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Jimin se reunió con Sonyuh al día siguiente del regreso de esta. El día anterior, en medio de su ansiedad, había cometido el grave error de mencionarle lo sucedido a sus amigos, quienes no demoraron en invadir su departamento y tirar de él por todos los extremos, diciéndole por qué era una mala idea reunirse con su ex. Además, inconformes con la negativa de Jimin para escucharlos, se aseguraron de seguirlo todo el día, negándole a darle su espacio, así que no fue hasta ese lunes, aprovechando que todos trabajaban, que fue capaz de fijar una cita con Sonyuh.
La chica apareció en el café donde acordaron verse, atravesando la puerta con su llamativo característico. Sonyuh era hermosa, siempre lo había sido, y Jimin no podía mentir y decir que eso no fue lo primero que le atrajo de ella. De hecho, quizás fue su atractivo lo que encandiló todo lo demás; solo tal vez. Porque, ciertamente, al inicio de su relación, Sonyuh era probablemente la mujer más encantadora que había conocido; dedicada, inteligente, simpática, bromista, no había nada de ella que él no adorara. Hasta que simplemente cambió.
Pero ¿no que todas las personas cambiaban? ¿No era eso parte de madurar?
Solo que esos cambios no fueron exactamente agradables para Jimin. Sonyuh comenzó a molestarse cuando lo veía pasar demasiado tiempo con sus amigos, diciéndole que salía más con ellos que con ella. Sin embargo, cuando Jimin intentó revertir la situación, ella siempre estaba demasiado ocupada o cansada para salir con él. Sonyuh dejó de preguntarle por su día; e incluso en los días donde le era imposible sonreír, ella jamás preguntó que sucedía. Cuando dormían juntos, ella poco a poco comenzó a agrandar la distancia entre ellos en la cama. Y, con el tiempo, apenas hacían el amor o se tocaban. Todo era plano, frío y monótono entre ellos. Tiempo después, Sonyuh comenzó a hablarle de cómo sus amigas, una a una, se iban comprometiendo. Entonces, Jimin creyó que esa era la solución: Casarse.
Ciertamente, Sonyuh volvió a brillar después de la propuesta. Pero, cuando llegó el día de la boda, ella no apareció.
Y así se había terminado su primera relación.
―Gracias por darme esta oportunidad, Jimin-ah ―dijo Sonyuh luego de que la mesera les sirviera café―. No sabes cuánto lamento todo por lo que te he hecho pasar. Sé que no tengo excusas para hacer lo que hice, pero jamás fue mi intención lastimarte, y por eso no supe cómo decirte la verdad ―explicó pobremente por más arrepentida que sonara―. ¿Ya hablaste con Jungkook? ¿Le explicaste lo nuestro? ―continuó―. Apenas acaba de salir de la adolescencia, si no me fallan mis cálculos, así que no deberías preocuparte por él. Encontrará a alguien más sin problemas.
―Esto no se trata de Jungkook, Sonyuh.
―Tienes razón, él ya no importa ―asintió―. Entonces, ¿todo está bien? ―Jimin le miró con cansancio―. Le hablé a mis padres de ti. Dijeron que estarían felices de verte. ¿Quieres ir y cenar con nosotros? Ya sabes, como en los viejos tiempos.
―No podemos volver a los viejos tiempos, Sonyuh ―señaló con calma―. Tú cambiaste y yo también lo hice, no puedes ignorar eso, solo para irte por la vía segura. Ya ni siquiera soy tu vía segura, de hecho.
―Pero, Jimin...
―No es nosotros la razón principal por la que estoy aquí, ¿sabes? ―interrumpió―. Luego de ayer, estoy preocupado por ti. ¿Podrías decirme la verdadera razón por la que volviste?
―¿Qué quieres decir? La razón eres tú ―sonrió con nerviosismo―. Volví por ti, porque te quiero.
―Sonyuh... ―Jimin suspiró―. Sin importar cómo terminó nuestra relación, sabes que te conozco lo suficiente como para no ver que no estás bien y que la razón de ello no soy yo. Así que dime, ¿qué sucede? ―preguntó, pero la chica no respondió―. Háblame de la marca en tu brazo, Sonyuh ―insistió.
―¿Q-qué?
―Déjame verla.
Sonyuh tomó la manga de su blusa, insegura por la petición. Por como su rostro había palidecido de repente, Jimin podía deducir, sin más pruebas, que Jungkook estaba en lo cierto, pero aun así instó a la chica a enseñarle su brazo. Sonyuh desprendió el botón de la manga, subiéndola con cuidado para dejar a luz un gran moretón. Ni siquiera podía inventar una excusa creíble para ello, porque los dedos que habían presionado alrededor de su brazo se habían marcado y atenuado en una horrible combinación de verde y morado. Jimin inhaló y exhaló, luchando por no perder la cabeza. Y Sonyuh, por su parte, volvió a cubrir su brazo y mantuvo la mirada baja, sin ser capaz de mirar al chico frente a ella.
Sí, el hombre con el que se había ido la golpeaba. No solo era ese brazo, sino que en varios rincones de su cuerpo lucía desagradables moretones. Sonyuh sabía que ser golpeada no era su culpa, sin embargo, la primera vez que levantaron la mano en contra de ella, no pudo evitar pensar que ese era su karma.
Había dejado a Jimin, quien se comparaba a un ángel en su vida, para perseguir a un imbécil que no tuvo piedad en abofetearla y patearla, insultándola cada vez que hizo algo mal o dijo algo que no era de su agrado.
―¿Escapaste? ―fue todo lo que pudo preguntar Jimin después de un silencio y ella solo pudo asentir―. Vamos, tenemos algo importante que hacer y lo sabes.
Jimin pidió la cuenta y dejó la paga en la mesa, sin haber llegado a tocar el café. Viendo lo entumecida que estaba su expareja, la ayudó a levantarse, dirigiéndola hacia donde había estacionado su auto para luego llevarla a la comisaria más cercana. Ahí, se sentaron frente a una policía mientras Jimin, en silencio, escuchaba a Sonyuh narrar su vida desde el primer golpe, hace unos meses, hasta el último, hace apenas dos días.
Fue escalofriante y desgarrador.
Sonyuh lloró y tembló, hablando de hechos que habían acabado por destrozarla. En su celular, mostró las pruebas de cada golpe, aludiendo a las muchas veces que quiso hacer la denuncia, pero, como siempre, el miedo y la soledad la hicieron retroceder. Y, luego de horas llenas de anécdotas amargas e intentos de calma, la denuncia contra el agresor estaba hecha, así como una orden de alejamiento. Para cuando dejaron la estación, el cielo ya había oscurecido y Jimin se ofreció a llevarla a casa de sus padres.
El viaje fue silencioso. Sonyuh, aún inmersa en lo que acababa de vivir, no fue capaz de decir nada. No fue hasta que el auto de Jimin se estacionó fuera de casa de sus padres que reaccionó por primera vez, mirando al hombre con una mirada vidriosa.
―Debes contárselo a tus padres, Sonyuh ―aconsejó Jimin, mirando hacia el frente―. Necesitas apoyo.
―L-lo haré ―prometió, secando sus lágrimas―. ¿Irás conmigo?
Jimin la miró por primera vez. Sonyuh lucía tan frágil, distando tanto de la chica que era hace más de un año, que le rompía el corazón negarle su mano. Sin embargo, no quería que ella se confundiera. El apoyo que Sonyuh necesitaba no era él, y ella necesitaba saberlo.
―Sonyuh ―Jimin habló con calma―. No entraré. En realidad, esta es la última vez que te busco y espero que sea la última vez que tú me busques.
―¿Q-qué estás diciendo? ―balbuceó, ansiosa―. ¿De verdad... de verdad me estás dejando?
―Lo hiciste primero, Sonyuh, me dejaste primero ―Jimin sonrió con tristeza―. Es extraño, porque, debido a ello, estuve cerca de un año sintiéndome más una sombra que un hombre. Todo dolía, todo me cansaba, todo me molestaba. Mi vida, sin ti, ya no parecía tener sentido ―admitió―. Pero, entonces, llegó Jungkook y todo cambió de la noche a la mañana. Comencé a reír de nuevo, a divertirme con mis amigos, a sentirme... más como yo mismo, antes de caer por ti ―presionó sus labios, pensativo―. Soy feliz ahora, Sonyuh.
―Puedo hacerte feliz.
―No ―Jimin negó con la cabeza―. Es momento de que asumamos esto, Sonyuh. Lo cierto es que, desde hace mucho, dejamos de ser felices junto al otro ―la miró a los ojos―. Buscaste a alguien más, porque yo no tenía lo que tú querías. Sí, lo hiciste de manera incorrecta, pero asumo mi parte de esto: Yo no fui capaz de hacerte feliz ―sonrió con amargura―. Y, ahora que puedo amar de nuevo, sé que fue lo mismo para mí. Tú, desde mucho antes, dejaste de ser sinónimo de felicidad para mí ―confesó―. Todo se volvió rutinario y agotador, y ambos nos merecíamos algo mejor.
―¿Y Jungkook te lo dará?
―Él me lo está dando ―corrigió―. Cada día con él, es una bendición. ¿Sabes por qué estoy aquí ahora? Porque él me dijo que tenía que cerrar este capítulo de mi vida y tenía razón. ¿Sabes cómo supe de tu moretón? Porque él lo vio y sabía que yo tenía que ayudarte ―sonrió más brillante―. Ese es Jungkook, Sonyuh. Ese es el chico del que me he enamorado. ¿Qué si tiene 20 años? Todavía lo amo por quién es. Tienes razón, es 6 años menor y puede que yo no sea su destino final en esta vida, pero voy a amarlo cada día de mi vida como si fuera el último. Esperaré, fervientemente, que este no sea el último ―extendió su mano hacia ella, secando sus lágrimas―. Así que este es nuestro adiós. Prometo que ya no tengo rencor contra ti, así que, por favor, recomponte y vive la vida que quieres vivir. Y, tal vez, algún día, encontrarás a otro hombre que sí sea para ti.
―Yo... no debí dejarte ir ―musitó.
―Tal vez ―aceptó Jimin―. Pero, definitivamente, una boda no iba a ser la solución a nuestros problemas ni a nuestros sentimientos. Ahora lo sé.
―Sí... ―Sonyuh se apoyó contra su mano, sonriendo a pesar de las lágrimas en sus ojos―. Perdón, Jimin-ah. Y gracias... por ser bueno conmigo hasta el final.
Jimin sonrió, alejando su mano de ella. Sonyuh tomó una bocanada de aire, reuniendo las fuerzas que necesitaba para dejar ese auto, y caminar hasta su casa. Y no volteó a ver a Jimin por última vez. Y Jimin tampoco esperó a verla voltear.
Encendiendo el motor, Jimin se alejó de ese lugar lleno de recuerdos, dejando finalmente todo atrás.
Y ese había sido, sin duda, su primer amor.
Nota:
Holi, no iba a publicar bc estoy full cansada, pero ver a los chicos presentándose aumentó mi esperanza de vida KJHSDGSHFG. Yastá, wenaaaaas.
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