Capítulo 17.- Sin respiración

Bloqueo, bloqueo y más bloqueo. Les puede aburrir que siempre ponga lo mismo, pero los votos y comentarios me entusiasman a seguir escribiendo.

Quizás no les interese que explique porque tanto tiempo sin actualizar, bueno tuve un problemon mi chihuahua tuvo crías y a las dos semanas se puso mal. Casi se muere, he estado cuidando de los cachorros desde entonces, y últimamente buscándole dueños a los bebés.

Estoy en todo eso, así que pienso actualizar el próximo capitulo la siguiente semana a más tardar el domingo.

Nos vemos, recuerden que el capítulo 16 continúa luego de lo sucedido en el baño.

¡ADELANTO ADELANTO!
Habrá una cuarta parte.

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En la multimedia Gonzalo :3


Narra Rodrigo


Gonzalo estaba parado frente mío mirándome sin decir nada. No puedo entender si su mirada era de miedo, sorpresa o resignación.

Lo único que sé, es que me importa una mierda si me apresure con lo que acabo de hacer.


—¡Vete ya! — dándole una patada a su mochila, mirándome sin pestañear.


Desde el instante en el que lo vi saliendo de la puerta de clase sentí curiosidad por el niño. Lo habré visto con tres muchachos sin embargo todos lo conocían en su salón.

Tan pequeño, tan especial, que resultó ser un objetivo fácil cuando tuve la oportunidad de estar a solas con él.

Recuerdo que me acerqué pidiendo saber dónde quedaba la biblioteca, y muy amable me ayudó llevándome al lugar...

Mis amigos por desgracia no estuvieron a la altura de las circunstancias, querían usarlo como un simple mandadero. Yo tenía otros planes para él, claro que primero debía saber quién mandaba.

Me resultó especialmente detestable la actitud de Ricardo, un jovencito con ínfulas de galán de Hollywood haber tratado de emborrachar a Gonzalo dándole vino haciéndole creer que era jugo de uva.

Es cierto que el pequeño de ojos azulados muy ingenuo se tomó el vaso creyéndole, y tuve que llevarlo al baño al sentirse mal. Podría haber aprovechado la oportunidad pero quise que fuera de otra forma.


—¡Gonzalo mierda, sal de una vez — perdiendo el control, no contestaba solo me miraba.

—Perdón — respondió al tomarle de la camisa — tendría que estar en el grupo de lectura, la profesora...

—¡No digas más! — sin dejar que continuara su aburrido discurso.

Jalandolo del brazo, y cargando su mochila, lo saque del baño rumbo al patio.

                                                                                                 ***


Narra Gonzalo

Sus ojos recorrían el lugar que se encontraba vacío, la clases aún no terminaban. Nuestras miradas se cruzaron por unos segundos, girando rápido al ver a alguien acercarse.


—Prada no debería estar en ajedrez — empujándome detrás de él.

—Señor Montori creo que puedo saltarme el taller — con voz de superioridad — debo ir a la biblioteca.


Tiene un porte, y una forma de hablar que es maravilloso supongo que lo sacó de su padre al ser ministro. Es muy creído, yo soy algo así bueno era, ya no lo soy.


—Tiene un trabajo pendiente que aún no me entrega — enfrente de Rodrigo sin dejarlo avanzar.

—Si señor — completamente serio, tomándome de la cintura — por eso voy a la biblioteca — con una pequeña sonrisa en sus labios.


Era una posición extraña, caminaba con sus manos hacia atrás, firmes en mi cintura, mientras le seguía el paso, detrás de él.

Casi al llegar a la biblioteca, el profesor se perdió de vista a lo que Rodrigo me soltó, y me giro.

—Tienes un lindo culito — en un susurro, dándome una palmada.

No es la primera vez que me toca, es extraño sentir sus manos.

—No me gusta, déjame — tratando de soltarme, al tener firme sus manos en mis caderas.

—Te llevaría de nuevo al baño — estrujandome, y sintiendo toda su virilidad — pero tengo cosas que hacer.


De forma brusca me arrastraba a la salida, sus fuertes pisadas resonaban los pasillos. A pocos metros de la puerta que separaba el colegio, me tiro a la pared.


—No — llorando, al tenerlo encima mío. Su respiración soplaba en mi cuello.

—Que lloron eres — riéndo, tocando mis mejillas con las yemas de sus dedos.

« Es tan extraño, por un momento me trata mal, y luego me consuela. Sus oscuros ojos marrones no son los de siempre; tienen un brillo al mirarme que no se porque será, si no fuera tan malo quizás me fijaría en él... feo no es »


—¿Quien te recoge? — llevándome del antebrazo sin presión.

—El chofer, es el coche negro — señalando el lugar con la mano.

—Anda — acercándose a mi oído — no lo hagas esperar.

—Pero aun no acaba las clases — mirando los carros estacionados — ¿Que le voy a decir? — poniendo la mochila en mi hombro.

—Inventate algo — dándome un empujón, caminó en sentido contrario.


Vi marchar a Rodrigo, caminaba lento, y sin mochila. Creo que no es la primera vez que se escapa del colegio, me da miedo si alguien se entera que salí antes de clases, pero todo fue por culpa de él. Yo no quise hacerlo, él me arrastró a la salida.


—Hola — sorprendido al verme parado al costado del coche.

Abrió el seguro, entre sin decir nada, prendió el automóvil, y avanzó sin hacer ningún comentario.

« Es más fácil de lo que pensé, creo que no va a ser necesario mentir después de todo »

—¡Gonzalo! — escuche un grito, aceleró fuerte golpeándome la cabeza.

—¡Ay! — sobándome la nuca — ten más cuidado Víctor.

—Lo siento — estacionando el carro, volteando a verme — ¿Te encuentras bien?

—Si estoy bien, gracias — mirándolo enfadado.

—Creo que debería llevarte a la clínica, sí...

—No es necesario, solo llévame a casa — tratando de cortar la conversación, me distraje unos segundos viendo pasar a unos muchachos en skate.

—Si tu papá se entera lo que pasó, puede despedirme.

—No es para tanto — abriendo de más los ojos.

—Aún así no puedo llevarte a tu casa.

—¿Porque no?

—No hay nadie en casa, tengo órdenes de tu padre de llevarte a comer, ir al centro comercial, y dejarte en casa más tarde.

—No quiero comer fuera, llévame a mi casa.

—Pero — titubeando observandome sin saber qué hacer.

—¡Hazlo! — cruzando los brazos.


La velocidad a la que iba era magnífica, mi padre lo hubiera despedido si viera esto. Lo único que quería era llegar lo más pronto posible a casa.


—Gracias — al abrir la puerta, y voltear a la cocina.

—Tengo que irme — apresurado hacia la salida — vengo más tarde.

—No hay problema, no te voy a necesitar.


Me dirigí a la cocina, abriendo la cacerola con cara de asco, y saliendo del lugar hacia las escaleras.

Entre a mi habitación dejando mi mochila en el piso, salí cerrando la puerta acercándome al cuarto de Mauricio... completamente vacío, seguí al cuarto de los mellizos, y fue igual. Al caminar hacia la habitación de Alberto me resigne a estar sólo.

« Tenía razón Víctor, ¿Dónde estarán todos? Qué aburrido estar solo, ni siquiera estaba Rosy para hacerme compañía »

El espejo mostraba un niño muy delgado al quitarme el polo, marcas de pequeños moretones que se notarán con el transcurso de los días.

Me senté en la cama, sacándome los pantalones, presionando mi dedo sobre mi ropa interior al ver una mancha en esta.

« ¡Que cosa es! »

Extrañado con lo que veo al tener el boxer en mi mano, tome mi laptop, y entre rápido a Google:

« ¿Qué debo poner? Fricción, No, no eso no. Roce con ropa interior »

Una cantidad enorme de preguntas sobre el riesgo de quedarse embarazada, por suerte eso no me pasaría a mi.

«Líquido preseminal, ¿podria ser? »

Abriendo, y cerrando varias ventanas al encontrar un caso parecido al mío.

« Líquido viscoso, y blanquecino que es expulsado a través de la uretra durante la eyaculación »

Releyendo varias veces el artículo en wikipedia, me dirigí al closet tomando una toalla, y metiendome al baño.

La ducha fue rápida, tome unas tijeras, corte el calzoncillo en pedacitos, y metí los retazos en un bolsa plástica.

« Que asco que sea semen »

Sin prestar atención a la ropa que me ponía, me arrodille al lado de mi cama.

—Diosito yo no quise que pasara esto — recordando lo que sucedió en los baños — Rodrigo me obligó — empezando a llorar — por favor no hagas que siente nada por él, si mi papá se entera lo que me deje hacer se va a enojar, y peor si sabe porque lo permiti.

Tengo que sacar de mi cabeza lo que ocurrió en el colegio, cogí un libro de la repisa. Leyendo en donde me había quedado, hace tiempo que no abría el libro, cerrandolo, y viendo la portada "El conde de montecristo".

Volví a leer desde el comienzo, al no recordar en cómo iba la historia.

                                                                                     ***


Horas después...

—¿Gonzalo estas? — viendo la puerta cerrada pero la luz asomaba.

—Si — sin terminar de hablar Antonella abrió la puerta, sentándose en la cama — deberías pedir permiso antes de entrar.

—No lo creo — echando un vistazo a lo que tenía en sus manos — solo leías.

—Igual, podría estar haciendo otras cosas — con las mejillas coloradas.

—Bueno bueno, estuve en el jockey, me compre mucha ropa, y dos zapatos que después te muestro — hablando muy deprisa — quieres comer algo.

—No gracias — tomándolo de la mano sin poder negarse, bajaron las escaleras hacia la cocina.

—Vamos a ver que hay — acercándose a la cacerola.

—No quiero comer — cruzándose de brazos, haciendo puchero.

—Algo tienes que comer — viendo al pequeño — estas muy flaquito — dándole un abrazo.

—Pero no quiero — con voz chillona, tratando de soltarse de su hermana.


Una mujer entró a la inmensa cocina, viendo la escena. No era muy difícil convencer a Gonzalo de comer, era un niño de buen apetito.

—Muchachos hoy he preparado...

—No quiero schnitzel — interrumpió el rubio, enfadado mirando la cacerola.

—Pero si te gusta mucho — mirando extrañada al menor.

—Hoy no quiero — frunciendo los labios.

—Prepara otra cosa Patty — sonriendo, dando la espalda a la mujer mientras le hace una mueca al menor — te ves feo cuando te enojas — en un pequeño susurro.

—No es cierto — salió corriendo de la cocina, atrás su hermana trató de seguirle el paso.

El rubio llorando caminaba subiendo las escaleras, ¿no es feo o si lo era?

—Espera Gonzalo — rozando su mano a la mitad de las escaleras.

—Dejame solo — gritando, Antonella lo tomó de la mano.

—Vamos a mi cuarto — revoloteando el cabello al rubio sin darse cuenta que había llorado — así me ayudas con mi tarea.

—Bueno, pero solo un rato — mostrando sus dientecitos.


Al entrar al dormitorio, las dos camas mostraban que compartía habitación con su mellizo. Aunque sus gustos eran diferentes, los pequeños detalles de cada uno demostraban lo diferente que eran los hermanos, con 13 años los juguetes habían quedado fuera dando paso a aparatos electrónicos.

—Hola — saliendo del baño — necesito mi espacio Antonella — alzando la voz — espero que no vuelvas a meter a Camila sin avisarme.

—No se porque todos están enojados hoy — cruzándose de brazos — creo que necesitas lentes hermanito, Cami se fue — suspirando — acaso no ves a Gonzalo — apretando su mejilla.

—Mejor me voy — sin querer escuchar las peleas de los hermanos.

—No quédate — Antonio señaló su cama para que se siente a su lado.

Gonzalo con recelo se sienta en la cama de Antonella, sintiendo que no era bienvenido por Antonio.

—Él puede ayudarte en tu tarea — mirando al muchacho que no comprendía de lo que hablaban.

La jovencita se acercó a la cama, dándole un beso en la mejilla.

—Yo quiero que lo haga mi hermanito más guapo — sonrojándose el pequeño ante sus palabras.

—¿En serio? — sin poder creérselo.

—Obvio, eres el más churro además de inteligente, él es aburrido — señalando al mayor.

Gonzalo sacó el cuaderno de la mochila de su hermana, y sin ver a los chicos empezó con los ejercicios.

Antonio enfadado se acercó a la puerta, Antonella lo retuvo sosteniendo el brazo.

—¡Qué tienes! — al sostenerlo de esa forma.

—Shhh — tratando de callarlo — Gonzalo estuvo llorando, no lo ves.

Los chicos voltearon a la dirección del niño, quien desesperado escribía y borraba la hoja del cuaderno.

—No es tan difícil — acercándose despacio sin que se de cuenta Gonzalo.

Al percatarse el menor que alguien le habló al oído todo su cuerpo tembló.

Se giró, y al ver a su hermano mayor tan cerca bajo la mirada.

Sacando de su mano el lápiz, Antonio terminó el ejercicio, dirigiéndose al siguiente.

—Suelta — el pequeño puso la mano encima de la mano del muchacho.

—Déjalo, yo lo hago — tratando de quitarle el cuaderno.

—¡No,yo puedo! — desesperado tomando con fuerza el anotador — yo sé — empezando a llorar.

—Cálmate — queriendo acariciarlo.


El niño se alejó gritando sin dejar que lo toque. Antonella abrazo al pequeño, protegiéndolo como una madre, logrando cargarlo apoyando la cabeza en sus pechos.

Gonzalo meciéndose en los brazos de la joven, las lágrimas pararon aunque los lloriqueos poco a poco se fueron apagando hasta no escuchar ningún ruido.

—Pollito ya estas mejor — dándole muchos besos en la nuca.

—Si — sonriendo y besando su mejilla — podemos jugar — abrazándola comportándose como un pequeñín.

—Claro — acariciando su cabello — ¿Qué quieres jugar? — mirando sus ojos azules.

—Puedo — volteando la vista hacia un estante — peinar a tu barbie.


No espero que le responda, levantándose y tomando la muñeca. Tomó asiento al costado del computador peinando a la muñeca muy tranquilo.

Los gemelos se quedaron viendo la escena sin poder creérselo, Gonzalo jugando con muñecas, si nunca le gustaron, y peinando a una. Era más difícil de asimilar.

—Gonzalo deja eso — tratando de quitarle el juguete de las manos.

—No hagas eso — dándole un golpe a su mano.

—Desde cuando golpeas — recriminando el accionar de su hermana.

—No ves que está tranquilo, déjalo — acariciando el cabello del menor.

—Los hombres no juegan con muñecas — saltó del asiento con el grito del mayor.

—Yo soy un niño — mirándolo furioso, chupandose el dedo al terminar de hablar — dile — esperando ayuda de la joven.


Patricia entró a la habitación dejando una bandeja sin escuchar la discusión, cerrando la puerta a los minutos.

—Patty te preparo algo rico — mirando el plato.

—No quiero — con el labio inferior hacia abajo, metiéndose el dedo en la boca.

Antonella acarició el rostro rozando sus dedos, el pequeño se sentó en el regazo de la chica jugando con su cabello.

—Te quiero, eres muy linda — con brillo en sus ojitos azules.

—Vas a comer si Gonzalo — movio la cabeza el menor en señal de afirmación — Antonio trae la bandeja.

—Si — apresurado dejo la comida encima de la cama, observando como su hermana cuida al pequeño.

—¿Puedo? — queriendo coger el postre.

—No, primero comes la ensalada caprese — dándole un pequeño golpe en la mano.

—Bueno — mirando el plato sin muchas ganas de comer.

Llevando un bocado enorme a la boca de Gonzalo, Antonella prepara otro más en el tenedor. El acto se repitió hasta que el niño acabó todo el plato.

—Muy bien pollito — acariciando su cabello — ahora si puedes comer el mousse de chocolate.

—Gracias — sonriendo, y sentándose mejor en la cama.


Acabando el dulce en un instante, la castaña se rió al verlo todo manchado de chocolate limpiando su rostro con la servilleta.

—Son las 8:30pm — viendo el reloj de la pared — Gonzalo es hora de dormir.

—Es muy temprano — quejándose de que lo tratara como su papá, tomándolo de la mano para llevarlo a su habitación.

—Vamos Gonzalo — tratando de moverlo al quedarse quieto en su sitio.

—No quiero — empezando a llorar — quiero dormir aquí — tirándose al piso, y golpeando el piso con sus piernas.

—Si, si — asombrada de la actitud del pequeño — dormirás con Antonio.

—¿Con-conmigo? — mirando a su hermano menor con tremenda rabia — esto es demasiado — cruzándose de brazos — yo no voy a dormir con él.

—Yo tampoco quiero — cruzándose de brazos y sacando la lengua — él duerme casi desnudo — con ardor en las orejas.

—Ok, dormirás conmigo.

Gonzalo se echó en la cama, acurrucado por la muchacha sobando su nuca de forma suave quedándose dormido al poco tiempo.

Antonio por fin habló al quedarse el niño dormido.

—¡Qué le pasa, se comporta...!

—Cállate, lo vas a levantar — dándole un coscorrón — con lo que me costó dormirlo — acariciando su mejilla.

—Pucha — sobándose la cabeza — duele Antonella, hasta ahora no entiendo ese apodo de pollito — riendo.

—Es que eres un retardado hermanito — agarrando su cabello y haciéndose una cola.

—No me hagas reír — con una carcajada espectacular — ¿yo soy retardado? según quién ¿Tú?

—No seré muy lista, pero...

—Pero — volviendo a reír interrumpiendo a su hermana — monga aceptalo — estrujando el cachete.

—Le diré a papá que quiero compartir cuarto con Gonzalo, asi te doy espacio — cruzándose de brazos.

—No te dije eso — mirando al pequeño enfadado — Gonzalo tiene la culpa de todo.

—Él no tiene la culpa — recriminando a Antonio su enojo le tiró una almohada al acercarse a su cama.

—Lo siento, no quiero que te vayas — al sentarse la muchacha a su costado — aún quiero saber.

—¿Lo de pollito?

—Sí — moviendo la cabeza de lado.

—Es porque es rubio, pe...

—Yo tambien soy rubio — tocándose el cabello.

—Si, pero Gonzalo es el más pequeño, mejor dicho pequeñito, muy tierno con todos.

—Puede ser — escuchando lo dicho por su hermana — además es muy engreído.

—No recuerda a mamá, deberías entenderlo. No recuerdas la última vez que te enfermaste, el mismo te subió la sopa.

—Sí — reprochandose por la poca paciencia a su hermano — es verdad, yo debería ser mejor hermano.

Continuará...



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