Capítulo 8
—¿Soy tan peligrosa? —Cloe preguntó interesada por la respuesta.
—No te conoce, son temas de seguridad.
—No puedo creerlo todavía... el Alfa es tu pareja predestinada. Al principio pensé que era una broma.
—¡Lo sé! —me senté en la cama mientras sostenía mi nuevo celular.
—¿Cuándo te podré ver?
—Hablaré con él, ahora está organizando la seguridad. Quiere que mi vida siga con normalidad.
—¿No sospecharan la prensa con el movimiento extra que traerá tu llegada a la casa del Alfa?
—Lo sé, él sugirió que mintiéramos y dijéramos que formo parte de su nuevo equipo de medios de comunicación.
—Es buena la idea.
—Con mi llegada, ahora estoy reduciendo mis días en la capital; solo iré tres días a la semana. El resto de los días los pasaré en casa.
—Menos días para verte —reprochó juguetonamente.
—Lo convenceré para que te deje entrar —susurré convencida.
—¿Es linda la casa?
—Enorme y antigua.
Me recosté en la cama, cerrando los ojos mientras escuchaba algunos chismes y detalles sobre cómo le estaba yendo en la universidad. Afortunadamente, ella no tenía problemas para hablar, y era experta en llenar el silencio.
Mi nueva habitación era el doble de grande que mi antiguo departamento, con una combinación de colores grises y verdes suaves que me encantaban. Contaba con un baño privado equipado con todos los accesorios y un armario enorme donde había demasiado espacio de sobra para mis cosas.
La vista desde mi habitación daba a la parte trasera de la propiedad, donde los árboles me recibían cuando abría la ventana. Sin embargo, no era la vista más agradable en ese sector, ya que estaba bastante descuidado. Había una estructura que parecía ser un granero pequeño o un invernadero, pero estaba en mal estado, con una parte del techo rota.
Cuando ella tuvo que irse porque tenía que trabajar, nos despedimos. Me levanté y caminé hacia la ventana. El reloj ubicado al lado de mi cama marcaba las cinco de la tarde. A esa hora, Lukyan solía recibir a su Beta y se encerraban en su oficina durante dos horas. Habían mantenido esa rutina durante los seis días que llevaba viviendo aquí. A pesar de haber pasado tiempo juntos, no habíamos intercambiado demasiadas palabras. Estar cerca de él era incómodo, aunque no quisiera que lo fuera. Su posición como líder de la manada condicionaba mucho nuestra interacción.
Bajé hasta la cocina, pasando por la oficina de Lukyan. Me detuve un momento, tratando de decidir si era una buena idea preguntar si necesitaban algo o si solo estaría molestando. Opté por dejarlo pasar y bajé rápidamente las escaleras, afortunadamente, Lily no estaba alrededor. Lily era la encargada de la casa y se ocupaba tanto de la limpieza como de la cocina. Cada vez que intentaba preparar algo por mí misma, ella insistía en hacerlo por mí y negaba mis ofrecimientos. A pesar de mi insistencia, siempre se encargaba de preparar el aperitivo o la comida.
Mientras abría la nevera, seguía asombrada por la cantidad de comida y lo ordenado que estaba todo. Tomé los ingredientes que necesitaba y los coloqué en la encimera. Rebusqué en los pequeños armarios hasta encontrar un bol y una cuchara, y me dispuse a mezclar la cebolla previamente cortada, el atún, el cilantro y la mayonesa. Añadí una pizca de sal y pimienta para darle sabor.
Luego, agarré el pan de molde que había en la despensa y unté generosamente el relleno, formando un sabroso sándwich, que luego coloqué en un plato. Después de limpiar todo, salí por la puerta que se encontraba en la cocina, que daba al jardín. Me gustaba sentarme en el banco junto a la fuente, un lugar tranquilo y agradable donde podía disfrutar de mi soledad. El sándwich estaba rico, pero ahora pensaba que tal vez habría sido una buena idea agregar un poco de tomate para darle más sabor. Mientras saboreaba mi comida, mi mirada se concentró en el agua de la fuente donde algunos pájaros se acercaban para tomar un sorbo.
Después, desvié la mirada y escaneé todo el jardín, observando su belleza y tranquilidad. Sin embargo, mi atención se detuvo nuevamente en aquella estructura en mal estado que apenas se distinguía desde donde me encontraba. Me preguntaba qué habría sido en el pasado y por qué estaba tan descuidada en la actualidad.
—Aquí estabas, quería invitarte un bocadillo —desvié mi mirada y me concentré en Lukyan—, pero te adelantaste.
Lukyan lucía algo informal con su atuendo: unos pantalones de chándal y un polo azul. El día era inusualmente cálido para la temporada, pero eso no impedía disfrutar del aire libre. Ambos estábamos usando ropa más ligera, podía sentir que la primavera estaba tocando la puerta para poder entrar.
—Pensé que estarías ocupado —respondí, intentando forzar una sonrisa al final, aunque no me salió del todo bien.
El estrés de mantener una pequeña conversación con él volvió a apoderarse de mí. No entendía por qué me sentía así, especialmente porque Lukyan era mi pareja predestinada; debería sentirme cómoda en su presencia, no todo lo contrario. Él notó mi incomodidad y dio dos pasos atrás, parecía querer seguir hablando, pero ambos estábamos atascados en cómo continuar.
—Hace menos frío hoy —saqué un nuevo tema de conversación.
—Ya llega la primavera, pero no durará.
—Lo sé —hice una mueca—. Debemos disfrutarlo lo más que podamos.
—Por suerte solo será frío y no nieve.
—Esa cosa es sumamente cansadora —sonreí, y él se acercó disimuladamente—. Es difícil convivir con ella todo el tiempo. La nieve es encantadora, solo que molesta.
Al decir esto, Lukyan pareció relajarse un poco, asintiendo en acuerdo. Parecía que ambos estábamos compartiendo un sentimiento de entendimiento mutuo, lo que hizo que la tensión se disipara gradualmente. Ahora debía seguir manteniendo el hilo de conversación, que no se cortara con nada, podía hacerlo.
—¿Qué es eso? —Señalé aquella olvidada estructura.
Lukyan se acercó aún más para ver con precisión lo que estaba señalando, aunque era obvio que ya sabía a qué me refería. Era una forma sutil de meter una excusa, y sonreí ante eso. La complicidad en ese momento era evidente, y el hecho de que pudiéramos compartir esos pequeños momentos de entendimiento hacía que me sintiera más conectada con él. La incomodidad inicial comenzaba a desvanecerse, y el ambiente se volvía más relajado y agradable.
—Solía ser un invernadero. Cuando tenía más tiempo, me gustaba pasar mucho tiempo allí.
Lukyan se sentó disimuladamente, y aunque estábamos distanciados, él se atrevió a dar un paso al acercarse. Ambos mirábamos aquella olvidada estructura, supongo que ya no había nadie más para cuidarla.
—¿Crees que podrimos reconstruirla? —señalé.
—Si —dijo con simpleza.
La idea de revivir el invernadero olvidado me pareció excelente, ya que me mantendría ocupada y le devolvería la vida a ese lugar abandonado. Además, tenía un talento natural para la jardinería que Blanca, quien era muy hábil en el tema, se encargó de perfeccionar. Aprendí lo importante que era comunicarse con la naturaleza y descubrir los regalos que podía ofrecer.
—¿Qué cultivabas? —pregunté curiosa.
—Hierbas como albahaca, perejil, orégano, menta, cilantro y romero —hizo una pausa mientras intentaba recordar—. También intenté cultivar arándanos, frambuesas y frutillas, aunque lamentablemente las últimas no lograron sobrevivir.
—Jamás lo harían —sonreí—. El suelo de Inmarcesible no cuenta con los nutrientes necesarios para que las frutillas prosperen. Lo mismo ocurre con las berenjenas y los claveles.
—No lo sabía —respondió interesado.
—Los cultivos más fructíferos en este suelo son la cebolla y la papa —dije con confianza—. Las frutillas prosperan mejor en el suelo de Mondo, convirtiéndose en la segunda fruta más exportada de esa manada, justo detrás de las naranjas.
Mencioné ese dato de manera natural, ya que hablar sobre las manadas en general es parte de mi especialidad debido a mi carrera. Estar familiarizada con su historia y características generales, así como conocer qué frutas y verduras prosperan mejor en cada manada, puede parecer un detalle pequeño, pero en realidad, es información muy valiosa. Cada pieza de conocimiento contribuye a una comprensión más completa de estas comunidades y su entorno natural.
—¿En Candilazo? —preguntó curioso.
—En esa zona, es difícil que muchas cosas prosperen debido a la limitación de su suelo. El alfa intentó involucrarse en la agricultura, pero fue evidente que no logró obtener resultados positivos. Sin embargo, creo que, si se inclina hacia el cultivo del berro, podría tener éxito, ya que estas plantas son conocidas por su tolerancia a suelos menos fértiles. La espinaca también sería una buena opción para él en esas condiciones.
—¿Eclipse?
—Todo —dije con simpleza, encogiéndome de hombros—. Es la manada con los suelos de mejores características en general.
—¿Cómo podríamos mejorar nuestras exportaciones? —se acomodó mejor en el asiento dándome toda su atención, me gustaba que me escuchara.
—¡Ah, las trufas! —dije con obviedad—. En Venus se cultivan trufas, y las trufas negras son, sin duda, uno de los elementos más caros y apreciados en la gastronomía. Actualmente, solo exportamos un 5% de nuestra producción, pero si aumentamos esa cifra al 30%, podríamos generar una importante cantidad de ingresos para la manada.
Lukyan sonrió con gran interés ante mi propuesta, lo cual contrastaba con la experiencia que tuve hace dos años en mi clase de economía. En aquel momento, nadie creyó en la idea y se burlaron, argumentando que las trufas eran exclusivas para platos gourmet y que aumentar su exportación sería inviable debido a su alto costo.
Sin embargo, yo estaba convencida de que, si transformábamos las trufas en salsas o aceites, podríamos ofrecer productos más accesibles al mercado. Además, el hecho de ser la única manada con trufas negras nos otorgaba una ventaja competitiva sin igual, al no tener competidores directos.
—Me gustaría que prepares un informe sobre ello —sus palabras sonaron con orgullo—. Estoy ansioso por leer tu propuesta.
—¿De verdad?
—Es una propuesta realmente interesante. Inmarcesible siempre busca ofrecer algo novedoso, y no se me había ocurrido antes explotar el mercado de las trufas. Creo que podría ser una buena oportunidad para nuestra manada.
—Claro...no tengo problema armaré algo y te lo presentaré.
Le dediqué mi mejor sonrisa, agradecida de que me escuchara con atención y mostrara interés genuino en mis ideas. La posibilidad de presentar una propuesta ingeniosa me emocionaba. Inmarcesible era una de las manadas más prósperas en comparación con otras, contábamos con una infraestructura y recursos envidiables. La idea de transformar las trufas en aceites o salsas me intrigaba, ya que podría ser una oportunidad para involucrar a los humanos y ofrecerles empleos de mayor calidad.
—Haré la propuesta —hablé de nuevo—, pero te pediré un favor.
—Lo haré —respondió.
—Pero no sabes que te voy a pedir —dije con diversión.
—Ady, cumpliré cualquier cosa que me pidas —respondió de manera sencilla.
Me dejó sin palabras por unos instantes, ya que sus palabras salieron con fluidez, pero no parecía una confesión casual como él intentó hacerla sonar; al contrario, tenía un significado mucho más profundo.
—Quiero reconstruir el invernadero. —Lo señalé, desde aquí se podía ver que necesitaríamos un presupuesto considerable.
—Hecho, ¿algo más?
—¿Quieres que te prepare mi sopa de tomate? —pregunté, extendiendo una invitación—. Podríamos cenar juntos.
Noté su sorpresa ante mi invitación y el cambio de tema. Pensé en decirle a Lily que cocinaría para el Alfa esta noche, sabía que no se negaría ante mi petición.
—Me gusta la idea —parecía emocionado y al mismo tiempo trataba de esconder esa felicidad—. ¿Junto a pan de ajo?
—Me encanta. —Me levanté tomando el plato ahora vacío.
—Puedo cocinarlo —dijo con orgullo mientras me seguía hacia la cocina.
—Eso esperaba —respondí, riendo ligeramente—. La verdad es que no tengo mucha idea de cómo se prepara, pero estoy segura de que juntos podemos encontrar una receta.
—No necesitamos recetas, lo he hecho muchas veces.
—¡Oh, genial! Entonces lo dejo en tus manos expertas.
Pude notar cierta duda en su expresión, y aunque él decía haberlo hecho muchas veces, ambos sabíamos que buscaríamos en internet cómo hacerlo. Tenía la esperanza de que la receta no fuera tan complicada, pero independientemente de eso, presentía que pasaríamos un buen rato juntos en la cocina. La idea de cocinar juntos y aprender algo nuevo nos brindaba un motivo más para disfrutar de nuestra cena y estrechar nuestros lazos.
Manadas y sus principales exportaciones
Inmarcesible: Esta manada cuenta con una gran oportunidad de explotar el mercado de las trufas negras, ofreciendo un producto exclusivo y codiciado en la gastronomía.
Mondo: Es conocida por sus exportaciones de naranjas, frutillas y manzanas, brindando una variedad de frutas frescas y deliciosas.
Amanecer: Destaca en el mercado con la exportación de jengibre y papaya, atendiendo una alta demanda de estos productos exóticos y saludables.
Candilazo: Aunque no tiene un mercado fuerte en la agricultura para exportar, podría explorar nuevas oportunidades en el futuro.
Eclipse: Su mercado es muy variado, lo que les permite ofrecer una amplia gama de productos y adaptarse a diversas demandas.
Iridiscencia: Sobresale en la exportación de higos y dátiles, brindando delicias dulces y nutritivas a nivel internacional.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top