CAPÍTULO 5

Era de noche, estaba en la cocina preparando una comida sencilla, su mejilla estaba morada y sus manos temblaban con intensidad.

-Mierda...- Maldijo cuando vio que la carne se había quemado, estaba tan sumergido en sus pensamientos que no se había dado cuenta que el dueño de sus más odiosos pensamientos, estaba sentado a su lado en la mesa, esperando a que sirvieran la comida.

Jimin con una sonrisa se acercó hasta su lugar y dejó la carne en el plato, esta estaba quemada, de un color negro con marrón y por el olor se podía saber que no estaba del todo rica.

Siguió su camino hacia la cocina, sin esperar una respuesta por parte del hombre, quien tenía una cara de asco plasmada en su rostro.

-¿Qué es esto? Ni siquiera me puedes preparar un buen almuerzo-

Sintió como su sangre comenzaba a hervir, una parte de él estaba cansado de la vida que llevaba y otra simplemente tenía ganas de seguir como si nada, como si su vida no fuera una maldita perra.

-¿Sabes que escuché sobre ti hoy?- Dijo el hombre mientras una pequeña risita acompañaba sus palabras. -Que habías entregado tu maldito agujero de zorra a ese tipo Charles-

Jimin sintió como sus piernas dejaban de responder por un momento.

-¿No te da pena? Con todo lo que ha hecho tu padre por ti, para que salgan con esos estúpido rumores ¿no? -

Odiaba la mención de su padre saliendo de los labios de aquel hombre.

-Y por si no fuera poco tu y yo sabemos lo mucho que me pertenece tu cuerpo ¿no? Sé que te encantaría arrodillarte y complacerme como otras veces-

Jimin sabía que no tenía que dejar que la rabia lo consumiera, pero por una vez en su vida quería hacerle caso a su voz interior, esa que siempre busca salir para hacer lo que nosotros tenemos miedo de hacer.

-No te dejaré hablar de esa manera sobre mí, ni en esta, ni en otra vida-

De un movimiento rápido, tomó la sartén que estaba en el tope de la cocina, se acercó al hombre con una sonrisa plasmada en su angelical rostro.

Le echó el agua hirviendo en la cabeza, aquel hombre comenzó a gritar cuando el agua le estaba quemando cada parte de su rostro, tenía sus ojos cerrados y su piel estaba roja por la fuerza con la que gritaba.

Sin dejar que el hombre lo agarrara del brazo, rápidamente, golpeó su cabeza con la misma sartén, haciendo que el cuerpo ajeno cayera al piso. El hombre había quedado inconsciente.

Fue entonces cuando una sutil risa salió de sus labios, una de que no pudo controlar, se sentía tan bien ver aquel cuerpo en el piso, sin moverse, sin reaccionar.

En ese momento un turbio pensamiento llegó a su cabeza.

"No lo hagas no eres un maldito asesino"

Su parte coherente quería evitar tomar una decisión de la cual se arrepentiría más tarde.

"Él se lo merece ¡hazlo!"

Sintió que su mente colapsaría en cualquier momento, quería callar a las voces de su cabeza, pero todo se había ido a la mierda cuando vio la pierna del hombre moverse ligeramente.

Estaba despertando.

Estando en otra situación no haría caso a los demonios internos.

Pero era imposible, está haciendo caso a su instinto asesino.

Su pie derecho pisó fuertemente la cabeza del mayor, al retirar el pie, miró con impresión lo que estaba haciendo. Pero fue cuando millones de recuerdos pasaron por su mente.

Cada uno de los maltratos que le hizo, las veces que lo violaba sin control durante años, las noches que pasó llorando mientras sentía que su interior se desgarraba completamente. La muerte de su padre, tenía al culpable de todo, justo debajo de su zapato.

Su mirada se endureció y una enorme furia lo invadió por dentro.

Pisó la cabeza del hombre una y otra vez, con fuerza, sin dudar ni un segundo de sus actos.

Y no se sintió satisfecho, hasta que vio cómo su zapato pasaba de ser blanco a rojo sangre, con pequeños trozos de piel y cerebro en él.

Era una imagen que quería dejar marcada en su memoria para siempre. Se rió con burla cuando vio el rostro del hombre como si fuera algún pato de goma desinflado.

Para su mente, aquella era la imagen más satisfactoria que pudo haber visto en su vida.

-¡Oh Jimin! Complaceme- Comenzó a decir mientras paseaba de un lado al otro alrededor del cuerpo.

-¡Oh Jimin! ¿te dolió cuando te la metía pequeño masoquista? - Las palabras de aquel hombre habían marcado hasta lo más profundo de su ser.

-¡Puedes pudrirte en el maldito infierno, Andy!- Y una última vez su escalofriante risa se volvió dueña del tétrico momento.

Jimin ya no podría ser el mismo, no después de dejar salir sus demonios.

Aquel angelical rostro, le pertenecía a un loco.

....

ANDY :

PERDÓN A UNA AMIGA SE LE OCURRIÓ Y FUE INEVITABLE.

PORFANOMEFUNEN

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