Ichiro Miyata

Timidez. 

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Quizá él no era la persona más extrovertida de la tierra, ni siquiera tu podías decir que eras extremadamente extrovertida, siendo que cuando se conocieron fue por que tu hermano lo llevo a casa. Te encontraba estudiando en silencio hasta que por más que querías concentrarte el tono de voz de Mamoru hablando con alguien más fuera de la casa te lo impedía; no es que no te importara que tu hermano tuviera amigos, pero sin duda alguna te sorprendía que los tuviera.

Pese a que estudiaban en institutos diferentes eso no impidió que formaran una amistad después de clases, justo en los entrenamientos de box. No te gustaba que Mamoru, tu hermano el busca problemas terminara herido de alguna forma, pero si podías ver a Ichiro dejarías que lo golpearan cuantas veces fuera necesario.

No podías definir con claridad que es lo que sentías por él, incluso después de varios años esos sentimientos no habían cambiado para nada, incluso Mamoru comenzaba a sospechar de tu indecisión al lado del joven Miyata haciendo cada vez que te acercaba para hablar con él, una larga interrupción hasta que el entrenador los regañaba por no entrenar.

Justo ahora. Mirabas al azabache golpear el saco de box totalmente atolondrada, se había amasado de muy buenos músculos y para tu deleite era costumbre tocarlos regularmente alegando lo fuerte que era. Haciendo que desviara la mirada totalmente avergonzado hacia otro lado o cambiando el tema lo más rápido que podía.

—[Nombre]-chan. —te llamaron Aoki y Kimura quienes fueron corriendo hacia ti apenas entraste al gimnasio, para tu suerte (O mala suerte) Mamoru no estaba ahí y podías charlar con ellos con tranquilidad. Te arrastraron a un cuarto vacío del segundo piso, tres sentaron en medio de la habitación como si de un interrogatorio se tratase. Confundida por la actitud de los dos chicos decidiste preguntar el que pasaba.

—¿Que mosca les pico a ambos? —Preguntaste, ellos sonrieron con complicidad.

—Bueno, un pajarito nos dijo. —Aoki fue el primero en hablar.

—Que estas enamorada del bastardo de Miyata. —Bien. Eso era cierto, no era específicamente un secreto, pero te sorprendía que esos dos tarados lo dijeran abiertamente y eso explicaba el hecho de que recientemente tu hermano se estaba poniendo más sobre protector contigo.

—¿Y? —Dijiste sin que los nervios se te subieran a la cabeza intentando controlar tu respiración para que la cara no se te pudiera roja.

—¡Ya lo veras! Te daremos camino libre a Ichiro, quizá tiene corazón después de todo. Déjanos a Takamura, lo distraeremos todas las veces que sea necesario. —La pasión fe Aoki al decir eso de alguna manera te inspiraba. Pero también te molestaba.

—No se los pedí.

—¡Que mala, [Nombre]-chan! —Esta vez fue Kimura. —A decir verdad, ambos hacen una grandiosa pareja, te conocemos desde hace tiempo y queremos que seas feliz, eres nuestra pequeña hermanita también.

—No entiendo su punto. —Les dijiste, ¿Qué es lo que realmente tramaban?

—Oigan muchachos, vamos a entrenar, o el jefe se va a molestar. —La puerta de donde estaban fue abierta por quien menos querías ver en esos momentos, comenzabas a sospechar el plan que tramaban ese par. Rápidamente los dos hombres jalaron a Ichiro dentro de la habitación, lo empujaron hasta el armario donde guardaban las cosas de limpieza. —Déjense de juegos, vamos a entrenar.

—No, no, Miyata necesita aclarar muchas cosas con [Nombre]-chan. —Apenas tu nombre fue mencionado el Kimura de empujo hasta el armario junto a Miyata, dejándole a este sin opciones de asestarles un golpe por miedo a llevarte entre la encrucijada. Después de unos forcejeos contra los boxeadores cerraron la puerta. Al intentar abrirla escucharon como era cerrada desde afuera con doble llave, dejándoles sin opciones de salir.

Miyata no se quedó atrás y comenzó a golpear la puerta y a gritar que los dejaran salir, mientras tanto, tú te hacías pequeña en tu lugar intentando no estorbar, finalmente el azabache dejó de hacer eso y se centró solamente en maldecir por lo bajo a Kimura y Aoki.

—¿Qué diablos les pasa a los dos? ¿Aclarar cosas? ¿Qué demonios intentan hacer? —Después de no recibir respuesta el silencio le pareció raro, normalmente eras muy ruidosa, pero esas veces siempre había mucho espacio y en esos momentos la distancia era un problema; tu corazón estaba agitado, ya no podías controlarlo y tu cara estaba hecha un desastre sin contar que te aferrabas a una escoba por que tus piernas de hacían jalea. El joven Miyata finalmente cayó en cuenta de lo peligrosa que era la distancia en ese momento, prácticamente estaba sobre ti, de no ser por sus bruscos movimientos de hace rato. Intento acomodarse siendo en vano debido a la gran cantidad de cosas que guardaban ahí. — [Nombre] ¿Qué cosas tenemos que aclarar? —Te preguntó. Escabulliste la mirada a cualquier cosa que no fuera él. En otra situación también golpearías la puerta, pero en esos momentos, gracias a la sugestión de ese par de idiotas no podías quitarte de la mente lo enamorada que estabas de Ichiro.

Al no recibir una digna respuesta volvió a preguntar.

—¿A qué se refieren con aclarar las cosas? ¿Eres parte de esta mala broma? —Se acerco aún más a ti, para ese entonces ya notaba lo nerviosa que estabas.

—¡Para nada! —Tartamudeaste. —Estoy tan confundida como tú. Es solo qué...

—Es solo qué, ¿Qué? —Te pregunto. Te dignaste a mirar sus ojos, pero rápidamente esa mirada viajó hasta sus labios.

—Bueno. Es que tú, no sé cómo decirlo. Desde hace tiempo creo que yo... Y bueno, Aoki y Kimura lo notaron es por eso que es mi culpa que ambos estemos aquí. Lo siento Ichiro... —Te disculpaste, y ahí se iba una buena oportunidad de confesar lo que sentías, le habías fallado al esfuerzo de los dos.

—Derribare la puerta, hazte a un lado. —No, no era el fin, aun tenías tiempo. Te armaste de valor y bloqueaste la puerta con tu cuerpo evitando que hiciera una locura. —[Nombre], hablo enserio; no puedo derribarla si estas en medio.

—Y yo no puedo besarte si estas así. —Le exclamaste, miraste como cada uno de sus músculos se relajaban en respuesta a lo que dijiste. Dándote a entender lo confundido que estaba. Jalaste el cuello de su camisa y encajaste a la perfección sus labios con los tuyos. Lentamente fue cediendo a tu dominio dejándose guiar por tus atrevidos movimientos.

Si, estaba sorprendido, pero de ninguna manera su cuerpo se quedaría como un inútil. Después de unos segundos que parecieron eternos decidiste alejarte.

—Estoy total, y completamente enamorada de ti, Ichiro Miyata. Ahora, ¿Quieres salir conmigo o nos olvidamos de todo esto y seguimos siendo amigos? —Lo directa que fuiste fue lo suficiente para que sus mejillas se pudieran tan rojas y dejara a su cuerpo ceder ante ti; al no obtener respuesta guiaste sus manos a tu cadera y te colgaste sobre el con intención de continuar con la adrenalina del momento. Sus piernas cedieron obligándote a sentarte sobre el en el suelo.

—Creo... Que yo también estoy enamorado de ti. — Sonreíste y volviste a unir sus labios en un pasional y salvaje beso.

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—No escucho ni un solo ruido. —Dijo Kimura a Aoki. Después de discutir decidieron abrir la puerta encontrándose con la escena que habrían deseado ver mucho antes. Los dos seguían besándose con pasión sin intención de dejarse uno del otro.

—Si los dejamos así no tardaran en quitarse la ropa. —Ese comentario los hizo cerrar la puerta esta vez sin llave, dándoles un momento de privacidad.

La privacidad que merecían desde hacía mucho tiempo. 

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