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Otro fanfic que escribí hace bastante rato pero que recién me motive a subirlo acá, nunca pensé que mi fanfic más largo ahora sería de ángeles geis pero bueno, los caminos de la vida supongo.
Recuerden seguirme en Ao3 donde subo todo lo que escribo en cuanto lo corrijo.
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Cuando Gabriel abrió los ojos por primera vez supo inmediatamente quién era. "La fuerza de Dios", ese era el origen de su nombre. Levantó la visita y vió a su creador frente a él y a su lado el ángel de díez alas que respondía al nombre de Metatrón. Por inercia se posicionó para arrodillarse y alabar a su creador como se debía.
—Gabriel, tú serás mi mensajero, el que dará a conocer mi voluntad y mi palabra. Y serás el que desate mi ira sobre aquellos que se atrevan a corromper lo bueno de mi creación.
—Soy su siervo, mi Señor, su palabra es mi ley y juro que le serviré con dignidad por la eternidad.
Con ese juramento Dios lo hizo retirarse. Al salir del palacio Gabriel se encontró con otro ángel, pero que poseía ocho alas. Su mirada era engreída y condescendiente. Así la primera emoción negativa que Gabriel experimentó fue el desagrado.
Lucifer era el nombre de aquél ángel. A pesar de su claro sentido de superioridad le mostró el camino hacia el jardín en el que vivirían los ángeles. Era una vista curiosa. Era un gran prado lleno de árboles que daban todo tipo de frutos, la brisa movía suavemente la hierba verde junto a las hojas de los árboles, ríos atravesaban el paisaje y desembocaban en lagos de agua cristalina. Era sin duda un lugar hermoso, pero estaba muy vacío.
—Será mejor que disfrutes del espacio mientras puedas —comentó Lucifer— pronto Dios hará más de nosotros, distintos tipos de ángeles que serán creados a partir de su luz. Así que aprovecha ahora que estamos solos para hacer tu voluntad.
Gabriel lo miró con una ceja levantada. —Mi voluntad es la voluntad del creador, no tengo ningún deseó de actuar sin sus órdenes directas.
El glorioso ángel rodó los ojos. —Claro que estas carente de voluntad, estas por debajo de Metatrón y de mi después de todo. Pero veamos cuánto te dura eso. Este reino es muy grande para rechazar sus maravillas así.
Con un único impulso de sus alas se elevó por los aires y volvió al palacio del Altísimo. Gabriel por su parte se sentó a la sombra de un árbol y miró la gloriosa vista frente a él. Buscó en su interior algún impulso por desear algo de este mundo, pero no sentía nada, solo deseaba que el creador le diera las órdenes que le dieran sentido a su creación. ¿Eso contaba cómo un deseo propio? No se molestó en pensarlo mucho, Dios era su razón de existir, no necesitaba nada más en su vida que acatar sus órdenes.
Cerró los ojos y dejó que la brisa acariciara su piel desnuda en lo que esperaba a ser convocado por su Señor.
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Lucifer no mintió cuándo dijo que aquella tierra se llenaría de muchos ángeles. Después de su creación la llegada de nuevos ángeles fue más rápida.
Los primeros en unirse a él fueron los ángeles que respondían a los nombres de Rafael y Uriel. Fueron hechos para ser los primeros integrantes del grupo de siete arcángeles que serían creados para servir al cielo y cuidar la creación de Dios. Los siguientes en unirse a su grupo fueron los arcángeles Zadkiel, Chamuel y Jofiel.
Cuando le cuestionaron a Dios cuando llegaría el último integrante les dijo con calma que el séptimo de ellos que actuaría como su líder llegaría mucho después y que hasta entonces tendrían que responder ante Gabriel y acatar sus órdenes sin discutir.
Y así lo hicieron. Los seis trabajaron por darle una cálida bienvenida a los ángeles más jóvenes, sin importar su rango. Aunque fueran querubines, potestades o ángeles menores. Todos eran recibidos por unas cálidas palabras de los seis arcángeles.
O bueno, de casi todos. Gabriel era el que más mantenía las distancias y se presentaba siempre de manera formal, a veces demasiado, tanto que llegaba a ser bastante rígido. Aún así los arcángeles habían encontrado la forma de llevarse bien y solían encontrar tiempo para juntarse a charlar despreocupadamente.
Jofiel daba vueltas descalzo sobre la hierba. Giraba con gran alegría dejando que las telas de su túnica ondearan con sus movimientos. —¡Estas ropas son tan bonitas! Los jóvenes ángeles son tan talentosos para crear prendas tan lindas y cómodas a la vez.
Zadkiel estuvo de acuerdo. —Lo mejor es que siguen dando total libertad a nuestras alas, normal ya que nadie quiere sentir sus alas atrapadas en tela.
—Nadie excepto Lucifer —se burló Uriel—. ¿Vieron como ahora adorna sus alas con cadenas de oro con rubíes? Ese tipo volvió su existencia un completo espectáculo.
Rafael se apresuró a intervenir. —No seas tan grosero con él. Puede ser excéntrico pero no es una razón válida para burlarte de él.
—Vamos Rafael, solo lo defiendes porque es un amigo cercano de ese ángel con el que te ves casi siempre —dijo Jofiel con una sonrisa pícara— ¿Cómo dices que se llamaba? ¿Amoudos?
—Asmodeus. Y el vínculo que tengo con él poco y nada te importa.
Chamuel le dio una palmada en la espalda. —Oh vamos Rafael, somos amigos, ¡es normal que queramos saber sobre el ángel que te pretende!
Zadkiel también se unió a la conversación. —Yo también estoy muy interesado, ¿cómo es él? ¿Te trata con el respeto que mereces?
La cara del arcángel de la curación quedó totalmente roja de la vergüenza. —Claro que me trata con respeto, jamás le seguiría el cortejo a alguien que me trate con desprecio.
—Oh, entonces ya es algo oficial que se están cortejando, quién diría que él más bajo de nosotros sería el más adelantado —el tono de Jofiel fue travieso para molestar un poco a su querido amigo.
—¡No lo digas así, es raro!
—Refael, calmate que si sigues poniéndote rojo vas a reventar.
—Estás tan colorado que parece que te comiste toda la cosecha de los frutos picantes que crecen al norte.
—¡Es que ustedes me provocan! —se quejó molesto— ¿Y por qué tenemos que hablar solo de mi? ¿Por qué no hablamos de la vida amorosa de ustedes?
—Porque no tenemos —respondió Uriel sin titubear.
—Caray, Uriel, si lo dices así sonamos a unos solitarios de primera.
—¿Y no lo somos?
—¿Pues tú eres nuestro amigo o enemigo?
Él se encogió de hombros. —Solo estoy siendo honesto, a menos que alguien aquí tenga un pretendiente secreto.
Casi por inercia los seis pares de ojos se centraron en Gabriel que llevaba todo el rato recostado de lado en la hierba. Tenía los ojos cerrados pero seguía muy despierto y sentía la mirada de todos sobre él.
Abrió con pereza uno de sus ojos y los miró con su ojo avellana. —¿Por qué todos me miran a mi? No creo haberles dado razones para que piensen que me estoy viendo con alguien.
—Precisamente por eso te miramos —explicó Uriel—. Siempre eres tan serio y cerrado, podrías estar cortejando a alguien y nosotros ni enterados.
Gabriel se sentó para mirarlos con atención, dejando que su ropa de lino se moviera suavemente con él. —Puedo asegurarles que no me estoy viendo con ningún ángel. Lo más cercano que estoy a eso es cuando me presento ante Metatrón para recibir las órdenes del Señor.
—¿Y no tienes aunque sea un mínimo interés en algún ángel?
—Para nada. ¿Por qué la insistencia en el tema?
Los arcángeles se movieron incómodamente. Se miraron entre ellos y al final Zadkiel fue el primero en hablar. —Lo que pasa es que creemos que estás algo obsesionado con el trabajo. Quiero decir, todos estamos dedicados a nuestros deberes como ángeles, pero todavía tenemos intereses fuera de nuestras obligaciones.
Uriel sorpresivamente estuvo de acuerdo. —Es cierto, Gabriel, todos tenemos pasatiempos o cosas que hacer además de trabajar. Yo tengo mis estudios sobre el cosmos recién creado, Jofiel tiene sus pinturas, Rafael tiene sus citas con Asmodeus. Pero a ti siempre te vemos trabajar, ir a casa, descansar y repetir, a veces nos preocupa tu falta de intereses.
—Creo que están pensándolo demasiado —Gabriel miró al cielo y calculó la hora aproximada para saber cuándo tendría que prepararse para encontrarse con el creador—. Agradezco su preocupación pero si llevo esa rutina es porque funciona para mi. No veo interés en buscar hacer otras actividades o vincularme con alguien de manera íntima, eso solo sería un obstáculo en la realización de mis deberes.
—Precisamente eso es lo que nos preocupa —dijo Jofiel consternado—. No puedes solo cerrarte a nuevas experiencias o relaciones solo por el trabajo, somos siervos de Dios pero él también nos dio un espíritu con voluntad propia para formar nuestro propio carácter. No puedes hacer que toda tu vida orbite alrededor de una sola acción.
—Como dije, funciona para mí, estoy cómodo con mi vida ahora. Además los tengo a ustedes, ¿eso no es prueba de que puedo relacionarme como cualquier ángel?
—¿Pero hubieras sido nuestro amigo si no fuéramos también compañeros de trabajo? —Lo cuestionó Rafael.
Gabriel se quedó en silencio. La verdad es que no lo había pensado pero si Rafael lo decía así la respuesta era demasiado clara.
Chamuel parecía francamente asustado por el silencio de su amigo. —Por el amor de Dios Gabriel... Tú realmente necesitas empezar a vivir por ti mismo...
—Ya les he dicho que estoy bien, por favor no insistan más —el arcángel se levantó y abrió sus alas—. Ahora si me permiten, tengo que encontrarme con el Altísimo dentro de poco, ya hablaremos luego.
Alzó el vuelo y subió encima de las nubes hasta perderse entre ellas. Los otros arcángeles sólo pudieron mirar en silencio.
Jofiel solo pudo decir consternado. —Si para cuando Dios cree al último ángel no se consigue una pareja le organizaremos una cita con Metatrón.
Todos estuvieron de acuerdo con el plan.
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—Oigan, ¿si vieron el castillo que están levantando en el centro del valle?
—Es imposible no hacerlo, hay tantos ángeles revoloteando alrededor llevando materiales de construcción que es imposible pasar sin oír todo el ruido. ¿Pero por qué lo mencionas? ¿Tienes información al respecto?
Rafael sonrió muy confiado. —Bueno, he oído rumores. Dicen que será el hogar del último ángel creado por Dios.
Uriel lo miró con una ceja levantada —¿Todo un palacio para un solo ángel? Eso suena un poco exagerado si soy honesto, quiero decir, Lucifer fue el segundo ángel creado por Dios y es el único que posee ocho alas, siendo el único de su propia categoría así como Metatrón. Y ni así el tiene un palacio, su hogar es parecida a la de todos nosotros.
—Pues según dicen los rumores el palacio está siendo construido para ese ángel en específico porque tendrá el cargo de príncipe de todos los ángeles.
Jofiel se metió en la conversación con sus ojos brillando como estrellas. —¡¿Un príncipe dices?! Ooooh, eso suena encantador, seguro será una maravilla de ángel.
—Pero si ese palacio está pensado para el último ángel que Dios piensa crear. ¿Eso significa que ese príncipe sería nuestro líder? —preguntó Chamuel.
Rafael pareció sorprendido por su observación. —Oh, no lo había pensado, pero la verdad es que parece lo más probable.
—¡¿Entonces trabajaremos de cerca con un príncipe?! —Jofiel estaba que no cabía en su emoción— ¡Oh este es el mejor día de todos! Solo piensenlo. Podríamos entrar al palacio cuando esté terminado, comer todos juntos en una mesa llena de delicias, incluso podríamos ser invitados de honor en los eventos que este realice ¡Oh sería un sueño hecho realidad!
Uriel estaba muy confundido al oírlo hablar. —¿Y a ti que mosca te picó? ¿De dónde sacas esas ideas? Además no sería el primer ángel nombrado príncipe en el cielo. Después de todo están Serafiel, Kerubiel y Barachiel.
—Lo sé, pero será el primero en vivir en un palacio propio. ¿Acaso no te has tomado el tiempo de ir a la biblioteca que maneja Stolas? Ahí hay muchos libros que hablan de los dioses que viven en reinos a parte del nuestro. Y muchos hablan de gobernantes que también viven en enormes palacios y organizan grandes eventos a los que invitan a dioses menores o espíritus de sus panteones.
—Tu lo has dicho, eso es en otros reinos. Te recuerdo que aquí nos regimos por la modestia y la rectitud. Eventos como los que tu dices siempre se salen mucho de las enseñanzas de Yavé.
Sus palabras parecieron golpear fuerte a Jofiel, que bajó la mirada avergonzado. —Bueno, pero soñar no cuesta nada ¿sabes?
Zadkiel se rio por lo bajo y fue a acariciar la cabeza del ángel. —Ya, ya, Jofiel, es normal que te hayas emocionado un poco, la idea de un príncipe entre nosotros sin duda estimula la imaginación. Además, todavía él podría invitarnos solo a nosotros y pasaríamos un gran momento como los que dicen tus libros.
Jofiel lo miró con ojos esperanzados. —¿De verdad lo crees?
—Totalmente querido.
—Cielos Zadkiel. Tu realmente tienes un don para tranquilizar hasta al espíritu más inquieto. Eres la voz del corazón de los siete.
—Bueno alguien tiene que serlo. Este grupo necesita un poco de tacto para contrarrestar la actitud rígida de Gabriel.
—Yo no soy rígido, soy un espíritu sensible como cualquiera de ustedes.
—Gabriel, seamos honestos, hasta Uriel es más sentimental y blando que tú.
—Y eso es preocupante.
Uriel frunció el seño —¿Ahora ustedes que tienen contra mi?
—Solo es un ejemplo, no te lo tomes personal, Uriel —dijo Rafael con calma—. Por cierto Gabriel, el Señor no te ha dicho nada referente a esos rumores.
—No realmente. Pero si me dijo que cuando el palacio estuviera listo nos convocaría a los seis para completar el grupo.
—¡¿Qué?!
Los seis arcángeles se fueron sobre él rodeándolo con molestía.
—¡¿Y no nos avisaste?!
—¡Ese tipo de cosas se tienen que decir!
—¡¿Qué clase de mensajero eres para no decirnos algo tan importante?!
Gabriel los apartó ya exasperado. —No les dije porque todavía faltaba bastante para eso. De nada iba a servir tenerlos ansiosos porque terminen el palacio.
—Aun así debiste de decir algo. ¡No tenemos nada preparado para su llegada!
—¿Acaso importa? Cuando cualquiera de nosotros llegó tampoco hicimos nada para festejarlo.
Rafael negó con la cabeza. —No lo entiendes, esto es algo especial, no solo va a ser nuestro líder, también va a ser el último ángel creado por Dios.
—Y probablemente un príncipe.
—Eso es lo de menos. Si es el primero o el último, igualmente si es un príncipe o el ángel más humilde. Lo único que importa es que el sepa servir correctamente a Dios y sea un líder digno al cual pueda seguir con orgullo y seguridad.
—Y luego dices que no eres rígido —se burló Chamuel—. Gabriel, relájate por una vez. Vamos a hacer esto porque queremos recibirlo con amabilidad, no estás obligado a participar si no quieres, pero tampoco deberías descartar la idea tan rápido.
Gabriel miró a sus compañeros, todos parecían ir en serio con la idea. Hasta la llegada del séptimo arcángel él debía de ser el líder y sería una tremenda falta a su cargo que decidiera desligarse así de ellos, sin mencionar que podría dar a entender de manera equivocada que no estaba contento con la llegada del verdadero líder del grupo.
No tenía muchas opciones en realidad.
—Muy bien, cuenten conmigo. Pero todavía mantengámoslo como algo más bien privado, por favor.
Zadkiel pasó su brazo sobre su hombro y lo miró con una sonrisa. —Claro que será algo íntimo, pero primero deberíamos de pensar que podríamos preparar para su llegada.
—¿Cómo creen que sea? Tal vez si pensamos como podría ser sea más fácil planear algo para él —comentó Chamuel—. Yo digo que será un ángel mucho más alto que cualquiera de nosotros, incluso más que Zadkiel.
Rafael lo pensó un poco y luego exclamó con seguridad. —Yo creo que será un ángel impresionante con varias alas, como Metatrón o Lucifer. Tal vez también tenga diez alas para demostrar su superioridad de rango o hasta más.
—Yo creo que será más bien refinado —hablo Jofiel—. Si de verdad es un príncipe entonces será cortés y elegante al hablar, incluso puede que sea algo coqueto sin querer por ser tan caballeroso.
Uriel rodó los ojos al oírlo —Tú lo que quieres es vivir la fantasía sacada de un cuento. Yo creo que sí es líder de todos nosotros, que somos los guardianes del cielo, entonces será todo un guerrero, puede que incluso tenga músculos más marcados a diferencia de la mayoría de nosotros.
Zadkiel juntó ambas manos y su mirada se iluminó. —Yo digo que será un ángel muy vivaz. Será alguien con iniciativa para hacer las cosas y que no dudará en guiarnos como un gran líder. ¿Y tú qué piensas Gabriel?
Los ojos se centraron en él, queriendo escuchar su opinión sobre el ángel que llegaría a tomar su lugar como líder del grupo de manera oficial. —La verdad no tengo muchas expectativas. Lo más seguro es que sea un ángel recto y leal a la palabra del Señor.
—Eso es obvio, Gabriel. Todos los ángeles somos creados siendo de buenas cualidades, por eso estamos buscando rasgos que lo distingan de los demás.
Algo que lo haga diferente. Gabriel no había profundizado en eso. ¿Cuán diferente podría ser el último ángel de Dios? Físicamente, era fácil pensarlo, en la forma que el creador les dio con un ligero parecido a su imagen, era fácil que los ángeles se diferenciarán entre sí. Pero ¿qué hay del interior? ¿No son todos los ángeles buenos y fieles por naturaleza? Siendo así, ¿cuán distinto podría ser el príncipe de todos ellos?
—... Será el ángel con el espíritu más noble entre todos nosotros. Sin importar si de verdad será un príncipe o no, él no mirará a nadie por encima del hombro y le servirá a cualquier ángel que busque su ayuda con gran humildad. O bueno, así lo veo yo...
Los arcángeles se quedaron escuchándolo atentamente. Sus palabras sonaban honestas e incluso sentimentales. No pudieron evitar sonreír por eso mismo.
Zadkiel se acercó a pellizcar sus mejillas con una expresión de alegría. —Owww, realmente puedes ser un encanto cuando te lo propones.
Rafael también se unió para molestarlo un poco. —Eso fue muy lindo de tu parte Gabriel, seguro que el dichoso príncipe se pondrá feliz cuando sepa lo bien que pensabas de él incluso antes de llegar.
—¡Nada de eso! ¡Esto se quedará solo entre nosotros!
Gabriel se recordó a sí mismo que por este tipo de cosas no se ponía muy cursi con sus palabras. Porque los otros arcángeles lo molestarían con eso por siempre.
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Pasó el tiempo y la construcción del palacio finalmente fue completada. Los arcángeles se apresuraron a terminar los preparativos para recibir al séptimo integrante, dejaron la comida y los regalos en la mesa, todo debía de ser perfecto.
Gabriel llamó su atención y les avisó que Yavé quería verlos. Con gran impaciencia se dirigieron al palacio del Altísimo y se arrodillaron al quedar a su presencia.
—Mis arcángeles. Se que la espera ha sido demasiado larga y han anhelado este momento desde el día de su creación. Pero hoy por fin su grupo estará completo. ¿Están dispuestos a aceptar a mi última creación como su líder?
—Usted es nuestro Señor. Si usted ha decidido que él sea quien nos lidere nosotros lo aceptaremos con júbilo.
La mirada de Dios se fijó entonces en su mensajero. —Gabriel, has hecho honor a tu cargo como líder temporal hasta este momento. ¿Aceptas ceder ahora el cargo?
Él asintió con la cabeza. —Si, mi Señor, confío plenamente en el líder que usted nos ha asignado y me sentiré honrado de trabajar a su cargo.
—Entonces muestren sus respetos a su comandante, Miguel, su príncipe.
Las puertas del salón del trono se abrieron y los querubines entraron. Las alabanzas que siempre cantaban a Dios ahora estaban dirigidas al ángel que escoltaban.
"Santo, santo. Santo eres tú, el más alto de los príncipes."
Los ojos severos de Gabriel se encendieron al ver al ángel al que reverenciaban los querubines. Su cabello rizado, del color del fuego, caía hasta su cintura, enmarcando su rostro de finas facciones. Sus ojos verdes, como hermosas esmeraldas, transmitían una infinita misericordia. Su piel, suave a la vista, se veía adornada por pecas que sólo sumaban a su impecable belleza. Su semblante era apacible y transmitía una infinita paz.
Gabriel casi sintió que el aliento se le escapaba ante la impresión que aquel ángel le causó. Al tenerlo frente a frente, se dio cuenta de que era mucho más bajo que él, pero su presencia, serena y libre de hostilidad, era poderosa e imponente.
Se arrodilló por pura inercia y los otros cinco arcángeles siguieron su ejemplo.
—Principe Miguel, yo, el arcángel Gabriel, juro servir a sus órdenes y luchar a su lado en el nombre de Dios y los arcángeles que antes acataban mis órdenes también le servirán fielmente.
—Ese es nuestro juramento —exclamaron al unísono las cinco voces tras él.
Gabriel mantuvo la cabeza baja, esperando una orden de aquel ángel. Pero grande fue su sorpresa al ver que le extendió su mano. —Por favor, levántate, no es necesario que ninguno de ustedes se incline ante mi. Quiero que trabajemos como iguales, no como jefe y subordinados.
Gabriel enmudeció al oírlo. No había esperado una respuesta así.
Aceptó su mano y se puso de pie, quedando veinte centímetros por encima de él. —Confío plenamente en que seremos un buen equipo, Gabriel.
Miguel pasó a su lado y se acercó a saludar a los otros arcángeles que lo acompañaban, le habló con calma y cierta cercanía pues parecía que ya los conocía de antemano. Su presencia apacible parecía hacer que sus compañeros se abrieran con él más fácilmente, incluso Uriel se veía más relajado al hablar con él.
Definitivamente él había sido creado para ser un líder nato.
Los siete mostraron sus respetos y alabanzas a Dios antes de retirarse para dirigirse al palacio en el que viviría Miguel y donde lo esperaba su sorpresa.
Miguel miró con curiosidad el comedor repleto de obsequios que iban desde ropa hasta armas y con rica comida ya servida en la mesa. —¿Es esta una costumbre suya para la llegada de un nuevo ángel?
—En realidad no —respondió Rafael con honestidad— pero hemos esperado tanto tiempo tu llegada que quisimos hacer algo especial para.
—Siéntate con nosotros en la mesa, seguro que no has probado alimento alguno desde tu creación. Ya verás lo rico que está la comida que te preparamos y al terminar abriremos los obsequios.
Todos tomaron su lugar en la mesa y levantaron una oración antes de dar el primer bocado. Todos parecían ansiosos por la reacción de Miguel pero grande fue su alivio cuando lo vieron llevarse rápidamente otra porción de comida a la boca luego del primer bocado.
Los arcángeles conversaron de manera amena, estos compartían anécdotas suyas y le hablaban de los otros ángeles que podía conocer.
Hablaron maravillas de algunos, como Raguel, Raziel, Sandalophon o incluso Azrael. Aunque también le advirtieron de otros como Samael y Lucifer, pero dejaron claro que el primero a pesar de su forma de ser no era realmente un enemigo, simplemente era así como Dios lo había creado para servir a sus planes, mientras que Lucifer ciertamente era un cretino por elección.
Gabriel por su parte se mantuvo al margen de la conversación y solo se unía si le preguntaban algo directamente. No porque no quisiera hablar con ellos sino porque sentía que si intentaba hablar con el príncipe no podría coordinar bien sus palabras, era la primera vez que otro ángel tenía este efecto en él por tener una presencia tan poderosa, ni siquiera cuando conoció a Lucifer se había sentido de esta manera.
Cuando los ángeles designados a servir a Miguel retiraron los platos y la luz del exterior comenzó a atenuarse para dar paso a la noche los arcángeles se levantaron y se despidieron cortésmente antes de retirarse para volver a sus hogares. Dejando a Gabriel como el último que quedaba, lo que lo ponía algo incómodo sin saber bien por qué.
—No me gustaría abusar de tu hospitalidad, así que ya va siendo hora de que también me retire.
—No es ningún abuso, en realidad me gustaría que te quedaras un poco más, si quieres claro.
—¿Ah? Bueno, supongo que podría quedarme una hora o dos más.
—Te lo agradezco de verdad, por favor, siéntate más cerca —le hizo una seña para que tomara lugar en el asiento a su derecha.
Él obedeció y se puso a su lado. Volvió a mirar esos ojos verdes y tuvo que desviar la mirada porque sentía que algo dentro de él se estremecía.
Miguel soltó un suspiro. —Gabriel, ¿hice algo para molestarte?
Esa pregunta lo tomó desprevenido. —Para nada, no has sido nada más que amable conmigo, ¿cómo podría estar molesto contigo?
—Esa fue la impresión que me diste. Pues no te uniste realmente a la conversación con los demás arcángeles e incluso ahora evitaste mirarme.
Fue recién en ese momento que Gabriel cayó en cuenta de lo grosero que debió de haberse visto. Agachó la cabeza avergonzado de sí mismo. —Lo siento, esa nunca fue mi intención. Mi comportamiento no se debe a que esté molesto contigo o algo parecido, sino a razones... más absurdas.
—¿Podrías compartirme esas razones? Si son algo que pueda cambiar para mejorar nuestras interacciones lo haré con gusto.
—Ni creo que sea algo que puedas cambiar —lo miró de reojo y pudo sentir el calor subiendo a sus mejillas— es solo que me siento cohibido cuando estoy cerca de ti.
Miguel pareció sorprendido por su respuesta. —¿Por qué te sentirías así?
—Es bastante vergonzoso de admitir. Pero es porque tienes una presencia majestuosa.
—¿Es por eso? Admito que me siento halagado, eso significa mucho viniendo de un ángel tan admirable como tú.
—Solo soy un mensajero, mi cargo no es tan impresionante como el tuyo.
—Te subestimas mucho, Gabriel. Si Dios te tiene como su mensajero es porque eres de gran confianza, sin mencionar que todos estos años te has hecho cargo de guiar a los ángeles y ejercido como su líder —Miguel puso su mano sobre la mano de Gabriel—. Es por eso que estoy honrado de trabajar a tu lado, pero sobre todo, quiero conocerte y aprender de ti.
La calidez de las manos de Miguel esponjaron las plumas de Gabriel. Luchó contra su propia vergüenza y miró al ángel pelirrojo directamente.
—Si esos son tus deseos entonces yo los cumpliré. Puede que yo no sea un príncipe, pero puedo compartirte lo que he aprendido de los distintos rangos de ángeles para que puedas llevar tus labores con mayor facilidad.
—Eso sería de gran ayuda, pero primero me gustaría saber más de ti como ángel. ¿Te gustaría que abramos otra botella mientras charlamos?
—Para nada, una copa más suena bastante tentadora.
Las horas pasaron y los dos ángeles mantuvieron una larga conversación. La tensión y pena que Gabriel antes sentía fue desapareciendo de a poco y fue reemplazada por una sensación de comodidad al poder hablar tan fácilmente con Miguel. Incluso empezó a compartir con él sus propias anécdotas sin importar que algunas fueran algo vergonzosas, pues eso solo llevaba a unas risitas de parte del ángel lo que era encantador.
Tan centrados estaban en su conversación que no habían notado que el cielo superior ya habían cubierto con el manto nocturno.
—Oh, vaya. Mira qué tarde es, me hubiera gustado quedarme más tiempo, pero ya es hora de que regrese, pero tengo varios deberes pendientes en mi hogar.
Miguel pareció casi decepcionado al oír que ya debía marcharse. —Lo entiendo, al menos déjame acompañarte a la salida.
Gabriel aceptó el gesto de cortesía y todavía hablaron un poco más antes de que Miguel le abriera la puerta.
—Fue muy agradable conversar contigo, Miguel, ojalá el día hubiera durado más.
—Yo también lo disfruté. Pero si otro día te apetece charlar puedes venir cuando gustes, las puertas de mi hogar siempre estarán abierta para ti.
—Lo mismo digo, si pasas por mi hogar yo con gusto te recibiré.
Los dos se despidieron y Gabriel extendió sus alas para alzar el vuelo. Se sentía mucho más ligero ahora luego de hablar con Miguel y los nervios que antes sentía habían desaparecido. Ahora se sentía confiado en que podría tener una buena amistad con ese ángel tan encantador.
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Al día siguiente Metatrón mandó a llamar a todos los ángeles por debajo de la primera jerarquía y los juntó enfrente del palacio de Miguel. Todos parecían impacientes volando por encima del suelo para tener la mejor vista.
—¿Me puedes repetir porque no se nos avisó de esto? —dijo Gabriel a Rafael mientras se asomaba por una de las ventanas para ver a todos los ángeles reunidos.
—Porque aparentemente Metatrón pensaba que era demasiado obvio que se iba a hacer una presentación formal de Miguel como para decirlo.
—Oh, claro que sí, eso es tan típico de él.
Gabriel ahora se sentía profundamente preocupado pues recordaba la cantidad de vino que había tomado con Miguel anoche y le preocupaba que al ser su primer día de vida este lo hubiera dejado mareado esta mañana.
Chamuel se acercó a él y le dio una palmada en la espalda. —Vamos Gabriel no te pongas tan tenso, todo saldrá bien. Zadkiel, Jofiel y Uriel se están encargando de dejarlo impecable para su presentación y no hay duda que Miguel es un líder excepcional. Seguro que sabrá manejar esto.
—No dudo de su capacidad, solo siento que hubiera sido más cómodo para él que nos hubieran avisado con tiempo.
—Vaya, tan callado que estabas ayer a su alrededor y ahora te preocupas por su comodidad. ¿Acaso nos perdimos de algo?
La sonrisa pícara de Chamuel lo extraño. Dejó de mirar a la ventana y se giró para verlo directamente a los ojos. —¿Y ahora qué pasa con esa reacción? ¿Tienes algo que decirme?
—No realmente, ¿tú tienes algo que decirme?
Gabriel estaba a punto de discutirle pero los pasos apresurados lo hicieron voltear.
—¡Ya está listo! —exclamó Jofiel que venía acompañado de Zadkiel y Uriel— ¡Todos tomen sus posiciones, recuerden que tenemos que estar tres de cada lado detrás de Miguel.
Los arcángeles se movieron al instante. Gabriel se colocó a la derecha, detrás de él iban Uriel y Zadkiel. Del lado izquierdo iban Rafael, Jofiel y Chamuel en ese orden.
Se escucharon pasos acercándose y Miguel apareció seguido de unos ángeles que se apresuraron a colocarse en las puertas del palacio. Pero Gabriel ni siquiera notó cuando pasaron a su lado. Toda su atención estaba en Miguel.
Miguel lucía una armadura de un hermoso azul celeste, adornada con detalles dorados que resaltan su bella figura. Sobre sus hombros caía una capa carmesí cortada de manera adecuada para que sus alas pudieran desplegarse. Un faldellín blanco de suave tela iba por encima de sus rodillas, moviéndose suavemente con cada paso que daba. Completaba su atuendo con unas sandalias adornadas con gemas preciosas, que brillaban levemente bajo sus pies.
Gabriel no fue el único que se quedó sin palabras, pudo ver que Rafael y Chamuel también habían quedado maravillados por su apariencia. Pero un pellizco de parte de sus otros compañeros los regresó a la realidad.
—Comportense —murmuró Zadkiel— la ceremonia ya va a comenzar.
Miguel se colocó al frente de los seis arcángeles, parándose con firmeza y dignidad. Aunque Gabriel solo podía ver su espalda cubierta por su cabellera pelirroja todavía se sentía fascinado por él. Quería halagar su apariencia pero pensó que este no sería el momento adecuado. Ya le haría cumplidos después.
Se abrieron las puertas y los ángeles que esperaban afuera se arrodillaron ante él. Miles y miles de ángeles le mostraban su respeto y sus alabanzas susurradas al unísono hizo que se escucharan como una sola voz.
Metatrón alzó la mano y todo quedó en silencio al instante. —Miguel. Eres el más joven de los ángeles, pero también el que con más cuidado fue creado. Yavé te dio un espíritu noble, fuerte, pero sobre todo, misericordioso. Tu fuiste traído a este mundo para servir al cielo y proteger su santidad. Pero yo te pregunto, Miguel. ¿Aceptas con gran devoción esta tarea que se te ha encomendado?
Ahora fue el turno de Miguel de arrodillarse ante Metatrón y todos los ángeles. —Acepto solemnemente la misión que me ha sido encomendada. Mi vida la dedicaré a servir a Dios y cuidar de su creación. Ese es mi juramento eterno.
Unos serafines bajaron de las alturas. La mayoría iban cantando alabanzas con voz celestial mientras cubrían sus caras y pies con cuatro de sus alas. Pero el más glorioso de ellos volaba con sus seis alas dejando al descubierto su cuerpo, era el príncipe de los serafines, que se acercaba en silencio cargando un cofre en sus manos.
Cuando sus pies tocaron el suelo el príncipe hizo una reverencia a Metatrón, antes de presentarle aquél cofre. El escriba de Dios lo abrió y de su interior sacó una sublime corona.
Era una creación hermosa de oro con brillantes gemas incrustadas en ella. Era magnífica, pero todavía se veía que era una creación fina y elegante, como el propio arcángel Miguel.
—Miguel, con Dios de testigo y con su bendición, te nombro a ti el príncipe de todos los ángeles. Todos los ángeles creados después de mi te servirán como tus súbditos. Porque tu nombre. ¿Quién es como Dios? Es tanto una alabanza al Altísimo como una afirmación de tu fuerza, pues tu eres el mejor de todos los ángeles, tu llegaste al mundo para ser un líder, un guía y un guerrero.
Con delicadeza colocó la corona en la cabeza de Miguel, quien la mantenía abajo ante él. —Ahora levántate. Alza la cabeza con orgullo como el noble príncipe de los ángeles y comandante supremo de las fuerzas celestiales.
Miguel así lo hizo. Se puso de pie y todos los ángeles contuvieron la respiración al verlo en toda su gloria. Los cielos se abrieron y una luz celestial lo enfocó directamente, iluminándolo con la luz de Dios. Y todavía, aún con toda esa gloria sobre él, su rostro permanecía impasible, sin mostrar rastro alguno de orgullo o resignación por su destino. Pues él era impermeable a tales emociones, había sido pensado como un verdadero ser incorruptible.
Ante esto las alabanzas de los ángeles volvieron con más fuerza. Y la gran mayoría le juraron lealtad eterna y servirle con gran devoción. Miguel solo los escuchó atentamente y cuando la voces fueron silenciandoce se acercó al príncipe de los serafines.
Miguel hizo una reverencia antes de preguntar. —¿Cuál es tu nombre y por cuál propósito fuiste creado?
Esto pareció desconcertar al serafín. Que miró a Metatrón con una mirada de confusión, pero él solo le hizo un gesto para que le diera una respuesta. —El nombre que el Altísimo me ha dado es Serafiel y mi propósito es ser el líder de todos los serafines.
—Es un honor servir como tú príncipe, Serafiel.
Se dio la vuelta y se acercó a uno de los ángeles que asistieron a la coronación y le hizo la misma pregunta. Y luego hizo lo mismo con otro. Y otro. Y otro más.
Gabriel no pudo contenerse y preguntó directamente. —Miguel, ¿qué estás haciendo?
—Estoy conociendo a los ángeles del cielo, por supuesto. ¿Cómo esperan que sea su príncipe si ni siquiera conozco sus rostros o sus nombres? Ellos se han reunido aquí para mostrar su apoyo y lealtad. Conocerlos y saber el propósito al que sirven es lo mínimo que puedo hacer por ellos para mostrar mis respetos.
Los arcángeles quedaron mudos antes su respuesta pues no esperaban esta acción de su parte. Metatrón solo se limitó a sonreír levemente.
—Verdaderamente, él tiene el espíritu más amable entre todos los ángeles. Confío en que ustedes cuidarán de él y de que esa pureza nunca se vea contaminada.
Gabriel seguía mirando a Miguel, como se acercaba a cada uno de los ángeles y si alguno mostraba intenciones de querer conversar un poco más con él Miguel este le concedía parte de su tiempo para conocerle mejor. Era simplemente admirable.
Sin pensarlo las palabras salieron de su boca con facilidad. —Te doy mi palabra de que así será. Le protegeré con mi vida de ser necesario.
Se cubrió la boca rápidamente al captar lo que había dicho, pero ya era tarde, sus compañeros ya lo habían escuchado y Chamuel parecía que se estaba conteniendo una carcajada.
Jofiel se acercó a él con una ceja levantada. —Gabriel, ¿de donde vino ese valor para hacer una afirmación tan extrema?
—Bueno, es normal ¿no? Nosotros ahora somos sus súbditos y sus compañeros, nl es de sorprender que esté dispuesto a protegerlo sin dudar
Chamuel corrió al interior del palacio y todos escucharon la carcajada del ángel por como Gabriel intentó defenderse. Eso solo lo puso rojo de la vergüenza.
—¡Chamuel ya callate!
Miguel volteó al oír todo el escándalo que tenían sus compañeros, parecía que todos se habían unido para molestar a Gabriel. Ya les preguntaría qué pasó al terminar de conocer a todos los ángeles.
───── °∘❉∘° ─────
Las aguas termales eran un gusto que los ángeles apreciaban mucho. Aunque sus alas pesaban más cuando se mojaban era un precio que estaban dispuestos a pagar por disfrutar de la sensación cálida y revitalizante de esas aguas.
Ni siquiera los arcángeles estaban exentos de disfrutar de estos lugares.
—Aaaah... Estás aguas son un verdadero regalo de Dios.
Rafael estaba recostado sumergido hasta el cuello en el agua, ni siquiera le importaba si sus alas estaban en una posición incómoda, se sentía más ligero que el aire en ese momento.
Zadkiel sonrió al verlo así. —Presenciar al arcángel de la curación ser curado por las aguas termales es realmente una vista única.
Uriel no se quedaba atrás, incluso él estaba recostado contra la orilla disfrutando del calor de las aguas. Se veía más relajado como nunca antes. —Pero tiene un punto, este lugar es una maravilla.
Todos asintieron de acuerdo antes de soltar un suspiro placentero.
—Oigan ¿no dijeron que Miguel iba a venir? —preguntó Gabriel.
—Seguro no tarda en llegar. Recuerda que ahora tiene más responsabilidades que cualquiera de nosotros. Hoy creo que tenía una reunión con los principados.
—Así es, solo porque ahora actúas como su bestia guardián no significa que vaya a descuidar sus deberes solo para pasar tiempo contigo.
—¿Qué quieres decir con eso de bestia guardiana?
Jofiel no pudo evitar reírse de él. —Vamos amigo, desde que Dios lo presentó como nuestro líder te haz vuelto casi como su sombra. Nunca puedes apartarte de su lado y siempre estás ahí para ayudarle en cualquier inconveniente que se le presente como su mano derecha. Es increíble que él todavía no se sienta agobiado por eso.
—Eso es porque aún no se da cuenta que la energía que Gabriel pone en él es excesiva —murmuró Chamuel totalmente relajado—. Miguel parece ser bastante ignorante de lo intensos que pueden ser otros ángeles a su alrededor. Ni siquiera parece darse cuenta de que Lucifer está a nada de rogar por su atención.
La mención de Lucifer hizo que las alas de Gabriel se erizaran. —Y ojalá se quede así, ese arrogante de quinta no vale las molestias que causa pasar el tiempo con él.
—Oooh, ¿pero qué pasa con esa boquita Gabriel? Si los principados te escucharan te reprenderían —respondió Rafael con tono burlón.
Él solo se encogió de hombros. —No he dicho ningún injurio grave. ¿O acaso tú vas a decir que él no es un dolor de cabeza?
—Claro que no, odio cuando visito a Asmodeus y Lucifer también está en su hogar. Hace las cosas tan incómodas —se quejó rodando los ojos.
—¿Ven? Entonces no he hecho nada en contra de las reglas del cielo.
—Claro, sigue defendiendo tu caso como quieras... ¡Oh! ¡Hola Miguel! —Chamuel extendió su brazo para saludar a su amigo.
Gabriel se enderezó para ver mejor a Miguel acercarse a ellos usando una fina túnica azul. Se notaba que había volado hasta las aguas termales en cuanto salió de la reunión con los principados.
—Siento mucho la demora, la reunión tardó más de lo que se esperaba.
—No te preocupes Miguel, entendemos perfectamente que tú ahora tienes que atender otros asuntos más importantes.
Miguel pareció desanimarse. —Agradezco su comprensión pero me hubiera gustado poder disfrutar más del tiempo solo con ustedes antes de que me dieran oficialmente el título de príncipe.
Zadkiel se levantó para ir y tomar las manos del arcángel. —Por favor Miguel, no te agobies por eso, puede que no hayamos podido pasar tanto tiempo juntos como nos gustaría, pero eso no significa que no podamos disfrutar de momentos como este. Así que no te dejes arrastrar por esos pensamientos y vivamos el aquí y el ahora ¿te parece bien?
Miguel asintió con la cabeza, luciendo sorprendido por lo fácil que Zadkiel podía despejar las malas emociones con sus palabras.
—Excelente. Ahora déjame ayudarte a quitarte tu túnica, no vaya a ser que se te atoré en las alas.
Con cuidado Zadkiel desnudó a Miguel en frente de todos pues no había nada de qué avergonzarse. Todos los ángeles son de piel totalmente lisa sin partes que los diferencien de otros después de todo.
—Venga, ahora métete al agua, ya verás que rica está.
Él obedeció y se sentó en las cálidas aguas dejando que esta le llegará hasta los hombros. Pero todavía mantenía una postura demasiado recta.
Rafael se le acercó por un lado y puso sus manos en sus hombros. —Miguel, de nada sirve estar en las aguas termales si sigues rígido como si estuvieras en los entrenamientos. ¿Te parece si te doy un masaje? Eso seguro te ayudará.
—No es necesario. Todos ustedes son muy amables, pero debería ser yo quien haga cosas por ustedes, no al revés.
—Tonterías, somos un equipo, ¿recuerdas? Nosotros también estamos encantados de hacer cosas por ti —le aseguró Jofiel con una sonrisa—. Pero ya que estamos aquí quiero aprovechar para hacerte unas cuántas preguntas para conocernos mejor.
—Claro. ¿Qué necesitas saber?
Jofiel sonrió de oreja a oreja. —¿Ya tienes un ángel favorito?
—¡Jofiel! —exclamaron todos a la vez exceptuando a Miguel.
—¿Qué? Creí que todos queríamos saber más sobre Miguel.
—Sí, pero al menos pudiste empezar por una pregunta menos íntima.
Miguel parecía un tanto confundido. —¿A qué te refieres con un ángel especial?
—¿Aún no lo sabes? Verás, un ángel especial es una forma de llamar al ángel que vive siempre en tus pensamientos y se roba siempre tu atención. Básicamente, es el ángel al que estás dispuesto a entregarle tu amor incondicional y eterno. Ah, es un sentimiento tan hermoso.
—Cielos Jofiel, ni yo que soy el encargado del amor me emociono tanto como tú al hablar del tema.
—Es que tú solo eres un observador, Chamuel, yo soy un visionario que apoya que los ángeles expresen sus sentimientos por su ángel especial en cuanto tengan la oportunidad —sus ojos se desviaron hacía Rafael, que fingía no notar la indirecta para él.
—No es el tipo de cosas en el que debamos involucrarnos mucho, Jofiel, cada uno debe procesar sus sentimientos a su ritmo, más cuando es algo tan importante como entregar tu amor a otro ser. Recuerda que para espíritus como nosotros una vez que nos abrimos para amar a alguien nunca más podremos enamorarnos otra vez, aún si el primer romance no funcionó.
—Chamuel tiene razón —asintió Zadkiel—. Es un tema muy delicado, literalmente una decisión que altera la vida de los ángeles permanentemente.
Uriel estuvo de acuerdo con sus dos compañeros. —Si, no es el tipo de cosas que deberías preguntarle a Miguel. Además él aún es bastante joven, es muy pronto para que sea atrapado por unos sentimientos tan fuertes.
Miguel los escuchaba atentamente pero mantenía su mirada distante mientras veía su reflejo en el agua. —... Por la descripción de Jofiel puede que en realidad sí tenga un ángel especial.
Su afirmación dejó a todos en silencio. Sus compañeros lo veían como si hubiera revelado todos los secretos de Dios.
—¿Có-cómo dices?
—Creo que si tengo sentimientos románticos por otro ángel —respondió de forma más directa.
Chamuel sonrió al oírlo. —Vaya, no creí que lo admitieras tan pronto. Realmente eres alguien bastante decidido.
—¿Qué quieres decir?
—Lo que pasa es que Chamuel como ángel del amor divino es consciente de los distintos tipos de amor que hay en el interior de cada ser y hacia quienes van dirigidos —le explicó Zadkiel con calma.
Los ojos de Miguel se abrieron con sorpresa. —Entonces... ¿Tu sabes de quién hablo?
—Totalmente, pero no te preocupes, no se lo revelaré a nadie así como tampoco te diré si él te corresponde o no.
—Me parece bien, preferiría que mis sentimientos sigan siendo un secreto.
Jofiel se apresuró a preguntar al respecto. —¿Y qué hay de nosotros? Al menos dinos cómo es no nos dejes con la duda.
El príncipe negó con la cabeza. —No les puedo decir mucho sobre él, pues temo que lo reconocerán enseguida.
—Bueno pero siquiera dinos algo sobre él, aunque sea muy ambiguo.
—... Él es un ángel muy encantador... También es muy dedicado en su deber lo que me resulta admirable. Pero por eso mismo me temo que nuestras charlas casi siempre son bastante superficiales, aunque yo realmente quiero saber más de él, que le gusta, sus pasatiempos y sus aspiraciones —los labios de Miguel se curvaron en una pequeña sonrisa mientras hablaba—. Aunque la verdad con solo pasar una tarde en silencio con él sería suficiente para mí
Los arcángeles parecían enternecidos por sus palabras, menos Gabriel, que estaba perdido en sus pensamientos. Era sorprendente que Miguel ya se hubiera fijado en alguien en tan poco tiempo. Pero había algo que le molestaba, pues él pasaba casi todo el tiempo con Miguel trabajando en conjunto con él como Dios esperaba y aún así no podía pensar en algún ángel con el que Miguel fuera especialmente cercano.
Los únicos nombres en los que podía pensar eran en Yahoel, Kerubiel y Serafiel pues los tres también trabajaban al servicio de Miguel pero no tenía ningún recuerdo de que Miguel se comportara de forma distinta con ellos a como trataba normalmente a los ángeles.
Se dio cuenta entonces que estaba sobrepensando mucho la situación. Estaba actuando como una verdadera bestia guardiana como había dicho Jofiel.
—Eso es encantador, Miguel. ¿Y ha pensado en empezar a cortejarlo? —le preguntó Zadkiel.
Miguel negó nuevamente. —No todavía. Como dije apenas lo conozco superficialmente, pero no puedo negar que realmente estoy muy interesado en él y me gustaría formar un vínculo más estrecho entre ambos.
—Pues si un día necesitas algún consejo puedes venir con nosotros —comentó Rafael con una sonrisa—. Créeme que estaremos encantados de ayudarte.
—Es fácil para ti lanzarte a dar consejos, tu eres el que ya se está viendo con alguien.
—Vamos Uriel, eso no significa que no podamos ayudar.
—Honestamente yo no contaría con Gabriel —Jofiel puso su mano en el hombro de su compañero—. Sin ofender amigo, pero tienes el conocimiento romántico de una piedra.
—Hoy amaneciste con algo en mi contra ¿verdad?
—¿Acaso no has tenido algún interés romántico Gabriel? —preguntó Miguel.
—No. Para mi lo primero es el deber con el Altísimo. Mientras que mantener una relación sentimental es lo último en mi lista de prioridades.
—Oh. Ya veo.
De alguna manera pareció que el ánimo de Miguel decaía, pero los otros arcángeles parecieron no notarlo pues seguían centrando su atención en él y su vida amorosa.
Zadkiel se llevó la mano a la cara con algo de frustración. —Gabriel ya habíamos hablado de eso. No puedes hacer que tu vida gire alrededor de una sola acción.
—¡Exacto, también debes de pensar en tu felicidad! —exclamó Rafael— Además ahora que Miguel está aquí él ya ha tomado muchas de las responsabilidades de las que antes te encargabas, ahora tienes mucho más tiempo para hacer las cosas para ti.
—Todos ustedes están tan obsesionados con mi vida romántica que me preocupan.
—Tu eres el que nos preocupa. Vamos, ¿al menos no has pensado en que ahora puedes usar tu nuevo tiempo libre para conocer otros ángeles?
Gabriel contempló la idea un momento. Era verdad que ahora tenía más tiempo para él mismo aunque en realidad solo lo usaba para asistir a Miguel en el trabajo que ahora era su responsabilidad. Pero realmente no se había dado la oportunidad de conocerlo tan a fondo.
Pensó en la idea de que tal vez si intentara cambiar eso de él y se abriera más a la idea de formar vínculos con otros ángeles tal vez podría incluso encontrar un ángel especial para él al igual que Rafael.
—... Supongo que si pudiera tampoco me cerraría a la idea de conocer más íntimamente a otros ángeles. Ya Dios dirá si eso llega a algo más o no.
Jofiel pareció ser el más contento por su afirmación. —Que alegría ver que al menos ahora no te cierras a la idea de empezar a verte con alguien. Ya verás como antes de que te des cuenta el ángel indicado llegará a tu vida.
—Hmm, si tu lo dices... Pero ahora que estamos hablando de romances, ¿cómo vas con tu flechazo con Yahoel?
Gabriel no pudo contener la sonrisa maliciosa al ver a Jofiel sonrojarse hasta las orejas por la mención al ángel del fuego. Ahora era su turno de vengarse. —¿Q-qué quieres decir?
—Uuuh es verdad, tú le estabas haciendo ojitos a Yahoel. ¿Ya le pediste cortejarlo?
—¡Claro que no! A-aún es demasiado pronto para eso.
—¿Yahoel? Él es uno de los ángeles que trabaja bajo mi dirección. Si quieres puedo preguntarle si estaría interesado en ser tu ángel especial —comentó Miguel con total calma sin darse cuenta de lo atrevido de su sugerencia, lo que provocó una carcajada de Gabriel al ver la expresión de miedo de Jofiel ante la idea.
—¡No lo hagas! Miguel, sé que tienes buenas intenciones, pero por favor no lo hagas. Me moriría de la vergüenza si eso pasara.
—¿No eras tú el que afirmaba que los ángeles debían expresar sus sentimientos en cuanto tuvieran la oportunidad? —preguntó Chamuel uniéndose también al plan de fastidiar a Jofiel.
—¡Esto es muy diferente!
—Oh claro, solo cuando te conviene. Tal vez debería dejar de ser solo un espectador y darle un pequeño empujón a su relación.
—¡Por favor no! ¡Ya dejen el tema!
Los arcángeles se burlaron de su reacción mientras seguían molestando a Jofiel un poco más. La risa era un gran remedio para aliviar el estrés del trabajo.
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Gabriel dio un último trago a su copa de vino mientras disfrutaba de la brisa nocturna en su balcón. Miró el cielo superior sobre su cabeza quedando maravillado como siempre por como la luz del Altísimo que estaba por encima de ellos atenuaba su brillo por la noche y aún así su luz se extendía a todos los rincones del cielo inferior. Él siempre quedaría encantado con la belleza de su hogar que Dios regaló a sus ángeles.
El sonido de un aleteo acercándose lo sacó de sus pensamientos repentinamente. Pudo ver la silueta de otro ángel volando hacia él y cuánto más se acercaba más clara se volvía su imagen. Una túnica sencilla para dormir, largo cabello pelirrojo y unos brillantes ojos verdes.
—¡Miguel! —exclamó antes de hacerse a un lado para dejarlo aterrizar en su balcón— Mi amigo ¿qué haces aquí a estas horas?
—Todavía no estoy lo suficientemente cansado como para necesitar descansar por la noche. Es bueno que no necesitemos dormir cuando tenemos deberes pendientes, pero cuando no es el caso la noche se torna muy aburrida —dijo sonando desganado—. Así que recordé la invitación que me hiciste cuando nos conocimos y decidí darte una visita. Espero no ser demasiado inoportuno.
—Para nada, siempre es un honor contar con tu presencia, ¿quieres que te traiga una frazada? La noche no es muy fría pero ya que solo llevas una túnica para estar en casa podría ser un problema.
Miguel aceptó su oferta y Gabriel sacó de sus cajones una frazada azul que puso sobre los hombros de su compañero. —Te lo agradezco, Gabriel. Me disculpo por llegar sin estar presentable.
—No tienes que disculparte en lo absoluto. Pero si me da curiosidad. Parece que viniste sin realmente haberlo planeado. ¿Sucedió algo que te hizo dejar tu castillo?
Miguel pareció un poco reacio a responder. Gabriel estaba a punto de disculparse por ser tan entretenido pero el ángel pelirrojo se le adelantó. —Es solo que me he sentido demasiado agobiado últimamente.
—¿Qué quieres decir?
—Me siento algo aislado supongo. Mi palacio está lleno de ángeles que están ahí para servirme, pero a veces es demasiado. Hay ocasiones en las que parece que están temerosos de mí. Y no solo ellos, casi todos los ángeles agachan la cabeza cuando me acerco o se tiran al piso en una reverencia temblorosa. Hace que me sienta... fuera de lugar, como si no me vieran como un ángel igual que ellos... ¿Eso tiene sentido?
—Lo tiene para mí. Debe ser cansado lidiar con esos comportamientos siempre. Pero ahora me pregunto, ¿por qué de todos los lugares decidiste venir a mi hogar? No es una queja en lo absoluto, solo tengo curiosidad.
—Porque me haces sentir cómodo.
Gabriel volteó a verlo incrédulo. —¿Cómo dices?
—Tu eres de los pocos que me trata como un verdadero igual. Cuando trabajamos juntos no me temes al expresar tus opiniones y me tratas como tu amigo. Por eso de entre todos los lugares del cielo vine a tu hogar esta noche.
Gabriel estaba seguro de que él ahora su rostro estaba en llamas. Podía sentir el calor subir por su cuerpo a causa de las palabras de Miguel.
—¿Fue demasiado raro lo que dije?
—¡No! Para nada, es solo que me tomó desprevenido. No creí que pensarás tan bien de mi.
—Es difícil no hacerlo, eres realmente un ángel excepcional. Me alegro de contar no solo con tu ayuda, sino también con tu amistad.
Si, estaba seguro de que ahora estaba rojo como un rubí. —Yo... siento lo mismo. Eres alguien realmente importante para mi, y tienes toda mi admiración.
La sonrisa que Miguel le dedicó hizo que algo dentro de él se agitara. Era una sensación única. —¿Quieres que hablemos de algo más? Ha pasado un tiempo desde que ambos pudimos hablar así en privado.
—Así es, ya deseaba hablar contigo de nuevo. La última vez fue precisamente la noche antes de mi coronación.
—Lo recuerdo, la memoria de esa noche aún lo atesoro. No todos tienen el privilegio de pasar toda una noche con un ángel tan maravilloso como tú.
Ahora fue el turno de Miguel de sonrojarse ante sus palabras. —Me halagas demasiado.
—En absoluto, solo estoy diciendo la verdad. Eres él mejor entre todos los ángeles, mi príncipe.
Miguel ahora estaba más colorado que su cabello y tuvo que desviar la mirada. —Si lo dices así parece que me estuvieras cortejando...
Gabriel cayó en cuenta de cómo podrían sonar sus palabras y se puso recto al instante. —¡Ah! Lo siento, no era mi intención decirlo de una manera incómoda. Lamento si se pudo malinterpretar.
—No es necesaria una disculpa, nunca podría tomarme a mal algo dicho por ti.
—Eres demasiado amable, Miguel, Dios realmente te bendijo con un espíritu puro.
—Y a ti con un espíritu fuerte. Por eso hacemos tan buen equipo.
Gabriel estuvo de acuerdo y continuó con su charla toda la noche. Compartieron juntos sus alegrías, tristezas, aspiraciones y hasta secretos. No dejaron de hablar hasta que la leve oscuridad de la noche fue reemplazada por la luz celestial de la mañana y el Señor iluminó desde su lugar toda la tierra como si fuera el sol más brillante.
Miguel lucía preocupado. ,—Oh no, ¿ahora como volaré a mi hogar sin que me vean vistiendo como si fuera a la cama?
—Puedo prestarte algo de mi ropa. Aunque temo que te quedará grande.
—No importa. Es mejor a salir en ropa para dormir.
Gabriel lo hizo pasar a su cuarto y sacó una de sus túnicas y ayudó a Miguel a ponérsela. Fue difícil no reírse un poco al ver como esta le arrastraba. —Ciertamente te ves más presentable pero igualmente es bastante... divertido, verte así —dijo, intentando contener otra risa.
—No te burles de mí, mi plan era irme antes de que llegara la mañana.
—No me burlo, es encantador verte así. Incluso podría mandar a que te pinten en un cuadro vistiendo así —ahora si no pudo contener la risa al pensar en Miguel posando así para un ángel pintor.
El príncipe rodó los ojos al oír sus burlas. —Muy gracioso Gabriel, muy gracioso —se dirigió al balcón para emprender el vuelo pero antes se dio la vuelta para mirar a su amigo— Gabriel, ¿puedes venir un momento por favor?
El arcángel obedeció y antes de que pudiera preguntar que se le ofrecía Miguel se acercó a él para abrazarlo. —Gracias por acompañarme durante la noche... me hizo muy feliz poder contar con tu compañía cuando más lo necesitaba.
No le dio oportunidad a Gabriel de reaccionar antes de extender sus alas y emprender el vuelo. El ángel no supo describir que sentía después de ese intercambio, era como si algo se agitara en su interior. Debería empezar a acostumbrarse a la sensación pues no era la primera vez que le pasaba cuando estaba con Miguel.
───── °∘❉∘° ─────
—¿Estás seguro de esto?
—Totalmente, confío en ti, Gabriel, no tienes que preocuparte.
Gabriel miraba el cabello rojo y rizado levemente humedecido que sostenía en su mano y la daga que tenía en la otra. Tenía miedo de que esto saliera terrible. —Es bueno que deposites tanta fé en mí, ¿pero no crees que sería mejor pedirle esto a un ángel más experimentado?
—Es solo un corte de cabello, no es nada del otro mundo.
—Es fácil decirlo. Pero si lo arruino que conste que tú fuiste el que insistió.
—Claro, claro, yo tomaré toda la responsabilidad.
Con cuidado Gabriel acercó el filo de la daga al cabello pelirrojo. Sostuvo el mango con firmeza y dio el primer corte, dejando su cabello por debajo de los hombros.
Miguel se miró en el espejo desde distintos ángulos para apreciar mejor su cabello. —Hmmm... Se ve bien, pero todavía es demasiado largo. ¿Puedes cortarlo un poco más?
—¡¿Más?! Miguel ya con ese corte que he quitado bastante cabello.
—Si, pero todavía me gustaría que fuera más corto. Tal vez hasta los hombros.
Gabriel parecía casi horrorizado por su sugerencia. —¿Pero tu quieres que te deje calvo?
—No es para tanto. Solo da otro corte y quedará listo.
—Tu seguridad es envidiable...
Volvió a levantar el cabello pelirrojo colocando el filo en él. Contó hasta tres antes de dar el segundo corte y los rizos se agitaron antes de caer a una altura por encima de los hombros de Miguel.
—¡Listo! Y ni se te ocurra decirme que quieres que te lo corte más porque ya no contarás conmigo para eso.
—Claro, claro. Ya acabó tu tortura, Gabriel —le dijo en un tono que denotaba cierto sarcasmo—. Pero quedó bastante bien, ¿qué te parece?
Miguel se volteó para verlo y Gabriel examinó su nuevo corte con atención. El cabello largo era muy bonito y Miguel lucía encantador con él. Pero el cabello corto parecía resaltar la belleza de su rostro. Con sus preciosos ojos verdes y las pecas que salpicaban su piel.
No pudo contener su suave suspiro al admirarlo. —Luces magnífico. O bueno, más de lo que ya eras.
Miguel sonrió. Gabriel adoraba cuando él le sonreía así. —Me halagas mucho, pero tus cumplidos siempre son bien recibidos pues están llenos de sinceridad —miro al piso que ahora estaba lleno de mechones rizados—. Ahora solo queda limpiar todo esto ¿Puedo pedirte tu ayuda una vez más para esto?
—Tu bien sabes que si. No solo eres mi príncipe, también eres mi amigo. Mientras mi espíritu siga ardiendo siempre tendrás alguien con quién contar.
—Lo sé, por eso agradezco tanto tenerte como mi mano derecha. Significas mucho para mí, Gabriel.
Las palabras de Miguel sonaron cargadas de sentimiento. Gabriel no supo decir porque eso hizo que sus mejillas se sonrojaran levemente. A veces el efecto que el príncipe tenía sobre él lo desconcertaba.
───── °∘❉∘° ─────
Gabriel miraba detrás de él mientras volaba. Hace bastante que había perdido de vista el último hogar habitado por un ángel y ahora sólo podía ver vegetación y unos cuantos animales que corrían libremente.
—Uh, Miguel, ¿a donde dices que vamos?.
—A donde sea. El cielo que Dios creó para nosotros es inmenso pero nunca antes lo había explorado más allá de la zona en la que vivimos los ángeles.
—Al menos le dijiste a tus ángeles lo que pretendías. ¿Verdad?
—Les dejé una nota.
—¡Miguel!
—No pasa nada, Gabriel, tu vienes conmigo. No creo que haya algo que atente contra nuestra seguridad en el cielo. Estaremos bien.
El mensajero quiso discutir pero mejor se quedó callado. Sabía que no iba a llegar a ningún lado discutiendo con él, no iba a lograr que Miguel entendiera sus preocupaciones al respecto.
Siguieron volando rozando las nubes hasta que Miguel señaló algo a lo lejos. Cuando Gabriel también miró lo que tenían por delante se sorprendió. Era un vasto océano. Migue fue el primero en apresurar su vuelo para aterrizar en la fina arena de la costa y quedarse admirando el mar.
—Es hermoso. Nunca pensé que hubiera algo así en el cielo...
Gabriel aterrizó detrás de él. —Puede que el Señor lo haya agregado para darle más diversidad y vida a su creación.
Miguel se apresuró hacia el mar pero Gabriel lo tomó del brazo. —¿A dónde vas?
—Quiero saber que se siente meterse al mar.
—Miguel, eso es una pésima idea. No podemos sumergirnos en el mar porque el agua salada es capaz de entrar en nuestras almas y sentiríamos que nos ahogamos.
El príncipe parecía casi decepcionado por eso. —Si Yavé puso un océano en nuestro hogar deberíamos poder tener la dicha de disfrutar de él.
—Recuerda, Miguel. El Señor creó el cielo mucho antes que a cualquiera de nosotros. Y aunque a todos nos bendijo con una fracción de su poder divino todavía nos hizo como espíritus sensibles y no somos inmunes a todos los elementos externos.
Eso pareció aclarar las dudas del ángel, pero su mirada aún reflejaba su decepción. Gabriel no podía dejarlo así, miró el inmenso océano y pensó en que eran lo suficientemente altos para alejarse un poco.
—Sin embargo... todavía podemos estar en la zona menos profunda del mar. Pero de preferencia no por mucho tiempo ¿entendido?—le aclaró rápidamente.
Ni siquiera recibió una respuesta. Miguel lo tomó de la mano y lo jaló hasta el agua. Gabriel se sintió más agitado por la sensación de sus manos juntas que por lo repentino del cambio de ánimo de su amigo.
Miguel los llevó hasta donde el agua les llegaba por encima de las rodillas. Su emoción era evidente por cómo sus alas se agitaban levemente. —El agua es tan agradable, creo que me gusta más que las aguas termales.
—Yo no estoy seguro. La sensación de la arena bajo mis pies es extraña.
—Deberías relajarte más, Gabriel, disfrutar de una nueva experiencia siempre es algo enriquecedor.
—No niego que eso sea verdad. Pero me considero un ángel de rutina.
—Eso ya se sabe... Gabriel, voltea un momento.
Gabriel así lo hizo pero en cuanto miró a Miguel fue golpeado por un chorro de agua que Miguel había lanzado a su cara. —¡Agh! ¡¿Miguel, qué fue eso?!
—Solo una pequeña broma —respondio con un leve tono juguetón antes agitar su ala derecha para salpicarlo otra vez.
Gabriel se cubrió esta vez con su ala para protegerse y cuando el tiro de Miguel falló invocó una corriente de aire para que levantara el agua para salpicar al príncipe.
—¡Ja! ¿Verdad que ya no es tan diver-? —casi se atraganta cuando el agua salada entró a su boca cuando volvió a ser salpicado mientras hablaba. Miguel solo pudo reírse por su expresión mientras escupía el agua— ¡Suficiente! ¡Tú te lo buscaste!
Ambos entraron en una guerrera en el agua. Valiéndose de sus manos, alas y poderes para lanzar agua al otro. Esperando a que uno se rindiera para reclamar la victoria. Llegó un punto en el que Gabriel ni siquiera prestaba atención a la picazón que el agua salada causaba a su espíritu. La diversión que estaba teniendo junto a Miguel parecía hacer que todo lo demás fuera irrelevante.
Jugaron durante bastante tiempo. Persiguiéndose de un lado a otro mientras se atacaban y se defendían, en ese momento no eran arcángeles con grandes responsabilidades sobre sus hombros. Solo unos ángeles que disfrutaban de las alegrías que la perfecta creación del Señor le ofrecía.
—¡Esto se acaba aquí! —exclamó Gabriel con emoción antes de lanzar agua hacia Miguel usando sus dos alas para derribarlo. Y lo consiguió, Miguel se tambaleó hacia atrás pero cuando Gabriel ya podía ver la victoria sintió algo en su muñeca. Miguel había conjurado unas cadenas brillantes que los unieron haciendo que ambos cayeran juntos.
Gabriel se levantó rápidamente tosiendo como loco. Ahora la forma en la que el agua salada calaba hasta su alma era imposible de ignorar. Se apresuró a levantar también a Miguel con el Señor fruncido.
—¡Eso fue demasiado bajo de tu parte! ¡¿En qué estabas pensando?!
Miguel también estaba tosiendo cuando lo sacó del agua pero no tardó en convertirse en una sonora carcajada. —¡Ah! ¡a-ajajajaja! De-debiste ver tu cara ¡n-no tuvo precio! ¡Ajajajajaja!
El ángel se detuvo un momento al oírlo reír, era la primera vez que escuchaba a Miguel reírse así. No había pensado que tendría una risa tan bonita.
Rápidamente sacudió esos pensamientos fuera de su cabeza. Tenía que llevarlo a la orilla. Como pudo él casi arrastró a Miguel todavía riéndose a la arena y lo sentó en la arena para que se recuperará.
—A-ah, eso realmente fue divertido, deberíamos repetirlo en otra ocasión.
—¿Para que me hagas trampa otra vez? No gracias.
Miguel se rió levemente. —Lo siento por eso, simplemente no quería que la diversión terminara así de fácil. Creo que este ha sido el día más divertido que he tenido desde que llegué al mundo —sus ojos parecieron brillar de una manera única mientras miraba al ángel de cabello rubio—. Gracias, Gabriel.
—¿Por qué me agradeces?
—Por estar conmigo. Este día no hubiera sido ni la mitad de bueno de lo que fue hoy si no estuvieras aquí. Realmente tu presencia hace que mis días sean mejores.
La sonrisa que le dedicó a Gabriel junto con sus palabras lo hizo estremecer, pero no de una mala manera. Era como si un rayo atravesara su cuerpo y al pensarlo detenidamente no era muy distinto a como Miguel lo había hecho sentir en el pasado. Él tenía tanto poder sobre él que lo hacía debilitado con solo sus palabras.
En ese momento sintió que Dios mismo aclaró su mente y se dio cuenta de una verdad que casi pareció ignorar a conciencia. Había desarrollado sentimientos por Miguel y el peso de esa realización lo golpeó con la misma intensidad a como si una estrella hubiera sido lanzada a su cara.
—¿Gabriel?
—¡Ah! Lo siento, simplemente me tomaron por sorpresa tus palabras. Pero, siento lo mismo en verdad. No me había dejado llevar así desde... nunca.
—Siempre hay una primera vez para todo. ¿Quieres que regresemos?
—Mmh... Supongo que no pasará nada si nos quedamos un poco más.
Su respuesta pareció contentar a Miguel que se dejó caer en la arena, ignorando la incomodidad que eso pudiera traer a sus alas. Gabriel solo resopló y lo miró con una sonrisa. No tenía ni idea de que haría con sus sentimientos recién descubiertos pero por ahora se limitaría a disfrutar de su tiempo con su príncipe.
───── °∘❉∘° ─────
Miguel caminaba por los pasillos de su palacio. Hoy era uno de sus raros días libres pero para su mala suerte los otros arcángeles sí tuvieron sus agendas ocupadas y no pudieron reunirse.
Estaba decepcionado de no poder encontrarse con sus amigos, pero sobre todo de no poder verse con Gabriel.
Suspiró con añoranza al pensar en él. ¿Qué se supone que debía hacer con estos sentimientos? Al principio pensó que sería solo un enamoramiento que podría pasar desapercibido, pero mientras más pasaba el tiempo más difícil era lidiar con lo que sentía por Gabriel.
Aún si no era correspondido.
El recuerdo de lo que dijo en las aguas termales volvió a él para bajar su ánimo. Se sentía tan humillado cada que lo recordaba y se sentía aún más tonto por todavía conservar ese amor con él junto con la esperanza de poder confesarse.
—Nada bueno saldrá de eso... —pensó en voz alta— solo arruinaría mi amistad más preciada.
El tampoco se ayudaba en lo absoluto desnotivandose así, pero realmente no veía mucha esperanza sobre tener alguna oportunidad con Gabriel. Su pecho dolió ante ese pensamiento. Se sentía perdido y por primera vez se sintió incapaz de acudir a Yavé en busca de consuelo pues no quería importunarlo con sus banales conflictos internos.
Entonces recordó algo. Aún había alguien en el cielo capaz de ayudarle. Mandó a llamar a algunos de sus ángeles para que enviaran una invitación a Chamuel para que se reuniera con él en cuanto tuviera tiempo. Cuando estos salieron volando para encontrarse con él, Miguel se dispuso a prepararlo todo para la conversación amarga que tendría.
Cuando llegó la tarde finalmente Chamuel pudo responder a su invitación, tocó la puerta y fue recibido por los ángeles que lo llevaron a la sala dónde ya se encontraba el príncipe esperándolo.
—Bienvenido, Chamuel, lamento haberte llamado con tan poca anticipación.
El arcángel hizo una reverencia y tomó asiento en uno de los sillones. —No es nada Miguel, solo fue algo inesperado pero igualmente estoy encantado de que me invitaras. Pero por la forma en la que los ángeles me transmitieron tu mensaje parece que se trata de algo más que una simple tarde de amigos.
—Así es. Chamuel, tu eres el único ángel en todo el cielo en quién puede pensar para hablar de algo tan personal. Necesito tu consejo y tu guía para saber que debería de hacer.
—Hablas de tu enamoramiento con Gabriel.
Esa no fue una pregunta, fue una afirmación y él asintió con la cabeza. —Así es... En un inicio no pensé que fuera algo muy relevante. Creí que se trataba de un interés superficial a causa de que era el ángel con quién más convivía. Pero mientras más pasaba el tiempo más me daba cuenta de que no era así. Oh Chamuel, estoy desesperado, se que Gabriel no tiene genuino interés en el amor pero no puedo evitar amarlo, ya no se que hacer para no sentirme asi.
—Me temo que no hay mucho que pueda hacer. El amor romántico es algo muy hermoso como una rosa pero igualmente puede ser doloroso si te pinchas con sus espinas.
—... ¿Y no puedes usar tu poder para que deje de sentir este amor que me roba la paz?
Chamuel lo miró horrorizado ante su pregunta. —¡Me niego! Miguel, no puedes pedir algo así tan a la ligera.
—No lo hago. Lo pido a plena conciencia, pues si guardo para mi estos sentimientos me agobiaran por siempre y si me confieso puede que pierda al ángel que más aprecio en el cielo. No hay forma de que esto termine bien.
Miguel se sentía lamentable. Se supone que él debía ser el ángel más fuerte de Dios y aún así aquí estaba, sintiéndose derrotado por sus propios sentimientos.
Chamuel se levantó y se sentó más cerca de él. —¿Y por eso estás dispuesto a renunciar al regalo que nos dio el creador de poder amar? Miguel, sé que el amor puede ser fuente de angustia. ¿Pero de verdad serías más feliz sin amarlo? ¿Serías más feliz sin disfrutar de su compañía cuando trabajan juntos? ¿O cuando sus miradas se cruzan y sientes que tu espíritu arde con intensidad? Si puedes decirme que sí lo serás mirándome a los ojos entonces cederé a tus demandas.
Miguel levantó la mirada para encontrarse con los ojos violetas de Chamuel. Abrió la boca pero no salió palabra alguna. Solo podía pensar en la alegría que la mera presencia de Gabriel le brindaba.
—No... no lo sería —se inclinó hacia Chamuel que lo sujetó en un abrazo reconfortante—. Ya no se que hacer...
—Puedes empezar teniendo un pensamiento más positivo. No puedes solo dar por hecho que perderás su amistad si te confiesas.
—Pero él dijo que no tiene interés en el amor.
—Los ángeles no somos seres estáticos, podemos cambiar de pensamiento también, eso aplica también en lo sentimental. Tu ten más confianza, ya veras como eso te ayudará con tus propios sentimientos.
Sus palabras realmente fueron un buen consuelo, él era un ángel, tener fe debería ser su fuerte. —Gracias Chamuel, realmente necesitaba hablar de esto con alguien.
—Ni lo menciones, yo encantado de ayudar a un buen amigo.
—¿Te gustaría quedarte a cenar?
Su amigo le sonrió bastante contento. —Totalmente, ha pasado un tiempo desde que comimos juntos.
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"Yo, Gabriel, te escribo esta carta para dar a conocer mis sinceros sentimientos y declarar mis puras intenciones de cortejarte..."
La hoja en la que fueron escritas esas palabras fue arrugada y lanzada junto a las otras hojas desechadas en el piso.
—Qué broma de mal gusto. Soy el ángel que transmite los mensajes de Dios mismo y no puedo comunicar mis propios sentimientos.
Gabriel se sentía frustrado, había pasado la tarde entera intentando poner lo que sentía en palabras pero nada se sentía apropiado. ¿Cómo debía de revelar al príncipe de todos los ángeles que lo amaba? Puede que haya sido el tercer ángel en ser creado pero su rol seguía siendo mayoritariamente el de ser el humilde mensajero del Señor. No podía evitar sentir que eso hacía de sus sentimientos inapropiados, aunque no hubiera nada de malo en que amara a Miguel.
Quiso tomar otra hoja para empezar de nuevo pero se dio cuenta que ya no quedaban más. —Pero recién hoy me había abastecido de hojas para el mes —miró a su alrededor y vio que su piso había sido cubierto en su totalidad por bolas de papel— ... Realmente soy pésimo en esto.
El de verdad estaba contemplando la idea de tirar la toalla, pero pensó que aún le quedaba un ángel al cual recurrir. Tomó una de las cartas menos arrugadas y más extensas y salió volando por su balcón. Se apresuró moviéndose como un rayo pues no quería perder el tiempo en lo absoluto.
Cuando estuvo encima de la morada de Chamuel aterrizó y tocó la puerta. Siendo recibido por el arcángel. —Oh, viniste, déjame adivinar, ¿por fin te diste cuenta que lo que sientes por Miguel no es mero compañerismo?
—Tu sabes perfectamente que así es, así que por favor se serio y ayúdame porque de verdad no sé que estoy haciendo.
Chamuel se burló un poco pero lo invitó a pasar. —Muy bien, dime ¿en qué necesita mi ayuda?
—Pensé en escribir una carta para intentar confesarme. Pero no importa lo que haga siento que nada es suficiente...
—¿Tienes un ejemplo de lo que quieres decir?
Le entrego el boceto arrugado y el ángel de trenzas de cabello negro comenzó a leerlo con calma. —Ya veo... Definitivamente no es el mejor mensaje que has transmitido.
Gabriel sintió que una flecha había atravesado su orgullo. —¿Tan patéticos son mis sentimientos?
—No tus sentimientos en si, solo tu forma de expresarte al respeto. Sé siente tan impersonal, casi como si quisieras que fuera solo uno de los muchos mensajes que has entregado.
—¡Pero intenté que fuera lo más honesto posible!
—Pues no se nota, por suerte para ti Dios me puso al servicio de cualquiera que necesite una ayuda extra para conectar con sus propios sentimientos, incluyendo los románticos. Así que dime con tus palabras ¿qué te gustaría decirle?
Él lo pensó seriamente. Había tantas cosas que quisiera decirle que no abrían en una sola carta, pero tenía sus ideas principales muy claras. —Quiero decirle lo mucho que cambió mi vida desde su llegada. Como me ha enseñado a disfrutar más de mis días o como el verle se ha vuelto lo que más deseo cada día... ¿Eso es un buen punto de partida?
Chamuel no podía contener su sonrisa. —Es perfecto, ahora solo necesita escribir eso y más en el papel con la misma intensidad.
—Es lo que intenté hacer con la carta que te mostré y dijiste que era mala.
—Por la forma en la que lo expresaste, era muy seco para lo que estaba queriendo decir, por eso esta vez yo te estaré supervisando no te preocupes.
—Si tu intención es hacerme sentir como un inepto lo estás logrando perfectamente.
Chamuel solo se rió en respuesta. —Ya, ya, lo siento, es solo que no puedo evitar burlarme un poco de ti ya que eras el que más renegaba de la idea del amor.
El arcángel pareció casi ofendido por sus palabras. —Los ángeles podemos cambiar de opinión ¿sabes?
—Claro que lo sé, es lo que le recuerdo a los ángeles que son más tímidos a la hora de confesarse por miedo al rechazo solo porque su interés antes demostró no tener el romance como una prioridad.
—Siempre tan dedicado a que el corazón siga el camino correcto.
Él se encogió de hombros. —¿Qué puedo decir? Disfruto mucho del cargo que Dios me ha dado, en fin. Deja te traigo todo para que puedas escribir una buena carta.
El resto del día lo pasaron escribiendo y corrigiendo las cartas para Miguel . Gastaron más hojas de las que Chamuel tenía previstas y Gabriel casi podía asegurar que su amigo también parecía estar tentado a tirar la toalla y solo darle el sí a cualquiera de sus cartas, pero por su gran sentido del deber claramente no lo haría. No hasta que creará una confesión ideal para Miguel
───── °∘❉∘° ─────
La siguiente reunión entre los dos enamorados no tardó en llegar. En cuanto ambos tuvieron un espacio libre en su agenda no dudaron en usarlo para encontrarse y pasar el día juntos.
Esta vez Miguel lo llevó a una nueva área que había encontrado mientras volaba a zonas más alejadas del cielo. Era un claro en medio del bosque con bonitas flores de colores azules y blancas. El lugar estaba lo suficientemente lejos de donde vivían los ángeles como para asegurarles privacidad.
—Tienes un don para encontrar los lugares más bonitos del cielo.
—Tampoco es demasiado difícil. La creación del Señor es perfecta en todos los aspectos —le respondió mientras tomaba unas cuantas flores y comenzaba a atarlas entre sí.
Gabriel lo miró con curiosidad. —¿Qué estás haciendo?
—Los ángeles de mi palacio me enseñaron a hacer una corona de flores hace poco, así que estoy aplicando lo que aprendí.
—¿Entonces ya te has vuelto más cercano a ellos?
Miguel asintió con una pequeña sonrisa. —Así es, fue algo complicado ya que seguían casi temerosos de mi al inicio. Pero con calma y paciencia he llegado a formar una buena relación con todos ellos.
El orgullo en su voz era encantador y Gabriel no pudo resistir el impulso de sonreír ampliamente. —Esa es realmente una gran noticia, la verdad me habías dejado un poco preocupado al respecto desde esa noche que hablamos en el balcón.
—Lamento haberte preocupado, esa vez estaba un poco sentimental supongo... Lo que me recuerda que tampoco te he regresado tu túnica.
—Así es, pero no te preocupes, tengo un montón de túnicas iguales a esa, así que no hay prisa en que la regreses.
—Menos mal, porque ya me había acostumbrado a usarla de pijama.
El ángel mensajero abrió los ojos con sorpresa. —¿La usas para dormir?
—Si, es bastante cómoda, al inicio solo la tenía guardada junto con mi ropa pero después de un tiempo empecé a usarla para dormir, simplemente me parecía muy cómoda y lo es.
La imagen de Miguel durmiendo con su túnica aun con lo grande que le quedaba apareció repentinamente en su mente, era una imagen encantadora, casi adorable. El arcángel pudo sentir sus orejas arder con intensidad.
Su sonrojo no pasó desapercibido por Miguel. —¿Te incomoda que la use así? Si lo prefieres puedo regresartela en cuanto volvamos.
—No es necesario, no me resulta incómodo solo... Fue algo inesperado.
—Si, supongo que no debí decirlo tan casualmente.
—No te preocupes por eso, a mi gusta que seas así, me parece un rasgo encantador de tu persona.
La sonrisa de Miguel se hizo más evidente. —Siempre me adulas tanto.
—¿Te gustaría que pare? —le preguntó con un tono burlón.
—Para nada. Me hace muy feliz saber que piensas tan bien de mi —Miguel terminó su corona de flores y se acercó a su amigo—. ¿Me permites?
—¿Acaso hoy era mi coronación y nadie me avisó? —preguntó en tono bromista.
—Si, tal como hizo Metatrón conmigo.
Gabriel soltó una carcajada e inclinó su cabeza para que Miguel le colocará la corona en su cabeza. —¿Y bien? ¿Cómo me veo?
—Como todo un príncipe, ¿debería mostrar mis respetos con una reverencia, su majestad?
—¡Jajaja! Pues si lo haces tampoco me quejaría.
El príncipe no tardó en levantarse y hacer una reverencia muy exagerada qué hizo reír al ángel de cabello rubio.
—¡Cielos Miguel! No creí que de verdad lo harías, más con una reverencia tan exagerada qué fue absurda.
Miguel se volvió a sentar en la hierba pero ahora recargando su cabeza contra el hombro de Gabriel. —Pues así te viste tu en nuestro primer encuentro.
—Claro que no, yo me arrodille con el debido respeto, no con burla como tú.
—Gabriel, te arrodillaste tan rápido que pareció que te fallaron las piernas, tienes suerte de que en ese momento no tuviéramos tanta confianza como ahora o de lo contrario me hubiera burlado de ti.
—Claro que no lo habrías hecho.
—¿Cómo estás tan seguro?
Él lo miró con una sonrisa. —Porque me quieres mucho como para burlarte así de mi.
La respuesta tomó desprevenido al pelirrojo. Este solo se limitó a desviar la mirada y suspirar con resignación. —Te doy la razón. Te quiero demasiado como para burlarme de ti frente Yavé.
La sonrisa burlona se borró del rostro de Gabriel que no había esperado que respondiera con tanta sinceridad.
Ahora ambos se encontraban en silencio, con solo el sonido de la naturaleza a su alrededor. Aves y animales puros. El ambiente era pacífico y Gabriel no pudo evitar dar miradas rápidas a Miguel que aún descansaba a su lado, se veía tan tranquilo y su expresión de paz hacía arder levemente su espíritu. Incluso cuando no hacía nada él era una maravilla a sus ojos.
Sintió que era el momento adecuado. Sacó de su túnica la carta que había escrito y se armó de valor para hablar. —Miguel, quiero entregarte algo...
Él lo miró con intriga y al verlo ofrecerle la carta la aceptó sin dudar. —¿Es otra carta del Altísimo?
—No. Es una carta personal que te escribí, estaba buscando el momento adecuado para entregártela y... —sus ojos se abrieron con pánico cuando lo vio abrir la carta ahí mismo— ¡¿Qué haces?!
—Voy a leer la carta.
—¿Ahora? Sabes que no hay prisa, puedes leerla al volver a casa.
—¿Acaso lo que escribiste es algo malo que no debo leer?
—Claro que no, jamás escribiría nada para herirte.
—Entonces no hay razón para que no la lea.
Nada de lo que dijera podría detenerlo de leer su confesión. Gabriel solo se resignó a la idea de que esto sería un todo o nada. O salía de aquí tomado de la mano con Miguel o lo perdería para siempre.
Casi podía escuchar la voz de Chamuel diciéndole que no fuera tan pesimista.
Los ojos de Miguel se movían mientras leía cada palabra pero su cara no mostraba ninguna señal de disgusto pero tampoco de alegría y eso ponía de los nervios a Gabriel qué se aferraba a su túnica con ansias.
Finalmente el pelirrojo terminó de leer y volvió a doblar la carta con delicadeza. —Gabriel.
—... ¿SI...?
—Necesito que me hagas un favor. ¿Podrías cerrar los ojos un momento?
La petición le pareció bastante extraña. No sabía que debía de esperar pero tampoco podía negarse. Gabriel cerró los ojos, esperando alguna otra orden de Miguel, pero al escuchar nada más comenzó a preocuparse. ¿Acaso se había marchado? ¿O estaba esperando el momento para darle una bofetada? Cientos de pensamientos le pasaron por su cabeza, cada uno peor que el anterior.
Pero ninguna de esas ideas le ayudaron a prepararse para la sensación de unos labios sobre los suyos.
Abrió los ojos de golpe y vio a Miguel besándolo con los ojos cerrados. Su mente se quedó en blanco, sin saber que debería de hacer a continuación. Su rigidez pareció alertar a Miguel que retrocedió rompiendo el beso y ahora lo miraba con vergüenza.
—¿Fui demasiado inapropiado?
—¿Eh? No, no, solo fue... inesperado...
Un silencio tenso se formó entre ambos. Cada uno se había quedado sin saber que hacer a continuación.
Gabriel se aclaró la garganta para hablar. —¿Esto significa que aceptas mi cortejo?
—¿Cortejo? Gabriel, tú ya no necesitas hacer tal cosa, yo ya estoy enamorado de ti.
Él lució genuinamente sorprendido. —¿Lo estas?
—Creo que lo dejé bastante claro. ¿Por qué crees que te besé entonces?
—Eeh... ¿Por qué la carta fue demasiado buena?
Su genuina incredulidad divirtió a Miguel qué soltó una risa ante su pregunta. —Admito que fue muy buena. Pero la carta por sí sola no haría que cualquier ángel logrará hacer qué siquiera contemple la posibilidad de aceptar su cortejo, mucho menos que le de un beso. Eso lo hice porque eres tu a quien he amado todo este tiempo...
Las piezas parecieron encajar en la mente de Gabriel que comenzó a hacer memoria de los ligeros signos de interés que Miguel había demostrado tener por él en el pasado y con esa realización llegó la vergüenza.
—Espera... Entonces el ángel del que hablaste en las aguas termales...
—Eras tú —le confirmó.
—Oh... Oh cielos y yo alardeando de que no me interesaba el romance.
—Así es. Algo bastante hiriente de tu parte, pero se que no lo hiciste con mala intención.
El ángel mensajero se cubrió la cara de la vergüenza. —Por lo amor de Dios, lo siento tanto por eso...
—No te disculpes, tu de verdad no tenias idea de que eras tu de quien hablaba.
—Aun así me siento como un idiota por eso... Ahora es más que claro que hablabas de mi.
—Gabriel, no te agobies con eso. Además... aunque fue un poco doloroso en su momento, mis sentimientos no han cambiado, en realidad se hicieron más profundos mientras nos acercabamos más...
Levantó la cara de sus manos con una vergüenza evidente y se encontró con la cara roja de Miguel. —¿Entonces no necesitas de mis disculpas?
—Así es. Con saber que tú también sientes lo mismo es suficiente —afirmó antes de recostarse contra su pecho.
Eso lo puso algo nervioso nuevamente pero, esta vez no se quedó quieto y correspondió con un abrazo. —¿Y qué hay del beso que arruiné hace un momento?
—No te preocupes, ya habrá tiempo para intentarlo otra vez.
—... ¿Y qué tal ahora?
Miguel soltó una pequeña risita. —Si tu me lo permites.
Esta vez el beso fue un poco más natural, todavía bastante torpe pero ambos no pudieron evitar sonreír por la dicha que sentían. Se abrazaron y acortaron cualquier distancia que hubiera entre ellos mientras se besaban. Tan perdidos estaban en su alegría que ni siquiera notaron las presencias que se ocultaban tras los árboles.
Jofiel se asomó por detrás del árbol con la cara roja como un tomate. —Oh por Dios, besaron, de verdad se están besando.
—Shhh, baja la voz harás que nos descubran —le regañó Rafael .
—Oh cielos, le debo a Zadkiel varios favores... —se lamentó Uriel.
Zadkiel se veía muy satisfecho. —Te dije que Miguel sería el que se lanzaría a dar el primer beso.
Chamuel solo se río por lo bajo. —Eso era obvio, fue arriesgado de tu parte apostar lo contrario, Uriel, puede que Gabriel se haya enamorado primero sin saberlo pero definitivamente fue Miguel el que se enamoró más fuerte. Si el no lo besaba ahí mismo seguramente iba a estallar.
—Esto te divierte demasiado ¿no es así?
—Bastante, esos dos fueron como mi propia novela, solo que con la posibilidad de que yo los guiara por el camino correcto.
Jofiel lo miró con una ceja alzada. —¿Acaso está situación tan romántica fue obra tuya?
—Para nada, pero ciertamente evite que ambos metieran más la pata y se guardarán sus sentimientos más de la cuenta. Pero bueno, supongo que debemos darles su privacidad, recuerden, ni una palabra de esto a nadie.
—Claro, claro, no te preocupes Chamuel, nos guardaremos este secreto hasta que ellos sean quienes revelen su relación.
Para desgracia de Miguel y Gabriel no pasó ni un día antes que todos en el cielo supieran de la declaración qué se hicieron en el bosque. Recibieron varias cartas de felicitaciones en respuesta, incluso Metatrón les envió una carta con sus "buenos deseos" qué más bien parecía una burla a como la noticia se esparció por el cielo.
Ellos no tenían prueba alguna de que fueron sus cinco compañeros los que estaban detrás de esto pero no lo necesitaban. Estaban seguros que fueron ellos. Luego se las pagarían por esto.
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Estos dos son tan lindos de verdad que los adoro mucho.
¡Si les gustó les agradecería que dejasen su voto y su comentario! Bye bye 💖
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