Capítulo 15.- ¿Puede ser peor?




Nueva semana, este capítulo fue más difícil de lo que creen. Cómo ven los hashtag es  boyxboy de aquí en adelante la historia tendrá escenas más subidas de tono. Están advertidos.

*Denle votos y comenten, me harán muy feliz  (; 

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En la multimedia Rodrigo  ._.

No entendía porque Rodrigo lo trataba así, no le había hecho nada, ni siquiera lo conocía antes de que comenzara a molestarlo.

—Hola insecto  ¿pensabas escabullirte?  - esos temibles ojos que le hacen querer no haberse levantado de la cama - escucha, hoy tengo una jornada larga. Así que seré breve, y sutil para no lastimarte mucho ¿tienes lo que te pedí?  - el niño se quedó helado, el día anterior tuvo tantas cosas que hacer que no le alcanzó el tiempo para hacer lo que este le pidió.

-¿Y bien? responde

-No pude...-antes de terminar lo aventó contra los casilleros, hiriéndole el hombro, el chico tiene demasiada fuerza.

-Oh nenita ¿Qué voy a hacer contigo? Te pedí una insignificante cosa y no puedes hacer la tarea de Historia no era nada insignificante.

¿Por qué le pide que haga eso? El es muy inteligente, desde antes de que lo conociera, al menos eso oyó.

-Bien... no hay opción... ¿en la cara o en el estómago? - miro el puño que puso frente a su cara, pensaba y pensaba.

-Estómago - desvío su vista y se puso en alerta para aguantar lo que iba a recibir.

-¿Crees que te haría caso?-Sin más que decir le dio un fuerte golpe en el estómago con la rodilla y luego un puñetazo en su rostro.




Quedó tirado ahí, tosiendo por la falta de aire, cree que le salió algo de sangre.

-Por esta vez te dejare ir con eso, ya debo ir a clases.

Se fue, riéndose, no sin antes tirar su mochila a la basura... lo odia, lo odia tanto. A él y a su maldito grupito de matones. Pero por suerte, esta vez estaba solo, sino todos lo hubieran golpeado.

Cuando logró ponerse en pie, buscó su mochila, sus libros y se fue a clases.
Al llegar y entrar en el salón, todas las miradas de los alumnos se dirigieron a él.

Indiferencia, aversión, molestia, superioridad, esos fue todo lo que vio en todas esas miradas, pero se sintió feliz por dentro cuando vio a quien tenía como maestro.

-Gonzalo llegas tarde y... ¿Qué te pasó? ¿Por qué tienes esa herida en tu cara? - Al ver como todos lo mataban con la mirada si soplaba algo, se resignó como siempre.

-Me... me caí - sonrió torpe y falsamente, a muchos les dio repugnancia su sonrisa  - no se preocupe estoy bien - sin más se propuso ir a su asiento, pero le pararon las manos del profesor.

-Ve a la enfermería-lo miró horrorizado. ¿Él? ¿Salir sólo? ¿En los pasillos? ¿Dónde alguien puede salir de la nada y atacarlo?

-No - negó  con la cabeza, pero Manuel se enfado más.

-O vas ahora o esperaras en el pasillo hasta que yo termine la clase y te acompañe.

Con eso lo convenció. Esperar solo afuera hasta que el salga, es mucho peor, porque si o si tendría que quedarse ahí, mientras que lo otro, tenía la posibilidad de llegar a la
enfermería sano y salvo.

Acepto ir a la enfermería sólo y salió del salón. Al estar afuera, se aseguro que no haya nada ni nadie. Volteo a ambas direcciones y comprobando que no hubiera nadie, corrió como si lo persiguieran los perros, fue un largo trecho, pero llegó a la enfermería.

Pensó que ya estaba sano y salvo pero... algo lo tomo por detrás. Al abrir sus ojos vio que era Rodrigo y su grupo de bravucones.

-Mira Rodrigo , parece que encontramos algo con que jugar - decía Lorenzo arrogante y temible.

-Lo se, pero no podemos hacer nada, estamos frente a la enfermería.

Por eso el maldito quería arrastrarlo, de seguro para llevarlo a un lugar oscuro y golpearlo hasta desfallecer. Quiso resistir, pero él y los chicos lo jalaban, obvio que estos no hacían el menor esfuerzo, solo estaba degustándose con su sufrir, rezo... rezo por su vida.

-¿Qué mierda están haciendo mocosos?  - al escuchar la voz del señor Johnson giraron los muchachos, la pandilla estaba aterrada. Mientras que Rodrigo permanecía inmutable.

- ¿Con que les gusta causar problemas durante las clases?  - con su voz particular de rectitud.

-Yo iba a la enfermería, señor - dijo el pequeño avergonzado.

-Están todos ustedes castigados menos Gonzalo, hoy saldrán tarde de la escuela  - moviendo sus manos bruscamente  - ¡ahora a sus salones!

Rodrigo bufo, pero antes de irse lo miró con una cara del demonio, igual que los demás.  Cuando se alejaron, sintió que se había salvado por un pelo, podía respirar por ahora.


-Gonzalo ¿Estás bien?  - lo miro preocupado y viendo su herida en la cara.

-Sí señor, no es nada. Me caí soy algo torpe.

-Si alguno de esos muchachos te molestaban, solo dímelo.

-Sí señor pero no tengo problemas con ellos - mintió sonriendo débilmente.

Se despidió del señor, y fue a la enfermería, ahí la mujer lo atendió amorosamente.




El resto de las clases transcurrieron tranquilamente, claro, sin contar las lanzadas de bolitas de papel, de bolsas de dulces, las ofensas, y toda la malditas cosas que le hicieron, estuvo entre todo bien el día. Por lo menos no se encontró a la banda de bravucones.


                                                                                               ***

Rodrigo se vengó luego de que lo castigaran, claro que ahora seguro de que nadie lo vea, Gonzalo le entregaba todas sus tareas a cambio no le pegaba, ahora se encontraba en el tacho del patio.



Todos los chicos se comenzaron a reír, dejándolo sólo, tuvo que tirar el tacho con él dentro para poder salir.



Pero eso no era lo único que había hecho, parecía que era su deporte favorito humillarlo. Una vez lo metió en su locker con llave, solo lo saco hasta que pidiera perdón.



Era inevitable reírse de Gonzalo, de su delgado físico, de su rasgos finos, parecía una muñeca, y con cabellos rubios si dejara crecer su cabello se confundiría con una chica.


En el colegio,  los jóvenes como él sufrían todo tipo de humillaciones públicas, golpes, y hasta algún que otro robo. Eran los muchachos más fuertes, crueles y más admirados los encargados de distribuir debida y dosificadamente dichos abusos.



Ocurrió que un día, al bravucón lo encontraron golpeándolo a otro muchacho, fue visto por  una profesora, y le dieron un sanción. Si volvían a enterarse que golpeaba a otro alumno lo expulsarían, eso asustó al joven.


No pudo con su genio, y volvió a golpearlo, pero el chico lo acusó al director. Rodrigo recibió un castigo, no como todos los chicos esperaban claro, su padre era una persona influyente, y solo expulsaron al chico por dos semanas.


El niño no podía creerlo, esperaba que cuando regresara no le hiciera más daño, pero nada fuera de la realidad.  Al regreso, el bravucón no golpeaba a Gonzalo pero lo seguía humillando.


Le entregaba todas sus tareas, ahora su forma de divertirse era tirarle la comida al piso, le hacía recogerlo y se encerraba con él en el baño. Lo obligaba a comerse todo en los lavabos, no se iba hasta que se acabara todo.




Muchas veces luego de comer no aguantaba el asco e iba corriendo a vomitar, luego de esto se ponía a llorar, Rodrigo no paraba de reír.

-No soportas nada muñeca  - arrogante como era él.

-¡No se porque me tratas así, nunca te hice nada!  - fulminandolo con la mirada.


Se le salió una vez a Gonzalo, no soportaba más las humillaciones. Esperaba un golpe del muchacho, un puñete como se los daba hace tiempo. En su lugar alcanzó a detener aquella mano antes de que sus genitales fueran masajeados.

Sentía su corazón acelerado y la garganta anudada. El instinto de salvaguardar su dignidad de niño, fue espontáneo; el consejo de su padre: "De no aceptar que ninguna persona mayor, intentara toquetear sus genitales", articuló su reacción para defenderse del "abusador".



La inocentada de aquel desalmado, laceró su alma de niño; su ser, aún, en ciernes: Le revelaba el rostro del "Demonio". Aterrado, llorando huyó del baño.



El muchacho se alejó de Gonzalo, por unas semanas. El rubio agradeció que lo dejara en paz, que no lo buscara era invisible otra vez más, nadie lo miraba, nadie lo molestaba. Una vez intentaron golpearlo uno de los amigos del bravucón, el pelicastaño lo defendió.


Le pareció tan raro esto, todos se asombrados con la reacción, pero no dijeron nada, a todos les daba miedo Rodrigo, inclusive a sus amigos.





                                                                                                  ***




Hora de recreo por fin, lo había vigilado por días. Camino apresurado hacia el baño, escapándose de sus amigos, abrió la puerta principal despacio pisando suavemente el piso.


Todas las puertas abiertas excepto una, más fácil de lo que pensó. Se dirigió a esa dirección, y abrió la puerta lentamente.


El rubio come sentado en el piso muy tranquilo, no se percata que no está solo.

-¡No creas que no deje que te golpearan por las puras!  - con cara de triunfo.

Gonzalo asustado se paró del suelo dispuesto a salir corriendo del lugar, Rodrigo fue más rápido, lo sostuvo y le dio un puñete en el estómago que lo dejó sin respiración.

El mayor se le quedó mirando hasta que el chico pudo por fin respirar.


-¡Déjame irme!  - chilló el niño.

-¡Cállate, esto te va a gustar!  - apretando sus manos y sacando conejos.

-¡No!

-¿Ahora hablas muñeca? - ríe Rodrigo.

-Me llamo Gonzalo  - enojado de que le dijera de esa forma, él era un niño no una muñeca. Odiaba ese apodo.

-Vas a hacer lo que te digo si no quieres que te vaya mal.

Gonzalo no sabe que hacer, lo único que sabe es que si trata de huir de nuevo el muchacho lo golpeara, pero ha recibido sus golpes no será peor que permanecer ahí.


-Quieto, no quiero golpearte  - aterrado al verle a los ojos.

Suena el teléfono, Gonzalo inmovilizado, sus piernas no le responden. Escucha la conversación de Rodrigo con alguien, una persona con la que se cita en ese baño, va a llegar, no entiende nada.


-Mi flaca Romina va a venir quiero que te quedes allí.

Le señala uno de los baños, Gonzalo no se explica  porque quiere que se quede.

-Voy a follarla aquí, quiero que tu nos veas.

-¿Como?  - con asco ante tal propuesta  - ¡Por qué haría eso! - no quería ver, es raro, desagradable nunca había personas desnudas antes.

-¡Porque yo te lo digo carajo! Ahora métete en el baño y ten la puerta entreabierta.

-Ella podría verme - asustado de que la muchacha se diera cuenta, pero más por ver una pareja teniendo sexo.

-No lo hará, hazlo rápido.


El muchacho sin entender hace lo que le dice el joven, no sabe lo que hace ahí parado, imaginando lo que va a ver, pero no tiene mucho tiempo para entrar en sus pensamientos, porque la muchacha llega rápido.



Una chica que parecía de la edad del otro estaba ahí, molesta porque su novio le pedía verse ahí.

Vestida con uniforme escolar. Tenía un cuerpo desarrollado, llevaba una blusa blanca pegada al cuerpo que mostraba sus pechos, lo único rescatable. Era flacucha, sus caderas pequeñas la hacían parecer una niña.

-Ven aquí, amor  - abrazo el muchacho a la chica.

Nada más verse a los ojos, cada uno observó los labios del otro. Rodrigo mordió su propio labio, acto seguido se besaban con un deseo descontrolado.

-Basta, aquí no - al manosearle el trasero, se alejó de su enamorado.

-No te veo, hace tiempo linda - rozando su mano sobre sus cabellos.

-Alguien puedes vernos - nerviosa mirando a la puerta.

-Estamos solos, todos están afuera, nadie va a venir - guiñándole el ojo.

Romina sintió la mano de su novio en su cintura, Rodrigo comenzó a besarla de forma tierna.

Pero cuando sintió que las manos de Rodrigo bajaban desde su cintura hasta llegar a su cola, y el beso se volvía más apasionado, pudiendo sentir toda la lengua de este dentro de su boca se aleja un poco la muchacha.



El chico alejado unos centímetros de su novia, con autoridad y de forma rápida desabotona cuatro botones de la blusa mirando pícaro hacia la reciente exposición.


Palpeó su seno izquierdo sobre una blusa que apenas se mantenía abotonada; cuando lo apretó, sus pezones saltaron bien erectos y se dejaron sentir entre sus dedos, al notarlo, dibujó tres círculos y dio un par de toquecitos, lo que activó una corriente eléctrica que de inmediato bajó directamente hacia su sexo.


La muchacha se le quedó mirando con reproche a su enamorado.

-¡Qué pasa! - enojado por la reacción de Romina.

-Nada, simplemente no me esperaba que esto se intensificara tanto.

Rodrigo sonrió, se acerca a la muchacha, la tomó de los hombros y la hizo retroceder unos pasos, hasta chocar y prácticamente sentarse en los lavatorios, bajo las manos hasta sus piernas, pasando por la muy corta minifalda que vestía.

-Va a ponerse mucho más intenso - dijo el muchacho muy despacio, mientras acercaba su rostro hasta casi pegarlo al de ella.

Metió su mano por debajo de la falda de Romina, y comenzó a presionar con sus dedos la entrepierna a través de su ropa interior. La muchacha muy sorprendida, tomó la mano del joven y la detuvo.

-¿Quieres que pare? -  preguntó vacilante.

Ella miró sorprendida por unos momentos, mordió su labio inferior y le soltó la mano. Con la vista clavada en Romina jugó con sus dedos, su cuerpo volvió a estremecerse, el reflejo obligó a separarlas.

No es que Rodrigo necesitarás más señales... ella está disfrutando, frotaba sus dedos paralelo a sus labios, que rápidamente transmitieron humedad.

Ella no podía ocultar el placer en su rostro, se sujetaba para no caerse.


-¿Quieres más?-le susurro Rodrigo al oído. La muchacha abrió los ojos, y mordiéndose el labio y sonriendo, asintió con la cabeza.

-¿Cuánto más? -pregunto muy suavemente, con una expresión sexy en su boca, donde se veía un poco su lengua. Romina miro primero la boca de él y después a sus ojos.

-Todo.



El chico sonrió, mientras se agachaba. Ella abrió un poco las piernas y se subió un poco la minifalda. Rodrigo primero acaricio con la punta de sus dedos las piernas de ella, y le bajó la bombacha solo hasta las rodillas.


Masajeo un poco la zona con sus dedos, lo cual hizo que un temblor mudo de placer recorriera todo el cuerpo de la muchacha.


Se acercó un poco más y le dio un suave y delicado beso, volvió a pasar los dedos para abrir un poco más el área e introdujo su lengua. Todo el cuerpo de Romina vibraba al ritmo de los movimientos de la boca del joven.


Tenía que contener con todas sus fuerzas el no gritar, sus dos manos ahora estaban sujetando con mucha fuerza la cabellera de su novio, la cual movía cada vez con más fuerza en la entrepierna de la muchacha.

-No aguanto mas, hazlo.

-Como quieras nena.

Romina saca el miembro de su prisión, dejándolo libre. La sorpresa tan grande del muchacho cuando empieza a mover su mano agarrándolo y empieza a devolverle el placer que le había dado.

Más excitado aún empieza a mover su mano en su entrepierna un poco más fuerte y más rápido, incrementando los gemidos de la muchacha y por ende haciendo que la mano de Rodrigo se moviera más rápido.


Sin esperar más la penetro, que apretado se sentía allí dentro, ese calor en su miembro y esa humedad lo enloquecía, primero lo metía sin pausa y después lo retiraba lentamente para que lo sintiera por completo.


Por fin se corrió inundando su cavidad de semen. La muchacha se subió la trusa, y se acomodo la falda.




-¿Me buscaras en el colegio? - tomándole de la mano.

-Sabes que es más difícil para mí entrar a tu colegio, además ahí no haríamos nada -concluye con ojos sensuales.

-Lo único que quieres es sexo - gritando enojada.

-Vamos amor, no me digas que no te gusto - la chica se aleja de Rodrigo, pero él la sostiene del brazo, jalándola a su cuerpo.

-¡Suéltame!

-Si no eres tú, será otra. Sabes que pueda conseguir otra si quiero.

-Tarado - le manda un bofetón - el muchacho la sostiene, hace que sienta su lengua en su boca y le da una palmada en la nalga.

-Así me gusta amor - con una sonrisa ganadora.

-Bueno, vendré a verte pronto.


El chico sonríe, y ve a la joven lejos de la escena.




-Sal ya nena o ¿Te estas masturbando?

-No, como crees - Gonzalo abre la puerta y se deja ver - ¿Por qué querías que viera eso?- temblando de rabia.

-Exactamente por eso - mirando al muchachito.

-¿Que cosa? - asombrado pregunta el niño.

-Tienes una erección - el rubio baja la cabeza, es cierto tuvo una erección pero se sentía tan raro viendo esa escena, no le pareció bien espiar a la pareja además la chica no sabía nada.

-¿Quién te excito ella o yo? -burlonamente pregunta el muchacho.

- Ella claro - sin pensar mucho, aunque la verdad era otra.

-¿Si? ¿pensaba que había sido yo? Mientras se coge el paquete sobre sus pantalones.

-No se de hablas - enfurecido por haber sentido eso con el imbécil del muchacho.

-Eres una nena, una muñeca aunque no lo aceptes - dijo mientras le da un palmada en la cara.

-No es cierto - cruzándose de brazos.

-Bájate los pantalones déjame ver lo duro que lo tienes.

-No lo haré - Rodrigo se comienza a reír, Gonzalo quiere fugar de ese lugar, tiene miedo que lo lastime.

-Está bien vete, si no quieres bajarte los pantalones no lo hagas. Pero la próxima vez que venga harás lo mismo.

Gonzalo corre, se ha salvado del muchacho. Se salvó o eso es lo que él cree, no entiende porque Rodrigo quería que viera eso.

Estando tan cerca le pareció que él lo había vivido.


                                                                                                   ***


Los deseos del Rodrigo siguieron, ya no golpeaba al muchacho ni lo tiraba a los tachos pero lo obligaba a ver como se acostaba con su chica, lo tenía a él más cerca. Gonzalo tenía un mejor ángulo de la escena, y el pelicastaño se le quedaba viendo a él mientras penetraba a la muchacha.


-No la soporto.

—Pero es muy linda, y parece que te quiere —no comprendía porque la chica se dejaba tratar así por ese muchacho.

—¿Tu crees que siento algo por ella? — riéndose descontrolado mientras apaga un cigarrillo - solo es por tirar tonto, además no te has dado cuenta.

—¿De que? — mirándolo sin comprender, qué cosa se había perdido... poniéndose rojo al instante.

—Solo la primera vez lo hicimos sin condón, ahora siempre tengo que usarlos es molesto.

—Podrías embarazarla — entendía muy bien ese tema, solo una vez sin protección y podía quedar encinta.

—Sí podría, si se lo diera por el culo sería más difícil — golpeando el tacho — aunque no quiere, no lo has visto, no se deja. Tengo unas ganas de metérselo a alguien por el culo -excitado dice Rodrigo.

Los muchachos hablaban en el baño luego de que una vez más Gonzalo participará viendo. El pequeño tomó mal esas palabras, el chico mayor no le había vuelto a decir que se bajara los pantalones pero con lo que dijo, lo asustó.

Se dirigía a la puerta pausadamente, Rodrigo fue más rápido y lo tomó de la mano. Nunca lo había hecho, jalándolo a su cuerpo con fuerza.
Gonzalo escuchaba la respiración del muchacho, lo apretó más a él y sintió su pene erecto.

Rodrigo se alejó un poco de él, y comenzó a manosearlo. Recorrió su cintura y bajó a sus pantalones, el chico petrificado, no se movía comenzaron a caer gotas de su pantalón.

—En serio ¿Te measte? — Rodrigo se aleja de él, mirando como termina de mojar todo su pantalón. Gonzalo no hablaba solo lloraba.

—Límpiate esos mocos, creí que sentirías otra cosa, pero me sorprendes, ya vete.

El rubio humillado salió corriendo del lugar, algunos lo vieron con los pantalones mojados pero él no paró para escuchar las burlas, tomó un taxi a su casa.

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