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―¿Tienes hambre? ―preguntó Jimin acariciando la mejilla de Jungkook. El chico arrugó la nariz al escucharlo.

―Acabamos de hacer el amor y estoy cómodamente entre tus brazos. En situaciones así, solo deberías ignorar los ruidos que emite mi estómago ―se quejó, hundiéndose más en la cama para luego esconder su rostro contra el pecho del contrario, provocando que este riera.

―Es porque te amo que no puedo ignorarlo ―señaló enredando sus dedos en las largas hebras de cabello del menor―. ¿Qué clase de novio sería si ignoro que tienes hambre?

―Solo dame un minuto más ―pidió abrazándolo―. Me privaste de ti por dos días; fueron los dos días más largos de mi existencia.

―Eres un pequeño mentiroso ―se mofó Jimin abrazándolo de regreso―. Pasé por fuera de tu clase para verte y no parecías triste ni en lo más mínimo.

―Vaya... ―rio entredientes―. De acuerdo, estamos cerrando semestre, no he tenido tiempo para pensar en ti.

―Auch ―Jimin se apartó de él, frunciendo sus labios―. He estado evaluando a mis estudiantes y eso no ha sido una excusa para dejar de pensar en ti.

―Aww, no te hagas el difícil si no puedes ocultar lo significativo que soy para ti ―se burló, pellizcando su mejilla. Jimin le sonrió con ironía en respuesta―. No afecté tus funciones laborales, ¿cierto?

―No. Aunque me gusta pensar en ti las 24 horas del día, intento mantenerme en el marco profesional ―dijo con fingida seriedad―. No he afectado tus calificaciones, ¿cierto?

―Lo sabré la próxima semana cuando publiquen los resultados ―sonrió como un niño travieso―. Si te sirve de consuelo, aún tengo que rendir en la mitad de mis asignaturas.

―Me consolaría más escuchar que los genios no fallan ―admitió, revolviendo sus cabellos. Jungkook solo rio―. ¿Me equivoco?

―Los genios fallan, solo mira a Albert Einstein ―corrigió delineando con su dedo el pecho del contrario―. Así que no puedo decirte que los genios no fallan. No obstante, como persona, prometo jamás fallarte, hyung.

―Creo en ti ―aceptó tocando la punta de su nariz―. Pero tal cosa como las promesas son realmente temibles, ¿no crees? Prometemos según nuestras esperanzas y cumplimos según nuestros temores.

―Duque de La Rochefoucauld ―respondió Jungkook con una sonrisita―. Escritor, filósofo y aristócrata francés, entre varias cosas más... ―rodó los ojos―. Pero ¿no fue él quien también dijo la esperanza, no obstante sus engaños, nos sirve al menos para llevarnos al fin de la existencia por un camino agradable? ―señaló de regreso―. Entonces... ten esperanza, porque la esperanza nos mantiene vivos. Arrancad la esperanza del corazón del hombre y haréis de él un animal de presa.

―¿Quién dijo eso?

―Marie Louise Ramé, una novelista inglesa cuyo seudónimo era Ouida.

―¿Sabes? Intentaba impresionarte con una frase hace un rato, no tenías que aplastarme con dos de regreso ―bromeó.

―¡Pero tengo otra más! ―rio―. No temas prometer. ¿Qué daño pueden hacerte las promesas? Todo el mundo puede ser rico en promesas ―susurró contra su boca―. Ovidio, un poeta romano. Y, como Ovidio me parece un hombre sabio, no hay temor en mi promesa. Yo, Jungkook Jones, prometo amarte por el resto de mis días, de la mejor manera que conozco, para que de esta forma tú, Park Jimin, seas rico en recuerdos felices y esperanzas futuras.

―Lindo ―susurró Jimin en respuesta.

―Lo sé... ―Jungkook rozó su nariz contra la de él―. Tengo mis momentos.

Jimin rio, sujetando su barbilla para besar sus labios con dulzura. Jungkook, que había comenzado a perderse en ese beso, gimoteó con frustración cuando repentinamente el mayor se distanció, levantándose sin aviso. El menor suspiró y rodó por el colchón, viéndolo con un puchero mientras Jimin se ponía su ropa interior. Le arrugó la nariz cuando, luego de levantar sus jeans del piso, el hombre le lanzó una sonrisa sardónica.

―Tengo una promesa para ti también ―anunció Jimin caminando hasta él para sentarse en la cama.

―¿No fuiste tú quien hace un minuto dijo que las promesas eran temibles? ―señaló enderezándose en el colchón, pero Jimin solo rio.

―Sí, pero te amo, y no se supone que seamos lógicos en el amor ―dio un toque en la barbilla del contrario, sacándole una sonrisa aniñada―. ¿Recuerdas que día es hoy?

―Oh... ―y eso bastó para que la sonrisa de Jungkook desapareciera―. 18 de junio; un mes desde que nos convertimos en novios oficialmente, de hecho. Pero, antes de que me hagas sentir mal por no comprarte un regalo, debo decirte que no estaba seguro de si aparecerías hoy o-

―Jungkook ―Jimin rio interrumpiéndolo―. Está bien, no espero un regalo. Me has dado todo de ti y eso es más de lo que puedo pedir en diez vidas.

―¿Diez vidas? ―Jungkook inclinó su cabeza, angelical―. ¿Diez vidas juntos es todo lo que tenemos por delante? Creo que cien es un poco más aceptable.

―Basta, no desvíes el tema a nuestras próximas vidas ―dio un golpecito en su frente―. Esto es serio.

―¿Qué podría ser más serio que planear nuestras próximas cien vidas?

―¿Al menos crees en la reencarnación? ―se burló, sacando algo del bolsillo de sus jeans―. Esto. Ahora, justo en este momento, esto es más importante que esas cien vidas ―señaló, obligando al menor a extender su mano para depositar en ella una caja―. Esta es mi promesa para ti, Kookie.

Jungkook miró la pequeña caja azul sin poder ocultar el temblor de sus dedos cuando tuvo el suficiente valor para abrirla. El aire abandonó sus pulmones al encontrar en ella dos argollas de plata a juego y, tomando una de ellas, tuvo que luchar contra el escozor en sus ojos al ver que las iniciales de Jimin y suyas estaban grabadas en el interior junto a la fecha en que se volvieron novios.

―Esta es la razón por la que tardé un poco en venir ―admitió Jimin pasando una mano por su cabello con bochorno―. Dijiste que eras serio respecto a mí. Dijiste que me amarías en otras cien vidas justo ahora. Sé que apenas cumplirás 21 años dentro de poco y que una boda no es algo que pase por la cabeza de una persona de tu edad ―aceptó―. Es por eso por lo que no pido un compromiso, Jungkook, sino que solo una promesa ―tomó el anillo que le pertenecía al menor entre sus dedos, tomando la mano izquierda de este después―. Yo, Park Jimin, te entrego este anillo de promesa a ti, Jungkook Jones, con la esperanza de que algún día seas mucho más que mi novio. Con este anillo, sello la promesa de que, aun desconociendo mi futuro, espero que tú estés ahí junto a mí ―le puso el anillo, sonriendo tiernamente al ver los ojos vidriosos del menor―. Lo siento, ¿debí preguntar antes de ponértelo?

Jungkook negó con la cabeza eufóricamente, secando una lágrima escurridiza. Apretando la pieza que tenía en su mano, tomó con timidez la mano del contrario para ser capaz de ponerle su anillo también.

―Es una promesa ―respondió mirándolo a los ojos―. Es nuestra promesa.

Jimin sonrió, asintiendo. Extendiendo sus brazos hacia el menor, permitió que este se abalanzara sobre él para envolverlo en un protector y tierno abrazo; uno de esos abrazos que calientan el corazón y te endulzan hasta el alma. El tipo de abrazo que solo podías dar a quien amabas.

―Entonces... ―Jimin habló en voz bajita, acariciando sus cabellos―. ¿Ahora sí quieres comer? Porque tu estómago sigue rugiendo y no puedo ignorarlo.

―Mierda... ―Jungkook gimoteó, distanciándose para dar un golpecito en su propio abdomen―. ¿Es que no puedes leer la situación? ―habló para sí mismo―. De acuerdo, comamos. Necesito recuperar energía e hidratarme ―frotó sus ojos, como un niño que acababan de regañar.

―Sobre todo, hidratarte ―bromeó Jimin, parándose. Jungkook se levantó a regañadientes, tomando su ropa interior del piso también.

―Por cierto... ―Jungkook dijo de repente tras ponerse algo de ropa, siguiendo a Jimin hasta fuera del cuarto―. Iris estará orgullosa de mí cuando vea este anillo ―presumió, levantando su mano.

―¿Iris?

―La novia de mi hermano ―le recordó―. Ya sabes, llegarán este viernes, así que lo primero que les diré es que...

―¿¡Que el viernes qué!? ―interrumpió, procesándolo―. ¿Tu cuñada vendrá aquí? ¿A Corea?

―Junto a mi hermano, sí ―lo miró, inocente―. Ya sabes, la boda de Seokjin y Yoongi es la próxima semana y ellos están invitados.

―... ¿qué?

―Espera, ¿los chicos no te lo han dicho? ―Jungkook rio―. Mi hermano es amigo de Yoongi desde la escuela media. A pesar de que él se mudó, han seguido en contacto todos estos años.

―¿Y tu hermano vendrá a Corea...?

―Sí, acabamos de tener esta conversación ―Jungkook dio palmaditas en su espalda―. ¡Finalmente, conocerás a parte de mi familia!

―Dios... ―Jimin palideció―. Estoy tan nervioso que comienzo a sentir náuseas. ¿Cómo es que soy el último en enterarse de esto?

―¿Qué dices? ―Jungkook rio, abrazándolo por la espalda―. Todo estará bien, mi hermano es la persona más pacífica que existe.

Jimin le regaló una sonrisa ladeada, intentando ocultar su preocupación. Sí, había conocido al hermano de Jungkook por medio de videollamada, pero presencial era algo completamente diferente. Tenía todo para causar una buena impresión, ¿cierto?

Nota:
Wazzup, friends! Tantas lunas sin verles, tantos domingos sin saber de ustedes, o lunes, o el día que sea JKGSHGDA. Lo siento, lo siento, lo siento. Resulta que estuve terminando de escribir el borrador de un libro y apenas lo acabé hace unos días, así que ahora retomo con todo. Es buen momento para decirles que este fic tiene 59 capítulos, por cierto, así que todavía nos queda un poquito fdhgdh

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