CAPÍTULO 32

PARTE 2


MESES ANTES

Si pudiera cambiar la historia, lo haría.

Si pudiera cambiar su futuro, con todo el esfuerzo del mundo, lo haría.

Si pudiera salvar a su hermano, sin pensarlo, lo haría.

Pero ambos estaban metidos en un problema, en la cueva del lobo, donde no entraba ni un rayo de luz solar. Era arriesgado meterse en un lugar donde no encajaba, donde cualquier movimiento en falso podría costarle la vida. Así eran esas personas, inestables.

Saber que Jungkook se encontraba en ese putrefacto lugar, lleno de escorias asesinas, hacia que su corazón palpitara del miedo, de la incertidumbre y sobre todo del dolor que le podía causar ver a su compañero de vida en esa situación.

Estaba haciendo todo lo posible para poder pasar desapercibido, las miradas ajenas le causaban ansiedad y desesperación. Tal fácil que suena poder llamar a la policía y sacar a todo el mundo del lugar, pero sabía que esa gente tenía una extrema seguridad, sus ojos eran como los de águila y tenían oídos en cada pared, escuchando cada vez que soltaras un suspiro.

Era aterrador.

- Soobin, este bello joven... - Un hombre recorrió el cuerpo del joven con su manos - Dispuesto a complacer a cada uno de ustedes.

Se podía notar el enojo en su rostro, el cual no trataba de ocultar en lo más mínimo, el presentador acercaba su nariz al cuello del más joven, logrando que este se moviera incomodo.

- Ya saben como funciona esto, cada uno de ustedes tiene un número asignado, respecto a la cantidad de dinero que entregaron. Si sale su número en el marcador, inmediatamente son el ganador.

Aquello había sonado tan asqueroso, vendiendo personas por el mero placer de sus retorcidas mentes, pero de algo estaba seguro el mayor de los Jeon y era acabar con aquella organización, por lo tanto, tenía que ser uno más del montón.

Las buenas estrategias, traen buenos resultados, así que arriesgaría todo por el todo.

Miró el papel en su mano, analizó el número por unos segundos y después tomó un largo trago de Whisky, dejando que la amarga sensación recorriera toda su garganta, sintiendo como se mezclaba con su saliva, preparándose mentalmente para lo que se vendría.

Todos los hombres estaban ansiosos, dispuestos a obtener aquel pedazo de carne que tanto anhelaban para hacerlo suyo.

El marcador recorría de número cada segundo, alterando las hormonas de los presentes, haciendo que estos gritaran peor que los fanáticos del fútbol cuando su equipo favorito va ganando.

Parecían animales a punto de comer a su presa.

Y así como inició el tiempo del marcador, así mismo acabó, dejando ver el número del dueño de aquella bella mascota de piel lechosa.

- 1.000 - El pobre chico bajó la cabeza, dejando salir las lágrimas que estuvo aguantando por mucho tiempo. Comenzaba el infierno para él.

JunGugk alzó la mirada bastante sorprendido. Observó su número "1.000" Joder, no quería hacerlo, pero tenía que.

Alzó su mano, logrando llamar la atención de todos los dementes, quienes lo miraban con el odio acumulado en sus ojos.

Un hombre con un físico increíble, bien entrenado y con una sonrisa que podía ser literalmente perfecta, un hombre que se veía que era de mucho dinero, se había llevado a la cena de todos esos hombres que pasaban de los 40 años, viejos y gordos.

Antes de ponerse de pie, buscó su tapabocas y con rapidez se lo puso, sabía que su parecido con Jungkook era completamente increíble, así que no quería levantar sospechas.

Caminó hacia el escenario, donde le esperaba un pequeño chico, lleno de temor.

- Pero que suerte tiene este hombre, poder comerse a ese postre, míralo, puede hacer mucho con ese cuerpo de porcelana...

- ¿Le has visto sus ojos? Son verdes, como me gustaría tenerlos en mis manos...

- Miren su cuello, se ve tan apetecible, ¡Felicidades hombre!....

Y más comentarios como esos y peores, escuchaba cada vez que pasaba al lado de una mesa. El trayecto hacia el escenario parecía infinito y más cuando tenía que aguantar las ganas de matar a cada uno de esos bastardos.

Las náuseas que le provocaba cada comentario, eran bestiales, un demonio se estaba apoderando de su cuerpo para poder hacer justicia y no se haría responsable de sus actos si aquellos desquiciados seguían hablando de aquella manera.

Sus pasos se detuvieron cuando estuvo frente a frente con el pálido chico, tenía su cabeza gacha en todo momento, mostrando una gran sumisión hacia su dueño. JunGugk tomó al chico del mentón e hizo que alzara su cabeza para mirarlo.

Ojos verdes como si fueran un campo lleno de grama que iba creciendo poco a poco, unos labios maltratados por la ansiedad y un olor a fresas que hacía temblar su cuerpo.

¿Cómo es que en esas circunstancias podía oler tan bien? No lo sabía, solo quería seguir oliendo, parecía un alfa entrando en celo.

- Vendrás conmigo - Demandó con una voz grave y fuerte.

El menor asintió sin apartar los ojos del chico de máscara negra. Y sin esperar el llamado del presentador, se llevó al chico hacia la habitación designada.

...

- ¡Espera! Me estas lastimando - Se quejó el rubio al sentir como el agarre de JunGugk era fuerte y violento, lo sacó rápidamente del escenario y ahora corrían por el pasillo en busca de su habitación.

Al llegar a la dicha habitación, se adentró junto con el pálido chico y cerró la puerta con seguro, se quedaron pegados a la puerta. JunGugk había notado la presencia de la cámara en una esquina de la habitación, por lo que se quedaron en la puerta para evitar ser captados por esta misma.

- Lo siento...

Dijo en un susurro, soltó a Soobin, quien tenía una expresión confusa, conocía muy bien ese lugar y sus reglas, sabía que ninguno de los hombres que se encontraba en el lugar dirían un "lo siento"

Así que rápidamente lo interrogó.

- A ver, te me dejas de farsas ¿quien eres y que haces aquí? - Habló directo, sin perder mucho el tiempo, por alguna extraña razón el chico que le transmitía confianza, era eso o que Soobin había pasado mucho tiempo en aquella pocilga que ya no le importaba como tratar a los dueños.

- Soy Jeon JunGugk, soy policía y créeme cuando te digo que estoy de infiltrado - La expresión del chico cambió de un momento a otro.

- Al fin la policía toma en cuenta la denuncia de nuestras desapariciones - Dijo con gracia en su tono de voz, habían pasado meses y la policía no se había dignado en siquiera abrir una investigación y Soobin sabía eso rotundamente.

- Oye, deja la gracia conmigo, no estoy de humor para estupideces, estoy aquí porque necesito buscarle un final a esta organización, perdí a un familiar, a mi hermano. Él se encuentra en este lugar.

Soobin asintió lentamente, tratando de descifrar las expresiones del mayor Jeon.

- Ya veo y para eso ¿tenías que comprarme? Digo, con tu físico realmente no me quejo. De igual ya me han usado mucho, uno más, uno menos, no creo que mi agujero se abra más - Trató de sonar tranquilo, como si realmente no le tomara importancia a la situación, pero cada una de sus palabras salían con asco, unas más que otras.

- Era la única forma de que tomaran como parte de ellos - Dijo con algo de agresividad - Mira, realmente quiero encontrar a mi hermano y sacarlo de aquí y para eso necesito ayuda...

- A ver ¿pretendes que te ayude a encontrar a tu hermano? Eso es caso perdido - Soltó una risita amarga.

- Pero lo vi, solo tenemos que buscar en cual de los edificios esta encerrado.

- Mírame, ¿por qué crees que estoy aquí? Me uní por cuenta propia, mi hermano menor desapareció y la policía nunca se dignó en siquiera abrir una investigación, a veces los civiles tenemos que hacer el trabajo sucio. Paso hambre cada maldito día, me denigran como no tienes una idea, estuve al borde de la muerte y a pesar de todo lo que me he esforzado por encontrarlo, no lo he hecho - Sus palabras no se detenían, el dolor acumulado era tanto que simplemente no podía siquiera respirar.

- La Espina es una de las organizaciones más grandes a nivel mundial ¿crees poder hacerlo? ¡Hay más de 6 edificios! Y todos están repletos de mascotas - Su voz se quebró por un momento - ¡Puede que ya este muerto! ¡Puede que ya lo hayan vendido al extranjero! ¡O que lo hayan encerrado entre las paredes! -

Soobin ya no conocía sus límites, se había olvidado por completo de donde estaba.

- ¡Tiene que pasarle a uno de sus hombres para que por fin muevan un puto dedo para investigar! - Habló refiriéndose a la policía - ¡Son unos comprados! ¿O no sabes que el tigre compró a toda la policía de Seúl? -

JunGugk ya no sabía como reaccionar a aquellas palabras, podía notar como en los pequeños ojos de su acompañante se ocultaba un pasado bastante perturbador.

- Prometo ayudarte, prometo ser yo quien acabe con todo esto, pero necesito apoyo y más de alguien que conozca de pies a cabeza del lugar - Tomó con delicadeza la mejilla del menor, su respiración era irregular y su cara estaba completamente roja por la rabia.

El joven suspiró pesadamente, meditando por un momento a lo que se estaba arriesgando, ya había estando más que cerca de la muerte, arriesgar todo una vez más no le quitaría más de lo que le han quitado.

- Esta bien.

Dijo volviendo a suspirar y sintiendo como algo dentro, en su profundo corazón, se comenzaba a sentir seguro.

- Te ayudaré, pero promete que también vas a devolverme a mi hermano.

El mayor asintió.

Se estaban adentrando en un camino que tal vez no tendría un fin o donde simplemente se encontraban muchos obstáculos.

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