CAPITULO DOCE
ESPERANZA
"Sickness"
Residencia Weber, Actualidad, Wurzburgo;
—¿Tú papá está en casa?
Chay negó con su cabeza, mientras así metía las llaves de su casa en la cerradura con cuidado. Ella no quería hacer ruido alguno, no después de que Zoro se hubiese dormido en sus brazos. Porque si ahora despertase, sería muy difícil que se fuese a la cama de nuevo y no tenía ánimos de oírle gritar por toda la casa.
Aunque luego sí tendría una conversación con él. Porque lo de aquella maestra le había dejado demasiado inquieta como para dejarlo pasar. Zoro no era así. Al menos no en casa.
Finalmente, Chay logró abrir aquel trozo de madera e hizo pasar al Uchiha primero. El cual sin dudar un segundo lo hizo y quitó a Zoro de sus brazos para que así la azabache pudiese cerrar la puerta sin problema alguno.
—Ve a dejarlo a la cama, no quiero que despierte... —murmuró Chay, mientras señalaba con su dedo las escalas y guardaba las llaves en su pantalón.
—¿Y la película?
Chay enrodó los ojos.
—¿Acaso eres idiota? —susurró con molestia, a lo que el Uchiha soltó una leve risa.— Ya, llévalo.
—Eres tan enojona.
—Solo ve y ya, joder. —se quejó, a la vez que se afirmaba en la mesa que había cerca de su ventana— Ya me está doliendo la cabeza con todo esto...
—Se ve tan tierno cuando duerme, ni parece ser el demonio que es. —comentó el pelinegro, mientras le mecía un poco con esa leve sonrisa.— ¿Qué no lo has visto?
—¿Quieres ir de una puta vez y...
—Ya, ya. —bufó esta vez el azabache, finalmente subiendo las escaleras con el pequeño en brazos— Eres tan pesada, con razón Zoro no te hace caso cuando le mandas.
—Omitiré comentarios. —suspiró en respuesta ella, acercándose a pasos vagos hacia la escalera. Obito solía ser así y por eso prefería dejarlo hasta ahí— ¿Quieres comer algo? Tengo cereales, de esos que les gusta tanto a Zoro y a ti.
—Sí. —respondió, sonriendo hacia atrás mientras subía— Ponles yogurth también, y a ver si pones One piece en la tv.
—¿Esa serie aún se emite?
—Sí ¿Algún problema? —Obito frenó sus pasos para alzar sus cejas, desconcertado.
—Ninguno, —bufó ella— capitán.
—Así me gusta.
Tras aquellas palabras, el pelinegro de cicatrices en el rostro logró llegar a la planta alta junto a Zoro en brazos. La habitación nueva de Chay era bastante espaciosa y muy bonita. A comparación de su antiguo hogar en donde tuvieron varias aventuras.
Demasiadas. Al menos antes de la llegada de Zoro.
Posó el cuerpo tembloroso del pequeño en la cama y le tapó con unas fresadas. Observándolo fijamente de pies a cabeza durante unos segundos, porque parecía ayer que hubiese nacido y hoy estaba ahí. Demasiado grande, al menos para su gusto. Y se parecía demasiado a él.
Como para intentar negar que es mío. Rió internamente el azabache.
Posó su vista en sus cuadros, uno de su época escolar básica y otro de su titulación. Sinceramente ella había llegado muy lejos, a pesar de las dificultades que le dio el tener a Zoro tan joven. Sintió un poco de inquietud, porque él aún estaba ahí, trabajando en la mueblería desde que salió de la cárcel. Quizás, solo quizás debería terminar su carrera aunque no fuese lo suyo.
Después de todo eran solo dos meses ¿No?
Suspiró, segundos antes de pretender irse. Sin embargo, algo llamó su atención en el closet que había a un costado de la tv. Closet el cual, fue comprado por el mismo Obito apenas se mudó.
—¿Desde cuando que Chay...?
Una playera. Una enorme playera azulada yacía sobre sus pantalones en aquel closet. Y él no pudo evitar el tragar saliva por ello, porque esa playera no era suya. Ni de Chay o Zoro.
Seguramente de Tobirama.
No le agradaba la idea, porque si ella pretendía que Zoro no viese a Rin, debería hacer lo mismo y no llevar al idiota de Tobirama a casa. Encima de todo, odiaba pensar en que tal vez hasta hayan dormido juntos en aquella cama como para dejar su playera en ese lugar.
Lo admitió, sintió enfado por primera vez desde que supo que ella algo tenía con ese peligris atrapa delincuentes. Después de todo, él estuvo en el desalojo de la calle más horrorosa de Wurzburgo ese año. Por su culpa....
Rechinó sus dientes, por poco tirando de aquella playera al suelo como si fuese basura y luego salió de allí. Bajó las escaleras rápidamente y se lanzó al sofá como cuál sacó de papas. Mientras seguramente la chica estuviese en la cocina con los cereales.
Respirar. Eso necesitaba para calmar sus entrañas.
—Chay, —habló el azabache, a seño fruncido— ¿Qué has hecho últimamente?
La chica, un tanto confundida dejó de untar el cereal y respondió;
—Pues, nada. —dijo— Trabajar y salir junto a Kira ¿Por qué?
—No, solo preguntaba.
Chay se sintió confundida, sin embargo, siguió en lo suyo y también puso el hervidor para servirse un té o algo asemejado. Después de todo se sentía demasiado cansada.
Fue en ese momento, en que Obito se dio cuenta de algo. Al menos mientras buscaba la página donde emitían su serie favorita; One piece. Pues, el teléfono de Chay se encontraba en el sofá a su costado.
Perfecto para tomarlo.
Y como el azabache no era idiota, ni tenía vergüenza alguna junto a Chay; simplemente lo tomó y comenzó a revisar como si este fuese el mismo teléfono suyo. Whatssap, para ser más específico. A ver qué idiotez se encontraba.
Kiba🐕.
Marina❤️.
Uchiha 😒🔪.
Prima Kira.
Kagami💕.
Josh💕.
Hermano Hidan 🔪.
Tobirama😍.
No dudó un segundo en ingresar a esa ansiada conversación. Queriendo ver qué era lo que tanto conversaban.
¿Qué? Yo jamás he salido junto a Izuna a la disco, al menos no este mes y cuando vamos, lo hacemos solos. Sin mujeres ¿De qué hablas?
Sígueme mintiendo, que de igual manera yo me entero de las cosas😒.
Joder, eres tan terca. Te digo que no.
Pero da igual, vete con tus amiguitas. A mí no me tomes el pelo.
🤦🏻♀️🤦🏻♀️🤦🏻♀️ adiós entonces, a ver si cuando se te pasa me hablas.
✔️✔️
Obito sonrió. Al menos él ya no tenía esa clase de problemas, porque Rin no era así.
—¡Hey!
El azabache no tuvo ni tiempo para reaccionar, al menos antes de que la muchacha le hubiese arrebatado el móvil de las manos. Demasiado enfadada y muy sonrojada. Obito era un descarado.
—¡¿Quien te crees para cogerme el móvil?! ¡¿Acaso eres idiota?! ¡Maldito metiche!
Obito mostró sus dientes, tragando saliva al sentir como ésta lanzaba un cojín.
—¡Solo tenía curiosidad, no seas escandalosa Chay! —se excusó él, alzando ambos brazos con inocencia— Además, está bien que hayas dejado así a Tobirama. Porque lo que dije yo es verdad y...
Chay le abofeteó, logrando que el azabache se tomase el rostro de inmediato y soltase un quejido. Después de todo se lo merecía, estaba seguro de ello.
Por consiguiente, Chay extendió su mano para hacerle entrega del pocillo en donde había hecho su mezcla con el cereal. Armando paciencia. Obito no tuvo de otra y lo aceptó; simplemente dando un suspiro nuevo en cuanto ella se sentó a su costado, escondiendo de inmediato el móvil en sus bolsillos.
Eso le pasaba por meterse donde no debía. Pero al menos le agradaba que le hubiese creído a él y no a Tobirama.
—Yo no te reviso las conversaciones. —regañó ella tras unos segundos de silencio, mientras se asomaba a la mesa de centro para coger su taza de café— Eres un metiche.
—¿Por eso dejaste de hablar en la camioneta cuando veníamos a mitad de camino? —cuestionó, ignorando la sentencia anterior de la pelinegro mientras revolvía el yogurth en aquel pocillo.
—Es que es difícil creerle cuando está a mil metros lejos de mí, lo sabes. —explicó ella, un tanto frustrada mientras sorbaba su tan ansiado café.— Además, eso no te importa.
—¿Por qué no me importaría?
—Porque estás con Rin.
—Hey, no confundas. —se excusó él, su boca algo llena con cereales— Solo me preocupo porque como eres seguro te metes con cualquiera.
Chay inhaló todo el aire que pudo, antes de exhalarlo y ponerle una buena cara fingida.
—Sigue insultándome y te irás derechito a tu hogar de una patada ¿Comprendes?
—Que poco genio. —murmuró, mientras con el control remoto prendía la tv y simplemente ponía un programa común. Porque ver One piece solo le traía recuerdos que ahora no tenía ganas de conmemorar.
—El mismo tuyo.
Obito bufó, mientras comía de su tazón y Chay tomaba de su café. Ambos estaban en silencio y en paz absoluta. Porque Hidan no estaba en casa y Adler tampoco. Al menos eso fue hasta que la pelinegro tomó su móvil y comenzó a teclear en él. Cosa por la cual el azabache quiso observar, pero esta vez la mujer no fue tan idiota como para dejar que lo hiciera.
—Quita, metiche.
—¿Le dices "mi amor"? A mí no me decías así. —se quejó, queriendo picar en ella una vez más— Oye, Negra...
—Obito, que te quites de encima. —insistió en correrse aún más de su lado, tapando su móvil para que no viese el contenido— ¡Ya, quita!
—¿Saldrán? ¿A dónde? ¿Tan rápido le perdonas?
—Negro, ¿Quieres hacerme el favor de quitar tu maldito culo de...
—Un segundo.
Su momento metiche había sido interrumpido por el mismo móvil suyo, en donde al divisar la llamada pudo ver que se trataba de ella; su madre. Solo por esa razón volvió a su posición y alzó su mano en un break.
Se extrañó, pero aún así descolgó la llamada. Chay curiosamente quitó sus dedos del teléfono y comenzó a observarle. Sí, también era una metiche.
—¿Mamá? ¿Qué ocurre? —habló, al notar que ella no lo hacía tras la línea.
—¿Dónde estás? Ya es tarde y aún no te veo empacando tus cosas. —se oyó tras la línea telefónica. Chay también pudo oírlo— Fugaku está de muerte aquí, porque ni Sasuke, Izuna y tú han ayudado en esto.
Obito enrodó los ojos.
—Izuna está de viaje, y Sasuke no tengo idea. —respondió— Yo estoy en casa de Chay, me quedaré aquí porque Zoro tuvo unos problemas.
Mikoto soltó un bufido.
—Espero que los problemas sean realmente de Zoro, y no de Chay. Te la pasas ahí. —dijo, un tanto fastidiada— Trataré de hablar con Fugaku pero mañana temprano te quiero en casa empacando ¿Entiendes?
Entonces, Obito cayó en cuenta de algo que había dejado pasar.
—Espera espera, ¿Quieres decir que has conseguido arriendo?
—Algo así... —balbuceó ella— pues...
—No pretenderás tirarnos a la calle ¿O si?
—No, hijo. —explicó, con un suspiro— Madara ha dejado su hogar para ustedes, o bueno, dos habitaciones mientras consiguen uno para cada uno.
—¡¿Qué?! ¡Ni te pienses que iré a vivir ahí! —exclamó él, desesperado— ¡¿Acaso te has vuelto loca?!
—Obito, no me grites. —regañó la mujer, mientras Chay tan solo observaba lo tenso que se había puesto el Uchiha— Por ahora es lo único qué hay, además no les cobrará la estadía. Solo tendrán que pagar lo básico como luz y agua. Además, ¿No era que tanto querían irse? Ahora parecen aferrados a este lugar.
—No es eso, mamá. —gruñó el azabache— Nosotros no queremos que sigas ahí con Fugaku, ya no es necesario.
—¡Ah! ¿Por eso quieren seguir viviendo aquí?
—No, la verdad es que yo al menos... sabes que es difícil para mí conseguir un subsidio con mis antecedentes. —intentó explicar, tragando saliva— Además, no tengo el dinero suficiente para hacerlo. En el tema de Izuna, él... no tengo la menor idea de por qué sigue aquí. Con Sasuke es diferente porque es más pequeño y obviamente no tiene empleo como para irse y lo sabes. Itachi me da igual lo que haga pero joder... ¿Realmente nos necesitas fuera tan rápido? Podrías darnos tiempo de conseguir otro lugar que no sea el hogar de Madara.
—Es lo qué hay por ahora, lo siento. Fugaku se ha hartado de ustedes y yo...
—Adiós.
—¡Espera! —exclamó la mujer, una vez Obito intentaba cortar la llamada— Si estás en casa de Chay intenta no decírselo a Rin... Vino esta mañana y me preguntó sobre tu relación con ella, porque está preocupada y...
—¡Oh, vamos! ¡¿Podrías dejar de meterle cizaña cuando no estoy?! —gritó, bastante cansado del tema entre Mikoto y su novia— ¡Chay es la madre de Zoro y yo soy el padre, es mi obligación venir! ¡No trates de insinuar cosas que de verdad no son, pareces adolescente en busca de chismes!
—Obito, es que yo también me he preocupado porque vas más de lo que deberí...
—Jódete.
Dicho aquello, el azabache colgó la llamada. Tomando así con ambas manos su cabello para luego dar un suspiro.
—No digas nada ni me molestes, no estoy de ánimos. —avisó hacia la pelinegro, notando de inmediato ese lecho de burla por ser motivo de pleitos entre él y Rin.
—Uy, lo siento señor poca paciencia.
Obito medió una mala cara, y con el mismo móvil se puso a teclear en él. Su seño levemente fruncido por todo lo que había hablado con su madre.
—Oye, sobre el arriendo... —comenzó a decir la chica, esta vez siendo algo sería con el tema. No lo molestaría— Si no quieres irte a ese lugar, podrías quedarte aquí mientras consigues uno. Marina ya se ha inscrito y pronto tendrá casa propia, dudo que no lo consigas.
—Negra, siquiera venir ya me da problemas... imagina si me vengo a vivir. —explicó, esta vez dejando el móvil a su costado para observar a su antigua novia— Agradezco que lo hagas pero mejor paso, porque no quiero mal interpretaciones.
—Bueno, tampoco quiero meter cizaña pero vienes por Zoro. No por mí. —explicó ella— Además, si tantos problemas te daría venir a vivir aquí por un tiempo, pues que te de alojo ella. No puedes ir a ese lugar, menos con Madara en casa... te hará mal ¿Es que acaso no lo ven?
—Pues no lo sé, si me ofreciera vivir con ella sería genial. —respondió— Pero me daría vergüenza, no lo sé... su familia es más elevada.
—¿Y eso qué?
—No lo sé, me siento mediocre a su lado ¿Sabes? Ella es como demasiado wow y yo...
—No te desmerezcas, Obito. —bramó la azabache— Que ella estudie Medicina en la mejor Universidad de Wurzburgo no la hace mejor que tú. Ni que nadie, quien sabe si ha ingresado por el dinero de los padres o que se yo.
—Si pero... ¿No te sucede con Tobirama? Él es el mayor en las fuerzas militares, está a otro nivel y esas cosas. Además tiene a miles de chicas atrás, como Rin que tiene a toda la Universidad a sus pies.
—Pues... —balbuceó ella— No es que me sienta menos como tú, porque sería desmerecerme como persona pero si me da un poquito de celos. Tampoco es como que seamos pobres, Obito.
—Lo sé, la mueblería me paga bien...
—Demasiado, porque ganas más que yo.
—Pues sí, pero...
La sentencia de Obito fue cortada en un segundo por el sonido de las escaleras, cosa por la cual Chay se puso de pie enseguida al ver como Zoro las bajaba rápidamente y rascaba su ojo derecho, somnoliento. Sus ojos algo llorosos y medios rojizos.
—Mamá...
—Hijo, despertaste... ¿Tú papá grita muy fuerte? —intentó sonar amable, tirando indirectas bastante directas hacia Obito por sus gritos anteriores.
Aunque Zoro negó con su cabeza.
—No me siento muy bien.
Ahora el rostro de Chay había cambiado por completo desde la molestia hacia la preocupación, ésta vez siendo demasiado obvia por el pequeño Uchiha. Obito se puso de pie de inmediato y se acercó a ambos, también algo preocupado.
—¿Qué ocurre? ¿Tuviste una pesadilla, te duele algo?
Zoro negó con su cabeza, aún medio somnoliento mientras una de sus manos se posaba en su barriga. Luego, al ver la mirada fija de Obito sobre él comenzó a llorar.
—Oye, ¿Qué te sucede? No llores bebé, estás con nosotros. —comentó enseguida la mujer, limpiando una y otra vez sus lágrimas— ¿Qué pasó?
—Papá me va a regañar. —sollozó, tosiendo un par de veces luego. A lo que Obito enrodó sus ojos.
¿Desde cuando era el ogro de Zoro?
—No voy a regañarte ¿Qué te pasó, Zoro?
—Promételo. —insistió el pequeño, sorbando el moco una vez Chay le tomaba en brazos y fruncía el seño.
—Lo prometo, Zoro. —respondió el azabache, esta vez acercándose aún más con su rostro detonando algo de preocupación.
—Es que... hice algo malo.
—¿Qué hiciste? —cuestionó Chay, aún limpiando aquellas lagrimas.— Zoro...
—Vomité en la cama, no sé por qué pero lo hice y yo no quería. —sollozó aún más fuerte mientras meditaba esas palabras rápidas y se aferraba de la mujer— Ahora me van a regañar por haber ensuciado todo y...
Obito posó su mano sobre la frente del pequeño y medió una leve mueca. Chay también estaba preocupada.
—Tiene fiebre, tal vez debamos llevarlo a médico... ¿Qué hora es?
—Son las 10 y algo.
—¿Qué? ¿Iremos al doctor? —cuestionó Zoro, tosiendo una vez más mientras su rostro detonaba terror— No quiero, mamá. No quiero ir.
—Zoro, así vas a mejorarte pronto porque parece que te has enfermado. —dijo ella, besando suavemente su mejilla— No te harán nada, no tengas miedo.
—¡No quiero ir! ¡Papá es médico que él me vea!
Obito soltó un bufido, mientras tomaba las llaves de la camioneta.
—No soy médico, Zoro. —explicó, mientras abría la puerta.— Negra, ponle algo encima. Yo iré a sacar la camioneta.
—Vale.
Chay no dudó un segundo en subir las escaleras junto a Zoro, quien lloraba en silencio sobre el hombro de la pelinegro e insistía en no ir. De todos los días, justo aquel tenía que caer enfermo. En donde ambos padres se estaban llevando "bien".
Zoro a pesar de ser un niño, no pudo evitar el sentirse mal por ello.
—Quédate ahí un momento, tomaré tu chaqueta. —habló la azabache, bajando al pequeño de sus brazos en la habitación para ir a su closet. — Joder, que desorden. Hasta hay una playera de Hidan aquí...
—Mamá, perdona. Yo no quería. —sollozó una vez más el Uchiha menor. Observando así su desastre sobre la cama con un breve puchero.
—No te preocupes Zoro, estas cosas pasan. Lo importante ahora es que te pongas mejor ¿Vale?
—¿Y papá?
Chay frunció el seño.
—¿Qué ocurre con él?
—¿No está enojado? —insistió el pequeño, mientras Chay colocaba su chaqueta en él.
—No, solo está preocupado. No pienses en eso.
Zoro bajó la mirada y jugó con sus pies, minutos antes de que Chay le tomase en brazos de nuevo para bajar las escaleras e ir hacia la furgoneta azulada de Obito.
El cual piteó varias veces solo para molestar a la azabache.
—Maldito hijoputa. —murmuró ella, una vez cerraba la puerta de su hogar con las llaves. Zoro tosió.— Mierda.
—Mamá, no digas groserías.
—Lo siento, culpa a tu padre que me apresura.
El pequeño tosió un par de veces más y simplemente calló con un asentimiento de cabeza, mientras así Chay ingresaba por fin a la camioneta junto a él y cerraba la puerta. Ambos tenían que ver un médico.
Hospital Municipal de Wurzburgo.
—Obito ¿Tú madre no está de turno? —cuestionó la azabache después de un silencio, su voz algo cansada tras largas horas de espera en ese lugar.
El pelinegro alzó sus hombros.
—¿Quieres que la llame? —respondió, tomando su teléfono con mala cara y un suspiro. Zoro en cambio, parecía bastante tranquilo en los brazos de su madre y simplemente quedó en silencio.
—Pues si, así le atienden más rápido.
Obito carraspeó un par de veces y luego marcó el número de Mikoto. Una vez contestó la mujer, el azabache se puso de pie para hablar junto a ella en un lugar que no estuviese Chay o Zoro. No porque ellos molestasen, pero él no solía hablar muy bien con aquella Uchiha.
—Mamá... —murmuró el pequeño de pronto, apuntando hacia otro asiento con su dedo— ¿Por qué esa mujer lleva muletas?
Chay medio sonrió, al menos no estaba tan decaído como hace unos minutos.
—Tal vez tuvo un accidente, o nació con algún problema. —respondió— Pero no le apuntes, es de mala educación. Además, es muy normal ver a personas así.
—¿En serio?
—Ajá, —dijo— ¿Qué no has visto a Kiba? Él usa muletas también.
—Oh, pero Kiba solo usa una y solo a veces. —explicó el pequeño, luego tosió un par de veces.— Esa mujer las ha usado todo el tiempo.
Chay suspiró.
—Pero Kiba no siempre usó solo una, hubo un tiempo donde utilizó silla de ruedas también. —intentó explicar la azabache, a lo que Zoro asintió— Pero no te preocupes de eso, porque a cualquiera puede pasarle algo así.
—¿En serio? ¿A mí también?
—Sí, aunque espero que eso nunca pase. Para eso tienes que tener cuidado y siempre hacernos caso ¿Vale?
—Ajamp.
Chay dio otro suave suspiro y zapateó en el suelo un par de veces mientras observaba la tv que había en la sala de esperas. Zoro parecía muy tranquilo, y su temperatura era alta. Quizás era un simple resfriado, pero ella no podía evitar el preocuparse. No obstante, quería aprovechar de igual forma esa instancia para sacar las verdades de su propio hijo sobre aquella maestra.
—Zoro...
—¿Hmp?
—¿Es cierto lo que ha dicho tu maestra hoy? —cuestionó, sintiendo como el pequeño se tensaba un poco y volvía a toser. Aunque negó con la cabeza al instante.
—No, —dijo— ella solo ve lo que el resto dice. Si a Goku vienen a decirle cosas feas... ¡Él se defiende! ¡Y eso es lo que hago yo!
Chay tragó saliva, inquieta.
—Creo que debo reducir tus horas de Dragón Ball... —murmuró, segundos antes de oír como éste tosía un par de veces más— Bueno, pero tampoco debes pasarte de la raya. Goku no golpea si no le han golpeado antes.
Zoro levantó su cabeza de dónde la tenía, solo para observar a Chay y alzar una de sus cejas con incredulidad.
—¿Y tú qué sabes de Goku? Ni siquiera ves la serie.
—Pues, tú papá me cuenta y...
—¿Qué yo te cuento qué?
Obito estaba frente a ambos, su seño levemente fruncido mientras rascaba su nuca. Como si estuviese incómodo y no entendiera ni la mitad de lo que hablaban.
—Nada, solo algo de Goku. —respondió ella, bufando. Zoro pretendió hablar también pero su madre nuevamente abrió su boca— ¿Y? ¿Lo pasarán antes?
—Mi madre no está de turno, vino en la mañana. —explicó el moreno, aún sujetando su nuca con nerviosismo— Pero de igual forma podemos pasarlo antes, Rin es...
—Ni de joda.
—Pero Negra, piensa que así podremos saber qué es lo que tiene Zoro más rápido y...
—No.
—¡Vamos! Ella no lo atenderá, aún no es médico pero anda de prácticas y justo hoy le toca. Rin solo le dirá a algún médico de adentro que lo vea y...
—¿Qué parte de "no", no entiendes?
Chay estaba siendo egoísta, lo sabía más que nadie. Pero había que comprenderla, ella no la quería cerca de Zoro, nunca lo quiso ni lo haría. Él era su hijo, no de ella.
—Pues venga, ya le he dicho que lo haga. —escupió el azabache, esta vez con mala cara hacia la pelinegro que rechinaba sus dientes como un completo animal.
—¡¿Acaso te volviste loco?! —exclamó de golpe, acaparando poco a poco la atención de los demás. Zoro tragó saliva, no le gustaban estas discusiones.
Y menos en público.
—Joder, Chay no grites. —gruñó él, esta vez volviendo a su posición en los asientos con la nariz arrugada.— Quiero que Zoro esté bien ¿Vale? No lo hago para joderte la vida, compréndelo de una puta vez. Y si tuviéramos que reclamarnos estas cosas, yo podría hacerte un escándalo también por llevar a Tobirama a casa. Así que no me vengas a poner esa cara aquí conmigo ¿Quieres?
—¿Tobirama? ¿De qué mierdas estás hablando? —gruñó ella en respuesta, bastante cabreada— Yo jamás le he llevado a casa.
—Pues genial, entonces quizás a qué idiota has llevado a la cama.
—Una palabra más y te juro que...
—No sigan peleando por favor, yo estoy bien.
La azabache frenó sus palabras al oír las temblorosas de Zoro, lucía un tanto avergonzado y recién ahora caía en cuenta de la mayoría de personas que les estaban observando. Qué idiota. Se dijo, segundos antes de dar un suspiro rendido.
Todo por Zoro.
—Tú ganas, —dijo— pero como le haga algo a Zoro... ya me conoces.
—Si si, ningún problema.
No pasaron ni diez minutos hasta que un jóven les llamo a los tres por el micrófono. Esta vez Zoro parecía más somnoliento que antes, y ninguno lo culpaba. Las horas eran evidentes.
Al ingresar a las salas donde atendían pacientes de urgencias, los tres fueron guiados hacia una sala en especial. En ese lugar estaba Rin, quien no dudó en acercarse apenas les divisó.
Chay tragó saliva al verla, porque después de todo si era digna de tener miles de hombres al asecho. Tan delicada, suave, delgada y con esa mirada que conmovía a cualquiera. Sin quitar el hecho de sus pechos conformes a su cuerpo, era demasiado bonita para su propio autoestima.
Y ella... cubierta de estrías hasta en los ojos.
—¡Obito! —exclamó ella, una sonrisa pintando su rostro mientras besaba su mejilla— Hola, Chay...
La pelinegro saludó a la mujer con la mejor educación que pudo y luego carraspeó. Zoro frunció el seño al verle en ese lugar. Pues, a él no le agradaba Rin.
—Y... ¿Qué ocurrió con Zoro? —cuestionó, su voz algo temblorosa y sonrisa algo fingida. Aunque tampoco se le podía culpar, pues también estaba de los nervios— La dra. Senju vendrá en unos minutos, si quieren le puedo tomar la temperatura y hacer la revisión hasta que llegue.
—Sí, por favor.
Óbito parecía sorprendido ante la madurez de la azabache, quien siguió sin duda alguna a Rin hasta la camilla en donde sentó al pequeño y le quitó las ropas de su torso para una revisión común. Él no se esperaba una reacción tan sutil de su parte, pero le agradaba la idea.
Chay lucía bastante bien cuando se proponía ser amable. Aunque lo era con todos, eso siempre le gustó de ella y pensó que con Rin sería distinta.
—A ver Zoro, inhala todo lo que puedas y cuando yo te diga exhalas ¿Okey? —indicó la castaña, ubicando así el implemento en su espalda descubierta tras haber notado la fiebre con el termómetro antes. Ya creía saber lo que el pequeño tenía.
Zoro asintió, aunque no quiso soltar la mano de Chay en ningún momento.
—Ahora.
El pequeño exhaló e hizo todo lo que Rin le había pedido con permiso de la azabache, luego se comentaron lo que había ocurrido con él desde la acera hasta llegar a casa. Omitiendo las discusiones y la maestra.
—Según yo, es un cuadro viral de amigdalitis. —comentó la castaña, luego de a duras penas revisar la garganta de Zoro. Porque sí, el pequeño azabache odiaba esa maldita paleta y con su garganta adolorida era todo aún peor— Y los vómitos seguramente fueron causados por la fiebre que tiene porque es alta, pero estará mejor en una semana. Aunque de igual forma es mejor esperar hasta que la doctora Senju lo diga.
Obito sonrió, sus mejillas levemente sonrojadas al ver a su chica de esa manera y con esa forma de hablar que tenía ella. Lo volvía loco.
—Gracias, Rin. —habló él, observando de re-ojo a quien vestía nuevamente a su hijo. Temía que ella dijese algo.
—No hay de qué.
Dicho aquello, una mujer de cabellos rubios ingresó a la habitación como si fuese su propia casa. Sin saludar ni mucho menos decir algo. Luego tomó asiento en su mini oficina y ubicó sus lentes como corresponde. Rin comprendió de inmediato su reacción y por poco corrió hacia ella para hacerle entrega de los papeles en donde había escrito los datos de Zoro.
Y la posible amigdalitis.
—Mamá ¿Ella es la doctora? —susurró el pequeño, tragando saliva con algo de dificultad.
Chay asintió, para luego bajarlo de aquella camilla y ambos caminar hacia el pequeño escritorio. Zoro bostezando mientras refregaba sus párpados.
—¿Usted es la madre? —cuestionó la rubia, a lo que Chay asintió— Vaya, bastante joven...
La pelinegro rascó su nuca con incomodidad y solo alzó sus hombros sin mucha importancia, notando como Óbito parecía no ponerle atención siquiera a ella. Solo a Rin, esa era su mirada.
En algún otro momento de su vida le hubiese ahorcado en casa, pero ya le daba igual.
—En fin, le recetaré unas tabletas para la fiebre y la infección. —habló nuevamente la rubia— No es algo grave pero si no se cuida puede serlo, y... no creo que sea necesario una licencia. Pero si usted cree que es mejor, no me importaría dársela.
—Muchas gracias, dra. Senju.
Ella asintió, asiendo unas maniobras y entregando unos cuantos papeles a Chay con toda la amabilidad del mundo. Mientras de esa manera Obito esperaba afirmado de la pared a brazos cruzados, se sintió confundido.
—Pueden retirarse.
Chay cerró la chaqueta de Zoro y luego le tomó de la mano para poder salir, mientras que Obito se decía unas cuantas palabras con Rin. Solo por esa razón pretendió salir aún más rápido, pero Zoro se lo impidió.
—¡Papá, ya nos vamos! —gritó, con su seño fruncido y su dedo índice apuntándole. Se le veía cabreado.
—Voy, voy. —respondió el azabache, besando rápidamente la mejilla de la mujer para caminar hacia ellos.
Zoro soltó un gruñido, demasiado enfadado a pesar de su fiebre.
—¡Mi mamá es más bonita, tu eres una oing!
Chay estaba sorprendida, y muy avergonzada por lo que Zoro había dicho. Solo por esa razón le empujó rápidamente hacia fuera y le obligó a caminar más rápido mientras le regañaba. Obito se había molestado bastante con ello y Chay lo sabía mejor que nadie.
Ahora de seguro creería que ella le decía ese tipo de cosas para que él lo hiciera, aunque no fuese así.
—¡Hey, dejen de correr! —exclamó el azabache, esta vez alcanzando el paso de ambos con desconcierto. Zoro mordió su labio inferior en un puchero enseguida, mientras las vagas lágrimas caían de su rostro.
Chay ya le había dado un buen sermón por esas palabras.
—Zoro, nunca más te quiero oír que digas algo así ¿Me captas? —regañó el pelinegro, su seño muy fruncido mientras el pequeño lloraba suavemente— Ella te ayudó hoy, así que no deberías decir ese tipo de cosas ¿Dónde mierda has aprendido eso? ¿Qué no te das cuenta que...
—Ya, Obito. —le reprochó la azabache, nuevamente tomando al pequeño Uchiha en brazos— Ya le di un sermón y no lo hará nunca más. Déjale, que si sigue llorando más le subirá la fiebre.
Obito bufó.
—Claro, por ti fantástico que lo diga.
—¿Quieres parar? —gruñó ella, frenando el paso a las afueras del hospital— Deja de hacerme creer como que soy yo quien le enseña malos hábitos, porque esto que ha dicho no lo ha aprendido de mí.
—¿O sea que soy yo?
—¡No, joder! —exclamó, algo harta— Pero solo... solo paremos por ahora ¿Vale? Suficiente tuvimos con la maestra esa y ahora el hospital. No quiero pelear ahora ¿Comprendes?
Obito enrodó sus ojos y simplemente soltó un suspiro, asintiendo hacia su ex novia antes de volver a caminar hacia el estacionamiento. Zoro apretó aún más el cuello de su madre, pues él ya no quería llorar más.
Y por ahora, tenían que estar en paz los tres para la misma salud de Zoro. Por mucho que les costase.
Días después.
Residencia Namikaze, Wurzburgo.
Dos palabras; mala idea. El azabache de cicatrices en su rostro había tenido una malísima idea. Pero aún así poco le importó ese día, pues Zoro era el más contento con la idea de estar ese sábado en casa de Kira junto a Amara, incluso si ese fin de semana era exclusivo de padre e hijo.
Lo hubiese dejado con Sasuke, o tal vez con Izuna. Pero ambos tenían planes y no lo dejaría con Itachi jamás; antes muerto. Mucho menos con su madre o Fugaku, y solo quedaba Kira para este tipo de situaciones. Ella siempre les salvaba de todo.
Sí. Obito tenía planes, y como Chay no había querido ceder a los suyos para que él pudiese hacer sus cosas tranquilo, él decidió encargarlo con la rubia. Aunque a vista de la pelinegro era justo que fuese así.
Pues, era su deber como padre ese fin de semana. Sin quitar el hecho en que solo tenía que llevárselo fin de semana por medio, y como se dijo antes no lo encontraba justo. Porque él sabía que ese día debía quedarse con él.
¿Por qué hacer planes sabiendo que ese día era especial de Zoro?
—Obito ¿Estás seguro que Chay...? —insinuó la rubia, entrecerrando sus ojos al no creer en sus palabras. Mientras Zoro ya se había ingresado corriendo hacia Amara para darle un enorme abrazo, abrazo que ella rechazó al instante.
A veces, solo a veces... Zoro era un tanto cariñoso y eso a la pequeña azabache no le agradaba.
—Si, sí. —respondió él, alzando su cabeza y rascando su nuca a la vez— Solo serán unas horas mientras hago unos trámites, ya le di los medicamentos de la mañana y está almorzado. Así que de eso no te preocupes. Solo tienes que verlo y esas cosas... No es mucho, además le agrada estar contigo y con Amara.
Kira no parecía creer aún, porque si el azabache tuviese un inconveniente, la mismísima Chay le hubiese llamado para cuidar de su bebé. Más si estaba enfermo desde hacía unos días, no lo encontraba lógico.
Sería mucha responsabilidad para la joven Namikaze.
—¿Y si le da fiebre o algo? Acá no tengo esas cosas Obito...
—Pues... me llamas y vengo enseguida a por él. —insistió, ambas manos juntas en una súplica— Solo serán unas horas y dudo que a Chay le moleste. Pero realmente es urgente... por favor.
Kira medió una mueca y le analizó de pies a cabeza, realmente parecía incómodo con todo a su alrededor. Más si pocas veces se hablaba con ella por todas las malas referencias que tenía de la gente. Sin embargo, luego soltó un suspiro. Después de todo a ella no le molestaba el quedarse con el pequeño Zoro.
Aunque... luego llamaría a Chay para asegurarse. Porque algo extraño tramaba el pelinegro, podía sentirlo y ella siempre apoyaba a su prima.
—Está bien, te llamo en caso de cualquier cosa. —dijo, logrando que el azabache pudiese respirar como corresponde y mediase una enorme sonrisa.
—Gracias, Kira. —comentó, observando hacia dentro del hogar para buscar a Zoro con la mirada— ¿Puedo...?
—Adelante.
El moreno ingresó a aquella casona apenas Kira se movió de la puerta, incómodo y yendo enseguida hacia Zoro para luego hincarse, acomodando su cabello como despedida e interrumpiendo el pequeño juego que tenía con Amara.
Sin embargo, el pequeño pelinegro parecía molesto y la azabache de ojos azulados tan solo observó desde donde estaba. Curiosa.
—Volveré en unas horas, si te sientes mal le dices a Kira y ella va a llamarme ¿Vale? —comentó, aunque el pequeño seguía de brazos cruzados ignorando sus palabras— Oye, Zoro...
—Estaba jugando con Amara, —gruñó— ya no interrumpas. Eres un metiche. Vete ya con la oing.
Ahora Obito parecía desconcertado y hasta algo molesto, pues no le agradaba cuando su propio hijo le hablaba de esa manera. Aunque solo a veces, otras ya le daba igual.
Últimamente con él era demasiado desagradable. A Chay nunca le hablaba de esa manera.
—Oye, ve bajando los humos conmigo ¿Quieres? Solo serán unas horas y estarás con Amara y Kira. —gruñó el mayor, poniéndose de pie con el corazón en mano al ver como este seguía ignorando sus palabras y fruncía el seño— Pórtate bien y haz caso a Kira, yo me voy. No vuelvas a hablarme así.
—Adiós. —gruñó el pequeño, enredando sus ojos— Que te vaya bien con la oing.
Óbito tragó saliva ante sus palabras y frenó un poco sus pasos ¿Qué clase de Niño estaba siendo Zoro? ¿Cómo es que decía esas cosas y encima con su doble intención? Y lo peor ¿Cómo se atrevía a decirlo en casa de Kira?
—Cuida tus palabras Zoro, —regañó, con su nariz arrugada— no querrás que te castigue ¿O si?
Zoro soltó un nuevo gruñido y simplemente caminó hacia la habitación de la rubia con su rostro muy amurrado y molesto. Amara siguiéndole detrás.
Zoro odiaba cuando Obito prefería salir antes que pasar un día con él. Era pequeño, pero poco a poco se iba dando cuenta.
En cambio, Obito tan solo tomó su frente con su mano libre y soltó un suspiro, segundos antes de caminar hacia fuera de aquella casa.
—Adiós Kira, gracias por cuidarlo.
—No hay de qué.
Musitadas esas palabras, el azabache caminó hasta la camioneta y volvió a su asiento piloto. Frustrado. Enseguida cerrando la puerta y metiendo las llaves bajo el manubrio. Lucía molesto, tanto así que las llaves ni siquiera hacían bien su trabajo.
—Maldita llave, hijaputa. —bramó, rechinando los dientes mientras seguía tratando.— Justo hoy no funcionas.
—Hey, estás poniendo la que no es.
Obito dio un suspiro y volvió a tomar las llaves para buscar la correcta. Mientras de igual forma, Rin tan solo observaba preocupada desde el asiento del copiloto. Sus dedos jugando entre sí al sentirse algo incómoda fuera del hogar de Kira.
Porque aquel no había sido el primer palabrazo de Zoro.
—Neh, amor. —volvió a hablar ella, notando como éste se había rendido y simplemente recostaba su cabeza en el manubrio con suaves quejidos— ¿Qué te pasa? ¿Chay te ha dicho algo? ¿Zoro...?
Obito negó con su cabeza, y entonces, Rin comenzó a dar suaves caricias en su cabello. Relajaba, vaya que lo hacía.
—Es que Zoro ha estado insoportable, no lo entiendo. —murmuró, esta vez quitando una de sus manos del volante para acariciar la pierna de la castaña.
—Está enfermo ¿Qué más esperas?
—No, pero no es eso. —intentó explicar, bastante frustrado— Tira palabrazos donde quiere y cuando se le da la gana, sobre todo contigo. Eso no se lo he enseñado yo y...
—Es normal, Obito. —respondió ella, soltando un bufido— Él ama mucho a Chay, es obvio que yo solo soy una entrometida. No te preocupes por eso, a mí me da igual.
—Pero es que... ¿Por qué a Chay no le reclama o le tira palabrazos a Tobirama? —bramó— Además ¿Qué sabe él de celilitis? Ni siquiera yo lo sé como para que diga que tú tienes.
—Es celulitis y pues... no lo sé, quizás Marina habla de más al defender a Chay como tú dices que lo hace. —trató de razonar la castaña— Ella me odia, y como Zoro siempre está con ellos pues lo aprende. Pero en serio amor, no te preocupes por eso que a mí me da igual.
—¿Estás segura?
—Ajá, —asintió— Zoro no es mi hijo. Así que no debería importarme lo que diga o haga.
Entonces, Obito medió una leve sonrisa y en cosa de segundos se acercó a sus labios para hundirse en un beso tierno y algo suave. Aunque bastante mojado para cualquiera.
—Te amo. —murmuró él, una vez se separaba de ella. La sonrisa siendo demasiado grande hacia Rin.
Ella soltó una risita, sonrojándose al instante.
—Yo a ti.
Por lo tanto, tras largos intentos con aquella llave, el azabache pudo arrancar la camioneta y ambos se fueron de ahí en un parpadeo. El festival SATB los esperaba, porque sí, ese era el ENORME trámite que él debía hacer.
Nótese la ironía.
—Neh, Zoro. —habló la azabache de ojos azulados, una vez la camioneta ya se había ido y sus trencitas definidas sobre sus hombros se removían entre si— ¿Te puedo hacer una pregunta de humano?
—¿Eh?
Zoro parecía confundido, y lo estaba. Mucho. Mientras que de esa forma Amara se tomaba la frente con frustración, pues encontraba a Zoro un niño muy tonto. Y es que él no conversaba ese tipo de cosas.
—Una pregunta de humano... —insistió ella— ¿No sabes que es?
El pelinegro negó con su cabeza, luego tapó su boca para toser un par de veces. Chay siempre le inculcaba el taparse al toser y estornudar, así que en eso él no tenía problemas.
—Bueno, —suspiró la azabache— déjame hacerte una y ahí sabrás lo que es. Mi papá me lo enseñó.
—Está bien, mi papá a mí no me enseña nada. —soltó el pequeño, pensativo— Solo jugamos o vemos películas.
—Pues... al mío le gusta charlar. —pensó en voz alta la pequeña, solo para luego alzar su bracito— ¡Muy bien, primera pregunta humana para ti!
Zoro tragó saliva, rascando un poco su nuca ante la cercanía que estaba teniendo Amara sobre él.
—Oye oye, pero más lejos. —dijo, empujándola. A lo que Amara dio un suspiro.— Me ensucias.
—¿A quien quieres más? ¿A tu mamá o a tu papá?
Zoro se tomó la barbilla, como si fuese la pregunta más difícil de todas las que le hubiesen hecho antes. Aunque sí que lo era. Porque los amaba a los dos.
—No lo sé, yo creo que...
—¡Yo a mi papá! —exclamó ella, alzando ambos bracitos— ¡Pero a mamá también! ¡Aunque mamá me regaña siempre!
—Eres rara.
—¡¿Cómo dijiste?! —Amara parecía desconcertada— ¡Tú eres el raro aquí!
—¡No soy raro!
—¡Pero tonto si!
—¡No, tú estás gorda!
—¡Y tú muy retardado!
—¡Tus papás no te quieren!
—¡Si! ¡Me aman mucho y por eso siguen juntos, no como los tuyos!
Zas. Zoro le había empujado con todas sus fuerzas hacia el suelo, ésta cayendo completamente de espaldas y chocando con la cómoda de Kira.
No pasó mucho tiempo antes de que Amara comenzase a llorar.
—Por tonta.
—¡Zoro! ¿Qué le hiciste? —oyeron ambos niños desde la puerta, mientras poco a poco miraban como Kira corría hacia Amara.— ¿Qué pasó?
—¡Nada, no le hice nada! —se excusó el pequeño, alzando ambos bracitos.
—¡Mentira! ¡Me empujó y me dijo tonta!
—¡Yo no dije eso! ¡Kira, Amara miente!
Kira soltó un suspiro, ¿A quien tenía que creerle ahora?
—¡Y también me dijo gorda! —insistió la azabache, sollozando con menos ganas al haberse puesto de pie.
—Zoro... dime la verdad ¿Se lo has dicho?
La rubia mantuvo su mirada fija en el azabache, cosa por la cual el pequeño sintió miedo. Y sus pucheros no se demoraron en notar.
—¡S-si, pero Amara dijo que sus papás eran mejores porque los suyos estaban juntos y- y los míos no! ¡Se lo merecía!
—¡Pero tú empezaste, me dijiste rara y que mis padres no me querían!
Kira tomó su frente con una de sus manos, y luego se puso de pie al haberse hinchado. Ellos seguían gritándose el uno al otro.
—¡A ver! —exclamó la rubia, captando la atención de ambos y detonando silencio— Zoro, tú no debes golpear a las niñas y menos decirle cosas feas ¿Lo sabes, verdad?
—Pero Kira, si ella fue la que...
—Y Amara, nunca más le digas algo así a Zoro porque ese insulto es aún más feo que el decir gorda ¿Okey?
Amara asintió de inmediato, limpiando así sus lágrimas con sus deditos para luego acercarse a Zoro, quien mantenía su seño fruncido y parecía muy muy molesto. A pesar de tener unas cuantas lágrimas de impotencia en sus ojitos.
—Perdóname Zoro, nunca más lo haré porque somos amigos... —dijo ella, extendiendo su manito con una leve sonrisa— ¿Jugamos a la secretaria?
—No.
—¡Pero si te estoy pidiendo perdón! —exclamó esta vez la azabache, desconcertada y bajando su mano— ¡¿Ves Kira?!
Kira se hincó hacia Zoro, quien parecía no doblegar su postura.
—Zoro, tú también debes pedir disculpas. —murmuró ella, tomando una de sus manitas. A lo que él negó con la cabeza— Oye, ustedes son amigos ¿No? Los amigos pelean todo el tiempo y luego se disculpan... ¿Por qué no quieres arreglarte con Amara?
—Porque es una pesada.
—¡No soy pesada!
—Zoro, ya basta. —reprochó la mayor, notando como este parecía querer decir algo más.— Si no te disculpas tendré que quitarte el móvil... Tú mamá siempre me dice que no pelees con las niñas, en especial Amara y que si no lo haces te lo quite.
—¡Pero no quiero!
Entonces, tras toser un par de veces en su brazo, Zoro cayó en llanto. Cosa por la cual Kira se asustó un poco, jamás le había visto así. Al menos con ella cuando intentaba razonar con él.
—Oye... ¿Qué ocurre? —cuestionó la rubia, enseguida posando su mano sobre la frente del pequeño para checkear alguna fiebre o algo, pero no había síntoma alguno— ¿Te sientes mal?
Él negó con su cabeza.
—Quiero a mi mamá. —soltó en medio del llanto.— No quiero estar aquí.
—¿Pero por qué? ¿Te ocurre algo? Nunca te pones así Zoro...
El pequeño Uchiha negó con su cabeza y siguió llorando. La rubia intentó de todo para callarle, pero no había caso. Cosa por la cual Kira no demoró en coger su móvil para llamar a Obito, porque poco después comenzó a toser más. Aunque al hacerlo... él no contestó.
Amara parecía preocupada, tan así que no dudó en cuanto se acercó a él para darle un suave abrazo. Incluso si Zoro la hubiese empujado un par de veces, porque no quería de sus abrazos o lastima.
Siempre terminaban regañándole por su culpa.
—Joder, Obito... —murmuró la rubia con pesadez y preocupación, marcando así a su teléfono una y otra vez.— Zoro, tienes que calmarte. No te estoy regañando y si sigues así terminarás con fiebre de nuevo, por favor...
Nada parecía calmar su llanto, y Kira sabía que si el pequeño seguía así, ella no sabría qué hacer. Porque no sabía que era lo que sucedía con él. Y tampoco quería molestar a Chay el día de hoy, por mucho que la situación la ameritaba. Aunque apenas le llamó por teléfono... tampoco recibió respuesta de su parte.
¿Qué haría ahora?
Festival SATB, Wurzburgo.
—Chay, ¿Estás segura que vendrá?
La azabache de cabellos puestos en una coleta y de gafas ennegrecidas mordió sus uñas una vez más, observando el estacionamiento con algo de decepción. Tobirama dijo que iría ¿Por qué faltar a última hora?
—Él dijo que vendría, yo le creo. —dijo ella, mientras Marina se acurrucaba en los brazos descubiertos de Shisui.
El cual por ahora se mantenía en silencio.
—Podrías llamarle, no lo sé... —sugirió la morena de baja estatura a su costado, mientras Kakashi se terminaba un cigarrillo normal bien lejos de ella y de todos. A un costado de un árbol estando solo.
No era fácil para el Hatake dejar ese vicio del tabaco, pero al menos en días especiales como aquel... Lis le dejaba hacerlo. Siempre cuando fuese lejos de ella y llevara su cepillo de dientes para no sentir el aroma a Tabaco por todas partes. Porque lo aborrecía, y tampoco le hacía bien para su salud.
Era un plan seguro para él.
—No tengo señal, genia. —se quejó la azabache hacia Lis, haciendo un breve puchero mientras se afirmaba de un enorme poste de luz en aquel lugar— Ni siquiera podré llamar al idiota de Obito para saber cómo está mi bebé.
—Ay, es cierto... —se quejó Marina, también haciendo un breve puchero en señal de exageración— Tampoco podré saber de Amara en todo el día, aunque confío en Kira me da pena dejarle por una salida.
—Va a estar bien, Marina. —habló Shisui, con una leve sonrisa— Hace mil años que no salimos juntos sin ella.
Lis bufó mientras ellos seguían lloriqueando, alzando así sus hombros con satisfacción al saber que no tendría ese ligero problemilla de preocuparse por alguien mientras salía. Solo su madre, pero era lo de menos. Pues una vez terminando la carrera de veterinaria se iría a vivir con Kakashi, de eso no cabía duda.
Y ya sería completamente feliz.
—Nadie les mandó a tener hijos ¿No?
—Eres cruel, Lis. —lloriqueó la azabache, observando su móvil con desesperación exagerada al igual que Marina por no tener señal. Shisui tan solo suspiró.
También extrañaba a su hija, pero necesitaban un descanso.
—Lo dice quien nos dejó encerrada en casa de Kakashi. —soltó Lis, ambas manos en sus caderas mientras Chay alzaba una de sus cejas— Mira que aunque pasen mil años me acordaré eh...
—Marina lo disfrut...Auch. —se quejó el de cabellos alborotados ante el golpe de codo que sintió de parte de su novia— ¿Y eso por qué?
—Porque me da vergüenza.
Marina estaba sonrojada, y eso causó la risa de Lis.
—Qué va, lo pasamos bien. —se excusó el de cabellos alborotados, besando suavemente la punta de la nariz de Marina. Ella suspiró con vergüenza.— Te amo.
—Pues me rindo... yo también.
Chay enrodó sus ojos, después de todo entre ellos se adoraban y no había quien les separase. A ese par de conejos que seguían igual desde que se conocieron.
No obstante, mientras ellos seguían charlando y Kakashi por poco terminaba su cigarrillo, la pelinegro por fin pudo divisar aquel auto color carmesí que portaba su pareja cuando volvía a Wurzburgo. Ese vehículo que tanto añoraba ella.
—Oh, si vino... tendremos que arrancar. —murmuró Shisui, con algo de gracia. Aunque Chay le dio un leve golpe para que cerrara la boca.
Una vez Tobirama aparcó y salió del vehículo, la azabache no se contuvo en correr hacia él para recibirlo con un fuerte abrazo y un suave beso en sus labios. Cosa por la cual correspondió un tanto confundido, y tras presionar el botón de alarma de sus llaves se separó con una sonrisa.
—Vaya... pensé que luego de nuestra pelea me recibirías con un golpe o algo, celosilla.
Chay soltó una risa, un tanto sonrojada.
—Se me pasa rápido, ya me conoces. —se excusó, esta vez tomando su mano para acercarse a los demás.— Ven, llegas justo a tiempo.
Tobirama alzó la mano una vez se juntaron todos y luego saludó a cada uno de ellos con una media sonrisa. Aunque a Kakashi no le agradaba mucho la idea de salir con aquel tipo correspondió su saludo desde donde estaba.
—¡Hatake! —exclamó la morena de cabellos largos al ver como todos pretendían ir al lugar específico— ¡¿Acabaste ya?! ¡Llegaremos tarde por tu culpa, hombre!
Kakashi enrodó sus ojos al oírle y lanzó la colilla al suelo, pisándola poco después para acercarse al grupo y caminar junto a ellos. Aunque Lis no quiso tomar su mano como de costumbre.
—Enana, vamos... —suplicó el de ojos azabache y cicatriz— No tengo tanto olor.
—Si, pero si te celebro el que fumas lo vas a seguir haciendo y sabes que no me gusta. —explicó, caminando unos dos pasos lejos del Hatake.— Es el tabaco o yo, hombre que lo hago por tu bien.
—Te amo ¿Lo sabes, verdad?
—¡No me chantajees! —exclamó Lis, bastante sonrojada ante la sonrisa divertida del Hatake mientras los demás hablaban entre sí.— ¡Los cumplidos no sirven conmigo!
—Me gusta como te queda ese short ¿Sabes? —musitó, alzando una de sus cejas con esa sonrisa lasciva que tenía sobre ella— y el cabello con rulos abajo te hace ver malditamente bie...
—¡Ya, estás jugando sucio! —insistió la morena, cruzando sus brazos a la vez que se sonrojaba más y más. Kakashi tan solo reía por aquella reacción— ¡Deja de burlarte, que yo también te amo pero sabes mis condiciones! ¡No me adules para que te de la mano!
—Está bien, mujer... pasaré a algún baño a lavarme los dientes. —musitó él, con algo de gracia en su voz mientras se acercaba a ella— Te amo, enana.
Lis notó su cercanía y simplemente asintió, por mucho que quisiera alejarse. Aunque no se contuvo antes de darle un fuerte abrazo, aguantando la respiración por el aroma a cigarrillo que llevaba.
Aunque fuese la nada misma.
—Yo también, Hatake.
Kakashi soltó una breve risa y tan solo besó su cabellera, solo para después separarse y tomar su mano como corresponde. Ambos un tanto lejos de las dos parejas que hablaban entre sí porque se sentían mejor de esa manera.
Aunque Lis pudo saber de inmediato qué era lo que inquietaba a su novio y él por qué se quedaba detrás , pero no quería preguntar ni sacar el tema. Para ella no era necesario.
—¿Sabes? Si Obito se entera que he salido con ellos se va a molestar. —comentó el Hatake de la nada, su mirada algo fija hacia el Senju que platicaba con Shisui mientras bajaba la voz— Lealtad ante todo, mierda...
—Pero no es culpa tuya, nosotros queríamos venir de antes y pues... es lastimoso que a Obito justo le toque quedarse con Zoro hoy.
—Lo sé, pero él nos había invitado primero. —insistió el peliplata— Yo al menos sé que Shisui lo hace porque Marina se lo pide, y porque Chay le agrada. Aunque a mí también me agrada Chay, eso no lo niego. Pero si fuese por él... no hubiese accedido a salir con Tobirama por la misma razón que yo.
—Tío, es que es una ridiculez ¿Sabes? —respondió la morena— Está bien que Obito siga resentido pero ustedes ni al canto, solo son sus amigos y pues...
—Enana, ¿Es idea mía o esa camioneta es la de Obito? ¿El cigarrillo me puso tonto o...?
La morena frunció el seño, algo confundida por el repentino cambio de tema y luego posó su vista hacia dónde el Hatake había observado. Y sí, aquella era el medio de transporte que utilizaba el Uchiha usualmente ¿Coincidencia? Ella no lo sabía.
Podría ser que...
Kakashi tragó saliva, no sabía si por su propio bien o por el de Obito. Porque si había arribado en ese lugar, dudaba que estuviese con Zoro porque era un lugar para adultos. Y aunque pasaran los años, el azabache seguía metiéndose en problemas.
Porque tenía que quedarse con Zoro ese día.
—Acerquémonos al grupo, para que Chay no vea la camioneta. —susurró el peliplata en su oído, caminando un poco más rápido mientras Lis le observaba hacia arriba sin rechistar y seguía su paso. Porque ella también sabía lo que eso significaba y sería de muy mal agüero que esos dos discutieran otra vez.
—¡Hasta que se acercan! —comentó el azabache de cabellos alborotados al verles, con esa sonrisa que le caracterizaba—¿Qué tal les fue en su reconciliación?
—No nos reconciliamos, Kakashi deberá lavarse los dientes pronto o no lo besaré nunca más.
Lis alzó sus hombros con satisfacción tras decir aquellas palabras. A lo que Kakashi medio sonrió, sin mucha importancia.
—¿Cómo es que la aguantas hombre? —se burló Shisui, notando como Lis le fulminaba con la mirada y Chay medio reía.
—Sus condiciones, no mías. —respondió el Hatake, con algo de gracia. Pues le encantaba verla enfadada.
—Es una pulga gruñona, yo no la aguantaría. —se burló Shisui a propósito para picarla, cosa que de por sí rebalsó el vaso de paciencia que tenía Lis.
—¡¿Qué has dicho?! ¡Pulgas tendrás en el culo maldito Uchiha y la boca te queda ahí mismo! ¡Marina, decidle algo por dios!
Entonces, todo fue risas entre ellos. Incluyendo a Tobirama, quien aunque estuviese algo incómodo al menos estaba con Chay. Él lo hacía por ella, porque ellos eran sus amigos y no podía negarse.
Lo pasarían bien, o eso creían al menos.
«...»
La música era un tanto alta, el festival había comenzado hace unos minutos y todos parecían disfrutarlo. La banda que tocaba en el escenario era una local, así que pocos la conocían pero eso era suficiente para las personas que iban a esos festivales. Eso incluía al pelinegro de cicatrices en el rostro, quien no soltó a Rin ni un solo segundo en todo el tiempo que llevaban ahí.
Ella se estaba divirtiendo y con eso él era feliz.
—A todo esto... ¿Por qué razón me habías dicho que Chay no podía cuidar de Zoro hoy?
Obito negó con su cabeza, recién captando que su propia novia le estaba hablando. Pues, estaba sumido en sus pensamientos y la música no le dejaba escuchar claramente.
—Pues... ni idea. —respondió, con una leve mueca— Dijo que tenía que salir pero no me dijo dónde ¿Por qué?
Rin soltó un suspiro cansado, soltándose de los brazos de su hombre para apuntar suavemente hacia una esquina algo cerca de ambos. Obito palideció al notar aquella quisquillosa presencia.
—Wow, no pensé que ella iba a...
—Obito, ¿Por qué no me dices la verdad? —cuestionó ella, también hasta el borde de su paciencia. Ya eran muchas las coincidencias de ambos y eso le jodía un poco. Más si las indirectas de Zoro sí afectaban sus entrañas. No por el pequeño, sino por Chay. Porque creía que eran enseñanzas de ella— Si acaso sabías que ella iba a venir deberías habérmelo dicho ¿No crees?
Obito negó con su cabeza.
—No sabía, si hubiese sabido no te habría traído hasta aquí. —musitó, bastante nervioso de que ella pudiese verle— Se supone que hoy es mi día con Zoro, y ella no quiso ceder al día para que yo pudiera salir en nuestro cumple mes así que le he dejado con Kira ¿Por qué te mentiría con algo así?
Rin tragó saliva, algo avergonzada por haber pensado mal de éste mismo. Pero ya no sabía en qué creer.
—Lo siento, es que últimamente has ido mucho a su casa y tú madre dice que Chay...
Obito enrodó ambos ojos, frustrado.
—No le creas nada a mi madre, ella si que es chismosa y... ¿Ese es Kakashi?
La castaña alzó sus hombros y le vio fruncir el seño frente al peliplata que estaba observando. Aunque luego entró en confusión al notar que era Tobirama con quien estaba la madre de su hijo. No Kakashi.
—Oh, es Tobirama... —comentó Rin tras unos segundos, algo sorprendida— Tiempo sin verle por aquí.
Ahora el pelinegro estaba más confundido que antes.
—¿Le conoces?
—Ajá. —respondió ella— Es el sobrino de la dra. Senju, y su hermano mayor es novio de mi hermana.
—¿El novio de Mito es hermano de ése?
Rin soltó una risa, solo para después con ambas manos tomar el rostro de Obito e intentar besarlo. Pues, lucía tan adorable a vista suya cuando se confundía. No obstante, aquello fue interrumpido por un líquido frío que había caído en la espalda de la misma Rin, seguido de unas risas.
—Disculpa, no te vi. —escuchó tras de ella, y Obito tragó saliva al ver a ambas mujeres— Oh... hola Obito. No pensé que estarías aquí.
Rin soltó al azabache enseguida y se dio media vuelta, demasiado molesta al ver a la castaña de ojos azulados burlándose en su cara. Más se molestó cuando, dobló su visión y notó como Chay reía junto a Tobirama a lo lejos.
Lis parecía preocupada a un costado de Marina, quien no se había percatado de a quien había llenado de jugo. Jugó el cual llevaban para todos a donde estaban.
—Espera, ¿Ella es Rin? —soltó Marina con sorpresa y algo de pánico hacia el azabache. Él asintió, su cara demasiado inexplicable para cualquiera— Oye, tengo una toalla en mi bolso para limpiarte. Realmente no fue mi intención y...
—La voy a matar, —bramó la castaña, harta de mojigaterías e indirectas de la azabache ¿Por qué mejor no iba ella a explicar cuál era su problema? Así todo sería más justo. Porque no era la primera vez que algo le sucedía por casualidad— te juro que voy a matarla Obito.
—¡No, Rin! ¡Espera!
Y segundos más tarde, la castaña se había ido corriendo de donde estaban ambos. Obito siguiéndola detrás al notar hacia dónde se dirigía, porque lo que menos quería era que Chay le viera en ese lugar.
¿Qué importaba el jugo en su ropa? Eso era lo de menos para Obito.
No obstante, todo parecía estar en su contra y Marina realmente lo había hecho sin querer.
Pues ni siquiera se había percatado que la chica justamente era con quien tanto molestaba al azabache. Todo por un mal entendido.
Y ahora... ¿Qué será de Chay?
// Espero hayan disfrutado la lectura, esto es un mundo alterno pero igualmente pueden haber spoilers.
¡Hola! Ha pasado tiempo ¿Qué les ha parecido el capítulo? La verdad a mi parecer está demasiado largo jaja y tuve que cortarlo🤦🏻♀️ pero bueno, es lo qué hay.
¡Rin y Chay se conocieron! Ahre jajaja.
En fin, solo eso y agradecer a las personas que leen y comentan, votan, etc. Muchas gracias y que tengan un lindo día💕
Adiosín 💕
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top