Capítulo III
Era mi primer día de clase, en un lugar completamente diferente, ni una cara me era familiar, era como entrar en otra dimensión. En mi otra escuela le recomendaron a mi madre que fuera a un colegio público llamado "Peñalva" pues muchos de mi salón iban para allá y así no iniciar solo pero se negó porque no lo consideraba como una institución segura para mi pues ha escuchado rumores de niños como yo sumidos en problemas y pandillas pues allí, hay jóvenes que su intención es dañar a los nuevos.
Entonces ella con la ayuda de mi abuelo ahorraron para pagarme un colegio privado y heme aquí en el mundo de los niños ricos.
Debía llevar un uniforme especial con la insignia estampada y si es de usar un suéter también he de tener esa insignia, como era la temporada de frío, cargaba ambas cosas.
Aquel lugar no parecía un colegio, más bien era una enorme quinta ambientada para ser un liceo con una pequeña iglesia. Sigo caminando y veo que todos se conocían, los mayores eran muy altos y usaban zapatos de marcas y bolsos de diseños originales, aparte por donde me metía alguien olía a perfume, en fin era un mundo desconocido para mí.
Si en mi antiguo mundo me sentía acomplejado por mis defectos bueno aquí me sentía como una mugrienta mancha en un mantel de seda blanca, ¡un pobre indeseable! Busco un lugar en donde sentarme y esperar a que suene el timbre.
Tiempo después estaba ubicado en mi salón, 7mo B era mi sección, veía a mis nuevos compañeros, muchos estaban un tanto perdidos, mientras que otros se sentían en su lugar y algunos con un gesto de sumo fastidio en sus miradas.
Llega por fin el primer docente y todos se paran, él ordena —Siéntense— revisa su lista sin ni siquiera presentarse pero todos percatamos que es el profesor de matemáticas pues es la primera materia que nos toca —Ramón Andina— dice leyendo de la lista.
—Presente— responde Ramón levantando la mano
—Adriana Alvares— Presente
—Carlos Barreta— presente...
Después de quince nombres me tocaba a mí
—NI..NI..NI— repite acomodándose los lentes—Niconi Jiménez
—Pre...pre...presente— digo abochornado por pronunciar el detestable Nini que me marcaba, cosa que algunos le causaba gracia.
— ¡Ya dejen de reírse!— reprende aquel fruncido maestro y continua pasando la lista. Así fue con cada una de mis asignaturas ¡Ahs como detesto mi primer nombre! ¿Porque mi madre no me llamó Otto, Ramón, Pedro, Luis o algún otro nombre varonil y simple como el resto del mundo? ¡QUE FASTIDIO!
Pero bueno, menos mal que tengo el Cody que me salva, cada vez que me presento digo que mi nombre es Cody Jiménez y ¡punto FINAL!.
Al principio no me quejaba, nadie se percataba de que existía, si continuo de esta manera podré aguantarlo, no me interesa ser el chico popular, de tan solo ir y cumplir con mis asignaturas me era suficiente pero a pesar de todo me sentía muy solo.
Se estaba volviendo rutinario todo, ir y venir, hasta que llegó el día que dio inicio a mis desgracias. Era un jueves, la segunda semana de a ver comenzado, en esta etapa muchos ya habían seleccionado sus grupos de amigos pero yo andaba como barco a la deriva en plena tormenta sin ningún destino. Era en la clase de castellano y la profesora mandó a que cada uno leyera un párrafo de una novela que nos mandó, por selección aleatoria o vulgarmente conocido como la <<dedocracia>>, elije al siguiente y adivinen, Si, fui señalado.
A mí no me gusta leer en voz alta pues me da suma vergüenza tropezarme por mi problema, le dije que no puedo pero ella insistió y si quería pasar la actividad tenía que leer por lo mínimo dos párrafos de ese capítulo. Obligado debía hacerlo, trague saliva y vi los rostros de mis compañeros que apenas se percataron de mi existencia hasta que leí y ¿Saben qué?...
Si, fue desastroso. La profesora se obstinó de escucharme y dijo — ¡Basta!— después de que muchos se rieron de a verme escuchado, estaba completamente rojo como un tomate, quería hundir mi rostro en el libro y desaparecer —Niconi— todos cayeron a carcajadas por escuchar mi nombre — ¡Basta!— reprende la profesora—Joven Jiménez para la próxima quiero más fluidez— señala con su regla— no quiero escucharte repetir las palabras ¿De acuerdo?
Quería decirle que no puedo por mi problema pero si lo hago puede que sea peor, tan solo asentí con los hombros abajo y tomé asiento.
En el receso escucho a algunos muchachos que andaban imitando mi vergonzosa actuación a mis espaldas y otros gemían de la risa cuando me veían pasar. Bien, ahora no soy invisible si no algo peor, si, ¡El ñoño del salón!. Me siento en un banco apartados de todos para desayunar tranquilo en mi soledad, hasta que tres muchachos se me acercan —HO.HO.HOLA NI.NI.NICONI— dice en son de burla un joven rubio de aspecto intimidante, sus amigos murmuran de la risa. Solo lo veo sin dar respuesta, no sabía que decirle pues se está riendo de mi problema — ¿Qué? ¿Ahora eres mudo?— No Ricardo— interviene uno de sus amigos— Más bien MU.mu.mu.mudo. Tienes que hablar en su dialecto o no te va a entender— vuelven a reír cosa que me hace sentir súper inferior.
—Si.si.si Es.es.es.es.es ver.ver.ver.verdad— seguían imitando de forma exagerada mi defecto como si aquello fuese un chiste para ellos, me sentía tan humillado que quería huir y llorar en el baño pero por alguna razón ¡No lo hice! Algo me detenía, tal vez un suspiro de mantenerme inmutable por mi dignidad, Anhelando hacerlo.
Tan solo los escuchaba y no daba respuesta, ni siquiera demostraba como me sentía, más bien les daba a entender que me era indiferente pues estaba acostumbrado a que alguien se burle de mí, cosa que enfurecía a Leví y era el que me defendía.
No sé si soy un estúpido o un mísero cobarde por no defender mi dignidad pero sentía miedo y mucha soledad, prefería escuchar sus indolentes chistes y actuar como si no me afectara hasta que de repente, terminando de hundir mi miseria me levanto para alejarme de ellos pero amargamente me resbalo colocando mis dos manos sobre el suelo. Ahora, en frente de sus ojos estaba mi otro defecto que anhelaba en esconder, se quedan callados dos de ellos mientras que uno se reía, pensando en plena malicia, hasta que suena el timbre del receso.
Dos de ellos se van y él tal Ricardo dijo antes de irse —Hasta luego Mocho
Ahora esa era mi nueva marca, en mi casa me dicen Nini pero aquí me dicen el Mocho, prácticamente alguien se esforzó arduamente en divulgar mi secreto en todo el salón, ahora cuando llegaba escuchaba pequeños murmullos <<Allí viene el mocho>>
En educación física nadie me escogía porque pensaba que mi defecto provocaría algún accidente o no sé qué, como si aquello fuera contagioso. Entre ellos discutían
—Que el mocho se quede con ustedes...
—No, no. Que se quede en su equipo ¡ya estamos completo!
— ¡Para nada!...
Al final me retiraba sin que ellos se den cuenta, cosa que les aliviaba mucho. Así que esa era mi nueva vida escolar, ser una completa burla para algunos, creo que podré soportarlos, tan solo quiero estar alejado de todos y vivir el resto del año solo, no me importa que me fastidien por mis desventajas, nunca me ha afectado, hasta aquel día donde se derramó la última gota de mi paciencia.
Fue un miércoles, la profesora de biología no había venido así que esa hora era libre. Quise dibujar un garabato para pasar el tiempo pero luego me fastidie así que me recosté en la mesa a ver si lograba dormir un rato, cuando por fin me sentía cómodo siento que alguien me pega en la cabeza, volteo a ver quién es y era ese latoso rubio llamado Ricardo haciéndose el inocente mientras contenía la risa.
Le ignoro y vuelvo a lo mío pero sigue otra vez, giro hacia atrás y lo veo con severidad, él tan solo sigue con su rutina de no saber nada mientras que sus amigos lo delataban con sus traviesas miradas. Vuelvo a recostarme pero otra vez lo vuelve hacer, giro hacia atrás y le digo —Ba.ba.basta— pero en voz baja.
Él vuelve hacer el numerito del chico inocente y nuevamente me recuesto pero me cubro la cabeza, enseguida agarran mi bolso y lo lanzan a la otra esquina, lo vuelvo a mirar con sumo enfado y él me dice — ¡A mí no me mires mocho!— con su petulante sonrisa.
Me levanto y voy tras mi bolso, cuando me devuelvo e intento sentarme, me quitan la silla y caigo de nalgas, aquellos latosos indolente se rieron a mas no poder, molesto les grité—BA.BA.BASTA DE.DE.JA DE.DE FA.FA.FASTIDIAR— aquello más les hizo gracia, no solo a ellos si no a casi todo el salón.
El tal Ricardo empezó a imitarme —BA.BA.BA.BA.BA.BA.BASTA AHAHAHAHA...— estaba sonrojado de la vergüenza pero no había estallado hasta que alguien dijo —Un momento— era uno de los amigos del joven— Si, eres tú— suelta como si hubiese descubierto algo importante
— ¿De qué hablas Darwin?— inquiere Ricardo
—Él se la pasa vendiendo café en la mañana con un viejo apestoso
— ¿Enserio?
—Sí, algunos de los empleados de mi padre le compra en la mañana cuando pasa
—Oye Mocho— dice el rubio— y ¿Cómo le haces? Me imagino que dices CA.CA.CA..CA.CA.CA.FE.FE.FE.FE.FE...— vuelven a reír
—Y eso no es todo—intercede Darwin— el viejo con que él se la pasa huele tan añejo que ni las moscas se le paran porque creen que ya está vencido— caen de la risa cosa que me está enfureciendo —Y ¿Cómo Canta ese viejo?
—Ni se le entiende, me imagino que hablara re feo como él. Además camina como si tuviera un pie desinflado— todos caen a carcajadas.
— ¿Cómo es eso?
—Es algo así. ¡Mira! — enseguida ese maldito indolente imita la cojera de mi abuelo como si fuera un mísero bufón para él. Podré soportar que se burlen de mí pero esta vez fue diferente, estaban humillando a la persona que más quiero, algo muy dentro de mí salió como lobo en fuego.
Sin pensarlo dos veces caí encima de ese chico y lo golpeé tantas veces hasta que me retuvieron. Aquel quedo con la nariz partida y la cara roja bañada de su sangre, Ricardo estaba molesto y me lanza en la pared cayendo encima de mi mesa —Hasta aquí llegaste mocho— y da un golpe directo a mi barriga haciendo que me encorve del ardor, ya no me importaba, estaba tan molesto que si iba a terminar peor que Darwin me iba dar igual, me lanzo sobre él, lo tumbo al suelo hasta que de repente aparece la directora gritando — ¡SUFICIENTE!
Observa al joven Darwin cubriéndose la herida que se derramaba y mi puño erguido apuntando el rostro de Ricardo —Ustedes tres ¡vengan conmigo!— señala con severidad.
Al final solo a mí me suspendieron, la directora solo escuchó la versión de Ricardo abogando por Darwin, mintiendo sin ningún remordimiento y a ellos solo se le dio una carta de advertencia para los padres, cosa que no era nada para ellos. Intenté explicarle la verdad pero no me creía y no sé porque, según escuché que el padre de Darwin es un hombre acaudalado y cada año dona una enorme suma de dinero al colegio cosa que le beneficia a la directora pero dicen que ella lo usa para sus caprichos, casi la totalidad de la donación mientras que lo sobrante es utilizado para la causa. A fin de cuenta ella no me iba a dar la razón aunque estuviera de frente observándolo todo.
No quería regresar, prefería trabajar con mi abuelo y hacer los mandados de mi madre todo el día en vez de tolerar las burlas de mis compañeros. Cuando se acercaba la hora me despedía de mi madre llevando mi uniforme pero no iba para allá, hasta aquel día en que mi abuelo me descubrió en un intento de desviarme del camino al lago donde me bañaba con Leví a unos cuantos minutos para que inicie las clases —Ese no es el camino— dice detrás de mi espalda — ¿A dónde ibas?
No puedo responderle, no quería mentirle, bajo la cabeza escondiendo mi rostro — ¿A dónde ibas Cody?— inquiere preocupado
—Al.al la.lago— suelto en un suspiro
— ¿Por qué? ¡Deberías ir al colegio!
—Lo .lo sé
— ¿Entonces? ¿Qué sucede?
—No.no qui.quiero
— ¿No quieres?
Meneo la cabeza sin verlo de frente esperando algún regaño
—Sabes Cody, tienes a tu viejo Simón para que le cuentes todo lo que sientes. Puedes contar conmigo
Asiento a la expectativa, pensaba en como zafarme del tema hasta que escucho —Ven— dice pasando a mi lado cosa que no me esperaba — ¿Qué esperas? Mi pequeño grillo— gira a verme— vamos a pescar un rato
Quedé extrañado pero comprendía que no iba a obligarme, asiento estirando mis comisuras y le sigo.
Aquella tarde fue deleitable, mi abuelo se convirtió en un gran amigo para mí, nunca pensé que mi nuevo confidente iba hacer alguien que cuadriplica mi edad, pescamos y luego nos bañamos un rato, quería que el tiempo pasara lento o simplemente se detuviera, al final le confesé la razón y él me dijo
—Sabes mi pequeño grillo. La verdadera fuerza no se mide por el tamaño de nuestros músculos si no se mide por la actitud que tenemos al enfrentar los problemas y obstáculos que nos imponga la vida. Cada obstáculo que enfrentamos y vencemos nos hace más valeroso, dando una razón más de seguir adelante como llegar a cumplir nuestras metas y sueños. Esa es la verdadera fuerza que nos hace ser valioso.
Aquellas palabras fue un balde de agua fría hacia el incesante calor de mi angustia — ¿Tú crees que soy fuerte?
—Eso dependerá de la decisión que tomes al enfrentar los problemas
Bajo la cabeza en tono pensativo y asiento
— ¿Quieres saber cuál es mi sueño?— inquiere besándome la frente — ¿Cuál?
—Mi sueño es verte crecer y ver que hallas cumplido los tuyos
Aquellas palabras casi provoca a que derrame una lágrima hasta que por ultimo dijo —Me prometes que serás valiente y no te dejaras vencer por todos los obstáculos que te da este mundo, protegiendo a los que te aman de verdad.
—Si
— ¡Ese es mi grillo!
En ese momento sentía que tenía otro mejor amigo, siempre he querido a mi abuelo pero hoy fue un motivo más para amarlo como a mi madre, no me sentía solo, tenía el apoyo de alguien, hasta aquel día que cambio el curso de mi vida...
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Hola mis queridos lectores, espero que hayan disfrutado el capítulo de esta semana. Pobre Cody, ha sido muy duro para este muchacho sobrevivir en el colegio, este capítulo está inspirado en todos los jóvenes que han tenidos experiencias similares en sus colegios que tienen que encarar el abominable Bullying cada día de su vida y mi consejo es el mismo que el abuelo de Cody, NO SE RINDAN :-)
Siguiente intriga: ¿Qué va a pasar más adelante? ¿De que tratará ese cambio en su vida? Todo eso lo sabrán en el siguiente capítulo, Saludos ^^
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