Capítulo 12.-Embriagados de amor.


Capítulo 12.- Embriagados de amor.

¿Cuáles eran los ingredientes para un buen desastre?

Katsuki empezaba a sospechar que los tenía por completo. No debía malinterpretársele, no le deseaba para nada el mal a Kyoka Jiro y al bastardo nerd, pero si lo ponías en una balanza, hasta le parecía irónico estar en esa clase de situación.

A días de celebrar la boda de ese par que parecía sacado de una serie de comics para adolescentes y no una pareja de prometidos enamorados, sentía que se daría un tiro. Aunque por las razones equivocadas.

Se sabía perfectamente encandilado con el nerd, estaba consciente de que todo de él le encantaba como nunca creyó, superaba los límites y toda barrera. Izuku le traía loco y a veces le abrumaba el no saber cómo lidiar con aquello. Claro, tenía esos pequeños inconvenientes de planearle bodas como desesperado y buscarle novia como si él fuese un experto en relaciones. No lo era, ahí estaba la cuestión y si de verdad tuviese los huevos como tanto presumía en otras situaciones, ya se habría raptado al cabeza de papel maché verdoso hasta hacer que lo amara como él lo hacía.

De acuerdo, eso fue patético.

Hizo una mueca volviendo su atención a los mensajes que Hanta Sero le había enviado. Eran fotografías de notas que llevaban días recibiendo y sabía muy bien por qué razón las tenían. Sakura's Bottom empezaba a decaer y aunque celebraba la desgracia de ese bastardo mitad-mitad, odiaba con todo su ser las trampas y el juego sucio. Él se consideraba perfectamente capaz de destruir a sus enemigos con sus propios dotes, no a base de chantajes o sabotajes de mierda.

Que alguien siquiera insinuara que él necesitaba esa clase de trucos, simplemente le ofendía y demasiado. Lo suficiente para tomar cartas en el asunto, empezando por visitar la cocina de Sero Hanta e interrogar a base de amenazas de muerte y palabras altisonantes a cada uno de los empleados del sitio.

Claro, para poder meterse de lleno a una investigación, necesitaba primero deshacerse del par de sanguijuelas que le seguían a todas partes e insistían en llevarle de un lado a otro. Y sí, se refería a los futuros esposos, el cabezón verde sucio y la bocina andante.

Inicialmente, al verlos llegar a su despacho en aquel día, alegando tener todo un itinerario que cumplir antes de ir a su clase de fotografía con la madre del bicolor parlante, hizo lo habitual en su forma de ser: mandarlos a la mierda.

Cuando aquello no funcionó, recurrió a sus montañas de trabajo y lo ocupado que estaba como para aguantarles. Deku, atento y servicial como era, se ofreció a ayudarle en todo pendiente que estuviese en sus manos, con Jiro secundándolo al estilo de un loro. En menos de un par de horas, toda su documentación había disminuido gracias al arduo empeño que Deku ponía en cada uno de los encargos y la buena comunicación que Kyoka lograba con los demás.

Por lo que sin más excusas, tuvo que ser sincero y contarle a esos imbéciles lo que estaba ocurriendo con el restaurante de Todoroki y los anónimos que habían empezado a llegar a la cocina del chef Hanta. Luciendo por primera vez preocupado y serio ante el asunto, el nerd propuso visitar el restaurante e ir más allá de las dudas que generaba el asunto. Tenía todo su apoyo para dar con el responsable de semejante treta de mal gusto contra su amigo. Jiro, sin darle importancia realmente, pero apoyando a su futuro esposo, aceptó la travesía y los tres fueron directo al restaurante.

Obviamente, ninguno se esperó encontrar ahí a Kirishima con su flamante novia.

Katsuki no era estúpido, a pesar de comportarse como uno al regalar al hombre del que estaba enamorado a otra, él era una persona muy intuitiva y astuta. Se veía regularmente con su amigo, casi todas las noches salían a beber por ahí para eliminar el estrés de una jornada laboral pesada. Pero encontrárselo cada vez que visitaba a Hanta Sero, rondando por ahí como si nada con su noviecita, le hizo dudar demasiado. Una vez era casualidad, dos veces era coincidencia, tres... algo premeditado.

—¿Qué mierda hacen ustedes aquí?—reclamó sin gritar pero en tono acusador.

Le importó un bledo estar en medio del restaurante, con todos los potenciales clientes y usuarios viendo su escándalo. Los empleados lo encontraban normal y aquellos que ya eran fieles al lugar, se habían acostumbrado al griterío que invadía cuando el "jefe" llegaba.

Kirishima, fingiendo tranquilidad absoluta y hasta una cínica indiferencia, untó un poco de aderezo a su pan antes de responderle.

—Comemos Katsubro, a Mina y a mi nos gusta la comida del chef Hanta. ¿Cierto?

Miró a su prometida y ésta, perdida en algún horizonte que no era ese, fue exageradamente sincera... y despistada...

... y suicida...

—Sí, también nos gusta su comida—sonrió coquetamente hacia la cocina, olvidando su papel de tapadera contra Bakugou Katsuki.

El pelirrojo estuvo a punto de asesinar a su mejor amiga con la mirada. Otro poco y era más obvia, esta chica de verdad no le temía a la muerte. Eso o era sumamente indiferente ante el pavor que Katsuki provocaba en los demás.

Afortunadamente para todos, Izuku llegó a salvar el día saludando con una bella sonrisa que le daba el toque a su sudadera negra con puntitos de colores pastel, un holgado pantalón de manta verde y gafas de sol, para agregar más extravagancia al asunto.

—Chicos, les quiero presentar a Jiro-san, nos casaremos este fin de semana.

Eijirou parpadeó un poco confundido con semejante presentación mientras Katsuki se daba un zape ante la "espontaneidad" de su nerd y Mina simplemente tomaba la batuta, como siempre.

—Encantada de conocerte Jiro, eres tan bonita como la anterior novia que le conocí.

Bakugou no contuvo la risa que pugnó por salir de sus labios, Izuku enrojeció ante el comentario y Kirishima volvió de la confusión tratando de aligerar el bochorno del colorido chico.

—Lamento si las palabras de Mina te incomodaron, a veces puede llegar a ser demasiado directa—la miro de mala forma y ella encogió los hombros sin inmutarse.

La chica rockera sin embargo, sólo sonrió un poco avergonzada del cumplido. Acomodando su cabello detrás de su oreja y con un nerviosismo que Bakugou jamás le había visto en ese tiempo de convivencia que llevaba con ella, simplemente agradeció.

—No hay problema, la verdad es que tú eres mucho más bonita.

Mina hizo una pose de diva gozando la alabanza.

—Oh querida, basta, harás que me sonroje.

Guardando en su memoria el extraño momento en que vio a una Jiro Kyoka cortejando a la novia de Kirishima, Bakugou aprovechó que sus molestos seguidores estaban ocupados y se dirigió de inmediato a la cocina de Sero. Por supuesto, su principal sanguijuela peluda verdosa fue la única excepción, pues al momento en que notó la partida del príncipe de las bodas, le siguió de forma sigilosa.

Izuku era todo un acosador y no podía negarlo.

En cuanto Katsuki entró a la cocina, pudo darse cuenta del particular aroma que se empezaba a formar. Era curioso por muchas cuestiones, pero la más importante residía en la gran sonrisa que Denki llevaba en su rostro y la forma en que agregaba ingredientes a lo que parecía ser un simple estofado. Sero Hanta, supervisándolo desde la distancia, notó la llegada de su jefe y agradeció en lo más profundo que Kirishima hubiese estado en las mesas del restaurante.

Desde que ese par de idiotas enamorados se habían confesado, el pelirrojo se la vivía en su cocina, mimando de más a su novio, besándolo en la menor oportunidad y siendo el ejemplo perfecto de que la melosidad no tiene límites. Uno de estos días, Bakugou los va a atrapar y no podremos evitar su muerte.

—Huele bastante bien. ¿Verdad?—susurró Sero a Katsuki con una sonrisa y en voz baja para no desconcentrar a Kaminari.

Sin temor a ser sincero y con un ligero sentimiento de orgullo hacia su primo menor, Bakugou asintió con una mueca muy parecida a una sonrisa satisfecha.

—La verdad es que sí—entrecerró los ojos y Sero supo muy bien a lo que había venido en primer lugar—. ¿Los tienes?

El chef asintió obteniendo de su bolsillo las pequeñas notas. En realidad no eran la gran cosa si se veía desde una perspectiva externa. Los anónimos mencionaban una propuesta muy simple, si estabas interesado en la comida de Inasa Yoarashi y la exclusividad de sus platillos, esa persona podía conseguirlo para ti.

Se le revolvió el estómago al terminar de leer y de no ser por la contagiosa felicidad de Denki, habría lanzado maldiciones y destruido algunos sartenes. Pero los cubiertos de Sero no tenían la culpa de que hubiese un cobarde en el mundo de la cocina y los banquetes, jugando a ser el amo de todo. Su madre lo hubiese matado a golpes, estaba seguro de que con sus influencias, ella habría dado con el responsable, destruyendo su carrera al ser la Reina de las bodas y un ejemplo a seguir.

Él no se quedaría atrás, claro estaba, pero sería menos sutil.

—Me parece una bajeza si me lo preguntas, Bakugou-kun—expresó Sero, recordando la camaradería que había formado con Yoarashi-kun en la última boda de Midoriya, cuando todo terminó en discusión.

—Por supuesto que es asqueroso. Quien está haciendo esto claramente busca perjudicar más allá de un Servicio de Banquetes—ante la duda en la mirada de Sero, Katsuki lo explicó a como él lo veía—. Lo que quiero decir es sencillo, esta persona quiere acabar con el Sakura's Bottom y de paso dañar al bastardo mitad-mitad.

Un jadeo de sorpresa descolocó a ambos y cuando giraron hacia la puerta, pudieron notar al polizón de rizos y pecas que había escuchado toda la conversación. Izuku, al saberse descubierto, se sonrojó como nunca lo había hecho y Bakugou lo jaló del gorro de su sudadera para ajusticiarlo.

—No me mates Kacchan, sólo tenía curiosidad, ahora sé que es más grave de lo que pensaba—la voz del chico era suplicante y Sero, con una risita le tuvo cierta piedad.

Ese chico era inmortal después de todo, pues había sobrevivido a cuatro matrimonios fallidos y a la ira del príncipe de las bodas que se creía inalcanzable. Gracias a él, todas las personas alrededor de Bakugou Katsuki ahora sabían que el hijo de Mitsuki no era tan temible y podía llegar a empatizar con los demás.

—Veo que te gusta ser un hámster cotilla, pero da igual, me agrada que lo sepas, así correrás la voz. Yo me voy a encargar de aplastar a esa basura con mis propias manos, quedará tan destrozado, que nadie querrá trabajar con él nunca más.

Lejos de asustarse con semejante amenaza a la vida y trabajo de otra persona, Izuku sonrió soñadoramente como si las palabras de Katsuki fuesen el discurso más bello que alguien pudiese declamar, incluso se atrevió a aplaudir contagiado de esa determinación que el rubio poseía.

—Impresionante Kacchan, ya decía yo que en el fondo Todoroki-san te agradaba.

Sero cubrió su rostro al escuchar aquello, pensando que ni siquiera Izuku podría llegar a salvarse de la horda de insultos que se le avecinaban por insinuar aquello. Y no se equivocó, en cuando Katsuki comprendió lo que el nerd había querido decir, elevó su puño a la altura de su rostro, a punto de dar el primer golpe.

—¡Pero qué mierda sale de tu boca, alcantarilla mohosa! ¡Ese infeliz no me agrada!

Incluso Kaminari, que estaba en lo suyo, pudo escuchar semejantes gritos e interrumpió su tarea con la comida, buscando un modo de entender por qué su primo estaba ahí, vociferando como normalmente lo hacía en su casa.

—¿Y entonces por qué vas a ayudarlo?—cuestionó sin un gramo de miedo el pecoso y Bakugou perdió la paciencia.

No lo estaba ayudando, no era algo para el infeliz duvalín, si quería atrapar a ese cabrón saboteador de mierda, era simplemente por su orgullo herido. Nadie insinuaba que necesitaba ayuda de esa forma tan vil y se salía con la suya.

—Escucha nerd, es fácil, una vez que acabe con ese miserable, entonces sí destruiré el Servicio de Banquetes del mitad-mitad, pero será por mis propios medios. ¿Está claro?

Izuku asintió un poco asombrado con la magnitud del orgullo que Kacchan tenía de sí mismo y su trabajo. Con una dulce sonrisa y sabiendo que quizá se ganaría un puñetazo o la muerte, cuestión de enfoques, tomó con sus manos el amenazador puño del rubio, entrelazando sus dedos y dando su sentencia final.

—En ese caso... ¿Puedo invitarlo a mi boda?

Kaminari, quien llevaba rato junto a Sero contemplando la pelea de ambos, resopló de forma burlona, apostando con su mentor un par de billetes. Si Katsuki le dejaba vivir, él pagaría, en caso contrario, Sero sería el perdedor. Aceptando el reto, ambos contemplaron con ansias la reacción, pero el casamentero únicamente gruñó en su interior antes de ceder.

Después de todo, sus manos aún estaban juntas y la sensación calmaba toda clase de coraje y odio.

—Haz lo que quieras, el cabrón me da lástima después de todo.

Negando ante su respuesta y con un Denki en el fondo sufriendo por haber perdido su dinero de esa forma, el modelo del Stars Blue, sonrió con ganas.

—Eres maravilloso Kacchan, en serio lo eres. Gracias—le soltó para poder sacar su celular y mandar un mensaje—. Ahora mismo le digo a Todoroki-kun, estoy seguro de que eso lo animará un poco.

Bakugou le dio por su lado bufando, pero capturando en su interior la sensación de la piel del nerd, unida a la suya, pues a pesar de ser breve, Katsuki empezaba a reconsiderar si era capaz de ver a este chico casándose con alguien más.

No, tú eres maravilloso Deku y por la vieja bruja que me parió, realmente estoy enamorado de ti.

Sí, definitivamente, él tenía todos los ingredientes para llevar a cabo un desastre de boda.

****

Tenía a todos sus empleados reunidos en el centro de la cocina, había aprovechado justamente una de las salidas de Inasa para poder hablar con todos de forma directa y enfrentar a la persona que estaba traicionando su confianza. No le gustaba pensar así, en verdad detestaba la idea de que alguno de sus trabajadores fuese el responsable, pero no estaba de más investigar y despejar dudas.

Por esa razón, dio un pequeño receso a todos, considerando que el restaurante estaba casi vacío y no ocuparía muchos minutos de su tiempo. Suspiró de forma pesada en más de una ocasión y trató de pensar en una forma que no fuese tan directa para no sonar acusador con nadie.

En realidad no la había, no tenía la más remota idea de cómo empezar. Estas últimas semanas habían sido terribles en más de un aspecto, su mente torturándose con dudas con respecto a las actividades de Inasa, el mismo siendo cortante cada vez que preguntaba y ahora la baja demanda del Sakura's Bottom. Se había enterado de una buena fuente que alguien estaba divulgando las recetas de los platillos más famosos de Inasa con los otros servicios de Banquetes de la ciudad y por ese motivo, la gente consideraba que Sakura's Bottom ya no era tan llamativo.

Era decepcionante si lo pensaba como un empresario, pero el éxito de su restaurante provenía de la sazón de su amigo y si éste se encontraba en cualquier parte, ya no era necesaria la exclusividad. ¿Cómo se enteró de aquello? Simple, tenía demasiadas relaciones con otros establecimientos y algunos colegas en el mundo del arte le habían dado el pitazo.

Él, en su afán de investigar y descubrir más allá, visitó cada uno de los sitios que ahora cocinaban la comida de Inasa y al comprobar los platillos copiados, aún sin el toque de chef, sintió una terrible decepción en el pecho. Claro, inicialmente quiso creer que Inasa había cedido por voluntad propia esas recetas, pero no tenía modo de comprobarlo directamente sin preguntarle y caer en un pozo sin fondo de evasiones, por lo que recurrió a un sucio truco:

Fuyumi, su hermana mayor.

La chica adoraba el Sakura's Bottom, pero amaba mucho más la comida del chef Yoarashi, por lo que con sus habilidades y la buena relación que llevaba con éste, pudo sacarle toda la información que el chico quiso compartir con ella y llegar a la conclusión de que no había regalado nada a esos restaurantes o empresas de banquetes.

Lo que llevó a la siguiente teoría: había un traidor en su empresa.

—Sé que es repentino, pero los he reunido porque necesito que sean sinceros conmigo—trató de sonreír y así generar confianza—. Me gusta pensar que somos mucho más que un equipo de trabajo, juntos hemos visto nacer este lugar y atravesar adversidades. Yo amo el Sakura's Bottom y confío en cada uno de ustedes, por esta razón me llena de contrariedad lo que voy a preguntar, pero debo hacerlo.

—¿A qué se refiere jefe Todoroki?—cuestionó una de las meseras y los demás le miraron de acuerdo con su duda.

Shoto, un poco nervioso y un poco neutral, lo dijo sin más tapujos.

—Alguien está robando las recetas de Inasa y esparciéndolas con la competencia—el jadeo involuntario de todos le alivió un poco, pues significaba que no estaban al tanto y por lo mismo, nadie de ahí podría ser el responsable. Pero no debía confiarse—. Antes de atreverme a pensar mal, quiero que me digan directamente si alguna vez Inasa o yo les hemos fallado. En caso de ser así, me disculpo enormemente y pido que me aseguren que ninguno de ustedes es el responsable.

Listo, ya lo había soltado, no había modo de retractarse, si alguien tenía queja alguna de su trabajo como jefe era el momento. Incluso hizo una reverencia cerrando los ojos, ya nada podía ser peor, perder al resto de sus trabajadores sería la cereza para adornar el pastel. Su mente misma era un caos. ¿Por qué su restaurante no estaría a la quiebra ahora? Muchas veces se lo habían dicho, Sakura's Bottom era un reflejo de su propia paz, ahora que no la tenía, ahora que su interior albergaba tantos sentimientos confusos, era lógico que éstos se manifestaran en su restaurante.

Sin embargo, lo que Todoroki Shoto ignoraba o no había notado aún, era que todo su personal le profesaba una gran lealtad. Nadie ahí creía que estuviese gestionando mal su labor y era el momento de hacérselo notar. Por tal razón, la misma chica camarera, tomando la palabra como la representante de todos ellos, consideró que alguien debía abrirle los ojos.

—Si me permite jefe, en realidad ninguno tiene quejas con Yoarashi-san o con usted, nosotros adoramos este lugar y jamás lo dañaríamos así.

Las palabras de la chica fueron sumamente convincentes que él no dudó, realmente nadie de su plantilla era el responsable, por lo que sólo le quedaba seguir investigando a los restaurantes. Rascó su cuello con pesadez, por lo laborioso que tendría que ser y dejó que los chicos volvieran a su trabajo.

—De acuerdo, es todo por hoy, gracias por atender este llamado.

Todos obedecieron y justo a tiempo, pues su celular comenzó a vibrar denotando una notificación de mensaje de texto. No tenía ganas de hablar realmente, pero no podía ser tan grosero, por lo que atendió el mismo, descubriendo con cierta sorpresa, que se trataba de Midoriya, su amigo de las eternas bodas.

Y lo más interesante, había toda una propuesta en su mensaje.

"Te invito a mi siguiente boda, no te preocupes por Kacchan, él ya dijo que sí".

Vaya, vaya, pensó sin poderlo creer. ¿Bakugou cediendo a tenerlo bajo el mismo techo en una boda? Debía ser una mala broma o un sueño muy gracioso, así que para estar seguro, se dio unas cuantas bofetadas para adaptarse a la idea de que quizá, por primera vez y con mucha suerte, tenía una oportunidad de enmendar el daño con el hijo de la Reina de las Bodas.

Le agradara o no, era bueno siempre llevar una tregua con un contrincante tan fuerte como Rose Velvet.

Con su primera sonrisa real en semanas, tecleó la respuesta sabiendo perfectamente que esa futura boda terminaría en caos.

"Será un placer asistir".

****

En esta ocasión dio todo de sí para tener una boda creativa para el nerd y su rockera novia. Las decoraciones del salón que la chica escogió por considerarlo "barato" y eficiente, estaban ambientadas en un estilo rock punk que estaba seguro la artista amaría. En el centro del salón, mandó a hacer una pared de madera ambientada con discos de vinilo, focos redondos, un pequeño amplificados, un piano mediano, una guitarra y un signo musical hecho a base de flores.

Las flores elegidas eran violetas, después de hundirse en los múltiples significados de dicha flor y tratar de entender si alguno compaginaba con el nerd y su novia, consideró que el significado de "unión, lealtad, amor y pérdida de la timidez" era el más adecuado. La mencionada pared de madera tendría la función inicial de altar y una vez que dicha ceremonia concluyera, los invitados podían tomarse las fotografías que quisieran para recordar el gran momento.

Los centros de mesa consistían en un compendio de violetas atrapadas en gel y velas color morados, además de candelabros para amenizar y platos en forma de guitarra.

Sí, toda una boda rockera.

Estaba orgulloso de su trabajo y lo bien que podía llegarlo a hacer. Cuando era un niño en ocasiones acompañaba a su madre en los eventos que llegaba a organizar y siempre notaba la sonrisa de satisfacción que la mujer esbozaba cuando veía a los demás disfrutar su trabajo. Él no lo sabía en ese momento, pero la sensación era sumamente placentera, aún si nunca creyó tener el talento para ese tipo de trabajo.

Él soñaba con ser un empresario poderoso y regalarles a sus padres mucho dinero, de ese modo ellos envejecerían juntos sin ningún tipo de preocupación monetaria. Claro, era un crío cuando tenía esa clase de anhelos, nunca vino a su cabeza que Mitsuki se marcharía mucho antes y que su padre buscaría superar el dolor de perderla a través de la distancia. No se lo reprochaba, él en su lugar, habría hecho exactamente lo mismo.

De repente la realidad le cayó de inmediato como un hierro, Deku se casaba esa misma tarde con Jiro Kyoka y aunque en momentos tenía ciertas sospechas con respecto a su comportamiento, algo en su interior le aseguraba que esta chica no le dejaría plantado.

¿Cómo se sentirá cuando Deku de el "sí"? ¿Dolerá? ¿Podré soportarlo o seré indiferente?

Esos pensamientos comenzaron a invadir su mente, si la solución de Masaru Bakugou ante la pérdida de su amada esposa había sido el desaparecer, entonces él tal vez debería hacer lo mismo. Quizá, con mucho empeño y ganas, podría deslindarse del Rose Velvet y regresar a América para desempeñar su verdadera profesión.

No, no puedo visualizarme ya en un mercado de valores. Extrañaría el constante estrés de la organización de un evento, anhelaría las flores y siempre buscaría la estética de todo. Definitivamente ya no podía abandonar el mundo de las bodas, era como una clase de acuerdo, una vez que entrabas, éste te absorbía por completo y jamás podrías salir.

El sonido del clic le regresó a la tierra y con eso supo que Deku ya había llegado. El enfermo fanático de sus decoraciones llevaba su cámara fotográfica profesional, recordando oportunamente todos los consejos y enseñanzas de Rei Todoroki, quien le había hecho feliz al decirle que su talento recién iniciaba.

—He llegado más temprano que de costumbre—declaró el pecoso con una sonrisa y Bakugou negó al asimilar la clase de ropa que llevaba.

Con sus botas rojas arruinando como siempre el morado de su traje, el saco llevaba detalles de animal print junto a su camisa negra con rayas blancas y su cabello bañado en espuma, para darle un toque rebelde. En cuanto su cerebro terminó de procesar el desagradable atuendo, se juró que mataría a Aoyama por permitir semejante delito.

—Eres un enfermo de mierda, pero da igual. Tu ropa está para vomitar.

—Pues... gracias... supongo...—respondió Izuku sin captar el insulto implícito.

Y entonces el silencio los consumió por completo, con un pecoso tomando fotos como un poseso y un Katsuki afinando detalles para que todo estuviese perfectamente. Su compulsividad era tan exagerada que en ocasiones sus empleados se preguntaban si ese hombre era así de perfeccionista en todo. El tiempo pasó de forma inmediata, por lo que el salón se empezó a llenar hasta tener a los invitados de siempre en las bodas de Izuku y unos cuantos nuevos.

Kirishima y su novia asistieron con cierto entusiasmo, pues era la primera vez que iban a una de las famosísimas bodas de Izuku Midoriya. A último momento y en ausencia de una dama de honor para la novia, Jiro le había pedido el favor a Mina, quien aceptó gustosa de apoyar a una nueva amiga.

También Denki estaba ahí, pero no en calidad de invitado, todo lo contrario, era la primera boda en la que el Katsubro le permitía participar, apoyando al chef Hanta en todo lo que requiriera. La desventaja de aquello era que, con tanta montaña de trabajo, iba a ser casi imposible ver a su amado Kiri-san y pasar tiempo a su lado. Pero no tenía otra opción.

Finalmente, ya casi cuando la ceremonia estaba por comenzar, llegó Shoto a la boda, completamente solo, provocando que tanto Camie como hasta el propio Bakugou se sorprendieran ante el hecho. Ese tipo nunca iba solo a ningún sitio, siempre con Inasa Yoarashi como su sombra. El que se hubiese atrevido a asistir a la boda que había planeado Katsuki ya era toda una aventura, pero hacerlo completamente solo, se consideraba una proeza.

Así que con el lugar lleno por completo, con Deku acomodado frente a la pared de madera, un Aizawa Shota esperando para por fin casar a ese chico y Bakugou preparándose mentalmente para lo que se avecinaba, la boda comenzó.

La novia hizo la marcha nupcial, llevando en sus manos un bonito ramo de violetas que combinaban con su vestido morado. De un talle corto, botas negras y cadenas, maquillaje oscuro profundo y un peinado que la hacía lucir hermosa y atrevida, Jiro avanzó hacia el altar temblando de nervios. Suspiró varias veces mientras caminaba y en ningún momento dejó de ver a Izuku, quien la esperaba también con un gesto lleno de ansiedad.

No se amaban, eso era un hecho y ambos lo sabían perfectamente. ¿Hasta donde planeaban llevar la farsa?

Se detuvo en su lugar, la mirada a Izuku se intensificó y éste, mordiendo su labio, supo perfectamente lo que ocurriría sin necesidad de palabras. Jiro lanzó el ramo al suelo y salió corriendo del salón, dejando a todos los espectadores completamente petrificados ante el repentino giro de los acontecimientos. Izuku salió corriendo tras ella, Aizawa resopló aceptando sin pena alguna que otra vez se cancelaba la boda y Katsuki, sin comprender por completo, también corrió detrás del nerd y su ahora exnovia.

Dio un par de vueltas en los pasillos que rodeaban el salón y pudo verlos a la distancia, sentados en los sillones de recepción. Cuando llegó al lugar, Izuku abrazaba a Jiro quien lucía un poco más relajada que antes. En otro momento habría comenzado a gritar ante semejante humillación, pero por el semblante de Kyoka, comprendió que no sería prudente. Suspirando para poder enfrentarse a la nueva excusa, preguntó tratando de no ser grosero.

—¿Y ahora qué sucede?

El nerd le sonrió agradecido de que no se hubiese exaltado y él mismo no comprendía, tal vez porque de todas las novias del nerd, Jiro era la que más le agradaba. Después de todo, había pasado demasiado tiempo con ella también al ser su chaperón junto al helecho viviente.

—Lo lamento Bakugou-kun, arruiné otra de tus bodas—se disculpó ella alejándose un poco de Izuku y el rubio afiló la mirada.

—No me han respondido. ¿Qué te hizo huir?—aclaró su garganta y fue más directo—. Para empezar... ¿Qué te orilló a postularte en una red de citas con chicos si eres lesbiana?

Por primera vez en todo el día, la chica rockera dio una gran risa que trató de menguar con sus manos en su rostro. Izuku no lucía sorprendido, quizá porque la chica se lo acababa de confesar y él... bueno, él había lanzado la suposición al azar, pero gracias a su reacción lo había comprobado.

Tratar a Deku como un colega, coquetear y ponerse nerviosa con otras chicas y no inmutarse para nada ante el tacto de un hombre; eran demasiadas señales que por necio, no había querido ver.

—¿Lo sabías?

—Lo sospechaba—replicó Bakugou a la joven—. No te preocupes, el nerd paga la boda, no te tienes que obligar a nada.

—Así es Jiro-san, Kacchan tiene toda la razón—agregó Izuku tomando sus manos entre las propias para darle confianza—. No pasa nada, es más, estamos un poco acostumbrados. Si gustas, puedes quedarte a la fiesta.

Katsuki giró los ojos al entender que otra vez celebrarían la fiesta de una boda que no se había llevado a cabo. Daba igual, a estas alturas del partido, los invitados ya estaban más que habituados a dichas situaciones.

Ella, sabiendo que tenía mucha más comprensión de la que se merecía, asintió de acuerdo.

—Bien, celebremos nuestra NO boda.

Y los tres se dedicaron a volver al salón para dar la buena nueva.

****

La NO boda era todo un éxito, los invitados habían disfrutado los alimentos, los pequeños recuerdos que llevaban escrito un "No" con plumón negro, cortesía de la novia eran repartidos y la música estridente en todo su esplendor propiciaba un divertido ambiente. Deku amaba bailar y Jiro también, por lo que lo había sacado a bailar en más de una ocasión, gastando las botas rojas y con risas por parte de ambos. Era natural que siguieran llevándose tan bien, pues simplemente eran conscientes de que su cariño no moriría por algo tan banal como una boda fallida.

Siempre serían amigos y estarían el uno al otro para apoyarse en todo.

En la pista de baile también estaban Kirishima y Mina, bailando y divirtiéndose a expensas de un rubio celoso que no podía hacer nada desde la cocina. Todo era una travesura por supuesto, pues lo tres compartían un secreto, aún si para Kaminari todavía no era muy claro el por qué escondía su relación con Kirishima del Katsubro. No era como si al saberlo su amado corriera peligro.

¿Verdad?

¿Y en donde estaba el flamante planeador de bodas? Sencillo, Inko Midoriya, quien después de hablar con su hijo para verificar que no se hubiese deprimido, pudo dejarse llevar en la fiesta, por lo que se entregó por completo a la diversión, bebiendo sin parar hasta caer en un ligero estado de ebriedad que Izuku no había notado aún.

Claro, en su "estado" y sintiéndose menos cohibida, retó a Bakugou Katsuki a un duelo de bebidas, mismo que se transformó en una pelea a muerte cuando Shoto se unió al desafío. En menos de tres horas, la madre del novio sonreía un poco sonrojada llenando a cada momento los vasos de ambos planeadores, quienes se negaban a perder.

—Sígale sirviendo querida suegra—vociferó Katsuki sin medir sus palabras completamente ebrio pero sin aceptarlo.

E Inko, encantada con la idea de adoptar al hijo de Mitsuki en su familia, no replicó absolutamente nada ante el apelativo, complaciéndolo con un trago más.

—A mí también deme otro—pidió Todoroki con un gracioso hipo ante tanto alcohol.

Ella obedeció y dio un pequeño sorbo a su propia bebida. Ambos muchachos tomaron el líquido de repente, azotando los vasos en la mesa y gritando a todo pulmón un "otro". El escandalo por supuesto, comenzó a llamar la atención de los demás invitados, empleados de Bakugou y hasta a los mismos novios.

Camie no lo podía creer, el flamante y sumamente quisquilloso Bakugou Katsuki ebrio en una de sus bodas y compartiendo mesa con Todoroki, quien mostraba más emociones de lo normal. Reía con ganas, maldecía y bebían sin control alguno. Me temo que perderás Shoto-kun, se dijo con cierta compasión, el pintor no tenía experiencia con el alcohol y Bakugou sí, era obvio quien aguantaría más, pero no negaba lo divertido que era ver el duelo.

—Eres un maldito bastardo... te voy a aplastar... cabrón "nucita" de dos sabores...—hizo una seña con sus dedos para que le rellenaran el vaso y la madre de Izuku obedeció.

—En tus sueños, pelos de metal oxidado.

—¡Tus putos apodos son una mierda!—se exaltó ante la respuesta de Shoto, quien volvió a pedir un vaso más, aún con el mareo en su cabeza y la sensación de hormigueo en su cuerpo.

—Mira quien habla—replicó bebiendo antes de medio desmayarse en la mesa.

Tal espectáculo había empezado a ser más depresivo que gracioso y tratando de ser las voces de la razón, Izuku dejó de bailar con Jiro para detener a su madre, a Kacchan y a Todoroki de caer en las garras del seductor alcohol. Camie se unió a su pesar no sin antes tomar varias fotos, unos cuantos videos y notas de voz de Katsuki reclamando borracho lo mucho que odiaba al bastardo mitad-mitad.

La dueña del ramo hotelero en todo el país estaba a punto de servir un nuevo trago para ambos chicos cuando Deku llegó arrebatándole la botella. La mujer le miró de forma amenazante y por un momento Izuku tuvo miedo. Su madre enfadada era aterradora, pero no podía retractarse en su resolución, si no los detenía, iban a terminar con una intoxicación etílica o peor, con una resaca digna de los Dioses.

—No más bebidas, se acabó el duelo.

—¿Y quién ganó?—preguntó Camie verdaderamente interesada en el resultado.

Un poco exasperado por aquella duda que no era la prioridad, le pidió a Jiro que acompañara a su madre a su casa para que pudiese descansar y dejar de beber. La chica obedeció llevando a su exsuegra de la mano, pues la mujer estaba demasiado mareada para lo que era capaz de tolerar. De igual manera, delegó a Camie que llevara a Shoto y él mismo se proclamó el cuidador de Bakugou.

La fiesta continuó a pesar de que los anfitriones dejaron el recinto con tres ebrios personajes que se habían excedido en su "alegría". Izuku cargó en su espalda a su planeador de bodas, quien no había parado de hablar, insultando a Todoroki, dándole cumplidos a todas las personas que pasaban a su alrededor y regañando de vez en cuando a su nerd pecoso por volver a ser plantado en su boda.

El modelo simplemente le seguía la corriente mientras avanzaba hasta el estacionamiento donde estaba el auto de Kacchan. Era obvio que en semejante condición no iba a conducir, por que lo no le quedaba de otra que ser el chofer designado. Sabía manejar pero lo odiaba con toda su alma, por dicha razón nunca se había comprado un automóvil y prefería mil veces andar a pie o en bicicleta.

Pero con Kacchan ebrio hasta la muerte, no le quedaban muchas opciones.

Esculcó al rubio en el saco de su traje para obtener las llaves y una vez que lo consiguió, lo metió en el asiento del copiloto, cerró la puerta, dio la vuelta y se adueñó del volante. Comenzó a respirar en repetidas ocasiones para darse valor y justo entonces, Katsuki mandó a la mierda sus intenciones.

—Qué bonitas pecas tienes Deku de mierda.

El aludido se sintió cohibido, poco acostumbrado a tantos cumplidos de ese tipo por parte de Kacchan y con nerviosismo comenzó a juguetear con su cabello entre sus dedos.

—Pues... gracias Kacchan...

Antes de que recuperara el control, el mayor comenzó a cerrar la distancia entre ambos, invadiendo su espacio personal al tomar con sus manos sus mejillas. Las piernas de Deku, a pesar de estar firmemente sentadas y listas para acelerar o frenar, de acuerdo con la situación, temblaron con ganas ante semejante cercanía.

—Siempre he querido tocarlas y jugar con ellas... Dios Deku... todo tú es tan bonito...—con sus dedos empezó a pellizcar de forma dulce sus mejillas y entreabrió los labios.

—Kacchan...

El momento empezaba a ser demasiado íntimo, sus cuerpos cada vez más cerca, con Kacchan casi encima suyo, su rostro frente al propio y sus miradas completamente clavadas la una con la otra. Todo parecía casi trazado por el destino, estaban solos, no había absolutamente nadie en el estacionamiento y cualquier cosa podría suceder.

Deku no tenía idea muy bien de qué era lo que planeaba Kacchan, pero no por ello rompió el contacto, listo para recibir lo que fuera que el rubio quisiera hacer. Por supuesto, para Katsuki, era más que obvio lo que planeaba. Moría de ganas de devorar sus labios hasta robarle la respiración y por la mierda más grande del mundo, lo iba a hacer, nada ni nadie lo detendría de reclamar a su nerd ahora que se estaba ahogando en huevos y valentía.

Por lo que carraspeó un poco, a punto de acabar por completo con la distancia de sus rostros y se preparó para darle ese gran beso.

Y entonces su organismo le traicionó en todos los sentidos. En lugar de tomar a Deku y besarle apasionadamente como anhelaba, su estómago se revolvió en cuestión de segundos y terminó vomitándole encima. Su asquerosa camisa negra con rayas de cebra quedó empapada de sus jugos gástricos mezclados al alcohol y sin poder enmendar el daño, cayó desmayado por completo encima del nerd.

Deku, aún en shock por lo que le acababa de suceder, no pudo ni siquiera moverse o reaccionar. Sí, Kacchan había dicho con anterioridad que su ropa era horrible y estaba para vomitar. Pero nunca se imaginó que fuese tan literal.

Oh pobre Bakugou Katsuki.

****

Cuando tocaron el timbre nunca creyó que encontraría del otro lado de la puerta semejante imagen. Camie cargaba con todas sus fuerzas a un Shoto Todoroki completamente ebrio que se reía de cualquier tontería, hasta de como una mosca volaba. Sabía muy bien que había asistido a la quinta boda de Midoriya y aunque estaba bastante convencido de que terminaría mal, de igual manera habría una fiesta, por lo que esperaba que Shoto comiera un poco del banquete y después volviera.

No era como si lo estuviese checando, simplemente eran suposiciones, pero de ahí a verlo borracho era toda una sorpresa. En todos los años que llevaba conociéndolo sólo lo había visto beber una vez, cuando fue la fiesta de graduación de la universidad. Hubo barra libre y el hijo del matrimonio Todoroki, movido por la curiosidad, probó vodka, ron y tequila casi al mismo tiempo.

Después de terminar en el hospital con una congestión alcohólica que por poco le cuesta la vida, Shoto le prometió que nunca más volvería a beber de esa forma descontrolada. Y él, enamorado y aferrado a protegerlo de todo, le aseguró que no le permitiría romper dicha promesa.

Pues bien, había fallado, descomunalmente.

—¿Pero qué diablos? ¡Camie! ¡Sabes muy bien que el alcohol no le va!—regañó el joven chef a su amiga, pues ella también había estado en esa fiesta de graduación y conocía los antecedentes.

Tratando de defenderse de la acusación, la rubia soltó a Todoroki para empujarlo directamente en su dirección mientras alegaba.

—A mí no me mires, él solito empezó, con Bakugou y la señora Midoriya se desafiaron a un duelo de shots—hizo un par de risitas mientras guiñaba un ojo—. Aunque si me lo preguntas, creo que Shoto-kun ganó, me acabo de enterar de muy buena fuente que Bakugou no pudo más y se desmayó justo antes de vomitar la ropa de Izuku-kun. Dime... ¿Qué es más lamentable que vomitarle encima al amor de tu vida? Nada, no hay, no existe.

Al escuchar la declaración de derrota por parte de Bakugou, Shoto medio despertó de su letargo y alejándose por completo de Inasa, levantó su puño en el aire con sumo orgullo. Estaba mareado y a punto del colapso, pero era el indiscutible ganador.

—¡Toma esa Bakugou Katsuki! ¡Soy el mejor bebedor del mundo!

—No te emociones—cortó su inspiración la chica empujándolo ligeramente para que perdiera el equilibrio.

Shoto tambaleó y nuevamente terminó en el regazo de Inasa. El cuadro se le hizo demasiado adorable a la socia del Rose Velvet e hizo un gesto enternecido sin importarle el regaño inminente de Inasa.

—¡Camie! ¡Dios! No lo empujes, me costará la vida bajarle la borrachera, así que espero te quedes y me apoyes.

Ante semejante imposición, ella negó encogiendo los hombros, quizá con un poco de malicia y cierta travesura.

—Ah no, ni siquiera lo pienses, yo ya cumplí con traértelo, te toca a ti curarle la cruda y de paso el corazón—hizo un gesto cómplice y se despidió—. Nos vemos otro día chicos.

El alcoholizado joven se despidió agitando su mano y para Inasa fue exasperante la forma en que le habían traicionado, pero estaba bien, podía cuidar de Shoto perfectamente hasta que se quedara dormido.

Así que con toda la naturalidad del mundo acomodó al más bajo a su lado y le pidió que caminara. Shoto lo intentó, pero cuando quiso dar un paso sin ayuda de nadie, el piso se le movió y por poco cae al suelo. Preocupado, Inasa le sostuvo una vez llegando a la conclusión de que era imposible.

Olvidando los últimos meses de barreras autoimpuestas, sus sentimientos hechos pedazos ante la idea de que jamás le amaría de la misma forma y su patética resolución de abandonarle poco a poco para que tuviese una vida, el pelinegro levantó a su amigo en sus brazos, cargándolo al estilo princesa para llevarlo directo a su habitación. Todoroki se dejó mimar, a pesar de estar completamente en la inconsciencia y no tener control de sus actos, sus emociones eran claras en ese momento, sentía la tristeza, el miedo y la ansiedad de no saber qué le pasaba a Inasa y el por qué de sus constantes rechazos, además de la situación del robo de sus recetas.

Por esa razón, que le tratara de esa forma después de tanto tiempo, fue tan irreal y hermoso, que no pudo negarse a ello, aún si parecía que no tenía orgullo o siquiera algún gramo de enfado hacia él. Era complicado, saberse querido por él, entender que aún eran amigos a pesar de todo lo extraño que les rodeaba, era suficiente para ser feliz por un breve instante.

Inasa lo recostó en su cama, preparó un café sumamente cargado para él y cuando necesitó beber agua para calmar la incontrolable sed que amenazaba con devorarle, se la concedió de forma atenta, como cuando todo era normal en ellos. La sensación de alegría fue difícil de contener por más que lo intentó y mientras su amigo acariciaba sus cabellos para hacerlo dormir, Shoto, con el semblante más somnoliento que nunca, fue sincero.

—¿Por qué no podemos volver a ser así?

Afectado por sus palabras, más parecidas a un lamento que un anhelo, Inasa también reveló la verdad de su corazón.

—Por qué es doloroso.

—No lo entiendo—replicó el más bajo suspirando mientras le vencía el sueño y parpadeaba de vez en cuando—. Explícamelo. ¿Por qué es doloroso para ti? ¿Qué he hecho mal?

Convirtiendo las caricias en su cabello en un atento roce a sus mejillas, Inasa se lamentó haber hecho las cosas mal desde el principio. Sí, no debía seguir guardando un amor tan grande enterrado en la amistad, tampoco era correcto que Shoto dependiera tanto de él y por consiguiente, sí debía empezar a deslindarse.

Pero no de forma tan radical como lo hizo. No confundiéndolo, lastimando su corazón y envolviéndolo en un pozo de culpa que él no merecía. ¿Qué clase de amor insano le profesaba como para dañarle así? Naturalmente no era lo correcto, ahora podía ver con claridad que probablemente nunca mereció ser correspondido por él.

—Tú no haz hecho nada malo, el problema soy yo, no puedo seguir guardando esto que siento, pero tampoco lo puedo dejar salir.

No era un chico de indirectas, no tenía manera de captar lo obvio por más que lo tuviese enfrente, por esa razón, Todoroki optó por demostrarlo con hechos. Tomó una de las manos que le tocaba en el rostro y besó sus dedos para dejarle claro que, lo que sea que fuese a decir, él estaría para escuchar.

—Déjalo salir... dímelo...

E Inasa no lo dijo, sus labios no pronunciaron palabra alguna, pero sí lo dieron a entender. En un movimiento rápido, acunó nuevamente su rostro en sus manos y le besó dulcemente. Shoto, confundido pero no indiferente, correspondió el beso dejando que todo lo que por meses le había devorado las entrañas, desapareciera.

Se besaron por varios minutos, alternando sus respiraciones para no acaba con el momento y lejos de odiar la sensación, asquearse o detenerlo, el pintor quería más y más. No le desagradaba besarlo, no era terrible y no se sentía como algo anormal. Para él, besar a Inasa fue equivalente a todo lo que hacían juntos. Tomarse de las manos, comer a las mismas horas, ir siempre a todos lados el uno con el otro.

Besarse era tan natural como el respirar.

Desafortunadamente el arranque de valor de Inasa no duró mucho y cuando comprendió lo que había hecho, se separó bruscamente de él, rompiendo la magia, rompiendo el ensueño.

Destruyendo la felicidad creada.

—Perdóname, esto fue un error, no debió pasar—concluyó el mayor y salió de forma brusca de la habitación.

Dejando a Shoto más confundido que antes, asustado de lo que ahora conocía y quería de él, deshecho ante las duras palabras de Inasa que acababan de quitarle valor a algo tan sublime como un beso. Queriendo llorar ante lo bello que había sido el momento y lo desastroso que fue su desenlace.

Embriagado de amor... de profunda tristeza...

&&&&

Todo lo malo que le hago a Shoto se me regresará, estoy segura ;)

¿Ustedes quien creen que ganó el duelo de bebidas? ¿Kacchan? ¿Todoroki? Yo digo que Inko-san ;) jajaja

Pobre Kacchan. ¿Y ahora con qué cara verá a su nerd verdoso vomitado? La vida sí que es cruel.

En fin, espero que el cap les haya agradado y nos vemos en el próximo ;D

Besos!!! Los quiero!! <3


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top