El día que perdí.

Hay veces que parece que la vida se ensaña con nosotros. No deja de golpearnos, nos faltan las fuerzas para seguir y nos da la sensación de que hacer las cosas bien es inútil, pues todo nos sale al revés.

A lo largo de mi vida puedo contar los días malos que he tenido. Pero hay uno en específico que creí fue el peor de todos. Ese día marco un punto importante en mi vida, me cambio tanto y conocí a tantas personas que hasta el momento he llegado a pensar que ese día fue el mejor.

Ese año cursaba la preparatoria. Mi primer año. Se podría decir que fue uno importante. Ya que lo había conocido. Pero antes de hablar de él conocerán al que propicio todo. El tipo en cuestión era un año más grande. Guapo, popular, un buen tipo. Siempre riendo, jugando y hablando con todos. También era inteligente. Aunque yo sacaba mejores notas.

En ese entonces se podía decir que me había enamorado. Siempre me encontraba siguiéndolo a todos lados, me aprendí su horario y conocí a sus amigos, no era la única que trataba de ser mejor sólo para llamar su atención. Pero ninguna de esas chicas había tenido alguna oportunidad. En ese entonces yo creí que el destino nos había juntado.

Nos conocimos por un accidente. Yo estaba distraída, buscaba el lugar de la ceremonia de bienvenida ya que era el primer día, me perdía entre los enormes edificios de la escuela.

— Disculpadije cuando choque contra algo. Bueno más bien alguien.

— No te preocupes — escuche una voz decirme, cuando alce la vista vi a una mancha borrosa. Mis lentes habían caído al suelo al chocar, apenas iba a buscarlos cuando la persona con la que choque me los tendió.

Fue cuando vi a la persona más hermosa que pude haber visto nunca. Piel bronceada, sus ojos eran algo pequeños pero de un increíble color verde. El cabello lo llevaba corto y era de color castaño.

En cuanto me coloque los lentes lo vi aún mejor. Me dio una sonrisa y se fue.

Ese día había quedado prendada de él. Tonto, dirán y lo sé. Pero cuando se es joven uno comete tonterías y más si son en nombre del tan llamado amor. No tarde mucho en encontrarlo, al parecer era muy popular, comencé a seguirlo me volví una acosadora lo admito.

Había logrado llamar su atención semanas después, cuando los profesores buscaban delegar a algún alumno el ser presidente del consejo estudiantil. Nos habíamos reunido los mejores promedios de cada clase.

Nadie quería hacerlo, todos ansiaban disfrutar de sus tardes.

— Profesor, Mike puede ocupar el puesto — dijo Tony el mejor amigo de Mike un chico algo irresponsable.

Las risas se escucharon por el salón cuando un quejido de parte de Mike se escuchó.

Yo solo lo vi. Su cara mostraba fastidio. Era obvio que nadie diría yo, parecía ser que estaba solo en esto.

— Profesor yo lo haré, por favor déjeme tomar el puesto — hasta yo misma me sorprendí cuando mi voz inundó el lugar.

Mike sólo me vio y sonrió, articulando con la boca un simple <gracias>.

Los profesores estuvieron de acuerdo ya que yo tenía las mejores calificaciones de los primeros años.

Después de ese día había cambiado mi rutina. Me quedaba hasta tarde en la escuela, no había entrado a ningún club. Mi tiempo era comido por las responsabilidades. Ya no podía seguirlo a casa, ni podía ver con quien se iba de paseo.

Pero él me sorprendió, un lunes lo vi en la entrada de la escuela, tenía una revista en las manos, no sabía cuál. Cuando volteo a verme me hizo una pregunta, posiblemente si no hubiera estado tan emocionada por verlo las cosas serían diferentes.

— ¿Eres realmente la hermana de ella? — me enseño la revista donde efectivamente aparecía Madeleine Graham mi hermana mayor.

— Si, ella es mi hermana — por un momento creí que sería como siempre, que él comenzaría a hacerme preguntas sobre ella, a querer que le diera autógrafos o su número.

—Debe ser difícil, ¿Cierto? — me sorprendió, mis ojos se abrieron ampliamente. Él me sonrió y ambos comenzamos a platicar sobre mi trabajo en la escuela.

Desde ese día tomo de costumbre esperarme cada tarde de los lunes para llevarme a casa. La chica que era antes se entusiasmó con esos pequeños detalles y se hizo ilusiones.

Que tonta fui. Creyendo que ese hermoso chico pudiera quererme. Yo no era para nada como la hermosa modelo que mi hermana era. Yo solo era una chica simplona. Mi cabello era de un color naranja horrible que parecía zanahoria y mi cara estaba llena de pecas. No se podría decir que yo fuera una belleza.

Mi cuerpo seguía siendo el de una niña. Era un poco alta en comparación a las demás chicas de mi curso y lo único rescatable eran mis ojos plateados pero siempre se encontraban escondidos atrás de los lentes.

Aun así yo no pensaba. No media las consecuencias de mis acciones y un día de invierno me quise declarar.

— Mike — grite cuando salía de la escuela. Como siempre él me esperaba a la entrada.

Corrí un poco más para llegar junto a él.

— Mi hermana me hablo. — Comencé la plática. Mike siempre preguntaba por ella. Ya fuera para criticarla sobre su más reciente trabajo o supuesta relación.

— ¿Qué te dijo? ¿Cuándo regresa de su viaje? — preguntó de carrerilla.

— jeje dijo que te manda saludar. Y regresa en año nuevo. — mi hermana había dicho que nos tenía una sorpresa a todos. Estaba esperando ansiosa a que llegara. Posiblemente la mayoría puede pensar que odiaría a mi hermana por ser cruelmente comparada con ella, pero muy lejos de eso, ella siempre me aconseja sobre las cosas que pasan en mi vida.

Ella me había convencido de hacer lo que hoy haría. Desde el primer día que regrese con Mike a casa le había marcado a mi hermana para contarle lo que paso y como siempre parecía estar criticándola.

Ella solo rio y me deseo suerte.

— Mike. Tengo algo que decirte — me detuve bajo una farola. El día se había oscurecido por las gruesas nubes de tormenta.

Él solo se detuvo frente a mí. Sonrió y espero a que hablara.

— Verás tú... amm tú... desde hace tiempo... a mí... tú ¡¡ME GUSTAS MUCHO!! — termine gritando esta parte. La vergüenza me invadió y mi rostro adquirió un sonrojo enorme. Por un momento agradecí la sombra que me cubría el rostro. Alcé un poco la mirada para verlo esperanzada de que él sintiera lo mismo por mi pero quede en un pequeño shock al ver su expresión neutra.

— Lo siento pero tú no me gustas — me dijo con voz fría. Su mirada se había vuelto dura, tenía ese brillo que tanto odiaba ver en los rostros de las personas.

— P. pero siempre me a. acompañas a casa y tú...— mi mente se estaba quedando en blanco, tenía miedo de la respuesta que me daría.

— Yo solo me junte contigo para que me presentaras a tu hermana. — me sorprendí aún más. Así que todo fue una actuación para saber más de ella. Madeleine. Sólo por ella había sido amable conmigo.

— Por qué querías conocerla — murmure mi pecho se apretó.

Es cierto todos sabían de Madeleine Graham. Una chica de diecinueve años a la que habían convertido en modelo y cantante desde los quince. Una chica amable que se llevaba bien con todo el mundo.

— Así que fue por ella — volví a murmurar. Mis manos cayeron laxas a cada lado de mi cuerpo.

— Lo siento pero yo no podría salir con la rechazada, solo debo tener lo mejor — con cada palabra mi corazón se quebraba. Oír a la persona que amas decirte esas cosas dolía y mucho.

— Sólo por eso — dije, apretaba mis manos en puños tratando de contener la ira que me invadió. — Sólo me hablabas por ese motivo. Me dejaste creer que podíamos tener algo, juntos.

— No te confundas, yo jamás hice eso — dijo con semblante serio. — Yo solo fui amable. Tu sola te creaste las ilusiones. Madeleine y tú son tan diferentes. Ella es hermosa y contigo apenas si se puede diferenciar que eres una chica.

No pude soportar más las palabras que me decía. Di media vuelta y corrí.

No sabía dónde iba sólo quería alejarme.

Ese fue el momento en que mi vida cambio, para bien o para mal eso no puedo decirlo, he pasado momentos felices y algunos tan llenos de angustia. Ese día hace diez años conocí a una persona especial que me hizo sentir tantas cosas.

Corrí lo más rápido que pude hasta que mis piernas dolieron y me costaba respirar, llegue a un parque completamente empapada me refugie un poco de la lluvia. Mis piernas me guiaron a un banco no muy lejos en donde me senté a llorar.

Si, él tenía razón. Yo solita me hice de una historia de amor en mi mente. Temblaba de frio, pero no era por estar empapada.

— Hola señorita — escuche una voz a mi lado con un tono algo infantil. Se escuchaba de lo más alegre — ¿Usted también se refugia de la lluvia? Yo no sabía que el día se pondría así.

Alcé mi cara y vi a un chico parado frente a mí. Vi como su cara se ensombrecía un poco. Supongo que por la preocupación.

— ¿Estás bien?

修正 - エディション 11/07/2017

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