Capítulo V
En el pequeño parque a espaldas de su antiguo colegio, Nicolás y Harleen se reunieron una vez más. Era un sábado tranquilo por la mañana, algo nublado, aunque con chispazos de sol de cuando en cuando. Harleen le solicitó un par de dibujos para unos escritos de su blog, y luego revisó el último trabajo que le había encargado a Nicolás. Se trataba de la portada para una historia que ella le dijo que había comenzado a escribir. En esta aparecía en el fondo un joven fornido cargando una gran caja en dirección a su casa, y en primer plano una estudiante en uniforme y de atractivo semblante que lo veía de mala manera desde el jardín de su casa. Nicolás se sorprendió cuando Harleen arrancó la hoja con el mencionado dibujo del cuaderno, y acto seguido la apretujó con rabia.
–¿Eh? ¿Es que acaso no te gustó el dibujo? Me tarde varias horas en hacerlo... –Nicolás expresó su malestar ante el incomprensible comportamiento de su amiga.
–No, el dibujo me ha encantado. Esto no tiene nada que ver con eso. Son motivos personales, una crisis de loca histérica, llámalo como quieras.
–Harleen –Nicolás la miró con preocupación–. ¿Te ha sucedido algo? Sabes que puedes confiar en mí.
–Olvídalo, solo es una inseguridad pasajera. Ya sabes que a esta edad las chicas solemos tener repentinos ataques sobre cualquier insignificancia. Me hago un mundo por nada, no te preocupes, ya se me pasará.
–Bueno, de todas formas, si en algún momento necesitas algo, yo...
–Olvídate de mí. Mejor cuéntame cómo te está yendo con tus nuevos amigos.
–Oh, con los chicos de la universidad. Me va de maravilla, son las mejores personas que hubiese podido conocer... ¡Es cierto! Wanda me invitó a unirme a la Red de Artistas Universitarios (RAU), y cuando fui a mi primera reunión conocí a gente increíble. Por otro lado, allí todos compartimos nuestro arte, es algo que jamás me hubiera imaginado que pudiese existir, es el paraíso para los artistas. Allí todos te apoyan, te aconsejan, se involucran en tus proyectos, ¡hasta te dan ideas de lo más geniales!
–La RAU, sí, he oído de ella. Me imagino que tú estás en la rama de artistas visuales.
–También hay una rama para artistas escritores, por lo que he oído.
–Lo sé, algunos compañeros de mi año son miembros.
–Deberías unirte. No solo aprenderás muchas cosas, sino que también conseguirás muchos contactos.
–Sí, creo que me uniré. Pero mejor volvamos a lo que estábamos. Dices que te va muy bien con tus nuevos amigos, eso me alegra mucho.
–Y todo gracias a Wanda. Ella fue después de todo quien me "rescató", por así decirlo.
–Ahora que lo recuerdo, ella te propuso crear un comic juntos, ¿cierto?
–Me pidió que buscara a un escritor para que nos ayude a estructurar mejor nuestras ideas, ¿no quieres unírtenos?
–Ya te dije que lo pensaré. Aunque creo que la respuesta será sí. De todas formas, eso ya te lo confirmaré en nuestro próximo encuentro.
Poco después los muchachos se despidieron y cada quien tomó su camino. Aunque Harleen se mostró lo más animada posible y negó que sus problemas fuesen la gran cosa, Nicolás no se tragó el cuento. Él la había visto triste y decaída desde que se habían saludado. Algo en los expresivos ojos de su amiga la había delatado por más que ella se esforzó en ocultar sus verdaderos sentimientos. Lo que Harleen hizo con su dibujo, estrujar la hoja con inusitada rabia, únicamente fue la confirmación fehaciente de todo lo que él ya sospechaba. Sin embargo, por más que intentó adivinar no fue capaz de encontrar algún motivo que le resultase convincente. "¿Qué sucede contigo, Harleen? Me salvaste la vida y eso nunca podré olvidarlo. Eres una chica fuerte y que siempre tiene muy claro lo que quiere, ¿qué te ha sucedido para que de pronto te pongas así?", él meditó mientras sentado en el bus del transporte público volvía a su casa.
"Y pensar que iba a contarle sobre lo que me pasó con mamá. Me hubiera encantado que me diese algún consejo o al menos algunas palabras de ánimo, como siempre ella lo suele hacer. Sin embargo... ya veo que no soy el único que tiene problemas, esta vez debería haber sido yo el que intente animarla. ¿Por qué seré tan inútil?", los pensamientos sobre el mismo tema no abandonaron a Nicolás durante todo el resto del día.
La siguiente vez que se juntaron, Harleen le comunicó que ya había presentado su solicitud para unirse a la RAU, y sobre su petición de ayudarlo a él y a Wanda a estructurar el guion para su comic, le respondió que gustosa aceptaba unírseles. Nicolás se alegró al oír aquello, pues lo tomó como una señal de que su amiga ya se encontraba mejor. Sin embargo, grande fue su desilusión cuando al poco rato ella le alcanzó un sobre y le dijo que lo leyera después de que se despidan. En ese momento Nicolás captó una tristeza aún más grande que la que sus ojos le habían mostrado durante la última vez. De todas formas, no dijo nada, pues entendió que sacar a colación el tema solo incomodaría a su amiga y que fuera de eso no conseguiría nada más. Aun así, él no quiso quedarse con la espina, de modo que la invitó a comer algo para la próxima vez que se reúnan. –Ya es hora de que comencemos a reunirnos en sitios un tanto más alegres, ¿no te parece?
–Sí, creo que tienes razón –Harleen le dedicó una alicaída sonrisa. Poco después ella se despidió y se marchó. Nicolás por su parte abrió el sobre. Quedó boquiabierto cuando se topó con un fajo de billetes. Buscó a ver si hallaba algo más. Descubrió una hoja doblada en el fondo del sobre.
"Tu amiga Wanda tiene razón, te trato como a mi sirviente. Eso no está bien. Por eso te he pagado por todos los dibujos que me has hecho hasta ahora, espero que el monto te parezca bien. Tranquilo, seguiremos trabajando juntos, pero a partir de ahora colaborando el uno con el otro, tú apoyándome con tus dibujos y yo apoyándote con tu guion. Gracias por haber estado siempre para mí. Harleen".
Al terminar de leer la nota, Nicolás quedó con un sabor agridulce. No sabía cómo interpretar aquellas líneas, ¿Harleen se estaba distanciando de él o se le estaba acercando? ¿Qué clase de giro significaba aquel mensaje en su relación? Por más que se devanó los sesos, Nicolás no consiguió sacar en limpio alguna conclusión satisfactoria.
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