Capítulo 21.- El momento
Se que es aburrido lo que voy a decir, pero para mi es importante los votos y comentarios que hacen en la historia. Me gusta comentarlos, y espero que nunca dejen de hacerlo :)
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Capítulo 20.- El momento
Lo decidí. Es el momento.
Narra Gonzalo
Llegar más temprano a la escuela, no me sirvió de mucho. Cada cierto tiempo veía por la puerta de ingreso si entraba Rodrigo. Pasaron largos diez minutos, incluso sonó el timbre, y permanecí en el patio sin moverme viendo los rostros alegres que pasan sin prestarme atención.
Sin motivación llegue al salón, sentado en el pupitre de siempre. Hoy es viernes, son mis días favoritos porque los profesores hacen repaso de los temas que hicieron en la semana, aunque dejan muchas tareas para el lunes.
La clase de ciencias avanzó sin contratiempos, no había preguntas así que no tengo que prestar atención a lo que diga el profesor. En mi pupitre puse mi cuaderno de dibujo que podía pasar como un anotador.
Anhelo que acabe este año, ha sido de todos el peor de lo que recuerde. Quisiera avanzar en el tiempo, situarme en el último día de clases y subirme al avión rumbo a New York. Todos los amigos que tuve desde que inicie el colegio los perdí, he tratado de que me vuelvan a hablar pero no funcionó.
Creo que hay una etapa en la que tienes que aceptar que tu vida no será la misma, y yo lo acabo de entender. No creí que sería tan malo que me gusten los niños, debo admitir que me gustaría ser como los demás niños... normales, que les gustan las niñas.
Mis recuerdos se volcaron al pasado febrero, en la playa junto a mis hermanos y mi padre. Lo pase tan bien, pude romper una pequeña ola y me fascino la sensación. Sin perder tiempo dibuje con detalles lo que ocurrió ese día, la parte más importante lo deje para el final.
Grandes olas, con surfer en sus tablas, el sol brilla infernalmente. Niños pequeños jugando cerca a la orilla; yo al lado de mi papá, sentado mirando el paisaje un suspiro con una gran sonrisa se incrustó en mi rostro.
—¿Recordando a tu novio? — dijo Martín riendo.
No quise contestarle, no quería tener problemas con él, sin embargo quería que se quede callado. Lo mire y le saque la lengua, y volví a prestar atención a mi cuaderno.
A los minutos cayó un papel a mi pupitre, abriéndolo sin esperar "las mariconadas deberías dejarlas fuera del salón", doblando y tirando el papel dentro de mi mochila.
—Por lo menos no soy bruto como tú — declaré enfadado por todas las cosas feas que decía de mí, tuve cuidado de que sólo él me escuchara.
—¡Maricón! — gritó alzando la voz, muchas cabezas voltearon hacia mi.
Recostado en el escritorio, escondí la cabeza en mis brazos avergonzado, escuché las risas de los chicos que no paraban.
El eco hizo entender al profesor otra cosa, le llamó la atención, y prohibió gritar en clase a Martín.
—¡Usted no me va a prohibir a decir lo que quiero! — contestó parado al costado de su pupitre.
Levanté un poco la cabeza asombrado de que conteste de esa forma a un profesor, fue cuestión de segundos para que los dos salieran del salón.
Al poco tiempo regresó el profesor solo, todos callados miraban la puerta esperando que entrara Martín por la puerta.
—El alumno Gambetta está expulsado — dando golpes al pupitre — espero que entiendan que no toleraré esa conducta en mi clase.
Los murmullos empezaron, volviéndose minúsculos al caminar el Sr. Rodríguez por el aula. Mis ojos seguían los pasos apresurados que daba, ni siquiera le daba importancia a lo que hablaba aunque fuera el profesor con peor carácter que conozco.
***
Un niño mira el reloj impaciente esperando que toque el timbre, la clase de Historia podía ser agobiante a veces, y este día no era la excepción.
15 minutos, 900 segundos, 899, 898, 897... 800... el timbre sonó, y sin esperar que el profesor hable salió corriendo del salón.
Un grupo de muchachos salían de los vestidores, Gonzalo entró decidido a hablar con Rodrigo.
—Hola — mirándolo a los ojos.
Sin contestar, asombrado de verlo en ese lugar.
—Hola ¿Qué haces aquí? — sentado en una banca mientras muchos chicos salían.
—Sabia que tenias educación física a esta hora, por eso vine — esperó ver a los amigos del muchacho, sentándose a su lado al no verlos.
—Sigo sin entender, ¿Qué es lo que quieres? — vió marcharse a los últimos chicos que quedaban en los vestidores.
—Quería hablar contigo.
—Creo que estamos hablando — con una pequeña sonrisa — mira no sé qué quieres, pero tengo cosas que hacer — parándose y dejando al niño sentado.
—Pode—podemos — conteniendo mucho aire — podemos hablar después de clases.
Lo dijo tan rápido que pensó que Rodrigo no lo había entendido ya que no recibió respuesta, volvería a repetir lo dicho.
—De que quieres hablar —tocándose la nuca.
—Yo — dubitativo sin saber qué decir — es que tú.
«Creo que es el momento, tiene que ser hoy, no puedo esperar más tiempo». (Dijo Gonzalo en su interior)
—¡¿Yo qué?! —gritó el castaño, Gonzalo no se alarmó con el alarido aunque las mejillas se tornaron rosadas.
—Yo — jugando con los dedos — tú — tragando una cantidad de saliva — tú me gustas — las miradas se cruzaron, agachó la mirada al instante.
—¡Buenoo, eso no me lo esperaba! — fijándose en el rostro del niño — ¿Entonces quieres salir más tarde? — guiñando un ojo captó la mirada de Gonzalo.
—¡Si! — con tono agudo — Yo — moviendo los ojos — si quiero salir, pero ¿Romina y tú?
—Romina y yo — dijo en una pausa — salimos, nuestra relación va bien, seguiré con ella hasta que deje de funcionar — tratando de ser sincero con sus palabras .
—¿Y yo? — con los ojos muy abiertos — no quiero que sigas con ella.
—¡No quieres! — cautivado con la revelación, sin parar de reír — creo que la última vez que hablamos lo deje claro Gonzalo.
—Pero podemos — tocando su mano, Rodrigo apartó la mano, sintiéndose humillado por no dejar que lo toque — si tu quisieras — apretando su dedo índice — estoy listo.
—¿Listo? — sin comprender — ¿listo para qué?
—Para... para tener sexo si tu quieres — en un pequeño susurro.
—Gracias por la oferta — sin asombrarse por las palabras del menor — cuando tenga ganas te buscare.
***
Narra Gonzalo
—¿Vas a seguir viéndola?
—Si, uno de estos días te busco — tocando mi mejilla.
—¿Para salir? — mirando sus ojos — quisiera que fuéramos a... — sobando mi pierna, acercó su boca a mi oído.
—Creo que podrías conocer mi habitación, lo pasaremos muy bien — dando un beso cerca a mi oreja.
Separándome de él, descubrí cómo me mira, sus ojos no dejaban de seguir mis movimientos.
—Creo que va a tocar el timbre, no vemos a la salida — parado frente a él.
—No voy a poder hoy — tocando mi hombro — aunque si quieres hacer otra cosa, puedo hacerme un tiempo — hipnotizado sin poder hablar, Rodrigo acarició mi trasero.
—No — moviendo su mano — si no tienes tiempo hoy puede ser mañana.
—No tengo ganas — sujetando el mentón — si nos vemos Gonzalo va a ser para algo casual.
—¿Casual? no entiendo a qué te refieres.
—Que bobo eres — apretando la mejilla — supongo que por eso me fije en ti, eres tan inocente — volviendo a reír.
No me gustaque me hable así, que me vea como un tonto. No me considero uno, quizás si soy ingenuo, pero no veo nada de malo serlo.
—Cuando dije que quiero algo casual — sin perder su mirada — es que quiero tirar contigo, creo que entiendes a qué me refiero.
Él con sus amigos siempre se expresaban así cuando hablaban de sus "hazañas", según ellos con las chicas.
—Entonces ¿no quieres salir?
—No — aburrido en su voz, levantándose de la banca — tampoco me busques en el cole.
—Pero — sin contener las lágrimas — no tengo amigos en el salón, tu lo sabes.
—¡No me importa Gonzalo! — se agacho quedando frente a mi.
—Rodrigo por favor — tomando aire, y volviendo a llorar.
—Chau — cerró la puerta sin mirarme.
Las lágrimas no dejaban de caer, la confesión no había servido. Rodrigo no está interesado en mi. No como yo creía. Cuando me di cuenta en donde me encontraba salí corriendo, quizás sería inútil pero tengo que convencerlo que comete un error.
Decidí ir al baño en donde todo comenzó, ,aclarar mis ideas. Pensar que decirle, creo que es mejor esperar a la salida. Con un buen argumento de porque debe estar conmigo y no con Romina.
Al abrir la puerta, dos rostros conocidos. No es inusual el roce de sus labios, caricias que se han proclamado durante largo tiempo.
Me marché al ver que la subía a los lavamanos, es algo privado que sólo ellos deben disfrutar. Dudo que en otro recreo ocurriera tantas cosas como en este, al caminar al salón justo tocó el timbre, sobresaltado corrí al aula.
Algunos alumnos terminan de comer las bolsitas de dulces, colocándome en mi lugar el profesor entró.
No presté atención a la clase, la clase de matemáticas no me importaba en este momento. ¿Rodrigo seguirá en los baños con Romina? ¿Regresó a su aula? o ¿Es que se habrá escapado del colegio? muchas preguntas giran por mi cabeza, sólo quisiera saber en donde se encuentra ahora.
Ha pasado media hora de clase, sin embargo las palabras del profesor son susurros para mí.
Sin deseos de escucharlos, tengo en mi mente palabras que quieren salir de mi interior.
Dicen que a veces se oye el silencio,
y yo creo que hasta se puede ver
cuando el viento la hierba mece
y el sol calienta el suelo.
No hay más que alzar la vista
para comprobar que el paisaje
sigue al dolor en ocasiones
y en otras hasta lo adelanta.
Porque el silencio habla
y lo que dice no se oye
pero lo podemos ver
y hasta se puede cortar...
Escucho un grito que me aleja de mi escritura, pasó las hojas al compañero de atrás. Por momentos me distraigo mirando el enorme reloj. La hoja de papel vacía sobre el escritorio sin ser atendido, el timbre fue la salvación para salir de mis pensamientos.
Subir al coche, y distraerme por unos días del colegio será bueno para mí. Víctor puso una canción horrible pero ni siquiera le pedí cambiarla, repare en la letra, pendiente de cada línea...
♫ En qué ha de concluir
el drama singular
que existe entre los dos
tratando simular
tan solo una amistad
mientras en realidad
se agita la pasión
que muerde el corazón
y que obliga callar
yo te amo....yo te amo..♫
Luego de esa canción siguió una de Arjona, por suerte apagó la radio. Me recosté en el asiento tomando una pequeña siesta.
Unos pequeños ruidos inundaban el paisaje, en un bote sentado junto a mi padre. Alejados de la gente atentos a una sola cosa: una caña de pescar.
Pájaros pululan alrededor de nosotros, pierdo la concentración tirando el palo al lago... mis ojos se abren extrañado de donde me encuentro. No era real, solo un sueño, aún en el coche estire mi cuerpo al abrir el portón de la casa.
—¿Gonzalo a donde vas? — con la mochila en el hombro, rumbo a las escaleras.
—A mi habitación, más tarde como.
—Acuérdate que tu padre vendrá temprano, tienes que almorzar.
—¡No quiero! — cruzando mis brazos.
—¡Tienes que comer! — gritó contrariado al imitarlo — ¡Hazme caso!
—¡Noo, no eres mi papá!
—Voy a llamar a tu padre ahora mismo!
Moviendo mis manos parodié su voz, en un enorme carcajada subí las escaleras, él habla solo sin que yo le hiciera caso . Quien cree que es para hablarme así, ni mi papá me habla de esa forma, Víctor se toma atribuciones que no le corresponden.
Cual fantasma me dirigí a mi habitación, sin mirar alrededor.
—¡Ay! — cayendo al piso, una mano me ayudo a levantarme.
—Lo siento — al ver unos ojos verdes — fue mi culpa, no te vi.
—No te preocupes — sujetando mi mano, saque mis dedos muy despacio sintiendo su caliente piel.
Sin dejar que continuara la conversación entre a mi habitación, tirando la puerta con seguro.
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