Se despertó de golpe, su cuerpo estaba sudando y sentía que su corazón se saldría de su pecho. No era para nada agradable despertar de aquel terrible sueño.

Hace unas semanas había comenzado su segundo año en la universidad, estaba estudiando administración, según sus padres, estudiar aquella carrera le ayudaría a elevar la vida de mierda que llevaba.

No iba a mentir, desde hace unos días que tenía extraños sueños, en donde hacía cualquier tipo de locuras, su vida no era la más feliz de todas, ni mucho menos la más perfecta, pero no era para volverse loco.

Dentro de su mente estaba la viva imagen de él cometiendo las más grandes atrocidades y siendo honesto, muchas veces quería hacerle caso a esa típica voz que se hacía dueño de sus pensamientos a media noche.

Justo como ahora.

"Ese niño tiene que ser nuestro, miralo, nos está provocando, con su carita inocente de yo no fui y esos esponjosos labios, sin dudas tienen que estar alrededor de mi polla"

Pensamientos como esos, era los que tenía cada vez que veía a ese chico de la facultad de derecho, siempre que lo veía con perfectos ojos azules, su mente colapsaba, deseando tener la sangre del mismo color de sus ojos. Sin embargo, no se acercaría así nada más.

Armaría un plan. "Esperate ¿qué crees que estás haciendo? Está mal lo que estás pensando".

Su lado coherente le reclamó a su subconsciente, sintiéndose extraño por todos los escenarios sangrientos que salían de su cabeza como viva imagen.

"Solo miralo, tenerlo amarrado a una cama mientras lo penetras con fuerza y de su boca solo salen gritos de ayuda" Sonrió al imaginar aquello.

Cada día su mente iba más allá de lo que debería, porque en el fondo sabía que quería.

"Que perfecta se vería esa piel con quemaduras en todo su cuerpo o mejor aún con espinas en él" Esta vez no era su loca mente la que estaba hablando.

No era consciente cuando sus pies lo estaban guiando hacía el paradero de aquel joven de regordetes labios.

Estaba estudiando con varios libros a su alrededor, el sol apuntaba directamente a su cabellera rubia, después de unos minutos, aquel joven se había dado cuenta de su presencia.

Alzó la cabeza y entrecerró un poco los ojos para que la luz del sol no le impidiera ver a la persona que tenía frente a él, sonrió con ternura y con su mano hizo el típico gesto de saludo.

-Hola ¿se te ofrece algo? - Su voz era como escuchar a miles de ángeles cantando para el apocalipsis, pero no, oh no, Yoongi quería ser el apocalipsis de este chico.

- O-oh no, bueno, como buenas, como buenas como - Se suponía que era el rudo y mírenlo, temblando como gallina.

- ¿Estás bien? Pareces nervioso - Fue cuando la pequeña risita de esa persona, lo sacó de su trance, haciéndolo reaccionar por completo.

- Eso fue realmente estúpido de mi parte, tu eres ¿Jimin? - El menor abrió los ojos con asombro.

- ¿Cómo sabes mi nombre? - preguntó con una sonrisa que no parecía irse, una parte de Yoongi habló al ver la felicidad en su rostro.

"¿no quieres hacerlo llorar? Vas a negar que no quieres abrir su boca con un cuchillo y dejar esa sonrisa plasmada en su angelical rostro."

- Eres de primer año, tienes un buen físico que respalda todo, no por nada estas en boca de toda la universidad - Boca es la que mi mente dijo que te cortara.

Cada parte de Yoongi estaba temblando, cada vez sus pensamientos se hacían más y más seguidos y unos más fuertes que otros, si no se estaba volviendo loco entonces no sabía lo que era.

Sus pensamientos se vieron interrumpidos por el sonido de la campana, anunciado las nuevas horas de clases.

-Bueno...- Jimin se quedó callado al no saber el nombre del pelinegro.

- Yoongi, soy Min Yoongi -

-Bueno, fue un placer Yoongi, pero me tengo que ir a mi siguiente clase, nos vemos - Jimin en ningún momento dejó ir la sonrisa de su rostro, haciendo que más pensamiento e imágenes perturbadoras llegaran a la mente de Yoongi.

Ese día sus ojos habían conectado, al igual que sus perversas mentes, sin siquiera saberlo, ambos habían creado la perdición para la humanidad.