Era correcto detenerlo? ¿Su egoísmo era tan grande? No, no podía hacerle eso a Inasa, él merecía ser feliz.
Así que con todo el dolor de su corazón y sus sentimientos revueltos, asintió.
Era hora de dejarle ir.
****
Estaba tan ansioso que había comenzado a tronar sus dedos y sacudir sus pies. Era un curioso y exageradamente llamativo punto color rosa fosforescente, el color de su sudadera, una corona de flores en su cabeza, al más puro estilo hippie y pantalones estampados y acampanados. Una oda a los años 60 y su peculiaridad.
Cuando Katsuki llegó a la cafetería y lo vio estuvo a punto de vomitar ante el horror que estaba presenciando. Deku era demasiado espontaneo y habilidoso en cuestión de diseñar su ropa, además la puta corona de flores era una mentada de madre a todo lo políticamente correcto.
Y a pesar de todo el ridículo, lucía muy adorable.
Que me vuelva loco no quiere decir que sea ciego, por Dios, se recriminó mentalmente y tomó asiento a su lado revisando la carta y actuando como un engreído. Su pose natural.
—¿Qué pediste maceta de invernadero?
El puchero de Deku despertó bajas pasiones e hizo lo posible para ignorarlo. Si estuviesen en un universo alternativo, tomaría esa boca entre sus dedos y le incitaría a hacer cosas no santas con su lengua. Diablos Katsuki, contrólate marica de clóset.
—Cada vez odio más los apodos, lo digo en serio—señaló en la carta el panqué con pasas y un chocolate con menta—. ¿Quieres lo mismo?
—Por la puta que no, quiero algo menos dulce.
Cuando el mesero llegó con la orden de Izuku, el rubio pidió un café americano cargado hasta la muerte y mientras le robaba al nerd de su panqué, fue directo a la yugular, preguntando cuál era la razón de su llamado tan urgente y desenfrenado.
—Verás Kacchan, es un poco complicado de explicar.
—No lo es—replicó de forma displicente y justo entonces el mesero llegó con su café—. Sólo dilo.
Izuku rascó su cabeza muerto de nervios. Kacchan tenía un temperamento explosivo y cuando le dijera lo que estaba pasándole, iba a morir. De nada valdría todo el tiempo que habían pasado juntos y la sumamente poderosa confidencia que había logrado a base de sudor, lágrimas y sangre, sobre todo sangre.
Estaba tan jodido.
Así que, como el cobarde que era, decidió cambiar el tema.
—¿Cómo vas con lo de Kirishima?
Bakugou obviamente no era estúpido y sabía sus intenciones, pero en realidad le aliviaba un poco poder hablar con alguien de ese tema que también le tenía en vilo.
—De la puta mierda. El idiota no contesta mis llamadas, Denki no ha ido a las residencias desde ese entonces y si piensa que le voy a liberar sólo porque es mi primo está muy equivocado. La responsabilidad es una cosa y tus putos problemas amorosos son otros.
El pecoso le dio la razón en ese punto, Kaminari debía entender que su trabajo tenía más importancia a pesar de ser un practicante.
—¿Y qué piensas? ¿De verdad te molesta que estén juntos?
—Claro que no, cabeza de jardín. Admito que no es algo que anhelaba con todo mi ser, incluso creo que Denki es muy joven aún para tener esa clase de relación con ese pedófilo de mierda. Pero sé que Kirishima es un buen tipo y si quieren joderse la vida enamorándose es muy su problema—dio un trago a su café y volvió a vociferar—. Lo que no soporto son las putas mentiras, me vieron la cara de imbécil todo este tiempo y eso me enerva como no tienes idea.
Ante aquel discurso Izuku bajó la mirada un poco abatido con las palabras de Kacchan. Él entendía su enfado, pero también simpatizaba con los amantes trágicos y consideraba su deber hacerle ver aquello a su casamentero.
—Yo lo sé. No está bien el mentir, pero a veces simplemente sucede. En ocasiones por amor haces muchas tonterías, te dejas llevar y cuando menos te lo espera, ya es demasiado grande para ti.
Katsuki enarcó una ceja ante tales palabras cargadas de sabiduría. ¿Qué ocultaba ese cabezón florero?
—Ya veo, eso me lleva a ser claro. ¿Cuál es el puto problema en el que estás?—levantó su puño para amenazarle—. Ahora sí no me puedes cambiar el tema. Habla o te rompo la nariz "ramita".
Giró ante el apodo, era el más vago y simple que le había dado. Sin más remedio que soltarlo ahora sí, intentó irlo suavizando para él.
—Bueno... ¿Alguna vez te ha pasado que quisiste hacer algo lindo por alguien y se te complicó todo?
—Ve al grano. ¿Qué demonios pasa?
Se mordió el labio, desvió la mirada y estuvo a punto de decirlo. Pero justo entonces la puerta de la cafetería se abrió y a Izuku se le fueron los colores del rostro. Una jovencita, con dos coletas en forma de cebolla, un uniforme de secundaria y una sonrisa que parecía de todo, menos tierna, buscó con la mirada y cuando halló su objetivo, se lanzó a él con todo.
—¡Zuku-chun!
Fue la primera vez que Katsuki vio a Izuku azotar sus manos en su rostro, como si lamentara todas sus malas decisiones en la vida. Era gratificante verlo preocupado por algo por fin, pero la curiosidad le carcomía demasiado.
La chica corrió hacia su nerd y lo llenó de abrazos que, lejos de hacerle sentir celoso, le divirtieron al ver la cara de obvio sufrimiento del modelo de Stars Blue.
—Hola Himiko-chan—respondió acongojado y con ganas de desaparecer en lo más profundo del planeta tierra.
La mencionada ensanchó su psicópata sonrisa y siguió abrazando al chico como si de un peluche de feria se tratase.
—¡Estoy tan feliz de verte! ¡Te he buscado por todas partes y no daba! ¡Pero tus conocidos me dijeron que te gusta este café y vine aquí! ¡Me alegra haber venido!
Muy bien, tachemos este lugar de la lista de lugares a frecuentar, dedujo con pesar el menor. Himiko Toga, como se llamaba la chiquilla, ya le había encontrado en varias cafeterías y sitios de recreación a los que ahora ya no podría volver.
Un poco divertido con sus reacciones, pero también cabreado al ser ignorado olímpicamente por la mocosa esa, Bakugou decidió intervenir. No era que le diera lástima el nerd, simplemente era su deber aclarar todo lo que tuviese relación con él.
—¿Quién es este cigoto?—preguntó de forma escueta y la menor enarcó la ceja respondiendo el reto.
—¿Quién eres tú anciano con cara de culo compungido?—otro poco y Katsuki la golpea ante su atrevimiento. Sólo Deku pudo detenerle, pero ella se encargó de echar sal a la herida—. Yo soy la futura esposa de Izuku.
El grito de auxilio dibujado en el rostro de Deku evidenciaba que él no estaba de acuerdo con esa unión. Pero sabía que debía deshacerse de esa mocosa a como diera lugar, así que siguiéndole la corriente un poco, también se presentó.
—Soy Katsuki enana de mierda y soy el planeador de bodas de Deku.
Los ojos de ella se ensancharon con aquella información y dio saltitos aún con el nerd en sus brazos.
—Extraordinario, tengo varias ideas para la boda, Zuku-chun y yo queremos que sea la próxima semana.
Para corroborar dicha información, el rubio volteó a ver a Deku, quien seguía suplicando con la mirada que le ayudaran, pero no a casarse, como era obvio que no podía. Debía ser más inteligente que esa tipa parecida a la novia del Joker y no cagarla, temía que en cualquier momento sacara alguna navaja u objeto punzocortante.
—Bien pequeño Hobbit. ¿Por qué no vas al mostrador a pedir un café en lo que hablo de cosas de hombres con este idiota?
Ella asintió completamente entregada a su papel y una vez que estuvieron solos, el casamentero estuvo a punto de estrellarle la taza de su café en la cabeza afelpada del nerd. Se contuvo sólo porque anhelaba escuchar las excusas antes de su muerte inminente.
—Kacchan... yo... puedo explicarlo... es...
—¿Cuántos putos años tiene?
Eso era lo más importante de todo. ¿Desde cuando Deku era un corruptor de menores? Se había juntado demasiado con el pedófilo de Kirishima, pero él había llevado las cosas a otro nivel. La cría no lucía mayor de 15 años y ese maldito uniforme de instituto corroboraba la sospecha.
—Tiene 14 años—comenzó a suplicar cuando lo vio ennegrecer la mirada—. Antes de que me hagas cualquier cosa, tienes que saberlo. Yo no planeé esto. Simplemente pasó. Fue hace unos días, paseaba por el parque cuando la escuché llorar.
Aún lamentaba el buen corazón que tenía. Sus oídos captaron el llanto de una joven y cuando se acercó a consolarla, ella explicó que su tristeza se debía a que nadie había querido casarse con ella en el registro civil ficticio que había tenido lugar en el baile de su colegio. Él, amable y dulce con los desconocidos cuando no debía, simplemente le dijo que él estaría encantado.
Nunca creyó que lo tomaría tan literal.
—¡No me jodas Deku! ¡Es una puta menor de edad!
—¡Ya lo sé!—masajeó las sienes de su cabeza y continuó a su pesar—. De algún modo sabe donde vivo, donde trabajo y los lugares que frecuento. No me ha dejado en paz desde entonces, pero no tengo el corazón para decirle que no iba en serio. Por eso necesito tu ayuda.
El planeador de Rose Velvet negó cruelmente y sin tacto.
—Olvídalo, si no se lo dices tú, lo haré yo. Hazte a un lado.
—¡Kacchan! ¡Espera! ¡No!
Aterrado ante las decisiones de Kacchan, Izuku intentó detenerlo sin éxito. Su casamentero se levantó de la mesa y en el mostrador, frente a todos los clientes de "The Rikido's", fue perversamente rudo con la chica.
—Oye tú. Deja en paz al nerd, él no se quiere casar contigo.
A Deku le dio un infarto con esa nula delicadeza que tenía Kacchan para decir las cosas y ya se imaginaba a Himiko llorando por sus palabras. Pero oh sorpresa, la chica simplemente sonrió y entonces sí, comenzó a tener escalofríos.
—Ya veo. ¿Quieres terminar conmigo Zuku-chun? Pues no puedes. ¿Sabes por qué?—cruzó los brazos de forma diplomática y lo soltó con convicción—. Sencillo, estoy embarazada.
Media clientela escupió sus bebidas al escuchar lo que la niña de 15 años acababa de decir, Izuku ensanchó los ojos con pavor y Katsuki se volvió pálido como el papel. ¿Embarazada? ¿Eso quería decir que Deku se la había metido a esa niña? ¿Cómo pudo? En serio... ¿Cómo se atrevió?
—¡Himiko-chan! ¡Eso no es cierto! ¡Jamás hemos tenido relaciones sexuales! ¡Además te conozco desde hace días! ¡No tiene sentido!—el reclamo del pecoso tranquilizó al rubio, pero no lo suficiente.
Ella no parecía dispuesta a rendirse, todo lo contrario, estaba empecinada en casarse con Deku y era capaz de todo con tal de lograrlo. Vaya dolor de culo resultó ser esta infanta.
—Pues es tu palabra contra la mía. Ya veremos a quien le creen—en serio parecía disfrutar la indignación del modelo de rizos—. Así que... ¿Tú dices? ¿Nos casamos o te haces responsable de "mi bebé"?
Por una breve fracción de segundo Bakugou pudo notar una pisca de resentimiento por parte del nerd hacia la mocosa, pero fue tan fugaz como un cometa, así que no le dio importancia. Bakugou acarició su mejilla de forma pensativa. Ahora que tenía todo el panorama podía idear alguna manera de deshacerse de esa escuincla sin provocarla, la creía dispuesta a llevar su mentira a cualquier nivel.
Bien juguemos, esto ya se volvió personal.
—De acuerdo enferma mental. Deku se casará contigo y yo te haré la mejor puta boda que hayas visto en tu vida—declaró Katsuki de forma triunfal y aunque Izuku no se veía muy convencido, asintió.
Confiaba en que lo sacaría de ese problema y no le quedaba de otra más que ceder.
Pero lo que Izuku no sabía aún era que su Kacchan podía llegar a ser bastante radical cuando el momento lo ameritaba. Suelen decirlo popularmente: a situaciones desesperadas, medidas desesperadas.
Y Bakugou era un experto en el tema.
&&&&
Pobre Zuku-chun, chantajeado por una morrilla de 14 años. Él solito se lo buscó. Jaja.
¿Que tendrá Kacchan en mente? Descúbralo la siguiente semana en su programa favorito que actualiza a la media noche....
Ok no, tardé porque encontramos un ratón en mi casa y debíamos cazarlo a como diera lugar. (En realidad no lo cazamos, sólo lo perseguimos mientras corríamos como niñas para evitarlo hasta que saliera de la casa).
En fin, es mi castigo por ensañarme con el InaTodo, yo creo (Se llena de ratas después jaja)
Sin más espero que les haya gustado el capítulo, mil gracias de nuevo por leer y dejar sus bellos comentarios, los leo todos, lo juro!!
Los quiero!!! Besos!!!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top