Capítulo 22.- Indiferencia

El capítulo salió muy largo, pero al final lo logré. ٩(-̮̮̃-̃)۶ La semana pasada debí terminarlo si no hubiera tenido un viaje de improviso.

_  Pobre Gonzalo lo hago sufrir, espero que el capítulo explique el capítulo anterior.

Actualización la próxima semana, sin tanto rollo les dejo leer.


Nos vemos ●ω● Comenten, comenten :p

________________________________________________________________


Capítulo 21.- Indiferencia

Desconcierta el camino, mata la indiferencia.





Narra Gonzalo

«He tenido el sábado más flojo de mi vida, no quiero terminar el domingo sin hacer nada».

Aun pienso en la conversación con Rodrigo, como me atreví a decirle esas cosas».

«¿Quizás si espero unos días él cambie de opinión? Romina no es... no debe estar con él, la he escuchado hablar y es una ton-tonta. Es bonita pero no hay otra cosa que rescatar de ella».

Tenía cosas por ordenar, pero decidí ir al primer piso donde tengo mayor espacio para estudiar. Con las manos en mi rostro apoyadas en la mesa, sin quitar la vista del cuaderno comencé a leer:


Números naturales y números fraccionarios

Los números naturales son aquellos que pertenecen al sistema decimal de numeración, emplea...

—Agg — puse la cabeza encima del cuaderno moviendo a los lados como si fuera la almohada.

—Pucha — levantando la cabeza, mordí la tapa del anotador. Perdiendo la concentración apreté mis mejillas con las manos haciendo ruidos con la boca — siguen un orden de ubicación en unidades, decenas, centenas...

—¿Qué hacés? — mire a mi costado.

«¿Joaquín? si así se llamaba, ¿A que hora se sentó? No puede ser, me habrá visto, aparté mis manos de la cara».

—Estoy estudiando — dije cortante.

—¿En serio estudias o te gusta devorar libros? — sonrió y me puse rojísimo.

—Si estudio, tuve examen el viernes y...

—Pues que aburrido — comenzó a hablar sin dejar que yo le explique — parece que en el Roosevelt no puedes divertirte, tanto estudio te...

—Yo si me divierto — cruzando mis brazos — además me gusta los examenes.

—Supongo que no hay remedio — volviendo a reír — pensé que tenias chance pero estas perdido.

—¿Perdido? ¿A qué te refieres? — con tristeza en mi rostro

—Con tanto libro te jodes el cerebro.

—Me jodo — cubrí mi boca con la mano sin terminar la frase.

                                                                                                     ***


Narra Joaquín

«Es gracioso que se sonroje por decir joder, puta madre debo aguantar la risa aunque no se si pueda soportarlo».

—Disculpa, por hablar así — es mejor remediar lo que dije.

—No hay problema — mirándome a los ojos — mi hermano Mauricio dice cosas peores — con una pequeña sonrisita.

—Ahh bueno, mejor entonces — ojeando la hoja — ¿Estudiabas lo que ya te tomaron? No entiendo ¿porque lo haces?

—Es que jale en mi examen de mate — con fastidio en su voz — no había repasado — apretando su dedo pulgar con fuerza.

«No es tan listo como pensaba, quizás aún tiene oportunidad».

La conversación se cortó al mirar el cuaderno, sus ojos seguían la lectura, cada cuatro segundos giraba los ojos. Curioseando la lectura sin muchas ganas "números fraccionarios" lo estudie hace tanto tiempo. Los números fraccionarios no son números naturales, pueden ser expresados a través de un número denominador...

—¿Estás en ese tema?

—¿Qué? — olvidando la lectura — ¿Que dijiste? No te escuche

—¿Si también estudias los números naturales y fraccionarios? — mirándome a los ojos, es la primera vez que no esconde el rostro, y pestañea de una forma normal.

—No, estoy en la interpretación geométrica — abrió los ojos como platos — supongo que no sabes de qué hablo.

—Supongo que no es tan difícil — solté una carcajada, llevo dos semanas estancado en el tema aunque no he tenido tiempo para repasar — disculpa, pero me gusta estudiar solo — hundiendo su boca como si hubiera chupado limón.

«Dije algo que le molesto, pero sí...».

Iba a preguntarle que le molestó, para mala suerte no nos encontrábamos solos. El señor Enrique miró la mesa, observo al niño, no dijo nada solo veía que hacía mientras yo giraba mi cabeza a los dos lados.

—Gonzalo — acercándose a la mesa — ¿Gonzalo hijo? — tocando el hombro del pequeño.

—Hola — mirando al señor y volteando su rostro hacia mí — papá estoy estudiando, yo...

—Es hora de almorzar, sube el cuaderno, y baja a comer.

—Pero papá — cruzando sus brazos hizo una mueca graciosa — tengo que estudiar, mi examen de matemáticas

—No hagas que te lo repita dos veces — la voz es serena, para nada una orden sin embargo Gonzalo contuvo el aire llenando de color sus mejillas, salió corriendo con el anotador en las manos.

                                                                                   ***


Narra Joaquín

Lo que se demoró Gonzalo en bajar hizo que dejara de hablar de mi viaje a Cuzco.

—¿Alberto estaba solo contigo en su habitación?

—No, hay tres chicos más — tomó asiento el muchacho al lado de su padre.

—Rosa por favor, dile a mis hijos que bajen.

—Si señor — mirando a una señora, de treinta años creo que no pasaba.


El ruido en las escaleras duró unos minutos, uno por uno fueron bajando todos menos el segundo hijo de la familia, no era necesario preguntar dónde estaba.

Muy alegres hablaban los chicos de la partida que habían empezado, inclusive Antonio creo que así se llama jugó con ellos. La niña aunque tan chica no era, junto a Gonzalo eran los únicos que no hablan.

«Supongo que eso vendrá de familia, sonreí en mi interior sin que se evidencie».

Con todos los platos servidos, todos comenzaron a comer. La plática había acabado y todos se concentraron en su comida.

—Gonzalo deja de jugar con el tenedor y come — cruzó las manos el padre, el chico metió una cantidad enorme de tallarines a la boca mirándolo sin hablar.

Comió un poco más, dejando el cubierto en el plato, y levantó la mano pidiendo atención. Pienso que su viejo es peor que el mío, no se porque creo que va a recibir un grito.

—Papá — sacudiendo el brazo.

—¿Qué ocurre? Termina los tallarines Gonzalo.

—No tengo hambre — mirando a todos en la mesa — ¿puedo retirarme? Mi examen — jugando con sus dedos.

—Bueno anda.

—Permiso — parándose, salió corriendo del comedor.

No hubo otra distracción en la comida, los tallarines a lo alfredo estaban tan ricos que repetí plato. Casi al empezar el segundo plato los demás habían acabado, quedándome sólo con el papá.


—¿Tienes pensado qué vas a estudiar?

—Maso menos — es la típica pregunta que le hacen a un alumno de quinto, me tiene harto la misma cojudez.

—Alberto ya eligió derecho, incluso...

—Va a estudiar en la cato, si me lo dijo — rascando mi cabeza — voy a ver que pasa el primer año, sino cambiaré de carrera.

—No te veo muy convencido — girando la cabeza de lado — aún eres joven, si podrías cambiar de carrera. Con tal que no te decidas por comunicaciones o una carrera nueva que hay tantas ahora.

—Mi papá me mata — riendo imaginando la cara que pondría si le digo que pienso cambiar de carrera.

—No creo que sea para tanto — se distrajo viendo el reloj ¿Dónde estás? — en un susurro.

—Habla por Mauricio — es incómodo tocar el tema aunque note a Enrique preocupado.

—¿Alberto te contó? — con un tono preocupado en su voz.

—Si — bajando la mirada — quería que le de un consejo. Pero no se señor, si él no quiere que le ayuden nadie puede hacerlo.

—Lo se, no se que hacer — tomando un poco de aire y suspirando — siempre ha sido algo inquieto, aunque nunca esperé que llegara a ese punto.

—¿Los demás no le causan problemas? — tratando de hacerle olvidar por un momento la preocupación por no saber donde duermo el muchacho.

—Te mentiría si te digo que no — sonrió con sinceridad — cada uno es un mundo, incluso Alberto que es el más centrado, a veces se olvida de llamar. Eso de tener enamoradita es un problema — sobándose la cabeza.

—¿Tener mellizos debe ser otro tanto?

—Si, ni hablar. Son adolescentes pero se comportan como unos niños, no hay día que no los vea pelear.

—Un niño no debe ayudar a terminar la lista.

—¿Gonzalo? — sin contener la risa — es el que menos problemas me da, es un niño obediente. Le gusta hacer sus cosas solo, yo tengo que vigilarlo cada cierto tiempo para que no olvide que tiene un padre.

—Se le ve berrinchudo.

—Qué niño no lo es a su edad, él cree que papá le obedece en todo pero no es así. Él mismo se da cuenta cuando se equivoca, además con cuatro hijos — fijándose en la pared del techo — el quinto es fácil de cuidar, necesitas paciencia, mucha paciencia.

—Supongo, aún así son muchos hijos.

—No eres la primera persona que me lo dice — rió cruzando los brazos, sonando el celular — disculpa tengo que contestar — camino entrando al despacho.

—Voy a subir, chau — sin escuchar que me despedía.


Toc toc toc

Con las piernas cruzadas en la cama, tiene una lápiz en la mano. No escuchó que toque la puerta, me senté en la cama frente a él observando que hacía.

No es la misma ropa con la que bajó a comer, raro que se cambie tan temprano en una especie de pijama, eso es lo que parece el polo holgado y el pantalón de buzo.

Hice un sonido en mi garganta para que moviera su rostro y funciono:


—Hola ¿Que haces? — sorprendido de verme sentado en la cama.

—Es domingo — rascando mi ceja — también tengo que estudiar — con un tono muy natural, que hasta yo me lo hubiera creído.

—Si me escuchaste — mirándome de arriba a abajo — estudio solo, puedes dejarme estudiar gracias — dijo hablando como un adulto.

—Lo siento no quise molestar — tocando la barbilla — no vuelvo a tocar.

—¿Por qué quieres estudiar conmigo?

—¿Y por qué no? — moviendo mis hombros, fijándome en sus ojos — creo que no nos presentamos bien la primera vez — soy Joaquín.

—Gonzalo — estrechando las manos — ¿Donde vives? Decías que era lejos de aquí.

—La Molina.

—Ahh — mordiéndose la uña.

—¿Eres tímido?

—¿Tímido? — pestañeó y movió la cabeza en negación — ¿Por qué crees que soy tímido?

—No se, no hablas mucho — agachando la cabeza luego de acabar la frase.

—No hablo con gente grande — mordiéndose el labio.

—Entonces soy un viejo —tocándome el pecho.

—Noo, es que los chicos grandes no hablan conmigo — sonreí al ver que trataba de excusarse

—¿Te parece extraño?

—Un poco —mirándome junto la boca sin hablar.

—¿Tengo algo en la cara? — rozando mi mejilla.

—No — con la boca un poco abierta — sólo miraba tus ojos.

—Son verdes.

                                                                            ***


Narra Gonzalo

—Sí, verdes.

«Son lindos, pero no le puedo decir eso, me vería raro».

No hable por varios segundos, y él tampoco. No sentí el silencio incómodo tuve tiempo de mirar de forma fugaz sus labios.

—¿Tienes hermanos?

—Es esto una interrogación — dibujando una sonrisa en su rostro.

—Si conoces a mis hermanos — con picazón en la nariz, sin aguantar me restregué fuerte mis dedos — son diferentes a mí — moví la cabeza a los lados — ninguno se parece.

—¿Querías saber si mi hermano se parece a mí?

—Sí, entonces tienes un hermano. ¿Es mayor o menor?

—Ni mayor ni menor, soy hijo único.

—¿Por qué mencionaste hermano?

—Porque si tendría uno, sería hombre.

—Hace años no quería hermanos.

—Pero — haciendo ruido mientras reía — si eres el menor.

—Sí, pero no quería. ¿Tienes muchos amigos?

—Si son más de diez, ¿son muchos?

—Creo que sí — reí como bobo.

—Hablo con todo el salón, bueno las dos secciones. Amigos como cincuenta que conozco de varios lados y mis patas patas son seis.

—Son muchos — impresionado de que conozca tanta gente.

—¿Tienes muchos amigos en el cole?

—Si, unos cuantos.

Mentí, no sabía qué decir para cambiar de tema. No debí mencionar amigos, que le voy a decir si pregunta donde voy, si nunca salgo, solo con mi papá y hermanos.


—¿Vives con tus papás? — me miró sin contestar — la mayoría de los papás están separados.

—Vivo con mi papá, mi mamá murió hace años.

—La mía también murió, ¿estás en la misma aula que Alberto?

—Si.

—No te había visto antes — sin pestañear observe su cara sin creerle.

—No somos muy amigos, tenemos que hacer un trabajo juntos.

—Ahh, por eso vienes ¿Ya sabes en qué universidad vas a estudiar?

—No, aún no elijo. Pero voy a estudiar derecho.

—Mi papá es abogado, y Alberto también va a estudiar derecho.

                                                            ***


Narra Joaquín

—Si lo sabía — recordando la conversación que tuve con el señor — ¿sabes que vas a estudiar?

—No — negando con la cabeza — estoy en primero, creo que aún tengo tiempo de elegir.

—Si, mucho tiempo. En cuatro años puede pasar muchas cosas — mire el reloj por un momento — el cuestionario lo tenías escrito antes.

—No — río con la broma que le hice — ¿Te sentiste incómodo?

—No, pero que creo que como policía lo haces. A cualquiera asustas preguntando así, no dejas tiempo para pensar.

—En serio, tan feo preguntó — en una media sonrisa.

—¿Vas a seguir repasando el tema que te tomaron? — revisando la hoja.

—No, ya termine — mirando al techo — repasaba lo temas donde no llegamos.

—Mmm — tocando la hoja, sin embargo no la soltó — puedo ver, ¿Te podría ayudar?

—Si puedes — con voz de niño de kinder.

—Aja — dejó libre el libro.

Curiose los temas por seis veces creo, no es mi curso favorito aunque creo que Gonzalo necesita ayuda. Revise el temario buscando números naturales y fraccionarios, adelante unas cuantas hojas del texto para empezar a repasar.

Nos saltamos la división al no querer tocar el tema, espero que no tenga problemas en el asunto porque es algo básico. La clase de matemáticas cambió cuando le explique el sistema de numeración.

—El Antiguo Egipto es mucho más que piedras.

—¿Piedras?

—Me refería a las magníficas pirámides y los templos — sin contener la risa — déjame explicarte.

Cuando hablas de Egipto las personas lo asocian siempre a las pirámides, y a los templos para los dioses. Pero son muchas cosas más, hubo ciudades para los hombres, y aún hoy, todo está allí para sorprendernos (alzando las cejas) .

Los arqueólogos ayudaron con sus descubrimientos a darnos una idea de como vivían en esa época, los faraones no fueron los únicos responsables de la civilización egipcia. La culpa también lo tienen los constructores, los escritores, los pintores, los campesinos; la gente del pueblo que vivía en casas de adobe o ladrillos de barro y paja. Incluso producían su propia cerveza, me olvide de los médicos: ellos tenían remedio para todo, lo mismo curaban un brazo roto que aplicar colirios en los ojos.

Ahora es normal que un niño aprenda a escribir y leer desde inicial,sin embargo en esa época solo unos pocos tenían acceso al aprendizaje de la escritura.

Los escribas escribían con signos, lo que se llama jeroglíficos. Eran dibujos, y cada uno de ellos tenía un significado. Para los egipcios la escritura era muy importante, como un regalo de los dioses, lo aprovechaban dejando por escrito las cosas importante.

El faraón y los personajes importantes iban acompañados siempre de un escriba que tomaba nota de todo lo que pasaba, al comienzo solo escribían en piedras y en las tumbas, más tarde en papiros cuando aprendieron a fabricarlos.

—¿Todo esto que tiene que ver con el sistema de numeración?

—Justo iba a llegar a ese punto — tomando el lápiz — las matemáticas fue la rama de la ciencia que más se desarrolló.

—Ok, pero no me gusta mucho historia — mordiéndose el labio inferior — podemos centrarnos en matemáticas.

—Creo que la historia es igual o más importante que las matemáticas — abrió la boca tratando de refutar lo que dije — analizas las decisiones tomadas en el pasado ¿Tu crees que cuando tus papá se casaron, tu papá pensó que tu madre moriría tan joven?

—¡No hables de mi papá! — cerró el libro de un golpe — fue un accidente y a ti no te importa — con una mueca en la cara, bajando el sonido de voz.

«Creo que me pase, incomode al niño».


—Sorry, no debí decir eso — con la boca abierta sin saber qué más decir.

—Fui grosero por no dejarte terminar — en un susurro.

—¿Hay alguien más en la habitación que nos puede escuchar?

—Sí, el duende — rió sin contenerse, poniéndose rojo al no tomar aire.

—¿Duende? — muy cerca a él, pude oler el aroma de su cabello — ¿Crees en los duendes o que te has fumado?

—Se llama Frank — que imaginación del pequeño —Mauricio lo inventó cuando era chiquito, yo creí que existía, y no no fumo — hizo un sonido con su nariz — ¿Tú fumas?

—A veces.

—Se nota, hueles a cigarro —con cara de disgusto.

—Gracias, le da un toque a mi look.

—¿A tu look? — mirando de pies a cabeza — fumar hace mal, pero ya lo debes saber. Mi papá dice que es muy adictivo, antes fumaba mucho ahora lo hace muy poco. ¿Entonces crees que la historia es importante? — sonó divertido con la pregunta, pero no voy a caer dos veces.

—Al conocer el pasado, conoces el presente y provees el futuro. Si no conocemos nuestra propia historia estamos condenados a repetirla, las grandes potencias son potencias porque no ignorar su pasado, y aprendieron de sus errores. Perú en cambio sigue cometiéndolos porque la mayoría ignora su propio pasado.

—Es interesante — abrió el libro, dejando las hojas en donde nos quedamos — ¿Otro día me explicas historia?.

—Sí, no hay problema.


Leí el texto una vez para mí solo, hablando de la forma más clara posible. No se porque no son prácticos los profes de mate, las clases no serían tan aburridas. Hay ocho símbolos en el sistema egipcio: el 1 que es un palito, el 10 un pedazo de chocolate.

—¿Chocolate? — arrastrando hasta llegar donde me encuentro.

Sentado en la cama con el libro en las piernas,, giro el anotador observando el dibujo. Sin ver el texto seguí hablando, 100 un signo de pregunta, miró por un momento la hoja para mirarme a mí después.

—1000 una lámpara — con cara de incredulidad.

—No es una lámpara — mordiéndose el dedo.

—¿Qué es entonces? — pregunte divertido.

—Un pajarito encima de una roca — girando su cabeza a la izquierda — si lo miras bien hasta rabito tiene.

—Así — gire mi cabeza, achicando los ojos — si parece un ave, no me había dado cuenta.

—No es necesario que mires así — rió, debo haber puesto una cara graciosa — el 10 000 ¿Es un pececito?

—Si un pececito — riendo de como le estaba enseñando el sistema egipcio.

100 000 es un dedo con una uña, y 1000 000 un hombre caminando. Cogí una hoja vacía de la cama para que practique cada símbolo. Los diez primeros ejercicios no pasaban de mil, pidiendo que fueran más difíciles escribí números e hice los dibujos con mayor valor.

En la numeración maya la explicación fue corta, aunque le puse ejemplos difíciles para comprobar que había entendido. No hubo errores así que seguí con los números binarios, me saltie la explicación dejando un tiempo para que resolviera los ejercicios,

Números romanos son ocho símbolos que son: I = 1; V = 5 ; X=10 ; L=50 ; C=100, D:500; M=1000, y una línea horizontal que multiplica por 1000 todo aquel valor que está escrito dejado de ella.


—DC= 600 — recordando que era D.

—Si sabes que D es 500 y C 100.

—Me olvide el...

—Solo se suma, como lo vimos hace un rato con CD que es 400 y se restaba.

—Gracias por hacerme acordar — con una sonrisa fingida.

—¿Quieres que te enseñe?

—¿Qué? — un niño no va a enseñarme matemáticas.

—Creo que tienes un problema con la suma, y con la multiplicación lo vi en tu cara.

—Ok, enseñame.


«Solo me queda escuchar su explicación, para ser un niño explica muy rápido. Me dejo más confundido que antes.».

No creí que lo haría, pero le pedí que me explique por segunda vez, y hablándome despacio esta vez logré entender cómo se hacía.

Los siguientes quince minutos fue un repaso de lo llevó en su examen, no me interrumpió en ningún momento explicando lo mejor que podía cada tema. El cálculo de áreas de figuras planas, no existe una fórmula general para calcular áreas cuando existen varias figuras. Tienes que fijarte cómo están las figuras para saber qué operación se tendrá que realizar.

Mirando el libro, copié unas cuantas figuras para que calcule el área sombreada. No se había movido de su lugar, echado boca abajo cerré el libro poniendo la hoja para que hiciera el ejercicio. No le tome importancia si estaba correcto, porque no entendía el tema.

Volví a abrir el libro hablando de nociones de probabilidad, tome el caso de los juegos de azar. Me explaye en los dados, que sería un evento equiprobable, cualquiera de las seis caras tiene probabilidad de ocurrir.

Media hora más, viendo símbolos y números me dejó agotado, parece una clase más del profe Larraín. Ahora que recuerdo Mapi tiene mi cuaderno de mate, tengo que pedirle mañana.


—En el caso de que dos valores — abrí la boca bostezando sin poder contenerme.

—¿Te cansaste? — cambió de posición, sentándose a mi lado

—Un poco — jugando con el diente.

—¿Necesitas ayuda con la interpretación geométrica?

—¿Por qué crees que necesito ayuda? — molesto que crea que no puedo solo.

—No se — alzando y bajando los hombros en un movimiento rápido — discúlpame si te hice enfadar, sólo quería ayudar como tú lo hiciste.

—Esta bien — inflando los cachetes con un sonido molesto — explícame aunque no tengo mi cuaderno a la mano.

                                                                              ***


Narra Gonzalo

—No importa — agarré una hoja vacía de forma veloz y el lápiz que él usaba — puedo enseñarte sin cuaderno.

—¿Cómo sabes del tema? — mirándome extrañado.

—Antonio lleva clases avanzadas, a veces me enseña algunos temas.

«Dije una pequeña mentirita, la verdad es que Antonio nunca me ha enseñado nada, deja que toque sus libros pero nada más».


—Ahora entiendo.

—Sí — con una pequeña sonrisa — es todo un cerebrito, Alberto es chancón pero no es que sea muy inteligente.

—Eso no lo sabía — arqueando la ceja.

—Bueno te explico — geométricamente la derivada se define como la pendiente de la recta tangente a la curva en un punto previamente establecido — movió la cabeza afirmando — la recta tangente es una recta que tiene un punto común con una curva o función.

Había pasado por la recta secante, dándole ejemplos en la hoja, se limitó a escucharme. La derivada de una función se expresa incorporando a la función f(x), una prima: una prima f' (x)

—Puse la fórmula. Básicamente es el incremento vertical dividido entre el incremento horizontal, cuando el incremento horizontal es infinitamente pequeño tiende a cero.

—Espera — alzando la mano — espera, no entendi nada.

—¡Qué! — con la boca abierta, llevo bastante tiempo explicando el tema ¿Que no habrá entendido? — ¿Que no entendiste?

—Nada — abriendo los ojos.

«Nada, no puede ser. Todo lo que explique no sirvió de nada».

—Bueno — botando aire por la boca — voy a explicarte otra vez — me paré tomando lápices de colores.

—No es necesario — se paro de la cama.

—¡No! — con fastidio en mi voz — yo puedo enseñarte, no nos vamos a mover de aquí hasta que aprendas.

—Eres algo obstinado, gracias pero no es importante.

—Si lo es — abriendo las manos — yo puedo hacerlo, siéntate — señalando la cama.

Miro un rato la puerta, luego la cama y tomó asiento por fin. Dibuje la recta tangente de color azul señalando que era una línea recta y la recta secante en verde interseca dos o más puntos de una curva.


—Es más fácil con dos colores — con una sonrisita.

Yo no necesite aprender así, en fin. Enseñe de forma clara y muy despacio las dos rectas, haciendo varias gráficas para que observé cómo cambian los elementos en cada uno. La recta tangente y secante pasan juntos por un punto P. Por otra parte la secante pasa por los puntos P y Q.

—¿No se pueden cruzar el punto P y Q en una tangente?

—No, si miras bien la gráfica te das cuenta — hice el dibujo más grande para que no tuviera errores.

—Ok — viendo la hoja un poco incómodo.

Siguiendo con la ecuación de una recta, basta conocer la pendiente y un punto de la misma. Hice tres ejemplos fáciles, resolví rápido uno. Viendo que se perdió, el segundo lo hice lento, explicando paso por paso, el tercero deje que lo hiciera solo.

Se demoró al comenzar, cometió un error con un número. Corregí poniendo el número correcto, y deje que terminará. Los siguientes ejercicios aunque son difíciles los hicimos juntos, el nivel que necesita aprender es mucho más fuerte por estar en quinto.

—¿Todo bien? — dibujando una sonrisa.

—Si, creo que necesito clases particulares — hizo un sonido mientras reía — creo que enseñas mejor que el profe Larraín.

—¿Tú crees? — abriendo la boca asombrado — mejor que el profesor, no me lo creo — mordiendo mi dedo.

—En serio, yo podría enseñarte historia si tu me enseñas mate — dijo muy seguro.

«Creo que me falta confiar en mí mismo, a él se le ve tan seguro. Incluso sin saber matemáticas, ¿Como lo hará para ser así? ¿Será por qué es simpático?».

—Te quedaste mudo otra vez — río mientras me observaba, me mordí el labio sin saber qué decir.

—Tú-Tú ¿Qué edad tienes?

—Diecisiete, ¿eso querias saber? y ¿Tú?

—Yo — girando mis ojos apenado — once, solo era curiosidad.

—¿Llevas esos temas en sexto grado? — miró hacia arriba — la currícula cambia muy rápido, falta que a un niño de segundo le enseñen álgebra.

—No estoy en sexto — dolido por verme tan chiquito — estoy en primero.

«¿No me presto atención?, le dije que estaba en primero».

—¿Vas a cumplir doce?

—No, mi cumpleaños fue en Junio.

—¿Te adelantaron?

—Sí, entre con dos años.

—Demasiado pequeño — dijo en el tono que usa mi papá cuando está enfadado.

—Yo no lo veo así — cruzando los brazos, miro la hora sin prestarme atención.

—¡Hace como tres horas que estoy aquí! — asombrado de que pasara tanto tiempo.

—Te explique por más de una hora — meneando la cabeza, no se porque se asustó con la hora aún era temprano.

—Me voy, chau.

—¿Vienes otro día?

—Sí, tengo que hablar con Alberto porque hoy no hicimos nada — parándose rápido, salió como un fantasma, a las justas pude despedirme diciendo bye.

                                                                                               ***

Al día siguiente

Narra Gonzalo

Cuando no hablas con nadie las clases son aburridas, a esa conclusión llegué porque hablar mentalmente resultaba ser cansado. No podía hablar solo en voz alta, pensarían que estoy loco, y tampoco quiero que me vean así.

Ayer fue divertido estudiar con Joaquín, creo que ya ni recuerdo mi voz, a las justas y la uso. El reloj paso rápido para mi suerte, aunque Martín vino hoy a clases. Ni siquiera lo mire para no tener problemas, aunque los chicos hablaban y se reían, creo que hablaban de mí, pero no logré escuchar así que no podía estar seguro.

En el recreo forman muchos grupos, algunos juegan, otros se sientan a conversar o juegan con videojuegos portátiles. Me aleje un poco para sentirme tranquilo, y no incomodar a nadie.

Al sentarme y ver a alumnos de cuarto, pude ver que pasaba Rodrigo con uno de los chicos. Le pase la voz sin gritar sin embargo no volteó ¿Creo que no me que escucho?. Me jale varios cabellos uno por uno hasta que tocó el timbre, volviendo al salón.

                                                                         ***


Narra el profesor Ferrel

—Manuel necesito hablar contigo — tocando el hombro.

—¿Qué pasó? — no me llevo muy bien con él, se que se sorprendió de que quiera iniciar una conversación.

—Tengo un problema con Tiessen.

—¿Gonzalo? Gonzalo Tiessen — con desconcierto en su rostro, ¿Puedes decirme que hizo Gonzalo? — con ese tono de superioridad que detesto.

A los alumnos nunca los llamó por su nombre, él le da tanta confianza a los chicos que luego no tiene como ejercer mando.

—Pensé ir con el director, sin embargo con los elogios que recibe de tu parte — pasó el profesor Rodríguez quejándose de que tomarán su café, Alfredo pasó aceptando que había tomado el café — quizás sabes que está ocurriendo con él — susurrando para que nadie más escuche.

—No tengo problemas en aceptar que Gonzalo es mi alumno favorito — como puede decirlo sin importarle que escuchen.

—Tenemos diferente forma de pensar profesor Perret, el alumno Tiessen es un alumno más para mí.

—Bueno yo no veo a Gonzalo — afianzando su nombre — como un alumno normal.

—No es bueno que des alas a un alumno que es del promedio.

—¿Uno más del promedio? — rió con burla — ya quisiera un alumno de quinto tener la inteligencia del niño, que yo sepa tiene el mejor promedio en tu clase.

—Eso está en duda — rascando mi frente — si las notas siguen como su último examen — cruzando las manos — no es tan buen alumno como parece.

—¿Salió mal en el examen? — con tono preocupado, me tomó del brazo y me llevó hasta la mesa donde no había nadie.

¿Quién cree que es para hacerme sentar como si fuera un alumno ? No lo soporto, debí ir directo con el director sin decirle nada a Manuel.

—Hace unos días tuvieron examen y lo califique con dieciséis — con fastidio en su voz — es extraño.

—No veo lo extraño — con una sonrisa en mis labios — se desinfló tu alumno favorito.

—Es burdo el término que usas con el muchacho, Gonzalo siempre saca veinte en mis examenes.

—Con lo comprensible que son tus pruebas lo entiendo — quiere jugar usando palabras rebuscadas, yo también puedo hacerlo — incluso con cooperación del profesor quien no tiene buen promedio.

—No voy a tolerar que cuestiones mi forma de educar, eso de cooperación — golpeó el pupitre con el puño, reaccione con un brinco por el sonido — espero que no te refieras a que hay dinero de por medio, o que regaló nota porque no es así.

—Nunca mencione dinero — reí con la actitud que tomó — si te sientes aludido es por algo, aunque si creo que regalas notas en especial con Tiessen.

—Que poco lo conoces — rió sin apartar la vista — Gonzalo nunca aceptaría que suba su nota, las pocas veces que lo he ayudado — tomando su fólder con fuerza, y mostrando las notas del chico — ha sido por su propio esfuerzo, las monografías que ha presentado —tirando una a mi costado — son dignas de un estudiante universitario, así que no me vengas con que es un alumno de la media.

—Tiene un club de fans sin saber el pequeño — dije burlándome.

—Estás usando plural — tocándose el ojo — no te debe haber ido muy bien en lengua cuando ibas al colegio.

—Lo dije por Andrés y Martha — cruce mis brazos — toque el tema con Andrés y la profesora Martha se metió en la conversación, apeló por el alumno y me dijo que hable contigo, pero creo que no vamos a llegar a un acuerdo.

—Toma — dejando en mis manos el trabajo del chico — leé espero que comprendas la mitad de lo que escribió, deja que yo hable con él, algo debe haber ocurrido.

—Mi clase es a la última hora, no voy a esperar más tiempo.

—Ok, hablare con él antes — se paró con su folder en las manos — nos vemos.

                                                             ***


Narra Gonzalo

Seguí la clase de Historia con atención en la profesora Pozo, quizás tengo que darle una oportunidad como dijo Joaquín. Parece amable, espero que no me vea pesado, algunas personas d̶i̶c̶e̶n̶ decían que era creído.

No se compara en lo más mínimo a Rodrigo, nunca me gustaron sus ojos, es un pedante, sin modales, lisuriento, bravucón. Tengo un millón de insultos para él, cuando lo vuelva a ver, voy a decirle todo lo pienso en su asquerosa cara, si asquerosa, eso es.

Cuarenta minutos tomé apuntes sin participar en clases, a muchos les gusta historia. Les di la oportunidad de comentar, aunque últimamente no hablo mucho en clase. Creo que debería hacerlo, puedo bajar mis notas sino me esfuerzo.

La clase de Educación Física hizo que me relajara un poco de todo, el profesor Castellaneta es muy divertido. Hicimos salto alto, nadamos, corrimos, saltamos la cuerda, gimnasia fueron muchas cosas termine exhausto lo que odio es correr, me canso muy rápido.

Al salir al patio, me cruce con el profesor de ciencias. El profesor Castellaneta lo saludó de forma amable con una sonrisa, sin embargo no recibió respuesta. Que maleducado el profesor Rodríguez, mi papá siempre dice que no se le niega el saludo a nadie.

Me quedé petrificado al ver como baila la cabellera castaña, abrí la boca sin saber qué decir. Mi cuerpo no me hizo caso, debería haber corrido hacia otro lugar. Lo que hice ni yo me lo imaginé en mis peores sueños.

Camine, lo raro que estando lejos de él, llegue en unos segundos. Y no es que me gusté los maratones lo que hice fue saltar como conejo, avergonzado al lado de él no me iba a volver quedar callado.

Lorenzo le dijo algo a Rodrigo, dejó de hablar con Lucas, volteando y mirándome sin sorpresa.

—¿Podemos hablar? — fijandome en los chicos que me miraban, esto no es lo que imaginé cuando quería gritarle.

—Vamonos — nadie se movió, ni sus amigos ni yo entendimos a quién se refería. Bajo su mirada hacia mí, subiendo los ojos en un instante con desprecio — ¡huevones caminen! — caminó solo dándome la espalda.

Llegue al salón recordando lo que había pasado, su mirada fue tan fea. El rechazo en sus ojos, nunca me había visto así. Sospecho que no siente nada por mí, es doloroso pero es mejor saberlo.

—Gonzalo ¿Gonzalo? ¿Ocurre algo? — alzando mi rostro.

—¿Qué? — mirando a los ojos al profesor Perret — lo siento profesor, no lo escuche — sobando mis ojos.

«Espero que no se nota que lloré, no quiero que nadie lo sepa».

—¿Gonzalo que ocurre?

—Nada profesor — aguantando las lágrimas, es un buen profesor pero nunca he tenido tanta confianza de conversar temas personales. Mi padre no sabe lo que ocurre, y no conozco otra persona que podría contarle además de Mauricio.

                                                                                ***


Narra el profesor Perret

Intranquilo, no es necesario que me diga que le pasa. Es un niño no debería verse tan triste, recuerdo verlo tan pequeñín el primer día de clases.

—Buenos días profesor Perret — con una gran sonrisa, al lado de su mamá.

Tan trágica la muerte de la señora, dejando a sus hijos tan chicos...

—Profesor disculpe, ¿Dejó tarea en clase?

—No, ¿no escuchaste la última clase?.

—Disculpe profesor, no ocurrirá de nuevo.

—Estas muy distraído en clases — tocando el mentón ¿Por qué será?

—Profesor son cosas sin importancia, no volverá a pasar, lo prometo — mordiéndose el labio.

—El profesor Ferrel habló conmigo, me contó que no te fue bien en su examen.

—Me olvide estudiar — agachando la cabeza, sin verme a los ojos — lo lamento.

—Gonzalo si quieres hablar, sabes que puedes hablar conmigo cuando quieras.

—Gracias profesor, creo que mañana tengo tiempo. Hoy tengo muchos deberes.

—Esta bien, lo dejamos para mañana — tocando su hombro — te dejo en tu receso.

                                                                                       ***


Narra el profesor Ferrel

Aquí estoy, sentado leyendo una monografía, si se puede llamar así de un alumno de primero.

Lenguaje

Introducción

¿Qué es el Lenguaje? Para resolver la pregunta, primero se tiene que considerar unir este concepto con el de "Lengua", y más tarde con el de "Comunicación", siendo una deducción lógica obvia para cualquier estudiante, pero que tiene su importancia real. No queremos decir con esto que "Lengua" y "Comunicación" son las respuestas; aún así siempre las implicamos cuando hablamos de Lenguaje. Ahora la interrogante es: ¿Por qué esa implicancia?

Citamos dos conceptos de Lenguaje de un diccionario español:

1- Facultad de expresarse.

2- Conjunto sistemático de signos que permiten la comunicación.

Diremos que el primer concepto es el más se adapta a nuestro sentido común, al pensamiento corriente de los individuos, y que resumiría la respuesta a la primera pregunta.

El segundo ya no sería una respuesta usual, diríamos que es más técnica, podríamos suponer que es más elaborada que la anterior.

Quince hojas de puros conceptos, me salté muchas páginas echando un vistado a las palabras que utilizó el niño. Utiliza palabras complicadas, ahora comprendo porque es el alumno favorito de Manuel.

Conclusión

Esto puede ser interesante, releí dos veces el texto.

¿Cómo definimos Lenguaje?

Definiremos Lenguaje como:

Objeto de estudio de la lingüística que se basa en la capacidad humana de asociar significados a determinados conceptos, asociación de carácter convencional e intencional; elemento de la construcción del razonamiento humano y considerado uno de los primordiales medios de comunicación existentes.


—¿Te pareció interesante? — quitando de mis manos el cuadernillo.

—No, la verdad no me atrajo mucho el tema — apreté mi brazo con la otra mano.

—Me pareció verte entretenido — sentándose cruzó los brazos sin dejar de mirarme, ¿supone que le tengo miedo? por favor.

—¿Hablaste con Tiessen?

—Si — movió el cuerpo en afirmación — no tenía tiempo hoy, mañana hablaremos.

—No voy a esperar hasta mañana — tome los apuntes viendo la hora — permiso, tengo que ir a la biblioteca antes de mi clase.

Recogí rápido las copias que necesito para la clase de hoy, me recoste en el pasillo esperando que termine la clase. Salude a Guillermo cuando salió, solo esperaba sentarme en mi lugar toda la clase, y que nadie me moleste.


Tome lista de los alumnos, cinco alumnos faltaron hoy, mire la cara de todos los niños.

—¡Silencio! — es la quinta o sexta vez que alzó la voz, .

Me dirigí a la primera fila repartiendo las hojas con el nuevo tema, sin hablar llegó los papeles al lugar de Tiessen. No tuve tiempo de explicar el tema, Manuel entró interrumpió la clase

—¡Alumnos esto es una clase, silencioo! —todos se callaron al escuchar a Manuel. No puede ser que le hagan más caso a él, sonrió al verme.

Lo mire con ganas de querer asesinarlo, me hubiera ido a los golpes. Pero hay alumnos sentados y no puedo hacerlo.

—Profesor Ferrel pedí permiso con el director, los alumnos de primero van a audiovisuales.

—Disculpe pero el director no me comunicó nada, tengo una currícula que cumplir. Los alumnos no pueden retrasarse.

—Ya tengo la orden de Jeffrey — se atreve a hablarle por su nombre al director.

—Voy a ir a preguntarle.

—Yo no lo haría, si fuera tú — con orgullo en su voz que no tolero — tiene una reunión importantísima. La otra sección espera, no voy a poder controlar a los muchachos sino me permites llevar a tus alumnos,

—De acuerdo, anda con ellos — los alumnos salían en fila — pero el alumno Tiessen no sale, al ver al niño quieto al escuchar su nombre.

—No pueden perder el video, se les tomará un examen después.

—Tendrá oportunidad de darlo otro dia, siendo su profesor — en un movimiento de cabeza — ¿y bien no se te hace tarde?

—Claro nos vemos — camino a la puerta vigilando como salían los alumnos.

Cuando todos se fueron, el niño volvió a tomar asiento en su mismo lugar. No tiene justificación, pensé en mostrarle el examen, y escuchar la mentira que inventaría.

Camine lento hacia la cuarta hilera de la fila, mientras me acercaba más abría los ojos. Logré percibir terror en su rostro ¿Que extraño?

Sentado al frente de él, no es una posición cómoda sin embargo no perdía ningún detalle de su rostro, voy a saber si me miente.

—Bien Tiessen, explícame esto — dejando caer la prueba en la mesa.

—Yo — comenzando a temblar — yo no — respirando muy fuerte.

—Prefieres que te diga Gonzalo — solo movió la cabeza agachando la cabeza.

Nunca imagine que el niño fuera tímido, no preste atención si habla con niños del salón. Recuerdo que últimamente solo me mira cuando explico un tema, y no hace otra cosa que prestar atención a su cuaderno.

—Tienes cero, el examen lo dejaste en blanco.

—Sí, disculpe profesor — entrelazamos miradas por un instante, bajó su rostro al instante.

—¿Qué es lo que pasa? — levante su cabeza, quede frente a sus ojos.

—Yo — cayendo una lágrima en su mejilla — no tengo justificación — sentí que aguantaba las ganas de llorar.

Lo he pasado, se como puede sentirse. Y soy profesor, no debe estar cómodo al querer regañarlo. Mi padre era una basura, no fue un buen padre, para él siempre fui cualquier cosa. Jamás le interesaron mis logros, debe retorcerse en su tumba porque nunca esperó que llegara a trabajar aquí.

Creyó que estudiando en una estatal, no lo lograría, pero se equivocó...


—Voy a estudiar para el examen mensual, no estoy satisfecho con lo que ocurrió — tomando un poco de aire — me angustia lo perjudicial que es para mí promedio profesor Ferrel.

—¿No tienes ninguna excusa que darme?

—No, sería un agravio, yo considero a cada profesor. Nunca inventaría algo por justificarme, es algo bajo — movió la cabeza — sería una ofensa a su inteligencia.

«Aparenta ser sincero con sus palabras, que niño de once años mentiría de esa forma. Parece que es muy grave la nota que sacó».

—¿Nunca sacaste un cero?

—No profesor — mirando desconcertado — mi peor nota fue un diez, pero lo recuperé.

—Explicame ¿no sabías cómo resolver la prueba o no estudiaste?

—No leí las hojas en ningún momento — se fijó en mis ojos y bajó la mirada al pupitre.

—¿Por qué? — perplejo por su franqueza.


La naturalidad del pequeño me impresionó, en mis años de colegio no le hubiera contestado de esta forma a un profesor. Cuántas veces hubiera querido tener el valor para hablar con el señor Arellano, incluso recuerdo un ejercicio que hizo mal, y nunca dije nada.

Mis clases son tan tediosas que el mejor alumno que tengo no se preocupa en resolver un examen, creo que me preocupo más en organizar mis clases que en enseñar a mis alumnos los temas, ¿cuando cambie? Mi propósito de ser profesor fue otro, soy igual o peor que el profesor de lenguaje que tenía, y que odiaba.

—Tengo una incógnita que no alcanzo a comprender.

—¿Cómo? — dudoso con el problema que puede tener, mi rostro es idéntico a cuando leo un libro malo.

—Es un misterio el comportamiento de las personas, la inestabilidad en su temperamento. ¿Cuál es la cuestión para que actúen así? De la cordialidad vuela a lo antipático en cuestión de tiempo, no logró resolver la disyuntiva.

«¡Pero que carajos! ¿Habla como si quisiera resolver un problema matemático, o tiene complejo de psicólogo?».

—No logro entenderte, ¿A que te refieres?

—El afecto que pueden tener dos personas — rascando el cabello — ¿Tiene novia?

—No.

—Pero, ¿Ha tenido novia?

—Por supuesto.

«¿Ahora me va a analizar? Quiero que esto acabe pronto.».

—Si yo le explicará, ¿usted podría darme un consejo?

—Supongo que sí Gonzalo.

—Gracias — sin mostrar los dientes, la comisura de sus labios se movió — voy a tratar de ser conciso y hablar sencillo profesor.

—Ok — miré al niño sin comprender.

«¿Sencillo? Utiliza para palabras difíciles como si fuera la gran cosa».

—Hay u̶n̶ una chica con la que salía, las cosas iban bien, eso pensé. Hace poco me entere que regresó con su ex, ya no quiere hablar conmigo y está é̶l̶ la otra chica que recién conozco, nos llevamos muy bien.

Todo esto es una excusa para justificarse, ¿salir? ¿con una chica? además conoce otra más, voy a desenterrar toda la mentira, que niño tan mentiroso resultó.

—¿Puedes describirme a las dos niñas?

—Sí, R̶o̶d̶ Romina ¿quiere su aspecto físico?

—Sí, puedes comenzar con eso.

«No va a poder seguir con la mentira por mucho tiempo».

—Su cabello es lacio tiene un poco de ondas, castaña, ojos cafes, delgada. No se cuanto mide pero es a̶l̶t̶o̶ alta, bueno todos son más altos que yo. Este año a las justas crecí dos centímetros.

—¿La otra niña?

—L̶o̶ La conozco recién, pero no son niñas — fastidiado dijo niñas subiendo la voz — Romina tiene dieciséis.

—¡¿Dieciséis!? — atónito con la edad, que puede querer una adolescente de un niño — ¿Cómo la conociste?

                                                                                  ***


Narra Gonzalo

Tengo miedo, creo que no debí contarle al profesor. No me gusta como me mira cuando pregunta, no se como salir de las preguntas. Tengo que contestar más rápido para que no sospeche. No quiero que nadie sepa que salía con Rodrigo, que pensaría el profesor.

—La hermana de Alessandro estudia en el Newton — recordé las veces que recogió a su hermano — Romina es amiga de Sofía, la hermana de Alessandro.

«Qué mentirota invente ».

—¿Qué edad tiene la otra chica?

—Diecisiete, pero he hablado poco con ella. Estudia con mi hermano mayor — eso no fue una mentira, si estudia con él.

—¿Qué relación tenías con Romina?

—No se — baje mi cabeza — no podría explicarlo, nuestra relación... — lo mire sin poder hablar.

—Una chica de dieciséis Gonzalo, busca otra cosas — dijo con otro tono de voz, parecía mi papá cuando trata de corregirme.

—Lo se — jugando con mis dedos — me dio a entender que es lo quería.

—Es muy grave — junto sus manos sobre la mesa como si fuera a rezar — es un delito, eres un niño.

—No ha pasado nada — bajando la mirada.

«Si pasaron cosas, pero no puedo hablar. Si mi papá se entera se enfadaría ».


—Muchas veces trato de robarme un beso — con las mejillas rojas — pero nunca lo permití.

—¿Nunca pasó nada entre ustedes?

—No — moví mi cabeza — me contó que hizo con su ex, tuvieron sexo y quería hacerlo conmigo.

—¿No te daba miedo? —puso la mano sobre mi hombro sin esperar que me tocara salté de la silla.

—Si — conteniendo la respiración — yo no quería, no quiero tampoco — mordí mi labio.

—Tocaba mucho el tema.

—A veces, no era muy seguido. Tiene muchos amigos, es popular, pero le gustaba hablar conmigo o eso pensé yo — con pena en su rostro — ahora me ignora.

—No parece una buena compañía.

—Si,¿aún así porque se fijaría en mí? algo debo tener. Aunque va mucho a fiestas, toma, fuma y consume drogas.

—¿Te ofreció alguno?

—Si, cigarrillos — puso cara de loco al escucharme — de los normales, no de los otros. No acepte.

—¿La otra chica?

—Se llama — sin saber que nombre ponerle — Joaquina — estuve por reírme, no puedo creer como no se me ocurrió antes.

—¿Tiene diecisiete?

—Si — moví la cabeza eufórico — no es como Romina para nada, es más alta, linda. Ayer me ayudo a estudiar. Romina nunca me ayudó en mis deberes.

—Puede ser linda como dices, pero no crees que te puede ver como un amigo.

—Si — puse la boca chueca — es lo más seguro, no importa igual quisiera ser su amigo.

—¿Por qué crees que Romina regreso con su ex?

—Por el sexo, eso me dijo. Le gusta su ex novio, bueno su novio— contesté fastidiado — ella me gusta mucho.

—Con lo que me has contado ¿Cómo te puede gustar?

—Hablo de gusto, no de amor — muy serio trate de explicar — atracción, no puedo negar que es simpática. É̶l̶ Ella sabe la verdad, que me gusta pero no le importo, prefiere seguir con... — sin contener las lágrimas.

—No fue fácil, decirle que me gusta — mojando toda la mesa de lágrimas — fue lindo cu-cua-cuanndo sali-salimos, nos toma-tomabamos de la mano —con la voz entrecortada — y...

                                                                                                                  ***


Narra el profesor Ferrel

—Tranquilo muchacho.

Solo era un pequeño, el amor puede ser tan difícil. A sus once años debe haber mucha ilusión, nunca tuve nada parecido tan joven, mis relaciones no han sido las mejores. No se que consejo darle, pero no parece una buena chica, lo mejor para él es alejarse.

Una amistad con la otra en cambio si no pasa de eso, estaría bien. Es joven para estar pensando en el amor, mucho peor para aventurarse en el sexo.

—Gonzalo calmate — con palmadas en su hombro — mira lo mejor es que no veas más a Romina. No es una buena compañía para ti.

—Si, profesor se que no debemos vernos — movió la cabeza aceptando lo que dije — ¿y con?... — interrumpí sin dejarlo terminar.

—Te veo ilusionado, y no es bueno. Te puede ver como un amigo, lo mejor es que no te emociones con algo que quizás no ocurre.

—Si señor — con un suspiro — entiendo — con la mirada triste — ¿El examen del viernes puedo darlo otro día?

—Lo siento Gonzalo, no puedo hacer eso.

—¿Me puede dejar una tarea? — con peor semblante que antes — quiero subir mi promedio.

                                                                        ***



Misericordia con Gonzalo o la estimación con el joven por la franqueza al contarle sus problemas, no pudo negarle una oportunidad pero no sería nada fácil. El profesor Ferrel es muy estricto con los estudiantes, no hay ejercicio medio resuelto para él.

—Mira — tomando hojas en blanco y lápiz de su fólder revisó el reloj grande en la pared — tenemos una hora de clase, voy a dejarte ejercicios y este examen equivale al pasado, y al mensual.

—Pero — quedándose sin aliento.

—¿Quieres subir la nota? — miró al niño advirtiendo la respuesta.

—Sí — afirmando con la cabeza, aceptó el trato.

Intranquilo sin dejar de moverse, revisaba el reloj cada cierto tiempo. Quince minutos pasaron y el profesor no termina de hacer la prueba. Queda muy poco tiempo, dos mil setecientos segundos, dos mil seiscientos noventa y nueve, dos mil seiscientos noventa y ocho, dos mil seiscientos noventa y siete... dos mil quinientos treinta y siete.

Toco el examen sin poner nombre inició el examen, treinta y nueve segundos empleo en releer todo lo que escribió el señor.

Escribe la lectura de las siguientes cantidades:

  a) 7901398456839229469353

Siete mil novecientos un trillones tres... volvió a leer la cifra borró y volvió a escribir.

Siete mil novecientos un trillones trescientos noventa y ocho mil cuatrocientos cincuenta y seis billones ochocientos treinta y nueve mil doscientos veintinueve millones cuatrocientos sesenta y nueve mil trescientos cincuenta y tres.

b) 2879899876543234566778888899990

Dos quintillones ochocientos setenta y nueve mil ochocientos noventa y nueve cuatrillones ochocientos setenta y seis mil quinientos cuarenta y tres millones doscientos treinta y cuatro mil quinientos setenta y seis billones setecientos setenta y ocho mil ochocientos ochenta y ocho millones ochocientos noventa y nueve mil novecientos noventa.


En el salón no tocaron cifras mayores de once números, lo que siguió fueron operaciones complicadísimas, suerte del niño que el día anterior repaso todo el curso.

Operaciones algebraicas, ecuaciones de segundo grado, factorización de expresiones algebraicas. Muy cansado no quiso seguir, asustado al ver el reloj faltaban solo mil veinte segundos. El problema es que no arrancó con los ejercicios de cálculo diferencial y geometría analítica del espacio .

Sea f una función continua y derivable tal que f (0) = 3 . Calcular cuánto tiene que valer f (5) para asegurar que en el intervalo [ 0,5 ] existe un c tal que f ′(c) = 8 .

Sin mucha demora lo resolvió poniendo la respuesta 43, lo siguiente hizo rápido aunque los ejercicios fueron más complicados pero no tuvo tiempo de revisar si hubo error por la falta de tiempo. Arregló sus cosas, entregando las hojas antes de que toque el timbre.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top