[23]

Jimin fue el primero que se retiró de casa de sus padres. Su hermano mayor había pasado la primera mitad del día con los padres de su esposa y la segunda mitad estaba destinada a sus propios padres. Jungmin, a pesar de sus 33 años, seguía comportándose como un niño consentido que corría donde sus padres siempre que podía y, aunque Jimin por primera vez después de un año podía acompañarlos sin sentirse atormentado por la familia de su ex que vivía cruzando la calle, no podía ignorar lo mucho que le inquietaba el destino de Jungkook. Considerando que el menor no se veía realmente feliz de volver a su casa de infancia, temía que su estadía ahí había sido mucho más exprés que la suya, por lo que, habiendo terminado de cenar con todos los Park, se despidió rápidamente de ellos, prometiendo que volvería pronto.

No se sorprendió de encontrar a Jungkook sentado en la acera cuando salió de casa.

―¿Cuánto tiempo llevas ahí sentado? ―preguntó, pero el menor ni lo miró ni respondió, solo se encogió de hombros, quitándole importancia―. ¿Al menos comiste?

―No tengo hambre.

―Bueno, entonces tenemos un problema serio aquí ―Jimin se dirigió a su auto, abriendo la puerta del copiloto―. Entra, tenemos que hablar.

Jungkook obedeció. Sabiendo que era mejor salir de ese lugar, Jimin condujo hasta el parque Hangang, esperando que ayudara a que Jungkook se relajara. Pero el chico no se mostró particularmente interesado en sus acciones; en realidad, ni un músculo de su cara tuvo un cambio aun cuando se estacionó.

―¿Hay alguna razón por la que estás tan serio? ―preguntó Park sin esforzarse en salir del auto―. Porque creí que yo era quien tenía que estar enojado.

―¿Lo estás? ―Jungkook lo miró por primera vez desde que lo siguió.

―Quiero estarlo ―admitió abiertamente―. No puedo creer que hayas visitado a mis padres el día que llegaste, pero que ni siquiera te esforzaras en contactarme. No solo eso, sino que, cuando nos encontramos en el club, no me revelaste quién eras. ¿Cuánto tiempo llevamos frecuentándonos, Jungkook? ¿Dos meses? ¿Incluso más? ¿Acaso me estás castigando por no ver la conexión que tenías con Jeon Jungkook?

―Waah, no sabía que podías ser así de egocéntrico ―Jimin le miró anonadado por su respuesta―. Primero, no estoy enojado contigo. ¿Vengarme de ti por no reconocerme? Mierda, no soy tan infantil. ¿La razón por la que tengo esta cara? Es porque tuve que soportar a Myeonghee y Dios sabe cuán malo soy respirando el mismo aire que las personas que no aguanto ―peinó sus cabellos hacia atrás con frustración, bufando.

―¿Llamas a tu madre por su nombre?

―¿Siquiera tuve alguna vez la oportunidad de llamarla mamá? ―respondió tajantemente.

Jimin guardó silencio. Ahora que era consciente de que la furia en Jungkook no estaba relacionada con él, se dio tiempo para evaluar al menor, notando la tensión en su mandíbula y el rápido parpadeo de sus ojos, los que parecían ser una señal de contención para no llorar. Además, él había dejado de mirarlo. Jungkook parecía cómodo con mirar en todas las direcciones, excepto a él.

―Hey, estoy aquí ―Jimin extendió su mano, tomando una de él―. Estoy aquí y quiero escucharte. ¿Qué está mal?

―Solo... ella me dio la vida, ¿sabes? ―giró en su dirección, mostrando su mirada cristalina―. Me dio la vida y estoy agradecido por ello, así que creí que lo mínimo que podía hacer... era saludarla hoy. Pero me di cuenta de que no sirvo para esto; no puedo ver a mi madre y fingir que no recuerdo la infancia de mierda que me dio.

―Jamás mostraste ese disgusto antes.

―Porque no sabía lo que era tener una familia antes ―respondió―. No me malentiendas, tu familia siempre lo fue todo para mí. Tus padres, tu hermano y tú me dieron todo lo que mamá me negó. Me alimentaron, celebraron mi cumpleaños y me invitaron a sus fiestas, cuidaron de mí cuando estaba enfermo y tus padres incluso fueron a verme al final de cada año, sacando fotos de mí con mis diplomas y medallas ―sus ojos se llenaron de lágrimas sin poder retenerlas por más tiempo―. Y amo a los Park por eso, hyung. Pero, una parte de mí siempre supo que esa no era mi familia.

―Dios, Jungkook... ―Jimin se quitó el cinturón, estirándose para alcanzarlo en un abrazo. Jungkook se escondió contra su hombro, permitiéndose llorar en silencio mientras era reconfortado en sus brazos.

Por supuesto, Jimin sabía que, desde que llevó a Jungkook a su hogar por primera vez, sus padres se habían esforzado por hacerlo sentir parte de los Park. Con el tiempo, cada uno de los integrantes de esa familia se dio cuenta de lo disfuncional que era todo dentro de la casa de los Jeon, pero, sin encontrar de qué manera ayudar, decidieron proteger a ese niño por sus propios medios. La madre de Jungkook, Jeon Myeonghee, a primera vista, no parecía una mala persona; y es que probablemente ni siquiera lo era. Pero, viendo más a fondo, ella definitivamente no era una buena madre.

Jeon Myeonghee, profesionalmente, era una de las mejores en su campo. La mujer era una científica reconocida que impartía clases en la universidad de Seúl mientras llevaba a cabo sus propias investigaciones. Su obsesión por el trabajo y ser siempre la número uno desplazó a Jungkook a su último lugar de prioridades. Jungkook, demostrando ser tan o más excepcional que su madre, fue calificado apto para hacerse responsable de sí mismo, por lo que Myeonghee jamás se preocupó de cumplir más allá de sus responsabilidades económicas. Todo lo demás que necesitaba un niño, fue suplido por los Park.

Solo que, tal como Jungkook decía, él no era un Park. Y debió ser difícil esperar cada día la atención de su madre solo para que esta jamás llegara. Años después, Myeonghee se enamoró de otro hombre y decidió formar una nueva familia. Fue entonces cuando Jungkook, sin haber alcanzado a cumplir los 12 años, simplemente desapareció del mapa de todos ahí. Y Jimin, como todos en su familia, vieron como la señora Jeon se transformaba en la orgullosa señora Ki, quien dejó de lado su obsesión en el trabajo para centrarse más en su familia y su adorada hija Yoobin.

Si incluso ellos se sintieron incómodos siendo solo sus vecinos y espectadores de su vida, ¿cómo debía sentirse Jungkook?

―Debes pensar que me convertí en un llorón... ―murmuró Jungkook minutos más tarde tras haber dejado de llorar y haberse limpiado la nariz―. Creo que nunca lloré frente a ti de niño ―añadió.

―No, eras como un dulce limón ―apoyó. El menor rodó los ojos por la comparación, haciéndolo reír―. Considerando que visitaste a mis padres en cuanto llegaste, puedo suponer que les guardas estima ―Jungkook lo miró―. Pero ¿por qué no te despediste de nosotros siquiera? No es que te haya guardado rencor todos estos años, al contrario, me hizo feliz saber que te había ido con tu padre, pero... todo fue tan repentino.

―En realidad... sí me despedí de tus padres, incluso de tu hermano ―admitió con una sonrisa tímida. Jimin le miró con incredulidad―. También intenté despedirme de ti, hyung, pero no pude. Para cuando me di cuenta, ya no quedaba tiempo.

―Pero mis padres dijeron... ―balbuceó―. Ellos dijeron que tampoco hablaste con ellos antes de irte. ¡Incluso mi hermano lo dijo!

―Sí, bueno... ―Jungkook puso un mechón de cabello tras su oreja, estirando sus labios en una mueca―. Supongo que ellos no querían hacerte sentir mal por ser el único que no consiguió despedirse de mí.

Increíble. Jimin se apoyó contra el respaldo de su auto y miró hacia el frente sin poder creer lo que escuchaba. Después de la partida de Jungkook, pasó meses cuestionándose por qué el menor se fue sin avisar, pero al final resultaba que les había dicho a todos, excepto a él.

―Lo siento...

―No, no, está bien. Entiendo que no lo hiciste apropósito... ―murmuró aún sin lucir convencido―. Entonces... ¿al menos las cosas mejoraron en Estados Unidos? ―Jungkook sonrió, asintiendo―. ¿No fue difícil adaptarse?

―Lo fue ―corrigió―. Pero nada fue tan terrible con papá ahí ―su mirada no ocultó su afecto―. Poco después de llegar, conocí a Namjoon. A pesar de nuestra gran diferencia de edad, congeniamos rápido. O tal vez fue porque ambos éramos mitad coreanos, quién sabe... ―rio bajito―. Judith, su madre, es canadiense, pero se mudó a Estados Unidos por trabajo. Un día, papá pasó por mí a casa de Nam y conoció a Judith, y bueno... ―se encogió de hombros―. Hemos sido cuatro desde entonces.

―Se enamoraron.

―Y a primera vista ―Jungkook fingió disparar una pistola con los dedos―. Rápido como una bala, en serio. Ellos se miraron y... lo supe: Sus vidas no serían iguales desde ese día. Eventualmente, en términos legales, Namjoon se convirtió en mi hermano, pero para mí lo era incluso desde antes. Judith... me trató como un hijo ―bajó la mirada, sonriendo con nostalgia―. Por primera vez, alguien me trató abiertamente como su hijo. No importó si no teníamos lazos sanguíneos, ella siempre me presentó abiertamente frente a todos como su pequeño orgullo y eso... eso lo fue todo ―miró a Jimin―. Así que, sin siquiera notarlo, comencé a llamarla mamá ―admitió, cohibido―. Y... en cosa de tiempo... no solo éramos Judith y yo, sino que incluso Nam decidió adoptar el apellido de papá ―mordió su labio―. Y eso es todo.

―Entonces... madre canadiense, padre estadounidense y un hermano coreano-canadiense ―Jimin asintió, mirándolo con cariño―. Puedo entender ahora tu mezcla de encantos.

―¡Y no nos olvidemos de Iris! ―señaló―. La novia de mi hermano es mexicana estadounidense, ¡ella nos enseñó a hablar español!

―Ah, el cerebro de los genios es realmente abrumador ―suspiró, pero Jungkook solo rio―. Estoy feliz por ti, Kookie ―dijo con honestidad―. Aún si me sorprende que vinieras aquí, considerando lo feliz que eres con tu familia.

―Es porque tenía cosas que hacer aquí ―se encogió de hombros―. Y no mentí cuando dije que papá me obligó a tomar un avión y venir.

―Entonces, ¿debo agradecerle a tu padre por darme el privilegio de volverte a ver? ―Jungkook asintió, serio―. Mierda, es que en serio, lo veo y no lo creo ―pasó una mano por su rostro, pensando en todo―. ¿Cómo creciste tanto?

―Los estadounidenses comen mucho pollo con hormonas ―Jimin rio, lanzándole un golpe―. Aish, no sé, ¿será por mis genes? ―puso sus manos en v, haciendo pose de flor―. No imaginabas que sería así de guapo, ¿cierto?

―Dios, cállate ―rio, abriendo la puerta del auto para salir―. Necesito un poco de aire, esa es mucha información.

―¿Llevas dinero? ―preguntó Jungkook, bajándose para ir tras de él―. Pasemos por un puesto callejero; creo que mi apetito volvió.

―Que conveniente para ti ―rio entredientes, esperando que el menor llegara junto a él―. ¿Y cómo pudiste ocultarme que eras bailarín? ¿¡Cómo pudiste ocultarme incluso que estudiabas en la universidad donde yo trabajo!?

―Hey, todavía no llego a esa parte ―sacudió su mano.

―¿Jung Hoseok? ¿Uno de tus profesores? Es mi amigo y sé que lo sabes, ¡era cosa de tiempo para que me enterara!

―Dos meses es, de hecho, bastante tiempo ―indicó, obteniendo una mirada filosa del mayor―. ¿A poco no te he sorprendido?

―Sí, pero eso explica tu destreza en el club ―Jungkook sonrió, bastante orgulloso de sí mismo. Jimin lo miró con ternura ante sus ojos hinchados―. Por cierto, ¿quién es el bailarín del que te enamoraste? Dijiste algo como eso aquella noche.

―Dios, ¿quién más podría ser, además de ti? ―respondió, arrugando la nariz.

―Jungkook, realmente te gusta tirarme el pelo, ¿cierto?

―Ah, ni siquiera lo pones en duda ―llevó una mano a su corazón, haciendo a Jimin reír―. Pero ¿qué harás si hablo en serio?

Jimin lo miró, sin responder. Jungkook le lanzó una sonrisa, de esas atrevidas que ahora lo caracterizaban, y no supo qué pensar. ¿Qué haría si hablaba en serio? ¿Existía esa posibilidad siquiera?

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top