CAPITULO DOS

ESPERANZA
"El día en que te conocí"

Marzo, año 2010.

Eran exactamente las ocho de la mañana, las calles eran frías y no había rastro de gente alguna. Todos parecían ir en vehículos particulares de un costado a otro sin importar los peligros que causaba la humedad de las carreteras.

Chay Weber, una adolescente de tez morena y cabellos negros corría con mucha desesperación con sus cachetes y nariz rojiza, pues era su primer día de instituto y todo había comenzado relativamente mal.

Su padre, aún se encontraba de viaje en Berlín por trabajo y no había comprado siquiera un solo lápiz para que pudiese estudiar. Pero vaya suerte tenía ella que sus tíos se preocupaban bastante de sus estudios y bienestar cuando éste no estaba presente, comprando así todos los útiles que necesitara para comenzar una nueva etapa en su vida.

Su hermano, un rebelde sin causa, por su parte se encontraba en casa de otros tíos aquella vez por la misma razón que ella, aunque ellos no quisieron ayudarle tanto como le habían hecho en su caso y Chay sentía cierta pena por él. Era su hermano menor a fin de cuentas. No merecía el trato que le estaban dando.

Desde que sus padres se habían divorciado y su madre dio la custodia a su padre sin razón aparente, el chico era un cascarrabias y se les iba de las manos. Pero Chay no podía hacer nada contra ello, no si se encontraba bastante lejos de él y además, ella tampoco era una santa.

Hidan no le escucharía.

El timbre sonó en todo el lugar y la pelinegro logró llegar a tiempo para su primera hora. No pudo evitar sonreír y hacer un amago de triunfo por haber batido su récord en correr. Aunque luego recordó que solo estaba en la puerta y tuvo que correr otra vez hacia su salón, el 13B.

A este punto del día podría ser una atleta, o eso pensó.

El maestro aún no llegaba y Chay aprovechó de ingresar, capturando el rostro de todos los que serían sus compañeros durante esos cuatro años que le quedaban antes de ingresar a la universidad —si es que lo hacía—. Chay quería ser una de las primeras en hacerlo de su familia, aunque le llamaba más la atención el tema de seguridad policial.

Sobre todo por la influencia de uno de sus tíos, quien era sargento de fuerzas especiales en dicha compañía, una de las mejores en Wurzland.

Sí, Chay Weber admiraba demasiado a sus tíos. Ellos lograron lo que su padre no y eso le llenaba. Además, tenía tíos para regodiarse.

Ehh... disculpa, ¿tienes un portaminas?

Chay observó al chico de su costado en el pupitre y él le sonrió con inquietud, pues parecía causarle nervios hablar a alguien que no conocía, pero realmente necesitaba de un lápiz y solo ella se encontraba a su costado.

─Eh... no, pero tengo un lápiz común, ¿te sirve? ─respondió ella, buscando en su bolso aquel implemento tan necesario para los estudiantes.

Él asintió, sacando uno de sus cuadernos al escuchar como la maestra comenzaba a parlotear sobre matemáticas. Odiosas matemáticas.

─Ten. ─dijo la pelinegro, señalando el lápiz de su mano.

El chico lo tomó de inmediato y le regaló una sonrisa como agradecimiento, una bastante agradable a pesar de tener sus caninos algo afilados.

─Gracias. ─dijo, anotando el nombre de la maestra y las asignaturas que ésta había puesto en pizarra.

La chica hizo lo mismo, sólo que con un lápiz diferente.

─Por cierto, soy Kiba. ─volvió a hablar el chico, sin dejar de anotar.─ Kiba Inuzuka.

Chay sonrió de lado y no dejó de hacer lo suyo.

─Chay, ─respondió─ Chay Weber.

─Es un lindo nombre, digno de elogio la verdad. ─aduló con muchas ganas el castaño de ojos ennegrecidos, haciendo que la chica se sonrojara levemente.

─Gra-gracias. —tartamudeó— ¿Supongo?

Kiba soltó una pequeña carcajada ante su reacción algo tímida y la maestra lo descubrió, acercándose así a ambos enseguida, su mirada demostrando mucho enfado.

─Les escucho cuchichear una vez más y saldrán de la clase, ¿entendieron?

Ambos asintieron bastante nerviosos, pues la mujer era muy aterradora para el gusto de ambos. Aunque tenían muchas ansias de reír.

─Lo siento, ─murmuró el moreno en su oído en cuanto la maestra volvía al pizarrón─ no fue mi intención.

─No te preocupes.─respondió ella de igual forma, aún con cierta gracia en su tono de voz.

Entonces, ambos guardaron silencio al oír como la maestra comenzaba a enseñar y dedicaron su tiempo a prestar atención a la mujer. Después de todo, iban a estudiar y no a cuchichear, ¿o sí?

El receso llegó por segunda vez en el día y Chay no se había despegado de Kiba ni de su teléfono un solo mísero segundo. Le jodía no tener conocidos en el nuevo instituto pero aún así, le agradaba la compañía del moreno.

En lo poco que había conversado con él, ya lo encontraba un loco de remate y eso le alegraba. Pues, ella no era una santa después de todo. A pesar de sus cortos catorce años.

Fue entonces cuando ambos conversaban tranquilamente en una banca al costado de los árboles sobre locuras que se les viniera a la mente, que tres chicos se acercaron a ellos con miradas desafiantes. Los tres doblegando la altura de Kiba o la mismísima de la pelinegro.

Chay entreabrió su boca en cuanto les vio, a uno de ellos en especial. Sí, era muy enamoradiza. Y él la había enganchado casi al instante, pues era bastante guapo.

─¿Tienen dinero? Acá todos los nuevos pagan. ─habló uno de ellos, parecía ser de uno o dos cursos mayor y su cabellera era gris, sin contar la bufanda que cubría casi todo su rostro.

Kiba mordió su labio un tanto incómodo y negó con su cabeza.

─No.

Chay estaba ida, su mente imaginó cientos de escenarios en donde estuviese aquel muchacho de ojos ennegrecidos y gorra verde a un costado del peligris. Él era perfecto, sus rasgos y esas leves cicatrices en su mejilla en forma de dos garras. No pudo evitar el haber quedado embobada con su presencia.

─¿Has dicho que no? ─ahora hablaba el tipo del otro costado, quien tenía el cabello alborotado y una bufanda cubriendo su cuello. El clima no era el mejor, ciertamente.

Chay frunció el seño en cuanto le vio, pues a él le conocía. Solo no recordaba de dónde.

─Es que no tengo, de veras... ─explicó el castaño, confundido ante la reacción brusca de aquellos tipos.

El peligris soltó un bufido irritado e iba a volver a dirigir su palabra contra el Inuzuka. Sin embargo, otra voz fue la que habló;

─Y tú, ¿tienes?

Chay enrojeció por completo al notar como el chico de la gorra verde y ojos azabache había dirigido la palabra hacia ella con su dedo índice apuntando. Kiba arqueó una ceja.

─¿Perdón? ─respondió ella, saliendo de su trance.

─Que si tienes dinero, ¿tienes?─insistió él, a lo que su compañero de cabellera negra frunció el seño y negó con la cabeza enseguida.

─A ella no idiota, es prima de Kira.

─¿Tu hermana? ─soltó esta vez el peligris, confundido totalmente─ ¿Eso no la hace tu prima también?

El pelinegro de cabellos alborotados dio un suspiro y negó con su cabeza una vez más.

─No, es... ugh, larga historia.

Shisui Uchiha, logró recordar. Él era primo de Kira Namikaze o mas bien como él la llamó, su hermana. Era una historia bastante larga entre ellos, pues por lo poco que sabía la chica, él había sido abandonado por la hermana de uno de sus tíos. Sin embargo, el matrimonio Namikaze decidió acogerlo hasta que ya no fuese necesario y cuando ella llegó a casa de Kira a hospedarse, él ya no estaba.

Su prima jamás le comentó el porqué se había ido y ella tampoco se obligó a preguntar.

─Oye, ¿tienes o no?

Su mirada penetrante estaba sobre ella y la chica no tuvo más opción que buscar en sus bolsillos rapidamente al salir de su trance y sus recuerdos con Shisui. Si bien Chay no tenía la mejor situación económica, no podía decirle no al chico de sus sueños. Primero muerta.

─Es poco pero te han de servir... ─dijo, estirando su mano algo avergonzada frente a él.

El otro azabache de cabellos alborotados y bufanda soltó un grito de felicidad, aunque sabía que no estaba bien recibir dinero de ella siendo familia de su hermana pequeña, mientras que el de gorra verde sonrió de lado, aceptando aquellas monedas.

─¿Gracias...? —dijo, aludiendo a su nombre.

─Chay, Chay Weber. ─respondió ella, con alusión y él le dedicó una sonrisa algo más amplia.

─Chay. ─repitió el azabache antes de despedirse con su mano y observar las monedas─ Vamos, ya con esto alcanzamos.

Luego, hizo un ademán con su cabeza a los otros dos y ellos le siguieron el paso sin siquiera despedir a los nuevos. La pelinegro dio un suspiro, aunque luego de unos segundos sus órbitas se abrieron con sorpresa y a la vez, frustración.

Kiba rió.

─¡Demonios, Kiba! ¡No pregunté su nombre!

El día transcurrió normal, y Chay volvió a su "hogar", en donde el olor de su comida favorita inundaba todo el sector. Ella no dudó en sonreír y tras dejar su bolsón en el sofá corrió a la cocina para ver a su tío favorito cocinando. No se lo esperaba. Él solía trabajar mucho.

─Tío Minato, ─dijo ella, sus ojos brillando por la comida y su llegada repentina─ llegó temprano hoy.

Él sonrió y luego tapó la olla para observarla mejor. Bastante feliz de ver a su sobrina saliendo adelante por su cuenta. O bueno, con su ayuda en parte. Pero eso no importaba mientras lo hiciera.

─Ayer no pudimos celebrar antes de tu primer día de instituto, ya sabes, Kushina ha estado ocupada con el trabajo y con Naruto, ─respondió─ así que pensé hoy en hacerte algo, o bueno, a Kira se le ha ocurrido la verdad pero me apunto...

─No tenían por qué molestarse, enserio. —dijo— ¡Muchas gracias!

Minato sonrió y depositó un beso en su frente para luego sacudir su cabello de forma paternal. Chay rió. Él siempre solía ser así de cariñoso y simpático, por lo que no podía comprender cómo Kira se quejaba de su padre cada dos por tres. No lo encontraba lógico, ya quería ella que su padre fuese así.

─Se lo prometí a tu padre, desde que llegaste eres mi tercera hija. Lo siento.

─Tío Minato...

Chay enrodó sus ojos con gracia y solo se fue su habitación. En realidad, la de Kira. Aunque ella no estaba en casa a esa hora, pues salía más tarde del colegio.

Minato se sonrió al ver que se fue y solo siguió en lo suyo. Ella estaba toda una adolescente y lo comprendía, aunque no quería imaginar a su única hija en su situación. Solo a Chay. Kira era tan solo una niña aún.

Apenas Chay llegó a la habitación de su prima, saltó en la cama y dio un suspiro cansado, observando el techo. Pues, no dejaba de pensar en aquel tipo de la gorra verde. Era de ensueño y el día de hoy no le había visto por los pasillos luego del incidente del dinero, solo a Shisui junto con el canoso.

Así le había puesto Kiba. Chay se sonrió, seguramente Kiba y ella serían grandes amigos. Él era alguien muy alegre y simpático. Ella necesitaba gente así en su vida.

De pronto, su teléfono comenzó a sonar como de costumbre. Chay lo tomó y notó el sms, sonriendo enseguida al notar de quien se trataba.

"Negra, ¿qué tal el instituto? ¿Vale la pena inscribirme ahí el otro año? :/"

Chay rodó sus ojos y tecleó en su teléfono, sus uñas largas sonando en las teclas rápidamente.

"¡Marina! ¿Por qué es que siempre me sigues a dónde voy? >:( pero sí jaja vale la pena y mucho."

El teléfono sonó una vez más, mostrando la respuesta de su amiga la castaña. Era instantánea. Siempre amó eso de ella.

"¡No te sigo! ¿O acaso no quieres estar conmigo maldita traidora? >:("

"Estás loca, me encantaría pero ya sabes jaja necesito mi espacio :("

"No estoy comprendiendo, ¿acaso ya conociste otro hombre? ¡Si lo hiciste Lee va a morirse! Jajaja pero nos vale, ¿verdad?"

"La verdad... ¡Si hay otro hombre! Pero dios, no me recuerdes a Lee que me da vergüenza. "

"¡¿Queeeee?! ¡Te llamo de inmediato! :o"

Segundos más tarde, la castaña de ojos azulados ya estaba llamando. Pues, el teléfono de la pelinegro no demoró en sonar y ella, no siseó al responder. Era su mejor amiga después de todo.

─Marina, antes que digas algo yo...

─¿Cómo se llama? ¿Es guapo? ¿Mayor? ¿Ya te habla? ¡Invitalo a salir! ─la ojiazulada no pudo contener su emoción tras el auricular y la pelinegro no la culpaba. Siempre había sido así y le encantaba.

Ambas eran de esa manera. Tímidas y alocadas, una extraña combinación.

─Dios, Marina. ─dijo Chay, tomando su frente levemente mientras observaba los dibujos en el techo de su prima─ Solo le conocí hoy, sé que tenía unas cicatrices pequeñas en su mejilla y usaba una gorra verde. Estaba con Shisui y... ¿sabías que está estudiando ahí?

─¿Qué? —casi gritó— Pero si Shisui ya tiene 19, ni debería estar estudiando en un instituto... ¿Hablas enserio?

Chay asintió, incluso si su amiga la castaña no podía verla.

─Ajá, no me saludó pero sabía quien era yo. Años sin verle desde que se fue...

─Es cierto, ¿sigue igual de soso o algo ha cambiado? —preguntó— Cuenta los detalles Negra, no te quedes la información confidencial.

La pelinegro de ojos castaños soltó una risa e intentó recordar su rostro. Shisui parecía todo menos soso aquel día, de hecho por lo poco que pudo notar varias chicas estaban tras de él. Pero eso no era lo que importaba, ella quería saber más del otro, del tipo de gorra verde y cicatrices.

Realmente la había embobado.

─La verdad es que no lo sé, ─dijo, dando un suave suspiro─ pero su amigo estaba para morirse. Los dos estaban con un peligris de bufanda, ¿no te suena? Tú a todos conoces.

Un bufido se oyó desde la otra línea telefónica y Chay generó un puchero suave, realmente quería encontrar al amor de su vida aunque fuese en Facebook para ver sus fotos y deleitarse. Jamás se sintió así durante sus catorce años de vida teniendo a varios con los cuales regodearse, incluso si no era perfecta, y dudaba que alguien más pudiese lograr lo que el desconocido logró en solo dos segundos.

Pero si cuestionó su nombre algo había de querer, ¿no?

─Me temo decirte que no, solo conozco a Shisui. ─confesó la ojiazul de gafas tras la línea que las separaba─ Y ni recuerdo su rostro, pues sabes que cuando pequeña yo jugaba con Kira y él vivía ahí pero ya me entiendes. No lo sé.

Chay pretendió responder, sin embargo, una notificación había llegado a su teléfono sin previo aviso. Ella se sintió confundida, pues de tener algún mensaje no se esperaba uno a tan tempranas horas.

─Espera un momento Marina, me ha llegado algo te tendré que cortar.

─Pero pero...

─Te hablo luego, te amo.

Dicho aquello, la pelinegro de ojos ennegrecidos colgó la llamada y desbloqueó la pantalla de su móvil. Chay sintió extrañeza y al destino jugar a su favor, sin saber exactamente el porqué.

Y entonces, apenas picó la aplicación de Facebook notó tres solicitudes de amistad.

Shisui Uchiha quiere ser tu amigo.

Óbito Uchiha quiere ser tu amigo.

Kakashi Hatake quiere ser tu amigo.

Esto tiene que ser una broma. Se pensó, sorprendida y a la vez entusiasmada al ver la foto de perfil del segundo Uchiha que veía en sus solicitudes. Era él, el chico de la gorra verde y cicatrices. No pudo evitar pegar un grito de emoción.

Sin dudarlo Chay aceptó a los tres, y ahí... todo comenzó.

// Espero hayan disfrutado la lectura, esto es un mundo alterno pero igualmente pueden haber spoilers.

—o—

¡Hola!

Aquí vengo con el segundo capítulo, ¿qué les pareció? La verdad está corto pero así serán la mayoría (dependiendo de cuánto me tome una escena)

Por cierto, este capítulo no lo quería subir aún pero el primero supe que no se ve y tiene un montón de dramas 😭 así que de recompensa les dejo el segundo altiro jaja. Si ven esto, avísenme si el primero se ve por favor😭💓

Y eso, espero les haya gustado y gracias por leer💓

Adiosín💓

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