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Ojos humanos y ojos felinos en conexión. La gata, con los cuartos traseros apoyados en el suelo, miraba a la humana desde abajo.
La humana, sentada con sus posaderas al desnudo, la miraba desde arriba.
Ambas, en un estrecho espacio húmedo.

— Roxy, podrías dejarme hacer mis necesidades al menos. Yo a ti te respeto siempre, jo.

Una voz del exterior hace que las dos a la vez giren sus cabezas.

— ¡Flora, me voy!

— ¡No, espera, ya he acabado!

Flora se apresuró a limpiarse y a tirar de la cisterna. Normalmente hacia pis en la ducha, gesto que ahorra muchísima agua y que una persona tan preocupada del medio ambiente como ella tiene que hacer para no sentirse culpable. Pero esta vez eran necesidades mayores.
Quizá...demasiada información.

Aisha no esperaba que Roxy saliera por la puerta antes que Flora.

— ¿Tanto apego le tienes a la gata que hasta cagas con ella?— preguntó algo sorprendida.

— Que va— respondió Flora con su vocecilla—, se me ha colado y no me he dado cuenta. -Echó un vistazo a Aisha de abajo arriba y le dijo:— veo que estás a tope para el partido.

—Claro que sí, ya es hora de hacer ejercicio.— Aisha portaba vestimenta deportiva roja, consistente en unas carzonas y una camiseta sin mangas, ambas de color rojo. Además, su cabeza se adornaba con una gorra del mismo color. — ¡En marcha!— al apoyar una mano sobre el mango de la puerta, giró su cintura y gritó:— ¡TECNAAA! ¡TE VEMOS LUEGOOO!

—¡No grites tanto Aisha, que ya te oye!— le reñía Beauchene por temor a molestar a los vecinos.

Para sorpresa de las dos, Tecna se dejó ver en la esquina del pasillo. Esperaban que siguiera encerrada en su cuarto sin despedirse. Eso sí, la rusa traía una cara de desgano.

—¿En serio hacía falta gritar de esa manera?— preguntó con las manos cruzadas y una expresión de tedio.

En respuesta, Aisha le sacó la lengua y desapareció por la puerta. Flora se despidió de ella, le envió un beso y cerró la puerta para seguir a la morena.

Cuando se fueron, Tecna, en la misma posición, sonrió. Las quería.

— ¡Cógela Flora!

— ¡Aich!— a pesar de su intento y de los ánimos de su amiga, Flora solo pudo ver cómo la pelota pasaba justo por su lado después de haberse tirado para alcanzarla. Rendida, apoyó la cabeza en el suelo— Ouh, ¡pero si yo ni si quiera iba a jugar!

—Venga Flora, no te ralles, que no se aprende a jugar en un día. Hay que coger práctica.

El que ha hablado se llama Roy, originario de Nueva Jersey, y uno de los nuevos amigos de Aisha. Es amable, pero a destacar de él, su trabajado cuerpo, el precioso cabello rubio y la cabeza que le saca a las dos chicas.

Aisha Faye no consentía ni un desánimo por parte de nadie de su equipo. Se plantó delante de Flora y la miró muy seriamente a los ojos, para transmitirle un trasfondo en las palabras que solo podían comprender ellas.

—Flora, el deporte es como la vida misma: si te caes y no te levantas, pierdes. Tú sabrás lo que haces.

Y Flora, analizando ese trasfondo, se volvió a levantar con determinación y agradecimiento.

Aisha se preguntaba cómo es posible que siendo espía de clase A, con las habilidades que ello requiere, pudiera dársele tan mal un deporte como el baloncesto. En el vídeo de su presentación- uno que se le hace a cada licenciado para mostrar brevemente lo que es capaz de hacer y cómo- el cual le enseñaron para conocerla antes de verla en persona, se la veía ágil y rápida. Y ahora lo que la morena veía es que no era capaz de marcar una simple canasta. Supuso que solo sería una naturaleza concretamente torpe para los deportes.

Después de la pérdida de la pelota, es momento de sacar de centro.

La puntuación actual reza 38 - 35

— ¡Un minuto y medio!— anunció Donnie, un chico con gafas y de cabello color caoba que tenía el cronómetro activado.

La revelación hizo que los cuerpos de los chicos se llenaran de tensión y adrenalina, y no podían pararse quietos en el sitio.

Aisha se relamió el labio superior sin parar de mirar el balón.

Flora miraba a todos.

El equipo de las chicas iba perdiendo, y quien lograse canastar ahora sentenciaría la victoria. Ellas, en tan poco tiempo, necesitaban un triple.

Y sonó el silbato.

La pelota se alzó en el aire, y a los pocos segundos fue golpeada fuertemente al campo contrario por Roy, equipo de las chicas. Antes de llegar a la línea lateral, fue atrapada por Freddy, quien llevó la pelota entre sudores más cerca de la canasta rival, hasta que dos oponentes le cortaron el paso. Se vio forzado a echarla hacia Roy, situado detrás suya, por debajo de las piernas.

Treinta segundos.

Aisha avanzó por la línea lateral hasta situarse en la línea de tiro triple. Quería intentarlo.
Pudiendo alzar la vista solo unos pocos segundos, porque el contrario se le echaba encima, Roy pudo averigüar sus intenciones, y por supuesto, confiaba en ella.
De forma increíble, les hizo un amago a los dos chicos que tenía al frente y lanzó la pelota hacia delante.

Pero nunca llegó a su objetivo.

Donnie la pudo atrapar y se dirigía a toda mecha hacia el otro campo.

Jamás pudo alcanzarlo.

Flora, siguiendo ciertos impulsos y víctima de la presión, no le dejó avanzar, agachándose y poniendo su pierna por delante de él en un movimiento bastante fugaz. Donnie cayó de bruces al suelo. La pelota se le escapó de las manos y huyó de aquellos que le pegaban. Flora, aún agachada, puso una expresión de comprender lo que había hecho, muriéndose de la vergüenza.

— ¡Flora! Pero ¿qué haces?— se desesperó la competitiva Aisha.

Tiempo.

Derrota.

Inesperadamente, Roy se echó a reír ante el gesto de Flora.

— Lo siento...— estas palabras no sabía si dirigírselas a su amiga o al chico que ha tirado al suelo. Éste ya se encontraba de pie, y molesto con la chica.

— ¿A qué ha venido eso?— le preguntó. Le caía bien Flora, era buena chica y no quería pasarse con ella, pero le había molestado mucho lo que había hecho.

— Perdona, lo siento mucho de verdad— respondió la chica mecánicamente.— Lo siento, de verdad. ¿Te has hecho daño? Es que yo...Solo quería que ganáramos, y no sabía que otra cosa hacer para pararte. Fue un puro acto reflejo, no quería hacerte daño, de verdad. Ay, lo siento mucho, perdóname por favor.

Roy aguantaba la risa al escuchar a Flora. Además, algo encontraba en el acento francés que le hacía gracia.
Aisha se dio cuenta y le dio un codazo en el costado.

Donnie, ante semejante escena, no podía seguir enfadado con ella. Es más, se dibujó una sonrisa en su rostro.

— Está bien, no pasa nada — rio un poco. — Suerte que mis gafas son aprueba de cosas imprebisibles. No te preocupes, no estoy enfadado contigo, pero a la próxima controla bien esos actos reflejos, hazme el favor.

Flora suspiró.

— Muchas gracias.— le dijo sonriente.— Te prometo que no volveré a hacerlo.

Donnie parpadeó dos veces. Le parecía que nunca había encontrado una chica tan buena y dulce antes. Sonrió, esta vez sin rastro de algún pequeño diablo del rencor escondido.

Los chicos tuvieron que irse al poco rato de acabar el partido; decían que tenían que estudiar, ya que a la mayoría les quedaban pendientes por recuperar examenes cateados o los días que venían, venían cargados de estudio sin descanso. Universitarios.
Antes de irse, Donnie se atrevió a preguntar a Flora por su número de teléfono. Ella, viendo sus intenciones, no se lo dio. No podía perder el tiempo en estos momentos. Y esto quedó entre los dos.

—¿Qué? No ha estado mal, ¿no?— preguntó Aisha mientras hacia rodar el balón en su dedo índice.

—Em...No sabría qué decirte— le respondió su amiga con los hombros caídos.

— Me has pillado totalmente por sorpresa con ese movimiento. Joder, para algo bien que haces, solo ha servido para que Donn casi se deje los piños— Aisha se reía, mientras que a Flora no le hacía nada de gracia. Bueno, si acaso una pizca.

— Me salió solo. Que mal, qué vergüenza he pasado.— dijo tapándose parte de la cara con dos mechones de pelo.

— Te voy a ser muy sincera, Flora. Eres una crack a la hora de moverte con el traje-espía. ¿Por qué no lo eres igual en un simple campo de baloncesto?

— ¡No lo sé! ¡Nunca jugué a nada de esto! Mi único deporte era comportarme en la mesa.

— Ay...—suspiró su amiga al imaginar a Flora bebiendo té como una señorita.— Si hubiera estado en tu piel, no habría aguantado. "¡Mamá, ahí te quedas con tus inútiles modales, que me voy a jugar a Atrapa La Pelota En El Barrizal!"

La francesa complació a esa parodia con una risa.

Entonces, las muñecas izquierdas de ambas sonaron al unísono.

Eran los relojes. 

¿Noticias? ¿Algún mensaje importante? ¿ALGO?

Flora tan solo le llevó lo que se tarda en dar un pestañeo en activar el gadget.

Se trataba de Farah, una mujer de mediana edad que era la que se encargaba generalmente de dar las instrucciones e informar a las tres muchachas.

—No hay tiempo para saludos— habló rápidamente—, tenemos un vehículo sospechoso localizado en vuestra zona. Un todoterreno Mercedes Benz de color negro. Hay una sola persona en su interior. No tenemos su identificación, pero si os dais prisa, pronto lo sabremos. Os envío las coordenadas. Seguid el vehículo y haced que podamos ver la cara del sujeto. No perdáis tiempo, que no se os escape. Id a por él chicas.

Y ahí se terminó la conexión. Apenas unos segundos después, aparecía en la pequeña pantalla un mapa con unos puntos: los amarillos señalaban la ubicación de las agentes y el rojo era el objetivo a seguir. Apenas estaba a unas calles. No se movía.

Los relojes sonaron de nuevo, esta vez era Tecna.

— Chicas, ahora mismo estoy yendo hacia vosotras en la furgo. Estad preparadas en la esquina a las seis en punto. Hora de ponerse a trabajar por fin— anunció. A las tres se les había asignado una furgoneta espía con la que trabajar, llena de instrumentos gadget, y armas. Contaba además con una mesa con pantalla digital desde donde Tecna controlaría las misiones, haciendo de instructora para Aisha y Flora. La propia furgoneta funcionaba como cuartel.

Flora sintió un cosquilleo que le recorrió el pecho: por fin daría el primer paso para encontrar a su padre, y estaba decidida a darlo todo.

Continuará.

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