La persona, como desde el primer día, cuidó fervientemente a la plantita que seguía creciendo, con paciencia cuando las flores se marchitaban y después de un tiempo volvían a brotar, y sin descuidar a las espinas cuando quedaban sin pétalos que las cubrieran.

Siempre y en cada uno de sus diferentes momentos y fases, la una a la otra se cuidaba y acompañaba con un amor incondicional.

FIN.