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Otro día pasaba, esta vez los niños parecían ayudar a la mayor a buscar comida pero no estaban justamente alrededor de los edificios sino que estaban muy lejos casi llegando a los bosques, buscando algo específico.
«¿Cuándo van a comer? ¿Qué a caso no tienen hambre?» pensaba preocupada Leah, ya empezaba a sentirse muy frustrada al no entender el idioma siquiera apenas entendía qué el niño de la otra vez se llamaba Braiank, eso era lo único que entendía.
Estos parecían estar muy poco abrigados pero seguían luchando con las ondas del viento en aquella colina solitaria, mientras que la mayor hacía un hueco circular en el suelo con una especie de cuchillo con mucha fuerza, hasta que un niño rápidamente ponía dentro de un anzuelo un pequeño gusano y dejaba que el hilo caiga dentro mientras le daba a la mujer.
—Rasslab'tes', brat'ya, teper' my mozhem chto-nibud' s"yest'. (Tranquilos hermanitos, ya podremos comer algo.)
Parecía que ella les daba aliento a que conseguirían algo de comer, mientras que ellos estaban allí esperando su comida, el aullido de lobos se escucha a lo lejos, logrando tensar los hombros de Leah, observando rápidamente a la redonda con detalle. Pero justo en ese momento la caña de pescar improvisada saca a un pez qué con fuerza sale, siendo algo grande pero aquella niña lo mata sin dudar con un golpe filoso del cuchillo en la cabeza, cortando la misma.
Ocasionando muecas de asco, sin embargo, ella parece ni siquiera molestarle, tan solo empieza a quitar las cosas que no le serviría para meter en una bolsa de tela que otra de los cuatro niños tenía. Para luego señalar que se vayan ya mientras ella partía en dirección opuesta.
—¿A dónde vas, Cahaya's? —pregunta intrigada Leah.
Al ver como los niños van apresurados hacia su hogar, mientras ella corre rápidamente hacia el comienzo del bosque, dejando lo sobrante para luego alejarse a un metro de distancia, colocando en forma de tubo su mano derecha y después lograr emitir un sonido que le cala los huesos.
—¡Auuuuw! —un aullido suave pero melodioso deja emerger en el ambiente, y este curiosamente se vuelve mágico al notar como lobos de tamaño promedio se van acercando.
Leah queda maravillada al notar como estos entre dos destripan a un venado para quedarse con una parte ellos y el otro acercarse a ella, tensando a Leah quien se acerca para defenderla pero el lobo la traspasa como si fuera un fantasma. Dándole un escalofrío.
—¡No se acerquen! —les gruñe nerviosa por no poder protegerla, pero se queda inmóvil al ver como un lobos negro igual a Sam se acerca a la pequeña, con un aire alfa. —¡No!
Pero la pequeña al ver que le entregan la comida, no puede evitar sonreír divertida.
—Makvo, gracias por la comida. —escuchó por un momento la voz de su impronta, pero se queda extrañada al poder escuchar el idioma entendiéndolo
—¿Qué? —pregunta absorta—¿Y ahora porque puedo escuchar? ¡Maldita sea aborrezco esta situación! —exclama nerviosa.
El lobo parece divertirse, como si la pudiera ver, pero al encontrarse frente a la pequeña le lame una mejilla cariñoso sin siquiera dañarla.
—Makvo, noo qué me bañas y dejas tu saliva, ugh... —se queja la niña de quince años.
El lobo solo se deja alejar suavemente pero esta lo abraza antes de soltarlo por completo.
—Venderemos el pescado y podremos traer algo más rico. Tal vez la piel del venado nos sirva de vestimenta para este gran invierno. Pero ten por seguro que pescaremos mejor pescado la próxima. —dice mientras le besa la frente para luego agarrar la sobra del venado e irse tras los niños.
—¿Pero que? Acaso ella lo entiende? —pregunta Leah.
—Todos pensarían lo mismo, pero no, es su corazón la que le permite comunicarse conmigo. Es un placer al fin tenerla frente a frente, Leah Clearwater.
Leah se tensa más, por lo que solo le gruñe en desconfianza.
—¿Quién demonios eres? Y porque me conoces?
El lobo negro da una orden a los demás para llevar los restos del pescado para las crías, y el venado para la manada, mientras que solo se quedan observándose ambos frente a frente.
—Como has escuchado, soy Makvo, alfa de la manada de Rusia. Y soy tu guardián, joven Catrina —dice el lobo dando una pequeña reverencia.
Logrando que a Leah le de un escalofrío, esa costumbre no le gustaba para nada, este cargo le quedaba mejor a su impronta que a ella misma. Por lo que solo gruñe inconforme, bajando a la altura del lobo del tamaño promedio y no como lo que ella acostumbraba ver.
—No bajes la cabeza ante mi, me da mal sabor. Aunque si usted me ve, ¿Por qué ella no? —pregunta Leah, mientras tiene la mano derecha bajo el mentón del lobo negro que la observa impresionado ante la caricia.
—Esto...es porque estamos envueltos en el lago del olvido. Solo tus recuerdos son la ligadura real para poder salirte sin problemas de este hoyo sin Fondo. Y bueno, todo lo que ves prácticamente son los recuerdos de la Catrina Cahaya's. Aunque no lo creas, de pequeña era más alegre de lo que ahora se muestra. Tristemente el mundo no la supo valorar como los niños sin buscar nada a cambio si lo hicieron, pero no fue suficiente para salvarla.
Al decir esas palabras el lobo tan solo cerró los ojos al sentir el dolor de su protegida, por lo que lo soltó para mirar por donde ella se había marchado.
—Entonces recuperaré sus recuerdos, la haré recordar y saldremos de este lugar —valientemente afirmó.
—No es tan fácil, joven Catrina.
—¿Y ahora porqué? —espeta con molestia iracunda.
—Porqué mientras más te tardes, más dejaras en el olvido tus propios recuerdos, y si olvidas tus recuerdos, también seremos olvidados, y eso sería una lastima para todo este gran mundo y futuro, perder a dos Catrinas, sería una gran decepción y dolor. ¿Crees que para eso ella se dejó ver ante ti? Para que solo la magia la fundiera directa al olvido, no, te eligió a ti para salvarla, este es tu momento. Y yo te ayudaré. Le devolveré la ayuda que no le pude dar en el pasado —dijo el lobo negro marchándose rápidamente por donde esa niña había desaparecido.
—¡Espera, Makvo! No corro tan rápido aquí, joder! —dice enojada Leah.
—¿Qué estas esperando para tomar tu verdadera forma? Eres un lobo, ¡alcanzadme! —exclama divertido el lobo.
Motivando a Leah a salir en su gran forma lobuna, olfateando el aroma de su impronta nuevamente en el mismo edificio, mientras cocina lo dado anteriormente.
{Entonces... ¿Cuál es el plan? }pensó Leah.
{Intentaremos saltar entre los recuerdos, intentando conocer lo que necesitas para llegar a ella. Porque es obvio que ella no está en este recuerdo}pensó el lobo mientras observaba a la pequeña.
La pequeña de cabello oscuro y mirada fija en la presa, sin miedo limpiaba y colocaba en forma para comer la carne que le había dado aquella vez. Sin duda impresionaba su fortaleza y fiereza.
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